¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 23 de agosto de 2017

POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS




"Por sus frutos los conoceréis. 
¿Acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos? 
Así también, todo árbol bueno da frutos buenos, 
pero el árbol malo da frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, 
ni un árbol malo frutos buenos." 
(Mateo 7, 16-18)

Parece que los cristianos de hoy somos más conocidos por las cosas que no somos que por las que somos (o deberíamos ser). Y creo firmemente que deberían reconocernos por nuestros frutos. 

Como sabemos, los frutos del Espíritu "son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna". Son los frutos que todo cristiano debería dar, cualidades que todo cristiano debería mostrar.


La Biblia, en la carta del Apóstol Pablo a los Gálatas 5, 22-23 los enumera: "amor, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad".

Amor/Caridad 

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"El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."
(1 Juan 4, 8) 

El amor es un valor intrínseco de los que han conocido el amor de Dios, los que se llaman seguidores de Cristo. Quien da este fruto refleja a Cristo en su vida permitiéndole actuar en su vida (Gálatas 2, 20).

En realidad, no creo que nadie pueda llamarse verdaderamente cristiano y no mostrar amor.

No importan las circunstancias a las que nos enfrentemos, amar a los demás es lo que nos distingue del resto del mundo.

San Agustín decía que "la caridad fraterna es la única que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo. Pueden todos hacer la señal de la cruz, responder amén, hacerse bautizar, entrar en la iglesia, edificar templos. Pero los hijos de Dios sólo se distinguen de los del diablo por la caridad. Puedes tener todo lo que quieras; si te falta el amor, de nada te vale todo lo demás."

Alegría/Gozo

"Vivid alegres; buscad la perfección, animaos unos a otros" 
(2 Corintios 13, 11a)


Es el fruto que emana, de forma natural, del amor. Es una alegría que no se apaga ante los problemas; todo lo contrario, crece y se fortalece cuando nos enfrentamos a ellos y que se hace más necesaria que nunca. 

Cuando se está en comunión con Dios amor, el cristiano es feliz y busca hacer felices a los demás.

Es un gozo que supera cualquiera otro fundado en las cosas del mundo.


Paz/Serenidad


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"Vivid en armonía y en paz, y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros." 
(2 Corintios 13, 11b)

La paz es la perfección que armoniza la alegría, porque supone el gozo de ser amado por Dios y que brota del corazón. 

La paz aporta al cristiano serenidad y le mantiene en una constante alegría a pesar de cualquier dificultad o problema.

Benignidad/Indulgencia


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"Desterrad la amargura, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad" 
(Efesios 4, 31).

Es una disposición permanente a la indulgencia y a la afabilidad. Es un fruto que nos ayuda a ser gentiles y ayuda a defender la verdad sabiendo ‘discutir’. 

Aporta una dulzura especial en el trato con los demás. 

La benignidad no critica ni condena a los demás; no grita ni insulta; no se amarga ni se enoja.

Bondad/Misericordia 

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"Sed bondadosos y compasivos; perdonaos unos a otros, 
como Dios os ha perdonado por medio de Cristo. 
(Efesios 4, 31-32)


Los hombres hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, por lo que tenemos la capacidad de ser bondadosos.

La bondad es la compasión que nos mueve a preocuparnos por los demás y a buscar su bienestar. 

Es la benignidad dirigida a los que sufren y necesitan ayuda.

Paciencia/ Templanza


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"Sed humildes, amables y pacientes. Soportaos unos a otros con amor." 
(Efesios 4, 2)

En este acelerado mundo de hoy, la paciencia es la clave. Mientras el mundo ansía la inmediatez, la Palabra de Dios nos llama a ser pacientes en todas las cosas. 

Y aunque no siempre es tarea fácil, es el camino correcto para un cristiano.

Un cristiano paciente supera las turbaciones que implica la lucha permanente contra las fuerzas invisibles y visibles. 

La paciencia facilita un encuentro armonioso con quienes nos relacionamos. nos ayuda a controlar las situaciones difíciles e impide el resentimiento y la venganza. 

