¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 7 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (8): SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA

"Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, 
Jesús preguntó a sus discípulos: 
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». 
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, 
otros que Jeremías o uno de los profetas». 

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». 
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: 
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». 
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, 
porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, 
sino mi Padre que está en los cielos. 
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, 
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, 
y el poder del infierno no la derrotará. 
Te daré las llaves del reino de los cielos; 
lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, 
y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». 
Y les mandó a los discípulos 
que no dijesen a nadie que él era el Mesías. 

Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos 
que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho 
por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, 
y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. 
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: 
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte». 
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! 
Eres para mí piedra de tropiezo, 
porque tú piensas como los hombres, no como Dios» 
(Mt 16,13-23)

Hoy profundizamos en un pasaje evangélico de gran importancia en el que Cristo funda su Iglesia con Pedro a la cabeza y donde aparecen implícitamente los sacramentos.

Pedro confiesa su fe en Cristo cuando le llama Hijo de Dios. Está declarando (quizás sin saberlo) un primer "dogma": la consustancialidad del Padre y del Hijo. Y por haber proclamado a su Padre, Jesús le nombra al suyo, a Jonás, es decir, hace una equivalencia de paternidades que demuestran ambas filiaciones

Sobre ese "dogma", sobre esa fe profesada por Pedro, es sobre la que edifica Cristo su Iglesia. Jesús mismo es la piedra angular, la roca y el cimiento de la Iglesia (y del mundo), tal como estaba profetizado (Is 28,16; Jr 51,26; Sal 118,22; Job 38,4-6) y como afirmarán después el propio Pedro y también Pablo, el otro pilar de la Iglesia (1 Pe 2,4-8; Rom 9,33; Hch 4,10-12; Ef 2,20-22).

Simón es el único discípulo a quien el Maestro le cambia el nombre por Cefas ("Petrus", "Pedro", "piedra"). Se trata de un dato significativo puesto que, en el Antiguo Testamento, el cambio del nombre implicaba el mandato de una misión (cf. Gn 17, 5; 32, 28 ss, etc.). 

Pedro es el único apóstol a quien Cristo le atribuye una importancia particular dentro del grupo de los Doce: en Cafarnaúm, Jesús se hospeda en casa de Pedro (cf. Mc 1, 29); en las dos barcas amarradas en la orilla del lago de Genesaret, Jesús escoge la de Simón (cf. Lc 5, 3);  en circunstancias especiales, cuando Jesús se llevaba sólo a tres discípulos, siempre se nombra a Pedro como el primero del grupo:  en la resurrección de la hija de Jairo (cf. Mc 5, 37; Lc 8, 51), en la Transfiguración (cf. Mc 9, 2; Mt 17, 1; Lc 9, 28) y en el huerto de Getsemaní (cf. Mc 14, 33; Mt 26, 37).

Pedro es el único apóstol a quien el Señor le llama "bienaventurado", "dichoso"...es decir, le está santificando, le está declarando "santo". 

Pedro es el único apóstol a quien Cristo le entrega las llaves del reino, haciéndole partícipe de la edificación de la Iglesia. Esto que supone dos cosas: 
  • una, que Cristo tiene la autoridad plena para hacerlo y, por tanto, se está revelando como Dios mismo; 
  • y dos, que por primera vez un hombre, un mortal, tiene delegado todo el poder del cielo a través de los sacramentos que aparecen implícitamente en la "entrega de llaves"
    • la autoridad divina para perdonar los pecados: Confesión
    • la capacidad para mostrar al Padre: Eucaristía.
    • la capacidad para dar acceso a Dios: Bautismo
En el pasaje evangélico de hoy, Cristo está fundando su Iglesia y convirtiendo a Pedro en su"vicario" o representante en la tierra, en el "conserje del cielo", a pesar de que sabe que le negará cuando sea entregado y detenido. 

Jesús no le elige como cabeza de su Iglesia porque sea el más capacitado sino porque irá capacitando a su elegido, para que el propio Pedro lo haga con el resto de los apóstoles y discípulos, cuando Cristo retorne al cielo. 

En el evangelio de Lucas, el Señor le advierte: "Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). 

En el evangelio de Juan, Jesús se dirige a todos los apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20,22-23)

En ambos, aparecen también implícitos otros dos sacramentos: el del Orden Sacerdotal y el de la Confirmación. Además, en el de Juan, vuelve a mencionar la Confesión.

