¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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viernes, 9 de abril de 2021

EZEQUIEL 38 Y 39: GOG Y MAGOG

"Y cuando se cumplan los mil años,
Satanás será soltado de la prisión.
Y saldrá para engañar a las naciones
de los cuatro lados de la tierra,
a Gog y Magog,
y congregarlos para la batalla;
serán innumerables como las arenas del mar"
(Apocalipsis 20,7-8)

Hoy reflexionamos sobre las profecías escatológicas acerca de "Gog y Magog" que se mencionan en Ezequiel 38 y 39, en Jeremías 25 y 51 (en este caso, con el nombre de Sesac o Shish-kã, criptograma de Babel o Babilonia) y en Apocalipsis 20.

Gog y Magog es una devastadora coalición de enorme magnitud integrada por pueblos hostiles, tribus bárbaras o naciones enemigas, y congregada por Satanás para la gran batalla final contra "el campamento de los santos y la ciudad predilecta", después de los mil años del reinado de Cristo.

Sin embargo es una batalla que no tendrá lugar gracias a la intervención de Dios, que hará caer fuego del cielo y arrojará al Diablo y a sus seguidores al lago de fuego, dando paso al Juicio Final y a la Nueva Jerusalén celeste.
Pero para contextualizar y profundizar en el significado de esta expresión, es preciso que nos dirijamos al capítulo 10 del Génesis, donde se detalla la denominada "Tabla de las Naciones" (lista de setenta pueblos) o descendencia de los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet), y en particular, nos fijaremos en los hijos de Jafet (Gomer, Magog, Madai, Yaván, Tubal, Mesec y Tirás) de la que surgirán estas "naciones, tribus o pueblos" que engloban a "Gog y Magog"

Gomer
Representa a los "habitantes de una tierra de niebla y oscuridad al borde del mundo" (La Odisea, de Homero), formada por tribus nómadas ecuestres (cimerios, iranios) indoeuropeas o urálicas proveniente del norte del Cáucaso y del mar Negro, en la actual Rusia, Ucrania y Azerbaiyán, surgidas entre el siglo VIII a. C. y el VII a. C. 

Magog/Gog
Magog es un criptograma de Babilonia, un nombre encubierto de la ciudad enemiga de Dios, en contraposición a Jerusalén מגג (mgg) escrito a la inversa; גגמ (ggm) y sustituyendo cada letra por su precedente en el alefato hebreo (serie ordenada de las consonantes) da como resultado: בבל (bbl), es decir Babel. 

Gog es un nombre derivado de Magog y de "Gug", que significa en sumerio "oscuridad, tiniebla, mancha negra". 
Ambos configuran las tribus o pueblos del norte (acadios, sumerios, etíopes, dacios, babilonios...), las tierras, regiones o reinos provenientes de los confines del mundo conocido de entonces: Turquestán, Tayikistán, Turkmenistán, Etiopía o incluso India.

Madai
Conforma a los medos, persas y turcos que se establecieron en Irán, al sur del mar Caspio y al este de Asiria.

Yaván/ Tirás
Constituye las tribus jónicas o pueblos piratas de la costa occidental de Asia Menor en el mar Egeo, conocidos como los "Pueblos del Mar" a los que pertenecen los tirsenios o tirrenos, tracios, etruscos, chipriotas, cartagineses y griegos.

Tubal 
Engloba a las tribus sudorientales de los tibarenos que poblaron Georgia y Cilicia (Asia Menor), a los ítalos que vivieron en Italia y a los íberos que se asentaron en España y Portugal.

Mesec 
Abarca una gran variedad de tribus guerreras nómadas euroasiáticas dedicadas al pastoreo nómada y a la cría de caballos de montaescitas, sármatas, hititas, alanos, arcadios, frigios, mongoles, hunos... surgidas entre el siglo XII y el IV a. C. y provenientes de las regiones esteparias de Rusia, Ucrania, Asia Central, los Cárpatos, China, Siberia, Mesopotamia, Frigia, el Caúcaso, el Mar Negro, Crimea, Anatolia y las actuales Afganistán y Pakistán, 

Todos ellos, conformados bajo la denominación de Gog y Magogtipifican a las hordas hostiles, agresivas y enemigas contra el pueblo de Dios al final de los tiempos, "en número como la arena del mar". En definitiva, habla de la gran Babilonia idólatra del Apocalipsis.

Interpretación
La escuela de interpretación preterista identifica a Gog y Magog con el Imperio de Roma y considera esta profecía cumplida en el pasado.

La historicista interpreta a Gog y Magog como naciones o líderes gobernantes y los personaliza en figuras como Napoleón, Hitler, el comunismo, etc..

