¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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martes, 11 de septiembre de 2018

SALIR DE UNA PARROQUIA

"Hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, 
os ruego que os pongáis de acuerdo y que no haya divisiones entre vosotros, 
sino que conservéis la armonía en el pensar y en el sentir." 
(1 Cor 1, 10)

Desde que Dios me llamó a su Iglesia, he estado yendo de parroquia en parroquia por propia voluntad, aunque por distintas razones que no vienen al caso. Una cosa es cierta: no es bueno tanto cambio porque nunca llegas a ser parte de una comunidad. 

Sin embargo, hay momentos y circunstancias en los que los cristianos debemos salir de una parroquia, aunque siempre debemos hacerlo de una manera correcta.

Cuando las personas se van de una parroquia, siempre queda un pequeño gran vacío. Muchas veces, no se dan explicaciones del por qué, para no hacer más grande la herida. Simplemente, se van. Y se van, no porque abandonen a Dios, sino porque sienten que Dios les "conduce hacia un lugar". 

No obstante, siempre es necesario examinar profundamente los motivos. 

Las decisiones importantes (y dejar una parroquia lo es) deben realizarse únicamente después de una oración en la que exponemos a Dios nuestros motivos, nuestro servicio y nuestras relaciones; en la que le pedimos que nos de un corazón humilde (Pro 4, 23), que nos ayude a discernir sabiamente (Stg 1, 5), y que todo sea para cumplir Su voluntad (Col 1, 9).

Debemos rezarlo en voz baja. Quiero decir, no hablar con otros sobre los motivos y sentimientos, no chismorrear, no murmurar, no criticar. Sólo rezar.

Las principales razones por las que un católico deja una parroquia pueden ser:

Porque se pierde la visión

La visión sobrenatural es algo muy importante en una parroquia. La visión engendra impulso y pasión. 

Cu
ando un sacerdote lidera con visión, cuando guía con un "por qué", cuando anima con un "para qué", los feligreses pasan de considerarse inquilinos a ser propietarios, pasan de ser simples espectadores a convertirse en actores. 

Cuando las personas sienten pasión por algo, no sólo quieren, no sólo desean hacerlo... tienen que hacerlo. Algo sobrenatural les impulsa: el Espíritu Santo mueve los corazones del pueblo de Dios para servir a Nuestro Señor y a los hombres.
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Cuando se pierde la visión, se impide que las personas desaten su pasión apostólica y se obstaculiza su compromiso de servicio para convertirse en "títeres" que sólo obedecen sin más. 

Cuando los sacerdotes no conjugan pasión y propósito, "expulsan" a los más comprometidos de la parroquia. Controlan en lugar de confiar, manipulan en lugar de delegar.

Los cristianos comprometidos quieren ser respaldados, necesitan que sus sacerdotes confíen en ellos. No se quedarán si sienten que son controlados y manipulados. 

La visión requiere compartir no sólo la responsabilidad del servicio sino también la autoridad delegada.

Porque no se busca la gloria de Dios

Cuando surge un cierto éxito en una parroquia, desgraciadamente, algunos tratan de apropiárselo. Entonces, aparecen los egos y los orgullos, y la parroquia se convierte en un campo de batalla constante por alcanzar los primeros puestos. Jesús recrimina esta forma de actuar en Lc 14, 7-11.

Dios humilla a quienes se ensalzan y ensalza a quienes se humillan. La gloria sólo le corresponde a Dios y el éxito es suyo. Nosotros somos sólo instrumentos de Su amor que permite que colaboremos con Él, aunque no nos necesita. Nosotros somos sólo lápices en sus manos que dibujan según Su voluntad. Nosotros somos sólo guantes que se ajustan a sus bondadosas manos. 

Por causa del pecado original, el ser humano busca casi siempre gloria, éxito y poder. También en la Iglesia. Por eso, cuando un sacerdote equivoca su servicio a Dios y hace las cosas para su propio interés y su gloria, muchos abandonan la parroquia.


Cuando los católicos escuchan que un sacerdote sólo habla de sí mismo y no de Dios, cuando constatan que las homilías son proclamas del "yo" y arengas del "auto-bombo", cuando no sienten que existe el debido respeto a Dios en las misas, se van.

Un cristiano verdadero sigue a Cristo, no a un hombre. Es fiel a la doctrina de la Iglesia, no a las ideas humanas. Si ve que en su parroquia no se sigue a Cristo ni su doctrina, se va.

