¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 15 de octubre de 2019

¡NOS ATACAN!

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¿Final? No, el viaje no concluye aquí. 
La muerte es solo otro sendero, 
que recorreremos todos. 
El velo gris de este mundo se levanta 
y todo se convierte en plateado cristal. 
Es entonces, cuando se ve...La blanca orilla. 
Y mas allá, la inmensa campiña verde,
 tendida ante un fugaz amanecer.
(El Retorno del Rey)

Las estrellas se nublan. Algo se inquieta en el este. Una insomne malicia. El ojo del enemigo avanza. Es la calma que precede a la tempestad.

El Enemigo ha fijado su mirada en España. Su encendidos ojos rojos lanzan fuego sobre la descendencia de la Mujer. Quiere devorar al Heredero...destruir su linaje.

Una Cruz a lo lejos. Un Cruz blanca, en un gran patio de piedra. Cae demolida...

Hasta el mismísimo calor de la sangre arrebata. El Valle está cerrado. Los que murieron lo construyeron, y los Santos lo guardan. El Valle está cerrado.

Una ciudad en llamas. Un país dividido y arrasado por el odio...

Percibimos un esbozo del plan enemigo. Satanás avanza para atacar la ciudad blanca. 

Su derrota tiempo atrás, ha demostrado a nuestro enemigo una cosa, sabe que el heredero del Reino se ha dado a conocer, que los hombres no son tan débiles, que su coraje podría seguir intacto. 

Una fuerza tal vez suficiente para retarle. Satanás teme esto. No se arriesgará ante los pueblos de la Tierra de María, unidos bajo una misma fe, bajo un mismo espíritu. 

Urdirá división y tumulto. Reducirá la ciudad a escombros, antes de ver a un rey recuperar el trono de los hombres. Si las almenaras de la Ciudadela se encienden, que el país se prepare para la guerra.

Dime. ¿Por
qué rendir pleitesía a un Heredero destronado y olvidado? ¿Por qué cabalgar en ayuda de aquellos que no nos la prestaron? ¿Qué debemos a la Ciudadela?

El futuro se está agotando. Pero aún es nuestro. Nada es seguro, salvo nuestra fe. La tibieza y cobardía de muchos, antaño fieles, les impiden tomar partido y elegir bando. Pero no les ha sido otorgado la autoridad de negar el retorno del Rey. Los caballos se inquietan y los hombres callan. Les trastorna la Sombra de la Montaña.

El Enemigo está listo, con todo su poder reunido. No sólo con soldados de oriente, sino con hombres del oeste, también. Legiones de guerreros del sur. Mercenarios de la costa. Todos acudirán a la llamada del Mal. Será el fin del país que conocemos. Aquí el mazazo será mas contundente.

Si to
man el Valle, si la guarnición de San Benito cae, la última defensa de esta ciudad habrá caído. ¿Quien defenderá nuestros valores si las trincheras del frente caen? ¿Quién resistirá la furia, si los bastiones de vanguardia sucumben?

El Enemigo está por revelar aún a su más letal siervo. El que acaudilla los ejércitos del Mal en la guerra. Aquél de quien se dice que ningún hombre vivo puede resistir sus tentaciones. 

Tú ya le conoces, hirió a la Mujer en el calcañal. El Señor de los demonios. El averno es su guarida.  La ciudad muerta. Repugnante paraje repleto de maldad.

Y al fin llegó la hora. La gran batalla de nuestro tiempo. La situación ha emprendido una marcha imparable. El tablero está listo, las piezas se mueven
...

Ha roto nuestras defensas, han tomado el puente y l
a ribera oeste. Batallones de enemigos cruzan el Valle. Enviad a todas las legiones. No detengáis el ataque hasta que la Basílica haya sido tomada. ¡Aniquiladlos!

Recorred aprisa la Marca, alistad a todo hombre capaz en el sagrario. Los hombres han encontrado a su Señor. Le seguiremos a la batalla, hasta nuestro último aliento, incluso a la muerte. Nos ha traído esperanza Nosotros iremos. 

