¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 15 de abril de 2020

LA CREACION: EL GÉNESIS

Ud. cree en Dios verdaderamente? | ACN
"En el principio creó Dios el cielo y la tierra. 
La tierra estaba informe y vacía; 
la tiniebla cubría la superficie del abismo, 
mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas." 
(Génesis 1, 1-2)

Con el origen de la creación o "génesis", la Palabra de Dios, a través de su Espíritu, nos narra
tres orígenes: el origen del mundo, de la humanidad y de la alianza divina. Y lo hace utilizando un septenario: la creación del Universo en siete partes o días.

Evidentemente los siete días de la creación no son una literalidad cronológica. El hecho de que Dios vaya creando poco a poco, nos indica que la creación es progresiva. Dios no crea todo de golpe, en un sólo día. La majestuosidad amorosa de su Ser va revelándose a nosotros, poco a poco.

En el principio, todo era caos, vacío y tiniebla, pero la Trinidad ya era"Y el Espíritu se cernía"...que según el diccionario, significa "batir o agitar un terreno para registrarlo". 

San Juan comienza su Evangelio de la misma manera: "En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. Todo es creado en, con y para Jesucristo. En Cristo está la luz y la vida. 

Dios, libremente y por amor, crea todo de la nada (CIC 296-298). Y sólo Dios tiene el poder infinito de crear. Y así, con sabiduría perfecta, divide en partes elementales (principio del orden) y crea un mundo ordenado y bueno, dirigido al hombre para gloria de Dios (CIC 299).

Con la creación del mundo y del hombre, Dios ofreció el primero y universal testimonio de su amor todopoderoso y de su sabiduría, el primer anuncio de su "designio benevolente" que encuentra su fin en la nueva creación en Cristo (CIC 315).

Dios crea la estructura

"Dijo Dios: 'Exista la luz'. 
Y la luz existió. 
Vio Dios que la luz era buena. 
Y separó Dios la luz de la tiniebla.
Llamó Dios a la luz 'día' y a la tiniebla llamó 'noche'. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero."
(Génesis 1, 3-5)

JESUS ES DIOS? EN HD - YouTubeEl primer día, Dios crea el tiempo. Con su Palabra, llama al mundo a la existencia, es decir, crea la luz (Dios se manifiesta), porque la tiniebla no es en sí un concepto por definición, sino que lo define la ausencia de luz. Dios separa la luz de la tiniebla, el día de la noche.

Alguno
s interpretan la creación de la luz en este primer día como la creación del mundo angélico, y la separación del día y la noche podría referirse a la expulsión de Satanás y sus demonios de la Luz, es decir, su separación de Dios.


"Y dijo Dios: 'Exista un firmamento entre las aguas, 
que separe aguas de aguas'. 
E hizo Dios el firmamento 
y separó las aguas de debajo del firmamento 
de las aguas de encima del firmamento. 
Y así fue. 
Llamó Dios al firmamento 'cielo'. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo."
(Génesis 1,6-8)

En el segundo díaDios crea el espacio. Crea el cielo, es decir, separa aguas de aguas.

"Dijo Dios: 'Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, 
y que aparezca lo seco'. Y así fue. 
Llamó Dios a lo seco 'tierra', 
y a la masa de las aguas llamó 'mar'. 
Y vio Dios que era bueno. 
Dijo Dios: 'Cúbrase la tierra de verdor, 
de hierba verde que engendre semilla, 
y de árboles frutales que den fruto según su especie 
y que lleven semilla sobre la tierra'. Y así fue. 
La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, 
y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. 
Y vio Dios que era bueno. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero."
(Génesis 1,9-13)

En el tercer día, Dios crea la vida. Crea la tierra, el mar y la vegetación, es decir, un mundo apto para vivir.

Dios llena el vacío

"Dijo Dios: 'Existan lumbreras en el firmamento del cielo, 
para separar el día de la noche, 
para señalar las fiestas, los días y los años, 
y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, 
para iluminar sobre la tierra'. Y así fue.
E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día,
 la lumbrera menor para regir la noche; y las estrellas. 
Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, 
para regir el día y la noche 
y para separar la luz de la tiniebla. 
Y vio Dios que era bueno. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto." 
(Génesis 1, 14-19)

En el cuarto día, Dios crea a los que gobiernan el tiempoCrea el Sol, que va a regir el día, y la Luna, que va a regir la noche, junto con las estrellas.

