¿QUIÉN ES JESÚS?
jueves, 10 de noviembre de 2022
DIOS NO PIDE RESULTADOS SINO FIDELIDAD
jueves, 24 de junio de 2021
VÍCTIMAS DEL RESULTADO
¿Cuántas veces estamos más pendientes de los frutos de un retiro o de los resultados de una catequesis que del propio sentido evangelizador y misionero?
¿Cuántas veces estamos más pendientes de "hacer" que de "ser"?
¿Cuántas veces estamos más pendientes de la conversión de otros que de la nuestra?
¿Cuántas veces estamos más pendientes de "lo accesorio" que de "lo importante"?
¿Cuántas veces estamos más pendientes de "ser Dios" que de "dejar a Dios ser Dios"?
Lo que hacemos, ¿lo hacemos por amor a Dios y a los demás o lo hacemos por egoísmo, por gula espiritual o por afán de reconocimiento?
¿Amo de verdad a los demás o me transformo en un autómata de la conversión? ¿Sirvo a los demás como debo o fuerzo situaciones para conseguir "mis" objetivos?
¿Miro a los demás con la mirada de Cristo o con la mía? ¿Confío en Dios o en mis capacidades?Cuando las cosas no suceden como yo quiero o deseo ¿me abandono en la voluntad del Señor o me frustro? ¿Comprendo y acojo a los demás o les impongo mis razones, mis creencias, mis convicciones...?
¿Escucho y perdono a otros o les exijo y obligo que acaten mis ideas? ¿Soy consciente de los problemas y las circunstancias de los demás o intento que asuman mis imposiciones a toda costa?
¿Acepto a los demás o pretendo que me acepten? ¿Comprendo y acojo a otros o les prejuzgo y etiqueto? ¿Proclamo la Verdad o impongo "mi" verdad moralista e interesada?¿Me abro al corazón de otros o me encierro en mi circunstancia? ¿Contagio mi amor o exijo mi autoridad? ¿Soy ejemplo de coherencia cristiana o de doble rasero? ¿Me dejo amar por Dios y por mi prójimo o impongo mi "dignidad superior"? ¿Siembro o intento cosechar?
En la parábola del hijo pródigo de Lucas 15,1-32 vemos que el Padre no lleva cuentas de todo lo que ha hecho mal su hijo menor, como tampoco de todo lo que ha hecho bien el mayor. Dios no calcula los méritos de cada uno porque todos nuestros dones y capacidades nos los ha dado Él. Tan sólo desea que estemos a su lado, para abrazarnos, para que nos dejemos amar por Él, para celebrar una fiesta y para que seamos felices a su lado.
El amor de Dios depende poco (nada) de lo que nosotros hagamos. El Señor nos quiere porque somos sus hijos amados, no por lo que hacemos o por lo que dejamos de hacer. Nada de lo que hagamos o de lo que dejemos de hacer, bueno o malo, podrá separarnos de Su amor.
Por tanto, a nosotros nos toca ser creyentes confiados y no resultadistas, discípulos esperanzados y no cortoplacistas, cristianos enamorados y no interesados. Somos sarmientos unidos a la vid, que es Cristo.
JHR
martes, 28 de enero de 2020
IDENTIFICANDO PELIGROS EN LA EVANGELIZACIÓN
Y en los últimos años, nos hemos lanzado a la evangelización con buenos deseos de servir a Dios pero sin mucho conocimiento y sin apenas formación, por lo que es necesario que seamos capaces de identificar a lo que nos enfrentamos.
Para centrar el tema, lo primero que debemos saber es que el Diablo no quiere que las personas descubran el amor de Dios y por ello, trata de:
- quitarle la iniciativa de la evangelización a Dios, haciéndonos creer que podemos "hacer cosas" para Dios sin confiarnos a Él, fiándonos sólo de nuestro esfuerzo y nuestra capacidad.
- quitarle la importancia de la predicación de su mensaje a Jesucristo, centrando toda la atención en nosotros mismos, en nuestros sentimientos, en nuestros problemas, en nuestras pérdidas y en nuestros sufrimientos.
Algunos de los peligros comunes que surgen en la evangelización son:
Activismo
Activismo es "hacer sin rezar", es decir, acción sin contemplación y, aunque la realicemos con buena intención, está condenada a la ineficacia.
¡Cuántas veces nos lanzamos a "hacer cosas" sin pensar! o lo que es peor ¡sin rezar!
Ante la tentación o la duda, debemos ir a la fuente, mirar a Cristo. Jesús vivió siempre en intimidad con Dios antes de emprender cualquier tarea en sus tres años de vida pública, pero antes, estuvo cultivándola durante sus 30 años de vida privada.
