¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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jueves, 19 de abril de 2018

¿COMO INSPIRAR A OTROS?

Y así os exhortábamos, os animábamos 
y os alentábamos a llevar una vida digna de Dios, 
que os llama a su reino y a su gloria." 
( 1 Tesalonicenses 2, 12)

Nuestro difícil camino de fe, lleno de problemas, repleto de tropiezos y de continuas caídas requiere de inspiración y motivación continuas.

El apóstol San Pablo es el mayor ejemplo inspirador para todos nosotros los cristianos, después de Jesucristo, claro. Desde el inicio de su apostolado y, concretamente con su primera carta a los Tesalonicenses (posiblemente, el primer escrito del Nuevo Testamento, entre los años 50 y 52), San Pablo nos da a conocer su liderazgo y su servicio a Dios y a los demás.

Y lo hace de forma sencilla y auténtica: a través de su gran preocupación pastoral por las primeras comunidades, a través de su amor entrañable y paternal por sus discípulos, a través de su agradecimiento a Dios y de su total confianza en Nuestro Señor, a través de su estilo particular de vivir y anunciar el Evangelio, a través de su forma creativa de guiar y pastorear, a través de su sabiduría teológica y a través de su prolija actividad escrita.

Una cosa tengo clara: que no sólo los sacerdotes tienen la misión de inspirar (que también, por supuesto) al pueblo de Dios. De hecho, no todos los sacerdotes nos inspiran igual, de la misma forma que no todos inspiramos a otros de la misma manera, ni todos los demás nos inspiran a nosotros igual.

¿Por qué? Porque Dios nos ha regalado carismas, talentos, dones y habilidades que debemos poner a Su servicio. Cada uno, según lo recibido. Pero todos debemos hacerlo...como nos dice Jesús en la parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30).

Poner a trabajar nuestros talentos y nuestros carismas para inspirar a otros, requiere otras habilidades, como la capacidad de conectar, apreciar y motivar a otras personas. Sin estas habilidades, inspirar a otros será difícil. Pero aún más importante es ofrecérselos a Dios, que es quien nos los ha regalado. Sin ésta, será imposible.

El propósito principal de la inspiración es mover a las personas hacia la visión y la misión de la comunidad parroquial, y que que en última instancia, se trata de alentar y motivar hacia la conversión (metanoia), el crecimiento espiritual y el cambio de vida de los demás.

San Pablo, paradigma inspirador

El liderazgo paulino es un gran ejemplo inspirador con las siguientes características:

C
omunicación
Con sus cartas y epístolas siempre mantuvo contacto con sus discípulos y una eficaz comunicación con las comunidades cristianas que iba estableciendo. 

Capacitación
Ejerció su liderazgo en comunidad, rodeándose de colaboradores (Timoteo, Tito, etc.) a los que fue capacitando, para que asumieran su propio liderazgo. No trabajó de forma individual y aislada sino a través de un compañerismo fraternal que inspiró, motivó y suscitó el afecto de todos cuantos le escuchaban.

Comunión
Su eficacia y liderazgo apostólicos fueron producto de su íntima comunión y relación con Dios, sabiendo que la Iglesia no le pertenecía a él, sino a Dios.

Beneficio
Su interés evangelizador no estaba basado en cifras o números sino en el beneficio espiritual de todos aquellos a quienes evangelizaba y lo hacía rezando e intercediendo por todos ellos.

Madurez
Su preocupación principal era llevar a la madurez cristiana a cada uno de sus hermanos, por eso luchaba para que cada uno de sus discípulos desarrollara una fe activa, un amor entrañable y una esperanza perseverante.

Gracia
El Espíritu Santo siempre fue su guía y el protagonista de su Evangelización. Por la Gracia de Dios, los frutos de su apostolado fueron abundantes.

Servicio
Siguiendo los pasos de Cristo, su vida transcurrió no para ser servido sino para servir a los demás y a la Iglesia.

Perseverancia
Durante su apostolado sufrió grandes dificultades, enfermedades y persecuciones pero nunca se desanimó sino que lo hizo siempre con el gozo del Espíritu Santo. 

Discipulado
Su gran preocupación fue llevar a todos hacia la madurez espiritual, con el objetivo de que, a su vez, fueran modelo para otros. Trató de formar cristianos genuinos, auténticos discípulos de Cristo.

Sinceridad 
Nunca se inspiró en la mentira ni en el engaño, ni en intereses propios, ni en el fraude ni buscó agradar con adulación.

Humildad
Nunca trató de imponer su autoridad como apóstol de Cristo y siempre dejó a cada uno tomar sus propias decisiones. No sólo quería comunicarles el Evangelio sino la propia vida, evitando incluso convertirse en una carga.

