¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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miércoles, 1 de abril de 2020

NOS HEMOS QUEDADO HUÉRFANOS


"Hemos quedado huérfanos, sin padre
(Lamentaciones 5,3)

Hoy, una lanza nos ha atravesado el corazón y nos ha lacerado el alma. Nuestro padre espiritual y estimadísimo D. Pedro Pablo de Figueiredo, superior de los Heraldos del Evangelio en España ha fallecido, víctima del coronavirus.

Hacia el mediodía, habiendo recibido la extrema unción y la bendición in articulo mortis, su luz se ha ido apagando, como quien cede al sueño y se duerme.

Su alma se ha presentado ante Dios de las manos de María Santísima, quien con sus caricias maternales, a buen seguro le habrá ido dirigiendo hacia el Señor, con unas palabras de cariño y ternura, en su lengua materna, el portugués.

D. Pedro Pablo, no me cabe la menor duda, habrá exclamado: "¡Nossssaaaa!" como siempre decía, y con su angelical sonrisa habrá dejado escapar su habitual disposición: "¡Praesto Sum, Dominae meae!"

Con lágrimas en los ojos y con una gran tristeza, todos sus hijos espirituales y de vocación damos gracias a Dios por la vida de D. Pedro Pablo, y a la Virgen María por las gracias que le concedió en vida.

Gracias que jamás se guardó para él, sino que compartió con todos nosotros. Gracias que siempre pidió para todos sus hijos. Gracias que siempre regaló, incluso a quienes no conocía.

Nos hemos quedado huérfanos. Se nos ha ido un padre bueno. Un hombre fiel y santo. Un hombre entregado a Dios y al prójimo hasta el último suspiro de su vida. Un amigo. 

En sus últimos días, hacía suya la frase de nuestro Señor Jesús: "No he venido a ser servido sino a servir". Doy fe de que su vida ha sido un continuo servicio a Dios, a la Iglesia y al prójimo. 

Una excelsa entrega altruista y abnegada, sin buscar nunca nada para sí mismo. Una esclavitud de amor...del amor más grande: el que entrega la vida por sus amigos.

Y así se nos fue... como él mismo decía: "A Dios rogando y con el mazo dando".

El cielo gana un santo y nosotros, un preciado y valiosísimo intercesor.

Aún a pesar de nuestro inmenso dolor por esta gran pérdida, seguimos confiando plenamente en nuestro Señor y en la protección de nuestra Madre.

Descanse en paz esta bendita alma de Dios y este verdadero esclavo de María.

viernes, 31 de mayo de 2019

EL VERDADERO SERVICIO ES SACRIFICO, NO COMODIDAD

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"Me he aparecido a ti 
para hacerte ministro y testigo 
de lo que has visto de mí 
y de lo que te voy a mostrar." 
(Hechos 26,16).

Escuchar y seguir la llamada de Dios, al encontrarme cara a cara con Él, ha sido una de las cosas más maravillosas que me han ocurrido en mi vida. 

Después de mucho tiempo de caminar junto a mí, "colocando" en mi camino personas y situaciones, y de recibir muchas "llamadas perdidas", que siempre rechacé, un día descolgué el teléfono y...se me abrieron los ojos y los oídos. 

Fue en un retiro de Emaús cuando escuché, cuando vi, cuando supe... que Dios me llamaba para amarle, para servirle. Aquel fin de semana, tuve una experiencia de conversión "tumbativa", muy similar a la de San Pablo, cuando iba camino de Damasco, porque yo iba con muchas dudas, quejas y preguntas sobre el servicio a Dios.

Yo iba camino de Emaús, escuchando la conversación que el Señor mantenía con los dos discípulos (uno de ellos era yo) y, en cierto modo, se entremezclaba con la conversación que, en otro pasaje, Jesús mantenía con Pablo, camino de Damasco, relatada en el libro de los Hechos. 

Fue un autentico "shock" para mí. Ambas conversaciones estaban dirigidas a mí: me llamaba a servirle, a pesar de mis quejas, a pesar de mi desánimo, a pesar de mis pérdidas. 

Hoy quiero centrarme en la conversación que narra el libro de los Hechos, desarrollada en 6 puntos:

1. Encuentro personal: "me he aparecido a ti.."

El principio de todo es que Jesús se nos aparece. A veces, de repente y de forma evidente (como a Pablo en el camino de Damasco), y otras, más sutilmente (como a los dos de Emaús).

Sea de una forma u otra, cuando Jesús se nos aparece, comienza nuestra relación con él.

