¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

miércoles, 11 de noviembre de 2020

NOCHES DE SANTÍSIMO

"Es bueno dar gracias al Señor 
y tocar para tu nombre, oh Altísimo; 
proclamar por la mañana tu misericordia 
y de noche tu fidelidad"
(Salmo 91, 2-3)

¡Qué bien se está junto a ti, Señor! ¡Qué reconfortante es saber que estás a mi lado! ¡Qué alegría oirte susurrar en mi corazón!

¡Me basta con saber que estás ahí, encerrado en una urna de cristal! ¡Me basta con saber que estás ahí, preparándome una eternidad! 

Gracias Señor, por descubrime tu divina presencia en la Adoración del Santísimo Sacramento del Altar, en aquel primer viaje a tierras bosnias. 

Allí, en Medjugorje, de la mano de Tu Madre, mi Madre, me sorprendiste, delante de miles de personas arrodilladas, que te contemplaban en silencio y que te adoraban, alabándote en distintas lenguas. ¡Gracias Señor, por regalarme tu gracia en aquel maravilloso "Pentecostés"!
Allí  aprendí a darte culto por el día, por tu misericordia, y a adorarte por la noche, por tu fidelidad. A darte gracias por la mañana y por la noche, mi "sí". A ofrecerte mi trabajo por el día y mi descanso por la noche. Allí aprendí a contemplarte, a escucharte. ¡Allí te descubrí!

Gracias Señor, además, por conducirme a una parroquia con Adoración Perpetua, donde Tú permaneces, esperándonos, las veinticuatro horas del día. Sin duda, una gracia especial para quienes saben apreciarla... 
Gracias por suscitarme la necesidad de estar junto a tí, de día y de noche. Gracias Señor, por tus miradas llenas de ternura, por nuestros diálogos nocturnos... 

Gracias Señor, por tantas gracias que me regalas. Gracias Señor, por tanto amor que derrochas conmigo. Gracias Señor, por tu santa paciencia conmigo. 

¡Gracias Señor, por llevarme de la mano hacia Tí!

lunes, 9 de noviembre de 2020

VIVIR COMO UN APÓSTOL DE CRISTO

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"Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. 
El que permanece unido a mí y yo en él, da mucho fruto; 
porque sin mí no podéis hacer nada." 
(Juan 15, 5)

Los discípulos, tras el encuentro con Jesús resucitado, comienzan a vivir una vida rigurosa y radicalmente nueva. Cristo les ha enseñado el camino de vivir de un modo distinto y superior al de su naturaleza humana, a vivir de un modo sobrenatural. Sin dejar de ser ellos mismos, son transformados, encendidos con un fuego de amor que viene del Espíritu de Cristo y que incendia sus corazones. 

San Pablo, después de encontrarse cara a cara con Cristo, es uno de los grandes ejemplos de esa nueva vida que vive todo fiel cristiano: "Vivo yo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí" (Gálatas 2, 20).  

La enseñanza de Pablo es muy válida para todos los tiempos, y muy actual para el nuestro. San Pablo se movió en un mundo pagano. Y el mundo de nuestros días, con su creciente secularización y con su materialismo desacralizado en todos los sectores de la vida, está muy cerca del mundo pagano de hace veinte siglos. 

La evangelización del apóstol Pablo era escándalo para unos y necedad para otros (1 Corintios 1, 23). La predicación de los apóstoles no fue grata en su tiempo pero sí eficaz, porque era necesaria y salvadora. Igual que sigue siendo hoy. Tampoco en la actualidad resuena grata a los oídos del mundo pero el mundo la necesita, y solo el anuncio de Cristo puede salvar al mundo. 

Por ello, tenemos que seguir contándosela al mundo de hoy, como san Pablo se la contó al de su tiempo. Los cristianos nos encontramos así con una forma de vida nueva: La vida de Cristo en nuestra vida.  

Jesús nos dice "Yo soy la vid y vosotros, los sarmientos" (Juan 15,5). La misma savia de la vid corre por nosotros, los sarmientos, nos vivifica y nos da capacidad de dar frutos abundantes. No somos la vid y, a la vez, de algún modo, lo somos. No somos idénticos a Cristo, pero en cierta manera nos identificamos con Él, porque Cristo vive en el cristiano: "Os aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi me lo hicisteis" (Mateo 25, 40).

La vida de un apóstol es la incorporación a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, como dice Santo Tomás Aquino: "el Bautismo nos incorpora a la Pasión y Muerte de Cristo, de tal manera que la Pasión de Cristo, en la que cada persona bautizada tiene una parte, es para todos un remedio tan efectivo como si cada uno hubiese sufrido y muerto él mismo" (S. Th. III, 69, 2).  Por eso, los cristianos queremos seguir al Maestro, nos negamos a nosotros mismos, tomamos nuestra cruz y le seguimos (Mateo 16,24). 
San Pablo dice que por el Bautismo hemos muerto con Cristo, y hemos sido sepultados, resucitados y sentados con Cristo a la diestra del Padre (Romanos 6, 3-14). 

