¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 2 de abril de 2017

ALPHA, UNA EXPERIENCIA TRANSFORMADORA


¿Cómo van a invocar a aquel en quien no creen?
¿Cómo van a creer en él si no han oído hablar de él?
¿Y cómo van a oír hablar de él si nadie les predica?

Romanos 10,14


El Papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium nos dice que “la conversión pastoral de las parroquias se produce por la formación de pequeñas comunidades de discípulos, comprometidos y conscientes de la urgencia de vivir en estado permanente de misión. Es preciso, por tanto, revisar las actuaciones de los ministros ordenados, consagrados y laicos, superando la acomodación y el desánimo. El discípulo de Jesucristo percibe que la urgencia de la misión supone desinstalarse e ir al encuentro de los hermanos”

Este ha sido el caso de nuestra parroquia "Nuestra Señora de Madrid", en la que la implantación de un plan estratégico para la conversión pastoral ha conducido a su transformación, como espacio comunitario, a su reconstrucción, como estructura funcional y a su revitalización, como instrumento evangelizador. 

Era principios del verano de 2014, y pocos imaginábamos lo que Dios nos tenía preparado en pleno Paseo de la Castellana. A la sombra de las cuatro torres, símbolo del Madrid más vanguardista, se mantenía a “duras penas” en pie, una sencilla y casi imperceptible parroquia llamada Nuestra Señora de Madrid, de la que casi nadie había oído hablar nunca. 

La Madona (sobrenombre cariñoso y fundamentado) se había convertido en una parroquia conservadora y de mantenimiento; de puertas cerradas y entrada en años; sin llantos de bebés ni bullicio de niños; con más funerales que bautizos, con más viudas que matrimonios; con más nostalgia de tiempos pasados que inversión en estructuras, instalaciones o personas; de bancos vacíos, de comunidad mermada…una parroquia con una inexorable fecha de caducidad. 

Aquiles y Príamo 

Todo comenzó con la llegada a la parroquia de un sacerdote junto a un ejército de cristianos en tropel (asemejándose a Aquiles y los griegos), procedente de los barrios nuevos y cercanos, y la fraternal acogida de otro sacerdote con un ejército un tanto más reducido (asemejándose a Príamo y los troyanos), perteneciente a la circunscripción territorial.

Resultado de imagen de troyaProvidencialmente, este "choque de trenes" favoreció el inicio de la reconstrucción y revitalización de la parroquia. 

Se trataba de superar un modelo de iglesia piramidal, basado en el binomio clérigos-laicos, sustentado en el paradigma “comportarse-creer-pertenecer”, para sustituirlo por un modelo de Iglesia misionera, basado en el trinomio comunidad-servicio-evangelización, estableciendo el paradigma “pertenecer-creer-comportarse”. 

El hombre posmoderno del siglo XXI necesita, primero, pertenecer a un grupo, para luego, creer en algo y finalmente, comportarse como alguien. Las cosas que funcionaron antaño no tienen por qué funcionar hoy (de hecho, no funcionan) y por eso, la parroquia debía transformarse para crecer tanto cuantitativa como cualitativamente. 

A la Madona no le quedaba otra: “Renovarse o morir”, como decía Unamuno, para luego ir “todos a una”, como decía Lope de Vega en Fuenteovejuna. 

Desde un principio, la opción estratégica de integración adoptada, al unísono, por nuestro párroco D. Ramón (Príamo) y nuestro vicario D. Luis José (Aquiles), fue buscar una metodología evangelizadora que fuera efectiva y diera frutos a corto plazo en la construcción de una auténtica comunidad parroquial. Era absolutamente necesario combatir la tentación de establecer dos bloques antagónicos: los autóctonos (Troya) y los forasteros (Grecia). 

Alpha: el principio 

Y así llegó Alpha (cual caballo de Troya) a la Madona, un método evangelizador y de primer anuncio altamente efectivo que se convirtió en el “principio” de la transformación parroquial y una experiencia de auténtica comunidad cristiana y de Espíritu Santo. 