Por eso, para conocer el plan de Dios en mi vida fue necesario encontrarme, lo primero, con Jesús. 

Si no me hubiera puesto a caminar en la fe, nunca hubiera podido encontrarme con Él ni escucharle nunca. 

Si no le hubiera invitado a entrar en mi casa (en mi vida), nunca hubiera podido reconocerle. 

El plan de Dios pasa siempre por Jesucristo: encontrarnos con Él, escucharle y, finalmente, invitarle.

Para la reflexión:  ¿Me he encontrado con Jesús y le he respondido?

2. Propósito personal:  "... para hacerte ..."

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros con un propósito particular; ha puesto en nuestros corazones una necesidad interior, una misión y un propósito: amarle y servirle (y vicerversa). Nos ha dado un papel protagonista (a cada uno de nosotros) en su plan divino de salvación.  

Cuando Jesús se nos aparece, no sólo lo hace para salvarnos, sino para salvar al mundo a través de nosotros. Aquí es donde entra nuestro amor y nuestro servicio a Dios.

Resultado de imagen de encuentro con dios en la oracionQuizás algunos de nosotros hayamos visto en nuestro corazón una "llamada perdida" que todavía no hemos respondido. Y, posiblemente, en ausencia de información de primera mano, hacemos suposiciones sobre lo que nos quería decir o hacemos conjeturas sobre lo que deberíamos hacer. 

Pero es todo más sencillo: Descuelga y responde. Aparta un rato diario de tu agenda y ponte frente al Santísimo, o en "lo escondido", para orar y escuchar de Dios, y Él mismo te lo dirá. 

Escuchar su llamada es discernir qué y dónde me quiere Dios. Invitarle a nuestra vida es usar los dones, talentos y medios que nos proporciona, para su gloria. 

A mí me ocurrió exactamente esto (y me sigue ocurriendo). Y es que tenía muchas "llamadas perdidas" suyas, que no había atendido.

Para la reflexión: ¿Sé cuál es la función que Jesús me ha asignado?

3. Servicio personal: "...ministro..."

Un ministro (o servidor) es alguien que ejerce un ministerio, un servicio, una función. Jesús nos llama a ser sus ministros, sus servidores, sus instrumentos de amor. 

Desgraciadamente, no todos respondemos afirmativamente a Jesús, porque el servicio no es un privilegio sino un sacrificio. 

Para muchos, el servir a otros es una forma de éxito y reconocimiento. A veces, la Iglesia se convierte en un lugar de privilegio donde sólo hay "señores" que reciben, pero no hay "servidores" que den.

Sin embargo, el verdadero ejemplo de servicio, servicio como sacrificio, no como privilegio, es el mismo Jesús
Nos lo deja muy claro cuando:

- nos advierte contra los líderes políticos y religiosos, que utiliza a la gente para su propio beneficio, en lugar de servirles (Mateo 20, 25-28; Marcos 10, 42-45).

Resultado de imagen de servir a jesus- nos llama a tener una perspectiva cristiana clara sobre el servicio, cuando la noche antes de su muerte, se puso de rodillas y lavó los pies a todos sus discípulos (Juan 13, 14-15).

- nos exhorta a servir a Dios y a los demás “no por obligación, sino voluntariamente, de buena gana, como Dios lo quiere; no por vil ganancia, sino con generosidad, no como dictadores, sino como modelos para otros” (1 Pedro 5, 2–3).

Para un cristiano, el servicio no se define por la cantidad de cosas que hacemos, la cantidad de almas que ganamos, o la cantidad de veces que servimos, ni por las personas que tenemos a nuestro cargo... sino por el amor y los sacrificios personales que mostramos para atender las necesidades de los demás. 

Servir es sacrificio, es costoso y nada cómodo. Requiere oración, amor, obediencia y humildad para conocer y aceptar la voluntad de Dios. 

El servicio cristiano tiene que ver fundamentalmente con dar, no con recibir. Significa entregarse por completo, vaciarse de amor y mostrar alegría al procurar el bien de los demás. 

La esencia y el corazón del servicio es tomar la iniciativa que de otra manera, no tomaríamos, y asumir los sacrificios que de otra manera, no haríamos, para llevar a otros a Dios, que de otra manera no irían. 

Servir es abrazar las dificultades personales a corto plazo para obtener ganancias a largo plazo

Servir es encontrar nuestra alegría, no en la facilidad de atendernos o satisfacernos a nosotros mismos, sino en la incomodidad y el sacrificio en beneficio de los demás. Sin buscar recompensa. Sin buscar nada a cambio.

