¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 17 de marzo de 2021

ROMPAMOS MOLDES Y SAQUEMOS BRILLO

"No recordéis lo de antaño, 
no penséis en lo antiguo; 
mirad que realizo algo nuevo; 
ya está brotando, ¿no lo notáis? " 
(Isaías 43,18)

Desde que Jesús ascendió al cielo y nos dejó al Espíritu Santo, el Paráclito lleva 2.000 años soplando en la Iglesia (y seguirá haciéndolo) para llevar a cabo su cometido: la evangelización del mundo. 

Sin embargo y desgraciadamente, Occidente se ha descristianizado y la Iglesia ha olvidado el "amor primero". Prueba de ello es que ha provocado que las parroquias hayan ido perdiendo a muchos de sus fieles en un goteo lento pero constante, a la par que no se ha producido reacción o respuesta alguna. 

Se han convertido en parroquias de "servicios" donde los que acuden son meros espectadores que "consumen" sacramentos", "cumplen normas" o "siguen ritos", pero no se vive la fe ni se evangeliza. Es una sensación parecida a quien va al cine: ve la película pero no tiene contacto alguno con el "espectador de al lado".

Por tanto, es desde las (nuevas) parroquias, donde la nueva evangelización cobra un nuevo impulso: saliendo de sí mismas, de su letargo, y renovándose. Es un hecho que muchas de las estructuras y métodos han quedado obsoletos, que la Buena Nueva ha quedado en el ostracismo porque nadie la anuncia, que nadie acoge a nadie ni comparte nada con nadie, y que la mayoría de los templos se han convertido en espacios vacíos de personas y de contenido, cuando no cerrados.

Si de verdad amamos a la Iglesia deberíamos plantearnos algunas preguntas: ¿Mi fe contagia a quienes se han alejado? ¿Mi actitud cautiva y "gana" a otros? ¿Mi parroquia resulta atractiva? ¿Qué hago yo para hacerla atractiva y vibrante? ¿Por qué hay parroquias que crecen cuantitativa y cualitativamente, que atraen y motivan a propios y ajenos, y otras que no? ¿Cuál son los factores diferenciadores?

Rompiendo moldes
Sin duda, para que una parroquia sea atractiva y fascinante son dos los aspectos que sobresalen por encima del resto (aparte, por supuesto, de la presencia y acción del Espíritu Santo) y que Jesús nos enseñó: liderazgo y discipulado. Cristo lideró e hizo discípulos, rompiendo los moldes de la época y enfrentándose a los fariseos "cumplidores".
"Y dijo el que está sentado en el trono: Mira, hago nuevas todas las cosas" (Apocalipsis 21,5). No se trata de cambiar el mensaje sino de animar la capacidad de dirigir del líder (párroco), transformar a los mensajeros (discípulos) y replantear las formas y los medios de distribuirlo (pastorales). Es decir, "romper moldes", "abrir nuevos caminos", "elevar", cambiar viejos odres por nuevos odres.

Las parroquias que están en continua conversión, que transforman la metodología de sus pastorales pasando de una clericalización que no evangeliza, a un liderazgo capacitador y compartido que motiva, de una formación que desmotiva a un discipulado que apasiona, están "llenas de gracia". Y lo están porque es el Espíritu de Dios quien realiza todo, derramándose en una infinita variedad de dones. 

Los factores diferenciadores son la docilidad que nosotros, los cristianos (líderes y discípulos) mostramos a las mociones e inspiraciones del Espíritu para que pueda actuar, guiar y producir frutos, y el discernimiento que realizamos para aceptarlas.
Liderazgo y discipulado caminan de la mano. Así nos lo enseñó Jesús:

-Liderazgo no es tanto autoridad o mando como "dar ejemplo", "ir a la cabeza", "abrir camino", "romper moldes". El sacerdote da ejemplo y dirige pero también delega.

-Discipulado no es tanto formación, catequesis o educación teológica como pasión por lo que se cree y entusiasmo por lo que se vive. El discípulo se compromete, comparte su fe con otros discípulos, y todos viven y disfrutan de la unión amorosa en Cristo.

Esa "pasión cristiana" es un poderoso acelerador del crecimiento y madurez espiritual de la comunidad, que se manifiesta en un mayor amor a Cristo, a la Iglesia y al prójimo. 

Ese "entusiasmo misionero" es una fuerza motivadora para la comunicación con Dios (la oración), un compromiso total con la evangelización, una altruista acogida de los demás y una completa disposición para servir a Dios y al mundo.

Esa "ruptura de moldes" y "apertura de caminos" son, ni más ni menos, lo que Jesús enseñó a sus discípulos. El liderazgo no es un cargo de "animador espiritual" o de "organizador místico", como tampoco el discipulado es una serie de actividades de "entretenimiento cristiano" ni tampoco un conjunto de tareas en las que "siempre participan los mismos". 

El liderazgo marca el camino hacia el discipulado, que es una fuente infinita donde todos pueden beber y aplacar la sed de Dios, donde se respira oración y alabanza, donde rebosa el gozo y la alegría. 

