¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 18 de mayo de 2016

EL CAMINO DE EMAÚS, MI EXPERIENCIA DE AMOR


Hoy hablaré del retiro de Emaús como una experiencia de conversión inolvidable que viví y sigo viviendo, que me ha marcado el camino correcto, aunque no desvelaré ni sus dinámicas ni sus secretos, pues la confidencialidad es una de sus esencias. 

¿Qué es?

Emaús es, ante todo, una maravillosa cita íntima y personal con el Amor de Dios. 

¿En qué se basa?

Basado en la lectura del evangelio según San Lucas 24: 13-35, el camino a Emaús no es un movimiento, ni una espiritualidad, sino un método de apostolado impulsado por laicos para laicos, en el marco de la nueva evangelización, que cuenta con el acompañamiento espiritual de sacerdotes de las parroquias que lo organizan y cuya finalidad es llevar a las personas al encuentro con Cristo. 

¿Qué ofrece?

Ofrece una oportunidad para que todo aquel que esté buscando, que no conozca a Jesús, que lo conozca y no le quiera, o se haya peleado con él, o que simplemente vive agobiado en la prisa, el consumismo, el yo, el ansia de poder, posición y dinero que ofrece el mundo de hoy … Vivir un regalo impresionante: un fin de semana transformador, producto del encuentro con el amor de Jesús. 

¿Qué supone?

Supone retirarse del mundo del viernes por la tarde al domingo por la tarde en una casa de espiritualidad y ser testigos de una serie testimonios y experiencias personales de laicos, recibir la efusión del Espíritu Santo y salir del retiro con un sentido renovado de prioridades y propósitos.

¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es reconocer que Jesús vive entre nosotros, amándonos con amor infinito y eterno, caminando a nuestro lado, en nuestra propia vida. Con Él, nos convertiremos en luz del mundo, en faros del Espíritu Santo para otros de nuestro entorno y transformarlo.

¿Por qué cambia la vida?

Emaús permite comenzar a vivir una vida llena de amor a Dios, de esperanza, que se materializa en grandes beneficios personales: matrimonios rotos que se perdonan y recuperan el amor, hermanos que se reconcilian, personas que no entendían su sentido de la vida ahora comprenden que Dios los ama, gente alejada de la Iglesia que desean recibir los sacramentos e implicarse en la fe, enfermos que dan gracias a Dios por su enfermedad, desesperanzados que abrazan el amor de Dios...

A menudo, muchos asistentes cuentan que han acudido al retiro obligados por sus amigos o familiares y sobre todo, por sus mujeres. Algunos, van a ciegas y con ciertas reticencias. Pero, una vez el retiro finaliza, todos salimos alegres, como aquellos discípulos de Emaús, damos gracias a Dios por esta experiencia de fe y amor, por haber reconocido de nuevo a Dios caminando a nuestro lado y nos convertimos en transmisores del amor de Cristo.


Volvemos felices, con la cara iluminada, a nuestras casas, con nuestras familias, a nuestros entornos sociales y profesionales, con la imperiosa necesidad de transmitir esta experiencia, esta gracia. Cuando Dios transforma tu corazón y cambia tu percepción de la vida no puedes sino contarlo a todo el mundo.

Emaús es un camino de peregrinaje, donde uno se encuentra con Jesús de una forma casual y al que tantas veces no reconocemos en nuestra vida, tan vacía y tan llena de cosas materiales.

¿Quién puede participar?

Puede participar todo el mundo. Los retiros se organizan para hombres y mujeres, de manera independiente.

Al retiro vienen gente de todas las sensibilidades de la Iglesia, personas de las parroquias, incluso sacerdotes y consagradas. 

Asisten laicos, personas no católicas o de otras confesiones, personas alejadas de la fe y de la Iglesia o personas con una vida sacramental más tibia.. El amor de Dios no pone barreras a los hombres. 

Todos necesitamos experimentar el amor de Dios en nuestra vida.

¿Cuántas veces se puede participar?

Estos retiros se hacen una sola vez en la vida, como caminante y cuantas veces se quiera, como servidor en los siguientes retiros.