La futurista afirma que Gog y Magog es un conglomerado de naciones que invadirán Israel: Rusia, China, India, Japón y numerosos pueblos islámicos.
Ezequiel 38,6, 15 y 39,2 indica la procedencia cardinal de Gog y Magog: desde el norte. En ese punto cardinal se encontraba la ruta por donde transitaban los invasores que llegaban a las tierras de Israel; y, en este sentido, cuando un hebreo se refería a un enemigo del norte, se refería a Babilonia. 

Por eso, entendemos con claridad que así como San Juan no podía hablar abiertamente de Roma como el enemigo del pueblo de Dios al vivir sometido y encarcelado por el Imperio Romano, tampoco Ezequiel, cautivo del Imperio Babilónico, pudiera declarar abiertamente esta profecía utilizando el nombre de Babilonia.

La exégesis católica, y en particular, San Agustín, afirma que Gog y Magog deben ser considerados más como símbolos proféticos y escatológicos que como figuras históricamente identificables y, por tanto, la resurrección de Apocalipsis 20,4-5 es espiritual, el tiempo de los mil años del reinado de Cristo ya empezó con la evangelización de la Iglesia en toda la tierra, desde Pentecostés hasta el fin de los tiempos (ver 2 Timoteo 2,17-19) y la convocatoria de Gog y Magog es un hecho que ya se está desarrollando, representado por las herejías que se han levantado contra la Iglesia Católica y que alcanzará un mayor auge al fin de los tiempos. 
Según la gematría, Gog y Magog tienen un valor numérico (70) que simboliza a las naciones enemigas (Deuteronomio 32, 8; Éxodo 1, 5) en concordancia con el estilo literario apocalíptico (por ejemplo, el 666 de Apocalipsis 13,18) que las identifica como "Imperios antidivinos" o "Imperio del Mal". 

En Apocalipsis 20,8 "Gog y Magog" simboliza a una multitud innumerable de naciones: los goyim o "pueblos" fuera de la Alianza del Dios de Israel que no proceden de un reino o lugar geográfico específico, sino de los “cuatro ángulos de la tierra y que son enemigos frontales del pueblo de Dios.

La disposición de los eventos narrados en Apocalipsis, particularmente en los capítulos 20-22, siguen un orden cronológico y sincrónico de los capítulos 38 y 39 de Ezequiel, en los que Gog y Magog se ubica entre dos momentos de intervención divina, de forma que se puede deducir que los "mil años" (un período largo de tiempo) en el que se produce la restauración espiritual de Israel es un intervalo de una misma batalla en “dos tiempos”: Armagedón / Gog y Magog.

Gog y Magog es un hiperónimo (un término general utilizado para referirse a una realidad nombrada por un término más específico) de los diferentes nombres que conforman la magnitud del mal de todos los tiempos, reunidos para la batalla final. Con él, nos referimos al "Imperio del mal" en su conjunto.
Pero, como toda profecía en la Palabra de Dios, nos ofrece un mensaje de esperanza: el final de Gog y Magog y sus seguidores cuando son convocados por el Dragón para asolar y destruir al pueblo de Dios en:

- Ezequiel 39,4-8: "Enviaré fuego contra Magog y sobre los que viven confiados en naciones lejanas, y sabrán que yo soy el Señor. Daré a conocer mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no permitiré que mi santo nombre vuelva a ser profanado, y las naciones sabrán que yo soy el Señor, el Santo de Israel. Todo eso se acerca, está a punto de ocurrir. Este es el día que he anunciado" 

-Apocalipsis 20,9-10"Avanzaron sobre la anchura de la tierra y cercaron el campamento de los santos y la ciudad predilecta, pero bajó fuego del cielo y los devoró. El diablo que los había engañado fue arrojado al lago de fuego y azufre con la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Y, de forma inmediata, promete la protección divina y el destino final para el pueblo fiel de Dios en:

-Ezequiel 39,29: "Y comprenderán que yo soy el Señor, su Dios, que los envié al destierro entre las naciones y los reuní de nuevo en su tierra, sin abandonar allí a ninguno. No volveré a ocultarles mi rostro, pues he derramado mi espíritu sobre la casa de Israel”.

-Apocalipsis 21,2-3: "Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Y oí una gran voz desde el trono que decía: He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el 'Dios con ellos' será su Dios".

martes, 15 de octubre de 2019

¡NOS ATACAN!