Ambos se dirigen y confluyen inexorablemente en la Eucaristía. Así nos lo enseñó Jesús. La misa no es un evento al que "se va", ni la parroquia, un lugar de "cumplimiento", sino una "cita con Cristo", un "encuentro amoroso"un "banquete nupcial", donde se vive y ama, donde se acoge y comparte, donde se alaba y goza junto con el cielo en pleno.
Liderazgo y discipulado se unen y se retroalimentan: fe (sed de conocer) con oración (anhelo de comunicarse), esperanza (hambre de obtener) con adoración (ansía de encontrarse), amor (deseo de dar) con servicio (propósito de comprometerse). 

Se trata de evangelizar recíprocamente y centrípetamente, primero a "los de casa", para después, evangelizar centrífugamente a los "de afuera". Se trata de hacer discípulos para que hagan más discípulos y que éstos hagan nuevos discípulos. 

Sacando brillo 
La parroquia debe brillar por dentro y por fuera. No siempre los que acuden a la parroquia son discípulos y, menos aún, discípulos misioneros. En la mayoría de las ocasiones son "cumplidores" de ritos o "consumidores" de servicios, cuando no "cristianos sociales" o "practicantes no creyentes".
Es completamente estéril (yo diría que imposible) que una iglesia sea atractiva de cara al exterior si en su interior no se "vibra", si no existe "pasión" y "alegría", si no hay "vida". Las parroquias no son cementerios, son lugares de fiesta, de vida... aunque la mayoría de las veces, parecen necrópolis por los que faltan pero, también, por los que están. 

Las parroquias son nuestras familias espirituales, y no un grupo de personas desconocidas a las que vemos una vez por semana (o ni eso). Mientras no las consideremos "algo nuestro", mientras no busquemos expectativas de máximos en lugar de mínimos, mientras sigamos enfadándonos unos con otros o dejando de dirigirnos una palabra amable, seguiremos en cementerios llenos de sepulcros blanqueados. 

El Espíritu Santo nos está diciendo ¡Basta ya!, ¡reencontrar la ilusión, el amor primero, la alegría del Evangelio!

Por eso, un factor necesario para "sacar brillo" es el establecimiento de una pastoral dirigida, fundamentalmente, al fin de semana, al Día del Señor, al domingo que podríamos definir como el día de las "H": 

-Hospitalidad que recibe, saluda y acoge a todos
-Homilía que motiva, incentiva y estimula el compromiso 
-Himnos que elevan, deifican y llenan el alma
-Hábitos que convierten las "vestiduras" en "acciones" concretas
-Hágase que, a imitación de la Virgen María, nos interpela a ayudar y acompañar a todos
-Hermandad que encuentra, conoce y ama a cada miembro de la comunidad
-Habilidades que reconoce y discierne los dones y talentos que existen en la parroquia

Otros factores "abrillantadores" son el paso de la acción social de la Iglesia a una caridad auténtica y a un servicio integral, el aprovechamiento de los sacramentos como ocasiones idóneas para iniciar el Anuncio a las personas que habitualmente no se acercan a la parroquia, organizar grupos pequeños donde vivir la fe de un modo más íntimo y personal, y construir una cultura parroquial testimonial, atractiva y apasionante tanto para próximos como para alejados.

Dice san Pablo:

"Así pues, siempre llenos de buen ánimo y de fe. (...) estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor. (...) tratamos de ganar la confianza de los hombres (...) nuestro único deseo es daros motivos para gloriaros de nosotros, de modo que tengáis algo que responder a los que se glorían de apariencias y no de lo que hay en el corazón; (...) Porque nos apremia el amor de Cristo (...)Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo" (2 Corintios 5,6-17).

Hoy como en el principio, la Iglesia se encuentra ante un nuevo reto, un nuevo compromiso, personal y colectivo:

¿Qué hago yo por hacer atractiva mi parroquia? 
¿Cómo genero pasión con mi actitud, con mi forma de estar, de hablar y de relacionarme? 
¿Tengo buen ánimo y fe? ¿Me apremia el amor de Cristo?
¿Marco distancias con quienes no conozco o me gano su confianza? 
¿Considero mi parroquia un feudo personal? 
¿Soy de los que cree que no hacen falta cambios porque "las cosas se han hecho siempre así"? 
¿Qué parte de "Yo hago todas las cosas nuevas" no entiendo o no quiero entender?


JHR

domingo, 14 de enero de 2018

NUESTRAS CONVICCIONES, PUESTAS A PRUEBA

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Siempre se ha dicho que un buen líder es alguien con carisma pero en realidad, un buen líder es una persona con carácter. 

Carácter, según el diccionario, es el conjunto de rasgos, cualidades o circunstancias que indican la manera de pensar y actuar de una persona, y por los que se distingue de las demás.
El carácter​ de una persona es la manera que una persona reacciona frente a una situación o circunstancia. Y lo que genera el carácter son las convicciones o creencias con las que uno está profundamente comprometido. Los grandes líderes tienen fuertes creencias.

Las opiniones de una persona carismática pueden ser discutibles; sus convicciones son algo por lo que moriría. No son opinables. 

Los cristianos debemos tener muy presentes las convicciones por las cuales soportaríamos todo tipo de dificultades, incluso persecución; y la única forma de defender nuestros principios de fe es vivir desde un profundo sentido de la llamada de Dios.