"Aun cuando estábamos muertos por los pecados, nos dio vida juntamente en Cristo... y nos resucitó con El, y nos hizo sentar sobre los cielos en la Persona de Jesucristo" (Efesios 2, 56). 

La incorporación del cristiano a Cristo es y sólo puede ser libre, por lo mismo que Dios jamás quebranta nuestra libertad, ni nos da bien alguno que no queramos. Hay que querer creer amorosamente, para que mediante la fe viva, Cristo viva libremente en nosotrosJesús, subrayando nuestra libertad, se diría que nos suplica la permanencia en Él: "Permaneced en mí y yo en vosotros" (Juan 15, 4). 

Así, pues, Cristo no sólo vive en la Gloria y en la Eucaristía, sino también en el cristiano, vive en el apóstol de Cristo, que libremente decide pasar por la Puerta que es Cristo mismo: "Yo soy la puerta" (Juan 10, 7 y 9). 

Todo es posible viviendo en Cristo, puesto que Él ha depositado su espíritu en nuestro espíritu para hacer milagros, para ser capaces de dar vista a los ciegos, hacer andar a los paralíticos y resucitar muertos. Y no sólo hay que entenderlo en un sentido físico, puesto que las mayores curaciones milagrosas suelen ser espirituales, milagros en la intimidad del corazón, de donde surgen todas nuestras obras.
Los Santos Padres nos recuerdan que Cristo ha elevado nuestra naturaleza hasta una altura insospechada, de forma que nos ha "divinizado""lo que es el hombre quiso ser Cristo, para que el hombre pudiera llegar a ser lo que es Cristo" (San Cipriano , de idol. van., c. II) o "Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciera Dios" (San Agustín, Sermón 13 de temp.).

Al ser "patícipes de la naturaleza divina" (2 Pedro 1, 4), no deberíamos dudar, como no dudaron Santiago y Juan, cuando Jesús les preguntó si se creían capaces de recorrer la misma senda que Él se disponía a pisar; ellos respondieron sin vacilación: ¡Podemos! (Mateo 20, 22). ¿Y nosotros? ¿somos capaces de recorrer la misma senda que Jesucristo?

Dios nos llama a ser sus apóstoles, a ser sembradores de la viña, a ser pescadores de hombres. Nuestra tarea apostólica debe estar motivada por el deseo de ayudar a los hombres a encontrar a Jesús.

Un gran ejemplo apostólico lo encontramos en la escena evangélica de los cuatro amigos que transportan al paralítico y que, por el techo, descuelgan la camilla para que éste pueda estar con Jesús. Hasta el mismo Jesús admiró la fe y la audacia de estos hombres con su amigo paralítico, a quien perdonó sus pecados y curó su parálisis.

Este deseo de ayudar a los hombres a encontrarse con Jesús es nuestra principal tarea apostólica, que requiere una serie de virtudes que la gracia de Dios nos concede:

Virtudes sobrenaturales

Un apóstol trabaja las virtudes sobrenaturales o divinas. Son las llamadas virtudes teologales:

-Fe firme. No se trata de una fe mental y estéril, sino una fe activa, con obras.

-Esperanza optimista. Sustenta la fe en el convencimiento de que Cristo es lo que necesitan los hombres.

-Caridad sincera, con la que ama a Dios y al prójimo.

Virtudes naturales

Un apóstol también trabaja las virtudes naturales o humanas. Son las llamadas virtudes cardinales:

-Pureza y Rectitud de intención. No le importa lo que piensen los demás. Tiene sólo a Dios como público. 

-Templanza y Serenidad. Busca con prudencia el mejor camino para lograr su objetivo, conoce qué, cuándo y cómo obrar en cada caso.

-Amistad y Lealtad. Muestra en todo momento una actitud sincera de renuncia de sí y de servicio hacia los demás.

-Fortaleza y Justicia. Vence los obstáculos que se le presentan y obra siempre con rectitud.

-Constancia y Paciencia. Sabe que los frutos que, a veces, tardan en producirse.

-Audacia y Firmeza. Logra las metas que, a veces, no se alcanzan a ver.

-Autenticidad y Sobriedad. Es coherente, ejemplo y luz en todo cuanto hace. 

-Amabilidad y CordialidadHace la vida más grata a los demás.

-Alegría y Optimismo. Persevera con entusiasmo y buen ánimo en las dificultades.

-Generosidad y Respeto. Mira a los demás con los ojos del Maestro, como criaturas únicas de Dios, aceptando sus virtudes y defectos.