Inspirando a otros

¿Cómo podemos nosotros inspirar a otros? Además del ejemplo del Apóstol, podemos inspirar y guiar a otros hacia Dios a través de:
Resultado de imagen de inspirar a nuestros hermanos en la fe
Las relaciones“A nadie le importa lo que sabemos, hasta que saben lo mucho que nos importa”. Se trata más bien de no darnos importancia a nosotros, sino a los demás: cuidar de ellos, preocuparse por ellos y, sobre todo, amarles.

Las acciones : "Si eres bueno en algo, no necesitas decírselo a los demás. Lo verán". Si de verdad queremos inspirar a otros, dejemos que nuestras obras y acciones hablen por sí mismas.  "Alumbrándoles" que no "deslumbrándoles", con nuestra personalidad.

Las estrategiasTodo el mundo quiere hacer las cosas, pero lo que a menudo ahoga el propósito es el proceso; lo que evita la visión es, con frecuencia, la misión. Establezcamos una estrategia para visualizar la meta y así poder avanzar, crecer y progresar en la fe con ellos. Demos una dirección a la gente, un espacio de tiempo y la autoridad y la libertad para actuar. Propongamos metas pequeñas y sencillas, para después ir a por las grandes.

Las potencias: Escuchar es fundamental para maximizar el potencial y minimizar el esfuerzo. Escuchando a los demás identificaremos lo mejor de cada uno para, inmediatamente, ponerlo a funcionar.

Tres sugerencias básicas

Buscar siempre la presencia y el poder del Espíritu Santo para mantener nuestra llama interior viva y ardiente de pasión.

Mantener clara nuestra vocación de servicio a Dios y al prójimo en nuestra mente y corazón.

Desarrollar la disciplina y perseverancia necesarias para continuar con ese entusiasmo interior que contagia a los demás.



ORACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia Santificación.

Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén.

(Cardenal Verdier)


jueves, 14 de diciembre de 2017

DONES, FRUTOS Y VIRTUDES DEL ESPÍRITU

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¿Qué es un don del Espíritu? ¿Qué es una virtud? ¿Cuáles son las diferencias entre dones y virtudes? ¿Qué son los futros? ¿Identifico los frutos del Espíritu en mí y en otros?

Hoy hablaremos sobre la acción del Espíritu Santo en nosotros a través de los dones y las virtudes, que se exteriorizan en los frutos.

Dones

Los Dones del Espíritu Santo son medios imperecederos proporcionados por Dios por los que obtenemos las gracias, talentos y carismas necesarios para sobrellevar la vida terrena y alcanzar la santidad.
Son cualidades que se imparten al alma, la hacen sensible a los movimientos de la gracia y le facilitan la práctica de la virtud.

Nos hacen escuchar la silenciosa voz de Dios en nuestro interior y así, ser dóciles a los delicados toques de su mano.

Podríamos decir que los dones del Espíritu Santo son el "aceite" del alma, mientras la gracia es la "gasolina".

Los dones del Espíritu Santo son siete:
  • Sabiduría. Nos proporciona un conocimiento amoroso de Dios, de las personas y de las cosas creadas por la referencia que hacen a Él. Este don está íntimamente unido a la virtud de la caridad y nos dispone a tener "una cierta experiencia de la dulzura de Dios".
  • EntendimientoNos proporciona un conocimiento más profundo de los misterios de la fe al vivir en gracia de Dios y que nos hace crecer en santidad. Este don está íntimamente unido a  la virtud de la fe y nos dispone a tener un mayor conocimiento de  la voluntad de Dios.
  • Ciencia. Nos proporciona una comprensión de lo que son las cosas creadas como señales que llevan a DiosEste don está también íntimamente unido a la virtud de la fe y nos enseña a juzgar rectamente todas las cosas creadas para ver en ellas la huella de Dios, percibir la sabiduría infinita, la naturaleza y la bondad de Dios. 
  • Consejo. Nos proporciona experiencia y madurez para discernir con los ojos de DiosEste don está íntimamente unido a la virtud de la prudencia y nos ayuda a elegir los medios que debemos emplear en cada situación y a mantener una recta conciencia. 
  • Piedad. Nos proporciona la voluntad de fomentar un amor filial hacia Dios y un especial sentimiento de fraternidad para con los hombres por ser hermanos e hijos del mismo Padre. Este don está también íntimamente unido a la virtud de la fe y nos ayuda a tratar a Dios con confianza, la de un hijo hacia su padre.
  • Fortaleza. Nos proporciona la fuerza necesaria para vencer los obstáculos y poner en práctica las virtudes. Este don está íntimamente unido a la virtud de la fortaleza y nos ayuda a resistir y aguantar cualquier clase de peligros y ataques, así como al cumplimiento del deber a pesar de todos los obstáculos y dificultades que encuentre. 
  • Temor de Dios. Nos proporciona un amparo de Dios y un deseo de no ofenderle,y es consecuencia del don de sabiduría y su manifestación externa. No es miedo en sí mismo, sino la voluntad de no dañar ni desobedecer a Dios en ningún sentido con nuestra conducta.
Estos siete Dones del Espíritu son permanentes, nos ayudan a ser más dóciles a la voluntad de Dios y a conseguir la perfección de las Virtudes.