Llegada es la hora, Jinetes de Dios, os ata un juramento, dadle ahora cumplimiento. ¡Por el rey y la tierra!
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De las cenizas despertará el fuego. La luz brotará de la sombra. Forjada será de nuevo la espada de sus pedazos. El destronado retornará para ser rey.

¡Abrid paso al Rey! ¡Abrid paso! Doy esperanza a los Hombres. No guardo ninguna para mí.  ¡No temo a la muerte! 

¡Aprisa, a las murallas! ¡Defended la muralla! ¡Retomad posiciones! Sois soldados de Dios. No importa lo que atraviese esa puerta. Permaneced en el puesto. Contenedlos, ¡no cedáis al miedo! ¡Manteneos firmes! ¡Luchad!

¡Avanzad, sin temor a la oscuridad, luchad, luchad jinetes de María. Caerán las lanzas, se quebrarán los escudos, aún restará la espada, rojo será el día hasta el nacer del sol! ¡Cabalgad, hasta la desolación y el fin del mundo!

Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón.  

Pudiera llegar el día en que el valor de los hombre decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunidad, pero hoy no es ese día.

En que una hora de lobos y escudos rotos rubricarán la consumación de la edad de los Hombres, pero hoy no es ese día... 

¡En este día lucharemos! Por todo aquello que vuestro corazón ama de esta buena tierra, os llamo a luchar, ¡Hombres del Oeste!

Esta noche recordamos a aquellos que dieron su sangre por defender esta bendita tierra de María. ¡Salve a los victoriosos caídos!


¡El que tenga oídos que oiga!

Fragmentos del libro "El Retorno de Rey", El Señor de los Anillos. J. R. R Tolkien

viernes, 26 de julio de 2019

¿DISPUESTOS A LA LUCHA O A DESERTAR?

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"Todo es posible para el que cree"
(Marcos 9, 23)

Desde un punto de vista táctico, sea cual sea el ámbito (militar, deportivo, social, religioso, etc.), estar a la ofensiva es la manera de obrar de quien ataca y agrede a otro, y la defensiva es la actitud de quien se coloca para resistir y rechazar una agresión. 

Mientras que el que toma la ofensiva busca y persigue al adversario donde se encuentre para derrotarlo o aniquilarlo, el que se mantiene a la defensiva se esfuerza en impedir su propia destrucción o derrota.

La ofensiva ataca con empeño el punto en el que le interesa vencer, economizando fuerzas para emplearlas en el punto decisivo, donde necesita alcanzar la superioridad. Intenta desalojar al enemigo de las posiciones que ocupa, bien porque cuenta con superioridad numérica, o porque cree contar con superioridad moral.

La defensiva, por el contrario, renuncia a la iniciativa y espera el ataque para repelerlo, contentándose con hacer frente y resistir el choque. Es es una actitud aparentemente de auto-protección, de previsión o de alerta. 

Partiendo de la certeza de que los cristianos estamos inmersos en una batalla espiritual, ¿Qué actitud tenemos? ¿estamos a la ofensiva o a la defensiva?

Resultado de imagen de caballeros templariosDesde su inicio, la Iglesia tuvo que emplearse a fondo en las tácticas defensivas, es decir en la Apología. Al tiempo que se construía la Iglesia desde dentro, empleó a sus mejores efectivos para defenderse del acoso y rechazo desde fuera.

Hoy en día ocurre lo mismo. El rechazo hacia los cristianos, la Iglesia y la fe católica es total, incluso más visceral y frenético. Nuestros adversarios están a la ofensiva bajo la táctica de la tolerancia, pero en el fondo ni nos soportan, ni les gustamos. Nos odian.

Es un guerra aparentemente, incruenta, pero es mortal. El Enemigo parece mostrar que su principal objetivo es el desgaste continuo de "lo cristiano", atacando e invadiendo posicione
s una y otra vez. Una vez conseguida esta primera fase, su estrategia es la aniquilación total del pueblo de Dios. Ese es el objetivo del "Anticristo", oponerse y luchar contra Cristo.