-Benignidad e Indulgencia. Sabe perdonar los errores ajenos con prontitud y sin rencor.

-Sencillez y Humildad. Todas sus obras son para la gloria de Dios

sábado, 7 de noviembre de 2020

EL MISTERIO DE INIQUIDAD: LA GRAN BABILONIA


"Cayó, cayó la gran Babilonia. 
Y se ha convertido en morada de demonios, 
en guarida de todo espíritu inmundo, 
en guarida de todo pájaro inmundo y abominable; 
porque del vino del furor de su prostitución 
han bebido todas las naciones, 
los reyes de la tierra fornicaron con ella, 
y los mercaderes de la tierra se enriquecieron 
con el poder de su opulencia. 
Y oí otra voz del cielo que decía: 
Pueblo mío, salid de ella, 
para que no os hagáis cómplices de sus pecados 
y para que no os alcancen sus plagas; 
porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo, 
y Dios se ha acordado de sus crímenes" 
(Apocalipsis 18, 2-5)

Concluimos con este tercer artículo las reflexiones sobre el misterio de la iniquidad: La Iglesia sin Cristo.

La Anti-iglesia también ha modificado deliberadamente el vocabulario teológico con el propósito de cambiar los contenidos que expresa con él en la liturgia y en la predicación, donde la claridad de la exposición católica ha sido reemplazada por el equívoco o la negación implícita de la verdad dogmática. 

Este nuevo lenguaje pretende interpretar las consignas del mundo y trasladarlas al ámbito eclesial con expresiones tomadas del lenguaje profano o que lo recuerdan por asonancia: "Iglesia en salida", "Iglesia de puertas abiertas", "Iglesia dinámica", "Tender puentes y derribar muros". Se trata de asumir "lo diferente" como una apertura positiva al mundo.

Una Iglesia sin Cristo

El arzobispo norteamericano, Monseñor Fulton Sheen, hablando del Anticristo dijo: "Dado que su religión será la hermandad sin la paternidad de Dios, engañará incluso a los elegidos".

Y así, la connivencia con los postulados revolucionarios ha transformado a la verdadera y Santa Iglesia Católica en la Gran Babilonia:

"Idólatra y con rostro amazónico" (Sínodo de los Obispos), que defiende una teología verdeque rinde culto a la pachamama, la madre tierra (Laudato Sí) y naturista, que sustituye la justa ira de Dios, ofendido por los innumerables pecados de la humanidad, por una furia destructiva de la Naturaleza, ultrajada por la falta de respeto al medio ambiente, y a la que, desde la más alta jerarquía eclesial, se le atribuye una identidad personal, casi dotada de intelecto y voluntad, preludio sacrílego de su divinización.
"Igualitaria y progresista" (Fratelli Tutti), que propugna la fraternidad global que defiende un ecumenismo "de sangre" (Nostra Aetate, Dignitatis Humanae y Fratelli Tutti), y que sustituye la universalidad del Evangelio por el manifiesto masónico-revolucionario al grito de Liberté, Égalité, Fraternité, es decir, la aceptación de la Fraternidad Universal, el gran principio de la masonería moderna.


"Seductora y complaciente", que intenta satisfacer al mundo y agradar a los hombres, en contraste con las palabras del Apóstol Pablo en Gálatas 1, 10que se somete a los dictados del Estado (por ejemplo, frente al Covid), en violación de la libertas Ecclesiae, que el Papa y los obispos deberían haber defendido con firmeza. 
La Anti-Iglesia, nacida de la unión inmunda entre el mundo y la carne, vive bajo la atenta y complaciente mirada del Enemigo, para su condenación y perdición de las almas. 

La Gran Babiloniaorgullosa y malvada, la Jezabel idólatra y lasciva que se prostituye con la ideología infernal, blasfemando y apostatando, para colocar al hombre en lugar de Dios, a la criatura en lugar del Creador...caerá...

La verdadera Iglesia

Las acciones llevadas a cabo a partir del Vaticano II han tenido el efecto devastador deseado por el Enemigo, concretizando ese giro antropológico que hoy ha llevado a la apostasía de la anti-iglesia y al eclipse de la verdadera Iglesia de Cristo. 

Por tanto, la verdadera Iglesia Católica, para anular esos efectos nocivos y eliminar sus causas,  no puede aceptar, ni siquiera de forma parcial, los principios revolucionarios que asumió tras el Concilio

La Santa Iglesia debe rehusar la vana distinción entre la supuesta bondad del Concilio y la traición a la voluntad de los Padres sinodales, entre la “letra” y el “espíritu” del Vaticano II, entre la magisterialidad o no de sus actos, entre el hermenéutica de la continuidad versus la de la ruptura. 
La Iglesia de Cristo debe darse cuenta de que la anti-iglesia ha utilizado las etiquetas como “Concilio Ecuménico” o como "Encíclicapara dar autoridad y fuerza de ley a sus propias demandas revolucionariasblanquear sus manifiestos políticos de adhesión al Nuevo Orden Mundial. 

