¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

jueves, 14 de mayo de 2020

JOSUÉ: ENTRADA EN LA TIERRA PROMETIDA

"Cuando veáis moverse 
el Arca de la Alianza del Señor, vuestro Dios, 

transportada por los sacerdotes levitas, 

empezad a caminar desde vuestros puestos detrás de ella.

(Josué 3,2)


Continuamos meditando el libro histórico de Josué y nos encontramos en los preparativos para la entrada del pueblo de Dios en Jericó, antesala de la Tierra prometida. 


Don de Dios

La conquista de la Tierra Prometida es un don de Dios que no depende de ningún ejército ni de ninguna estrategia militar y que se sólo consigue con la fidelidad del pueblo de Israel a la Ley de Moisés, el siervo de Dios, continuada ahora por Josué.

No se puede permanecer a orillas del Jordán y, a la vez, entrar en Jericó.

Análogamente, la conquista de la santidad no depende de ningún mérito humano, sino de su Gracia. Es preciso que abramos nuestro corazón y aceptemos esa Gracia para que Dios pueda ir obrando en nosotros. Porque el rechazo de Dios supone el rechazo de sus dones y gracias.

No se puede permanecer en el mundo y, a la vez, entrar en la Iglesia.

La fidelidad es condición indispensable en cualquier relación. Sin ella, es imposible mantener una relación.

La fidelidad de Dios ya está garantizada; ahora lo que debemos hacer es garantizar la nuestra, a través de la escucha prolongada de Su Palabra, su meditación y después, su puesta en marcha para cumplir la voluntad de Dios.

Por eso, al continuar con la lectura del capítulo 2 de Josué, Dios nos invita a todos a seguir a Josué, el siervo del Señor, vencer a todos nuestros enemigos, internos y externos, y entrar en la Tierra Prometida.

  

Rajab y los dos espías

Capítulo 2

Josué envía a Jericó a dos espías para que exploren y reconozcan el terreno, y que después, vuelvan a informarle.

De igual manera, antes de salir a conquistar nuestra santidad es necesario que “reconozcamos el terreno”, es decir, informarnos de lo que nos vamos a encontrar, a quien nos vamos a enfrentar, con quién debemos hablar, para saber cómo tenemos que actuar, qué estrategias utilizar y cómo prepararnos para la batalla espiritual.

Los dos espías llegan a Jericó y son acogidos en casa de una prostituta llamada Rajab, que significa larga, orgullosa, representa la venta al mundo de nuestro ser por dinero, por poder, por reconocimiento. Sin embargo, Rajab, ante Dios, queda al descubierto y tiene que elegir: continuar silenciando su corazón a Dios o abrirse a Él.  Sólo cuando transformamos el orgullo en humildad, es cuando Dios puede entrar en nuestro corazón. 

Según San Cipriano, padre de la Iglesia, Rajab tipifica a la Iglesia y personifica la fe. Reúne a toda su familia en su casa y así los salva.


Rajab (prefigura también de María Magdalena) era una prostituta, pero ahora, por fe, acoge a quienes envía Jesucristo, y los guarda en lo "alto de su casa". Por esa razón, el Señor no le tendrá en cuenta sus pecados y la perdonará, ofreciéndole su salvación y la de todos los de su casa.

El Rey de Jericó conocía la historia de la salida de Egipto, del paso del Mar Rojo y la muerte del faraón y de su ejército. Por eso, a pesar de tener una ciudad fuertemente amurallada y un gran ejército, tenía miedo. Pero de las dos opciones que tiene, rendirse ante ese Dios Todopoderoso o luchar contra Él, sabiendo que tiene la batalla perdida, elige luchar contra Él.

Sin embargo, Rajab, aunque lo hace por temor, acoge a los espías, es decir, se pone a disposición de Dios y elige rendirse a Dios. Cuando abre las puertas de su casa a Dios, deja de ser una prostituta para convertirse en sierva del Señor

Cuando abrimos nuestro corazón a Dios y le pedimos perdón, Él nos perdona y nos restaura en nuestra dignidad como hijos de Dios, sin importar qué pecados hayamos cometido. Sólo así, respetando nuestra libertad, Dios puede llevar a cabo su plan de salvación. De esta forma, Rajab llegará a formar parte de la genealogía de Jesús descrita en Mateo 1.