Longanimidad/Perseverancia

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"Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras vidas" 
(Lucas 21, 19)

Es el coraje o el ánimo cuando hay dificultades que se oponen al bien; es un ánimo sobrenatural para concebir y ejecutar las obras de la verdad. 

Este fruto permite al cristiano saber esperar la acción de la Divina Providencia, cuando ve que, según la lógica humana, se retrasa el cumplimiento de sus designios. 

Es un fruto que permite superar las dificultades.

Mansedumbre/Humildad

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"Bienaventurados los mansos, 
porque ellos poseerán en herencia la tierra."
(Mateo 5, 4)
Un cristiano evita la cólera, el resentimiento y las reacciones violentas.

La mansedumbre hace al cristiano suave en sus palabras, en el trato con los demás y frente a la prepotencia.

Es el fruto que nos asemeja a Jesús, manso y humilde de corazón.

Fidelidad/Lealtad


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"Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida". 
(Apocalipsis 2,10)


Un cristiano defiende la fe en público y no la oculta por miedo o vergüenza. 

La fidelidad es la facilidad para aceptar todo lo que creemos, la firmeza para afianzarnos en ello y la seguridad de su cumplimiento sin sentir dudas.


Modestia/Discreción 


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"Vestíos con decencia, con recato y modestia" 
 (Proverbios 11,2)


Un cristiano evita todo lo que sea áspero y mal educado; este fruto se aprecia en su forma de vestir, en su forma de hablar, en su comportamiento, etc..

El que da este fruto no se fija en cosas indecorosas y vulgares. Es discreto y cuidadoso en todo.

El mayor ejemplo de modestia y discreción (como de todos los frutos del espíritu) es la "Llena de Gracia", la Santísima Virgen María.



Pureza/Limpieza

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"Hermanos, considerad lo que hay de verdadero, de noble, de justo, 
de puro, de amable, de buena fama, de virtuoso, de laudable. 
(Filipenses 4, 8)
Cuando hablamos de "pureza", nos referimos a algo más que al sexo. No sólo debemos ser conocidos por nuestra pureza en las relaciones, sino también en nuestras palabras, acciones y motivaciones.


Un cristiano se contiene y mantiene a raya la concupiscencia en lo que concierne al comer, al beber, al divertirse y en los otros placeres de la vida terrenal. 

La contingencia ordena los instintos es como consecuencia de la dignidad de los hijos de Dios que tenemos y mantiene el orden en el interior del hombre.


Castidad/ Continencia


"Que cada uno sepa usar de su cuerpo con santidad y respeto 

sin dejarse arrastrar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios." 
(1 Tesalonicenses 4, 4-5)

La castidad es la victoria sobre la carne y ayuda a que el cristiano sea más un templo vivo del Espíritu Santo. 

Quien da este fruto es cuidadoso y delicado en todo lo que se refiere al uso de la sexualidad. 

Quien es casto (ya sea virgen o casado) experimenta la alegría de la íntima amistad de Dios: "felices los limpios de corazón, porque verán a Dios."







martes, 25 de agosto de 2015

UN AMOR QUE NO CONOCÍA



Alecksi no esperaba mi visita hoy. Ni siquiera sabía que yo existía.

Búlgaro de nacimiento y madrileño de padecimiento, pasa de los cincuenta y tantos. 

Está solo en este mundo pero sus ojos desprenden amor y alegría. Las arrugas de su rostro reflejan años de no poco trabajo y sacrificio. Pero él no se rinde, nunca lo ha hecho.

Me he presentado y le he preguntado si quería pasear. Con una sonrisa de oreja a oreja me ha dicho en un castellano del centro de Europa: Claro!!!

Hemos caminado durante más de media hora entre pinares. 
Lo de menos ha sido la conversación, ni tan siquiera el sol, ni los pájaros. 
Lo de más ha sido su alegría, que es la mía, su sufrimiento que es el mío, su coraje y fuerza de voluntad que me han cautivado.

Hace un mes estaba postrado en una cama.

Hoy sube y baja desde su habitación en la 5ª planta, diecisiete veces al día, y no por prescripción médica.

Tiene memorizados los escalones: 65, es decir más de mil al día, exactamente 1105.

