"En
esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico
y trataban de introducirle, para ponerle
delante de él.
Pero
no encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al terrado,
le bajaron con la camilla a través de las tejas,
y
le pusieron en medio, delante de Jesús.
Viendo
Jesús la fe de ellos, dijo:
Hombre,
tus pecados te quedan perdonados."
(Lucas 5, 18-20)
A veces se necesita hacer algo radical para
llevar a alguien a Jesús. Otras, tan sólo se necesita el cuidado y el amor de
un pequeño grupo de cristianos.
¿Cómo pueden los grupos pequeños (células de fe) convertirse en herramientas
eficaces de evangelización tal y como Dios quiere?
Preocupación
por todas las personas que no conocen a Jesús
Al igual que los
cuatro amigos en el relato de Lucas, la
evangelización debe empezar por el amor. La principal razón por la que los cristianos
no comparten a Cristo con otros es porque están demasiado preocupados por sí
mismos que se olvidan del mandato de amar al prójimo como a uno mismo.
Lo primero de todo
es que el grupo tome conciencia de que existen personas que los necesitan y
entonces, comenzar a orar por ellos. Orar por ellos para compartir la fe libremente
y para que Dios ablande sus corazones.
Cuando los cuatro
amigos vieron que no era posible hacer llegar al paralítico a Jesús, podrían
haber desistido. Sin embargo, confiaron en que Jesús lo podía sanar, tenían fe.
La Biblia dice que los pecados del
paralítico fueron perdonados cuando Jesús vio la fe de los cuatro amigos.
Hoy también
encontramos personas paralizadas en nuestro mundo aunque no necesariamente
están paralizados físicamente.
Más bien, su fe está paralizada por la duda, por
la soledad, por el miedo o por cualquier otra cosa.
En cierto sentido,
no tienen suficiente fe para creer y por ello, necesitan la fe de otros para
llevarlos hasta Jesús.
Un
plan establecido
Aunque la fe y la
oración son ingredientes importantes para atraer a otros a Jesús, tenemos que
hacer algo más. Necesitamos un plan.
Cuando los cuatro amigos vieron que no era posible acercar al paralítico a
Jesús, se le ocurrió un plan: introducirlo por el tejado.
Los grupos pequeños
también necesitan un plan para llevar a la gente a Jesús. Sin plan, no es
posible llevar a nadie a Cristo.
Perseverancia
ante las dificultades
Cuando los cuatro
amigos vieron el camino a Jesús bloqueado, tenían todas las excusas como para
sentirse desalentados, pero no se dieron
por vencidos, sino que buscaron otra manera de llevar a su amigo hasta
Jesús.
Todos nos desanimamos
a veces, pero si tenemos como objetivo compartir a Jesús con nuestros amigos,
debemos persistir ante cualquier dificultad.
Valentía
de hacer algo diferente
Cuando se enfrentaron
a esa situación desalentadora, los cuatro amigos decidieron hacer algo diferente para llevar a su
amigo a Jesús, se fueron por las nubes! A veces, también tenemos que hacer algo
diferente para llevar a la gente a Jesús.
¿Alguna vez ha
tratado de llevar a alguien en una camilla con sólo tres personas? No se puede.
Si los cuatro amigos no hubieran trabajado en equipo, el paralítico se habría
caído de la camilla.
Algunas personas
sólo llegarán a Jesús gracias al esfuerzo
conjunto de todo el grupo.
Sacrificio
por traer a alguien a Jesús
Estos cuatro
hombres no habrían hecho un agujero en el techo a menos que estuvieran
dispuestos a arreglarlo. Estaban dispuestos
a esforzarse antes, durante y después de llevar a su amigo a Jesús.
Llevar a un amigo a
Jesús siempre requiere sacrificio. Significa sacrificar la propia comodidad
dentro del grupo. Muchas personas han llegado a sentirse tan cómodas dentro de
sus grupos pequeños, que tienen miedo de añadir nuevas personas y echar a
perder la dinámica del grupo.
Antes de nuestra comunidad
llegue a Jesús, debemos salir de nuestra
zona de confort.
P. Rick Warren