Virtudes

Santo Tomás de Aquino decía que "La gracia perfecciona la naturaleza", lo que significa que, cuando Dios nos da su gracia, no arrasa antes nuestra naturaleza humana para poner la gracia en su lugar. 
Dios añade su gracia a lo que ya somos, a las virtudes naturales, que nos regala al nacer y a las sobrenaturales, que nos concede durante nuestra vida. Todas ellas, encaminadas a ponérnoslo fácil para ser santos.

Las virtudes del Espíritu son hábitos adquiridos o cualidades permanentes del alma que dan inclinación, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien y evitar el mal. Crecemos en virtud en la medida en que crecemos en gracia.

Pueden ser sobrenaturales, cualidades infundidas y aumentadas directamente por Dios y naturales, hábitos adquiridos y aumentados por la práctica perseverante, por nuestro propio esfuerzo y disciplina.
  • Teologales
Virtudes sobrenaturales, que junto con la gracia santificante, son infundidas directamente por Dios en nuestra alma, cuando recibimos el sacramento del Bautismo. 

Son tres:

-Fe. En Dios creemos. El apóstol Pablo dice que “la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11,1). Según el catecismo "la fe es un acto personal, una respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela". 

Es la virtud sobrenatural infundida por Dios en el entendimiento, por la cual asentimos firmemente a las verdades divinas reveladas por la autoridad o testimonio del mismo Dios que revela. 

Es un principio de acción y de poder que Dios nos concede y que hay que pedírsela, que se caracteriza porque no es pasiva, sino que conduce a una vida activa alineada con el mensaje y el ejemplo de vida de Jesús. 

La fe se pierde por un pecado grave contra ella, cuando rehusamos creer lo que Dios ha revelado.

-Esperanza. En Dios esperamos. Es la virtud sobrenatural con la que deseamos y esperamos la vida eterna que Dios ha prometido a los que le sirven, y los medios necesarios para alcanzarla

En otras palabras, nadie pierde el cielo si no es por su culpa, por un pecado directo contra ella, por la desesperación de no confiar más en la bondad y misericordia divinas. Si perdemos la fe, la esperanza se pierde también, pues es evidente que no se puede confiar en Dios si no creemos en El.

-Caridad. A Dios amamos. Es la virtud por la que amamos a Dios por Sí mismo sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios

Se le llama la reina de las virtudes, porque las demás, tanto teologales como morales, nos conducen a Dios, pero es la caridad la que nos une a El. Donde hay caridad están también las otras virtudes. 

La caridad es la capacidad de amar a Dios con amor sobrenatural y se pierde sólo cuando deliberadamente nos separamos de Él por el pecado mortal, igual que la Gracia Santificante.
  •  Cardinales
Infundidas también por Dios en el alma por el Bautismo, se llaman así porque de ellas dependen las demás virtudes morales. Estas virtudes no miran directamente a Dios, sino a las personas y cosas en relación con Dios. 

Son aquellas que nos disponen a llevar una vida moral o buena, ayudándonos a tratar a personas y cosas con rectitud, es decir, de acuerdo con la voluntad de Dios. 
Son cuatro: 

-Prudencia. Es la facultad que perfecciona nuestra inteligencia para juzgar con rectitud, sin precipitación y sin premeditación. El conocimiento y la experiencia personales facilitan el ejercicio de esta virtud. 

-JusticiaEs la facultad que perfecciona nuestra voluntad para salvaguardar los derechos de nuestros semejantes a la vida y la libertad, a la santidad del hogar, al buen nombre y el honor, a sus posesiones materiales. 

-Fortaleza. Es la facultad que perfecciona nuestra conducta para obrar el bien a pesar de las dificultades. La perfección de la fortaleza se muestra claramente en los mártires, que prefieren morir a pecar. La fortaleza no podrá actuar si somos conformistas, si tenemos miedo a ser señalados, criticados, menospreciados, ridiculizados e incluso perseguidos.