Si Dios nos ha llamado, si hemos tenido un encuentro con Él y hemos descubierto su amor, nada puede detenernos. Nuestra identidad cristiana se basa en nuestra relación con Él, no en la aprobación de las personas que nos rodean ni del beneplácito de la sociedad que nos ha tocado vivir. 

En lugar de vivir en la trampa de la comparación o el miedo al "qué dirán", debemos desarrollar nuestras convicciones teológicas, éticas y prácticas, y reforzarlas porque, sin duda, serán puestas a prueba desde a través de:

Burla

La primera manera por las que las personas intentarán que neguemos nuestras convicciones es burlándose de nosotros, ridiculizándonos. 

Y es que el miedo al ridículo puede atenazarnos de tal forma, que lleguemos a esconderlas o incluso, a negarlas. 

Fortalezcamos nuestras convicciones para no ceder ante la burla y continuar orgullos en nuestro camino hacia Cristo.

Desánimo


Una de las armas más poderosas del Enemigo es el desaliento. ¿Por qué? Porque las convicciones, por su propia naturaleza, requieren coraje para ser defendidas.  
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Si no tenemos valor, audacia y coraje para morir por ellas, "tiraremos la toalla" al primer problema.

Mi amigo Carlos siempre nos despierta por la mañana al grito de "Inasequibles al desaliento". Es una excelente forma de empezar el día.

Temor

El miedo es otra de las mayores amenazas a los principios de un cristiano porque atenaza y paraliza. Nos deja inertes.
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Cuando las personas nos atemoricen, nos insulten o nos acosen, debemos pensar que los cristianos tememos más la justicia divina que la humana. 

Dios nos quiere audaces y con coraje. Por ello, el Espíritu Santo arraiga con fuerza nuestras convicciones y nuestra fe en nuestros corazones.

Crítica

Pocas cosas impedirán con mayor fuerza el crecimiento y la madurez cristiana que los chismes. 
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Los rumores, las críticas o las falsas acusaciones tienen un gran potencial para tratar de destruir la reputación de un cristiano.

Un cristiano no debe estar pendiente de las apariencias ni de lo que otros digan o piensen. Dios conoce nuestro corazón y su opinión es la única que importa.



División

El gran desafío para un cristiano es mantener la unidad dentro de su comunidad. Es otra de las principales estrategias del Diablo. 
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Es esencial mantener la unidad para que todos los cristianos trabajemos juntos hacia nuestro objetivo común: Dios. 

Más que estar unánimemente divididos, debemos estar diversamente unidos.

Distracción

Si Satanás es incapaz de dividirnos, usará otra de sus bazas: nos distraerá. 

Algunas de las distracciones que causan la mayoría de los problemas no son cosas específicamente malas, sino cosas buenas que no son las mejores ni las que nos convienen.

El Diablo es un ángel de luz y de inteligencia. Nunca nos distraerá con cosas que no nos gusten sino con aquello que nos haga "mirar atrás" y perder de vista nuestro camino a la santidad. 



Difamación

Jesús fue insultado, difamado, injuriado y permaneció firme a la voluntad de su Padre. El apóstol Pablo fue perseguido, al igual que tantos mártires de la Iglesia.

Son los cristianos que van a la cabeza, los que se exponen ante los demás, los que tienen más probabilidades de recibir una puñalada por la espalda. 
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Los que se esconden o permanecen ocultos, los que no se exponen, los que no salen de su zona de confort, no son insultados ni difamados pero esos...no son cristianos.

Persecución

La Biblia nunca prometió a los creyentes una vida "fácil y segura" ante las dificultades y peligros. Por el contrario, aquellos que siguen a Cristo, también sufrirán, como Él,  persecución, zancadillas y peligros en el camino.

Ser cristiano no es fácil ni carece de riesgo ni tampoco nos exime de ser perseguidos pero si tenemos a Dios a nuestro lado, ¿a quién temeremos?
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El enemigo intentará usar estas tácticas y otras muchas para intentar que nuestras convicciones, nuestros principios y valores cristianos sucumban y para evitar que cumplamos con nuestra fe. 

¿Qué hacer ante tanta oposición? No rendirse! Mantener nuestras convicciones. Ser perseverantes. Soportar. 

Si estamos comprometidos con nuestros principios cristianos, nada nos hará renunciar. Y una actitud de "irrenunciable" a Cristo es una característica esencial de cualquier cristiano. 

Una vez que has conocido a Dios, ¿Cómo renunciar al más Grande?



domingo, 26 de marzo de 2017

SE NECESITAN LÍDERES

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"Un líder conoce el camino, muestra el camino y anda el camino" 
(John C. Maxwell)

Algunos cristianos nos hemos lanzado a "esto" de la Conversión Pastoral de la Iglesia renovando métodos, estructuras y lenguajes, y a la Nueva Evangelización, anunciando a Cristo, sirviendo y discipulando a personas. 

En ambas, visión y misión se conjugan par
a renovar, anunciar y discipular, pero se necesitan líderes, personas llamadas por Dios a conducir a otros en el proceso de cambio, a conformar comunidades, a llevar la Buena Nueva al mundo entero.

Por desgracia, no existe apenas cultura de liderazgo dentro de la Iglesia porque, tradicionalmente, los sacerdotes han sido quienes han liderado todo, se han convertido en "curas-superman", que lo hacen todo y, finalmente, se "queman". 