Cuando, como caminante, dejas tu parroquia (Jerusalén) sientes que te embarcas en una peregrinación a Emaús y en el camino te encuentras con Jesús, pero al principio no le reconoces.

Al igual que los discípulos, durante 
el camino, se vaciaron contándole a Jesús “todas las cosas que pasaron esos días”, en el retiro, los caminantes nos vaciamos totalmente, le entregamos a Jesús todo lo que nos ha pasado en nuestras vidas. Jesús escucha y seguidamente nos ofrece la Eucaristía, en ese momento es cuando lo reconocemos: cuando parte el pan. 

Los discípulos se levantan e inmediatamente regresan a Jerusalén a contarles a otros la Buena Nueva, que Jesús está vivo y que está con nosotros. Y eso mismo es lo que haces como caminante.


¿Cuál es su consecuencia?

La consecuencia lógica, es la implicación
 de los caminantes en las diferentes actividades de su parroquia y la participación activa en la comunidad. De esta forma, se revitaliza la vida de las parroquias donde se proponen los retiros de Emaús, al integrar y recoger en las mismas, el ímpetu apasionado de estas personas, que desean transmitir y compartir su encuentro con Cristo.

¿Qué nos cuenta el relato?

El último capítulo del "Evangelio de la misericordia" nos narra un acontecimiento que se ha repetido en numerosas ocasiones, que ha inspirado obras de arte, que ha suscitado conversiones e inspirado a los cristianos en el camino a la santidad.

Comienza con dos discípulos desencantados (uno es Cleofás y el otro...) que están abandonando, cabizbajos, la causa por la cual, tres años antes, habían dejado todo. 

Pero ahora, después de tres días de esperar al Maestro en el que habían creído, tenían miedo y pesar, y volvían a casa para tratar de reconstruir las vidas que habían dejado atrás. En un fin de semana se les había escapado el único ideal que había llenado sus jóvenes corazones.

En su camino se les aparece Cristo, pero aunque lo veían, algo les impedía reconocerle. ¿Por qué? ¿Por qué no reconocen su rostro después de haberlo seguido por tres años? ¿Por qué no reconocen su voz después de haber dejado todo el día que escucharon su llamada? ¿Por qué no reconocen sus palabras después de haberlo oído predicar?

Tal vez es porque, como ellos mismos admiten, Él ha desilusionado las esperanzas que tenían, de que Él fuera el libertador de la nación de Israel. 

El obstáculo no es que no tengan a Jesús al lado, caminando con ellos, es que ellos esperan ver a alguien diferente. Así nunca verán a Jesús, por más claro que se les aparezca. ¡Su fe y su esperanza, pequeña y a su medida, no les deja aceptar la gloria y el gozo de la resurrección!

Pero Jesús no los deja alejarse. Quiere conquistárselos para siempre. Se hace el encontradizo para caminar junto a ellos y para que lo inviten a cenar. 

Y ahí, en la intimidad de un pequeño cuarto, se les revela al entregarse en la Eucaristía. Eufóricos, corren hasta Jerusalén bajo la luz de las estrellas. 

¡Ha resucitado, y vive con ellos para siempre! Se dejaron conquistar por la esperanza que les ofrece Jesús, y en la Eucaristía lo llevan consigo para siempre.

Cristo ha resucitado, está vivo y camina conmigo. ¡Qué maravilla! ¡Qué experiencia! Mi corazón rebosa de gozo y quiero cantar, quiero gritar, quiero trasmitir a otros esta certeza. No estoy solo, Cristo quiere estar conmigo. Está vivo en la Eucaristía, esperándome pacientemente. No puedo ser indiferente o pasivo ante tanto amor, por eso corro a compartir con los demás esta Buena Nueva.


JHR

miércoles, 27 de enero de 2016

UN SUEÑO AUDAZ, CREATIVO Y EVANGELIZADOR

   
"Invito a todos a ser audaces y creativos
 en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, 
el estilo y los métodos evangelizadores 
de las propias comunidades"
Papa Francisco (EG 33) 

Al calor de la Nueva Evangelización, mi sueño de montar un bar cristiano surge a raíz de la llamada del papa Francisco a la Evangelización de “salir a las periferias” y también, al amparo de iniciativas similares, ya en funcionamiento, en otros países. 