Enfrente, la Iglesia ha  venido adoptando una pésima táctica pastoral defensiva, tratando de no oponer resistencia, incluso, de mimetizarse todo lo posible con el enemigo. Es una deserción en toda regla: "Os digo y os pido en nombre del Señor que no viváis como viven los paganos, con sus vanos pensamientos y su mente oscurecida, apartados de la vida de Dios por su ignorancia y la dureza de su corazón; han perdido todo sentido moral y se han entregado al vicio, realizando desenfrenadamente toda clase de inmoralidades" (Efesios 4, 17-18).

Sin duda, es una nefasta táctica puesto que, mientras que las persecuciones a la fe de los primeros siglos, la hicieron crecer y robustecerse, sobre todo, por la valiente y audaz respuesta de los cristianos, hoy estamos a la defensiva pero no damos respuesta, y así, retrocedemos y menguamos.

En el campo de batalla espiritual, los cristianos somos odiados, despreciados, vilipendiado o incluso asesinados pero no actuamos. 

En este entorno hostil, la reacción de muchos cristianos es procurar que no se note que somos cristianos, es vivir nuestra fe en la clandestinidad de nuestros templos o casas, es esconder nuestras cruces, medallas y rosarios, es ocultar nuestras sotanas e incluso nuestros clerimans para que no se note que somos "gente de Iglesia". 

En el fondo, es una táctica derrotista, porque pensamos que no tenemos armas para defendernos. Nos falta el elemento apologético. Tenemos el deber y el derecho de defender nuestra fe ante los que la atacan y ante los que la ridiculizan, como nos muestran las Escrituras en Efesios 6, 11-18. 

La Armadura de Dios descrita en la carta a los Efesios es una llamada a la lucha, constituida por un conjunto de elementos defensivos y ofensivos, que requiere adiestramiento específico y destreza en su uso. 

Nos hallamos en una batalla a muerte, incesante, donde no existe tregua ni paz, ni compromiso o apaños mutuos, ni lugar donde esconderse, y donde es necesario posicionarse en uno de los dos bandos, porque no hay neutralidad posible.

La armadura de Dios provee a su ejercito equipación, adiestramiento y estrategia adecuada que nos garantiza la victoria en la guerra. Nuestra armadura nos protege de los ataques frontales; no se puede usar por partes, debe usarse completa siempre; nos arma defensiva y ofensivamente para recuperar posiciones que el maligno nos ha robado:

Armas Defensivas

Escudo de la Fe. Nos protege de las flechas de la venganzael odio, la envidia, la mentira, la ira, la vanidad y el orgullo.

Coraza de Justicia. Cubre el cuello, pecho y muslos. Actúa como protección para el cristiano. 

Yelmo de la SabiduríaNos cubre y protege la cabeza, y nos ayuda a pensar de la manera que Dios quiere que luchemos, incluso cuando estamos tentados a desertar.

Calzado de la Paz. Anclados al suelo para no resbalar, nos asegura un caminar estable, seguro y firme en medio del barro y las sacudidas de la batalla.

Cinto de la Verdad. Nos da firmeza, equilibrio y agilidad en los movimientos al conocer la Verdad y proclamarla.

Armas Ofensivas 

Espada del Espíritu. Sacramentos y Evangelización: armas cortantes y letales contra el Enemigo que nos mantiene afilados.

Arco y Flecha de la Oración. Moviliza el poder de Dios. Hace a la armadura relucir y brillar al permanecer conectados a Jesucristo. En ocasiones, también es un arma defensiva.

Estrategia y Adiestramiento

Palabra de Dios. Adiestramiento y formación en la lucha espiritual y estrategia de defensa contra el desánimo, el cansancio, la desilusión, la desesperanza.
No parece pues acertado seguir con la misma estrategia y con la misma pastoral que años atrás, cuando la fe católica era universal, y no era puesta en duda por nadie. 

Hoy, la Iglesia ha dejado de ser católica y universal, para convertirse en íntima y personal. Ha dejado de ser una, para convertirse en muchas opiniones mundanizadas. Ha dejado de ser apostólica, para convertirse en inactiva...

Resultado de imagen de armadura defensiva u ofensivaEl mundo nos ataca con la máxima virulencia para imponernos su pensamiento único. Desde todos los flancos, nos dicta cómo debemos pensar y actuar. 