Reconozco que hoy no he ido a la clínica movido por un empeño narcisista, ni una búsqueda ansiosa de recompensa egoísta, ni tan siquiera por mi deber cristiano. Lo he hecho, sin más. Bueno, sin más no: lo he orado antes.

Hoy he aprendido una lección de vida porque Dios me ha regalado su amor a través de Alecksi.

Hoy no soy mejor que ayer pero el corazón se me sale del pecho.

No ha sido generosidad. Ha sido amor mutuo, de tú a tú, de corazón a corazón.

Hoy he vuelto a recordar que Dios nos ama tal y como somos, a todos y cada uno de nosotros, con nuestros nuestros talentos y nuestras penurias. 

Y nos ama no porque hagamos esto o lo otro.


NOS AMA Y PUNTO!!!

lunes, 17 de agosto de 2015

AYUDAR, ARREGLAR O SERVIR








 Arreglar, ayudar y servir son tres modos diferentes de relacionarte con los demás. Veamos las diferencias:

"Cuando ayudas ves a los demás como débiles. Cuando arreglas, los ves rotos. Y cuando sirves ves a los demás completos. Más aún, el arreglar y el ayudar son energías que emergen del ego; por el contrario, el servir es una energía que emerge del alma.

El servir parte de la premisa de que la naturaleza de la vida es sagrada, que todos nosotros y la vida somos un misterio con un propósito desconocido. Cuando servimos sabemos que pertenecemos a ese misterio, a la vida y su propósito. Desde esta perspectiva todos estamos conectados: todo sufrimiento es mi sufrimiento y toda alegría es mi alegría. Desde esta perspectiva el impulso de servir emerge de modo natural e inevitable.


Servir es muy diferente a ayudar. La ayuda no existe en una relación entre iguales. Un ayudador suele ver a los demás como más débiles que a sí mismo, más necesitados. Y este desequilibrio se percibe con frecuencia. El verdadero peligro con la ayuda es que, sin querer, podemos estar tomando más de lo que damos. Podemos reducir la autoestima del otro, su valía percibida e incluso su integridad.

Cuando ayudamos nos damos cuenta de nuestras fortalezas. Pero cuando servimos, no lo hacemos desde nuestras fortalezas, sino desde todo nuestro ser, desde toda nuestra experiencia como ser humano. Servimos desde nuestras limitaciones y nuestras heridas; incluso desde nuestro lado más oscuro. Mi dolor es la fuente de mi compasión, mis heridas son la fuente de mi empatía.

El servir nos hace conscientes de nuestra completitud como humanos y de nuestro verdadero poder. Todo nuestro yo sirve al todo en los demás y a la totalidad de la vida. Tu totalidad y la mía son lo mismo. Servir es una relación entre iguales: cuando sirvo fortalezco a los demás y también a mí mismo.

Arreglar y ayudar nos agotan, y con el tiempo nos consumen. Sin embargo servir nos renueva, nos refresca y nos reafirma. Cuando ayudamos podemos experimentar satisfacción; pero cuando servimos experimentamos gratitud.

Cuando arreglamos vemos al otro como roto, y respondemos ante esa percepción con nuestros conocimientos, con nuestros saberes y experiencia. Los que van arreglando a los demás confían mucho en sus conocimientos y experiencia pero no ven la totalidad de la otra persona, no confían en que toda la vida están en ellos. Cuando servimos vemos y confiamos de verdad en que esa persona está completa, que la vida misteriosa que habita en nosotros también habita en ella. Y de este modo la fortalecemos y nos fortalecemos nosotros. De este modo incluso podemos conseguir que esa persona se vea completa y con confianza quizá por primera vez.

Arreglar y ayudar crean distancia entre las personas, y la experiencia de ser diferentes. No es posible servir desde esa distancia. Solo podemos servir aquellos con los que conectamos profundamente, y ello requiere coraje, valentía. Porque servir requiere confiar más en nuestra humanidad que en nuestros conocimientos, saberes y experiencia.

Arreglar y ayudar son estrategias para reparar la vida. Cuando servimos no hay nada que reparar porque no hay nada roto, todo está completo. Paradójicamente quizá, cuando nos ayudan o nos arreglan nos dañan. Solo el servir es sanador.