Jesús añade: "Y el poder del infierno no la derrotará". Con esta promesa, le está confirmando y asegurando Su doble triunfo: el de su Iglesia y el de su muerte en la Cruz. Le está poniendo en antecedentes para cuando sea entregado y crucificado, y también para cuando Él ya no esté y tenga que dirigir la Iglesia. 

Pedro se convierte así en figura de la universalidad y de la unidad de la Iglesia.

martes, 6 de agosto de 2024

MEDITANDO EN CHANCLAS (7): SEÑOR, AYÚDAME

En aquel tiempo, Jesús se retiró 
a la región de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, 
saliendo de uno de aquellos lugares, 
se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. 
Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. 
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Sólo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos 
y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; 
pero también los perritos se comen las migajas 
que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: 
que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
(Mt 15, 21-28)

Este es un pasaje que muchas veces se presta a malas interpretaciones acerca de la actitud de Jesús, que parece ignorar o despreciar a esta mujer cananea, pagana. De hecho, la primera vez, parece mostrarle indiferencia y ni la responde, y por dos veces, parece negarle lo que le pide. 

¿Qué ha pasado? ¿Dónde está la compasión y la misericordia que Jesús ha mostrado a los necesitados en los anteriores capítulos evangélicos? ¿Es el mismo Jesús o es otra persona distinta? ¿Por qué se dirige Jesús a una región como Tiro y Sidón, "impura", "prohibida" y "fuera" de la salvación, según la mentalidad judía?

Veamos, frase por frase, lo que la Escritura quiere mostrarnos:

"Jesús se retiró"
Mateo no dice que "pasó" o "cruzó" por allí como si fuera hacia a otro lugar, sino que se "quedó", permaneció allí. Es decir, Jesús tenía toda la intención de ir allí y quedarse. ¿Para qué? Para mostrarnos que la universalidad de la salvación, aunque viene a través del pueblo judío, no está restringida únicamente a Israel, sino abierta a todos los hombres.

una mujer cananea
Una mujer sin nombre, sin identidad, una mujer "alejada", prohibida por la ley, pagana, pecadora pero, en el fondo, una madre que ama a su hija y que quiere preservarla del mal. Una mujer que nos representa a cualquiera de nosotros, que no somos judíos.

"saliendo de aquellos lugares" 
Son los lugares tenebrosos y oscuros del ser humano, lugares alejados de Dios, lugares de pecado. La mujer "sale" del pecado y cree en el "Hijo de David", el Mesías prometido. Jesús siempre quiere entrar en nuestro dolor, en nuestro sufrimiento pero espera a que salgamos de nuestro pecado y pongamos de manifiesto la pureza de intención de nuestro corazón y la fe sincera en Dios. 

"Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel"
Cristo expresará a menudo la universalidad de su Iglesia pero esa será la misión de sus apóstoles: llevar la salvación al mundo gentil porque Él ha sido enviado a Israel. De un hombre proviene la salvación de todos, de un pueblo la del mundo. El Señor lidera, abre camino, da ejemplo, para que sus discípulos continúen su obra.

"Señor, hijo de David...tienes razón...pero ten compasión de mi y ayúdame"
La cananea confiesa y reconoce a Jesús como el Mesías prometido, y evoca la frase de los discípulos ante el milagro de Jesús caminando sobre las aguas: "Realmente eres Hijo de Dios".

El grito de esta madre sobrepasa lo natural, lo humano... esta cananea pide como "conviene"... es el Espíritu Santo quien hace proferir este gemido en ella: "el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm 8,26).

"también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos"
La pedagogía o mayéutica del Maestro, más que dar respuestas, quiere mover los corazones de las personas a la acción, a una búsqueda explícita de la perseverancia, a un interés real por la fe verdadera, aunque no se sientan merecedores de la gracia de Dios

Dios utiliza esta pedagogía con frecuencia: calla, guarda silencio y espera. Y casi nunca entendemos por qué. Dice san Agustín: "Dios, que te creo sin ti, no te salvará sin ti", refiriéndose a que Dios quiere purificar nuestras intenciones, provocar nuestra reacción sincera y humilde, estimular nuestra de fe, para que Él pueda actuar, obrar milagros y salvarnos. 
"Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas"
Ante una fe verdadera y auténtica, ante la intercesión desesperada de una madre que pide por la salud de su hija, el corazón de Dios se conmueve y hace brotar su misericordia ante el sufrimiento humano.