La parte sana de la Iglesia se encuentra entre la espada y la pared, en un callejón sin salida, dividida entre tener que reconocer el carácter subversivo y erróneo de los documentos conciliares y, por tanto, excluirlos del corpus magisterial, o tener que declararlos ortodoxos y fieles a la doctrina para salvaguardar la infalibilidad del Magisterio. 

El resto fiel de la Iglesia debe evitar dejarse atrapar por la oscuridad de la tibieza; no puede callar ni dejar de ser clara y firme ante las cuestiones doctrinales; no puede generar dudas o malentendidos ni usar un lenguaje equívoco para evitar condenar o negar el error.

La Iglesia verdadera debe tener muy presentes las palabras del "Vidente de Patmos" sobre el destino de la Gran Babilonia por sus pecados (Apocalipsis 18,2-5), y salir de ella de inmediato, para no ser cómplice de sus abominaciones.
La Iglesia perseverante debe volver a poner a Cristo en el trono y expulsar de él a la Bestia; celebrar fielmente la Santa Liturgia y no convertirla en una manifestación social, en un mitin político o en un desvarío herético; saborear los escritos de los Padres de la Iglesia y vomitar los panfletos revolucionarios; devolver la corona a la Reina y Madre de la Iglesia y aborrecer las diademas de las Bestias.

La Iglesia perseguida debe dejarse inspirar por el ejemplo de los Santos Mártires Macabeos, ante un nuevo Antíoco que nos pide sacrificarnos a los ídolos y abandonar al Dios verdadero y responder con sus palabras, orando al Señor: 

"Ahora también, Señor de los cielos, 
envía un ángel bueno delante de nosotros 
para infundirles temor y espanto. 
¡Que el poder de tu brazo 
hiera a los que, blasfemando, 
han venido a atacar a tu pueblo santo!"

La verdadera Iglesia Católica, la Iglesia de Cristo, nacida de la unión trinitaria de amor, vive bajo la amorosa y compasiva mirada de Dios, para su gloria y salvación de las almas. 
La Jerusalén Celesteobediente y perseverante, la Virgen dócil y santa, que se prepara para la llegada del Amado y se dispone a entrar en las bodas del Cordero, para ser llevada al altar de la Patria Eterna... vencerá...



Fuentes:

-Cómo la revolución del Vaticano II, sirve al Nuevo Orden Mundial (Arzobispo Carlo Maria Viganò, Conferencia sobre Identidad Católica, 23-25 ​​de octubre de 2020).

-Se hace tarde y anochece (Cardenal Robert Sarah, Editorial Palabra, 2019).

-Discurso radiofónico (Arzobispo Fulton Sheen, 26 de enero de 1947).

jueves, 5 de noviembre de 2020

EL MISTERIO DE INIQUIDAD: EL ECLIPSE DE LA IGLESIA

"Vi una bestia que salía del mar...
El dragón le dio su poder, su trono y gran autoridad...
Todo el mundo, admirado, seguía a la bestia; 
y adoraron al dragón por haber dado su autoridad a la bestia,
 y adoraron a la bestia...
Y se le dio una boca grandilocuente y blasfema
y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. 
Abrió su boca para blasfemar contra Dios, 
para blasfemar contra su nombre 
y contra su morada 
y contra los que habitan en el cielo. 
Y se le dio combatir contra los santos y vencerlos, 
y se le dio autoridad sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. 
Lo adorarán todos los habitantes de la tierra, 
cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero degollado, 
desde la creación del mundo. 
Quien tenga oídos, que oiga...
 ¡Aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos! 
(Apocalipsis 13,1-9)

Continuamos en este segundo artículo con las reflexiones sobre el misterio de la iniquidad: el eclipse de la Iglesia.

Según el cardenal Viganó, durante los últimos sesenta años, hemos asistido (atónitos o impasibles) al eclipse de la verdadera Iglesia, oscurecida por el "humo de Satanás" (anunciado por el Papa Pablo VI en 1972), corrompiendo y convirtiéndolo en una anti-iglesia que se ha apropiado progresivamente de su nombre; que ha ocupado la Curia Romana y sus Dicasterios, Diócesis y Parroquias, Seminarios y Universidades, Conventos y Monasterios; que ha usurpado su autoridad y que su prestigio para apropiarse de sus tesoros, sus activos y sus finanzas.

Un eclipse que, como ocurre en la naturaleza, no sucede de repente, sino que es un proceso relativamente lento pero inexorable, en el que la luna anti-iglesia sigue su propia órbita hasta que se superpone con la luz del sol Dios, generando un cono tenebroso de sombra doctrinal, moral, litúrgica y disciplinaria, que se proyecta sobre la tierra, sobre la humanidad. 