Por eso, hoy, los cristianos bien formados y armados, no podemos tratar de pasar inadvertidos, no podemos dejar de hacernos notar, no podemos callar ni disimular. No podemos avergonzarnos de la cruz, ni esconderla.

Los cristianos tenemos que ser audaces y valientes para defender con coherencia y firmeza nuestra posición a favor de la vida y contra el aborto y la eutanasia, la defensa del matrimonio cristiano indisoluble, nuestra posición contra la ideología de género, etc.

Los cristianos tenemos que ser capaces de proclamar con claridad y solidez, la eficacia de nuestra fe, como uno de los grandes dones que nos ha dado Dios no sólo a los católicos, sino a toda la humanidad. 

Los cristianos debemos tener la certeza de que estamos en el ejercito victorioso, capitaneado por nuestro Señor Jesucristo, a quien "Se le ha dado todo poder en el cielo y en la tierra" (Mateo 28,18), quien "se ha manifestado para destruir las obras del diablo" (1 Juan 3,8) y quien nos transfiere, deposita y reviste de autoridad por el Espíritu Santo: "Ved que os he dado poder de pisar serpientes y escorpiones, y sobre todas las fuerzas del enemigo, sin que nada os dañe" (Lucas 10,19). "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Romanos 8, 31).

Los cristianos debemos tener la plena confianza en que el poder para salir victorioso no está en nuestras manos, en nuestros actos o palabras, sino en la Palabra de Dios, que obra milagros y es cierta: “El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24,35).

Hoy, los cristianos debemos estar preparados y alerta para entablar batalla a nuestro Enemigo. E incluso, estar dispuestos a morir por nuestra fe. 

lunes, 17 de junio de 2019

¿ESTAMOS EN GUERRA?

Diseño de soldado vigilando | Foto Gratis
"Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, 
sino contra los principados y potestades, 
contra los dominadores de este mundo tenebroso, 
contra los espíritus del mal, 
que moran en los espacios celestes." 
(Efesios 6, 12)

¿Somos conscientes de que estamos inmersos en una cruenta batalla espiritual? ¿Somos conscientes de que gran parte de los ataques que recibimos provienen del mundo sobrenatural?

Muchos no lo creen, porque no lo ven. Pero es real. Está ahí.  Los seres humanos estamos en medio del campo de batalla. Los ataques están alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Lo veamos o no. Lo creamos o no.

Resultado de imagen de saint michel archangeNo es una guerra con un final incierto. Los cristianos tenemos la certeza que la guerra ya está ganada: "y destituyó a los principados y a las potestades, y los expuso a la pública irrisión, triunfando de ellos en la cruz." (Colosenses 2, 1)

El Enemigo también lo sabe, pero intenta llevarse con él a cuantos pueda. Por eso, debemos estar alerta para luchar y ganar nuestra batalla individual, que comienza a ganarse con la identificación del Enemigo y con el pleno convencimiento de que los sucesos extraños que nos pasan son consecuencia de los ataques del maligno.

Una de las principales tácticas engañosas que utiliza es tratar de conseguir que la persona no se dé cuenta de la profundidad de lo que está sucediendo en su vida.

A menudo, asumimos que la lucha diaria a la que nos enfrentamos es tan sólo una batalla física, pero bajo la superficie, bajo esa apariencia de "normalidad", hay algo mucho más complejo que está teniendo lugar: ataques que se producen en el campo de batalla de una guerra espiritual universal.

El Diablo y sus demonios son mucho más poderosos e inteligentes que los seres humanos pero Dios lucha por nosotros y dentro de nosotros, y Él es incomparablemente más poderoso que ellos, porque Él los creó.

Imagen relacionadaPor eso, la recomendación sintética de San Pablo es "revestírse de la armadura de Dios" (Efesios 6, 11-18) compuesta por el casco de la salvación, el escudo de la fe, el cinturón de la verdad, la coraza de la justicia, las sandalias del apostolado y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

San Pablo nos re
cuerda: "que Satanás no se aproveche de todo, pues no ignoramos sus astucias" (2 Corintios 2,11). El Diablo utiliza múltiples estrategias contra los seres humanos. Sabe cómo tentar al hombre. Sabe cómo apretar las "clavijas" adecuadas, en el momento adecuado. 