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¿Final? No, el viaje no concluye aquí. 
La muerte es solo otro sendero, 
que recorreremos todos. 
El velo gris de este mundo se levanta 
y todo se convierte en plateado cristal. 
Es entonces, cuando se ve...La blanca orilla. 
Y mas allá, la inmensa campiña verde,
 tendida ante un fugaz amanecer.
(El Retorno del Rey)

Las estrellas se nublan. Algo se inquieta en el este. Una insomne malicia. El ojo del enemigo avanza. Es la calma que precede a la tempestad.

El Enemigo ha fijado su mirada en España. Su encendidos ojos rojos lanzan fuego sobre la descendencia de la Mujer. Quiere devorar al Heredero...destruir su linaje.

Una Cruz a lo lejos. Un Cruz blanca, en un gran patio de piedra. Cae demolida...

Hasta el mismísimo calor de la sangre arrebata. El Valle está cerrado. Los que murieron lo construyeron, y los Santos lo guardan. El Valle está cerrado.

Una ciudad en llamas. Un país dividido y arrasado por el odio...

Percibimos un esbozo del plan enemigo. Satanás avanza para atacar la ciudad blanca. 

Su derrota tiempo atrás, ha demostrado a nuestro enemigo una cosa, sabe que el heredero del Reino se ha dado a conocer, que los hombres no son tan débiles, que su coraje podría seguir intacto. 

Una fuerza tal vez suficiente para retarle. Satanás teme esto. No se arriesgará ante los pueblos de la Tierra de María, unidos bajo una misma fe, bajo un mismo espíritu. 

Urdirá división y tumulto. Reducirá la ciudad a escombros, antes de ver a un rey recuperar el trono de los hombres. Si las almenaras de la Ciudadela se encienden, que el país se prepare para la guerra.

Dime. ¿Por
qué rendir pleitesía a un Heredero destronado y olvidado? ¿Por qué cabalgar en ayuda de aquellos que no nos la prestaron? ¿Qué debemos a la Ciudadela?

El futuro se está agotando. Pero aún es nuestro. Nada es seguro, salvo nuestra fe. La tibieza y cobardía de muchos, antaño fieles, les impiden tomar partido y elegir bando. Pero no les ha sido otorgado la autoridad de negar el retorno del Rey. Los caballos se inquietan y los hombres callan. Les trastorna la Sombra de la Montaña.

El Enemigo está listo, con todo su poder reunido. No sólo con soldados de oriente, sino con hombres del oeste, también. Legiones de guerreros del sur. Mercenarios de la costa. Todos acudirán a la llamada del Mal. Será el fin del país que conocemos. Aquí el mazazo será mas contundente.

Si to
man el Valle, si la guarnición de San Benito cae, la última defensa de esta ciudad habrá caído. ¿Quien defenderá nuestros valores si las trincheras del frente caen? ¿Quién resistirá la furia, si los bastiones de vanguardia sucumben?

El Enemigo está por revelar aún a su más letal siervo. El que acaudilla los ejércitos del Mal en la guerra. Aquél de quien se dice que ningún hombre vivo puede resistir sus tentaciones. 

Tú ya le conoces, hirió a la Mujer en el calcañal. El Señor de los demonios. El averno es su guarida.  La ciudad muerta. Repugnante paraje repleto de maldad.

Y al fin llegó la hora. La gran batalla de nuestro tiempo. La situación ha emprendido una marcha imparable. El tablero está listo, las piezas se mueven
...

Ha roto nuestras defensas, han tomado el puente y l
a ribera oeste. Batallones de enemigos cruzan el Valle. Enviad a todas las legiones. No detengáis el ataque hasta que la Basílica haya sido tomada. ¡Aniquiladlos!

Recorred aprisa la Marca, alistad a todo hombre capaz en el sagrario. Los hombres han encontrado a su Señor. Le seguiremos a la batalla, hasta nuestro último aliento, incluso a la muerte. Nos ha traído esperanza Nosotros iremos. 

Llegada es la hora, Jinetes de Dios, os ata un juramento, dadle ahora cumplimiento. ¡Por el rey y la tierra!
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De las cenizas despertará el fuego. La luz brotará de la sombra. Forjada será de nuevo la espada de sus pedazos. El destronado retornará para ser rey.

¡Abrid paso al Rey! ¡Abrid paso! Doy esperanza a los Hombres. No guardo ninguna para mí.  ¡No temo a la muerte! 

¡Aprisa, a las murallas! ¡Defended la muralla! ¡Retomad posiciones! Sois soldados de Dios. No importa lo que atraviese esa puerta. Permaneced en el puesto. Contenedlos, ¡no cedáis al miedo! ¡Manteneos firmes! ¡Luchad!