Porque se limita el papel de los laicos

Las personas creativas siempre quieren mejorar las cosas. Los cristianos comprometidos quieren agregar valor a sus parroquias. Cuestionan y ofrecen retos. Buscan oportunidades para participar y hacer mejor su trabajo. No lo hacen por buscar un "sitio preeminente" ni por ser galardonados dentro de la comunidad parroquial. Lo hacen por amor a Dios y a su Iglesia.

Un líder (y un sacerdote lo es, como pastor del rebaño) es responsable de desafiar a sus recursos humanos para que se comprometan, de motivar a sus equipos pastorales para que sean capaces de dar lo mejor de sí mismos y utilicen sus habilidades, talentos y recursos para el bien de la parroquia. En definitiva para cumplir con lo que Dios nos pide.
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Si se cercena su compromiso, si se acalla su voz o no se escucha, se decepcionarán. Si sienten que en la parroquia sólo habla el cura y que no les escucha, se desencantarán. Si ven que el sacerdote predica sólo con la palabra pero no con el ejemplo, se van.

Si no se les permite desarrollar su labor, si se limita su papel como miembros de pleno derecho del pueblo de Dios, buscarán un lugar donde puedan realizar su vocación, donde puedan asumir el papel que Dios les ha dado en su camino de fe, un lugar donde puedan mejorar y crecer en el amor, la fe y la esperanza.

Porque se piensa más en los resultados que en las personas

Para Nuestro Señor, las personas son el valor más importante que existe en una parroquia. Dios quiere un crecimiento cualitativo y no tanto cuantitativo: almas más que los números, "piedras vivas" más que edificios, servicio más que métodos, compromisos más que actividades. 

Cuando las personas sienten que hay más preocupación por los resultados y por los números, por el activismo y los afanes materiales que por la propia comunidad, abandonan su parroquia.

Un buen sacerdote debe "invertir" en personas. Cristo invirtió en personas, no en números. Eligió a unos pocos, los formó, los motivó y los lanzó al mundo. 
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Si el sacerdote pone la confianza, la formación y la motivación en las personas, no tendrá que preocuparse por el resultado... Dios ya se encarga de eso. 

Cuando los sacerdotes "utilizan" a las personas para sus fines (aunque sean lícitos), destruyen la caridad, rompen la confianza y cercenan la dignidad del resto de los hijos de Dios.

Porque se da responsabilidad, pero no delegación

Si las personas comprometidas tienen un cierto nivel de responsabilidad pero los sacerdotes no delegan en ellos la autoridad necesaria, cualquier tarea se hará "cuesta arriba", cualquier servicio se desvanecerá y no se producirán frutos

Las personas aceptarán con gusto servir a Dios en su parroquia cuando sientan que están
respaldados por sus sacerdotes, cuando éstos les faculten para liderar, cuando confíen y deleguen en ellas. Y aunque se equivoquen, también tienen derecho a hacerlo. Nadie que asume una responsabilidad está exento del error.

Liderar no es algo negativo, como muchos piensan: 
es dar ejemplo, no ser "jefe"; es ir a la cabeza, no a la cola; es tomar decisiones, no seguir las de otros; es obediencia al superior, por supuesto, pero también es libertad en el servicio.
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Si los sacerdotes no dan responsabilidad con autoridad delegada, un día mirarán a su alrededor y se preguntarán qué pasó con sus personas más comprometidas. Porque no estarán. Se cuestionarán por qué están trabajando con pasión y tratando de cambiar el mundo en otra parroquia.

Lo desgraciadamente triste y nada caritativo es que, a veces, las personas c
omprometidas son blanco de toda clase de críticas, chismes y murmuraciones, pero el propio Jesús dice: "Si no os reciben ni os escuchan, al salir de la casa o del pueblo sacudid el polvo de vuestros pies." (Mt 10, 14).

Porque se abandona la doctrina

Si en una parroquia no se enseña la doctrina católica, tienes que irte. ¡Pero ya!. Cualquiera que enseñe cualquier otra doctrina, por muy misericordiosa que parezca, es maldito: "Estoy sorprendido de que tan rápidamente os hayáis apartado de aquel que os llamó por la gracia de Cristo y os hayáis pasado a otro evangelio. Eso no es otro evangelio; lo que pasa es que algunos siembran entre vosotros la confusión y quieren deformar el evangelio de Cristo. Pero si yo mismo o incluso un ángel del cielo os anuncia un evangelio distinto del que yo os anuncié, sea maldito. Os repito lo que ya os dije antes. Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, sea maldito." (Gal 1, 6-9). 