Para desarrollarlo, tengo que hablar de Visión (el qué) y de Misión (el cómo):

Visión

Una visión que, a través de la acogida, la fraternidad y la hospitalidad que se brindará a las personas que acudan al bar, manifieste la presencia de Cristo y un espacio para que muchos alejados vuelvan al encuentro del Señor. Se trata pues, de llevar el Primer anuncio o kerigma a quienes no frecuentan las iglesias.
Sueño con un bar de encuentro en el que pueda entrar todo el mundo (siempre que sean mayores de edad): cristianos, católicos, sacerdotes, obispos, alejados, agnósticos, jóvenes, mayores, liberales, conservadores, personas o movimientos, etc. siempre en un espacio de libertad y respeto que de testimonio de la riqueza de nuestra fe cristiana.
Misión

El lema podría ser algo así:

- “Si la gente no busca a Dios en una iglesia, llevemos a Dios a un bar”.

- "Bebe para recordar, no para olvidar”.

- “Brindemos con gratitud por lo que Dios nos ha dado” .

- "Evangelizar es hacer presente el Reino de Dios en el mundo ".


El concepto es ofrecer, por un lado, una alternativa de ocio (sobre todo, a los jóvenes) y lanzar el mensaje de que se puede disfrutar y mucho sin excesos y en un ambiente cristiano; y por otro, un espacio evangelizador y posmoderno donde tengan cabida actividades cotidianas (juegos, tertulias, monólogos, conciertos, fiestas, etc.) junto a las propiamente religiosas (confesión, adoración, Emaus, Effetá, Proyecto Amor Conyugal, cenas Alpha, conferencias, estudio bíblico, etc.).
El objetivo es captar la atención de los jóvenes (y no tan jóvenes) en un ambiente de ocio cotidiano y muy arraigado en nuestra cultura española, ofreciendo una amplia gama de iniciativas innovadoras e inspiradas en la fe cristiana
Se trata de ofertar un espacio acogedor con el mejor ambiente, donde poder escuchar, hablar y compartir, mientras se come o se bebe algo.

Ser cristiano no es un concepto obsoleto, pasado de moda o marginal; Cristo es actual, es válido también para el hombre posmoderno de hoy, y además, Cristo es para todos, es el "verdadero camino a la vida".

Plan Estratégico

El nombre del bar podría ser Evangeli bar, De Madrid al cielo, Beber para creer, Aquí Pub y Después Gloria, El Atrio de los Gentiles, La Revolución de la Fe, La Resurrección del amor, El Reino de Dios está aquí, etc. aunque se barajan más nombres; pero más que un bar, sería un local multiusos e inter-disciplinar que, sin renunciar al ocio, anuncie el Evangelio. 
La estética debe estar muy cuidada, tanto en la decoración como en el servicio: nada friki, ni ñoña; nada cutre, productos de calidad para un encuentro de la máxima calidad y siempre en búsqueda de la excelencia.
Para definir una atmósfera cristiana habría un mural con una imagen del Espíritu Santo en el centro, algunos santos y papas, incluido el Papa Francisco, santos y diversos personajes conocidos de la Iglesia.
La carta del bar/cafetería/restaurante tendría los nombres de los apóstoles, de los santos, de los dones del Espíritu o de los diez mandamientos en las diferentes bebidas o platos, todo ello, desde el máximo respeto. 
El ambiente cristiano dependerá de la ubicación que tenga (preferiblemente en una iglesia con espíritu evangelizador, activa y misionera), de la estricta observancia de la buena conducta cristiana y del hecho de evitar cualquier situación violenta o cualquier posible exceso.

No se ofrecerían bebidas de alta graduación alcohólica, ni más de una cantidad sensata de consumiciones  seguidas que contengan alcohol (cerveza o vino). 

Los precios serían adecuados y justos, siempre inferiores a los de un establecimiento convencional, puesto que el fin no es lucrativo.

