¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta presencia de Dios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta presencia de Dios. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de enero de 2018

¿POR QUÉ VOY A LA IGLESIA?

Resultado de imagen de parroquia beata maria ana mogas
La Iglesia es maravillosa. La iglesia es un regalo. La iglesia es acogida.

Como dice el Salmo 95, las canciones que cantamos, las Escrituras que leemos, las homilías que escuchamos y las oraciones en las que participamos están diseñadas por Dios para participar de Su presencia.

A pesar de todo esto, hay algunos días que no voy a misa con una buena actitud. Si bien, hay muchos días que voy entusiasmado, hay esos "otros" días en los que no me apetece ir, o voy "refunfuñando".

Eso me ocurrió ayer. Estaba perezoso, cansado, no tenía ganas...pero fui. La verdad, fui por insistencia de mi mujer. Y ¡qué Diosidad!: La homilía (de tan sólo dos minutos) estaba inspirada y preparada para mí. 

El comentario era sobre el Evangelio de San Marcos 3, 13-19 donde relata cómo Jesús escoge a los Doce Apóstoles. Jesús está en medio de mucha gente a la que acoge, habla y cura. Entre toda ella, elige a los Doce Apóstoles, primero, para estar con Él y después la misión que le va a encomendar. Pero, sobre todo, para estar con Él, para "ser con Cristo".

De la misma forma, ayer, Jesús  me llamó para estar con Él y después, para que haga el resto de mis cosas. Porque si primero me "enredo" en lo que tengo que hacer, en mis obligaciones...las ganas de ir a misa, de estar con Él, desaparecen en segundos. 

Ayer, Dios, a través del párroco,  me dijo: "busca primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura" (Mateo 6, 33). Y de verdad, que recibí la confianza, la paz y la fuerza espiritual para afrontar "todo lo demás".
¡Lo sé! No tengo que ir a misa porque se supone que deba hacerlo, o por "cumplir" o porque mi mujer me lo diga (sé que a ninguno de vosotros os pasa, ¿verdad?), sino porque si voy, algo sobrenatural sucede: Dios mismo interpela mi corazón voluble.

Y es que Dios quiere que vaya a verle porque me conoce desde toda la eternidad, conoce hasta "los cabellos de mi cabeza" (Mateo 10, 30), conoce mis debilidades, conoce mi corazón humano que fácilmente se distrae, se desalienta y se excusa. 

Él conoce lo rápido que olvido la necesidad que tengo de Él, lo poco que tardo en auto-justificarme y auto-engañarme, lo deprisa que le soy infiel y lo pronto que le doy la espalda.

Ayudado por Su Gracia, me llama a Su presencia para acrecentar mi fe, para volver a estar nuevamente entusiasmado y feliz con Él, para disfrutar de su amor misericordioso que tanto necesito y para decirme una vez más: ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

domingo, 29 de octubre de 2017

CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS

Resultado de imagen de voluntad de dios
"Por consiguiente, no actuéis como necios, 
sino procurad conocer cuál es la voluntad del Señor."  
(Efesios 5, 17)


El apóstol Pablo, en la carta a los Efesios, nos dice que actuemos con inteligencia para conocer la voluntad del Señor. 

Entonces ¿cuál es el plan de Dios para mí? ¿Por qué estoy aquí, y que debo hacer? ¿Cómo puedo obrar con inteligencia y saber la voluntad de Dios para mi vida?

Lo primero que debemos tener en cuenta es que Dios raramente nos da a conocer su voluntad de manera directa y específica. Más bien, nos permite tomar decisiones a la luz del Evangelio, que siempre redundan en nuestro beneficio y que estén de acuerdo con su Plan para nosotros. 

Cumplir la voluntad Dios es una virtud del cristiano, que haciendo éste buen uso de su libre albedrío, reconoce que sólo Dios puede proporcionarle la felicidad plena y conducirle al mejor destino eterno.

Cumplir la voluntad de Dios es una manifestación de confianza en Dios al reconocerlo como a un padre amoroso que quiere caminar de la mano con nosotros, guiarnos y protegernos.

Los seres humanos estamos encadenados y esclavizados (pecado) y existe muchas llaves distintas (caminos) para abrir esas cadenas, pero sólo Dios conoce las únicas que las abren (la Verdad, la Bondad y la Belleza). 

Resultado de imagen de voluntadEl que no hace la voluntad de Dios, es aquel que va probando una a una las llaves muriendo en el intento. 