Y es que el cura sólo, no puede: el cura pastorea, guía, va al frente, anima, da ejemplo, asume su responsabilidad, pero necesita ayuda, necesita cristianos comprometidos y corresponsables, es decir, líderes. Si no descubrimos y formamos líderes, no iremos muy lejos. 


Encontrar y formar líderes es una necesidad apremiante que tiene un fundamento profundamente espiritual. Dios llama a personas a construir comunidades, y capacita a sus elegidos para la misión, constituyendo a unos en apóstoles; a otros, en profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros (Efesios 4,11). 

En virtud del bautismo es responsabilidad de todos los bautizados asumir este liderazgo profético del que nos inviste Dios y al que nos llama la Iglesia.

Un líder es "alguien que influye", y por tanto, para influir hay que estar en acción, sirviendo. Cualquier persona que sirve a otros, es líder porque da ejemplo, porque se pone a la cabeza, porque "se tira a la piscina".

Por eso, es importantísimo detectarlos, saber qué tipo de liderazgo ejerce cada uno y ponerlos a servir donde den fruto, de acuerdo a sus dones.

Tipos de liderazgo

El pasado mes de diciembre, en el Primer Encuentro sobre Liderazgo y Experiencias Prácticas para la Conversión Pastoral para parroquias, en Algete (Madrid) se definieron diez tipos de líderes, según su estilo de influencia:

1. Visionario: Tiene una imagen clara de hacia dónde ir, lo que Dios pretende, y lo que pasará en el futuro; le frustra ver que lo que vendrá aún no llega. Le apasiona llegar a esa visión, entusiasma a otros y suele hablar bien.

2. Directivo: Es ejecutivo y firme, piensa en las cosas prácticas, no se asusta, aterriza las visiones, toma decisiones concretas que hace que las cosas funcionen, sabe donde colocar el dinero. No suele ser buen orador ni motivador.

3. Estratégico: Asume la visión y define los pasos para llegar a ella. Ve los distintos grupos y necesidades que hay que atender, sabe la ruta, el orden, el ritmo…en definitiva, organiza la estrategia para conseguir la meta.

4. Gerencial: Es el "conseguidor", el que consigue los recursos humanos y económicos; las personas y los talentos; hace las llamadas prácticas con éxito, consigue que los recursos necesarios estén ahí y que no se desperdicien o malgasten.

5. Motivacional: Motiva al equipo como Jesús motivaba a sus discípulos, persona a persona, de paseo, en barca, uno en uno o en grupos pequeños. Hace sentir a cada uno que es persona, no un engranaje. A menudo, consuela a los heridos por el líder directivo que tiende a ser un poco insensible.

6. Orador: Es una variante del líder motivacional porque motiva, consuela y acompaña, sobre todo, con oración. Abraza y acoge, reza por todos y cada uno del grupo y los acerca a Dios personalmente.

7. Forjador de Equipos: No necesariamente gestiona bien a las personas pero sabe forjar equipos, buscar los dones y carismas de cada uno y ponerlos a trabajar juntos. Organiza a las personas según sus capacidades y según las circunstancias.

8. Emprendedor: Le gusta poner en marcha cosas, pero al cabo de un tiempo, cuando ve que ya han cuajado y más o menos funcionan, prefieren pasar a otro proyecto. Hay que tener cuidado, estos líderes necesitan ir acompañados de otros líderes que den continuidad a los proyectos y eviten ir "a salto de mata". 

9. Reconstructor: Renueva cosas que ya existían pero estaban atascadas; también soluciona casos de conflictos y problemas enquistados; gestiona bien las crisis, es"solucionador" y hace "reformas" en estructuras.

10. Negociador: Construye puentes, hace concesiones, busca soluciones creativas y alternativas, junta a gente insólita, logra alianzas entre gente muy diversa, o aislada o enfrentada.

Lo que un líder cristiano es y no es

Un líder cristiano NO  
es perfecto ni ignora sus propias debilidades.
- tiene la voz más alta de la habitación ni abusa de su autoridad.


- obliga a la gente a hacer las cosas ni cómo hacerlas.
- ignora el fracaso ni enmascara la realidad.
- evita los retos ni huye de las dificultades

Un líder cristiano SÍ
- influye en otros, admitiendo sus propias debilidades.
- alienta e inspira a otros, con humildad y su ejemplo.
- muestra a otros a seguir su visión con pasión.
- asume riesgos y aprende de sus fracasos.
- es transparente y honesto, haciendo que otros se sientan valorados y apreciados.

5 Prácticas esenciales de un líder

Nuestro gran ejemplo y modelo, Jesucristo, define y nos muestra una alternativa divina a los métodos convencionales de liderazgo y que consiste en cinco prácticas esenciales:

1- Aprendizaje. "Yo quiero enseñarte, indicarte el camino que tienes que seguir, quiero darte un consejo, quiero mirar por ti." (Salmo 32,8). Cada cristiano requiere de un aprendizaje y de una forma u otra, cada modelo de liderazgo, también. Los líderes siempre deben ser aprendices: siempre dispuestos a aprender. 