La decoración contaría, en las paredes del bar, de citas del Evangelio, así como fotos con frases de papas, escritores, famosos, cantantes y santos:
  • Mateo 5, 6: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". 
  • Juan 6, 35: "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed."
  • Francisco: "Hay que vivir con alegría las pequeñas cosas de la vida cotidiana"
  • Martin Luther King, líder afroamericano: "I had a dream".
  • Gabinete Caligari, grupo musical de los 80: “No hay como el calor del amor en un bar”.
  • Alison Moyet, cantante británica: "We all need a love resurrection. Just a little divine intervention".
  • Depeche Mode, grupo inglés: "I just can´t get enough" o "Personal Jesus".
La barra del bar tendría una cita como “Dame de beber”, o “Quien tenga sed, venga a mí y beba” (Juan 7, 37), o “El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás.” (Juan 4, 13-14). 
Y en las 
mesas y en los manteles: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."(Mateo 4, 3-4), o "Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él."(Juan 6, 55-56). "El pan nuestro de cada día, dánosle hoy" (Lucas 11,3)

Todo ello en consonancia con la máxima Ignaciana: “Entrando con la suya me salgo con la mía”, es decir, interpelando con el sentido de la bebida o la comida, tratamos de provocar la mirada sobre esa sed más profunda, sobre ese hambre espiritual.

Actividades
La idea es fomentar un área WiFi con acceso a Internet cuya clave sería “Deo Gratias” (Gracias a Dios) o "In God we trust" (Confiamos en Dios) y un espacio multimedia y audiovisual. 

Las actividades serían tanto lúdicas como formativas en la fe: 

  • Espacios para la escucha y el debate: Alpha, Emaús, tertulias sobre sucesos actuales, conferencias sobre temas candentes, etc.
  • Formaciones, monólogos, testimonios de fe y de conversión.
  • Conciertos, adoraciones y alabanzas.
  • Librería y sala de lectura (Evangelio, Encíclicas, libros con temática religiosa, CD’s y DVD’s etc.).
  • Proyección de películas y realización de obras de teatro de inspiración religiosa. 
  • Juegos de mesa y ocio.
  • Fiestas y celebraciones.
  • Confesionario y dirección espiritual.
  • Capilla.
  • Estudios bíblicos y sala de oración (Lectio Divina, lectura del evangelio, Taller de Biblia, Orando con los Salmos, etc.).
  • Servicio de orientación y dirección laboral, personal o espiritual con profesionales expertos, educadores y sacerdotes.
El horario del bar sería mañana y tarde, de jueves a domingo  (dependerá de diversos factores) e incluirá diversas dinámicas de interés para jóvenes, adultos y mayores de diferentes edades y circunstancias, encuentros y charlas de escritores, artistas y personajes populares de nuestro tiempo.

Una iniciativa de misericordia

Rescataríamos una costumbre napolitana llamada “caffè sospeso” (café “suspendido”, “café pagado”) una iniciativa nacida en Italia que consiste en pedir dos cafés: uno para quien lo solicita y otro para alguien con pocos recursos o en paro. 
El camarero apunta en una pizarra una raya para indicar que hay un café pagado, al que puede acogerse alguna persona necesitada o indigente que entre después, quien preguntará si hay algún café pagado. Al consumirlo, el camarero borrará la raya. 

Esta tradición podría ser ampliada a un desayuno completo o a una comida (nunca a bebidas alcohólicas), con lo que fomentaríamos la hermandad y un mayor acercamiento a las personas alejadas de la fe o con serios problemas económicos o sociales.

Es, en definitiva y al hilo de la Bula del papa Francisco, una iniciativa de fraternidad y  una obra de misericordia, que muestra una comunidad cristiana que acude al encuentro de los demás.

Personal de servicio

La idea es que haya un personal de servicio y de acogida por parte de jóvenes y adultos voluntarios, fijos o rotatorios y un encargado/s que podría ser asalariado.
La clave está en que no sólo sea un medio diferente y original de evangelización, sino también un lugar donde conocer a otros católicos

Y, en todo caso, responder gráficamente a ese hacer presente a Dios en medio de nosotros, en medio de las copas, las comidas y del ocio también.

Un espacio donde compartir intimidad y fraternidad en torno a la mesa, como Jesús hacía con sus amigos.