¡Avanzad, sin temor a la oscuridad, luchad, luchad jinetes de María. Caerán las lanzas, se quebrarán los escudos, aún restará la espada, rojo será el día hasta el nacer del sol! ¡Cabalgad, hasta la desolación y el fin del mundo!

Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón.  

Pudiera llegar el día en que el valor de los hombre decayera, en que olvidáramos a nuestros compañeros y se rompieran los lazos de nuestra comunidad, pero hoy no es ese día.

En que una hora de lobos y escudos rotos rubricarán la consumación de la edad de los Hombres, pero hoy no es ese día... 

¡En este día lucharemos! Por todo aquello que vuestro corazón ama de esta buena tierra, os llamo a luchar, ¡Hombres del Oeste!

Esta noche recordamos a aquellos que dieron su sangre por defender esta bendita tierra de María. ¡Salve a los victoriosos caídos!


¡El que tenga oídos que oiga!

Fragmentos del libro "El Retorno de Rey", El Señor de los Anillos. J. R. R Tolkien

lunes, 17 de junio de 2019

¿ESTAMOS EN GUERRA?

Diseño de soldado vigilando | Foto Gratis
"Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, 
sino contra los principados y potestades, 
contra los dominadores de este mundo tenebroso, 
contra los espíritus del mal, 
que moran en los espacios celestes." 
(Efesios 6, 12)

¿Somos conscientes de que estamos inmersos en una cruenta batalla espiritual? ¿Somos conscientes de que gran parte de los ataques que recibimos provienen del mundo sobrenatural?

Muchos no lo creen, porque no lo ven. Pero es real. Está ahí.  Los seres humanos estamos en medio del campo de batalla. Los ataques están alrededor de nosotros y dentro de nosotros. Lo veamos o no. Lo creamos o no.

Resultado de imagen de saint michel archangeNo es una guerra con un final incierto. Los cristianos tenemos la certeza que la guerra ya está ganada: "y destituyó a los principados y a las potestades, y los expuso a la pública irrisión, triunfando de ellos en la cruz." (Colosenses 2, 1)

El Enemigo también lo sabe, pero intenta llevarse con él a cuantos pueda. Por eso, debemos estar alerta para luchar y ganar nuestra batalla individual, que comienza a ganarse con la identificación del Enemigo y con el pleno convencimiento de que los sucesos extraños que nos pasan son consecuencia de los ataques del maligno.

Una de las principales tácticas engañosas que utiliza es tratar de conseguir que la persona no se dé cuenta de la profundidad de lo que está sucediendo en su vida.

A menudo, asumimos que la lucha diaria a la que nos enfrentamos es tan sólo una batalla física, pero bajo la superficie, bajo esa apariencia de "normalidad", hay algo mucho más complejo que está teniendo lugar: ataques que se producen en el campo de batalla de una guerra espiritual universal.

El Diablo y sus demonios son mucho más poderosos e inteligentes que los seres humanos pero Dios lucha por nosotros y dentro de nosotros, y Él es incomparablemente más poderoso que ellos, porque Él los creó.

Imagen relacionadaPor eso, la recomendación sintética de San Pablo es "revestírse de la armadura de Dios" (Efesios 6, 11-18) compuesta por el casco de la salvación, el escudo de la fe, el cinturón de la verdad, la coraza de la justicia, las sandalias del apostolado y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

San Pablo nos re
cuerda: "que Satanás no se aproveche de todo, pues no ignoramos sus astucias" (2 Corintios 2,11). El Diablo utiliza múltiples estrategias contra los seres humanos. Sabe cómo tentar al hombre. Sabe cómo apretar las "clavijas" adecuadas, en el momento adecuado. 

Su principal estrategia es hacernos confiar en nuestras propias fuerzas y olvidarnos de Dios. Si esto ocurre, el Diablo ha empezado a ganar. No podemos ir a una batalla espiritual armados con un tirachinas.

Por ello, es importante no ignorar las estrategias del Enemigo ni vivir con nuestros ojos espirituales cerrados, de manera que nos impidan reconocer las tentaciones y los ataques. Debemos caminar en el Espíritu y ser conscientes de lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Nos enfrentamos a dos tipos de ataques  espirituales: directos e indirectos.

Ataque espiritual directo

El ataque espiritual directo es el resultado de una influencia demoníaca directa: brujería, espiritismo, maldiciones... 

Es una serie de eventos coordinados por el mundo demoníaco, cuyo fin es también, abortar el plan de Dios, hacer naufragar la fe, oprimir al cristiano y sacarle fuera del camino para que no llegue a destino y muera. Pueden ser realizados desde fuera o desde dentro de la persona.