Un buen líder aprende continuamente para servir mejor a los demás. Buscar la visión de la parroquia es ser visionario, pero también muy práctico y concreto. Debe tomarse su tiempo rezando, reflexionando, ante Dios y con su equipo de colaboradores, para descubrir la visión.

2- Enseñanza.  El apostol Pablo dijo: "Es, pues, necesario que sea apto para enseñar" (1 Timoteo 3, 2).  Esta práctica está estrechamente ligada a la anterior, el aprendidaje. Los buenos líderes invierten en aquellos a quienes dirigen y comparten con ellos lo que han aprendido. 

Se toman el tiempo para inculcar su conocimiento a las personas a su cargo. No guarda ni esconde nada para su propio provecho. El resultado es que las personas que siguen a estos líderes se convierten en líderes ellos mismos.

3- Servicio. Jesús dijo: "Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. No es así con vosotros. En cambio, el que quiera hacerse grande entre vosotros, sea vuestro servidor " (Mateo 20, 25-26). 

Los malos líderes dirigen a otros, los buenos líderes sirven a los demás con el ejemploAyudan y sirven como el que más, tiran del carro y no están pendientes de ejercer su autoridad.

4- Cuidado. "No hagáis cosa alguna por espíritu de rivalidad o de vanagloria; sed humildes y tened a los demás por superiores a vosotros, preocupándoos no sólo de vuestras cosas, sino también de las cosas de los demás." (Filipenses 2, 3-4).

"Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" (1 Juan 3, 17).

A menudo, los malos líderes tienen espíritu de rivalidad o de orgullo y hacen las cosas para su gloria, creyéndose superiores. Cierran su corazón egoísta a sus hermanos necesitados y no se preocupan por ellos.

Los buenos líderes simplemente se preocupan por la gente, compartiendo sus vidas con ellos sin esperar nada a cambio, con humildad y con amor. El mismo amor del Padre. 

5- Ejecución. "Yahveh lo acabará todo por mí. ¡Oh Yahveh, es eterno tu amor, no dejes la obra de tus manos!" (Salmos, 138, 8).

Todos los líderes tienen que conseguir que las cosas se ejecuten. Tienen que producir resultados significativos.

Sin embargo, los malos líderes tienden a utilizar el control para que se hagan las cosas. Tienden a pensar que las cosas de Dios dependen de ellos.

Los buenos líderes, en su lugar, utilizan la inspiración. Comparten una visión de un objetivo que les apasiona e invitan a otros a conseguirlo con ellos, en la convicción de que es Dios quien realiza todo.

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miércoles, 22 de febrero de 2017

CÓMO DESMORALIZAR A TU COMUNIDAD



Un sacerdote siempre tiene un impacto directo y significativo en su comunidad, en su parroquia y en su entorno. La cuestión es si es un buen o un mal impacto.

El tipo de liderazgo que ejerza el sacerdote influye en muchos factores de la comunidad, pero, sobre todo, en su moral. La cuestión es si un sacerdote entusiasma o desmoraliza a los suyos.

Muchos curas desmoralizan a sus parroquianos sin ni siquiera saberlo. Por ejemplo, cuando están frustrados o cuando no tienen conciencia de que lo estánPero las razones principales por las que no se ejerce un buen liderazgo son:

1. Expectativas no articuladas

Demasiado a menudo, los sacerdotes mantienen a los miembros de su equipo de confianza con expectativas que no se articulan. Me explico:

Resultado de imagen de desmoralizar al equipoSupongamos que en la parroquia hay una celebración importante el jueves por la noche. El sacerdote espera que toda la comunidad asista. Después de todo, los miembros de una buena comunidad es lo que hacen: aparecen cuando se  les necesita y son la razón de ser de todo lo que ocurre en esa parroquia. 

Sólo que hay un pequeño detalle: Nunca se anunció. Al día siguiente, el sacerdote está molesto y frustrado con los miembros de la parroquia que no mostraron ni interés ni apoyo. Esta es una expectativa no articulada.

No podemos responsabilizar a la gente por algo que nunca les dijimos. A menos que queramos frustrarlos, por supuesto, y luego seguir como si nada...

2. Reglas sólo para los demás

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Un líder tiene ciertas ventajas. Una de ellas es que es él mismo quien establece las reglas. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los sacerdotes deciden que las reglas no se aplican a ellos o incluso que están por encima de ellas.

Este es un gravísimo error. Nunca podemos pedir a nuestra comunidad que obedezca algo que nosotros mismos ni cumplimos ni acatamos. 

Si deseas desmoralizar a tu equipo, actúa como si las reglas no se aplicaran a ti, como si estuvieras por encima del bien y el mal, como si fueras Dios.

3. Ponerse medallas

Un mal líder se pone medallas cuando se producen situaciones exitosas, y por el contrario, echa balones fuera y la culpa a otros, cuando se producen situaciones de fracaso. 

Las personas más comprometidas jamás perdonan esto y más pronto que tarde, abandonarán al sacerdote.

Por el contrario, un buen líder asume la responsabilidad de los errores y comparten el éxito de los aciertos.

Un sacerdote orgulloso y sin caridad busca su propia gloria (en lugar de la de Dios) y jamás la comparte con los demás. Hace seguidores, adeptos, fans...nunca discípulos.