Rajab no acoge a los enviados de Josué en el sótano (en su bajeza) sino en la azotea, que simboliza una fe sublime; Rajab esconde a los dos en su lino para que éstos les confirieran blancura. Como es sabido, el lino crece negro y no parece ser útil, se recolecta, se quiebra, se lava, se golpea y finalmente, se carda. Al cabo de un tiempo, tras mucho esfuerzo y trabajo, adquiere una blancura casi radiante.

Rajab hace un auténtico acto de fe y sella una alianza con Dios a través de sus enviados. Su pacto no se fundamenta en sus méritos sino a la misericordia divina. Rajab no sólo piensa en su salvación sino también en la de los suyos.

Toda la escena siguiente: “Nuestra vida a cambio de la vuestra… Quedaos en el monte escondidos tres días… ata esta cinta roja…y reúnes en tu casa a toda la familia de tu padre…” prefigura la muerte de Cristo.

Los enviados vuelven a Josué y le cuentan que en verdad Dios les ha dado el país porque todos les temen.

Entrada a la Tierra Prometida

Capítulo 3

Josué, con todo el pueblo y el ejército, parten con el Arca de la Alianza en vanguardia y se paran a orillas del Jordán. Allí pernoctan durante tres días antes de cruzarlo, que prefigura el tiempo que Cristo estuvo en el sepulcro antes de cruzar el umbral de su gloria.

Cuando los responsables le piden al pueblo que vayan detrás del Arca de la Alianza del Señor, transportada por los sacerdotes, y así sabrán el camino por donde tienen que ir, porque nunca hasta ahora han pasado por él, para que se purifiquen y Dios obre prodigios, están prefigurando al Sagrario, donde está el Señor y la Ley. 

Pero también prefigura a la Virgen María como la guía y el camino a Dios, como la que nos purifica para ser dignos de servir al Señor y como la que hace que Dios obre milagros, porque Él nada que Ella le pida, se lo niega.  

Les dice a los sacerdotes que levanten el Arca y que pasen delante del pueblo, es decir, nos dice a los sacerdotes y a todos nosotros que mostremos a todos a Cristo= el maná, su doctrina=las tablas de la Ley; la vara de Aarón= su firmeza.

Un pueblo unido y purificado, que sigue a Cristo a través de su Madre la Virgen y que muestra al mundo el Evangelio, está preparado para cruzar el río hacia la Tierra Prometida, que es la prefiguración del bautismo (CIC 1222).

Cuando los sacerdotes que portan el Arca de la Alianza mojan los pies en el agua de la orilla, el agua que venía de arriba se detiene, formando un embalse, y el agua que bajaba hacia el mar, se corta del todo. Se paran en el cauce seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel pasa por el cauce seco.

Doce piedras

Capítulo 4

Cuando todo el pueblo cruza, Josué elige a doce hombres, uno de cada tribu, para que cojan doce piedras del lecho del río, donde están los sacerdotes quietos, para erigir un monumento perpetuo, que prefigura la elección de los doce apóstoles por Jesucristo.

A continuación, pasan los sacerdotes con el Arca del Señor y se ponen a la cabeza del pueblo. La tribu de Rubén, la de Gad y la media tribu de Manasés, unos cuarenta mil guerreros armados, pasan a la cabeza de los hijos de Israel, como les había mandado Moisés, hacia la llanura de Jericó, dispuestos para el combate. 

El pueblo sale del Jordán el día diez del mes primero y nada más salir, el río vuelve a su cauce natural. Acampan en Guilgal (“círculo de piedras”), al este de Jericó, donde Josué erige las doce piedras en recuerdo de su paso por el Jordán, igual que habían hecho en el Mar Rojo. Guilgal se convertirá en el futuro en un santuario y lugar de peregrinación para los israelitas.

Circuncisión

Capítulo 5

Ante la noticia del milagro del Jordán, los reyes amorreos y cananeos se asustan. Cuando el mundo ve la manifestación poderosa de Dios se altera.

Dios le ordena a Josué circuncidar (por segunda vez) a los hijos de Israel porque, aunque todos los hombres estaban circuncidados después de la salida de Egipto, después de cuarenta años, todos los guerreros habían muerto en el desierto por desobediencia a Dios, razón por la que no pisarían la tierra prometida. 