En cambio, el que hace la voluntad de Dios, es aquel que simplemente le pregunta al que conoce todas las llaves, cuál de ellas es la que corresponde, y luego simplemente la utiliza pudiéndose liberar y salir caminando.


Por eso, hacer la Voluntad de Dios nos hace libres y no hacerla nos hace esclavos. Es una elección libre de la cual depende nuestra vida y nos permite ejercitar las virtudes cristianas de la Humildad, la Obediencia y la Fe.

El Plan de Dios (Su Voluntad) es el camino que ha trazado para cada persona desde antes de su nacimiento. Aparte de este plan particular para cada persona, dios tiene un plan general o universal que es común a todos: "La Santidad".

La voluntad de Dios sólo se encuentra viviendo y caminando a la luz de Dios: en todo lo bello, en todo lo bueno y en todo lo verdadero. (Efesios 5,9).

Verdad

Vivir en la paz de Dios, es decir, cumplir su voluntad, significa alejarse de la duplicidad, de la simulación, de la hipocresía, de la mentira.
Resultado de imagen de voluntadSanto Tomás decía que los hombres "no pueden vivir juntos sin confianza recíproca", es decir, si no se manifiesta la verdad.
Jesús dijo que los cristianos auténticos se diferenciarían de los falsos por sus frutos, es decir, por sus obras y enseñanzas (Mateo 7,15-17, 20). Y es que, inevitablemente, lo que entra en la mente y el corazón de las personas determina lo que estas producen (Mateo 15,18, 19).

Vivir en la verdad exige confianza. En primer lugar, confiar en Dios, y después, en los demás. Un cristiano que confía, da frutos verdaderos.

Bondad

La bondad nos lleva a hacer el bien independientemente de nuestra intención (tan voluble) o de las circunstancias (tan cambiantes).

Por lo general, a los seres humanos no nos cuesta ser bondadosos con las personas que más queremos, como nuestros familiares, con nuestros amigos. 

Imagen relacionada
Ahora bien, la bondad es en esencia una cualidad divina y, como dijo Jesús, nuestro Padre celestial no solo es bueno con quienes lo aman, sino también “con los ingratos”. De hecho, Cristo instó a sus discípulos a imitar el ejemplo perfecto de Dios cuando los animó a “ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (Lucas 6,35; Mateo 5,48; Éxodo 34,6).

Como hemos sido creados a la imagen de Dios, tenemos la capacidad de ser bondadosos (Génesis 1,27). Eso significa que podemos imitarlo y mostrar bondad más allá de nuestro círculo familiar. La Biblia indica que esta cualidad es parte del fruto que produce el espíritu santo de Dios, su fuerza activa (Gálatas 5,22). 


De modo que, cuanto más bondadosos seamos mas nos acercaremos al Creador y a su voluntad.

Belleza

La mentira y la maldad van ligadas a la fealdad. 

Imagen relacionadaLa mentira presenta lo feo como bello utilizando máscaras, ofrece una belleza falsa, sin verdad; una belleza que "da el pego" momentáneamente pero que no resiste el paso del tiempo ni el deseo de ir más allá de lo superficial.
La maldad pervierte la belleza, pretende convertir en bello lo siniestro, en bonito lo feo, en lindo lo horrible.

La belleza, en cambio, proporciona ilusión, alegría y placer. Motiva las emociones e impulsa a crear.
Verdad, bondad y belleza convergen en el amor, la ley fundamental de Dios. Dios está en todo lo verdadero, en todo lo bueno y en todo lo bello.
Su plan para nuestra vida, su voluntad, no la descubrimos a través de los sentimientos. Dios no es un sentimiento ni su voluntad algo místico. Dios es real y su plan, práctico.
La voluntad de Dios para nuestra vida la descubrimos cuando comenzamos una relación y una amistad con Él y no tanto, cuando cumplimos una lista de normas y tareas.
La descubrimos cuando le conocemos a Él, cuando vemos su belleza creadora, comprendemos su verdad eterna y somos amados en su bondad infinita



domingo, 25 de junio de 2017

¿QUIÉN CONTRA NOSOTROS?


Resultado de imagen de dos bandos espirituales

"Si Dios está por nosotros ¿quién estará contra nosotros?" 
(Romanos 8, 31)

Hoy quiero reflexionar sobre la carta del apóstol Pablo a los Romanos capítulo 8, donde narra unas circunstancias muy parecidas a las de hoy día. Pero antes, pongámonos en antecedentes.