Todavía no es un eclipse total (que veremos al final de los tiempos, bajo el reinado del Anticristo) sino solo un eclipse parcial, que nos permite ver la corona luminosa del sol sobre la que se superpone el disco negro de la luna, pero que ha ido aumentando gradualmente desde el Concilio Vaticano II.

La Santa Iglesia, según las promesas de Cristo, nunca será derrotada por el poder del infierno (Mateo 1,18), pero esto no significa que no pueda o esté ya oscurecida por su infernal falsificación. 

San Jerónimo nos recuerda que el poder del infierno son pecados y vicios, especialmente las enseñanzas de los herejes, pero éstos nunca podrán oscurecer completa ni definitivamente el esplendor de la Esposa de Cristo, sino sólo durante el breve período del eclipse que, la Providencia, en su infinita sabiduría, ha decidido permitir para sacar un mayor beneficio de ella.

El abandono de la dimensión sobrenatural

Otra clara evidencia del eclipse de la Iglesia es el abandono desde lo más alto de la jerarquía eclesiástica de su dimensión sobrenatural y de su papel escatológico

Tras el Concilio, los "innovadores" borraron por completo el origen divino de la Iglesia de su horizonte teológico, transformándola en una entidad de origen humano similar a una organización filantrópica o no gubernamental. 
Se trataba de un intento de "actualizarla" desde su realidad sobrenatural y trascendental hasta una dimensión más natural, de adecuarla a una dimensión más terrenal, negando y contradiciendo las palabras del Señor en (Mateo 5, 18), y poniendo en entredicho los mandamientos de Dios y la doctrina de la Iglesia de Cristo. 

Se trataba de establecer "el cielo en la tierra" desde un horizonte humano completamente estéril. Se trataba de alcanzar una utopía terrenal que se adaptara a los tiempos. Se trataba de lograr una redención global por el hombre.

La amistad con el mundo

Sigue Viganó diciendo que las propuestas revolucionarias de la Nouvelle Théologie, liderada por la masonería en el ámbito civil, político y cultural, irrumpió en la élite católica encontrando un terreno fértil en los Padres conciliares, al percibir un cierto sentimiento de inferioridad ante el mundo y de insuficiencia ante los nuevos desafíos

Avergonzándose por ese "complejo" asumido, la élite de obispos, teólogos e intelectuales atribuyeron imprudentemente la responsabilidad del fracaso inminente de la Iglesia a su estructura jerárquica granítica, a la intransigencia del Papado en la solidez doctrinal, a la rigidez de los pastores y su moral monolítica. Y la Iglesia se acusó así misma de no querer reconciliarse con la mentalidad del siglo, de no querer “abrirse”. 
La falsa suposición de que entre la Iglesia y el mundo contemporáneo pudiera existir una alianza, una consonancia de propósitos, una amistad, contradice la Palabra de Dios de Génesis 3, 15, refuta la hostilidad entre la Mujer y la serpiente, desmiente la lucha entre Dios y Satanás e impugna el antagonismo entre la Luz y las tinieblas. 

Una enemistad establecida por Dios mismo, que coloca a María Santísima (y a la Iglesia) en oposición eterna al mundo, a la carne y al demonio.  El mundo tiene su propio príncipe (Juan 12,31), que es "enemigo" (Mateo 13,28), "homicida desde el principio", "mentiroso" y "padre de la mentira" (Juan 8,44). Por tanto, buscar un pacto no beligerante con el mundo significa tener que llegar a un acuerdo con Satanás

Revolución y Concilio

Con un poco de discernimiento, podemos comprender cómo las ideas cospiradoras y heréticas de los "innovadores" postconciliares coinciden completamente con las demandas del Nuevo Orden Mundial, que paradojicamente, son las mismas de la Reforma Protestante, de la Revolución Francesa y de la Revolución bolchevique:

-la imposición del principio democrático como una fuente legítima de poder, frente al derecho divino y jerárquico de la Monarquía Católica y del Papado.

-la cancelación del pasado histórico, evaluado y redefinido con parámetros actuales, frente a la tradición y el patrimonio cultural. 

-el énfasis en la libertad de las personas frente al debilitamiento del concepto de responsabilidad y deber.

-la eterna provisionalidad de la moral y la ética, que debe estar en continua evolución frente a la inmutabilidad y trascendencia.

-el establecimiento del estado laico frente a la sumisión de los asuntos públicos a Jesucristo y a la superioridad ontológica de la misión de la Iglesia.

-la anhelada igualdad de las religiones no sólo ante el Estado, sino también como concepto general al que debe adecuarsela Iglesia, frente a la objetiva y necesaria defensa de la Verdad y la condena del error.