"Dijo Dios: 'Bullan las aguas de seres vivientes, 
y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo'. 
Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan
 y que las aguas fueron produciendo según sus especies, 
y las aves aladas según sus especies. 
Y vio Dios que era bueno. 
Luego los bendijo Dios, diciendo: 'Sed fecundos y multiplicaos, 
llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra'.
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto."
(Génesis 1, 20-23)


En el quinto día, Dios crea a los que gobiernan el espacio. Crea las aves para llenar el cielo y los peces para llenar el mar.

"Dijo Dios: 'Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: 
ganados, reptiles y fieras según sus especies'. Y así fue. 
E hizo Dios las fieras según sus especies, 
los ganados según sus especies 
y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. 
Dijo Dios: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; 
que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra'.
Y creó Dios al hombre a su imagen, 
a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. 
Dios los bendijo; y les dijo Dios: 
'Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; 
dominad los peces del mar, las aves del cielo 
y todos los animales que se mueven sobre la tierra'. 
Y dijo Dios: 'Mirad, os entrego todas las hierbas 
que engendran semilla sobre la superficie de la tierra 
y todos los árboles frutales que engendran semilla: 
os servirán de alimento. 
Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, 
a todas las aves del cielo, 
a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira'. Y así fue. 
Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. 
Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.
(Génesis 1, 24-31)

En el sexto día, Dios crea a los que gobiernan la vida. Crea a los animales y, finalmente, crea al hombre para que domine todo.

Dios crea al hombre

Dios crea al hombre a su imagen y semejanza
Con esta expresión, Dios pone un énfasis especial en esta criatura: Dios crea al ser humano por amor y quiere que sus perfecciones se hallen en él. Al crear al hombre al final de todo, Dios significa que es el culmen de su creación, el punto álgido de su obra.

La creación del hombre a imagen de Dios | BuenaNueva | Revista ...A diferencia de Dios, los dioses paganos y mitológicos no crean a los hombres para plasmar en ellos su perfección. Les crean por egoísmo, para descansar. Les reducen la vida porque les resultan molestos e incluso rivales. Les alejan de ellos por celos y no quieren compartir nada con los seres humanos.   

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque está deseoso de compartir todo con nosotros. Y para ello, nos da vida eterna para compartir con nosotros lo que es Él.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere entablar una relación con nosotros; porque quiere ser nuestro amigo y conversar cada tarde con nosotros por el Edén.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere que seamos perfectos como Él, porque quiere que el hombre sea Dios, uno con Él.Por eso, el hombre no peca por querer ser como Dios sino por desconfiar de Él, de su amor y de su bondad.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere que tengamos lo más propio de Él, como nos dice San Juan: Dios es amor (1 Juan 4,8). El hombre es la única criatura que ha sido creado con capacidad de amar, y para ello, Dios nos ha dado la libertad. Porque el amor nace de la libertad o no es amor.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere que hagamos uso de esa capacidad de amar libremente, y para ello, nos dota de inteligencia, de razón, de conocimiento. Porque no se puede amar aquello que no se conoce.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere que participemos con Él en su obra creadora: "Sed fecundos y multiplicaos". Para que aprendamos y enseñemos, para que crezcamos en nuestra humanidad y así, ser capaces de llegar a tener esa relación de amistad con Dios.

Dios nos crea a su imagen y semejanza porque quiere que entremos en la comunión divina de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.

Según los santos padres, imagen y semejanza no son sinónimos: "el hombre es imagen de Dios pero está llamado a alcanzar la semejanza con Dios por medio de la imitación de Dios, por medio de la guía de su Espíritu". 

Dice San Ireneo que "este cuerpo físico es la propia imagen de Dios, en el sentido de que, cuando crea a Adán, Dios moldea su cuerpo pensando en su segunda persona, Jesucristo, que habría de encarnarse en el seno de la Virgen María e iba a ser "humano", de tal modo que, nosotros que fuimos creados en Él y para Él, también nos pareciéramos a Cristo en nuestra naturaleza física, en nuestro cuerpo, y que, al igual que nuestra alma, están llamados a la gloria".

