¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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domingo, 9 de noviembre de 2025

HABACUC: ¿POR QUÉ PERMITE DIOS EL MAL Y EL SUFRIMIENTO?

 
El libro de Habacuc es el octavo libro de los 12 profetas menores de la Biblia, de carácter litúrgico. 

Escrito por Habacuc (en hebreo, "abrazo") un profeta "misterioso" del que se desconoce casi todo aunque, posiblemente, fuera levita y cantor en el templo de Jerusalén. 

A la luz de la mención de los caldeos (babilonios) en Ha 1,6, su actividad profética puede situarse entre el año 605 a.C., victoria de babilonia sobre Egipto en Cárquemis y el destierro a Babilonia 587 a.Cdurante el reinado de Joacim (609-597 a. C.).

Igual que su contemporáneo Jeremías, Habacuc toma la iniciativa y pregunta a Dios, convirtiendo la profecía en un diálogo entre el profeta y Dios.

Aunque breve, el libro es de gran profundidad teológica: 
  • Al igual que Nahún, se cuestiona la injusticia y el sufrimiento que padecen los justos por causa de los malvados
  • Al igual que Job, afronta el problema del mal, pero desde una perspectiva colectiva, no individual
Estructura
Igual que el libro de Nahún, Habacuc consta de tres capítulos en los que expone una proclamación recibida durante una visión en la que Dios se manifiesta:

-c.1: Diálogo entre Yahvé y Habacuc: el profeta cuestiona la justicia divina "¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas?" (1,2) y Dios responde.

-c. 2: Oráculo de la aflicción: acertijo enigmático de carácter sapiencial y satírico con 5 "Ayes" contra el opresor (usureros, corruptos, asesinos, mentirosos e idólatras) y 1 exclamación litúrgica (orden de silencio en la presencia de Dios).

-c. 3: Lamentación sálmica de Habacuc: describe una teofanía de Dios a quien presenta como un "guerrero cósmico" (3,3-7). El profeta se lamenta por la desolación de la tierra y a la vez, proclama la acción salvífica de Dios y eleva una oración llena de fe y alegría en medio de las pruebas (17,19).

Clave de lectura
El mensaje central es mantener la fe a pesar del mal y del sufrimiento, confiar en Dios aún sin entender las pruebas. 

Ante la cuestión general del profeta de por qué vencen los malos (los babilonios), Dios responde a nivel personal: los hombres serán juzgados individualmente, no por la nación a la que pertenecen. Pero esta respuesta deja insatisfecho al profeta.
Sin embargo, al igual que Job, supera el problema con una postura de fe. Ahora Habacuc ya no se lamenta ni pregunta, sino que se alegra en Dios, su salvador, aunque no entienda la respuesta de Dios a este misterio, que sólo hallará respuesta con la revelación definitiva en Jesucristo.

Sólo el diálogo con Dios (la oración), la fe en sus promesas y la esperanza de salvación en la prueba constituyen el camino para interpretar los signos de los tiempos y los problemas que plantean, en la seguridad de la intervención divina.

Unidad de la Escritura
Antiguo Testamento: Habacuc aparece en el relato de Bel y el foso de los leones (Dn 14,33-39) como hijo de Josué, de la tribu de Leví y transportado por un ángel desde Judea a Babilonia para que le llevara comida a Daniel.

Nuevo Testamento
-la referencia a que "el justo vivirá por su fe" (Ha 2,4), aparece en Rom 1,17-18; Gal 3,11 y Hb 10,38.

-la referencia a que la obra de Dios no es utilizar a los malvados para la salvación sino a Jesucristo (Ha 1,5), aparece en el discurso de Pablo en Antioquía (Hch 13,41).
-la referencia a los "ídolos mudos" (Ha 2,18-19), aparece en 1 Cor 12,2

viernes, 7 de noviembre de 2025

MIQUEAS: ANUNCIO DEL NACIMIENTO DEL MESÍAS EN BELÉN

 
El libro de Miqueas (Mikayahu, que significa "¿Quién cómo el Señor?") es el sexto de los 12 profetas menores del Antiguo Testamento, que describe la situación de finales del s. VIII a. C. durante los reinados de Jotán (740-734 a.C.), Acaz (734-727) y Ezequías (716-687 a.C)..

Miqueas, campesino de profesión y oriundo de Moreset, una aldea a 35 kms al suroeste de Jerusalén, en la provincia costera de Sefelá, fue, por tanto, contemporáneo de Isaías y de Oseas, con quienes compartió el contexto histórico marcado por la amenaza del imperio asirio sobre Israel, Judá y las regiones del Levante. 

Sus oráculos están dirigidos tanto al Reino del Norte (Samaria) como al Reino del Sur (Jerusalén), mostrando gran preocupación por las injusticias sociales (terratenientes y ricos), la corrupción política y religiosa (reyes, jueces y sacerdotes) y la idolatría (falsos profetas).

Contexto histórico
Miqueas vivió un tiempo de guerras: la guerra siro-efraimita en 735 a.C. entre el Reino del Norte, llamado Israel o Efraín, Damasco (Siria) y el Reino del Sur, llamado Judá (Is 7-12), con 120.000 muertos en el Reino del Sur (2 Cr 28,6) además de las víctimas del Reino del Norte.