Como todos sabemos, Satanás engañó al primer hombre y su mujer para que se rebelaran y no acataran las instrucciones de Dios. Y ellos aceptaron la mentira en su corazón, relativizando lo que Dios les había dicho.

Como resultado de esta trágica decisión, el hombre se separó del Creador y se unió al Enemigo. Desde ese momento, Dios establece dos bandos en enemistad: el de la serpiente y el de la mujer, y el de sus respectivas descendencias. Y ya entonces, nos da la clave de quién vencerá (Génesis 3,15).

Miles de años después, continúa la misma situación. Dos bandos enemigos. No se puede pertenecer a ambos. Hay que elegir. Entonces, ¿de qué lado estamos? ¿estamos con los ganadores o con los perdedores? ¿con la luz o con la oscuridad? ¿con lo correcto o de lo incorrecto? ¿con Dios o con Satanás?

En el pasaje que hoy reflexionamos, los seguidores de Cristo estaban siendo perseguidos y oprimidos en RomaPor ello, el apóstol Pablo lanza un mensaje de consuelo, confianza y esperanza para los que asumieron el compromiso de seguir a Jesucristo.

Hoy, en nuestro mundo, lleno de maldad y gobernado por el padre de la mentira, ocurre lo mismo: somos perseguidos y denostados. Por eso, es un gran consuelo saber que Dios está de nuestro lado y que, por medio de Jesucristo, ya ha vencido. Entonces, ¿y a mi qué...quien esté contra mí? Sé quién está conmigo. Eso es lo que importa.

La pregunta de Pablo es: “Si Dios está por nosotros” ¿qué importa quién este contra nosotros?, y sigue preguntando en los siguientes versículos: "¿Quién podrá acusar a los hijos de Dios? ¿Quién será el que condene?"¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?" ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? (Romanos 8, 32-35),

La respuesta está en Dios y
 en sus obras, especialmente en el sacrificio de Jesucristo en la cruz. "Dice la Escritura: Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, somos como ovejas destinadas al matadero. Pero en todas estas cosas salimos triunfadores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes ni las futuras, ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor."(Romanos 8, 36-39)

Jesús es Emanuel "Dios con nosotros" ¡Que tranquilidad! Nada en el mundo puede separarnos de Cristo. Sí, ¡estamos en el bando ganador! Somos más que vencedores porque nada puede separarnos del amor de Dios, que es lo único importante en nuestras vidas. 

Imagen relacionadaNuestra mirada debe estar puesta en nuestro Dios, no en el enemigo. El enemigo (Satanás) quiere llamar nuestra atención pero solamente quiere distraernos y hacernos mal. Con nuestra alma y espíritu fijados en Dios, los ataques del enemigo no tienen efecto. 

Cristo es quien habilita nuestra confianza en Dios. "Cristo es el que murió . . . resucitó . . . e intercede por nosotros." El punto central de nuestra fe es el sacrificio de Cristo. Jesús, al derramar su sangre, venció y condenó al príncipe de este mundo. Por medio de Cristo permanecemos firmes en Dios. Por medio de Cristo nos enfocamos en la justicia de Dios. Por medio de Cristo somos más que vencedores. 

Por causa de nuestra fe sufrimos los ataques del enemigo, pero la buena noticia es que Dios está siempre presente y de nuestro lado. Él dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman (v. 28). ¿Y quienes son los que lo aman?: aquellos que, por la fe, hemos asumido el compromiso de seguir a Jesucristo. 

Ante toda oposición que pretenda quitarnos lo que Dios nos ha dado, Cristo es nuestra garantíaEl Señor está en el lado de su pueblo. Nuestra confianza debe estar solo en Dios, sin importarnos quien sea el enemigo.

Nada podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor, sino que por encima de todos los sufrimientos, los cristianos somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó, manifestado a través del sacrificio de su hijo Jesucristo.



lunes, 29 de mayo de 2017

"CORAM DEO": VIVIR EN PRESENCIA DE DIOS



A menudo, escucho a algunas personas decir: "yo sólo voy a esa parroquia porque el cura es un crack; porque me transmite mucho; porque me gusta lo que dice y cómo lo dice. La mayoría de los sacerdotes no me dicen nada".

Esta actitud me lleva a reflexionar: cuando acudo a misa, ¿sé realmente a lo que voy? ¿voy a escuchar lo que quiero escuchar o lo que Dios quiere decirme? ¿voy a escuchar las anécdotas y la vida de un sacerdote o el mensaje evangélico de Dios por boca de su ungido? 