Esta explicación nos lleva a considerar lo que ya sabemos, que la Palabra de Dios es toda una unidad y que el Antiguo Testamento nos lleva al Nuevo, es decir, a Jesucristo.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica, a propósito de esta imagen y semejanza: "Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar. Dios creó todo para el hombre -Génesis 12,1; 24,3; 39,1-, pero el hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creación. (CIC 357-358).


Dios insufla aliento de vida 


"Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, 
no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, 
porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, 
ni había hombre que cultivase el suelo; 
pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. 
Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo
 e insufló en su nariz aliento de vida; 
y el hombre se convirtió en ser vivo 
(Génesis 2,4-7)

Dios es eterno – II ParteEl capítulo 2 del Génesis ahonda en la creación del hombre y hace hincapié en su importancia.

E
l aliento de vida que Dios insufló, de forma única y privilegiada, en su nariz al hombre cuando le creó, reafirma el interés de Dios en esta criatura.

El ser humano recibe un aliento especial, el Ser de Dios, que le asemeja a Él. Este aliento de vida impregna al hombre de alma y espíritu, le dota de sentido espiritual, lo que le diferencia completamente de los animales y plantas.

Este aliento de vida es el Espíritu Santo de Dios que acompaña al hombre en su peregrinaje sobre la tierra y le da "Vida".


Dios crea un jardín


"Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, 
y colocó en él al hombre que había modelado. 
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles 
hermosos para la vista y buenos para comer; 
además, el árbol de la vida en mitad del jardín,
 y el árbol del conocimiento del bien y el mal."
(Génesis 2,8-9)

Dios crea un espacio paradisíaco para el hombre, un jardín con árboles de todo tipo, y además, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y el mal. 

El árbol de la vida en mitad del jardín le otorga al hombre la oportunidad de la vivir en plenitud. De éste no le prohíbe comer. Sin embargo, elige no comer de este árbol.

Pasqua | Parrocchia Di Collegara-San Damaso | Pagina 3El Árbol de la Vida – El Blog de WimEste árbol de la vida permanece desde el principio hasta el final regado por el río de la Palabra de Dios: "Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios" (Apocalipsis 2,7).

"En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones" (Apocalipsis 22,2).

Este árbol de la vida representa la Cruz de Cristo, necesaria tras el pecado original y tras la pérdida de la gracia de Dios.

El árbol del conocimiento del bien y el mal le otorga al hombre la capacidad moral de hacer el bien o el mal, es decir, la Libertad. 

itt a pokol hol a menny by szabadgondolat | MixcloudReseña The God delusion de Richard Dawkins - Gen LiteraturaSi pudiera comer de todos los árboles, como los animales, significaría que no tendría esa capacidad moral de libertad y, por tanto, tampoco la de amar. Sin embargo, elige comer de este árbol.

Aquí se vislumbra la respuesta a la pregunta de si Dios creó el mal. 

Como hemos visto al principio de la creación, Dios tampoco crea la oscuridad porque no es un concepto individual sino la ausencia de la luz. 

Con el mal ocurre lo mismo. Dios no creó el mal, porque en si mismo no se puede definir sino por la ausencia del bien. La ausencia de bien es por tanto, la ausencia de Dios, el pecado.


Dios descansa

"Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo. 
Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, 
descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho. 
Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, 
porque en él descansó de toda la obra 
que Dios había hecho cuando creó."
(Génesis 2, 1-3)

Y en el séptimo día, Dios descansó

Evidentemente Dios no terminó cansado después de crear el Universo para tener que descansar. 

Este séptimo día se refiere a un día que no tiene fin, como lo demuestra que tampoco termina diciendo "Pasó una tarde, pasó una mañana: el día séptimo."

Este "descanso" revela la plenitud de vida y la eternidad de Dios e indica que la creación a lo largo de seis días, tiene una finalidad, un objetivo, una meta. 

El objetivo de la creación no es el ser humano. Es el culmen pero no la meta. No es creado el séptimo día, sino el sexto. No es creado para sí mismo sino para gloria de Dios.

Nuestra vida no es un círculo vicioso (aunque lo parezca muchas veces) sino que tiende a un fin. Es a lo que estamos llamados todos nosotros: al descanso en Dios por toda la eternidad. 

Dios, en el Génesis, no está contando algo pasado sino presente. Nos cuenta que el hombre hoy, en el sexto día, camina, encabezando a toda la creación, hacia ese séptimo día, hacia esa plenitud, hacia ese protagonista de ese último día, hacia el que está orientado todo: Dios.