Sin embargo, los nacidos en el desierto estaban sin circuncidar al llegar a Jericó. Josué obedece y elimina “el oprobio de Egipto”.

La circuncisión es un símbolo de pertenencia al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia, y un requisito indispensable para poder celebrar la Pascua, es decir, la Eucaristía.

Pascua

Catorce días permanecen acampados en Guilgal. Al atardecer del día 14 de Nisán celebran la Pascua. Al día siguiente de la celebración, cesa el maná y empiezan a comer del fruto de la tierra. En el desierto, no podían celebrar la Pascua por el “oprobio de Egipto”. La Pascua simboliza la Eucaristía.

Cuando estamos en pecado o en una situación irregular (no estamos en gracia), es decir, tenemos el “oprobio de Egipto”, porque aún no hemos sido purificados (circuncisión), podemos cruzar el Jordán (bautismo), entrar en la Iglesia (Tierra Prometida) y asistir a la Eucaristía (Pascua) pero no podemos participar totalmente de ella, es decir, no podemos comulgar. Pero sí podemos hacer y recibir una comunión espiritual (maná) hasta que podamos recibir el pan y el vino, es decir, a Cristo (fruto de la tierra).

Todos los años en el desierto han sido una prueba y una preparación para entrar en la Tierra Prometida. La entrada en la Tierra Prometida supone la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo.

La entrada en la Tierra Prometida nos transporta a la parábola del Hijo Pródigo. El pueblo de Israel, hijo pródigo de Dios, lleva mucho tiempo en una tierra lejana y en un país extranjero (Egipto), pasando hambre y dificultades. Cuando vuelve a casa, el Padre se conmueve y sale a su encuentro para besarlo y abrazarlo. Se arrepiente y el padre le viste con el mejor traje (vestidura de Cristo), le pone un anillo (Alianza de Dios) y le calza sandalias (dignidad de hijo de Dios) y celebra un banquete (Pascua) porque estaba muerto (no podía celebrar la Pascua), estaba perdido (desierto).

Josué tiene una visión de un ángel en pie frente a él, con la espada desenvainada en la mano. Es el general del ejército del Señor, recordándonos al ángel que les sacó de Egipto y ahora les introduce en Canaán, pero en este caso, es el propio Jesucristo

Le ordena descalzarse por encontrarse en un lugar santo, es la tierra del Señor, lo mismo que le dijo Dios a Moisés en el monte Sinaí. 

Disposiciones

Capítulo 6

La entrada a Jericó es, por tanto, una entrada litúrgica más que una entrada militar. Dios no le da a Josué estrategias militares para asaltar la ciudad sino disposiciones para preparar la solemne entrada en procesión a la liturgia.

Estas instrucciones de Dios a Josué está repletas de resonancias litúrgicas:

-Mira, entrego en tu poder a Jericó, a su rey y a sus valientes guerreros, Dios nos quita todos los obstáculos que se interpongan entre nosotros y nuestra salvación, nos encarga atender a todas las personas que encontramos para que se conviertan.

-que el ejército rodee la ciudad dando vueltas durante seis días, preparación durante 6 días para culminar en el 7º, dando 7 vueltas, es decir estar unidos en oración, preparados con los sacramentos para entrar en la liturgia de la Iglesia, es decir en la Eucaristía.

- siete sacerdotes llevarán el Arca de la Alianza y tocarán siete trompetas de carnero el séptimo día, 7=plenitud, es decir, la totalidad del sacerdocio tocan 7 “shofares (la trompeta de cuerno de carnero que anuncia en la sinagoga la llegada y presencia de Dios), el 7º día, el Sabath, el día del Señor que, para nosotros, es el domingo= la Eucaristía.

- Cuando oigáis el sonido de la trompa, todo el pueblo lanzará el alarido de guerra; y se desplomarán las murallas de la ciudad. Y el pueblo la asaltará, cada uno por el lugar que tenga enfrente

El éxito de la conquista no dependerá de cómo batallen sino de la fidelidad con la que se ejecuten los planes de Dios.

Esto me recuerda, particularmente, que cuando Dios me elige y me llama a servirle (por ej., en la evangelización de las personas de “otras ciudades”), no importan mis méritos ni mis capacidades, ni lo que haga humanamente  para ganar la “batalla”, sino el amor con que cumplo la voluntad del Señor, siempre precedido del Arca de la Alianza, es decir, la oración.