-TemplanzaEs la facultad que perfecciona nuestro instinto para dominar nuestros deseos, y, en especial, para usar correctamente las cosas que dan placer a nuestros sentidos. La templanza no elimina los deseos, sino que los regula y modera, especialmente el uso de los alimentos y bebidas, y el placer sexual en el matrimonio.  
  • Morales
Las virtudes morales naturales son hábitos adquiridos por nosotros. Existen muchas:

-Piedad filial y Patriotismo. Nos dispone a honrar, amar y respetar a nuestros padres y nuestra patria. 

-Obediencia. Nos dispone a cumplir la voluntad de nuestros superiores como manifestación de la voluntad de Dios. 

Están la Veracidad, Liberalidad, Paciencia, Humildad, Castidad, y muchas más; pero, en principio, si somos prudentes, justos, recios y templados aquellas virtudes nos acompañarán necesariamente, como los hijos acompañan a los padres.

Frutos

Las virtudes se evidencian a través de los Frutos del Espíritu y Pablo las enumera en su carta a los Gálatas 5,22-23: "amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, continencia". Son las "pinceladas anchas", los "trazos gruesos" que perfilan el retrato del cristiano auténtico.

Son doce, de los cuales, los cinco primeros están relacionados fundamentalmente con Dios:
  • Caridad/Amor. El amor es la primera manifestación de la unión del cristiano con Jesucristo, es el fundamento y raíz de todos los demásEl Espíritu Santo, Amor Infinito, comunica al alma su llama, haciéndola amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda la mente y al prójimo, por amor a Dios. La caridad nos hace generosos. Vemos a Cristo en nuestro prójimo, e invariablemente lo tratamos con consideración, siempre dispuestos a ayudarle, aunque sea a costa de inconveniencias y molestias. Donde falta este amor no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida eterna, ninguna verdadera y completa felicidad.
  • Gozo/Alegría. Al fruto principal del Espíritu Santo, el amor, "sigue necesariamente el gozo, pues el que ama se goza en la unión con el amado". La Alegría, que emana espontáneamente de la Caridad o Amor, da al alma un gozo profundo, producto de la satisfacción que se tiene de la victoria lograda sobre sí mismo, y del haber hecho el bienEs una alegría desbordada y optimista, que no se apaga en las tribulaciones, sino que crece por medio de ellas y por la cual irradiamos un resplandor interior que se aprecia en el exterior.
  • Paz. El amor y la alegría dejan en el alma la paz, "la tranquilidad en el orden", como la define San Agustín, y nos da serenidad, tranquilidad y ecuanimidad. El Gozo verdadero lleva en sí la paz que es su perfección, porque supone y garantiza el tranquilo goce del objeto amado que, por excelencia, no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la paz es la tranquila seguridad de poseerlo y estar en su gracia. Esta es la paz del Señor, que supera todo sentido, como dice San Pablo (Filipenses 4,7) pues es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas materiales, y para obtenerla debemos inmolar todo a Dios. 
  • Paciencia. La Iglesia Católica nos enseña que la plenitud de amor, gozo y paz solo se alcanzará en el cielo. Mientras tanto, nuestra vida es una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles, y contra las fuerzas del mundo y del infierno. Por eso, el Espíritu Santo nos infunde la paciencia para sobrellevar esta lucha con buen ánimo, sin rencor ni resentimiento, haciéndonos superar los obstáculos y las turbaciones que produce en nosotros, y para encontrarnos en armonía con las criaturas con que tratamos. 
  • Longanimidad. Parecida a la paciencia, es una disposición estable que confiere al alma una amplitud de visión y de generosidad por las cuales somos capaces de esperar el tiempo que Dios quiera antes de alcanzar las metas deseadas, cuando vemos que se retrasa el cumplimiento de sus designios. Sabe tener bondad y paciencia con el prójimo, sin cansarse por su resistencia y su oposición. No se subleva ante el infortunio y el fracaso, ante la enfermedad y el dolor. Desconoce la auto compasión: alzará los ojos al cielo llenos de lágrimas, pero nunca de rebelión. Longanimidad es coraje y  ánimo en las dificultades que se oponen al bien, es un ánimo sobrenaturalmente grande para concebir y ejecutar las obras de la verdad.
Los siguientes frutos están relacionados con el prójimo:
  • Bondad. Es la disposición de beneficiar al prójimo, de hacer el bien a los demás. Es una disposición a  defender siempre con firmeza la verdad y justicia. No busca el beneficio ni la comodidad propias. No juzga, ni critica ni condena a los demás;. Jamás compromete sus convicciones ni contemporiza con el mal. La bondad, efecto de la unión del alma con Dios, bondad infinita, infunde el espíritu cristiano sobre el prójimo, haciendo el bien y sanando a imitación de Jesucristo. 
  • Benignidad. Es una disposición estable al deseo del bien de los demás y procurarlo. Es una disposición constante a la indulgencia, amabilidad y a la afabilidad en el hablar, en el responder y en el actuarNos dispone a tener una consideración especial por los niños y ancianos, por los afligidos y atribulados. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo un trato rudo y áspero con los demás; la benignidad vuelve sociable y dulce en las palabras y en el trato, a pesar de la rudeza y aspereza de los demás. Es una gran señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo. 
  • Mansedumbre. Relacionada con las dos anteriores, la mansedumbre es la perfección de ambas. La mansedumbre se opone a la ira, que quiere imponerse a los demás y se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. Hace al cristiano delicado y lleno de recursos. Le dispone a entregarse totalmente a cualquier tarea que le venga, pero sin agresividad ni ambición. Nunca trata de dominar a los demás. Sabe razonar sin ira, con persuasión y dulzura en las palabras, y jamás llega a la disputa.
  • Fidelidad. Es la disposición a mantener la palabra dada, ser puntuales en los horarios y cumplidor en los compromisos, que glorifica a Dios, que es verdad. Quién promete sin cumplir, quien fija hora y llega tarde, quien es cortés delante de una persona y luego la desprecia a sus espaldas, falta a la verdad y a la fidelidad.
Los tres restantes frutos están relacionadas con la virtud de la Templanza:
  • Modestia. Es la disposición a la justicia y el equilibrio ante cualquier situación, que conociendo sus propios talentos, ni los empequeñece ni los aumenta, ya que no son resultado de sus trabajos sino que es un don de Dios. La modestia es atrayente porque exterioriza sin quererlo una sencillez, orden y calma interiores. La modestia "pone el modo", es decir, regula la manera apropiada y conveniente en cualquier situación: en el vestir, en el hablar, en el caminar, en el reír, en el jugar. reflejando pureza del alma, excluyendo todo lo áspero, vulgar, indecoroso y mal educado.
  • Continencia. Es la disposición del alma que mantiene el orden en el interior del hombre y evita lo que pueda empañar su pureza exterior e interiorContiene en los justos límites la concupiscencia, no sólo los placeres sensuales, sino también los placeres concernientes al comer, al beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres del mundo.  
  • Castidad. Es la disposición hacia la victoria sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada (porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del matrimonio) gobierna su cuerpo, en gran paz y en inefable alegría de la íntima amistad de Dios.