Como conclusión, podemos afirmar que la creación es, en sí misma, un gran templo creado para dar culto y gloria a Dios, que continua progresivamente su curso hacia una meta, la plenitud, y que el hombre ha sido creado libre para adorar a su Creador y darle gloria por toda la eternidad.


Bibliografía


"La Creación" (Beatriz Ozores, "La Tierra Prometida")

¡QUÉ TORPES Y NECIOS!

Necios y torpes de corazón para creer todo lo que anunciaron los ...
"¡Qué necios y torpes sois 
para creer lo que dijeron los profetas! 
¿No era necesario que el Mesías padeciera esto 
y entrara así en su gloria?"
(Lucas 24, 25-26)

Nosotros esperábamos....que podríamos seguir viviendo nuestras cómodas vidas al margen de Dios, porque le habíamos visto crucificado y muerto, porque después nada había ocurrido y ya estábamos en el tercer día desde que esto sucedió.

Nosotros esperábamos....que podríamos seguir poniendo nuestra esperanza en nuestros intereses y egoísmos, porque nuestra fe en Cristo se había debilitado y habíamos perdido la confianza en Él, porque no habíamos encontrado su cuerpo.

Nosotros esperábamos....que podríamos seguir refugiándonos en nuestras cosas, en nuestros recelos, en nuestras pérdidas y miedos, porque habíamos ido al sepulcro y a Él no lo habíamos visto.

Nosotros esperábamos....que podríamos volver a nuestras rutinas como si nada, aunque fuera sin alegría ni esperanza, pensando que ni el amor ni la fe eran útiles para nosotros, porque no habíamos escuchado que el Mesías tenía que padecer y resucitar al tercer día.

¡Qué torpes y necios somos!...porque hemos cerrado nuestros ojos a la fe y hemos dudado que era necesario que se cumpliera todo lo que estaba escrito (Mateo 14,31; Lucas 44).

¡
Qué torpes y necios somos!...porque hemos cerrado nuestros oídos a los designios de paz y no de aflicción, a un porvenir y una esperanza, porque hemos dejado de invocarle y suplicarle (Jeremías 29,11).
La metáfora de los tres monos y el buen vivir — La Mente es ...
¡Qué torpes y necios somos!...porque hemos cerrado nuestras almas al amor, dejando de escuchar su Palabra y de buscarle de todo corazón (Jeremías 29,12).

¡Qué torpes y necios somos!...porque hemos cerrado las puertas del pórtico y apagado las lámparas; hemos dejado de quemar incienso y de ofrecer holocaustos en el santuario del Dios de Israel (2 Crónicas 29,7).

¡
Qué torpes y necios somos!...porque nos hemos creado ídolos de leño, de plata refinada de Tarsis y de oro importado de Ofir, revestidos de púrpura y de grana (Jeremías 10,8-9).

¡
Qué torpes y necios somos!...porque hemos confiado en nosotros mismos por orgullo, vanidad de vanidades, todo es vanidad (Eclesiastés 12,8).

Mi Pequeño Mundo: Léon Lhermitte en mi dormitorio¡Qué torpes y necios somos!...porque no hemos esperado en el Señor, no hemos renovado nuestras sus fuerzas, ni echado alas como las águilas. Hemos corrido y os hemos fatigado, hemos andado y nos hemos cansado (Isaías 40,31).

¡Qué torpes y necios somos!...porque hemos dejado de invitarle a nuestra mesa para que partiera el pan, se abrieran nuestros ojos y le reconociéramos (Lucas 24, 30).

¿No arde nuestro corazón ahora, mientras nos habla por el camino y nos explica las Escrituras? (Lucas 24, 32).

Levantémonos en este momento, y volvamos a Jerusalén a contar al mundo: "Era verdad, ha resucitado el Señor" (Lucas 24,33).

JHR

lunes, 13 de abril de 2020

¿POR QUÉ BUSCAMOS ENTRE LOS MUERTOS?

"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? "
(Lucas 24, 5; Mateo 28, 5-6)

Los relatos evangélicos sobre la Resurrección de Jesucristo no sólo son el fundamento de nuestra fe y el motivo de nuestra alegría, sino que, además, encierran muchas enseñanzas para nosotros hoy, los cristianos del siglo XXI.