¿Y tú qué haces? ¿Cómo te relacionas con los demás? Como padre o madre, como maestro o como profesor, como médico o como enfermero, como psicólogo o como trabajador social, como policía o como bombero, como consultor, como directivo, como político o como banquero, como empleado público o como empleado en general, ¿arreglas, ayudas o sirves?"


jueves, 23 de julio de 2015

VIVIR POR LO QUE DAMOS NO POR LO QUE OBTENEMOS



“Si se encuentra algún pobre entre tus hermanos, que viven en tus ciudades, 
en la tierra que Yavé te ha de dar, no endurezcas el corazón ni le cierres tu mano, 
sino ábrela y préstale todo lo que necesita…
...Debes darle, y de buena gana, 
porque por esto te bendecirá Yavé, tu Dios, en todas tus obras y empresas. 
Nunca faltarán pobres en este país, por esto te doy yo este mandato:
 debes abrir tu mano a tu hermano, 
a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra.

(Deuteronomio 15, 7-11)


Hoy en día, vivimos una vida en base a lo que obtenemos en vez de a lo que damos y a veces, los que menos tienen son los que más dan. 

La pobreza es la manifestación y el resultado de la insolidaridad, de la desigualdad, de la injusticia y la falta de amor. 

Jesús manifestó una predilección muy especial por los pobres y no cesó jamás de hacer obras de caridad. Para salvarnos, Dios se acercó a nosotros, vino a vivir con nosotros y entre nosotros. Pero no se detuvo ahí: mediante su muerte y resurrección, y por su infinito amor, nos liberó a todos de la pobreza, al restaurar nuestra dignidad humana. 

La caridad acerca a los que están lejos. La caridad iguala, dignifica y comparte. Como seguidores suyos estamos llamados a hacer lo mismo: a acercarnos a los pobres y devolverles su dignidad mediante la caridad y el amor. 

Por eso, la fe por la caridad del cristiano no puede ser vivida de una forma individual ni privada; inherente a ella, va asociada una solidaria dimensión social que conduce al amor hacia todos los hombres, sobre todo hacia los que sufren.

Cuando oímos o hablamos de caridad, casi siempre pensamos en dinero, ayuda material y limosna. Y es del todo correcto: son las OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES, pero hoy quiero hacer hincapié en las OBRAS DE MISERICORDIA ESPIRITUALES, a las que los Santos Padres y la Tradición de la Iglesia otorgan mayor importancia, si cabe: 

- Enseña al que no sabe pero sin dar lecciones a todo el mundo. Primero debo dejarme enseñar, debo aprender a saber escuchar y agradecer lo que aprendo. Todos necesitamos aprender unos de otros, el padre del hijo, el profesor del alumno y el obispo del laico. Enseña, sí, al que no sabe, pero sin humillarle. Enséñale a saber. Y hazlo gratis, sin buscar nada a cambio.

- Aconseja al que lo necesita, pero sin paternalismo, pero cuando el otro te lo pida, o lo quiera, o de verdad lo necesite. Da un consejo, pero también siempre debes estar dispuesto a recibirlo. 

- Corrige al que yerra desde la humildad, reconociendo que también tú te equivocas, y desde el amor, no para herir al hermano sino para salvarlo. Y además hazlo de manera cariñosa, delicada y con simpatía. 

- Perdona las ofensas. Esto es de lo más difícil. Qué propensos somos a la venganza y al resentimiento!!! Jesús nos dio un ejemplo maravilloso: “Perdona setenta veces siete”. Perdona y olvida. Perdona y ama. Y perdónate también a ti mismo.

- Consuela al que está triste.  ¡Qué fácil y qué bonito resulta hacer felices a los demás!. A veces, basta una palabra, una sonrisa, una explicación, un desahogo, un gesto de cariño

- Sufre con paciencia las flaquezas de tu prójimo porque todos las tenemos, nadie somos tan perfectos ni tan imperfectos como podríamos pensar. Lleva con paciencia las flaquezas del prójimo (y las tuyas) para crecer en el amor y la misericordia. Y llévalas también con humor. 