jueves, 27 de julio de 2017

VOLVER A LA IGLESIA PRIMITIVA

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Hemos escrito en otras ocasiones que cuando surgen las dificultades, las dudas y las incertidumbres en la fe, debemos volver al origen. Esto es lo que tenemos que cuando nos planteamos los objetivos (misión) de nuestra parroquia: echar la mirada atrás a las primeras comunidades cristianas de la Iglesia primitiva (visión).

El Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los apóstoles, nos da una idea de cómo los primeros cristianos comenzaron a proclamar el Evangelio, lo que hacían y nos muestra numerosos rasgos esenciales de la Iglesia de Cristo que debemos imitar:

Llenarse de Espíritu Santo

"Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse." (Hechos 2, 3-4 ).

Resultado de imagen de pentecostesLos cristianos no sólo hablamos de Dios; le experimentamos. Esto es lo que hace que la iglesia sea diferente de cualquier otra organización en el planeta: que tenemos el Espíritu Santo. Zara no tiene el Espíritu Santo. Nuestro gobierno no tiene el Espíritu Santo. Las ONGs no tienen al Espíritu Santo. Ninguna otra organización tiene el poder de Dios en ella. Dios prometió su Espíritu para ayudar a su Iglesia. La Iglesia tiene y se llena del poder de Dios.

Cuando se refiere a "hablar en lenguas extrañas" quiere decir hablar en el idioma de quienes nos escuchan. La gente realmente escuchaba a los primeros cristianos hablar en sus propios idiomas, ya fuese en farsi, en swahili, en griego o lo que fuera. 

El Plan de Dios es para todos. No es sólo para los judíos. Pero no sólo se refiere a idiomas de sus países de origen sino a hablar en el lenguaje que cada persona entiende. ¿Estamos usando otros "lenguajes" para llegar a la gente? 

Utilizar los dones de todos 

"Entonces Pedro, en pie con los once, les dirigió en voz alta estas palabras: "Judíos y habitantes todos de Jerusalén: percataos bien de esto y prestad atención a mis palabras. ...Y haré aparecer señales en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. ...Pero el que invoque el nombre del Señor se salvará" (Hechos 2, 14, 19, 21)

En la iglesia inicial no había espectadores; el 100% de las personas participaban en proclamar el Evangelio de Jesús. Y, aunque igual que entonces, no todos estamos llamados a ser sacerdotes, todos estamos llamados a servir a Dios. Por tanto, debemos esforzarnos para que todos participen en el servicio en nuestra parroquia. La pasividad no es una opción. Si alguien quiere sentarse y ser servidos por los demás, que busquen otro sitio. 