A través de su puesta en marcha, fue naciendo una ilusionante conciencia de desarrollo de la vocación individual de cada uno y de la misión general de todos. 

Al principio se trataba de una apuesta por la reconstrucción y revitalización de una comunidad mermada y en peligro de extinción, para más tarde enfocar la mirada hacia la renovación pastoral y la recuperación del ADN propio de la Iglesia, es decir, la identidad misionera para la que Jesucristo la instituyó. 

Dirigidos y encabezados por la unión de dos carismas muy diferentes pero complementarios, el cambio de rumbo pastoral y la consolidación de una comprometida comunidad, favorecieron una mayor disponibilidad general para participar activamente en la realización de diferentes tareas, servicios y ministerios para la reconstrucción de la parroquia. 

Para quien no lo conozca, el formato de Alpha es simple: “todos tenemos preguntas trascendentales de la vida, lo que nos falta es un lugar donde hacerlas en un ambiente cordial, de amistad, de libertad y de confianza”. 

Alpha es un método de primer anuncio (kerigma) que consiste en una serie de reuniones interactivas que se desarrollan a lo largo de 10 sesiones, de dos horas de duración en una casa, cafetería, sala o iglesia. Incluye una cena, una charla breve y un espacio para el diálogo donde puedes compartir tus ideas y pensamientos, cualesquiera que sean. Las charlas están diseñadas para el debate y para explorar los elementos básicos de la fe cristiana sin presión, seguimiento o coste. 

Alpha ha sido para la Madona, una experiencia auténtica de comunidad, una experiencia personal de Jesucristo y una experiencia transformadora del Espíritu Santo. 

Nuevas formas, nuevas actitudes 

Con la reconstrucción de una comunidad, integrada por hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, solteros y casados, incorporados al mundo laboral o al estudiantil, con distintas preocupaciones y sensibilidades, cambia también el análisis de la realidad, las preocupaciones, los intereses, los medios desde los cuales afrontarlos, el lenguaje utilizado, las formas, las relaciones... y la Madona se renueva.

Generalmente, la gente identifica la imagen pública de la Iglesia con sus dirigentes: el Papa, los obispos, los curas. Llegar a la Madona y encontrarse con unos “curas” distintos, que acogen y escuchan y que, en comunión con laicos comprometidos de distintas edades, se muestran a la sociedad posmoderna como “normales”, sorprende muy agradablemente a todos. 

Nuestra parroquia ha ido cambiando esa imagen negativa generalizada de la Iglesia; esa sensación de que los curas son hombres “distintos”, separados de la realidad y que se mueven al margen del resto de la sociedad; esa costumbre de que los laicos que se acercan los domingos son personas pasivas que consumen fe y sacramentos para convertirse en miembros que acogen, dialogan y sirven a los demás. 

Espacios más plurales, nuevos Ministerios

En la parroquia, el Consejo Parroquial se ha transformado en un espacio de información y corresponsabilidad en el que participan y están representados todos los componentes de la comunidad, en la elaboración de los Planes Pastorales y de Evangelización, aportando pluralidad, riqueza y diversidad. 

La incorporación activa de todos los miembros de la comunidad parroquial en la tarea de la Evangelización derivó en el replanteamiento de los distintos ministerios. 

Y así, hemos aprendido a utilizar sin temor las palabras ministerio laical y servicio pastoral, a vencer los miedos y recelos del binomio cura/laico, a abandonar las habituales costumbres del clericalismo, del paternalismo clerical, de vivir en una permanente minoría de edad en la Iglesia para servir a Dios y al prójimo. 

El ministerio pastoral no es un poder que detentan los sacerdotes sino un servicio “de todos para todos” y la parroquia Nuestra Señora de Madrid no es un cortijo, ni el patrimonio personal de un párroco, sino un espacio donde se atienden necesidades y personas, donde se funden varias generaciones en armonía y servicio. 