Acaso ¿sigo a un hombre o a Cristo? ¿intento hacerme un cura a la medida, una iglesia a la medida, una fe a la medida?

Como seguidor de Cristo, debo resistir la tentación de creer que la iglesia es un lugar donde puedo encontrar algo que se acomode a mí, a mis gustos y preferencias, un espacio donde "consumir" lo que me apetece, un lugar de "confort". 

Una iglesia no es una sastrería, donde elegir un traje a la medida, ni restaurante, donde comer a la carta.

Un cura no es un sastre, aunque me tome medidas y arregle mis descosidos; tampoco es un camarero que está para complaciente, aunque me atienda amablemente y me traiga alimento. 

El sacerdote es un pastor de Cristo llamado a ser su embajador en un mundo que le ha vuelto la espalda. Es un servidor de Dios que ejerce las competencias y habilidades de su vocación y que caracterizan su vida y su cuidado pastoral. Es su portavoz y su representante en la tierra.

En una ocasión, durante una homilía, un sacerdote me interpeló con la siguiente pregunta: "¿Cuál es la idea principal de nuestra fe? ¿Por qué hacemos todo lo que hacemos? ¿Para qué?".
"Para llevar a las personas a Cristo -dijo. "Para conducirlas a un encuentro personal con Él"- insistió.

Mi fe me dice con certeza que en la Eucaristía, estoy en presencia real de Cristo. Si no creo eso, ¿en qué creo? ¿para qué voy?
Al hilo de esa gran verdad, me pregunto: ¿cuál es el objetivo primordial y último de mi vida como cristiano? 

“La gran idea de la vida cristiana es lo que se llama "Coram Deo". Esta expresión, literalmente, hace referencia a algo que se lleva a cabo en la presencia de, o ante la presencia de Dios. 

Vivir "Coram Deo" es vivir siempre en la presencia de Dios, bajo la autoridad de Dios, para la gloria de Dios.

Vivir en la presencia de Dios es entender que todo cuanto hago como cristiano es actuar bajo la mirada de Dios. Dios es omnipresente. No existe un lugar donde pueda escapar a su mirada penetrante. No basta con pensar que sólo en misa está Dios. Cristo es real. Ha resucitado y está vivo y presente en mi vida.

Vivir en su presencia es también ser muy consciente de Su soberanía, de que Dios es Dios, el Creador y Rey del Universo. Vivir bajo la soberanía divina implica algo más que una sumisión motivada por el temor al castigo. Se trata de reconocer que no hay una meta más alta que ofrecer el honor y la gloria a Dios. Mi vida debe ser sacrificio vivo, oblación ofrecida hasta el extremo, en un espíritu de adoración y gratitud. Eso es lo que Cristo hizo.

Vivir "Coram Deo" es vivir una vida de integridad. Es una vida de plenitud, que encuentra su unidad y coherencia en la majestad de Dios. Por el contrario, una vida fragmentada es una vida desintegrado y caracterizada por la inconsistencia, la falta de armonía, confusión, conflicto, contradicción. En definitiva, el caos.

Si soy un cristiano tibio que separo mi vida en dos, lo religioso y no religioso, no he comprendido el mensaje.  La gran idea es que o todo es fe o nada es fe. "No puedo servir a dos señores" (Mateo 6,24) y Dios es claro a este respecto: "te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3, 16).

Es vivir con un modelo de coherencia; el mismo dentro y fuera de la parroquia. Es vivir abierto a Dios y delante de Dios, y todo lo que hago, es por y para DiosEs una vida vivida por convencimiento, no por conveniencia; por humildad a Dios, no por orgullo propio. 

Coram Deo… estar ante el rostro y la mirada de Dios. Esa es la gran idea. Junto a esta idea, mis propósitos personales, mis intenciones profundas y mis egoístas ambiciones no tienen cabida.

El Apóstol Pablo le dijo a Timoteo: "Que nadie menosprecie tu juventud, sino que sea un ejemplo para los creyentes en la palabra, en la conducta, en el amor, en el espíritu, en la fe, en la pureza" (1 Timoteo 4,12). 

Un sacerdote, pastor de la Iglesia de Cristo debe tratar cada parte de su vida y de su ministerio con el máximo cuidado espiritual. Debe vigilar sus formas y sus mensajes (1 Timoteo 4,16). Y sobre todo, pensar, hablar y actuar "coram Deo". Lo mismo que un laico.