Bibliografía:

-"La Tierra Prometida" (Beatriz Ozores, Radio María)

miércoles, 13 de mayo de 2020

EL LIBRO DE JOSUÉ: UNA GUÍA A LA SANTIDAD


"¡Ánimo, sé valiente! 
que tú repartirás a este pueblo la tierra 
que prometí con juramento a sus padres."
(Josué 1,6)

Hoy nos adentramos en el libro de Josué, el sexto libro del Antiguo Testamento que completa el relato del Pentateuco y que fue escrito en el siglo VI a.C., siete siglos después de los hechos narrados en él y su género literario es el épico.

El nombre de Josué o Joshúa Yehoshúa, significa “Dios salva” o “Yahveh salva” o “Salvador”, y es el mismo nombre de Jesús, y por tanto, Josué es tipo o prefigura de Cristo.

Todos los libros históricos de la Biblia, desde Josué hasta Macabeos, narran durante doce siglos (1.200 - 150 a. C.), el modo en el que Dios va preparando e instruyendo progresivamente a su pueblo escogido de Israel, para que le reconozca como el único Dios verdadero y para que, después de ser anunciado por los profetas más adelante , pueda encarnarse en él, como el Mesías.

Dios, en su Palabra, nos está hablando también a nosotros.  Haciendo viva su Sagrada Escritura y proyectándola en nuestras vidas, nos prepara para que le acojamos como el Dios verdadero y el Rey de nuestra existencia.

Estructura

Podemos dividir el libro de Josué en cuatro partes:

- Prólogo, en el que se condensa el mensaje teológico del libro:

-la continuidad de la misión de Moisés por Josué, como mediador entre Dios y el pueblo, que representa también hoy lo que llamamos la Tradición de la Iglesia.

-la unidad del pueblo, a través de la conquista de la Tierra Prometida por todas las tribus de Israel, que representa también hoy lo que llamamos la Comunión de los Santos.

-Conquista y toma de posesión de la Tierra Prometida (1230-1210 A.C.) por Josué, siervo escogido de Dios, tras la muerte de Moisés a los 120 años en el monte Nebo (Moab), como sucesor y líder de los israelitas, y como cumplimiento de Su promesa a Abrahán.

-Reparto y distribución de la Tierra Prometida entre las doce Tribus de Israel, como don recibido de Dios, que implica fidelidad y adhesión incondicional al Dios de Israel y que exige abstenerse de la contaminación de los cananeos, no mezclarse con ellos y limar cualquier diferencia entre las tribus para actuar como una sola voz.

-Epílogo en el que recalca el mensaje teológico del libro de continuidad y unidad, que simboliza también la expansión del Evangelio en la tierra.

En este artículo, nos centraremos en la primera parte del libro, es decir, en el prólogo, dejando para otros artículos la conquista, el reparto y el epílogo.


Prólogo

Josué 1,1

Comienza el libro con los elogios de Dios a Moisés que, tras su muerte, le denomina su “siervo del Señor”, para seguir con el nombramiento de Josué como sucesor de Moisés, y por tanto, también “siervo del Señor”, para conducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida.

Según Orígenes, padre de la Iglesia, este libro no nos indica tanto las gestas y hazañas de Josué y del pueblo de Israel, sino que, poniéndose al servicio del Señor para guiar a su pueblo hacia la tierra prometida, nos dibuja a Dios Padre como autor de la historia de la salvación, a Jesucristo como guía y mediador entre el Padre y el pueblo, y a nosotros, pueblo escogido, como protagonistas de la historia.

El libro de Josué es una guía de servicio a Dios para nosotros, para quien escucha al Señor y cumple su voluntad.

La historia de Josué es la historia que, en Jesucristo, se hace mía, y se convierte en mi historia como un camino para la santidad, que el Señor quiere darme en propiedad. Una misión particular mía, que Dios me ha confiado desde la eternidad y que sólo la puedo llevar a cabo yo.

Nosotros, para ser servidores de Dios, al igual que San Miguel arcángel, tenemos que decir “Serviam”, al contrario que hizo Lucifer, cuando se negó a ser siervo de Dios diciendo “Non serviam”.