Laicos formados y corresponsables 

En la medida en que los laicos hemos ido desarrollando tareas dentro de la parroquia, hemos descubierto la necesidad de encontrar herramientas pastorales y de profundización teológica

La formación contribuye a ahondar en la identidad creyente, aporta claves para el diálogo con el mundo posmoderno, ayuda a tomar conciencia de la vocación y tarea del laicado y de la Iglesia, y aporta criterios y herramientas para llevarla adelante. 

En la Madona, todos los laicos se sienten comprometidos y responsables con el servicio, ilusionados con el proyecto en el que se han implicado, realizan la toma de decisiones en consenso con los curas y en base a las circunstancias y necesidades de cada persona y área pastoral, toman la iniciativa, exponen sus ideas, sienten que tienen algo que decir y aportar, que son escuchados y trabajan en equipo guiados por los curas, delegando éstos las tareas que pueden y deben delegar. 

Mirando hacia Dios 

Al contrario del hecho constatado de que la Iglesia, en los últimos años, ha involucionado hacia posiciones más conservadoras, en la Madona se ha producido un importante avance en la corresponsabilidad laical. El modelo de laicado es el del seglar corresponsable frente al colaborador, del servidor frente al mero ejecutor de las indicaciones del cura, del comprometido frente al consumidor de fe, del activo frente al pasivo. 

La realidad impone sus decretos: la Iglesia no se sostiene, y cada vez menos, se va a sostener sólo con los curas. Contar con los laicos para desarrollar juntos la tarea evangelizadora no es ni será una opción. Y todo con la ayuda y para Gloria de Dios.

En la Madona, nuestros jóvenes viven una fe más vivencial, experiencial y participativa, toman la iniciativa, discipulan con su ejemplo, se sienten parte importante de la parroquia y van creciendo en número y compromiso. 

Nuestros mayores se sienten cuidados, atendidos y escuchados, y no simples espectadores en un espacio de calidad que reconoce su dignidad y capacidades. 

La parroquia puede cumplir, por la gracia de Dios, este año su 50 aniversario, habiéndose situado en clave de cooperación y no de competencia. Ya no existen forasteros pues todos pertenecemos a la comunidad de la Madona. Sacerdotes y laicos tampoco son adversarios en una lucha de poder, sino seguidores de Jesús que quieren responder a su llamada, transformar el mundo y amar al prójimo, sirviéndolo. Es decir, discípulos misioneros.

Alpha ha sido y es, el principio. Es el comienzo de un camino de servicio que dura toda la vida. Alpha es el arranque de una comunidad...pero no hemos hecho más que empezar y queda mucho por "hacer"...por "ser".

domingo, 2 de agosto de 2015

ALPHA: UN MÉTODO “GASTRONÓMICO” DE EVANGELIZACIÓN

Muchos de nosotros, cuando nos invitan a una excelente cena, estamos ávidos por preguntar la receta, pues conocer los ingredientes y las cantidades exactas nos dará la oportunidad de ofrecérsela a otros.

Habitualmente, la receta es algo que los cocineros guardan celosamente y en secreto.

Dios, que nos ama y quiere nuestra felicidad, no tiene secretos con nosotros y nos gana por la "gastronomía": nos ofrece su receta perfecta, que es su Palabra, la Biblia, para que disfrutemos en plenitud y a conciencia de su maravillosa cena, que es la Eucaristía, donde se nos hace presente el gran cocinero, Jesucristo. 

Es allí donde tenemos la gran oportunidad de conocerle personalmente y disfrutar de lo que nos tiene preparado.

De la misma manera, Alpha es también un método "gastronómico".

domingo, 12 de julio de 2015

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS






En Juan 13, 34-35, Jesús nos dice: "Os doy un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros, como yo los he amado. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos."