Ofrecer una verdad que transforma

La iglesia primitiva no ofrecía una nueva psicología, ni un moralismo cómodo, ni una espiritualidad agradable. Ofrecía la verdad del Evangelio que tiene el poder de cambiar vidas. Ningún otro mensaje transforma vidas. Cuando la verdad de Dios entra en nosotros, es cuando nos transformamos. 

En Hechos 2, Pedro dio el primer sermón cristiano, citando el libro de Joel del Antiguo Testamento y afirmando que la iglesia primitiva se dedicó a la "enseñanza de los apóstoles".

Crear comunidad

"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones." (Hechos 2, 42). 

En la iglesia del primer siglo, los cristianos se amaban y cuidaban unos a otros. La iglesia no es un negocio, ni una ONG ni un club social. La Iglesia es una familia. Para que nuestras parroquias experimenten el poder del Espíritu Santo como en la Iglesia primitiva, tenemos que convertirnos en la familia que ellos eran.

Vivir la Eucaristía

"Todos los días acudían juntos al templo, partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2, 46). 

Cuando la Iglesia primitiva se reunía celebraban la Eucaristía, conmemorando la última cena "con alegría y sencillez de corazón". Debemos entender y enseñar que la Eucaristía es una celebración. Es un festival, no un funeral. Es el banquete de Dios. Cuando la Eucaristía es alegre (y litúrgicamente rigurosa), la gente quiere estar allí porque buscan alegría. ¿Crees que si nuestras iglesias estuvieran llenas de corazones alegres, de palabras alegres y de vidas llenas de esperanza, atraeríamos a los alejados? 

Compartir según la necesidad

"Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían las posesiones y haciendas, y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno."(Hechos 2, 44-45). 
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La Biblia nos enseña a hacer generosos sacrificios por el bien del Evangelio. 

Los cristianos durante el Imperio Romano fueron la gente más generosa del imperio y eran famosos por desprendimiento. 

Literalmente lo compartían todo, "según la necesidad de cada uno". Incluso la vida. Muchos murieron por la fe en el Coliseo romano.

Crecer exponencialmente

"Alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. El Señor añadía cada día al grupo a todos los que entraban por el camino de la salvación." (Hechos 2,47). 

Cuando nuestras iglesias demuestran las primeras seis características de la iglesia primitiva, el crecimiento es automático. La gente veía a los primeros cristianos como extraños, pero les gustaba lo que éstos hacían. Veían el amor que se tenían los unos por los otros, los milagros que ocurrían delante de ellos y la alegría que irradiaban. Querían lo que los cristianos tenían. Y la Iglesia crecía exponencialmente


Creo firmemente que "el cristianismo se  contagia y se propaga  por envidia".




Fuente:

"How to Be a Purpose Driven Church" 
- P. Rick Warren -

martes, 18 de julio de 2017

¿LE DAMOS ESPACIO AL ESPÍRITU SANTO?


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“Bendeciré a Yahve que me aconseja; 
aún de noche me instruye. 
Tengo siempre presente al Señor, 
con él a mi derecha no vacilaré”. 
(Salmo 16)


¿Dejamos a Dios que nos aconseje? ¿Estamos creando espacio para el Espíritu Santo?

El  don del consejo es con el que el Espíritu Santo nos capacita para tomar decisiones concretas y el que nos ayuda a madurar espiritualmente, tanto individualmente como en comunidad y a no caer presa del egoísmo ni de nuestra forma de ver las cosas. 

La condición esencial para recibir este don es la oración: ”Señor, ayúdame, aconséjame: ¿Qué tengo que hacer ahora?" Con la oración hacemos espacio para que el Espíritu venga y nos aconseje que debemos hacer en cada momento. 
En la intimidad con Dios y escuchándole, dejamos de lado nuestra lógica personal, nuestro sentir terrenal… y en nosotros madura una sintonía profunda con el Señor que nos lleva a cerciorarnos de cuál es su voluntad. Es el Espíritu el que nos aconseja, pero tenemos que dejarle espacio para que lo haga. Dar espacio y rezar para que nos guíe siempre.

Pero el Señor también nos habla a través de la voz y el testimonio de mis hermanos… que nos ayudan a arrojar luz en nuestras vidas y a reconocer Su voluntad.


Cuando se trata de actividades parroquiales, el problema surje cuando la planificación de éstas no deja espacio para lo que el Espíritu Santo quiere hacer. Por supuesto, Dios puede [y trabaja] a través de una planificación dirigida por Él, bien ideada y bien preparada pero entonces, ¿cómo planificar y crear espacio para que el Espíritu Santo pueda operar?
Lo importante, como todo en la fe, es desapegarnos de nuestros egos, de nuestras brillantes ideas, de nuestros grandes talentos, de nuestros deseos de éxito. No buscando la fama ni el halago humano. Lo que buscamos es la gloria de Dios y por eso, queremos Espíritu Santo. Necesitamos Espíritu Santo.

Creo que es un error llamar demasiado la atención sobre nosotros mismos. Algunas de nuestras parroquias se han convertido en clubes de fans cristianos, mientras el Espíritu observa desde lejos.

San Agustín dijo: "Trabaja como si todo dependiera de ti y ora como si todo dependiera de Dios". Debemos orar y planear como si todo dependiera de Dios porque para que suceda algo sobrenatural, necesitamos el Espíritu Santo. Así que nuestra planificación debe ser la oración, un plan donde el Espíritu Santo esté en el centro. Él es quien puede hacer la diferencia. 

Hay cuatro formas sencillas para dar espacio a Dios en nuestras vida de fe:

1. Oración - Lo primero, como ya he dicho, es orar para conocer la voluntad de Dios. Algunos cristianos van tan deprisa que no tienen tiempo de orar y otros parecen permanecer constantemente en tierra de nadie. Tan solo necesitamos ponernos en Su presencia delante del Santísimo y escuchar. Ser pacientes, en silencio orante, lo que nos permite dejarnos llevar por las inspiraciones del Espíritu Santo.
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2. Biblia - El Espíritu Santo habla a través de la oración pero también a través de la Palabra de Dios. Su Palabra es creadora. Muchos de nosotros buscamos denodadamente escuchar la voz de Dios en lugares extraños. En nuestro servicio a Dios, debemos tener presente las enseñanzas del Evangelio. Cuanto más cerca estemos de la Palabra de Dios, más cerca estaremos del Espíritu Santo.

3. Tradición de la Iglesia - Dios habla también a través de su Iglesia, del Papa, de los santos, de los obispos...Desde el punto de vista teológico, la Tradición nos enseña unos elementos inmutables, que nunca cambian y siempre permanecen idénticos: el dogma y la moral. y otros que si pueden cambiar o son modificables: la liturgia, disciplina, y la acción pastoral del magisterio.

4. Compromiso - Muchas parroquias planifican los servicios donde los sacerdotes son los ejecutantes, y la asamblea es la audiencia. Parece más un concurso  "tú si que vales" que una comunidad parroquial. Pero para que la gente experimente la acción del Espíritu Santo, necesitan participar orando, sirviendo, cantando, adorando, hablando, comprometiéndose... Pasemos de una planificación estricta a una espontánea, demos a la comunidad alguna responsabilidad, desafiándola a participar.






lunes, 3 de abril de 2017

¿CÓMO VIVO MI VIDA?

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"Las obras de la carne son bien claras: 
lujuria, impureza, desenfreno, idolatría, supersticiones, 
enemistades, disputas, celos, iras, litigios, divisiones, 
partidismos, envidias, homicidios, borracheras, 
comilonas y cosas semejantes a éstas.
Os advierto, como ya antes os advertí, 
que los que se entregan a estas cosas no heredarán el reino de Dios. 

Por el contrario, los frutos del Espíritu son: 
amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, 
fe, mansedumbre, continencia; contra estas cosas no hay ley. 
Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias. 
Si vivimos por el Espíritu, dejémonos conducir por el Espíritu." 

(Gálatas 5, 19-25)

Existe una notable diferencia entre vivir una "buena vida" según el mundo (que nos influye de afuera hacia adentro) y vivir una "vida transformada" por el Espíritu de Dios (que nos transforma de adentro hacia afuera).

Resultado de imagen de obras de la carneComo sugiere el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas, la diferencia entre una vida llena de frutos del espíritu y una vida llena de las obras de la carne es diametralmente opuesta. 

Mientras que el Diablo nos incita a dejarnos tentar desde el exterior y confundirnos en el anhelo de una falsa felicidad, los que somos de Cristo, los cristianos, nos dejamos transformar y guiar por el Espíritu Santo, que nos renueva y nos da plenitud.

Pero ¿cómo podemos estar seguros de el Espíritu Santo guía nuestras vidas? Existen cinco razones que lo prueban:

Pasión por la Eucaristía y la Oración

Descubrir a Cristo en la Eucaristía sucede sólo cuando la pasión me lleva a desear buscarlo de todo corazón, en la certeza de que Él está presente; y cuando ocurre, ya no quiero estar en otro sitio ni con nadie más. 