Y cualquier parroquia que abraza una falsa doctrina o una ideología que niega lo que Dios nos dice tanto en la Sagrada Escritura como en la Tradición de la Iglesia, no es católica. Como bautizados tenemos una gran responsabilidad cuando se trata de la fe: No callar la Verdad y defenderla.
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Pueden llamarnos radicales, extremistas o inflexibles pero lo cierto es que Jesús era absolutamente tajante con el pecado, no con las personas. 

Ser radical no es algo peyorativo, es sencillamente, agarrarse a la "Raíz": "Yo soy la vid verdadera y mi Padre el viñador. Él corta todos los sarmientos que no dan fruto en mí, y limpia los que dan fruto para que den más. Vosotros estáis ya limpios por la palabra que os he dicho. Seguid unidos a mí, que yo lo seguiré estando con vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos a mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no está unido a mí se lo echa fuera, como a los sarmientos, que se los amontona, se secan y se los prende fuego para que se quemen. Si estáis unidos a mí y mis enseñanzas permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y se os concederá. Mi Padre es glorificado si dais mucho fruto y sois mis discípulos." (Jn 15, 1-8).

Por eso, antes de abandonar una parroquia, además de la oración antes mencionada, debemos examinar interiormente nuestros motivos, revisar nuestros compromisos adquiridos en la parroquia, asegurarnos de que no dejamos conflictos interpersonales no resueltos, de que no dejamos a personas heridas o dañadas, y de que perdonamos las ofensas que nos hayan hecho personalmente. 


Lo que no podemos perdonar, porque no nos corresponde a nosotros juzgarlos, son los agravios cometidos a Dios.

Si es posible, debemos solicitar una reunión con los sacerdotes antes de salir de una parroquia. Si no es posible, escribirles una carta. Si no escuchan ni responden, todo está dicho. 

Abandonar una parroquia no es ni fácil ni agradable pero a veces, no queda otro remedio...


sábado, 25 de marzo de 2017

¿ES AMPLIA TU VISIÓN?


A lo largo de los años, he aprendido que -a diferencia de la opinión popular- cuanto más amplia es la visión, más fácil es alcanzarla y, en última instancia, el tamaño de tu visión debe estar determinado por el tamaño de Dios.

La cuestión no es quién te crees que eres, sino quién crees que es Dios. En tu sueño, no te preguntes: "¿Qué puedo hacer por mi comunidad?", sino: "¿Qué puede hacer Dios por mi comunidad?"

¿A cuántas personas podríamos alcanzar?

Para determinar el tamaño de nuestra visión, necesitamos tener en cuenta tres factores. El primer factor es la población final de nuestro área de servicio. Es decir, nuestro público objetivo; a cuántas personas podemos alcanzar.

Busquemos un plano del barrio, dibujemos un círculo que incluya aproximadamente 15 minutos de distancia en automóvil de nuestra parroquia y descubramos cuántas personas hay en ese área.

Tratemos de llegar a todos ellos. Aunque sabemos que no podremos llegar a todos, asumamos la responsabilidad de tratar de llegar a todos. 

¿De cuánto tiempo disponemos?

La mayoría de nosotros sobrestimamos lo que podemos hacer en un año y subestimamos lo que podemos hacer en 5 años o 10 años. El problema es que establecemos nuestros objetivos demasiado bajos y tratamos de lograrlos demasiado pronto.

Debemos establecer grandes metas, metas enormes, aunque lleve tiempo alcanzarlas. No esperemos un milagro de la noche a la mañana. Empecemos a construir por los cimientos. No estamos interesados ​​en el desarrollo de una seta, sino ​​en el de un roble. Una seta tarda 12 horas en crecer; un roble tarda 60 años. Pero un roble dura mucho más.

Para alcanzar grandes metas, tenemos que planificar el servicio en nuestra parroquia a largo plazo. Hay muchas que son flor de un día, crecen rápido pero no construyen cimientos. No echan raíces. Todo lo que sube rápido, baja rápido.