Su principal estrategia es hacernos confiar en nuestras propias fuerzas y olvidarnos de Dios. Si esto ocurre, el Diablo ha empezado a ganar. No podemos ir a una batalla espiritual armados con un tirachinas.

Por ello, es importante no ignorar las estrategias del Enemigo ni vivir con nuestros ojos espirituales cerrados, de manera que nos impidan reconocer las tentaciones y los ataques. Debemos caminar en el Espíritu y ser conscientes de lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Nos enfrentamos a dos tipos de ataques  espirituales: directos e indirectos.

Ataque espiritual directo

El ataque espiritual directo es el resultado de una influencia demoníaca directa: brujería, espiritismo, maldiciones... 

Es una serie de eventos coordinados por el mundo demoníaco, cuyo fin es también, abortar el plan de Dios, hacer naufragar la fe, oprimir al cristiano y sacarle fuera del camino para que no llegue a destino y muera. Pueden ser realizados desde fuera o desde dentro de la persona.

Obsesión diabólica: El Diablo actúa sobre el hombre desde fuera, provocando: 

-Desorientación: Cuando un cristiano está bajo un influjo de brujería, espiritismo o maldiciones, se desorienta o se confunde. Incluso puede llegar a ser torpe. Satanás nubla nuestra visión, cegándonos espiritualmente para que nos detengamos y no lleguemos a nuestro destino en Dios.

Imagen relacionada-Debilitamiento emocional: Cuando somos blanco de maldiciones, nos sentimos agotados o debilitados emocionalmente. Nos invade una oscuridad que cubre nuestra mente. A veces, se manifiesta como un dolor de cabeza, una jaqueca o una migraña. Pero no es nada de eso; no es nada físico, es brujería.

-Terror: A menudo, las maldiciones que produce la brujería o el espiritismo despiertan una serie de temores excesivos que paralizan y aterrorizan nuestra mente. A veces, en la imaginación o en los sueños aparecen imágenes grotescas que parpadean, visiones dantescas, escenarios apocalípticos, etc.

-Distracción: Cuando las maldiciones están dirigidas a una comunidad o a una parroquia, se experimentan problemas constantes, distrayendo al cuerpo de Cristo de su propósito y de su llamada. Los niveles de irritación son altos y la paciencia es baja o nula. Las quejas, los chismes, las murmuraciones y las difamaciones aumentan exponencialmente. La rebelión contra la autoridad parece justificada y aumenta la tentación de abandonar. La división es la nota predominante.

Posesión diabolica: El Diablo entra en la víctima y actúa desde dentroEl demonio convierte a su victima en propiedad suya mediante un dominio violento.


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La posesión diabólica afecta al cuerpo, pero el alma no es invadida, conserva la libertad y, si se mantiene unida a Dios, puede estar en gracia durante la misma posesión (Juan Pablo II, 13-8-1986).

El medio apropiado de lucha espiritual en estos casos extremos son los exorcismos, que fueron realizados con frecuencia por Jesucristo y por los Apóstoles, a quienes les dio poder para expulsar a los demonios.


Ataque espiritual indirecto


Un ataque espiritual indirecto es el resultado de una influencia demoníaca indirecta, que tiene su gestación en el pecado original y su parto en la tentación, que el Diablo nos pone ante nuestros ojos mediante la:

-Mentira. "Vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, pues no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla según su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira." (Juan 8, 44). Satanás es el padre de la mentira. Siempre miente. Todo lo que sale de él es opuesto a la verdad.


-Acedía: El enemigo trata de robar nuestra perseverancia en las cosas de Dios, y lo hace con el debilitamiento de vida interior: pereza en la oración, ausencia de sacramentos, aumento de rutina, falta de compromiso...

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-Frustración: El enemigo utiliza una variedad de circunstancias para sitiar, oprimir y frustrar nuestra mente: ansiedad, insatisfacción, descontento, decepción, queja...

-Confusión: El enemigo genera caos y crea confusión, duda, incertidumbre, falta de confianza, ausencia de propósito...

-División: El enemigo bombardea la mente con pensamientos dispersos y permanentes que dividen y roban la paz: chismes, rencillas, enfrentamientos, rencores...