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo que "prestara atención a la lectura, a la exhortación, a la doctrina" (1 Timoteo 4,13). Esto es, sin duda, un toque de atención tanto para los laicos como para los sacerdotes, una advertencia para no dejarnos guiar por nuestras preferencias sino por la voluntad de Dios y dejarnos guiar por la acción del Espíritu Santo.

Algunas personas no son capaces de discernir la importancia ni la necesidad de que el sacerdote tenga que ser riguroso y pulido en su homilía y en su servicio. Y, sencillamente, están absortos a la elocuencia, la simpatía o la retórica del sacerdote.

Un pastor del pueblo de Dios debiera esforzarse por eliminar cualquier parte de su discurso que distraiga a los oyentes de recibir lo que Dios quiere decirnos (1 Corintios 2, 1-2).

Dios no ha llamado a sacerdotes para que demuestren lo majos o simpáticos que son, sino para comunicar las verdades inmutables escritas en Su Palabra. Ni tampoco nos pide a nosotros que busquemos comodidad en su Iglesia. En todo caso, nos exhorta a cargar con nuestra cruz y seguirle.

De un sacerdote puede venir mucha gracia y también puede hacer mucho daño. Debiera tratar de ser consejero sabio y escrupuloso con respecto al cuidado espiritual del pueblo de Dios, siempre a la luz de la acción del Espíritu de Dios. 

Debiera buscar consejo y sabiduría en las Sagradas Escrituras, en la doctrina de la Iglesia o en otro sacerdote u obispo más experimentado.

El sacerdote es el pastor; las ovejas haremos lo que él nos diga, sin pensar. Por eso es tan importante que un sacerdote viva "Coram Deo" porque si no es así, descarriará a muchas ovejas y serán presa de los lobos.

Si la responsabilidad de la estructura y desarrollo de la pastoral de una parroquia recae en el párroco y en el vicario, el resto de la comunidad debemos prestar la debida atención a otros ministerios como la acogida, el acompañamiento, la evangelización, las finanzas, etc.

Por ende, debiera ser absolutamente necesario que los sacerdotes tengan un gran cuidado en la supervisión y conocimiento de los diversos ministerios y servicios de sus parroquias. Y siempre en "oración", es decir, en presencia de Dios.

Si un sacerdote no es capaz de explicar la visión y contagiar el compromiso de la parroquia con el Evangelio y con la voluntad de Dios, la comunidad no podrá evangelizar,  ni discipular,  ni acoger, ni acompañar ni realizar ningún otro servicio a Dios. Tan sólo será una visión reduccionista y disminuida de la primacía del "coram deo". 

Cuando esta clase de visión disminuida de Dios impregna la parroquia, el resultado es que la parroquia desarrolla una corriente de auto-justificación y de auto-consumo, que intenta "espiritualizar" su propia falta de pasión por la gloria de Dios.

A menudo escucho afirmaciones como "debemos esperar porque necesitamos orarlo y pensarlo antes". Eso podría ser cierto, pero también podría ser debido al hecho de que somos algo perezosos y muy cómodos, y que nuestro servicio a Dios carece de compromiso integral para vivir "coram deo", en cada rincón de la parroquia, en cada minuto de nuestro tiempo. 

Es posible, que mi ímpetu me lleve, en ocasiones, a impacientarme. O también, puede que mi ardor por Cristo me abrase y me lleve a precipitarme. Es posible. Soy un "poco Pablo".

Pero lo que quiero decir, cuando hablo de la necesidad de que los sacerdotes y las parroquias nos transformemos y re-descubramos nuestra identidad, es que deberíamos mostrar "una cierta locura" que nos haga ser apóstoles audaces y valientes, en lugar de parapetarnos en "una cierta sensatez", que nos paralice y nos mantenga en una situacion de desmotivación, convirtiéndonos  en meros funcionarios de la fe.

Estamos llamados a ser sacerdotes reflexivos y visionarios, apasionados y comprometidos con la oración, con la proclamación de la palabra de Dios, con la correcta administración de los sacramentos y con el rigor en las ceremonias de la parroquia. Estamos delante de Dios!!!

Estamos llamados a ser laicos comprometidos y dispuestos a realizar cualquier ministerio al servicio de Dios, de su voluntad y para su gloria. Estamos delante de Dios!!!

Seamos obedientes y serviciales a Dios, no a nuestro propio interés, y digamos: "Praesto sum". 

Estamos delante de Dios!!!