- Ruega a Dios por los vivos y muertos. Rezar no debe ser una rutina. Rezar es amar. Cuando rezas por alguien te solidarizas con él, lo quieres como a ti mismo. No rezas solo para ablandar el corazón de Dios, sino para agrandar el tuyo. Rezar es llenar tu corazón de nombres. Rezar por los demás te hace bien a ti mismo, porque te ayuda a amar y te compromete para hacer realidad aquello que pides. 

En cuanto a las OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES, también es conveniente examinar su faceta espiritual:

- Visita y cuida a los enfermos. No visites desde lejos, por cumplir. Visita con cercanía y con pasión y que tu acompañamiento suponga comunicación, ayuda, cuidado, ternura, consuelo, confianza. Los enfermos no están sólo en los hospitales; también están en casa, en el trabajo y en la calle. 

- Da de comer al hambriento. Compartir es hacerse pan y pan partido, como hizo Jesucristo. El pan es fraternidad y es vida. El pan partido y compartido es amor. Alimenta el espíritu de los que no conocen a Cristo.

- Da de beber al sediento. Dar un vaso de agua es fácil y es loable. Saciar otra sed más profunda es difícil. Saciar la sed definitivamente es imposible. Pero tú puedes ayudar a hacer posible el milagro del agua, anunciando a Jesús. 

- Da posada al peregrino. Hoy no resulta fácil abrir la puerta de la casa, ni la de nuestro coche, ni la de nuestro corazón. Son muchos los peregrinos que llaman a nuestra puerta: mendigos, transeúntes, extranjeros, refugiados, drogadictos... Todo el que se acerca a mi (mi hijo, mi padre, mi hermano, mi vecino) es un peregrino, que a lo mejor sólo me pide una palabra, una sonrisa o una escucha. 

- Viste al desnudo. Es obvio que no solo se refiere a vestir literalmente al desnudo, puesto que por nuestros barrios nadie va sin ropa. Más bien, se trata de vestir al prójimo con honor, cubrirle con respeto y proteger su desnudez con el manto de la caridad. Pero cuidado! hay algo mucho más grave que dejar de vestir al desnudo... desnudar al vestido. 

- Redime al cautivo. No se trata de generar motines y excarcelar a los presos como pretenden algunos políticos recién aterrizados; sino de aliviar, orientar y liberar a todos los cautivos: desde el preso al drogadicto, desde el avaricioso al consumista, desde el lujurioso al hedonista, desde el fanático al intolerante. 

- Entierra a los muertos. Para eso ya están las funerarias. Envuelve a los difuntos en la oración esperanzada, en el amor y el agradecimiento. El problema no está tanto en los que se van, sino en los que se quedan. Permanezcamos cerca de los que sufren por una muerte de un ser querido. Demos el "pésame" o “acompañemos en el sentimiento”, pero no como rutina o como palabras vacías.

Personalmente, admiro el esfuerzo y el sacrificio de las innumerables personas que, a diario, realizan obras de caridad, tanto corporales como espirituales, tanto aquí o como allí, tanto cerca o como lejos. Creo que ponerlas en práctica supone la mayor expresión del amor infinito heredado de nuestro Padre y símbolo evidente de que somos auténticos seguidores de Jesucristo.

El apóstol Lucas nos advierte la falta de caridad, a lo largo de casi todo del capítulo 12 de su evangelio, por eso me pregunto… 

¿Para quién será lo que acumulo? 
¿Puede la riqueza material añadir un solo segundo a mi vida? 
¿Dónde tengo yo mi tesoro? 
¿Dónde tengo mi corazón?




lunes, 20 de julio de 2015

DIAGNÓSTICO PASTORAL DE UNA PARROQUIA


Para analizar y diagnosticar la pastoral de nuestra parroquia debemos examinar los 5 rasgos fundamentales, las acciones que se realizan y su reflexión posterior:

A. ADORACIÓN Y ALABANZA


 “La Parroquia es una comunidad que se fundamenta, 
celebra y transmite la fe, 
el culto en alabanza a Dios 
y los sacramentos para santificación de los hombres.”