Financiación

Aquí está el quiz de la cuestión. A pesar de haberlo ofrecido ya en algunas parroquias sin demasiado éxito, este proyecto está abierto a donaciones, mecenazgos y patrocinios, y/o a la solicitud de un préstamo a la Diócesis para la realización de proyecto, obra y acondicionamiento del local elegido, así como para la puesta en marcha de todos los servicios necesarios (alquiler, luz, agua, etc.).

Beneficios

Los beneficios del bar se ​​re-invertirían en proyectos solidarios hacia dos áreas concretas:
  • la financiación de actividades de voluntariado y caridad realizadas por jóvenes cristianos.
  • la financiación de actividades pastorales de evangelización (Alpha, Emaús, Effetá, retiros, convivencias, peregrinaciones, etc.).

Ejemplos de iniciativas similares


viernes, 18 de diciembre de 2015

"MODO OFF": INVITADOS QUE SE EXCUSAN



Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo:
 “¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!”
Él le respondió: “Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados:
‘Venid, que ya está todo preparado.’
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo: ‘He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.’ 
Y otro dijo: ‘He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.’
Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no puedo ir.’
Regresó el siervo y se lo contó a su señor.
Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo:
 ‘Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad,
y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.’
Dijo el siervo: ‘Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.’
Dijo el señor al siervo: ‘Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa.’
Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena”.
Lucas 14, 15-24

Toda la Iglesia de Cristo, es decir, todos nosotros, estamos invitados a participar en la alegría del evangelio (Mateo 28, 19-20), pero, como en la parábola, muchos de nosotros, sus invitados, uno tras otro, ofrecemos excusas para no ir. A veces, da la sensación que Cristo necesita mendigar para que los hombres acepten el amor que les ofrece. Es algo muy triste.
¡No aceptamos la invitación! Decimos que sí, pero nos escabullimos. O directamente, decimos que no, aludiendo que no estamos suficientemente bien vestidos para asistir, que no estamos preparados, que no estamos formados. Hemos llegado a un punto que nos conformamos sólo con estar en la lista de los invitados: cristianos pero no practicantes.

Y eso es una incongruencia, porque ser cristiano es seguir a Cristo y lo que Él nos pide significa ponernos en acción, ponernos en misión. No existen cristianos no practicantes: o practican o no son cristianos.

Asistir a su fiesta es hacer comunidad, comunidad cristiana; entrar en la Iglesia es participar de todo aquello que tenemos, de las virtudes, de las cualidades, de los dones y talentos que el Señor nos ha dado.

Ir a su fiesta significa volcarse en el servicio a los demás, significa estar disponible para aquello que el Señor Jesús nos pide, evangelizar el mundo, darle a conocer. En definitiva, amar. Y así le pagamos el sacrificio que hizo por todos nosotros, dándole la espalda.

¿Por qué muchas personas rechazan la invitación?, si se trata de una gran fiesta. ¿Por qué buscan tantas excusas? ¿Les resulta un compromiso al que no están dispuestos? ¿Es porque están demasiados ocupados en “sus cosas”? ¿En mantener su comodidad? ¿En seguir siendo esclavos de sus rutinas? 

Lo que Él nos ofrece no es opcional si queremos seguir sus pasos. No es dejar de vivir, sino todo lo contrario; no es esclavitud, sino libertad basada en amor: un amor indescriptible que es necesario descubrir. No es suficiente con ser "buenos", con no matar o no robar, no es suficiente con ir los domingos a misa. Hay algo más. Nuestro Señor no quiere tibieza ni medias tintas (Apocalipsis 3, 15-17). 

Dios, por medio de su hijo, Jesucristo, se da completamente: su amor es eterno; su misericordia, infinita; su bondad, ilimitada; su entrega en la cruz, generosa hasta el máximo; su vida, sanadora. Y nos llama a que nosotros, aspiremos a ser como Él: a entregarnos en cuerpo y alma y, en definitiva, a amarlo con la misma locura con la que nos ama Él.

Pero nosotros, amparándonos en su inequívoco amor paternal, en su indudable misericordia y en su buena fe, de no obligarnos a amarlo y a serle fiel, nos alejamos de Él. 

Le decimos NO! a su invitación.