La guerra con Asiria, una gran potencia militar de su época, que destruyó el Reino del Norte, asolando su capital, Samaria en el año 722 a.C., enviando a la población al destierro en Nínive (2 Re 17,1-41) y borrando a Israel de la historia. 

Solo una intervención angélica evitó que el imperio asirio, con Senaquerib a la cabeza, entrara en Jerusalén en el año 701 a.C. (2 Cr 32,1-33).

Miqueas interpretó estos acontecimientos como el castigo de Dios sobre el Reino del Norte por sus pecados de idolatría, adoración de Baal, sacrificios rituales de niños, magia y adivinación (cf. 2 Re 17,15-17). 

Pecados que también se fueron infiltrando en el sur, en Judá. Manasés sucede al rey Ezequías e instaura una política de terror y el culto pagano, de tal manera que Miqueas profetizó que el juicio condenatorio que cayó sobre el Reino del Norte caerá ahora sobre Judá por causa de su infidelidad y desobediencia a Dios.

Sin embargo, no todo en el libro de Miqueas es juicio y castigo. Miqueas ve una luz en las tinieblas, percibió un majestuoso Dios que gobierna sobre todo suceso, que castigó a su pueblo solo para purificarlo y restaurarlo. 

También formuló algunas de las más francas predicciones de destrucción que hay en la Biblia, e hizo algunas de las más claras predicciones sobre el futuro Mesías, el Libertador que vendría a salvar a Israel.
Autoría y Composición
Miqueas no es obra de uno solo profeta, sino de, al menos, dos profetas principales, uno de Judá y otro de Israel, ambos con el mismo nombre:
  • c. 1-3: en su mayoría, original de un Miqueas judío, con algunos añadidos posteriores: el libro se organizó y recopiló en el período postexílico posterior a la reconstrucción del Templo en el 515 a. C., por lo que parece que el libro se completó a principios del siglo V a. C. Describen la invasión asiria de Judá como un castigo de Yahvé a los gobernantes corruptos del reino, incluyendo una profecía sobre la destrucción del Templo que no se cumplirá hasta cien años más tarde, cuando Judá se enfrentaba a una crisis similar con el Imperio babilónico.
  • c. 4-5: también algunos textos son auténticos del Miqueas judío (Ej: el anuncio del nacimiento del Mesías en Belén), junto con interpolaciones sapienciales y actualizaciones de época posterior, exílica y postexílica, paralelas a pasajes de Isaías. 
  • c. 6-7: se atribuyen esencialmente a un Miqueas israelí, aunque recopilados posteriormente, probablemente tras la caída de Jerusalén, momento en el que el libro fue revisado y ampliado aún más para reflejar las circunstancias de la comunidad del final del exilio y posterior al exilio.
Estructura
El libro contiene 7 capítulos dividido en 3 secciones que comienzan siempre con la palabra "Escucha", con la que alterna anuncios de condenación o de salvación. 
  • Juicio contra Israel y Judá y sus líderes (1-3). Oráculos de condena con los que reprende a los dirigentes político-religiosos injustos (jefes, magistrados, sacerdotes y falsos profetas) y defiende los derechos de los pobres frente a los ricos y poderosos corruptos
  • Esperanza y restauración de Sión (4-5). Promesa de futuro esperanzador que anuncia un mundo en paz, con Sión como centro y bajo el liderazgo de un nuevo monarca davídico, el Mesías (Mi 5,1-4) que exterminará a los enemigos, que no son las naciones vecinas sino los propios ídolos: sus falsas seguridades, sus ejércitos, sus murallas, sus hechicerías y brujerías...
  • Demanda de Dios contra Israel y Esperanza de Sión (6-7). Reprueba la ingratitud del pueblo ante todos los beneficios que les ha dado Dios, el culto puramente externo, carente de justicia y misericordia, la religiosidad vacía, sin obras que reflejen la rectitud y la corrupción moral del pueblo. Los últimos versículos (8-20) anuncian el castigo de Israel como consecuencia de su infidelidad, pero al mismo tiempo anuncia su futura restauración. 
Dentro de esta estructura tripartita, Miqueas expone una serie de oráculos alternos de juicio de castigo/condenación (1.2–2.11; 3.1–12; 6.1–7.6) y promesas de liberación/restauración (2.12–13; 4.1–5.15; 7.7–20).

Clave de lectura
Miqueas expresa una honda preocupación por los pecados de Israel y Judá, causa del abandono y castigo temporal de Dios. Si Samaría cayó por su pecado, Judá está destinada al mismo destino si no se arrepiente, y Jerusalén será juzgada por sus múltiples culpas.