-la falsa y blasfema dignidad del hombre basada en la negación del pecado original frente a la necesidad de la Redención como premisa para agradar a Dios, merecer Su Gracia y alcanzar la bienaventuranza eterna.

-la subversión jerárquica del papel de la mujer frente al desprecio y disolución del privilegio de la maternidad.

-la primacía de la materia sobre el espíritu.

-la relación fideísta con la ciencia frente a una crítica despiadada de la religión sobre una base falsamente científica.
Según Viganó, todos estos principios promocionados por los ideólogos de la masonería y por los proponentes del Nuevo Orden Mundial encuentran su inquietante correspondencia en las ideas revolucionarias del Concilio:

-la democratización de la Iglesia, que comenzó con Lumen Gentium y hoy se encuentra declinada en la vía sinodal del Fratelli Tutti.

-la asamblea de los órganos de poder se logró con la atribución de un papel decisorio a las Conferencias Episcopales, los Sínodos de Obispos, las Comisiones, los Consejos Pastorales, etc.

-el pasado de la Iglesia (Cruzadas, Inquisición, etc.) es juzgado según la mentalidad moderna y condenado a agradar al mundo;

-la “libertad de los hijos de Dios” teorizada por el Vaticano II es independiente de los deberes morales de los individuos, siendo todos ellos, seguros y merecedores de perdón, sin tener en cuenta sus propias disposiciones interiores y del estado de sus almas.

-el oscurecimiento de las perennes referencias morales permiten la revisión de la doctrina sobre la pena capital y, con Amoris Laetitia, la admisión de las concubinarias a los sacramentos, resquebrajando ruinosamente el edificio sacramental.

-La adopción del concepto de laicismo llevó a la anulación de la Religión de Estado en las naciones católicas, a instancias de la Santa Sede y el Episcopado, con la consecuente pérdida de la identidad religiosa y el reconocimiento de los derechos de las sectas, así como la aprobación de normas que violan la ley de Dios y la ley natural.

-la libertad religiosa teorizada en Dignitatis Humanae se lleva hoy a sus lógicas y extremas consecuencias con la Declaración de Abu Dhabi y la última Encíclica Fratelli Tutti, haciendo vana la misión salvífica de la Iglesia y de la Encarnación misma.

-la teorización de la dignidad humana en el ámbito católico ha llevado a la confusión del papel del laicado con respecto al papel ministerial del clero, junto con un debilitamiento de la estructura jerárquica de la Iglesia, mientras que la aceptación de la ideología feminista es el preludio de la admisión de la mujer en el "Orden Sagrada".

-la preocupación desordenada por la pobreza y la mendicidad propia de la izquierda ha transformado a la Iglesia en una suerte de unión o asociación asistencial, limitando su actividad a la mera esfera material, descuidando la dimensión espiritual y el anuncio kerigmático.

-la confianza en la ciencia y el progreso tecnológico ha llevado a la Iglesia a repudiar ante el mundo su fe, a “desmitificar” los milagros, a negar la autoridad e inerrancia de la Sagrada Escritura, a explicar los misterios más sagrados de la fe católica como “símbolos”, “metáforas” o "fábulas", alcanzando sacrílegamente la definición de “mágico” del concepto católico de Transubstanciación, así como la realidad de la Resurrección, y calificando los sublimes dogmas marianos de "tonterías".

Una élite de tibios y moderados

El repliegue cobarde de los "tibios" jerárquicos eclesiales al pensamiento dominante, con su deseo de complacer a sus perseguidores y de hacerse servidor de sus enemigos, asume implícitamente que los obispos están irremediablemente obsoletos y destinados a su propia extinción.

Esta sumisión cortesana de los "obispos moderados" a lo políticamente correcto, con su intención equidistante, nace del miedo a ser ninguneados, de la cobardía a perder su poder y prestigio que, a pesar de todo, el mundo todavía los reconoce. No se dan cuenta, o no quieren admitir, que el reconocimiento y la autoridad que todavía poseen proviene de la propia potestad y el firmeza de la Iglesia de Cristo, y no de su miserable y lamentable falsificación de la que ellos mismos son los autores.

Cuando la anti-iglesia esté completamente establecida en el eclipse total de la Iglesia Católica, la autoridad de sus líderes se convertirá en esclava del Nuevo Orden Mundial y del pensamiento único, quien no tolerará ninguna derogación de sus postulados y aplicará sin piedad su dogmatismo fanático a quienes traten de mantenerse fieles al Magisterio. 

La "Babilonia la Grande", usurpadora del "Templo de Dios", obligará al Sanedrin al completo a volver a negar a Cristo como Rey, de la misma forma que los judíos ante Pilato: "Crucifícalo. No tenemos más rey que el César" (Juan 19,15), condenándose a sí mismos: ¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! (Mateo 27,25).