El punto de equilibrio de un cristiano no está basado en cómo somos en comparación con el resto del mundo sino en cómo somos en comparación con Cristo.

¿Verdaderamente le seguimos? o ¿fingimos seguirlo? ¿Creemos en Él o lo amamos?

¿Qué nos está pasando? ¿Por qué estamos paralizados, inactivos, desenchufados, en modo “off”? ¿Por qué nos negamos a la “acción”, a ponernos en modo “on”?

Posiblemente sea porque damos más importancia a la sacralización, a la formación, a la uniformidad, a la falsa tradición, a los ritos, signos y normas, en definitiva a la moral ideológica del cristianismo, que al amor que Jesús nos demostró y que hoy también, nos ofrece.

Nos hemos olvidado que Él es la Luz. Si abandonamos la Luz, nos movemos en las tinieblas.

Nos hemos olvidado que Él es el Camino. Si nos apartamos del camino, nos perderemos.

Nos hemos olvidado que Él es la Verdad. Si nos apartamos de la verdad, caeremos en la mentira y en el engaño.

Nos hemos olvidado que Él es la Vida. Si nos apartamos de la vida, sólo nos espera la muerte.


Ya tienes la invitación...vendrás?

sábado, 19 de septiembre de 2015

UNA AMENAZA INTERNA






El padre James Mallon dice que la renovación pastoral comienza por el sacerdote, sigue por el fiel y finalmente, llega a las estructuras.

Sin embargo, si echamos un vistazo por algunas de nuestras parroquias, podremos ver que seguimos haciendo lo mismo que siempre, lo mismo que en los últimos cincuenta años. El paradigma sigue siendo el mismo. Y es que nada ha cambiado, nada se mueve, como si el mandato que Cristo nos dio hace 2000 años fuera opcional. 

A menudo nos encontramos con cristianos, ya sean sacerdotes o laicos, con mucha experiencia de fe, con mucha formación e incluso carismas, pero dotados de poco ardor, de escaso celo, y nulas ganas de “liarse”. Será porque se han agotado, será porque se han acomodado, será porque se han olvidado de su identidad como cristianos. No lo sé, ni pretendo juzgarlo.

Lo que sí sé es que Dios tiene un plan específico para cada uno de nosotros, sólo que, muchas veces, nos cuesta un imperio escucharle (a mi me ha pasado durante toda mi vida); no tenemos tiempo para Él, para hablar con Él, para orar y pedir la venida de su Espíritu. 

Nos incomoda especialmente que nos digan que nos movamos, que abandonemos nuestra zona de confort, que nos neguemos a nosotros mismos  y que “hagamos lío”. El verdadero amor es negarse a si mismo. Es lo que hizo Jesucristo, nuestro modelo a seguir. Pero en lugar de seguirlo y obedecerlo, nos excusamos.

Nuestras excusas para permanecer en una postura cómoda de mantenimiento son muy variopintas, desde el “yo necesito a un sacerdote siempre a mi lado que me dirija” (como si de un ángel custodio se tratara), o “yo no me siento preparado” (como si un bebé nunca tuviera que crecer) o “yo necesito formación antes de hacer nada” (como si de un máster se tratara) o “yo, ya estoy muy mayor para esto” (como si ser cristiano tuviera fecha de caducidad) o “yo soy bueno, hago el bien, voy a misa” (como si eso distinguiera a un cristiano de uno que no lo es). 

Es el conformismo mundano que ha anidado en el corazón de los cristianos. 

Es el “abandonar quedándose”. 

Es la auto-referencialidad, lo que "yo necesito", lo que "yo anhelo", lo que "me apetece". Siempre el "YO" delante...

Es el modo incoherente de no vivir nuestra fe con radicalidad pero con lógica, con locura pero con amor, con esfuerzo humano pero con Cristo siempre.

Tote Barrera dice que “el único antídoto es el Evangelio y su lógica, Jesucristo y su locura, la radicalidad de quien ama y no atiende a razones ni a comodidades personales”. Y estoy de acuerdo. 