Debemos planificar el tiempo. La perseverancia es la clave para alcanzar una gran meta. O lo que es lo mismo, el tamaño de nuestra meta estará determinado por la cantidad de vida que planeemos utilizar en alcanzarla.

¿Con qué dones contamos?

El tercer factor para determinar el tamaño de tu visión es una evaluación franca de los dones que Dios nos ha dado. La Biblia enseña claramente que hay personas con un talento, cinco talentos y diez talentos.

Algunos sacerdotes nunca tendrán más de 150 personas en su parroquia, porque se empeñan en hacerlo todo ellos mismos. Realizan todas las actividades, incluso las que no están a su alcance o para las que no están preparados. 

Como buenos pastores, quieren conocer a todas sus ovejas por su nombre y anhelan en exceso el contacto personal.

No hay nada malo en tener el corazón de un pastor. Dios ama a la gente con corazón de pastor y con olor a oveja. Por eso llamó a tantos sacerdotes a su Iglesia. Pero si pretendemos que nuestra parroquia crezca, debemos estar dispuestos a formar a otros líderes. Es uno de los peajes del crecimiento.

Si tenemos una visión amplia y una meta ambiciosa para hacer crecer a nuestra parroquia y que llegue a gente de todo el espectro, tendremos que cambiar la forma en la que pensamos. 

Ésa es la razón por la que tenemos hacer una evaluación honesta de nuestros dones, de con qué y quiénes contamos. Y una de las claves de esta evaluación es fijarnos en qué gastamos el dinero de la parroquia. Ello nos dirá cómo es nuestra visión de amplia y si "evangelizamos" o "mantenemos"

En resumen, para establecer la visión y la misión de una comunidad parroquial, lo primero que necesitamos es saber nuestro "target" (a quién nos dirigimos), lo segundo es el "timming" (cuánto tiempo nos marcamos) y lo tercero, los "resources" (con qué recursos materiales y humanos contamos).


miércoles, 31 de agosto de 2016

UN CHEQUEO A LA PARROQUIA




Actualmente en algunas de nuestras parroquias se realizan a diario muchos servicios y actividades. Y por desgracia, se llevan a cabo sin orden ni concierto. 



No podemos simplemente decir: "Vamos a hacer esto o aquello!", "Vamos a dar lo mejor de nosotros!". 

No. Debemos discernir acerca de los principios en los que se asienta nuestro servicio y administrar correctamente los dones y talentos que nos han sido dados. 

Para que esto suceda, tenemos que hacer lo que siempre decimos y pocas veces hacemos: planificar estratégicamente los servicios de la parroquia.

Para comprobar si estamos siendo efectivos en nuestra labor parroquial, hagamos un chequeo de nuestra parroquia, evaluemos los distintos servicios que en ella se realizan

Y para ello, qué mejor que una batería de preguntas:

¿Por qué estamos aquí? 

Cada servicio de nuestra parroquia debe estar claramente definido. Todos debemos tener una idea clara de lo que trata la misión, es decir, de cada uno de los 5 propósitos de la Iglesia (Adoración/Culto, Comunidad, Servicio/Caridad, Discipulado, Evangelización). Eso significa que debemos plantearnos dos cuestiones: ¿Cuál es el propósito de cada servicio y cuál no?

¿Para qué "hacemos lo que hacemos"?

Atraemos miembros a nuestra comunidad, les enseñamos a adorar a Dios, les discipulamos para alcanzar una madurez en Cristo,
les movilizamos para el servicio y les enviamos en misión al mundo. 

Nosotros plantamos y sembramos. Dios cosecha.

Y si hay algo que no encaja dentro de nuestras actividades o servicios, o de nuestra declaración de la misión (visión), no lo hacemos.

¿Qué propósito de la iglesia no cumple cada servicio?

Cada servicio de nuestra parroquia debe estar vinculado con al menos uno de los cinco propósitos de la iglesia:
  • Adoración/Culto: ¿Está diseñado para alabar a Cristo ?
  • Comunidad: ¿Está diseñado para profundizar en las relaciones dentro de la iglesia?
  • Servicio/Caridad: ¿Está diseñado para atender las necesidades de las personas?
  • Discipulado: ¿Está diseñado para llevar a la gente a la madurez cristiana? 
  • Evangelización: ¿Está diseñado para llegar a las personas ? 
Es necesario asegurarnos de que cada uno de nuestros servicios realiza una de estas cinco cosas. Si no lo hace, debemos replantear nuestra actividad, nuestro servicio y nuestros métodos.