Señor, a veces no escucho tu respuesta...guardas silencio, "te pido auxilio, y no respondes; me presento ante ti, y no lo adviertes" (Job 30,20)...te muestras "indiferente" o me pones impedimentos... pero yo seguiré insistiendo, porque tengo la certeza que me escuchas.

Enséñame a pedir como conviene, a pedir bien, porque "pido y no recibo, porque pido mal, con la intención de satisfacer mis pasiones" (Stg 4,3).

Señor, purifica mi intención y aumenta mi fe, porque "sin fe es imposible complacerte, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan" (Hb 11,6). 

"A ti, Señor, te invoco; Roca mía, no seas sordo a mi voz; que, si no me escuchas, seré igual que los que bajan a la fosa. Escucha mi voz suplicante cuando te pido auxilio, cuando alzo las manos hacia tu santuario" (Sal 28,1-2).

JHR

martes, 2 de agosto de 2022

MEDITANDO EN CHANCLAS (3): MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE

"Ten compasión de mí, 
Señor Hijo de David"
(Mt 15,22)

Jesús, con su magistral pedagogía, nos muestra hoy en el evangelio, al menos, tres enseñanzas. 

La primera es la universalidad de su Iglesia. El cristianismo no es un grupo "estufa" de amigos ni un circulo cerrado ni un club privado para unos pocos. La casa de Dios está abierta de par en par a todos los hombres de todas las naciones, de todas las culturas y de todos los ámbitos porque Su misericordia no entiende de límites ni de fronteras sino que está abierta a la fe firme y confiada en Dios.

Sin embargo, llama la atención la aparente indiferencia con la que responde Jesús con su silencio a la cananea desesperada, y después, la insultante brusquedad de su doble negativa, a los discípulos y a la mujer. Sólo ante la perseverante insistencia (incluso "cansina" y desesperada) de ésta, es cuando la gracia actúa y obra el milagro. 

Es la segunda enseñanza del pasaje de hoy, que nos conduce y nos guía en nuestro camino de fe para comprender la voluntad de Dios. Hablamos de la mayéutica divina (término que procede del griego "maietikos", que significa “ayudante en el parto"), una metodología que se utilizaba también en la antigüedad (Sócrates) y que más que dar respuestas, suscita interrogantes y cuestiones, para que la persona persevere y saque a relucir conceptos latentes en su corazón.

Dios utiliza la mayéutica con frecuencia, pero sobre todo, cuando rezamos y no recibimos respuesta alguna. En ocasiones, Dios calla y guarda silencio. Y casi nunca lo entendemos. Es como si asistiera al parto pero esperase a que "empujásemos" nosotros, para finalmente, actuar y dar luz. Dios quiere provocar nuestra reacción, quiere que hagamos una confesión de fe perseverante, humilde, sincera y confiada, para actuar.

La tercera enseñanza de Jesús es la objetividad de los contenidos de la fe, cuando afirma que la revelación plena de Dios, es decir, la auto donación amorosa de Dios a todos los hombres, sucede en el seno de Israel, el pueblo elegido de Dios, y en concreto, en la persona de Cristo: "Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel". Será misión de sus apóstoles, llevar la salvación al mundo gentil.
De un hombre proviene la salvación de todos. La cananea así lo confiesa: "Señor, hijo de David...tienes razón...pero ayúdame". Le reconoce como el Mesías prometido, y evoca la respuesta de los discípulos en el evangelio de ayer: "Realmente eres Hijo de Dios".

Es entonces cuando Jesús responde: "Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas". Una fe que mueve la compasión divina ante todo sufrimiento humano y que no conoce límites.

Ante las angustias, problemas y necesidades que experimento en mi vida, mi alma grita desesperada ¡Ten compasión de mí, Señor!, buscando una respuesta inmediata y una solución definitiva que no llega...y me pregunto ¿Por qué parece que no me escuchas? ¿Por qué parece que mis problemas te son indiferentes?

Señor, aunque me desconciertas, sé que tu propósito es purificar mi intención. Quieres que yo mismo compruebe cuán grande es mi fe y que crea en Ti, porque "sin fe es imposible complacerte, pues el que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensa a quienes lo buscan" (Heb 11,6). 




JHR