Obsesión diabólica: El Diablo actúa sobre el hombre desde fuera, provocando: 

-Desorientación: Cuando un cristiano está bajo un influjo de brujería, espiritismo o maldiciones, se desorienta o se confunde. Incluso puede llegar a ser torpe. Satanás nubla nuestra visión, cegándonos espiritualmente para que nos detengamos y no lleguemos a nuestro destino en Dios.

Imagen relacionada-Debilitamiento emocional: Cuando somos blanco de maldiciones, nos sentimos agotados o debilitados emocionalmente. Nos invade una oscuridad que cubre nuestra mente. A veces, se manifiesta como un dolor de cabeza, una jaqueca o una migraña. Pero no es nada de eso; no es nada físico, es brujería.

-Terror: A menudo, las maldiciones que produce la brujería o el espiritismo despiertan una serie de temores excesivos que paralizan y aterrorizan nuestra mente. A veces, en la imaginación o en los sueños aparecen imágenes grotescas que parpadean, visiones dantescas, escenarios apocalípticos, etc.

-Distracción: Cuando las maldiciones están dirigidas a una comunidad o a una parroquia, se experimentan problemas constantes, distrayendo al cuerpo de Cristo de su propósito y de su llamada. Los niveles de irritación son altos y la paciencia es baja o nula. Las quejas, los chismes, las murmuraciones y las difamaciones aumentan exponencialmente. La rebelión contra la autoridad parece justificada y aumenta la tentación de abandonar. La división es la nota predominante.

Posesión diabolica: El Diablo entra en la víctima y actúa desde dentroEl demonio convierte a su victima en propiedad suya mediante un dominio violento.


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La posesión diabólica afecta al cuerpo, pero el alma no es invadida, conserva la libertad y, si se mantiene unida a Dios, puede estar en gracia durante la misma posesión (Juan Pablo II, 13-8-1986).

El medio apropiado de lucha espiritual en estos casos extremos son los exorcismos, que fueron realizados con frecuencia por Jesucristo y por los Apóstoles, a quienes les dio poder para expulsar a los demonios.


Ataque espiritual indirecto


Un ataque espiritual indirecto es el resultado de una influencia demoníaca indirecta, que tiene su gestación en el pecado original y su parto en la tentación, que el Diablo nos pone ante nuestros ojos mediante la:

-Mentira. "Vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él fue homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, pues no hay verdad en él. Cuando dice mentira, habla según su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de la mentira." (Juan 8, 44). Satanás es el padre de la mentira. Siempre miente. Todo lo que sale de él es opuesto a la verdad.


-Acedía: El enemigo trata de robar nuestra perseverancia en las cosas de Dios, y lo hace con el debilitamiento de vida interior: pereza en la oración, ausencia de sacramentos, aumento de rutina, falta de compromiso...

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-Frustración: El enemigo utiliza una variedad de circunstancias para sitiar, oprimir y frustrar nuestra mente: ansiedad, insatisfacción, descontento, decepción, queja...

-Confusión: El enemigo genera caos y crea confusión, duda, incertidumbre, falta de confianza, ausencia de propósito...

-División: El enemigo bombardea la mente con pensamientos dispersos y permanentes que dividen y roban la paz: chismes, rencillas, enfrentamientos, rencores...

-Debilidad: El enemigo ataca prolongada y permanentemente para producir falta de energía o vitalidad, cansancio, falta de sueño, agotamiento, fatiga......

-Falsa tregua: El enemigo crea una sensación de falsa paz, con la intención de simular que no hay ningún ataque, haciéndonos especialmente vulnerables en lo que se refiere a los bienes materiales, bien porque tenemos todo o porque no tenemos nada.

-Renuncia: Mientras que Dios nos ha creado con un propósito y nos ha concedido dones, talentos y gracias para descubrirlo y cumplirlo, el enemigo tiene un plan opuesto: alejarnos de su cumplimiento, abrumándonos con pensamientos negativos, deseos de renuncia y propuestas de abandono.
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-Esclavitud: El enemigo intenta llevarnos de vuelta a ciclos negativos de los que ya nos habíamos liberado, esclavizarnos a viejas ataduras y deseos, convenciéndonos de que nuestros pecados no son tan graves, o incluso, de que no son pecado (igual que a Adán y Eva), tratando de hacernos perder la conciencia de lo malo y lo bueno, lo que agrada a Dios o no, arrastrándonos a una espiral profunda que nos encadena. 

-Concupiscencia: El enemigo nos tienta principalmente con la carne para alejarnos del Espíritu, con la inmoralidad para alejarnos de la santidad, con la concupiscencia para alejarnos de la castidad.