Un servidor de Dios es quien escucha a Dios y cumple su voluntad

Un servidor de Dios es quien guía y conduce a otros a la santidad

Josué 1,2-5

-Os voy a dar toda la tierra en la que pongáis la planta de vuestros pies. Dios pone a nuestra disposición todos los medios para entablar nuestra batalla espiritual contra el Enemigo y la alcanzar la victoria.

-desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates hasta el Mar Grande, ofrece la salvación a todos, desde los que tienen un corazón árido, seco y duro hasta los que están llenos de vida, a todos los hombres desde el Paraíso hasta la Nueva Jerusalén.

-estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré, promesa renovada por Jesús a sus discípulos cuando los envía a evangelizar el mundo “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mateo 28,20).

Josué 1,6-9

-¡Ánimo, sé valiente!, para cumplir toda la ley que te dio mi siervo Moisés, Dios nos da ánimo y nos pide valentía espiritual para cumplir su voluntad y dar testimonio de su siervo Jesucristo.

-que tú repartirás a este pueblo la tierra que prometí con juramento a sus padres. Dios nos exhorta a conquistar la santidad y a repartirla con los nuestros, con nuestra comunidad cristiana, pero también con el resto del mundo, que también es pueblo de Dios, aunque le haya sido infiel.

-no te desvíes a derecha ni a izquierda y tendrás éxito en todas tus empresas. Dios mismo nos dice que nos mantengamos firmes y fieles en cualquier ámbito de nuestra vida, y alcanzaremos el premio. Es palabra de Dios.

-Que el libro de esta ley no se te caiga de los labios; no dejemos de leer y proclamar su Palabra.

-medítalo día y noche, para poner por obra todo lo que se prescribe en él; así tendrás suerte y éxito en todas tus empresas. Meditarla siempre para ponerla en práctica y tendremos recompensa.

Lo que yo te mando es que tengas valor y seas valiente. No tengas miedo ni te acobardes, que contigo está el Señor, tu Dios, en cualquier cosa que emprendas. Lo manda directamente Dios: que tengamos valor, que no tengamos miedo ni nos amedrentemos porque nada menos que Dios Todopoderosos está con nosotros para triunfar.

Estas mismas palabras son las que le dirige el Señor a San Pablo para impulsar su trabajo apostólico en Corinto “No temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo” (Hechos 18, 9-10).


Josué 1,10-18

Josué, después de haber hablado con Dios, se dispone a obedecerle para entrar y tomar posesión de la tierra que el Señor les va a entregar y se dirige a los responsables de Israel  (a nosotros) dándoles una orden:

-Abasteceos de víveres, preparar lo necesario para la misión que nos encomienda Dios: la Sagrada Escritura, la oración, los sacramentos, etc.

-porque dentro de tres días pasaréis el Jordán, para ir a tomar posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, os da en propiedad. Esta hazaña no consiste solamente en cruzar el río Jordán sino que es una continuación del paso por el Mar Rojo, antes como hijos de Israel y ahora como pueblo de Dios, prefiguración de la Iglesia que cruza el umbral a una nueva vida.

- A los de Rubén, Gad y media tribu de Manasés. Tribus que ya habían tomado posesión de sus tierras en Transjordania con Moisés.

-les dijo: Acordaos de lo que os mandó Moisés, siervo del Señor. Un pueblo que debe vivir de una manera santa, una Iglesia que tiene que regirse por las normas de su Dios.

- pero vosotros, los soldados, pasaréis el Jordán en orden de batalla, al frente de vuestros hermanos, para ayudarles, hasta que el Señor les dé el descanso, lo mismo que a vosotros, y también ellos tomen posesión de la tierra que el Señor, vuestro Dios, les va a dar. Entonces volveréis a la tierra de vuestra propiedad. Sólo en unidad se puede vivir en la tierra prometida. Por eso, los que ya han tomado posesión de su tierra y están descansando (los santos en el cielo, la Iglesia Triunfante) tienen que ayudar al resto de sus hermanos intercediendo con sus oraciones por ellos, hasta que éstos tomen posesión de la suya y puedan descansar. 

Sólo en unidad se puede vivir dentro del pueblo de Dios (la Iglesia Militante), custodiando el alma de nuestros hermanos, rezando, acompañándoles y evangelizándoles para ayudarles a entrar en el Reino de Dios.