Si buscamos nuestra propia satisfacción o reconocimiento... si buscamos sólo "recibir"... algo estamos haciendo mal. Desde luego, no estaremos sirviendo a Dios...

El servicio cristiano, en el hogar, en la familia, en el trabajo, en la Iglesia y en otros lugares, no es para los que buscan honor y reconocimiento, sino para los que están dispuestos a arrodillarse e incomodarse por el bien y las necesidades de los demás. 

Dios nos llama al servicio, ¿aceptaremos o rechazaremos la llamada?

Para la reflexión: ¿Sirvo a Jesús?

4. Testimonio personal: "... y testigo ..."

Un testigo es alguien que da testimonio de lo que ha visto, de lo que ha experimentado, de lo que ha escuchado. 

Dios también nos llama a ser testigos suyos, a dar testimonio de su mensaje de amor, de nuestra experiencia de Jesús, de su plan para toda la humanidad.

Cuando testimonias tu amor por Jesús al mundo con hechos y palabras, tu fe crece y se fortalece. Y sientes gozo interior difícil de explicar. Es porque sirves realmente a Dios, porque amas realmente a Dios.

¿Asumo el papel de un testigo? ¿Busco el modo y el lugar de contar lo que Dios hace en mi vida?

Para la reflexión: ¿Doy testimonio de Jesús?

5. Observación personal: "... de lo que has visto de mí ..."


Sólo podemos testimoniar lo que hemos visto de Jesús. Si no le hemos visto, ¿qué vamos a compartir con otros? Si no le hemos escuchado, ¿qué vamos a contar de Él?

Resultado de imagen de encuentro con jesusEs posible que algunos, para no testimoniar a Jesús, se escondan detrás de la excusa de que "mi fe es de ámbito personal", cuando la realidad es que no han visto a Dios como para tener un impacto tal, que es imposible ponerle excusas; o bien, se limitan a interiorizar una fe superficial o de cumplimiento, heredada de sus padres y de su entorno. 

Yo también he pensado que la fe era algo íntimo que cada uno debía vivir para sí. 

Ahora sé que es porque no me había encontrado con Cristo cara a cara, porque para compartir a Jesús con otros, primero debemos verle. Debemos experimentarle. Debemos escucharle. Y después...ya no puedes callártelo.


Para la reflexión: ¿Comparto a Jesús con otros?

6. Crecimiento personal: "y de lo que te voy a mostrar"


Una vez que le has conocido y mantienes una relación personal con Cristo, tu testimonio de fe y servicio cambia, porque Jesús se revela progresivamente, a lo largo de tu vida y a través de las personas a quienes sirves y amas. Maduras y creces espiritualmente con Él.


Imagen relacionadaNuestro caminar con Jesús es un viaje diario y continuo. No se trata de una llamada que comienza y después, se cuelga.

Nuestro testimonio de su acción en nuestra vida debe ser continuamente actualizado a medida que nos moldea, regenera, purifica y perfecciona. A medida que continúa mostrándonos nuevos aspectos sobre su plan y su voluntad divina.

Él nos lo promete: enseñarnos más de sí mismo y así crecer, mientras caminamos con Él.

Para la reflexión: ¿crezco y experimento más de Jesús?

Todos somos llamados por Dios al servicio, a la misión. No hay excusas para no atender su llamada. Ser cristiano es reconocer a Jesús y compartir lo que nos ha dado, con un mundo necesitado y sediento de Dios.

¿Vamos a contestar a Jesús?



miércoles, 27 de marzo de 2019

VOLVER A EVANGELIZAR A "LOS NUESTROS"

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"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. 
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" 
(Mateo 28, 19-20)


A lo largo de su historia, la Iglesia se ha ocupado de cumplir el mandato de Jesús de ir, hacer discípulos, bautizar y enseñar la fe cristiana hasta los confines de la tierra. 

Sin embargo, en los últimos tiempos nos hemos "olvidado" (o nos hemos despreocupado) de hacer discípulos dentro de nuestras parroquias, llevados por la inercia de pensar que "todo estaba hecho", que "todos estaban evangelizados", "que "todos estaban convertidos". 

Poco a poco, la Iglesia Católica ha ido convirtiéndose (en el sentido equivocado del término) en una "Iglesia de llegada", que acogía a los cristianos de conversión o a los cristianos de nacimiento. Hemos hecho "cristianos" pero no discípulos, hemos nacido católicos pero no nos hemos convertido, y muchas personas que estábamos dentro de la Iglesia, nos hemos ido.