-Rebeldía: El enemigo pretende hacernos razonar desde una lógica mundana para que renunciemos a lo que Dios nos llama, para que nos desviemos del camino o para que pensemos que existen atajos. Si no lo consigue, potencia actos de rebeldía ante hipotéticas injusticias de Dios, cuestionando mandatos de Dios y poniendo en tela de juicio las actuaciones de la gracia.

Claves para luchar

Como ya hemos visto anteriormente, la primera clave es tomar conciencia de que estamos en guerra y bajo ataque. 

Una vez concienciados del estado de guerra y reconocido el ataque, comenzaremos a combatir al Enemigo, con la fe y la autoridad de Jesucristo (Lucas 9, 1) con las siguientes armas:
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-Fe: “Sin la fe es imposible agradar a Dios, porque aquel que se acerca a Dios debe creer que él existe y es el justo remunerador de los que lo buscan” (Hebreos 11, 6).

-Oración y penitencia“Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu(Efesios 6, 18-19). “Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno” (Mateo 17,21)

-Sacramentos: Además, la Iglesia nos ofrece la ayuda de los sacramentos como instrumentos para combatir al enemigo: la Confesión, la Eucaristía, la Adoración ante el Santísimo. También, la dirección espiritual y el apoyo de nuestros hermanos de fe.

- Comunión de los Santos: Pidamos el auxilio y la protección de la Santísima Virgen, San José y de todos los santos. Recurramos a San Miguel Arcángel y su ejercito celestial.

-Resistencia“Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes” (Santiago 4, 7). Resistir “al mundo”, negarse a sí mismo, hacer obras de caridad, practicar el silencio. 

Vencer al mal con el bien

Las maldiciones no se combaten con maldiciones hacia quienes nos atacan, sino con bendiciones: pidamos a Dios que bendiga a quienes nos atacan, con la misma bendición que hemos experimentado nosotros con nuestro arrepentimiento y conversión a Cristo.

Los cristianos bendecimos y no maldecimos, porque si descendemos al odio y caemos en el rencor, perdemos la batalla. San Pablo nos dice:"No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien" (Romanos 12, 21).
Los cristianos nos ponemos un manto de alegría en lugar de un espíritu angustiado, alabando a Dios: “¡Entren por sus puertas dando gracias, en sus atrios canten su alabanza. Denle gracias y bendigan su nombre!” (Salmo 100, 4).

Los cristianos transformamos odio en amor (1 Juan 4,18) porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de poder, amor y una mente disciplinada (2 Timoteo 1, 7).

Los cristianos escuchamos a Dios y no escuchamos a Satanás porque, diga lo que diga, no es la verdad sino una perversión de la verdad. Él sólo desea nuestra muerte. Es por tanto, un mentiroso y un asesino.

Los cristianos seguimos la Verdad de Jesucristo que nos hace libres, que nos libera de la esclavitud del pecado que trata de provocarnos el Enemigo.

sábado, 21 de abril de 2018

LAS DOS BANDERAS: HORA DE ELEGIR


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"Nadie puede servir a dos amos, 
porque odiará a uno y amará al otro, 
o se apegará a uno y despreciará al otro." 
(Lucas 16,13)

El Evangelio nos implica en una guerra espiritual, una lucha contra el mal (Satanás), contra nosotros mismos (Carne) y contra lo que nos rodea (Mundo). 

Una lucha espiritual que sólo es visible en su dimensión sobrenatural, pero es absolutamente real. Es una imagen que muchos prefieren obviar y rechazar. Sin embargo, los cristianos debemos estar firmes, vigilantes y adecuadamente preparados para esta batalla tan real. 

El apóstol San Pablo nos habla de ella: "Porque nuestra lucha no es contra gente de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal, que moran en los espacios celestes."(Efesios 6,12). 

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, también nos presenta el mundo como un gran campo de batalla donde se enfrentan dos ejércitos, dos banderas… 

Una batalla espiritual que nos incumbe y compete a todos...el cristiano no puede permanecer indiferente ante esta lucha…no puede ser neutral... debe saber escoger cuál es su lugar… en qué ejército luchará... bajo qué bandera combatirá… la de Cristo o la de Satanás…

El desafío

El Hombre se haya ante un desafío en el que probar su valía y demostrar su compromiso a un propósito superior, en lugar de a su propia comodidad.
Y así lo hacen los "Hijos de la Luz", no a pesar de ser difícil, sino exactamente porque es difícil... porque confían plenamente en las promesas de su Señor. 

Hombres llamados a "alabar, reverenciar y servir a Dios y así alcanzar la santidad y la salvación de su alma" .