-Haremos lo que nos has ordenado, iremos adonde nos mandes; te obedeceremos a ti igual que obedecimos en todo a Moisés. Basta que el Señor, tu Dios, esté contigo como estuvo con él. El que se rebele y no obedezca tus órdenes, las que sean, que muera. ¡Tú, ten ánimo, sé valiente!  Es lo que nosotros debemos responder en obediencia a los mandamientos de Cristo y hacer lo que nos diga que hagamos. Y, como estuvo con Él, estará a nuestro lado para darnos fuerza y valor.

Orígenes nos da la clave para entender todos estos versículos y todas estas palabras con las que Dios nos llena con su amor:

“En sentido alegórico, los habitantes de la tierra representan las poblaciones diabólicas de los vicios que hay que vencer. Se trata por tanto, de un viaje místico hacia la heredad de la sabiduría prometida por Dios”.

La conquista de la Tierra Prometida es la victoria sobre todos nuestros vicios y pecados interiores, y sobre todos los exteriores donde reinen el odio, el egoísmo, el mal...


Bibliografía:

-"La Tierra Prometida" (Beatriz Ozores, Radio María)


lunes, 11 de mayo de 2020

OIKONOMÍA: LA ECONOMÍA DE LA GRACIA

Dios, conforme a la riqueza de la gracia que,
 en su sabiduría y prudencia, 
ha derrochado sobre nosotros, 
nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad: 
el plan que había proyectado realizar por Cristo, 
en la plenitud de los tiempos: 
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. 
(Efesios 1,10)

Decía el cardenal Newman que "la Gracia es la Gloria en el exilio, la Gloria es la Gracia en casa"

Y es que, aunque la Gracia es propia de la tierra (anterior a la muerte) y la Gloria, del cielo (posterior a la muerte), en realidad, son lo mismo: Dios donando Su vida amorosa a los hombres, aunque en distinto escenario, en distinta dimensión.

Hoy hablaremos de la Economía de la Gracia y de cómo a través de ella, el hombre alcanza a conocer a Dios, y viceversa.

La Gracia de Dios
El Catecismo de la Iglesia Católica define la Gracia como "el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina, de la vida eterna." (CIC 1996).

La participación en ella es sobrenatural porque sobrepasa las posibilidades de la naturaleza humana y no empírica o “experimentable”, sino que solo se recibe por la fe.

Normalmente, el Catecismo cuando habla de Gracia, se refiere a la Gracia santificante, pues se trata del don divino por el que cada hijo de Dios puede llegar a la santidad. Además, podemos añadir el término de Gracia divinizante, pues se trata del don de la vida divina en el alma del cristiano.

El Catecismo distingue entre Gracia habitual, como el don permanente de la vida divina que permite la relación con Dios y Gracia actual, como la intervención de Dios en el camino de santificación de cada cristiano (CIC 2000).

Otra distinción es entre Gracia sacramental, recibida con cada uno de los sacramentos y Gracia especial o carisma, aquella que el Espíritu Santo concede para alguna persona o situación particular o para la vivencia de un determinado tipo de vida, también llamada Gracia de estado (CIC 2003).

Teología y Oikonomía
La Teología, del griego theos/logos: Dios/estudio, que significa el estudio de Dios, se refiere al misterio inmanente y absoluto de la vida íntima y eterna del Dios-Trinidad. Hablamos del "Conocimiento de Dios".

La Oikonomíadel griego oikos/nomos: casa/ley, que significa administración doméstica, se refiere a todas las obras de Dios por las que se revela y comunica su vida. Es el plan salvífico de Dios revelado, sobre todo, en la obra redentora de Jesucristo y en la obra santificadora del Espíritu (Gálatas 4,4-6). Es lo que conocemos como "Economía de la Gracia".

La Economía de la Gracia es Dios donando las riquezas divinas en el espíritu del hombre, para hacerlo partícipe de sus planes y propósitos eternosPor ella se nos revela el Conocimiento de Dios y, a la vez, éste ilumina toda la  Economía de la Gracia. Las obras de Dios revelan quién es en sí mismo y, a la vez, el misterio de su Ser íntimo, ilumina la inteligencia de todas sus obras (CIC 236) .

De forma análoga, ocurre lo mismo entre nosotros, los seres humanos. Nos damos a conocer por nuestro obrar, y a medida que otros nos van conociendo, mejor comprenden nuestro obrar. 