Con la fórmula "ira de Dios", el profeta expresa el modo en que la infidelidad del pueblo de la alianza afecta a Dios. Y esto se hace evidente en su enfrentamiento con los falsos profetas sobre el cuándo, el cómo y el de dónde vendrá la salvación de Dios:
  • no será inmediata, como anuncian los falsos profetas, sino que tardará en llegar después del castigo (destierro a Babilonia) "en los últimos días"
  • no procederá de Jerusalén, corrupta y orgullosa, sino de Belén, pequeña y humilde
  • no será sólo para Israel sino universal y pacífica
Su mensaje alterna denuncias de injusticia, llamadas a la conversión y promesas de salvación, reflejando la tensión entre juicio y esperanza. 
Denuncias
-la falsa confianza de Israel, convencidos de que Dios los protegerá pese a su corrupción
-el culto vacío sin justicia, sin humildad y sin misericordia 
-la opresión de los débiles por parte de príncipes y comerciantes
-la corrupción política por la que jueces y príncipes se venden al mejor postor
-la manipulación de los falsos profetas que engañan al pueblo
-la corrupción social con la hipocresía general y falta de caridad del pueblo. 

Promesas
-la glorificación del monte del Señor
-la peregrinación de las naciones a Sión
-el nacimiento del rey mesiánico en Belén
-la liberación del dominio asirio y la salvación del resto fiel de Jacob
-el mensaje de bienaventuranza y restauración

Miqueas guarda afinidad con Amós en la denuncia social de la injusticia, con Oseas en la exhortación a la misericordia y con Isaías en la visión del Mesías davídico.

Unidad de la Escritura
  • En el Antiguo Testamento: sus temas están presentes en Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós y Oseas
  • En el Nuevo Testamento:

viernes, 15 de septiembre de 2017

LA SANTA INDIGNACIÓN

"Guarda silencio ante el Señor, 
espera con paciencia a que Él te ayude"
(Salmo 37,7)

Muchas veces pensamos que el camino de un alejado de la fe es más fácil y exitoso mientras que el de un cristiano es más difícil y lleno de obstáculos. 

Entonces, nos desanimamos y nos indignamos porque vemos injusticia y porque no vemos frutos. Es la "santa indignación", que expresamos cuando somos confrontados con el pecado. 

Jesús expresó su santa indignación por los pecados y las injusticias (Marcos 3, 1-5; Mateo 21, 12-13; Lucas 19, 41-44). Se enfocó en las conductas, nunca en las personas.

El Salmo 37 es un poema "didáctico" y una respuesta a esta "santa indignación" de los justos (vs. 1, 7-8), que nos ayuda a entender la paradoja de por qué prosperan los impíos, mientras nosotros somos despreciados o perseguidos y vivimos afligidos. 

Dios nos pide que pongamos nuestra confianza en Su sabiduría divina, pues concede a los impíos una prosperidad efímera, pero que al final, pone las cosas en su sitio: la justicia de los buenos brillará como la luz (v. 6), y los impíos recibirán su castigo (v. 9). 
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El Salmo nos dice que la actitud correcta del cristiano debe ser confiar en Dios, encomendándole nuestras aflicciones y situaciones para que las solucione y también, para que transforme nuestras vidas.

Nuestra tarea es guardar silencio, tener paciencia, perseverar y esperar la respuesta justa de nuestro Padre.

Espera, confianza, silencio, perseverancia, paciencia.... son virtudes que los cristianos debemos buscar y poner en práctica.


Esperar

Según la Real Academia Española, esperar es tener esperanza de conseguir lo que se desea

El verbo esperar tiene connotaciones positivas: quien sabe esperar tiene sabiduría para no actuar precipitadamente, para no apresurarse a hacer algo, para guardar silencio paciente y confiante.

Es la habilidad de decidir no hablar ni actuar hasta que sea el momento correcto para no empeorar la situación. Es la habilidad de confiar y esperar para que Dios sea Dios y actúe.

El que no espera se deja arrastrar por la desesperación, la ansiedad y actúa precipitadamente.

Confiar

Según la Real Academia Española, confiar es dejar una cosa al cuidado de alguien. 

La confianza es una virtud espiritual ligada a la fe. La Biblia señala que la fe es la certeza de lo que se espera. (Hebreos 11,1). La fe confía esperando. El afán, la ansiedad y la preocupación te llevan a actuar apresuradamente sin tener certeza o seguridad. Y cuando actuamos precipitadamente no confiamos en Dios. 

A diferencia de nosotros, que no podemos solucionar muchas circunstancias, Dios tiene el control de todo. Confiar significa dejar todo en manos de Dios, significa entregarle nuestros problemas y preocupaciones para que Él decida.

El que no espera ni confía se debilita, se cansa y se desespera: "pero los que esperan al Señor renuevan sus fuerzas, remontan el vuelo como águilas, corren sin fatigarse y caminan sin cansarse." (Isaías 40, 31).

Perseverar

Según la Real Academia Española, perseverar es mantenerse firme y constante en una manera de ser o de obrar.

Quien no persevera, quien no se mantiene firme y constante, se enfría espiritualmente y se aleja de Dios y de su Iglesia. Perseverar es ser fiel a Dios porque Él siempre es fiel. Él nunca nos abandona, aunque muchas veces no seamos capaces de entenderlo.

En la carta a los Filipenses 4, 6-7, el apóstol Pablo nos dice: "No os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias." 

Cuando le entregamos al Señor ese problema imposible, ya deja de ser nuestro; ahora ese problema es de Dios.