¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 4 de junio de 2016

EL ARTE DE LA PESCA: SER ESTRATÉGICOS


"Seguidme y os haré pescadores de hombres"
Mateo 4, 19


Siempre me ha parecido que la pesca es una actividad tremendamente aburrida, porque, entre otras cosas, la "peziencia" no ha sido nunca mi principal virtud. 

Pero...es que tampoco he sido estratégico: nunca he comprendido a los peces, dónde pescarlos, a qué hora comen, a qué hora duermen, que les gusta, qué cebo usar según la clase de pez que quería pescar, cuándo cambiar el cebo o dónde y a qué profundidad echar el anzuelo. 

Nunca me he "mojado" ni me he ensuciado ni esforzado para pescar. Yo, tiraba la caña en cualquier sitio, de cualquier manera, esperando que algún pez picara "porque sí". Y claro, nunca pescaba nada porque mi actitud era cómoda: "si les gusta bien, bien y si no, también".  Mis resultados demostraban mi falta de estrategia.

Con el paso de los años, he aprendido a verla de manera distinta: siendo estratégico. Para pescar se necesita estrategia.  El secreto de la pesca no es sólo anunciar el mensaje de Cristo sino también seguir su metodología. Jesús nos enseñó qué decir y cómo decirlo.

Jesús escogió a los discípulos y les enseñó a tejer la redes del evangelio de Dios para salir a pescar hombres. 

Jesús les enseño su amor y los preparó (discipulado) para que luego ellos prepararan a otros y así sucesivamente, hasta alcanzar toda la humanidad para Dios. 

Jesús les dijo que "la mies es mucha y los obreros pocos", y por eso debía de capacitarlos para que fueran eficaces en su labor misionera. Jesús los preparó para ser efectivos y les enseñó a ser estratégicos.

Antes de enviarlos, les dio (nos dio) instrucciones específicas respecto a quienes ir y a quienes no, qué decir y cómo transmitirlo (Mateo 10 y Lucas 10).

¿Qué tipo de peces pescar?

El tipo de peces que deseamos pescar determina nuestra estrategia. 

Si queremos pescar truchas, salmones, atunes o peces espada necesitamos equipos diferentes, modos y anzuelos diferentes, lugares y momentos diferentes; en definitiva, estrategias diferentes. 

Cada pez demanda una estrategia única.

¿Dónde pican los peces?

Pescar en un sitio donde los peces no pican es perder el tiempo. Un buen pescador sabe que los peces se alimentan en sitios diferentes, en lugares diferentes y en momentos diferentes. También sabe que no siempre están hambrientos.

Los no creyentes o alejados tienen distintas receptividades espirituales; algunas veces están más receptivos y otras, esta receptividad dura poco tiempo o simplemente no existe. Los creyentes debemos aprender a distinguirlas.

Jesús nos enseñó a no estar con personas que no quieren saber ni escuchar de Dios, como tampoco a perder tiempo y esfuerzo con personas que no responden (Mateo 10, 14). Es el Espíritu Santo quien nos guía hacia las personas que Él ha llamado, ha preparado para responder a su gracia. La estrategia de un cristiano es pasar a través de las puertas abiertas por Dios y no perder el tiempo por las que están cerradas con llave. Se trata de saber distinguir las receptividades de las personas.

¿Cómo piensan los peces?

Para pescar peces es necesario comprender sus hábitos, sus gustos, sus preferencias y sus formas de alimentarse. A algunos les gusta el agua dulce y a otros el agua salada; a unos las aguas tranquilas y a otros las turbulentas; a unos les gusta nadar por el fondo, a otros por la superficie y a otros por las rocas. Para pescar hay que saber pensar como pez.

Uno de los principales problemas de muchos creyentes es que cuánto más tiempo llevamos siéndolo, más difícil nos resulta pensar como los no creyentes: "Soy cristiano, pienso como cristiano". A veces es incluso peor, pues siendo sacerdote, tiendo a pensar de forma todavía más lejana a la de un alejado. 

Con demasiada frecuencia, los cristianos no pensamos como los que no lo son. De hecho, buscamos nuestros "grupos estufa", nuestras "parroquias de confort", nuestras "comunidades gueto", nuestros "clubes privados de fe" y nos olvidamos de dar la bienvenida, de acoger a los que están alejados de ese calor que tanto nos reconforta. El no creyente no acude a Dios por una necesidad de ser instruido sino por una necesidad de ser amado.

Pero, peor aún, tampoco hablamos "su idioma". Muchas homilías les suenan "a chino", muchas formas de comunicar les parecen "jerga religiosa". Es una de sus principales quejas: "es aburrido y no va con mi vida". Muchos piensan que lo que Dios tiene que decirnos es aburrido porque algunos de nosotros o algunos curas somos aburridos. El mensaje de Jesús siempre es un mensaje práctico, nunca es aburrido ni ajeno a nuestras vidas.