La Liturgia ha de ocupar el centro de la vida pastoral y comprende los Sacramentos y, en especial, la Eucaristía.

A menudo olvidamos que el mismo Cristo se hace presente en medio de nosotros, su Iglesia, en el altar y en el ambón.

A menudo olvidamos (porque no lo vemos) que todo el cielo "baja" a la Eucaristía en una gran liturgia celeste. Nuestras Iglesias están llenas, aunque nuestros ojos no lo perciban.

Para la acción:
  • Misas
  • Bautismos
  • 1ª Comunión
  • Confirmación
  • Matrimonios
  • Lectura de la Palabra
  • Adoración del Santísimo
  • Rezo del Rosario
  • Escuela de oración
  • Coro y Alabanza
Para la reflexión:

¿Los sacramentos que ofrece tu parroquia son notables, suficientes, escasos o inexistentes? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Son celebraciones, catequética y litúrgicamente, bien preparadas y, pastoralmente, dirigidas a formar una parroquia de discípulos misioneros? ¿Son alegres, participativas y atractivas?

¿La Misa dominical de tu parroquia es realmente una celebración fundamental de la comunidad con la participación de todos los grupos parroquiales, familias, etc.?

¿Llegan, espiritual y pastoralmente, a toda la comunidad el contenido y la forma de las homilías?

¿Hay prioridad en la oración y la alabanza? 

B. COMUNIDAD

“La parroquia es la expresión más visible e inmediata de la Iglesia, 
es decir, la comunidad cristiana.”

La voluntad de Dios es santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sino constituyendo el “pueblo de Dios”, la “familia de Dios”, “fraternidad animada por el Espíritu de unidad”, “casa de familia, fraterna y acogedora”, “comunidad de los fieles”, “comunidad cristiana”. 

La comunidad conlleva toda la esencialidad, catolicidad y pluralidad que, por naturaleza, es la Iglesia: “La parroquia, en efecto, congrega en la unidad todas las diversidades humanas que en ella encuentran y las inserta en la universalidad de la Iglesia”.

La Iglesia debe superar todo individualismo intra-parroquial, implantar la comunión intra-eclesial e inter-eclesial y promover una espiritualidad de comunión” que conlleva la integración y participación de los distintos sectores del pueblo de Dios: clero, religiosos/as y laicos.

La parroquia también es una comunidad humana, integrada por hombres y mujeres de distintas edades, condiciones sociales y cultura, es decir, constituida por las distintas “diversidades humanas que en ella se encuentran”. 

Por ello, es preciso facilitar la relación personal, los valores humanos y sociales de la comunicación, el diálogo, la cercanía personal, el respeto a la diversidad, compartir las alegrías y las penas del grupo, la programación y realización de actividades que dinamicen las relaciones entre los fieles. etc., de forma que sean factores enriquecedores para la misma comunidad parroquial y evitar las divisiones internas, la falta de solidaridad, el desencuentro de unos con otros. Si no hay fraternidad, no hay comunidad. 

Para la acción:
  • Retiros espirituales y convivencias
  • Peregrinaciones y excursiones
  • Viajes y misiones
  • Reuniones de comunidad fraternal (Betas, cenas, etc.)
  • Contactos inter-parroquiales
Para la reflexión:

¿Existen en tu parroquia individualismos y protagonismos en la actividad pastoral que impiden la creación de verdadera “comunidad” de todos y entre todos?

¿Prevalece en tu parroquia una imagen de verdadera comunidad eclesial, esto es: unidad entre los grupos, colaboración, sentido de servicio, fraternidad, etc.? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

Desde tu punto de vista, ¿qué medidas pastorales o qué actuaciones, además de las que ya se realizan, tendrían que llevarse a cabo para que tu parroquia sea una “comunidad”, una “familia”? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Se cuidan en la parroquia los detalles que propician la unidad y la amistad? Señalar fallos significativos en este sentido. 

¿Se fomentan las actividades generadoras fraternidad y familiaridad, como pueden ser: asamblea parroquial, convivencias, peregrinaciones, excursiones, etc.?