Hombres consagrados a la Santísima Virgen María, que jamás caen en el desánimo, que no se dejan vencer por la dificultad, ni por el miedo ni el dolor, pues su Señora está con ellos. 

Hombres inasequibles al desaliento que anuncian a Cristo Rey, y con su ejemplo, atraen a otros a Dios: son los "Apóstoles de los últimos tiempos".

El campo de batalla

Es noche cerrada...no hay luna...todo es oscuridad y tinieblas... 

Desde lo alto de una ladera, se divisa un valle en el que hay dos ejércitos formados, uno frente al otro… cada uno tiene su bandera, sus seguidores, sus armas, sus estrategias… 

Suenan los tambores de guerra...el ambiente está tan cargado que corta la respiración...
Una bandera blanca


Un ejercito fatigado y penitente espera en calma... en silencio… en oración...

Su Capitán, Jesucristo, expresa y contagia paz, felicidad y amor a todos sus hombres … 

Su bandera, blanca e inmaculada, es la de la humildad y la mansedumbre… 

Su arenga es: ¡Viva Jesús, muera el pecado!... 
Sus seguidores, desapegados de las riquezas, los honores y los placeres del mundo, aman la pobreza, la humildad y la obediencia… 

Sus armas son la confianza y la valentía... 

Sus promesas: Breve penar, eterno gozar… 

Su propósito: Vida plena, muerte buena… felicidad eterna en el cielo, viendo, amando y alabando a Dios…

Un bandera negra

El otro ejército está agitado y en movimiento… hay tumulto... griterío… confusión… sus hombres cabalgan indisciplinados y desordenados… todos quieren mandar y ninguno quiere obedecer ni dejarse dirigir…
Desde su campamento, emerge una gran columna de fuego que parece querer tocar el cielo.

Su bandera negra es la de la rebelión y el odio contra Dios...poderosa para convencer y obligar a todos... 
Su arenga: ¡Viva el pecado, muera Jesús!… 

Sus secuaces, apegados a las conductas desordenadas, los honores, las riquezas, los placeres, las comodidades que los arrastran a la perdición eterna... 

Sus armas: la burla y el escarnio... 

Sus promesas: Breve gozar, eterno penar… 

Su propósito: Vida amarga, muerte pésima, fuego eterno en el infierno, sufriendo y lamentándose, sin Dios…

De entre sus huestes, surge una figura oscura y abominable, de aspecto horrible y terrible, más grande e imponente que el resto, a quienes tiene encadenados: un gran Dragón que, alzándose sobre ellas y con una mirada fulminante, les grita y les ordena callar… 
Sus hordas, obedeciendo más por temor que por devoción, se organizan por grupos: por un lado, la soberbia, disfrazada de dignidad… por otro, la lujuria, disfrazada de libertad… más allá, la envidia, disfrazada de prosperidad… en otro, la avaricia, disfrazada de igualdad… en otro, la pereza, disfrazada de comodidad… también, la gula, disfrazada de necesidad… y por último, la ira, disfrazada de justicia… 

La mirada del Dragón es fría y penetrante... sus ojos negros y brillantes, están llenos de maldad y odio indescriptibles…su aliento hiela los huesos…  “Es Satanás", dice una voz a mi lado, “pero no te preocupes, no podrá tocarte mientras estés conmigo”… miro y veo a Jesús, junto a mí… y por primera vez me doy cuenta que no estoy solo…
Satanás se dirige hacia el otro ejército… “Aprovecha la oscuridad de la noche y el cansancio de la espera para tentar a mis guerreros”, dice Jesús… Se acerca a los guerreros de Cristo...uno por uno…escucho lo que les susurra al oído… las ilusiones que vende a sus corazones… a cada uno le embauca, según su debilidad...y a todos los que se sientes atraídos, los encadena... los esclaviza...

Muchos permanecen firmes y fieles al Señor… pero algunos (incluso, consagrados al Corazón de Jesús a través de María) se dejan seducir por las palabras del Padre de la Mentira: fama… dinero… pasiones… poder… son las tentaciones que les hacen alejarse de la luz y perderse en las tinieblas...