¿A quiénes tratamos de llegar?

Tenemos que averiguar a quiénes estamos tratando de llegar con nuestro servicio. Los servicios que van dirigidos:
  • A la Comunidad territorial y vecinal entera, deben centrarse en la evangelización (métodos y programas).
  • A la Multitud, deben centrarse en el culto y adoración (las personas que se acercan a la parroquia los fines de semana).
  • A la Congregación, deben centrarse en las necesidades de la comunidad (actividades internas/externas de la parroquia).
  • A los Comprometidos, deben centrarse en el discipulado (crecimiento y madurez espiritual).
  • Al Núcleo, deben centrarse en el servicio y caridad (involucrar a las personas en el servicio de la parroquia).
Cada uno de nosotros debemos estar repartidos en cada uno de los propósitos de la Iglesia y necesitamos saber a quienes pretendemos alcanzar con nuestro servicio y funciones. La Comunidad tiene diferentes necesidades que los comprometidos, la Congregación tiene diferentes necesidades que el Núcleo, etc.

Sabiendo a quienes estamos sirviendo, sabremos cómo realizar nuestras funciones y tareas.

¿Tenemos visión de futuro?


¿Dónde desearíamos que nuestro servicio esté dentro de 6 meses? 


Esta es la etapa donde los líderes/coordinadores de cada servicio en la parroquia ponen su sueño, su visión. 

Si éstos no son capaces de visualizar el futuro, quizás es que no están preparados para dirigirlo. 

Examinemos con cuántos contamos para el servicio (rasgo cuantitativo) y si están capacitados para él (rasgo cualitativo).

Exhortemos a los líderes/coordinadores para que se encomienden a Dios y oren por el futuro del servicio.

¿Funcionan correctamente nuestros servicios ?

El cuerpo humano está compuesto de once sistemas
: circulatorio, digestivo, endocrino, inmunológico, linfático, muscular, nervioso, óseo, reproductor, respiratorio, excretor.

Cada uno tiene una función específica y todos deben funcionar correctamente. Si alguno deja de funcionar, el cuerpo sufre, experimenta dolor, enferma e incluso puede morir. 

La Iglesia (el cuerpo de Cristo) tiene sus propios sistemas también. Y para que esté sana, sus sistemas tienen que trabajar correctamente, cumplir con cada cometido asignado. Si no lo hacen...seguro que enferma.

¿Cómo hacer que funcionen correctamente? 

Para eso, debemos trabajar juntos en equipo, sacerdotes y laicos. Los sacerdotes deben formar líderes/coordinadores y delegar, dejarles actuar en base a los dones que nos concede Dios e incluso dejar que se equivoquen.

Es preciso de cada uno discierna, medite y ore sobre cómo hacer sus tareas con eficacia. No por nuestro propio mérito sino con la ayuda de nuestro Padre.

¿A quién más podemos comprometer con el servicio?

Todos los implicados en los servicios y actividades de la parroquia debemos estar constantemente en guardia para discernir quién puede unirse a nosotros en el servicio. 

Empecemos a orar, por lo menos, por una persona que podría unirse a cada equipo, a cada servicio, a cada actividad. Si un líder no forma continuamente líderes, no está haciendo bien su trabajo..

Jesús nos dijo: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Oremos por los futuros servidores. 

¿De qué manera servimos?

Nuestro servicio debe tener como objetivo a la gente, no sólo de nuestra parroquia, sino a los que esporádicamente se acercan a ella.

¿Estamos atendiendo las necesidades físicas, emocionales, mentales o espirituales, o la combinación de ellas? Todas estas necesidades son reales. 

Una parte de la comprensión de la identidad de nuestro servicio es saber cómo estamos atendiendo cada una de ellas

Busquemos medios para dar más valor a los servicios que realizamos. Encontremos los métodos para que cada uno de ellos atiendan mejor las necesidades físicas, emocionales, mentales o espirituales de las personas.





domingo, 28 de agosto de 2016

SOLUCIONES PARA UNA PARROQUIA EN DECLIVE





No existen soluciones mágicas para revertir la situación de una iglesia en declive. Cada parroquia tiene características únicas porque tiene diferentes personas. Hay diferentes razones que causan deterioro. 