-Debilidad: El enemigo ataca prolongada y permanentemente para producir falta de energía o vitalidad, cansancio, falta de sueño, agotamiento, fatiga......

-Falsa tregua: El enemigo crea una sensación de falsa paz, con la intención de simular que no hay ningún ataque, haciéndonos especialmente vulnerables en lo que se refiere a los bienes materiales, bien porque tenemos todo o porque no tenemos nada.

-Renuncia: Mientras que Dios nos ha creado con un propósito y nos ha concedido dones, talentos y gracias para descubrirlo y cumplirlo, el enemigo tiene un plan opuesto: alejarnos de su cumplimiento, abrumándonos con pensamientos negativos, deseos de renuncia y propuestas de abandono.
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-Esclavitud: El enemigo intenta llevarnos de vuelta a ciclos negativos de los que ya nos habíamos liberado, esclavizarnos a viejas ataduras y deseos, convenciéndonos de que nuestros pecados no son tan graves, o incluso, de que no son pecado (igual que a Adán y Eva), tratando de hacernos perder la conciencia de lo malo y lo bueno, lo que agrada a Dios o no, arrastrándonos a una espiral profunda que nos encadena. 

-Concupiscencia: El enemigo nos tienta principalmente con la carne para alejarnos del Espíritu, con la inmoralidad para alejarnos de la santidad, con la concupiscencia para alejarnos de la castidad.

-Rebeldía: El enemigo pretende hacernos razonar desde una lógica mundana para que renunciemos a lo que Dios nos llama, para que nos desviemos del camino o para que pensemos que existen atajos. Si no lo consigue, potencia actos de rebeldía ante hipotéticas injusticias de Dios, cuestionando mandatos de Dios y poniendo en tela de juicio las actuaciones de la gracia.

Claves para luchar

Como ya hemos visto anteriormente, la primera clave es tomar conciencia de que estamos en guerra y bajo ataque. 

Una vez concienciados del estado de guerra y reconocido el ataque, comenzaremos a combatir al Enemigo, con la fe y la autoridad de Jesucristo (Lucas 9, 1) con las siguientes armas:
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-Fe: “Sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios debe creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan” (Hebreos 11, 6).

-Oración y penitencia“Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu(Efesios 6, 18-19). “Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno” (Mateo 17,21)

-Sacramentos: Además, la Iglesia nos ofrece la ayuda de los sacramentos como instrumentos para combatir al enemigo: la Confesión, la Eucaristía, la Adoración ante el Santísimo. También, la dirección espiritual y el apoyo de nuestros hermanos de fe.

- Comunión de los Santos: Pidamos el auxilio y la protección de la Santísima Virgen, San José y de todos los santos. Recurramos a San Miguel Arcángel y su ejercito celestial.

-Resistencia“Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes” (Santiago 4, 7). Resistir “al mundo”, negarse a sí mismo, hacer obras de caridad, practicar el silencio. 

Vencer al mal con el bien

Las maldiciones no se combaten con maldiciones hacia quienes nos atacan, sino con bendiciones: pidamos a Dios que bendiga a quienes nos atacan, con la misma bendición que hemos experimentado nosotros con nuestro arrepentimiento y conversión a Cristo.

Los cristianos bendecimos y no maldecimos, porque si descendemos al odio y caemos en el rencor, perdemos la batalla. San Pablo nos dice:"No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien" (Romanos 12, 21).
Los cristianos nos ponemos un manto de alegría en lugar de un espíritu angustiado, alabando a Dios: “¡Entren por sus puertas dando gracias, en sus atrios canten su alabanza. Denle gracias y bendigan su nombre!” (Salmo 100, 4).

Los cristianos transformamos odio en amor (1 Juan 4,18) porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, amor y una mente disciplinada (2 Timoteo 1, 7).

Los cristianos escuchamos a Dios y no escuchamos a Satanás porque, diga lo que diga, no es la verdad sino una perversión de la verdad. Él sólo desea nuestra muerte. Es por tanto, un mentiroso y un asesino.

Los cristianos seguimos la Verdad de Jesucristo que nos hace libres, que nos libera de la esclavitud del pecado que trata de provocarnos el Enemigo.