4. No valorar el esfuerzo

Algunos curas son, ante todo, "resultadistas": simplemente se fijan en si se cumple el objetivo o no. Y si se cumple, analizar si ha sido sobresaliente o no.

Pero es muy importante para un líder de una parroquia, estar muy pendiente y consciente de no subestimar o devaluar el trabajo necesario para alcanzar el resultado.

La mejor manera de subir la moral del "personal" es, primero, observar lo duro que trabajaron. Segundo, decirles que eres consciente del esfuerzo que han mostrado realizando el trabajo. Y finalmente, agradecérselo.

Apreciar lo mucho que tu equipo de colaboradores trabaja, les permite saber que su trabajo nunca es en vano y que, a través de tus palabras, Dios está contento.

5. Exigir vs. Animar

Cuando eres el jefe, es fácil dar órdenes. Esta también es una magnífica manera de perder a los miembros de tu comunidad parroquial. Aunque puede parecer extraño, nunca exijas a tu feligresía que haga algo. Pregunta en su lugar.

"¿Podrías encargarte de este proyecto esta tarde?" ¿Qué te parece si...? ¿Qué opinas sobre...? Todo el mundo se siente 1000 veces mejor que si les decimos "quiero esto para ayer... sin excusas. ¿ok?"

Tu equipo de colaboradores trabajará más duro y más eficazmente cuando se les pide que hagan algo, que cuando se les exige. 

Los líderes que preguntan en lugar de exigir tienen equipos mucho más productivos y eficaces.

6. Mostrar ingratitud

La gratitud va de la mano del liderazgo. Sí,  de acuerdo, en el ámbito laboral, la gente recibe el pago por su trabajo y muchas personas trabajan sólo por el premio final. Pero en el liderazgo, la gratitud te aportará mucho más que la expectativa. 

La mayoría de la gente en sus trabajos, se siente mal pagada, poco agradecida y subestimada, lo que les lleva también a sentirse mal en sus puestos. Generar un buen ambiente se consigue fácilmente: dando gracias.

En el liderazgo cristiano la gratitud es aún más importante. Las parroquias cuyos sacerdotes animan, agradecen y aprecian a su equipo cercano, crean una cultura de gratitud y de estímulo que se filtra a toda la comunidad. Si deseas crear un ambiente extraordinario, sé el primero en hacerlo y da ejemplo. Eres el líder. Tu parroquia te seguirá.

7. No estar dispuesto a lidiar con los problemas



El liderazgo es difícil y por lo tanto, también el propio del sacerdocio. Una de las razones por las que es complicado es porque tienes que lidiar con problemas casi todos los días. Un pésimo líder guarda los problemas en el cajón de su escritorio, como si de esa forma desaparecieran.

Todo el mundo sabe que la vida de un cristiano no es un camino de rosa y que siempre surgen problemas. Pero cuando el sacerdote aborda las cosas importantes que preocupan a su feligresía y crea un ambiente óptimo, todo el mundo está más dispuesto a todo.


Por su propia salud, un sacerdote no debería postergar los problemas ni adoptar "la táctica del avestruz" sino, más bien, asumir los problemas, "coger el toro por los cuernos", antes que generen en situaciones sin solución. Y comenzar ya.


Jesucristo siempre es nuestro modelo perfecto: Él nos dio la pauta en su anuncio y el ejemplo en su mensaje; fue el primero en cumplir las leyes y en hacerlas cumplir; explicó todas las cosas; jamás se puso medallas a si mismo; valoró el esfuerzo y asumió la debilidad de quienes estaban con Él; nunca exigió ser amado; mostró gratitud y amor infinitos; y asumió su responsabilidad hasta el final: con su propia muerte.

Nos animó a coger nuestra cruz y seguirlo, nos animó con su ejemplo y nos dio moral, nos indico el camino a seguir: el mismo que hizo Él.


domingo, 18 de diciembre de 2016

EL LIDERAZGO MAL ENTENDIDO

"El verdadero soldado no lucha porque odia lo que está delante de él, 
sino porque ama lo que lleva detrás".

(Chesterton)

¿Lideras un grupo de personas? ¿Estás al cargo de un cometido específico? ¿Cómo sabes que lideras efectivamente ... y que no mandas?

A menudo confundimos lo que significa el concepto de líder. Muchos ven en él connotaciones negativas y lo convierten en un término peyorativo. Suena siempre a "mandón", a "listillo", a "superior"... cuando, en realidad, el término proviene de un anglicismo (leader) que significa encabezar, acompañar, guiar, conducir, llevar, dirigir, actuar, dar ejemplo. 


El liderazgo es el conjunto de habilidades de una persona para influir, con su ejemplo y con sus palabras, en la forma de ser o actuar de las personas o en un grupo determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo y motivación hacia el logro de sus metas y objetivos.


Liderar es "ir a la cabeza", "dar ejemplo", "tomar la iniciativa", asumir responsabilidades, tomar decisiones, administrar recursos humanos y materiales, dirigir actuaciones, cuidar personas, establecer objetivos, otorgar autoridad y delegar, transmitir y guiar, motivar e incentivar, gestionar y resolver situaciones, es transformar una visión en una realidad.

¿Qué significa ser líder cristiano? 