Cristo no levantó un edificio para vivir cómodamente y esperar a que la gente desfilara delante de Él, sino que salió con sandalias pero sin alforjas a enseñar la Buena Nueva. Tampoco montó una escuela de formación para sus discípulos antes de mandarlos al mundo, sino que los formó mientras servían. Tampoco eligió a “chavales” jóvenes y fuertes que pudieran con cualquier dificultad, sino a gente “normal” y humilde pero con coraje y valentía.

El gran peligro de la fe, la gran amenaza del cristianismo no se encuentra en el exterior, en la persecución religiosa o en el secularismo de la sociedad actual (que también). 

Se encuentra en nuestra propia casa, en nuestra propia familia cristiana, en su laxitud y abandono, en su desidia y acomodo. 

Es triste pero por desgracia, muy cierto el hecho de que muchos de nuestros hermanos se “rebelan”, sin darse cuenta, contra el propio Dios al obviar la obediencia debida e intentar organizarse en torno a una fe “a la medida”.

La Nueva Evangelización no es un invento nuevo. En la fe, todo está planeado, dictado y escrito por Dios. 

La Nueva Evangelización no es una moda pasajera durante un tiempo determinado y para un lugar específico. Es un retorno al mandato de Jesucristo (Mateo 28, 18-19) cuando fundó su Iglesia.

La Nueva Evangelización no es cosa de hombres. Es un renovado y fortalecedor soplo del Espíritu Santo, impulsado por el sucesor de Pedro, el papa Francisco, en su encíclica “Evangelii Gaudium” y continuado por nuestro obispo Carlos, con su Plan Diocesano de Evangelización.

La Nueva Evangelización no es un “recado para frikis” ni un “encargo de conversos para conversos”. Es un mandato para todos nosotros, los cristianos, una vez que recordamos y somos conscientes de cuál es nuestra misión. 

El meollo de la cuestión no es si la Iglesia tiene una misión, sino que la misión de Cristo tiene una Iglesia. Una Iglesia de discípulos misioneros que retorna al origen, al principio, a la venida del Espíritu Santo en aquel Pentecostés del primer siglo. 

No es una Iglesia de sacramentos dotados de escasa validez, administrados a personas sin fe y sin esperanza, donde se anhelan números y actividades, donde se crean estilos y carismas o donde se levantan edificios y estructuras. 

Es una vuelta a los orígenes de la Iglesia primitiva, es un reencuentro con Jesucristo como nuestra referencia, es un regreso a nuestra auténtica identidad cristiana.

viernes, 4 de septiembre de 2015

UNA RENOVACIÓN DIVINA: RECONSTRUYE MI CASA


"Una propuesta para renovar parroquias "

Por fin!!! Ha caído en mis manos el, tan esperado por muchos de nosotros, libro traducido al castellano "Una renovación divina", escrito por P. James Mallon.

Aunque ya estoy familiarizado con muchos de los aspectos fundamentales que el padre Mallon aborda en el libro, su lectura resulta siempre apasionante por el ardor y convicción con los que nos propone un meditado resumen de ideas y conceptos prácticos y probados, para llevar a cabo la misión identitaria de la Iglesia de Cristo: la nueva evangelización.


Hoy, quiero detenerme en el capitulo 2 "Reconstruye mi casa", donde desarrolla, a lo largo de la historia reciente de la Iglesia, la llamada del Espíritu Santo a la nueva evangelización , desde el Concilio Vaticano II hasta el papa Francisco. 




Y más concretamente, en la sección que habla del documento del Magisterio de la Iglesia católica "Aparecida"

Aparecida es una llamada a la misión tanto para la Iglesia en Latinoamérica como para la Iglesia Universal.

Aborda cada aspecto de la acción misionera y los objetivos concretos de las diferentes instituciones católicas, así como una opción preferencial contra la pobreza, la injusticia, la degradación ecológica y toda clase de explotación.

Nos fijaremos especialmente en la sección 5.4, titulada “los que han dejado la Iglesia para unirse a otros grupos religiosos”, donde analiza las 4 razones por las que la mayoría de los bautizados abandonan la Iglesia católica:

1.Porque nunca han experimentado un encuentro profundo, intenso y personal con Jesucristo, “gracias a una proclamación kerigmática junto al testimonio personal de evangelizadores que los llevó a una conversión personal y un cambio radical de vida”.