Debemos pensar y hablar como ellos. Esto no quiere decir que debamos rebajar el mensaje. pero si hablamos desde las alturas, desde la lejanía, sencillamente el mensaje "no llega". Predicamos en el desierto: a nadie y para nada.

¿Cómo podemos pensar como peces? 

Lo primero, hablando con ellos. Muchos cristianos sucumben a la tentación de pasar todo su tiempo con cristianos, con amigos de fe y no tienen amigos alejados. Si no pasamos tiempo con los no creyentes, no podemos saber cómo y qué piensan.

Pero, sobre todo, escuchándoles. Nadie escucha sin antes ser escuchado. Debemos saber cuáles son sus gustos, sus hábitos, sus situaciones, sus necesidades, qué piensan y por qué, si tienen receptividad o si están "en búsqueda", si creen en Dios, qué piensan de la Iglesia o qué les gustaría encontrar en ella. Se trata de conocerles para ayudarles.

Jesús en Mateo 10, 16 nos insta a ser estratégicos: comprenderles y pensar como piensan ellos.

¿Qué implica pescar?

Pescar implica hacer cosas que pueden resultarnos incómodas y que requieran compromiso y esfuerzo.

En primer lugar, debemos comprender y adaptarnos a nuestro objetivo (Lucas 10, 8). Debemos ser sensibles a su cultura y educación, a sus costumbres y mentalidad. 

Quizás a algunos esto les parezca "progresismo teológico" pero lo cierto es que ninguna iglesia puede ser culturalmente neutral. La Iglesia siempre, a la luz del Evangelio, debe comunicar según la cultura y el momento. Esto no cambia para nada el mensaje de Cristo. Él hacía exactamente eso. Cuando salimos a pescar, los peces no saltar del agua a nuestra barca ni se acercan a la costa para ser pescados. 

Su cultura (el agua) es diferente a la nuestra (el aire). Se requiere un esfuerzo intencionado de nuestra parte para acercarnos a su medio y ponernos en contacto con ellos. Las personas no saltan voluntariamente a nuestro bote (parroquia).

En segundo lugar, determinar nuestro enfoque según nuestro objetivo. Cuando pescamos, no utilizamos el mismo cebo, anzuelo, red o barco para todo tipo de peces. Utilizamos el anzuelo, la red o el cebo correcto para pescar cada tipo distinto de pez. El apóstol Pablo fue eficazmente estratégico (1 Corintios 9,12-22), y al igual que Cristo, no tenía un enfoque estándar para predicar. Él comenzaba a partir de donde se encontraba la gente: con la mujer en el pozo, le habló del agua viva; con pescadores, les hablaba de pescadores de hombres; con los agricultores, les hablaba de la siembra y las semillas.

En tercer lugar, comenzar por las necesidades de nuestro objetivo. Cada vez que Jesús se encontraba con una persona, comenzaba a obrar desde las necesidades, sufrimientos o intereses de esa persona. Nosotros, debemos estar dispuestos a tratar con personas que tienen muchos problemas. La pesca siempre es sucia y maloliente: no podemos pretender  pescar peces a los cuales ya les hayan quitado las vísceras, las espinas, la piel y los hayan cocinado y servido en nuestro plato.

En cuarto lugar, comprender y responder a los problemas de nuestro objetivo. Muchos alejados sienten el complejo de no sentirse arropados y acogidos, el temor de que les pidan dinero o el compromiso de que les echen en cara sus actitudes o sus pecados. Nuestra estrategia de pesca está basada en corregir y contrarrestar esos errores.

En quinto lugar, cambiar nuestros métodos siempre que sea necesario. Cuando pasamos largo tiempo pescando, sabemos que debemos ir cambiando el cebo porque lo que los peces mordían por la mañana, lo ignoran por la tarde. El problema de muchas parroquias es que siguen utilizando cebos que los peces ya no muerden. Están estancados en el inmovilismo del "siempre se ha hecho así". "El mayor enemigo de nuestro éxito futuro es nuestro éxito pasado". Por eso, cuando un método no funciona, vayamos a por otro.
En sexto lugar, utilizar toda clase de opciones y de enfoques. Cuantos más anzuelos echemos al agua, más posibilidades tendremos de atrapar peces, y de tipos distintos. Hoy día las personas tienen y desean tener elecciones múltiples y muchos de los errores de algunas parroquias son limitarse a dos: "si te gusta, bien o si no, también". A mí siempre me gusta parafrasear la ironía de Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros". Ofrecer distintas opciones o estilos de adoración, de evangelización, de comunidad, de servicio o de discipulado es estratégico y altruista. Nuestra meta no es obstaculizar sino facilitar que las personas conozcan el amor de Dios. Necesitamos toda clase de enfoques para alcanzar a toda clase de personas.