El liderazgo es la capacidad de transformar una visión en una realidad y el mejor ejemplo de liderazgo es Jesucristo. Él transformó la visión de Dios en realidad. Es nuestro LÍDER, el de todos los cristianos, la cabeza de la Iglesia, y ello no implica ninguna acepción negativa. 

Aunque la Biblia cambia el término "líder" por "pastor", que expresa mejor en nuestra concepción lo que significa y añade la "nota" característica de un líder cristiano. Jesús es el Buen Pastor porque hace todo lo que se requiere de un líder pero además lo hace todo con AMOR. Esta es la cuestión.

Nosotros como cristianos y como seguidores de Cristo, estamos llamados a imitarle, a ser líderes en nuestro servicio a Él. Y de manera especial, los sacerdotes. Pero, como líderes, el amor es nuestra máxima.

Algunos líderes (incluidos sacerdotes) son muy difíciles de seguir y, habitualmente, no tienen la caridad como virtud esencial. Y es que existe una línea muy delgada entre ser un buen líder eficaz y ser un mal jefe: un liderazgo mal entendido y mal asimilado convierte a un posible líder eficiente en un perfecto patán. 

Muchos son líderes de forma inconsciente y otros, quieren serlo a toda costa, sin tener en cuenta si son capaces o no de liderar. Y lo más importante, si muestran caridad en todo lo que hacen. Ser líder no es mandar, ni ordenar ni ser "el jefe". Es un concepto mucho más amplio.

¿Qué se necesita para ser líder? 

Un líder tiene (o debe tener) unas determinadas habilidades:
  • Comunicación verbal: Sabe informar y comunicar lo que quiere a su equipo.
  • Escucha: Entiende a su equipo, se anticipa a sus preguntas y responde sus preguntas.
  • Persuasión: No pide a su equipo que simplemente sigan sus órdenes ciega o vehemente. Primero los convence que algo es bueno y se debe hacer.
  • Pensamiento crítico: Mide acciones y posibles soluciones para tomar decisiones.
  • Delegación: Sabe que es más productivo delegar a aquellos que pueden hacerlo igual o mejor que él.
  • Organización: Ordena sus tareas y las del resto para hacer un trabajo eficiente.
  • Responsabilidad: Asume sus propios actos y los de su equipo. No culpa a otros de sus propios errores, y comparte los de otros.
  • Perseverancia: Es tenaz y paciente para alcanzar sus objetivos.
  • Adaptación al cambio: Es flexible cuando las cosas no salen como se espera. Ajusta su plan a la coyuntura y mueve a su equipo en la dirección necesaria en la nueva situación.
  • Empatía: Siempre se pone en lugar de los demás y construye y desarrolla buenas relaciones con su equipo y sus superiores.
  • Respeto: No mira por encima del hombro a los demás ni se cree más que nadie.
  • Ayuda: Siempre apoya y ayuda a quien lo necesita.
  • Capacidad de respuesta: Maneja las crisis y responde rápida y efectivamente cuando  surgen problemas.
Si quieres ser un convertirte en un líder patán, sigue estas sugerencias:

Todo gira en torno a ti

No cabe duda de que el hecho de liderar un grupo, equipo u organización ejerce una poderosa influencia sobre ellos (tal vez incluso demasiado). Los líderes, después de todo, hacen que las cosas sucedan.

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Pero si quieres ser un mandón, haz que tu organización, empresa, iglesia, equipo o grupo giren en torno a ti, a tus preferencias, a tus gustos, a tus manías. Asegúrate de estar siempre al frente de todo, de ser el centro en todo momento y de que todo dependa de ti, de tu última palabra.

Piensa en lo agradecido que todos deben estar contigo. En lo mucho que haces por ellos. Sin duda, deberían besar por donde pisas. 

Si dependes de un superior, piensa en lo mal pagado estás, en lo poco que te agradece todo lo que haces, en lo infravalorado que estás y en lo indispensable que eres.

La gente trabaja para ti

Si quieres ser un auténtico patán, debes convencerte de que la gente trabaja para ti. "Porque tú lo vales".

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Un buen líder sabe que trabaja con y para la gente que tiene a su cargo. Sirve en lugar de ser servido. No está pendiente de lo que necesita o merece. 

Sencillamente trabaja y hace que otros trabajen con él. Da siempre buen ejemplo.

Si crees que el mundo está creado para servirte, pocas personas querrán trabajar contigo. Aunque tú "te lo merezcas".

Jamás agradezcas ni elogies

Un mal líder rara vez dice "gracias". Está convencido de no tener que agradecer nada porque la gente, sencillamente, está cumpliendo su trabajo. Para eso se les paga.

Rara vez da un palmadita en la espalda ni motiva porque cree que el mérito es siempre suyo y porque además, teme elogiar a otros por envidia.

Un buen líder a menudo se toma el tiempo para escribir una nota de agradecimiento. Mira a los ojos a los miembros del equipo y les dice cuánto los aprecia. Rodea con su brazo a la gente y dice  "gracias".

Un buen líder sabe que nadie está obligado a trabajar para él. Es por eso que la gente lo hace.

Exige y humilla

Una manera segura de ser un buen patán es exigir cosas de la gente. 