Por eso, debemos rezar. Orar es relacionarnos íntimamente con Dios, es decirle "sí’ a su gracia, es aceptar su invitación a unirnos a Él, a confiar en Él. Es entonces cuando todo "encaja", todo "resulta".
Antes de evangelizar a otros, lo primero que debemos hacer es preguntarnos ¿me relaciono con Dios? ¿me dejo impregnar por su gracia? ¿me abandono a Él? ¿creo en el poder de la oración?
Secularismo
El segundo peligro al que nos enfrentamos es el “secularismo", es decir, el riesgo de sucumbir al pensamiento dominante del mundo, marcado por el relativismo y la negación de la Verdad.¡Cuántas veces pensamos que todo es relativo, que no existen verdades inmutables ni valores objetivos! ¡Cuántas veces pensamos que en la vida cristiana todo vale, aunque no sea verdad!
Nuestra fe cristiana, otrora un río de caudal enérgico, fijo y permanente por el que navegábamos hacia el mar, ha perdido sus márgenes y se ha convertido en un estanque plácido y apático, sin energía ni propósito, en el que todos flotamos, pero en el que no llegamos a ninguna parte.
Cuando una fe rebajada o descafeinada pone la Verdad en tela de juicio... Cuando un apostolado plácido e insulso pone el énfasis “en lo superficial”, en lo "efímero"... Cuando no testimoniamos a Cristo de una manera auténtica y radical, la evangelización pierde su sentido y toda su efectividad.
Entonces, recuperamos los márgenes, el caudal y la energía del río, para saber adonde ir, lo que hacer y hacerlo con pasión.
Egoísmo
El tercer peligro es caer en la apatía y la placidez de ese estanque que nos hemos "fabricado". Un "egoísmo" basado en una malentendida idea de la “libertad”, que nos conduce a la soberbia con la que pretendemos hacer lo que queremos, lo que nos conviene o lo que nos resulta más cómodo.Por conveniencia, queremos "hacer de Dios", y no dejamos a Dios ser Dios, pretendiendo decir nosotros lo que se debe hacer.
Por comodidad, queremos determinar la esencia de la misión encomendada por Jesús a los apóstoles haciendo prevalecer nuestro propio parecer.
Por vanidad, deseamos convertirnos en los artífices de los métodos y en los autores de los frutos de la evangelización.
Con frecuencia, olvidamos que es Cristo quien se encuentra con nosotros en el camino, quien nos capacita y quien nos invita libremente a seguirlo.
Cuando aceptamos su llamada y le seguimos, lo hacemos comprendiendo que nuestra misión no es nuestra sino de Cristo, que los resultados no son nuestros sino de Dios, que nada depende de nosotros sino de su Gracia.
Nosotros, trabajamos y cosechamos como "siervos inútiles, haciendo lo que tenemos que hacer".
Dios está vivo, y ha resucitado para habitar en nuestros corazones, en nuestras vidas. Si no tenemos experiencia de Cristo vivo, poco evangelizaremos. Si no testimoniamos a Cristo en nuestras vidas, nuestro apostolado es estéril.
Recordando las palabras de San Pablo, “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”, cuando Jesucristo vive realmente en nosotros, nuestros egos y vanidades desaparecen. Entonces, el fruto es abundante.
Sentimentalismo
Muchos que llegan a la fe por la evangelización, sucumben a la seductora inclinación de buscar sólo consuelo y refugio, como si de magia se tratara.
Es "la evangelización emotiva" que se refugia en un "hedonismo", en una búsqueda del placer, que le hace "sentirse bien", "a gusto" y que evita a toda costa el sufrimiento de la cruz.
Tampoco evangelizaba para sentirse bien o para que otros se sintieran bien, sino para darnos ejemplo, al coger su cruz y negarse a sí mismo por nosotros.
La fe es negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Cristo (Marcos 8,34).
No les digamos a otros qué pensar ni cómo comportarse. No tratemos de hacer cosas ni de hacer sentir.
Mostremos a todos que la belleza del mensaje evangélico se basa en que muchos católicos comprometidos aman de verdad a los demás.
Testimoniemos a otros que la bondad de la Iglesia supera con creces las obras de caridad que realiza.
Demostremos a los demás que la Iglesia no es sólo una jerarquía de "hombres de blanco y negro, de alzacuellos y sotanas", sino que está formada por muchas personas que, siguiendo a Cristo, "dan la vida por los demás".
Para reflexionar y profundizar: