









Nos introducimos de nuevo en la Revelación de Dios a los hombres, penetrando en el misterio del Apocalipsis de San Juan. Haciendo una lectura espiritual, teológica y litúrgica profundizamos en el mensaje del "vidente de Patmos", para descubrir cómo el libro, lejos de ser una visión catastrófica y desoladora, es un motivo de regocijo y alegría para toda la humanidad.

El Apocalipsis es una visión no tanto del fin del mundo ni de cataclismos, como de la afirmación del Reino de Dios. No habla tanto de desastres, calamidades o castigos de Dios como de la "catástrofe interior", que es la caída o pérdida de la fe.

El Apocalipsis es una guía para desenmascarar el poder seductor del Imperio, que pretende presionar, persuadir, controlar y arrinconar al cristiano para que apostate de Dios y dé culto a Satanás.
El Apocalipsis es una constatación del surgimiento de la "Bestia", la manifestación del Dragón como un imperio cultural, un poder persuasivo e ideológico, un dominio perverso y malvado, una propaganda antidivina, a la que ninguno somos inmunes.
El Apocalipsis es un camino hacia el gozo a través de la resistencia, que nos ofrece estrategias para resistir la influencia del Imperio y liberarnos de su sugestión, y que concluye con la instauración de la "ciudad santa", la nueva Jerusalén: La Iglesia es la esposa del Cordero, el lugar de la verdadera intimidad con Dios. Estamos todos invitados a entrar y pertenecer a Ella, porque somos ciudadanos del Cielo.
El Apocalipsis es un compendio histórico que nos presenta dos caras: la cara oculta (sufrimientos, tribulaciones y llantos) y la cara luminosa (cantos de alabanza, oraciones y gloria), para mostrarnos que el sufrimiento no tiene la última palabra, sino que es el paso a la felicidad. Sin Cruz no hay Resurrección.

El Apocalipsis es una invitación a la conversión, un estímulo para el arrepentimiento y al crecimiento en el amor, un cambio radical de mentalidad, una transformación en un cristiano "místico", aquel que tiene los ojos abiertos hacia Dios, aquel que penetra en el misterio revelado, aquel que "tiene oídos y oye", aquel que se esfuerza en cambiarse a sí mismo para cambiar el mundo, aquel que anhela una vida nueva en un mundo nuevo.

El Apocalipsis es un vademécum sobre el "discípulo ideal", el "cristiano apocalíptico" que "se vuelve", " se convierte" y se postra ante la voz del Resucitado, aquel que "se deja tocar" por el Maestro, aquel que permite al Señor entrar en las profundidades de su corazón y establecer con Él una comunión íntima, aquel que no tiene miedo porque Cristo está "de pie" en medio de la Iglesia, aquel que es "santo"..
El Apocalipsis es un escrito sobre la "comunidad ideal", la "Iglesia fiel" que comparte la fidelidad al Reino de Dios en medio del "reino de la Bestia", aquella que comparte fatiga, persecución y tribulación por causa de Su nombre, aquella que se reúne "el día del Señor" para la alabanza eucarística, aquella que es, al mismo tiempo, divina y humana, brillante y opaca, santa y pecadora.
El Apocalipsis es la manifestación de Dios Jesucristo, quien con poder y autoridad, nos habla desde el cielo y nos convoca, a la comunidad reunida en oración, a la celebración litúrgica, para acoger su Palabra y recibir su Presencia en nosotros y con nosotros.
Fuente:
-El Apocalipsis de San Juan (Emilio Aliaga, edición Verbo Divino)

Para encontrar su cuerpo investigará la mala praxis e incluso las traiciones internas de su propio organismo en favor de los feligreses del neoculto, hasta llegar a producir en el agente una crisis existencialista que le hará dudar de los dogmas que hasta ahora regían su vida.
En mi opinión, "Resucitado" flojea cuando entra en escena Jesús, que se aparta de la imagen distante a la par que majestuosa del hijo de Dios, al optar por un acercamiento más creíble para quien no cree, en lo histórico.