Podría ser cualquier cosa, desde la falta de liderazgo, pasando por ser demasiado relativistas o simplemente por la composición demográfica del vecindario. Es complicado pretender copiar lo que otros hacen en otras parroquias, porque las causas son muy diversas.

Sería ser muy arrogante e incluso perjudicial pretender tener todas las respuestas para todas las parroquias. Aquí, sólo se exponen algunas sugerencias:

Confiar

Lo primero de todo es abandonarnos a la voluntad de Dios. Él tiene el control y nosotros, bajo su dirección, podemos actuar porque Dios nos ha dado dones y talentos para que seamos creativos y así, darle gloria.

Evaluar

¿Qué hacemos mal? ¿Cuál es la causa? ¿Viene gente nueva a la parroquia? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Es un problema de gente o de pastoral? o simplemente, ¿nuestra parroquia crece? O mejor dicho, ¿está sana? 

Si nada ha cambiado en los programas que ofrece la parroquia en los últimos años, ya tenemos la respuesta. Pero, mejor hagamos preguntas. A los de dentro y a los de afueraEs absolutamente necesario. 

No se puede hacer frente a los problemas si no los conocemos. Pidamos una perspectiva externa. Evaluemos nuestra parroquia, incluso si tememos las respuestas.

Asumir

Los problemas son reales. No pretendamos creer que no lo son. La causa o culpa no es importante. Dejemos de negarlos. Demasiadas iglesias evitan los problemas, ya que son difíciles o impopulares de solucionar. 

Alinear

¿Dónde puede la iglesia encontrar la unidad? ¿Qué vamos a hacer para emocionar a todos? Esto es, la visión: encontrar y centrar la atención en Jesucristo.  Él es el vínculo que nos une.

Dios no bendecirá una parroquia en desunión. Todas tienen problemas, causas o métodos en los que cada uno puede involucrarse y apoyar. Trabajando juntos se fomenta el entusiasmo, el servicio y la unidad.

Abordar 

Plantemos cara a las principales cuestiones obvias, a los problemas reales aunque sea duro, difícil o duela. 

Si la iglesia ha olvidado su identidad, su DNI, su esencia; si se aferra a la rigurosidad en la norma, a la complejidad en las homilías y del lenguaje elevado; si ha caído en la tentación del activismo,  del relativismo, del "todo vale por los números" si los problemas involucran a personas, si se trata de complacer a la gente, en lugar de corregir...debemos hacerles frente ya mismo aunque sea delicado.

Planificar

En algún momento, independientemente de los problemas que existan, hay que llegar a una estrategia sobre qué hacer. Tiene que ser por escrito. Se necesita una hoja de ruta de hacia dónde ir en los próximos años. Se necesita un plan

Podemos comenzar con una visión global y aportar ideas de cómo llevarla a cabo. Poner algunas metas mensurables que nos indiquen cómo progresamos, cosas que vamos a hacer la próxima semana, el mes próximo o durante el año. 

El control se establece a través de una estrategia orientada a la acción, que construirá el compromiso a medida que las personas tengan algo en lo que ilusionarse, en lo que aportar.

Reiniciar

Poner nuestras energías y recursos donde más importa. Esto a menudo implica resetear los fundamentos de lo que se necesita para alcanzar nuestra visión. 

Si nuestra parroquia alberga un corazón misionero, por ejemplo, amplificar nuestros esfuerzos en la misión. Si el discipulado es la base de la comunidad parroquial, impulsarlo. Si es una parroquia joven, hacer de las homilías un momento inspirador para ellos, etc.

O puede significar dejar de hacer las cosas que no están funcionando. Debemos dosificar las energías y los recursos. Analicemos lo que está funcionando y volquemos muchas de nuestras energías energía sobre ese servicio fructífero. Es necesario obtener victorias rápidas para sentir, de nuevo, una sensación de crecimiento.

Celebrar

Dios, con su gracia, producirá frutos y crecimiento. Puede que no sean inmediatos, pero cuando ocurran, celebrémoslo. A lo grande. 

Mostremos a la gente que Dios actúa y se mueve entre vosotros. 

Ahora bien, no se puede celebrar todo. Si todo es maravilloso o increíble, entonces lo maravilloso y sorprendente se vuelve rutinario. 

Debemos celebrar frutos legítimos, no avances mediocres. Recordemos: Dios es perfecto y busca la excelencia.