Los Evangelios nos relatan la escena y cómo en la madrugada del primer día de la semana, las mujeres fueron al sepulcro para terminar una labor inacabada el día anterior, el "Sabbath". 

Buscaban a Jesús para terminar de perfumarle y embalsamarle, olvidando por completo las palabras del Maestro poco tiempo atrás, en Galilea, donde les anunció su resurrección al tercer día. Y se sorprendieron y se desconcertaron al encontrar removida la piedra del sepulcro y éste vacío.

Tuvo que ser el ángel del Señor quien les recordara aquellas palabras de Jesús, y quien les increpara por el hecho de buscarle en el sepulcro: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿No recordáis que os dijo que al tercer día resucitaría?" (Lucas 24,5).

Entonces, María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago, lo recuerdan, y van a contárselo a los Once, que las toman por locas. Sin embargo, Pedro y Juan, corren al sepulcro y, aunque no le ven, creen.

Aquel mismo día, lo mismo que les ocurrió a las mujeres, les ocurrió a los dos de Emaús. Ellos regresaban a su casa desilusionados. Allí, tuvo que ser el propio Jesucristo, quien les increpara: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?" (Lucas 24, 25-26)

Y exactamente lo mismo que les ocurrió al resto de los discípulos, poco después, y en especial a Tomás, cuando los dos de Emaús regresaron a Jerusalén para contárselo. Tuvo que se Jesús, de nuevo, quien les dijera: 
¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? (Lucas 24,38).

Tres escenas donde los discípulas, que habían compartido la vida y la mesa con Jesús, no reconocen al Resucitado con sus ojos incrédulos. 

Tres caminos distintos adoptados en los que son increpados y en los que necesitan pruebas de que está vivo para ser redirigidos. 

Sólo son capaces de reconocer la Verdad de Su Fe, la Resurrección, a través de su Palabra y de la Eucaristía: ¡Era verdad...!

Ese "Era verdad" también ha salido alguna vez de nuestros labios. Esas escenas también las hemos vivido nosotros. Pero ha sido sólo en el momento de encontrarnos cara a cara con Cristo resucitado, cuando nos ha abierto los ojos. 

Y es que en el fondo, muchos hemos estado viviendo nuestra fe en base sólo a Su amor, el  más grande, el que dio la vida por sus amigos, expresado en su muerte por nosotros en la cruz, pero nos faltaba corroborar Su verdad con su resurrección.

¡Cuántas veces, como las mujeres judías, nos hemos encerrado en nuestro trabajo cotidiano sin pararnos a recordar que Jesús está vivo y junto a nosotros! 

¡Cuántas veces, como los discípulas, tomamos la buena noticia como un delirio o una locura, algo impensable de creer! 

¡Cuántas veces, como los dos de Emaús, nos desilusionamos con Dios y perdemos nuestra esperanza y nuestra fe , y las depositamos en las vanidades del mundo!

¿Por qué buscamos entre los muertos la Vida? ¿Por qué buscamos entre las tinieblas la Luz? ¿Por qué buscamos entre las mentiras la Verdad? ¿Por qué buscamos entre la maleza el Camino?

Porque tenemos la tendencia de mirar al pasado, la tentación de mirar atrás. Porque, en el fondo, pensamos que es imposible. Porque nos convencemos de que Cristo es tan sólo una "idea". Porque miramos nuestras pérdidas y decepciones, nuestras dificultades y problemas, con ojos incrédulos, y nos quedamos solos, tristes, desilusionados y resentidos en el "ayer". 

¡Con qué facilidad nos "derrotamos"! ¡Con qué prontitud dejamos de confiar! ¡Con qué sencillez nos "venimos abajo"!

La piedra del sepulcro fue removida, no para que saliera Cristo, sino para que entráramos nosotros en su misterio. 

La aparición a los dos de Emaús no sucedió para consolarnos sino para hacernos ver que está en la Eucaristía. 

La aparición a Tomás no fue para retomar las comidas del pasado sino para que viéramos, a través de sus llagas y de la herida de su costado, que Cristo está en medio de nosotros, en los sacramentos.
SÁBADO SANTO
¡Es verdad! ¡Jesucristo está vivo, está con nosotros! ¡Estamos en el tercer día! 

¡No vayamos a los sepulcros que el mundo nos ofrece porque están vacíos!

