A lo largo de los años, he aprendido que -a diferencia de la opinión popular- cuanto más amplia es la visión, más fácil es alcanzarla y, en última instancia, el tamaño de tu visión debe estar determinado por el tamaño de Dios.
La cuestión no es quién te crees que eres, sino quién crees que es Dios. En tu sueño, no te preguntes: "¿Qué puedo hacer por mi comunidad?", sino: "¿Qué puede hacer Dios por mi comunidad?"
¿A cuántas personas podríamos alcanzar?
Para determinar el tamaño de nuestra visión, necesitamos tener en cuenta tres factores. El primer factor es la población final de nuestro área de servicio. Es decir, nuestro público objetivo; a cuántas personas podemos alcanzar.
Busquemos un plano del barrio, dibujemos un círculo que incluya aproximadamente 15 minutos de distancia en automóvil de nuestra parroquia y descubramos cuántas personas hay en ese área.
Tratemos de llegar a todos ellos. Aunque sabemos que no podremos llegar a todos, asumamos la responsabilidad de tratar de llegar a todos.
Tratemos de llegar a todos ellos. Aunque sabemos que no podremos llegar a todos, asumamos la responsabilidad de tratar de llegar a todos.
¿De cuánto tiempo disponemos?
La mayoría de nosotros sobrestimamos lo que podemos hacer en un año y subestimamos lo que podemos hacer en 5 años o 10 años. El problema es que establecemos nuestros objetivos demasiado bajos y tratamos de lograrlos demasiado pronto.
Debemos establecer grandes metas, metas enormes, aunque lleve tiempo alcanzarlas. No esperemos un milagro de la noche a la mañana. Empecemos a construir por los cimientos. No estamos interesados en el desarrollo de una seta, sino en el de un roble. Una seta tarda 12 horas en crecer; un roble tarda 60 años. Pero un roble dura mucho más.
Para alcanzar grandes metas, tenemos que planificar el servicio en nuestra parroquia a largo plazo. Hay muchas que son flor de un día, crecen rápido pero no construyen cimientos. No echan raíces. Todo lo que sube rápido, baja rápido.
Debemos planificar el tiempo. La perseverancia es la clave para alcanzar una gran meta. O lo que es lo mismo, el tamaño de nuestra meta estará determinado por la cantidad de vida que planeemos utilizar en alcanzarla.
¿Con qué dones contamos?
El tercer factor para determinar el tamaño de tu visión es una evaluación franca de los dones que Dios nos ha dado. La Biblia enseña claramente que hay personas con un talento, cinco talentos y diez talentos.
Algunos sacerdotes nunca tendrán más de 150 personas en su parroquia, porque se empeñan en hacerlo todo ellos mismos. Realizan todas las actividades, incluso las que no están a su alcance o para las que no están preparados.
Como buenos pastores, quieren conocer a todas sus ovejas por su nombre y anhelan en exceso el contacto personal.
Como buenos pastores, quieren conocer a todas sus ovejas por su nombre y anhelan en exceso el contacto personal.
No hay nada malo en tener el corazón de un pastor. Dios ama a la gente con corazón de pastor y con olor a oveja. Por eso llamó a tantos sacerdotes a su Iglesia. Pero si pretendemos que nuestra parroquia crezca, debemos estar dispuestos a formar a otros líderes. Es uno de los peajes del crecimiento.
Si tenemos una visión amplia y una meta ambiciosa para hacer crecer a nuestra parroquia y que llegue a gente de todo el espectro, tendremos que cambiar la forma en la que pensamos.
Ésa es la razón por la que tenemos hacer una evaluación honesta de nuestros dones, de con qué y quiénes contamos. Y una de las claves de esta evaluación es fijarnos en qué gastamos el dinero de la parroquia. Ello nos dirá cómo es nuestra visión de amplia y si "evangelizamos" o "mantenemos"
En resumen, para establecer la visión y la misión de una comunidad parroquial, lo primero que necesitamos es saber nuestro "target" (a quién nos dirigimos), lo segundo es el "timming" (cuánto tiempo nos marcamos) y lo tercero, los "resources" (con qué recursos materiales y humanos contamos).