Esos son algunas sugerencias. Pero existen muchas otras. Ahí es donde se necesita la colaboración de todos para ser y reconstruir la Iglesia. 

Estemos dispuestos a pedir ayuda y levantemos la bandera blanca, no como una derrota sino como intención de dialogar honestamente. 

"La mies es mucha y pocos los obreros". Todos somos necesarios! Estamos perdiendo demasiadas cosechas por no sembrar y por no regenerar el terreno correctamente. El trabajo es duro. La recompensa, grande. Oremos continuamente, sin cesar y, confiemos en que nuestro trabajo no será en vano.

martes, 12 de julio de 2016

DESARROLLANDO UNA CULTURA DE LÍDERAZGO


Hoy día, ante la escasez de vocaciones religiosas y la irrupción de los laicos en las tareas pastorales y evangelizadoras de una parroquia, la búsqueda constante de nuevos líderes para el desarrollo y crecimiento naturales de cualquier iglesia u organización es un hecho primordial. 

El crecimiento del Reino de Dios depende en gran medida del número de líderes que el sacerdote o párroco reclute. 

Pero no se pueden reclutar líderes, al menos no de manera efectiva, sin desarrollar una cultura de reproducción natural de líderes. Una cultura de liderazgo siempre reproduce líderes.

Para desarrollar esta cultura en nuestra parroquia debemos:

Tener una visión multiplicadora

Es difícil (diría que imposible) convencer de algo a alguien, si uno mismo no cree en ello. Por tanto, debemos creer firmemente que, para tener líderes que multipliquen, nuestra visión multiplicadora debe ser una prioridad absoluta.

Tener un carácter multiplicador

Un líder debe imprimir un carácter multiplicador a su grupo de líderes mediante  el apoyo, la delegación y la motivación constantes, para que éstos a su vez consigan el efecto rebote en otros. 

Dotar a la parroquia de una identidad propia multiplicadora marcará las diferencias entre una comunidad sana o una enferma, entre una iglesia en crecimiento o en estancamiento.

Tener una actitud multiplicadora

Cada líder laico de la parroquia debe estar dispuesto a ser relevado por otros líderes. 

La multiplicación y el relevo deben ser una parte importante de la estrategia general. Por ello, debe existir un proceso efectivo de reclutamiento y relevo continuo de líderes antes de que realmente se necesiten.

Invertir en formación y crecimiento personal

No se puede tener nuevos líderes, sí antes el sacerdote no ha formado a los primeros líderes o éstos han desaparecido.

La formación de líderes es otra prioridad del párroco.

Los líderes no deben tener miedo a ser relevados y ni recelar que nuevos líderes puedan dirigir mejor que ellos. 

Cuando los líderes permiten a las personas brillar bajo su dirección, su capacidad de liderazgo aumenta y se desarrolla un crecimiento personal impresionante.

Compartir responsabilidades 

La forma más fácil de aprender algo es haciéndolo, y dejando hacer. Cuánto más libertad de maniobra se dé a las personas, más motivadas estarán a comprometerse y participar. Debemos concederles incluso, el derecho a equivocarse.

Identificar el potencial

Es importante, en una cultura de liderazgo estar siempre en búsqueda de personas que algún día puedan ser grandes líderes. Un buen líder busca lo bueno en las personas. ¿Qué tienen, que atraen a la gente?

Crear un entorno propicio 

Los líderes no desarrollan bien bajo una dictadura. Si la gente se siente controlada continuamente o tiene miedo a una respuesta o a equivocarse, es menos propensa a actuar y a dar una respuesta. 

Los verdaderos líderes desaparecerán rápidamente en un entorno excesivamente controlador o de supervisión continua.

Reclutar sin esperar

El método "inscribirse" rara vez funciona bien. Un líder de calidad casi siempre es reclutado personalmente por el sacerdote. Jesús reclutó a sus discípulos, con sus caracteres y peculiaridades, aún a riesgo de ser entregado por ellos. La selección en la parroquia debe hacerse de igual forma: “Ven y sígueme”.

Transformar vidas

Algunas personas experimentan una mayor transformación en sus vidas cuando lideran a otros o cuando tienen algún tipo de responsabilidad en la parroquia. Nutrir líderes potenciales, haciéndoles partícipes en el desarrollo de su madurez espiritual, hará que alcancen ésta, dirigiendo a otros.