¡Él está vivo! ¡Nadie ha robado su cuerpo! ¡Ha bajado de la cruz y ha salido del sepulcro para subirnos al cielo con Él! 

¡No busquemos entre los muertos al que vive! ¡No busquemos donde no podemos encontrar!

¡Removamos las piedra de nuestras rutinas o tradiciones, de nuestros desánimos o pérdidas y de nuestras dudas o desconfianzas! 

¡Busquemos a Cristo dentro de sus llagas, en la Eucaristía, donde se hace presente! 

¡Vivamos nuestra vida eucarísticamente! 

¡Y vayamos a contárselo a otros!

sábado, 11 de abril de 2020

EL QUE PERSEVERE HASTA EL FIN, SE SALVARÁ

"El que persevere hasta el final, se salvará." 
(Mt 10, 22)

Vivimos en un mundo veloz e impaciente, donde el "aqui y ahora" prevalece sobre todo lo demás, y si no lo conseguimos, "tiramos la toalla", dejamos de perseverar, nos rendimos. Lo mismo nos ocurre también en el plano espiritual.

¡Cuántas veces desfallezco, nos siento cansado, perezoso o sin fuerzas para continuar el camino que Nuestro Señor me ha marcado!

¡Cuántas veces olvido el amor primero, dejo d
e mirarle con esos ojos de aquella primera vez, o apago la fogosidad de aquel primer encuentro cara a cara con Él! 

¡Cuántas veces renuncio y traiciono a Jesucristo por el qué dirán, por querer agradar a todos, por estar más pendiente del mundo que del Amor!

Sin embargo, el propio Jesús da la clave y me advierte: serás odiado por el mundo. Si soy amado por el mundo es que algo estoy haciendo mal. 

Tampoco me dice que seguirle sea fácil. Ni siquiera me pinta un cuento de príncipes azules que comen perdices. No. 

Me asegura que si persevero hasta el final, tendré recompensa.

Dice San Agustín que "la perseverancia en el amor de Dios y de Cristo hasta el fin es un don gratuito de Dios que debemos pedirle continuamente". 

San Marcos nos dice: "Creo Señor, pero aumenta mi fe" (Mc 9, 14).

Dice San Jose María Escrivá que perseverar es "dar el consentimiento de corazón a Dios de que le amamos y de que, sobre todo, siempre le amaremos."

Dios me invita, nos invita continuamente a perseverar en la fe, en su amor. Nos anima a tener firmeza de voluntad y constancia de ánimo. Sabe que somos frágiles y débiles y que estamos expuestos a muchas dificultades. Por eso, nos brinda ayuda... si se la pedimos. 

Tiene preparado para nosotros un perfecto manual de la perseverancia:

Justicia y Misericordia

"Como el Padre me ha amado, 
así os he amado yo; 
permaneced en mi amor. 
Si guardáis mis mandamientos, 
permaneceréis en mi amor; 
lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre 
y permanezco en su amor. 
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, 
y vuestra alegría llegue a plenitud. 
Este es mi mandamiento: 
que os améis unos a otros como yo os he amado. 
Nadie tiene amor más grande 
que el que da la vida por sus amigos. 
(Jn 15, 9-13)

El discípulo amado Juan, nos da algunas claves para la perseverancia: Primero, amar; después, guardar su Ley, es decir, sus mandamientos; Y ambas cosas, hacerlas siempre con alegría, incluso hasta el extremo de dar la vida por amor. 
Desideria: La misericordia no es contraria a la justicia, por el ...
Permanecer en su amor exige fidelidad. Y la fidelidad requiere perseverancia. Y ambas se demuestran con coherencia. Mi vida cristiana requiere coherencia en el obrar.

No puedo amar a Dios y odiar al prójimo; no puedo guardar sus mandamientos y servir al mundo; no podemos estar alegres y tristes a la vez. No puedo servir a dos amos. No puedo tener dos amores.

Algunos, en su lucha contra la "radicalidad" con la que acusan a quienes se mantienen fieles a la Ley de Dios, pretenden dar un sentido de incompatibilidad a la dualidad divina justicia/misericordia, negando la primera y afirmando la segunda. Y se equivocan.

Porque el amor no es hipócrita, no es infiel y no se rinde. Se da sin merecer. La justicia no es parcial, no es tendenciosa, no es arbitraria. Se da mereciendo. Dios nos da sin merecer y también mereciendo.