Una cosa es tener las altas metas y grandes expectativas (un buen líder las tiene), y otra cosa distinta es exigir la consecución de esas altas expectativas humillando a las personas.

Un  mandón enfoca su liderazgo en lo que quiere (sacar) de la gente. Nunca piensa en lo que quiere para la gente. Exige y humilla.

Sobrevalórate

Si quieres ser un auténtico estúpido, piensa que eres tan valioso para la organización que eres vital e imprescindible.

Ni se te ocurra desarrollar nuevos talentos. Eres demasiado inseguro para compartir tu poder con otros. Nunca dejes que otras personas sean el centro de atención. 

Jamás enseñes a tu equipo lo que tú sabes, no des pistas. "Conocimiento es poder". NO compartas nada de tu saber ni de tu experiencia.
Además, nadie en tu equipo tiene tus capacidades, tu visión y tu talento. ¿Por qué prestar atención a otros?

Los malos líderes no construyen personas, construyen ego.

Ponte medallas y echa culpas

Si eres un patán, hay dos formas infalibles de enfadar a tu equipo:

En primer lugar, asume todo el mérito de lo bueno que sucede. Ponte medallas. Asegúrate de mencionar de quién fue la idea, quien la planteo y quien la ejecutó, es decir, Tú. NUNCA menciones a tu equipo o lo duro que trabajó en el proyecto. Y menos a otros.

En segundo lugar, cuando las cosas se salen "de madre", lávate las manos. Sé como Pilato. Mira sorprendido y luego intenta parecer preocupado. Culpa a algo. Culpa a alguien. Culpa cualquier otra cosa.

Tú no eres el responsable de los errores ni de los malos resultados, sólo de los buenos, por supuesto.

Nunca des la cara por tu equipo

Si quieres ser el mejor de los patanes, interioriza que la lealtad pública no tiene ningún valor pragmático. 

Jamás des la cara por nadie de tu equipo. sus errores o malas decisiones son su problema, no el tuyo. Es más, Critícales, habla mal de ellos (a sus espaldas), siempre que puedas,no vaya a ser que un día te quiten el puesto

Por ejemplo, cuando no estés de acuerdo con una postura o decisión tomada por un miembro del equipo, asegúrate de decirle a alguien (por detrás) lo mucho que discrepas de ella.

Y cuando alguien se queje de lo que un miembro del equipo hizo, asegúrate de hacerle saber (en secreto) que tú también piensas igual, y que no entiendes por qué hizo eso.

Para tener "bonos extra" como el patán de los patanes, nunca hables en privado con la persona con la que no discrepas. Sólo sonríe cuando la veas.

Un buen líder no siempre está de acuerdo, pero siempre discrepa en privado contigo y te apoya públicamente, pase lo que pase. Eso "construye equipo". Eso es "trabajar en equipo".

Jamás delegues

Nunca. He dicho nunca. Delegar es de incautos, de incapaces. Tú puedes con todo. No necesitas a nadie que te dé lecciones, que te enseñe como se lidera o cómo se hacen las cosas.

Tú eres un ser superior. Tienes tu rango. Las personas de tu equipo son simples peones que pueden y deben sacrificarse en cualquier momento.

Una señal segura de que eres un auténtico estúpido como líder es que siempre desmotives a los miembros de tu equipo, tomando personalmente tantas decisiones como te sea posible.

Nunca les dejes ejercitar sus dones de liderazgo o sus capacidades innatas, ni convertirse en pensadores por derecho propio.

Y cuando tomen decisiones por su cuenta, critícalos y corrígelos.

Cuando todo falle, hazte el víctima

Cuando tu equipo está enfadado contigo (y seguro que lo estará), un signo seguro de haberte convertido en un autentico patán es que recurras al victimismo. Es una herramienta habitual en los lideres ineptos.

Nadie lo tiene tan difícil como tú. ¿Verdad? El papel de líder es para superdotados y no todo el mundo puede asumirlo. Tú, sí.

¿Quién sino tú, dedica tantas horas en un trabajo ingrato? ¿Y quién realmente te entiende?Nadie. Por supuesto. Excepto tú.

Para mantener el estatus de patán, asegúrate de decirle a todo el mundo lo duro que trabajas, lo solitario que es el liderazgo, las pocas vacaciones que tienes y lo agotado que estás. Pero repítelo hasta la saciedad para que todo el mundo sepa lo bueno que eres.

Los buenos líderes se dan cuenta de que el liderazgo tiene un costo y un desgaste, pero no esperan ni pretenden que otros lo compartan. Y sobre todo, jamás se quejan.

Y pensarás, ¿por qué doy sugerencias sobre liderazgo? ¿Quien eres tú para dar consejos? Pues muy sencillo: porque he sido un patán durante mucho tiempo, tanto en mi vida profesional como en la personal. Y porque ahora soy consciente de que tengo que evitar, todos los días, que un estúpido que vive dentro de mí, salga al exterior.

Afortunadamente, Jesús nos introduce un paradigma completamente diferente para el liderazgo. Si quieres ser un líder semejante a Cristo, haz lo opuesto de las sugerencias para ser un patán de este artículo. Estarás en el buen camino. Cristo promete ayudarnos. Solos no podemos. Pero todo, con amor...