Hoy, el César ordena cerrar las iglesias, reducir los aforos de las iglesias, suspender las celebraciones o incluso cerrar los templos. El "Imperio" persigue a los católicos, destruye y quema templos, catedrales y basílicas, mientras, con su silencio cobarde, cómplice e interesado, la Jerarquía acata la situación sin actuar. 

Mañana Tito saqueará el templo conciliar y trasladará sus restos a algún museo, realizando una vez más la venganza divina a manos de los paganos.
Continuará...



Fuentes:

-Cómo la revolución del Vaticano II, sirve al Nuevo Orden Mundial (Arzobispo Carlo Maria Viganò, Conferencia sobre Identidad Católica, 23-25 ​​de octubre de 2020).

-Se hace tarde y anochece (Cardenal Robert Sarah, Editorial Palabra, 2019).

-Discurso radiofónico (Arzobispo Fulton Sheen, 26 de enero de 1947).


EL MISTERIO DE INIQUIDAD: LA GRAN TRIBULACIÓN DE LA IGLESIA

"Vi otra bestia que salía de la tierra...
 y hace que la tierra y todos sus habitantes adoren a la primera bestia...
Y realiza grandes signos...
Y engaña a los habitantes de la tierra ...
Se le concedió infundir espíritu a la imagen de la bestia, 
de modo que la imagen de la bestia pudiera hablar e hiciera morir 
a cuantos no adorasen la imagen de la bestia. 
Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, 
se les ponga una marca en la mano derecha o en la frente, 
de modo que nadie pueda comprar ni vender 
si no tiene la marca o el nombre de la bestia. 
Aquí se requiere sabiduría. 
El que tenga inteligencia, 
cuente la cifra de la bestia, pues es cifra humana. 
Y su cifra es seiscientos sesenta y seis."
(Apocalipsis 13, 11-18)

Comenzamos una serie de reflexiones de algunos destacados miembros del Magisterio de la Iglesia Católica sobre el misterio de la iniquidad, que desarrollaremos en tres artículos por su extensión. Hoy hablaremos de la Gran Tribulación, la Iglesia profunda y el misterio de Judas.

No cabe duda, hoy más que nunca, de que seguimos inmersos en la eterna lucha espiritual entre la Luz y la Oscuridad, entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás, relatada desde el inicio de la creación en Génesis 3, 15-16: la hostilidad entre la serpiente y la Mujer.

Dice la Sagrada Escritura que el Anticristo surgirá durante la Gran Tribulación. Será un período breve (Mateo 24, 21-22), que comenzará con una proclamación de "Paz y Seguridad" profetizada en Daniel 6, 26 y en 1 Tesalonicenses 5, 3 "y entonces, de improviso, sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta", en clara alusión a "la Mujer vestida del sol que grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz" de Apocalipsis 12, 1-2.

A continuación, simbólicamente, sucederán grandes desastres naturales (terremotos, plagas, hambruna, maremotos, etc.), fenómenos espantosos y signos portentosos en el cielo (simbolizados por los cuatro jinetes de Apocalipsis 6, que darán paso a la destrucción de "Babilonia la Grande(tipificada por Israel en los libros de Oseas, Jeremías, Ezequiel como "la esposa infiel", y profetizada por Daniel al rey Nabuconodosor de Babilonia), apoyada en principio por el "Dragón de color escarlata y sus diez cuernos", y posteriormente, derribada por el Anticristo (Apocalipsis 17 y 18). 

La Iglesia de Cristo

La Iglesia, nacida del Espíritu en Pentecostés (como Jesús en el Jordán y María en la Anunciación), concibió el cuerpo místico de Jesús. Apenas nacida, fue perseguida (como Jesús y María por Herodes), por el poder temporal del Imperio romano durante tres siglos consecutivos. 

Después, comenzó para la Iglesia un tiempo prolongado de relativa calma durante doce siglos (como para Jesús y la Virgen en Nazaret), en el que las naciones paganas se convertían a Cristo, en el que aumentaba el número de confesores, vírgenes, misioneros, Santos Padres y doctores... y el mundo se hizo católico.

La Iglesia, durante su predicación del Evangelio, vio su doctrina impugnada y su ser odiado (como Jesús fue increpado y odiado por los escribas y fariseos), y así, surgió un "nuevo Sanedrín", la Reforma Protestante, con la que varias naciones católicas abandonaron y repudiaron al Cuerpo místico de Cristo. 

Se reincició así la hostilidad entre la descendencia de la Mujer y la serpiente, y comenzó, a modo de "misterios dolorosos", la Pasión de la Iglesia, asociada a la de Cristo: 

-1º misterio: la agonía, juicio y condena a muerte de la Iglesia por la Revolución Francesa.
-2º misterio: la flagelación y azote por la Revolución Comunista.
-3º misterio: la coronación de espinas y sorteo de sus ropas, tras el Concilio Vaticano II.
-4º misterio: la Iglesia carga con la Cruz de la apostasía, camino del Calvario.
-5º misterio: la crucifixión y muerte por el Nuevo Orden Mundial.