Ahora, tenemos que "volver a ser una Iglesia en salida", como dice el Papa Francisco, para recuperar su esencia evangelizadora, para volver a su origenNo para romper ni cambiar la Iglesia sino para redescubrirla, para reiniciarla

Así pues, nos encontramos de vuelta a 'la Iglesia primitiva' del siglo I, para que reiniciemos la misión que Cristo nos encomendó. Tenemos que "volver a evangelizar a los nuestros". Pero ¿cómo hacerlo? ¿a qué problemas nos enfrentamos? ¿cuáles son nuestras debilidades y fortalezas?
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Debilidades

1-Falta de discipulado
Nos hemos dejado la fe por el camino porque la hemos dado "por supuesta" y ahora no sabemos qué hacer. No sabemos cómo evangelizar. No sabemos como "convertir". No sabemos cómo hacer discípulos. Nos hemos olvidado de cómo hacerlo.

2- Falta de enfoque.
La evangelización comienza siempre con cercanía, empatía e interés genuino hacia las personas a las que nos dirigimos y esto se hace a través de la acogida, la escucha y la construcción de relaciones auténticas. 

3-Falta de comunidad real
Es triste admitirlo, pero en nuestras parroquias casi nadie nos conocemos, casi nadie nos saludamos, casi nadie nos interesamos por el que se sienta delante o detrás nuestro y casi nadie comparte su fe. 

Vamos a la iglesia, "consumimos" sacramentos y nos vamos a casa.

4-Falta de "herramientas".
Necesitamos herramientas para que todos podamos compartir la fe, es decir, evangelizar. 

Obviamente, la formación es una parte importante de equipar a las personas para el apostolado. 

Dios ya ha provisto a su Iglesia todo lo que necesita para hacerlo. Él ha dado dones y talentos para evangelizar a laicos, hombres y mujeres, y les ha dotado con celosos sacerdotes para que proclamen y enseñen la fe. 

5-Falta de motivación
Tendemos a pensar que la evangelización es sólo labor de unos pocos. Pero no es cierto. 

Los dones del Espíritu Santo son repartidos por Dios con un propósito: la edificación del cuerpo místico (Efesios 4, 11-16).  

Por lo tanto, es labor de todos descubrir y liberar los dones inherentes al apostolado en nuestras comunidades para formar, motivar y dirigir a todos en el servicio misionero y la evangelización. 

Fortalezas

1-Visión. 
Ante todo, tenemos que saber lo que debemos hacer y, a continuación, hacerlo. Se trata de fomentar el modelo de vida cristiana para motivar a todos los católicos y a los que no lo son: "enseñamos lo que sabemos, pero expresamos lo que somos".

Tenemos que cambiar la inercia y darnos cuenta que el problema no está fuera, sino dentro de la misma Iglesia. Reconstruir una Iglesia de "primer momento", de "primer anuncio" para que nuestras las parroquias vuelvan a ser verdaderas comunidades cristianas del siglo XXI. 

2- Mensaje que señale a la Fuente.
Toda la vida parroquial ha de estar enfocada en y hacia Jesús. Nuestras parroquias deben ser, ante todo, "cristocéntricas.

No se trata de enseñar o imponer una moral, una doctrina o una religión, sino de favorecer un encuentro íntimo y personal con Jesús. Porque sólo puede amarse lo que se conoce. Y conocer a Jesús nos lleva a amarle. 

Nuestro testimonio, nuestro mensaje no trata sobre nosotros ni de normas, sino de una persona: Dios. Se trata de mostrar que somos gente de Jesús, que camina junto a Jesús y que transforma su vida por medio de Jesús. Jesús es atractivo incluso para las personas que han sido heridas por los pecados de la Iglesia o que rechazan la religión. 

Cristo cierra todas las cicatrices que nadie más puede. Señalamos a las personas a Jesús y nos damos cuenta de que la Iglesia es una herramienta, pero no la fuente. Jesucristo es la fuente de "agua viva" que hace todo nuevo, incluso en esta sociedad post-cristiana.

3-Celebrar vidas transformadas
Cuando las personas tienen un encuentro real con Jesucristo vivo y resucitado, sus vidas cambian y eso crea y aumenta el interés hacia lo que Jesús ha hecho por cada uno de nosotros. 