Cuando servimos con amor a los demás, no sólo hacemos que se sientan amados y cuidados, nosotros también desarrollamos felicidad interior y paz porque como discípulos de Cristo e hijos de Dios, sentimos su amor.

Y cuanto más amor, caridad, bondad y compasión ofrezcamos a los que nos rodean, bien a través de nuestra presencia, nuestras palabras, nuestras acciones o comportamientos, más amor y felicidad traeremos hacia nosotros. 

Y eso es, precisamente, la síntesis del plan de Dios.

En Alpha sucede también.


miércoles, 8 de julio de 2015

UN VIAJE INESPERADO





Muchos conocéis mi admiración y entusiasmo por la obra de J. R.R. Tolkien y su Tierra Media. Hoy quiero referirme a uno de sus primeros libros, “El Hobbit: un viaje inesperado”.

Aunque a primera vista parezca tratarse de un cuento de niños, se trata de una historia de desarrollo personal, de aprendizaje y de formación, más que de una aventura fantástica (que también).

El protagonista adquiere un sentido profundo de su identidad y una mayor confianza en el propósito de la misión gracias al viaje que decide realizar.

Tolkien describe el inesperado viaje de Bilbo como una búsqueda de madurez ante su negativa inicial a emprenderlo, dado que su acomodada, tranquila y despreocupada vida, la feliz ausencia de grandes agobios dentro en su “agujero hobbit” no le proporcionaba inquietud alguna por las grandes aventuras, llenas de inagotables dificultades e innumerables peligros.

A su vez, forman también parte de la línea argumental y moral de la historia: la superación de la codicia y el egoísmo, el alto concepto del compañerismo y la lealtad, el compromiso y el servicio a los demás, desde la mayor de las insignificancias, con momentos de duda, y muchas veces, incluso siendo ninguneado.

Volviendo a nuestro mundo, durante este curso a muchos de nosotros, nos ha ocurrido algo parecido. Nos hemos embarcado en un “viaje inesperado”, en una misión, en una aventura.

Al principio, como a Bilbo, nos invadió la duda, la desconfianza y el escepticismo, pero dimos el sí.



A lo largo del viaje, aprendimos a luchar contra las dificultades y los retos, conocimos el valor del compromiso y el servicio a los demás, nos tentaron y nos ningunearon.

Terminamos el viaje volviendo renovados y maduros en la fe, adquiriendo un profundo sentido identitario como hijos de Dios y discípulos de Cristo, disfrutando de la alegría del servicio, del valor de la unión comunitaria, de la fraternidad y del compañerismo.

Transcurridos unos meses de la finalización del curso y acabadas las "grandes aventuras", se abre ante nosotros la tentación de relajarnos, de “desacelerar”, de caer en el desánimo como le ocurrió a Bilbo, al regresar a la Comarca. Pero las cosas ya no son…no pueden ser… como antes.

“El mundo ha cambiado. 
Lo siento en el agua. 
Lo siento en la tierra. 
Lo huelo en el aire, 
pero pronto llegaría el momento 
en que los Hobbits tendrían en sus manos 
el futuro de todos...”
(Introducción de Galadriel en “El Señor de los Anillos”).

El mundo ha cambiado y nuestra visión de él, también. No podemos regresar a la rutina de siempre, a la tranquilidad de nuestra vida acomodada de antaño como si no hubiese sucedido nada.

Cristo, hallado en el ministerio del servicio, se ha convertido en alguien decisivo en nuestras vidas, como el "anillo único" para Bilbo, hallado en las profundidades de las Montañas Nubladas.

El Señor nos llama a seguir viviendo nuestra identidad cristiana con alegría, a mantener la misión en nuestra mente y en nuestro corazón y a retomar el viaje (que ya no es “inesperado”), sirviendo con un renovado dinamismo y con un reforzado entusiasmo, que surgen del encuentro con Jesús.