La Iglesia Profunda

El Cardenal Carlo María Viganó, arzobispo de Ulpiana y ex nuncio apostólico denuncia las ocultas conexiones existentes entre el Nuevo Orden Mundial, la infiltración masónica y la "Iglesia profunda" que señalan el cumplimiento de las revelaciones de San Juan sobre el fin de los tiempos: "El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella caída del cielo a la tierra. Y le fue dada la llave del pozo del abismo, y abrió el pozo del abismo; y subió humo del pozo como el humo de un gran horno, y se oscurecieron el sol y el aire por el humo del pozo. Del humo salieron langostas hacia la tierra, y les fue dado poder como el poder que tienen los escorpiones de la tierra" (Apocalipsis 9, 13).
Esas conexiones, sutilmente escondidas durante casi medio siglo mientras se gestaba la nueva criatura, el Nuevo Orden Mundial, se ponen de evidencia en la evolucion del poder politico-economica global (ONU, UE, globalización, mercado único, etc.), y el papel que ha asumido parte de la Iglesia Católica tras  la celebración del Concilio Vaticano II

La "Iglesia Profunda" o anti-Iglesia a la que se refiere el cardenal, está formada por una parte aparentemente mayoritaria pero extremadamente poderosa de "infiltrados", cuyo objetivo es la manifestación del misterio de iniquidad (Nuevo Orden Mundial) asumiendo los postulados de la Revolución Francesa (el fin de las monarquías católicas, la declaración de guerra a la Iglesia y la destrucción de la sociedad cristiana), que San Pablo narra en 2 Tesalonicenses 2, 3-10 como la manifestación de la Gran Apostasía, profetizada para el fin de los tiempos, y contra quien la Providencia divina colocó a la Iglesia de Cristo, y en particular al Sumo Pontífice, como kathèkon, es decir, como opositor al Imperio de Satanás.

Sin embargo, la Sagrada Escritura nos advierte que ese divino obstáculo que "retiene" al misterio de la iniquidad, el kathèkon de la Iglesia"aquel que se mantenía firme y conservaba las tradiciones", será "quitado de en medio", ya no existirá ("apenas se quite de en medio el que por el momento lo retiene") cuando venga el Anticristo ("cuando veáis la abominación de la desolación")

La crisis de la Iglesia manifiesta claramente la infiltración del misterio de la iniquidad en ella con la llegada de "langostas con poder de escorpiones": obispos y sacerdotes cometiendo delitos espantosos; ritos en nuestras iglesias que nada tienen que ver con la liturgia católica; Procesiones de ídolos, como la pachamama, en la basílica de San Pedro; opiniones eclesiales que abogan por un cambio de doctrina; negación de la Sagrada Escritura y la Tradición del Magisterio; defensa de ideologías políticas o derechos sociales del "Imperio".

Todo ello, no hace sino confundir y estremecer a los fieles a Cristo, facilitar y animar la acción del enemigo, y desarmar a la oposición y la disidencia de los cristianos fieles.

El misterio de Judas

El Cardenal Robert Sarah, en su último libro Se hace tarde y anochece, redefine esta manifestación del misterio de la iniquidad, esta cohabitación del bien y del mal, esta convivencia de santos e impíos dentro de la Iglesia (cumpliendo la parábola del trigo y la cizaña) como el misterio de la traición, el misterio de Judas
La anti-iglesia ha traicionando al Señor, mostrando a los "Judas", a los "anti-apóstoles" como modelos ejemplares de “anti-santos” y “anti-mártires”, y así, sentirse legitimada en sus herejías, en sus inmoralidades y en sus vicios.

La anti-iglesia ha provoca el abandono de lo trascendental; ha animado al activismo político y social; ha buscado la amistad y el acomodo con el mundo; ha sugerido cambios en la doctrina católica; ha vaciado la moral de su significado; ha relativizado el sentido del celibato; ha apelado a derechos sobre conductas homosexuales, sociales o ideológicas... 

El vicio, las desviaciones y las pasiones desordenadas...no sólo son toleradas o practicadas con impunidad por la anti-iglesia, sino incluso, fomentadas y elogiadas.

Continuará...



Fuentes:

-Cómo la revolución del Vaticano II, sirve al Nuevo Orden Mundial (Arzobispo Carlo Maria Viganò, Conferencia sobre Identidad Católica, 23-25 ​​de octubre de 2020).

-Se hace tarde y anochece (Cardenal Robert Sarah, Editorial Palabra, 2019).

-Discurso radiofónico (Arzobispo Fulton Sheen, 26 de enero de 1947).