¿Se respira en la comunidad parroquial familiaridad, confianza, amistad, o la parroquia es, más bien, un edificio de pisos cuyos vecinos no se conocen ni se hablan.

C. CARIDAD Y SERVICIO

"La Parroquia, comunidad encarnada 
que testimonia la fe por la caridad."

La parroquia es una “comunidad encarnada”, esto es, abierta y solidaria con el contexto social que la configura. 

Es imprescindible la apertura de la parroquia al compromiso social y apostólico con los que sufren, ya que la Iglesia “se siente intima y realmente solidaria del género humano y de su historia”.

La caridad es el rasgo de la eclesialidad que visualiza el amor de Dios al hombre y por tanto, una parroquia renovada y “en salida” ha de priorizar incluir un programa de atención a los más necesitados de la feligresía y del entorno: los enfermos, los ancianos, los abandonados y los pobres.

Para la acción:
  • Cáritas parroquial
  • Programas de Voluntariado individual y/o grupal.
Para la reflexión:

Reflexionar y comentar pastoralmente si tu parroquia –fieles y grupos apostólicos- ¿está abierta a la gente del entorno y preocupada por sus problemas, o es, más bien, un ghetto aislado del pueblo? ¿Cuáles serían los indicadores de uno y otro signo? 

¿Se valora la “caridad” como una prioridad pastoral en tu parroquia, tanto en la atención a los pobres, en el acompañamiento a los “mayores” o en la visita a los enfermos? Analizar la realidad de tu propia parroquia. 

En cuanto a Cáritas: ¿Está organizada formalmente?; ¿Es un organismo de servicio y no de protagonismo?; ¿Responde a las necesidades reales según sus posibilidades?

D. DISCIPULADO Y LIDERAZGO

"La Parroquia se fundamenta en la fe 
y transmite la fe para la creación de discípulos."

Una “Comunidad de fe”, tiene, al menos, dos rasgos esenciales: primero, que se trata de una comunidad cristiana, para lo cual es indispensable la fe en Jesucristo; no hay parroquia si no hay adhesión a Jesucristo; y, segundo, que se trata de una comunidad misionera y evangelizadora, para lo cual es indispensable transmitir y educar la fe de sus miembros, porque ella es el “ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe”.

La comunidad cristiana es la comunidad de discípulos cristianos misioneros. Jesús, antes de sus ascensión, y con autoridad y solemnidad, da los apóstoles la siguiente misión: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mateo 28, 19).

Una fe teórica, vacía de su contenido esencial, que es Jesucristo, no es ni atrayente ni interpelante. El cristiano tiene que encontrarse con la verdad personal de Cristo y ponerle en el centro de su vida. 

Para la acción:
  • Grupos de matrimonios
  • Catequesis 1ª comunión 
  • Catequesis de juveniles
  • Catequesis de jóvenes
  • Vida ascendente 
  • Cursos pre-matrimoniales
  • Cursos pre-bautismales
  • Escuela de discipulado
Para la reflexión

¿Qué valoración haces de tu parroquia en cuanto a la atención prestada a la educación de la fe: catequesis de adultos, de jóvenes, de juveniles, de matrimonios, pre-bautismales, pre-matrimoniales, vida ascendente, etc.? Destaca y califica los aspectos positivos y las lagunas existentes.

¿Se oferta suficientemente la reflexión y estudio sobre la Palabra de Dios, es decir, se le da prioridad pastoral a la Lectura orante y creyente de la Palabra, estudio sobre la Biblia, estudio de Encíclicas, etc.?

Como siempre es posible mejorar la situación, ¿qué iniciativas pastorales consideras que son necesarias llevar a cabo en el ámbito de la educación de la fe para que se dé una verdadera revitalización de tu parroquia?

¿Cuáles deberían ser los rasgos del párroco como pastor (sacerdocio ministerial) respecto a la comunidad parroquial (sacerdocio común)? 

¿Hay en tu parroquia verdadero sentido de “comunidad sacerdotal” en la que todos son valorados, todos son tenidos en cuenta, se forman líderes, se distribuyen responsabilidades, etc? 