La pesca es un asunto serio

Para muchas personas, la pesca es tan sólo un pasatiempo, algo que hacer en nuestro tiempo libre. Casi nadie piensa en la pesca como una responsabilidad.

Sin embargo, pescar hombres es un asunto serio, no es un pasatiempo ni una opción para nosotros, los cristianos. Para Cristo no lo era. 

Por ello, pescar hombres para Dios debe ser nuestro estilo de vida. El mismo estilo de vida de Jesús, de la misma forma que Él pescaba: amándoles (Mateo 9, 36), atendiendo sus necesidades (Mateo 15, 30; Lucas 6,17-18; Juan 6,2) y enseñando de forma práctica e interesante (Mateo 13, 34; Marcos 10,1 y 12,37).





Fuente:

"Una Iglesia con propósito" 
-Rick Warren-
 Editorial Vida -1998












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miércoles, 26 de agosto de 2015

NUEVA EVANGELIZACIÓN

La nueva evangelización significa que hay que VOLVER a evangelizar, como en la Iglesia Primitiva del siglo I, puesto que la secularización domina nuestro mundo del siglo XXI y produce una acelerada y generalizada descristianización.

Significa DIAGNOSTICAR para, después, RESTAURAR en los corazones los valores que ejemplificó con obras el propio Jesucristo, como el amor, la caridad, la fraternidad, la igualdad, la solidaridad… y que han sido sustituidos por el progreso, la productividad, la eficacia, el éxito o el consumo de "usar y tirar", que bien podrían definirse como propios del "Anticristo", que no es más que la sustitución de Cristo (Dios) por el Hombre, tal y como ocurrió en el Edén.

Significa también que hay que hacerlo de una MANERA NUEVA, con NUEVOS MÉTODOS y NUEVAS ESTRATEGIAS, para no incurrir en los errores del pasado y afrontar los nuevos retos, desafíos así como las circunstancias actuales.

Significa Iglesias con puertas abiertas de ENTRADA Y SALIDA, donde ponernos todos en "modo misión", en nuestras periferias (familiar, social, cultural, tecnológica, económica, etc.) ofreciendo dialogo sin presión, atención y ayuda con esperanza, valentía, alegría.

Significa entender a Jesús no como una opción de fe individual, guardada en un cajón y sacada a airear los domingos por la mañana, antes del "aperitivo", sino como una FUERZA COLECTIVA, impulsora del cambio y transformación de esta sociedad orientada exclusivamente al ego personal, al "YO" , y conducirla hacia el REINO DE DIOS.

Si "la mujer del César no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo”.... con mayor motivo, la esposa de Cristo debe "ser" y "ser ejemplo" al mundo.

La familia de Dios está formada por todos y para todos, no debe ser el ámbito exclusivo de unos pocos.



martes, 14 de julio de 2015

YO QUIERO UNA PARROQUIA "PIT-LANE"







Ser cristiano es como correr el campeonato mundial de Fórmula 1.

Ecclestone (Jesús) creó la competición y estableció las reglas para que, los distintos equipos: Ferrari, McLaren, Williams, Lotus, Red Bull, Mercedes, Renault, etc.(distintas denominaciones cristianas: católica, anglicana, ortodoxa, protestante, etc.), se dispusieran a participar en su obra, dirigida por la FIA (Dios).



Los grandes premios (distintas formas de evangelización) se disputan en distintos países y en distintos horarios pero con las mismas normas. 


Algunos son circuitos cerrados al público general y otros, son circuitos callejeros públicos. 

Unos son diurnos y otros nocturnos, pero todos puntúan.

Durante el desarrollo de cada uno de ellos, los pilotos con sus monoplazas (laicos) están dirigidos y asesorados desde el pit-lane (parroquias) donde un gran equipo de personas: directores de equipo, mecánicos, ingenieros, etc. (obispos, sacerdotes, vicarios, pastores, etc.) bien instruidos, altamente cualificados, con experiencia reconocida y dirigidos por el director de la escudería (Papa) controlan la telemetría (teología), repostan combustible (dogmas), cambian neumáticos, alerones u otras piezas (paradigmas), dan instrucciones concretas (métodos para la evangelización: misiones, voluntariado, cursos Alpha, etc.) según cada momento de la carrera.

Nadie que forme parte de la F1 debe limitarse a ser un mero espectador, para eso está el público (el mundo).

Lo apasionante de la F1 es la ACCIÓN (MISIÓN), que va ligada a la EMOCIÓN (AMOR) para alcanzar el TÍTULO (VISIÓN).

Necesitamos parroquias "pit-lane" y laicos en monoplazas competitivos, pilotos sudorosos y extenuados, pero felices en el podio, al final de cada Gran Premio, al saborear carrera a carrera, la cercanía del título (primicias del reino de Dios).

Al final del campeonato, nos espera el título universal: el Reino de Dios.