Satanás esboza lo que parece una sonrisa en sus labios y nos mira a Jesús y a mí…“No es una sonrisa”, dice Jesús, “ese es incapaz de sonreír o de sentir alegría o de cualquier sentimiento bueno y digno… al contrario, su sonrisa es una mueca, se burla de nosotros porque sabe que cada alma que me roba me causa un dolor indescriptible… fíjate, él no seduce las almas por el daño que les hace, en realidad desprecia a todo el género humano… pero vuelca en los hombres todo el odio que siente por mí y por mi Padre…”
Entonces, le pido a Jesús que no permita a Satanás hacer eso, y me responde: “Pídeselo a mi Padre y Él te lo concederá”… dirijo mi vista a la gran columna de fuego que subía de la montaña hasta el cielo y digo: “Padre, no permitas que esas almas puras tuyas, se pierdan… protégelas, dales la fortaleza y la perseverancia para vencer la tentación”… 

Entonces un rayo de Gracia inunda sus corazones con el Amor de Dios… abren los ojos y, aterrados, ven como Satanás trata de abalanzarse sobre ellos con rabia… pero San Miguel jefe de la milicia celestial, interponiéndose ante él y ellos, los protege… para que María Santísima los cubra con su manto y lo acompañe de vuelta a su posición, en la formación del ejército blanco…

Mientras Satanás se retuerce de rabia, ira y odio, viendo cómo se le escapan almas de sus afiladas garras, Jesús sigue diciéndome: “La batalla entre el bien y el mal ya está ganada… aunque Satanás quiere hacer creer lo contrario… y si lo hace, es porque mi Padre se lo permite… eso incrementa el odio en él… saber que su existencia y actuación se las debe a Aquel a quien tanto aborrece… es incapaz de amar o de sentir agradecimiento… más aún, se odia a sí mismo porque sabe que él es el único culpable de su condena…”

“Ahora mismo está impaciente y rabioso… él quisiera lanzarse contra mi ejercito con toda su furia, pero no puede… mi Padre no lo permite...así que trata de arrastrar a tantas almas como le es posible, porque sabe que la batalla final ya se luchó… y él fue el perdedor…”

Amanece y el primer rayo de luz ilumina el valle… Satanás y sus demonios se retiran a toda prisa hacia la oscuridad de su campamento... la luz deja ver su verdadero rostro y pone al descubierto sus engaños… su horrible apariencia queda revelada a todos… ya no tratan de seducir con mentiras… sino que maldicen e injurian, gritando amenazantes desde el otro lado del valle…
 
Entonces, Jesús muestra su ejercito…al que pertenezco... somos un pequeño grupo de valerosos soldados… vestidos con túnicas blancas... montados sobre caballos blancos...llevamos puesta la Armadura de Dios… el Cinturón de la Verdad… la Coraza de la Justicia… los pies calzados con el Celo por el Evangelio… el Yelmo de la Salvación… en una mano el Escudo de la Fe… y en la otra, la Espada del Espíritu
Miro a Jesús sorprendido por los pocos que somos… pero Jesús me invita a mirar de nuevo… y veo que detrás nuestro viene una gran multitud que se pierde en el horizonte… en el flanco derecho, nuestra Señoralos santos, los mártires y las almas del Purgatorio, que unen sus oraciones a las de toda la Iglesia… en el flanco izquierdo, a San Miguel Arcángel, capitaneando a todas las legiones de ángeles y coros celestiales que entonan cánticos y alabanzas a Dios…
Jesús abre su pecho y tomando una pequeña chispa del fuego inmenso que arde en su Corazón, extiende su mano y la pone en el mío, como ha hecho antes con los demás soldados… es un fuego abrasador que crece y aumenta... y que me insta a "combatir el buen combate"…

Ha llegado el momento

Jesús me mira y nos dice: “Ha llegado el momento”… entonces el Padre, desde lo alto de la Columna de Fuego, da la orden y la batalla final comienza…"

Ha llegado el momento de definir nuestra adhesión a uno de estos dos ejércitos.

Ha llegado la hora de decidir seguir a Cristo, el humilde, o a Satanás, el orgulloso.

Ha llegado el tiempo de hacer la voluntad del Padre, o la propia, como el Diablo.

No podemos...no debemos... dejarnos seducir por las artimañas del Enemigo, que nos fascina con los afanes pasajeros de este mundo, que nos tienta con los apegos a las conductas desordenadas y nos hechiza con todos los vicios que nos conducen inexorablemente hacia nuestra muerte.

¡Cuidado! Debemos estar vigilantes porque Cristo, nuestro Capitán y Señor, nos ha alertado de que el demonio, cuando le resulta difícil el combate, se disfraza de "ángel de luz", trata de engañarnos, de confundirnos, de generar la duda en nuestro corazón, desvirtuando el poder del ejército blanco, para que renunciemos a él y así, conducirnos hacia el suyo.

¡Estamos en guerra!

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Fuentes:

-Ejercicios Espirituales Ignacianos, Heraldos del Evangelio, Mota del Marqués, 2018.
-Romualdo Olazábal y Noemí Cotto, tengoseddeti.org, 2018.