Oración y Discernimiento

"Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, 
junto con algunas mujeres 
y María, la madre de Jesús, 
y con sus hermanos."
(Hch 1, 14)

El apóstol Lucas nos da más claves de perseverancia: La oración junto a María. Si rezamos es señal de que perseveramos, y si lo hacemos con la Virgen María, además meditamos y discernimos, puesto que aprendemos a escuchar y guardar lo que Dios nos dice en nuestro corazón. No en vano, en la Cruz, Nuestro Señor nos dijo: "Ahí tienes a tu Madre".

Reina de las Familias oración a María para orar en familiaPor eso, mi modelo de perseverancia, meditación y discernimiento más perfecto es Nuestra Señora, la Virgen Santísima.

Orar con María significa tener siempre puesta la mirada en su amado Hijo. Rezar con Ella es garantizarme las innumerables gracias que desea otorgarnos como Madre. Meditar con la Virgen es caminar junto a Ella, contemplando los misterios de Jesucristo. Discernir con la "Llena de Gracia" es decir con Ella: "Hágase tu voluntad."

Pers
everar no es fácil. ¡Cuántas veces pienso en abandonar ante las dificultades, cuántas veces me desanimo ante la impaciencia de no ver el fin del mal, la injusticia y el sufrimiento! ¡Cuántas veces me precipito ante las situaciones sin haber discernido primero, sin haber meditado las cosas!

Eucaristía y Palabra

"Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, 
en la comunión, 
en la fracción del pan y 
en las oraciones....
Con perseverancia acudían a diario al templo 
con un mismo espíritu, 
partían el pan en las casas 
y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; 
alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo;
y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando."
(Hch 2,42 y 46-47)


Sacramentos y Palabra son claves importantes de la perseverancia y la constancia. Ambos están concebidos para ofrecerse y darse en comunidad. Por tanto, la fe sólo puede vivirse en comunidad. 

Sólo en comunidad podemos perseverar y mantenernos en unidad. Por eso la Iglesia, que es madre, acoge y ayuda a todos sus hijos unidos y en un mismo espíritu, y nos invita a escuchar, agradecer, pedir y alabar a Dios. Y lo hace con los sacramentos y, en especial, con la Eucaristía.
Partes de la Eucaristía
Es más, Jesús se aparece a los dos de Emaús porque, desanimados por la pérdida de su Señor, han dejado de perseverar. El desaliento es el gran enemigo de su perseverancia. Y así, les escucha primero, les proclama la Palabra y les conduce a la Eucaristía, y a la comunidad. 

Debo luchar contra el desánimo para no caer en el pesimismo y después, en la desesperación. Porque si desespero, regresaré a mi casa (el mundo) y me alejaré de la de Dios.

La perseverancia en la fe, es decir, en el amor, es un vínculo que genera más fe y más amor. Y eso se consigue escuchando a nuestro Padre, que nos ha dejado su Palabra viva para guiarnos y ayudarnos. ¿No arde nuestro corazón mientras nos habla por el camino y nos explica las Escrituras? (Lc 24, 31).

Mantenerse firmes y perseverantes no debe ser fruto de la inercia o de la rutina. Perseverar es albergar un deseo de ver y escuchar a Dios, de querer estar siempre a su lado, enamorarse de Dios para siempre

Mantenerse firme es vivir con coherencia hasta el final, asumir cada cruz como el camino a la gloriacaminar sabiendo que cada tropiezo es un escalón menos hacia la meta.

Perseverar es amar, amar y amar.

El apóstol Pablo nos exhorta a permanecer firmes, cimentados y estables en la fe, la esperanza y el amor hasta el final. Sólo así obtendremos la recompensa a nuestra perseverancia:

"Por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, 
habéis sido reconciliados para ser admitidos a su presencia 
santos, sin mancha y sin reproche, 
a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, 
e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis escuchado. " 
(Col 1, 22-23)

"Así pues, como elegidos de Dios, santos y amados, 
revestíos de compasión entrañable, bondad, 
humildad, mansedumbre, paciencia. 
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos 
cuando alguno tenga quejas contra otro. 
El Señor os ha perdonado: 
haced vosotros lo mismo. 
Y por encima de todo esto, el amor, 
que es el vínculo de la unidad perfecta."
(Col 3, 12-13)