Nuestra Iglesia debe ser un espacio donde está bien "no estar bien", donde está bien no ser "perfectos", donde acoger personas que combaten luchas reales, que tienen grandes heridas abiertas y testimonios demoledores, que buscan una esperanza real que solo pueden encontrar en Jesús. 

Se trata de testimoniar cómo Dios actúa en nuestras vidas y celebrarlo con una fiesta, la Eucaristía, como hace el Padre cuando regresa el hijo pródigo.

4-Comunidades celulares. Nuestras parroquias deben estar formadas por grupos celulares y estructuradas en pequeñas comunidades de fe.

Al igual que los primeros cristianos se reunían en las casas y eran comunidades vivas que compartían todo, hoy tenemos que volver al lugar donde la gente se conoce y reza junta, donde comparte y testimonia su fe.

Necesitamos crear espacios de intimidad donde nuestra fe crezca, se desarrolle y se multiplique.

5-Al servicio a los demás
Nuestros principios evangelizadores deben estar orientados al servicio a los demás. 

Se trata de encontrar a personas que sufren y brindarles nuestra ayuda; personas desesperadas y darles el regalo de la esperanza; hombres y mujeres, adolescentes y niños para presentarles al Salvador, para que luego, ellos también puedan encontrar personas y hacer discípulos.

6-Crear un ambiente de autenticidad. 
La Iglesia debe ser también un espacio comunitario donde tomar conciencia de que todos corremos el riesgo de tropezar y caer una y otra vez en nuestro caminar hacia Dios. 

Una Iglesia donde todos somos pecadores y donde todos tenemos heridas. Una Iglesia donde Dios nos quiere a su lado para perdonarnos y sanarnos. 

Se trata de ser auténticos en un mundo de máscaras y estereotipos.

7- Una misión de todos y para todos
Buscar el Reino es tarea de todos. Dios nos llama a todos a contribuir en la instauración del Reino, no sólo a unos pocos. 

Necesitamos una "Iglesia de adultos", corresponsales en la misión, donde hace falta que todo el mundo reme y elimine las excusas para no evangelizar a amigos, familiares y vecinos. 

El apostolado parece haberse convertido en algo impersonal, etéreo. Algo que no va con todos. Algunos católicos no saben con qué ojos mirar a las personas que no creen.  No saben cómo ayudarles ni cómo escucharles. 

Hemos creado católicos "socialmente torpes" que viven una fe sin relación con los demás, sin preocupación por los demás, sin atención a los demás.

8- Nuevos métodos y lenguajes
Muchos de los problemas de la nueva evangelización vienen motivados porque "hablamos idiomas distintos" de los que habla la gente alejada de Dios, porque utilizamos métodos y catequesis que "no funcionan". 

Por tanto, es preciso ser audaces, valientes y creativos para replantear objetivos, estructuras, estilos y métodos para reconfigurar hacia donde ir y cómo hacerlo. 

Necesitamos cambiar el estilo, cambiar lo accesorio sin cambiar lo esencial. No se trata de cambiar las cosas, sino la manera de comunicarlas. 

Nuestra tarea es demostrar que nosotros somos tan "normales" como ellos. No somos "mejores" que ellos. Somos iguales pero con una diferencia: conocemos a Dios y queremos mostrarles cuánto nos ama.

9-Transformar el mundo
Evangelizar es algo más que una palabra "extraña". La Buena Nueva del Evangelio es un cometido que reúne recursos espirituales, humanos y materiales para cubrir necesidades y que trasciende la salvación y la santidad individuales. 

Incluye ambas, sin duda, pero también implica la transformación de comunidades fragmentadas, de sociedades perdidas y ciegas, de instituciones injustas, de sistemas opresivos y de medio-ambientes destruidos. 

El Evangelio es una buena noticia para toda la creación, para todo el mundo.

10-La única esperanza
El mundo, que camina en oscuridad, no puede darnos ninguna  luz de verdadera esperanza para una vida plena y eterna. 

Las personas anhelan una trascendencia que colme sus necesidades más profundas y que el mundo no puede ofrecer, aunque lo intente con espiritualidades que sólo conducen hacia un túnel existencial que genera personas solitarias, rotas y vacías. 

Sólo Dios puede cubrir ese espacio en lo más hondo del corazón humano y para ello, nos da más tiempo y una segunda oportunidad.  

En definitiva, sólo hacen falta tres cosas: rezar con esperanza, creer en el poder del Espíritu Santo y poner nuestra confianza plena en Dios.
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