¿Percibe la comunidad parroquial signos de unidad, de comunión y de colaboración entre el sacerdote y el Obispo y con los demás sacerdotes?

E. EVANGELIZACIÓN

"La Parroquia, plataforma de 'misión' y ámbito de 'acogida'."

La dimensión misionera de la parroquia es quizás el aspecto teológico-pastoral más descuidado y, consecuentemente, más necesitado de asumir y desarrollar en nuestro contexto socio-religioso actual: hoy la “situación de misión” se da tanto en el exterior como en el interior de la misma comunidad de bautizados.

Es imperiosamente necesario redescubrir el propio bautismo y asumir el compromiso apostólico.

Una práctica habitual de las parroquias es “mucha sacramentalización y poca evangelización”. Se suele decir, pastoralmente hablando, que el nuestro es un “pueblo de bautizados, pero no evangelizado”.

La revitalización de las parroquias debe realizarse también con este sentido misionero como una dimensión operativa del ser y del actuar de la parroquia.

Una "parroquia en salida" requiere:
  • Tomar conciencia de que existe una gran parte de los fieles bautizados practicantes, cuya fe está adormecida.
  • Priorizar el “primer anuncio” o kerigma, presupuesto fundamental para provocar y despertar la fe adormecida.
  • Evangelizar a los alejados, que son una gran parte de los mismos bautizados y a los “agnósticos”, ateos o no creyentes.
  • Perseverar en la actividad formativa y catequética para el crecimiento y maduración de quienes se adhieren a la comunidad. Se trata de una prioridad pastoral que, a su vez, es una urgencia evangelizadora.
La parroquia debe iniciar itinerarios pastorales que exijan creatividad, renovación, cambios o, quizás, ruptura en modos habituales de actuación pastoral. “Desde la inercia pastoral no es posible una evangelización misionera”. 

No basta con reconocer a nivel de análisis socio-rreligioso los signos que existen de “descristianización”, de “secularización interna de la Iglesia”, de “paganismo cristiano”, etc. Lo importante y necesario es que, en las parroquias, sus pastores descubran y constaten dicha realidad de misión y la afronten, pastoralmente. Lo que el Papa Francisco llama "pastores con olor a oveja".

La atención a los “alejados” merece una reflexión especial, como tarea específica de la pastoral misionera. 

“Alejados” son todos los que no están en comunidad cristiana:
  • quienes no han oído jamás hablar de Jesucristo
  • quienes se confiesan ateos 
  • quienes están integrados en otras confesiones no cristianas 
  • quienes, estando bautizados, viven lejos de las prácticas cristianas de forma habitual.
Es muy importante disponer de un proyecto pastoral específico para los “alejados”, “agnósticos” o no creyentes, para tenerlo en cuenta cuando las circunstancias propias lo requieran. No actuar bajo la improvisación.

Una de las dificultades de la pastoral misionera es el “lenguaje”. ¿Cómo hablar de Dios a quienes lo niegan? ¿Cómo acercarse a quienes se separan? ¿Cómo encontrase con quienes huyen? Son cuestiones que nos colocan ante una compleja tarea apostólica en un mundo descreído. Sin dar respuesta a todas estas cuestiones, sí podemos afirmar que, para la evangelización de los alejados, el mejor lenguaje misionero es el del “testimonio”.

Para la acción:
  • Cursos Alpha
  • Retiros de Emaús
  • Retiros de Effetá
  • Proyecto amor Conyugal
  • Escuela de Evangelización
  • Acogida
  • Perseverancia
Para la reflexión:

¿Hay conciencia en la parroquia de la pobreza de fe y de la falta de formación religiosa de muchas de sus gentes? Comentar la experiencia que haya en este sentido. 

¿Se presta la atención debida a la formación y educación de la fe, resaltando, sobre todo, su carácter misionero en los momentos especiales como son: bautizos, bodas, funerales, etc.? 

¿Hay preocupación en tu parroquia (sacerdotes, religiosos/as, catequistas, grupos apostólicos, etc.) por el problema pastoral de los “alejados”, aún entre los practicantes? ¿Se ha hecho alguna reflexión seria al respecto? Debatir el tema.