2.Porque nunca han vivido una comunidad auténtica, significativa y relevante donde la gente es aceptada, valorada, visible y parte de la Iglesia.

3.Porque nunca han obtenido una formación bíblica y doctrinal, que no es un conocimiento teórico y frío sino que produce crecimiento espiritual, personal y comunitario y lleva a la gente a la madurez.

4.Porque nunca han adquirido un compromiso misionero que los mueva a a salir de su zona de confort para encontrar a aquellos que están en las periferias y traerlos a la casa de la familia de Dios.

La gente sincera que sale de la Iglesia católica no lo hace por lo que otras religiones creen sino, fundamentalmente por los que les hacen vivir; no por razones doctrinales, sino vivenciales; no por motivos dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos, sino metodológicos.

La fuerte llamada de Aparecida a una “conversión pastoral total” se basa en el hecho de que las deficiencias metodológicas tradicionales de la Iglesia católica consisten en las tareas esenciales de evangelización, discipulado, fraternidad y misión.

La Iglesia católica siempre ha tenido y tiene una maravillosa teología pero si no está dirigida a la vida práctica, no es más que una abstracción.




lunes, 31 de agosto de 2015

CAMBIOS PARADIGMÁTICOS: EVANGELIZAR PRIMERO, SANTIFICAR DESPUÉS.



“No sigan la corriente del mundo en que vivimos, 
sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. 
Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, 
lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”. 
(Romanos 12, 2)


Toda la Iglesia cristiana del siglo XXI está llamada a la nueva evangelización. No se trata de un cambio de contenido sino de un cambio de paradigma.

La misión de la iglesia y la razón de su existencia es la evangelización: proclamar el primer anuncio (kerigma) y a ser testigos de Cristo. 

Para ello, es preciso tener una mejor y más clara visión del mundo en el que vivimos. Estamos en una nueva etapa de la historia del hombre en la que la secularización, el anticlericalismo, el acceso a la información, la globalización y los cambios paradigmáticos mundiales, entre otros, tratan de poner a prueba la fiabilidad y validez del mensaje de Cristo.

Por ello, estamos llamados a transformarnos en la totalidad de nuestras facetas y responsabilidades, ya sean personales o sociales. La fe sin obras está muerta y, desde luego, no es un acto individual. 

Nos hallamos ante la urgente necesidad de unidad en la tarea de nueva evangelización, pero esta sin duda, vendrá como resultado de un nuevo ardor y celo evangelizador. 

Estamos ante la imperiosa exigencia de implantar todos los esfuerzos que capaciten a la iglesia con los elementos necesarios (métodos, lenguaje, etc.) para su transformación y cambio de paradigma, para “ser lo que debe de ser”, y que, sin duda, tendrán un efecto significativamente positivo. Por otro lado, los esfuerzos de hacer prevalecer pastorales de simple mantenimiento o exclusivamente de santificación y sacramentalización están condenados al fracaso.

Todos los esfuerzos personales o individualistas para liderar procesos de evangelización carecen de probabilidades de éxito. Se requiere una serie de esfuerzos coordinados desde la base, que se desarrollen desde las estructuras eclesiásticas existentes hacia una visión general, los cuales marcarán el paso correcto en la nueva evangelización.

Estamos ante una oportunidad única para despertar a toda la iglesia en su conjunto, ocupada en santificar y ser santificada, en el exclusivo cumplimiento de los dogmas con un formato exclusivo, en su política interna, la contemporización con el mundo y la falta de eficiencia, a su llamado primordial y a la búsqueda de una pastoral misionera e inclusiva.

Estamos ante la maravillosa invitación a la unidad de la iglesia que, a la vez, piense tanto en sí misma como en alcanzar a aquellos que no tienen o han tenido oportunidad de oír el mensaje del evangelio.

Estamos ante una especial advertencia a no perder el sentido, en una locura esquizofrénica de envío sin considerar primero una transformación de pastorales de mantenimiento hacia pastorales de misión, un cambio de paradigmas para iglesias que se entristecen, que se apagan o sólo se mantienen, confundiendo así el significado del verdadero discipulado y de la misma esencia de la Esposa de Cristo.