La Gracia, que es Dios mismo donado, puede llegarnos bien directamente desde Él a nosotros o bien indirectamente, a través de mediadores que selecciona, dispone y utiliza al objeto de lograr nuestra salvación.

Plenitud y participación en la Gracia
God's Love Upon Us - Home | FacebookJesucristo es la plenitud de la Economía de la Gracia, quien, a través de su Encarnación, la ha derramado sobre la tierra: "Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo" (Juan 1,16-17).

La Gracia de Dios se ha manifestado a través de Cristo, segunda persona de la Trinidad, para la salvación de los hombres. 

Todo el Conocimiento y la Gracia de Dios nos viene del Hijo: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Quien me ha visto a mí ha visto al Padre" (Juan 14, 6 y 9).

La Santísima Virgen María, predestinada desde la eternidad como la excelsa Madre del divino Redentor, por decisión de la divina Providencia, colabora con Su Hijo en la administración de la Gracia en la tierra. "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lucas 1,28).

Novena - NavidadAsí, la "Llena de Gracia" participa, de modo singular, desde la Anunciación y después de su Asunción a los cielos, en la obra salvífica de Su Hijo, distribuyendo gracias abundantes para el restablecimiento de la vida sobrenatural de los hombres, perdida y relatada en el libro del Génesis, e intercediendo para procurar dones para la salvación de todos sus hijos (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 61-63).

Es cierto que ninguna criatura puede equipararse dentro de la economía de la Gracia con el Verbo encarnado y Redentor, ni tampoco con la Bienaventurada Virgen María.

Sin embargo, en el misterio de la Iglesia, que también es llamada virgen y madre, Dios ha dispuesto, por su Providencia amorosa y bondadosa, designar a los obispos y presbíteros como administradores de sus dones y gracias entre su pueblo fiel para que los difundan sobre las criaturas según distintos talentos y carismas

San Pedro, primer papa de la Iglesia fue elegido por el mismísimo Cristo para apacentar sus ovejas, es decir, nombrado administrador y dispensador de la economía de la Gracia en favor de judíos y gentiles. Y que a su vez, él transmitió, por el poder concedido por el Maestro, cuando, dirigiéndose a la diáspora en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, dice"Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido" (1 Pedro 4, 10).

San Pabloel apóstol de mayor conocimiento en el misterio oculto de Cristo por revelación divina, fue el administrador y distribuidor de la economía de la gracia de Dios, en favor de los gentiles desde el primer siglo hasta nuestros díasEl mismo Cristo le encargó predicar su misterio y anunciar la buena noticia de Sus riquezas (Efesios 3, 2-10)

También, los santos a lo largo de la historia de la Iglesia han participado de diversas manera en la administración y suministro de la Gracia, haciéndose copartícipes de la única fuente de mediación del Redentor.

Finalmente, el pueblo de Dios, a través del “consejo de los santos” es quizás la forma más cercana y sencilla de la economía de la Gracia. Dios actúa mediante de una palabra, de una situación o de una acción especifica, en un lugar y en un momento determinados. Habla por boca de otros, poniendo las palabras adecuadas en los labios de aquel a quien ha designado para transmitir un determinado mensaje a otro.

Otros medios de Gracia
La asidua lectura de la Palabra de Dios, inspirada, viva y eficaz, ya sea en público o en privado, en misa o en grupo, es un medio por el que derrama su Gracia y una guía por la que Dios ha querido revelarse al hombre. 

Los ministros unidos en el sacerdocio a Cristo nos ofrecen a través de la administración de los Sacramentos de la Iglesia uno de los principales medios conductores de la Gracia de Dios. Cada Sacramento contiene una Gracia particular, produce un efecto espiritual distinto y particular en quien participa de él y un efecto proporcional a la intensidad de la fe de quien lo recibe. 

Leyes de la Gracia
Dios actúa siempre libremente en el uso de su libertad, sin someter en sus decisiones a nadie más que a Sí mismo. Y por amor a nosotros, los hombres, ha querido respetar nuestro libre albedrío y "someterse" a ciertas maneras de comportarse en su relación con nosotros y en su forma de darse gratuitamente a nosotros: son las “Leyes de la Gracia”:

-Dios tiene un plan para cada uno. Hay quienes apelan al destino o al azar para justificar una administración descontrolada y caprichosa de la vida humana, que finaliza con la muerte.