Resultado de imagen de eucaristiaNo se trata tan sólo de "un sentimiento ni un deslumbramiento pasajero ni un te quiero vaciado de contenido". Es un amor puro, perfecto y real que me llena el alma, que inunda todo mi ser, una presencia real capaz de mover el mundo entero.  

Experimentar a Dios en la oración sucede "cuando rezo en lo secreto", y lo hago con pasión y con todo mi corazón (Mateo 6,6). Entonces, soy plenamente consciente de que estoy teniendo una verdadera conversación con un Dios verdadero, que me ama y me escucha, y cuanto más permito que el Espíritu gobierne mi vida, más satisfactoria es esa experiencia.

Cuando nos acercamos a Él, bien sea en la Eucaristía o en la Oración, Su Espíritu comienza a fluir a través de nosotros.

Pasión por la Palabra de Dios

La Biblia no es un libro histórico como muchos pretender hacerme creer. La Sagrada Escritura es viva y activa. Es un libro sobrenatural, inspirado por el Espíritu de Dios y que realmente me habla, me guía y me interpela.

Resultado de imagen de bibliaApasionarme por la Palabra de Dios no es una costumbre por leer o simplemente por aprender. Se trata de conocer a Dios porque la Escritura es el mismo Dios.

El apóstol Juan describe a Jesús como la Palabra viva: "Y aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria, gloria cual de unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad. "A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el Padre, nos lo ha dado a conocer."  (Juan 1, 14 y 18). 

Al leer la Biblia, las palabras salen del contexto en el que fueron escritas, salen de la página y se funden en mi realidad, en mi propia vida. Entonces, sé que Dios me está hablando directamente, a mi, aquí y ahora.

Pasión por los demás

Si me considero cristiano, seguidor de Jesús y lleno de su Espíritu, entonces debería ser capaz de verlo en cada una de las personas que Dios pone en mi camino. Si realmente le pertenezco a Él, entonces amaré a los demás con un amor profundo y sincero: el mismísimo amor de Dios.

Resultado de imagen de servir a dios"Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros: en que ha mandado a su Hijo único al mundo para que nosotros vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Dios nos ha amado a nosotros y ha enviado a su Hijo como víctima expiatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros."  (1 Juan 4, 7-11).

¿Me despierto cada mañana pensando en lo que otros deberían hacer por mí? Ese pensamiento no es sino una obra de la carne. Cuando el Espíritu motiva y alienta mis pensamientos, lo que hago es preguntarme: ¿Qué puedo hacer por los demás? ¿Cómo puedo servir a otros? ¿Cómo puedo ayudar? ¿Qué puedo ofrecer?

Pasión por dar testimonio de Jesús

Hace unas semanas, una persona un tanto alejada de la fe se fijó en las pulseras y en los rosarios que llevo en mi mano derecha. Me preguntó si lo llevaba por moda o porque realmente creía en Dios. Le parecía bastante raro e inusual.

Resultado de imagen de dar testimonioHablamos durante bastante tiempo, de lo vacía que estaba su vida que giraba en torno al dinero, el trabajo, la salud y las cosas materiales. Sentí la necesidad de rezar por él, porque realmente lo necesitaba; le pedí permiso y lo hice. 

Cuando terminé, levantó la vista, respiró hondo y  de sus ojos salieron unas lágrimas. Lagrimas de serenidad y calma.

No lo cuento por presunción, sino como demostración evidente de que cuando estás dispuesto a entregarte a la dirección en la que sopla el Espíritu Santo, compartir tu fe se convierte no sólo en una práctica habitual sino en una experiencia sobrenatural de felicidad y gozo plenos.

Pasión por servir a Dios

Mi pasión en mi servicio a Dios surge al poner mi confianza en Él, como creador mío, a abandonarme a Su Espíritu como dador de todo cuanto necesito. Entonces, es cuando me someto a mi Rey por amor y le sirvo, sabiendo que él va a cuidar de mi y del resto de mis necesidades.

"No os inquietéis, diciendo: "¿Qué comeremos?" o "¿qué beberemos?" o "¿cómo vestiremos?". Por todas esas cosas se afanan los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe que las necesitáis. Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura." (Mateo 6, 31-33).

Cuando busco el Reino de Dios y me abandono plenamente a Su Espíritu, soy capaz de servirle mejor, porque Él sabe mejor que yo lo que necesito. 

Es entonces cuando mi pasión me lleva a dar la vida por los demás, preocupándome y entregándome generosamente a sus necesidades o preocupaciones, tal y como mi Señor hace siempre conmigo.