Sin embargo, es Dios quien gobierna cada realidad humana de manera minuciosa, detallada, precisa e individualizada (Mateo 10,30; Lucas 12,7). 

El Creador no deja nada al azar sino que construye su Designio de Amor de forma particular e individual para cada una de sus criaturas, distribuyendo dones y gracias, presentándonos situaciones y personas diversas, actuando en nuestro interior y observando nuestra reacción ante cada una de ellas. 

En función de nuestras respuestas, nos presenta nuevas e innumerables situaciones en las que sigue asistiéndonos con Su Gracia, de tal forma que el resultado de su Plan para cada uno de nosotros sea el Cielo, a no ser que se lo impidamos por el ejercicio de nuestra libre voluntad.

Dios desarrolla su Plan Perfecto para cada uno de nosotros con el único objetivo de llevarnos a su amistad íntima y eterna en el cielo, aunque respetando, ante todo, nuestra libertad. 

Además, cada Gracia que Su Providencia derrama sobre cada uno de nosotros, repercute e implica otras sobre otras personas, actuando en beneficio mutuo de todas ellas. Así nos convierte en mediadores en su deseo salvífico y santificador de todas sus criaturas.

-Dios acompaña de muchas gracias una desgracia. Muchos piensan que una desgracia padecida supone una pérdida del favor de Dios, porque nos castiga, porque se ha olvidado de nosotros, o porque nos ha abandonado, al permitir que experimentemos el mal o el sufrimiento.

Sin embargo, aunque una desgracia es una experiencia dolorosa muy intensa, que supone una fuerza de voluntad firme, que supone una prueba de fe y perseverancia, Dios, que conoce perfectamente nuestras limitaciones porque es quien nos ha creado, nos acompaña en cada desgracia con un derramamiento de Su Gracia proporcional o incluso, superior a la intensidad de la desgracia padecida. 

La cuestión es ser capaces de comprender y aprovechar esa lluvia de Gracias con cada desgracia, para acercarnos más a Dios, en la certeza de que solos, no podemos.

-Dios nos regala gracias ilimitadas. El Creador no escatima nada en la generosa administración de su Gracia y nos ofrece un crecimiento ilimitado en nuestra vida de dones y gracias. Cuanta más gracia pidamos, cuanta más gracia aceptamos, más gracia recibimos de Dios (Mateo 25,29). 

Cuanto más abramos nuestra alma, nuestra mente y nuestro corazón a la Gracia, cuanto más dejemos que el Espíritu Santo suscite Sus mociones interiores, cuanto más las aceptemos, cuanto más nos dejemos guiar en dirección al Cielo, nuevas y más abundantes gracias recibiremos para nuestro bien. 

Y lo mismo ocurre cuando se las pedimos a su Hija, Madre y Esposa, la Virgen María: nos regala más y más abundantes gracias. No hay límite en la entrega de la Gracia, porque Ella es "llena de Gracia" por decisión irrevocable de Dios.

-Dios concede su Gracia a los humildes. El apóstol Santiago lo deja muy claro: “Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (Santiago 4,6). 

La Gracia no puede darse al soberbio, quien cree no necesitar a Dios, quien dice sentirse libre, capaz y autónomo, quien se niega a ser dócil al amor de Dios en su interior porque levanta una barrera de rencor que impide recibirla. 

La Gracia es el favor gratuito de Dios en nuestro beneficio pero no puede fluir donde no hay amor ni humildad para reconocerse hijo amado de Dios y, por tanto, dependiente de Él. 

-Dios se auto limita en favor de nuestra libertad. Dios se limita así mismo, frena su omnipotencia en favor de nuestra libertad, para que le "permitamos" entrar en nosotros, y así, derramarse con sobreabundancia de amor en nuestra alma, y ofrecernos una comunión íntima con Él.

La Gracia es el bien más valioso para un cristiano, que actúa, cuando lo permitimos, directamente en nuestro corazón, realiza cambios radicales en nuestra vida y nos hace progresar en nuestro conocimiento de Dios. Es el vino nuevo en odres nuevos (Lucas 5,37-38). Pero Dios ni siquiera nos pide permiso para entrar. Espera afuera como un mendigo (Apocalipsis 3, 20), a que la libertad de nuestro amor verdadero le abra la puerta de nuestro corazón y cenar con nosotros.