¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

sábado, 21 de marzo de 2020

APOCALIPSIS: LOS NÚMEROS

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Hoy hablaremos de los números simbólicos presentes a lo largo de todo el libro del Apocalipsis:

Uno

Significa plenitud y se utiliza siempre para referirse a Dios"Al instante caí en éxtasis, y vi un trono en el cielo y uno sentado en el trono." (Apocalipsis 4,2).

Un medio, tres y medio son números tomados del libro de Daniel 7,25 y significan un tiempo limitado y restringido, parcialidad y transitoriedad. Es un tiempo definido y concreto, que tiene un fin seguro.

Un medio es un tiempo parcial porque no llega a ser uno. 

"Cuando el cordero abrió el séptimo sello, 
se hizo en el cielo un silencio como de media hora."
(Apocalipsis 8,1)

Tres y medio es un tiempo transitorio porque no llega a ser cuatro, y además, es limitado y no llega a ser completo porque es la mitad de siete. Es también el tiempo de permanencia de la mujer en el desierto. Los mil doscientos sesenta días, y los cuarenta y dos meses son equivalentes a tres años y medio. 

"...pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 
Yo haré que mis dos testigos profeticen 
vestidos de saco durante mil doscientos sesenta días...
Gentes de toda raza, pueblo, lengua y nación contemplarán 
durante tres días y medio su cadáver...
Pero, después de tres días y medio, 
un soplo de vida que venía de Dios entró en ellos...
..."Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, 
para ser alimentada allí durante mil doscientos sesenta días....
...Pero dieron a la mujer dos alas de águila real para volar al desierto, 
el lugar donde es alimentada por un tiempo, 
dos tiempos y medio tiempo lejos de la vista de la serpiente."
(Apocalipsis 11,2-3, 9, 12; 12,6 y 14) 

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El tres y medio aparece también en la frase "un tiempo, tiempos y medio tiempo"

Esta división en tres partes se podría basar en una interpretación de la profecía de las setenta semanas de Daniel, con una división semejante en tres partes: 49 años + 434 años + 7 años, a partir de uno de los decretos dados por los reyes persas para que los judíos salieran de la cautividad babilónica, de los cuales, los más famosos fueron el de Ciro el Grande en el 538 a. C. y el de Artajerjes I Longímano en el 457 a. C., (2 Crónicas 36,22-23), (Esdras 7,7), (Daniel 9,24-27).

Dos

Significa confirmación ante dos cosas en contraste: o validez o invalidez, o comunión o división,  o equilibrio o caos, o bien o mal, o luz o tinieblas, o verdad o mentira, o amor u odio. 

"Yo haré que mis dos testigos profeticen vestidos de saco 
durante mil doscientos sesenta días... 
...Éstos son los dos olivos y los dos candelabros 
puestos delante del señor de la tierra....
...estos dos profetas eran su tormento...
...Vi otra bestia que subía de la tierra; 
tenía dos cuernos, como los de un cordero, 
pero hablaba como un dragón"
(Apocalipsis 11,3-4 y 10; 13,11)

Tres

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Significa para los judíos, la divinidadrepresenta a Dios. Igual que para los cristianos: (Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo). Significa manifestación divina.

Sin embargo, en el Apocalipsis, el tres aparece como una fracción, no como número entero (una tercera parte, un tercio), indicando también que ni es el Uno pleno de Dios, ni el Cuatro pleno de la Creación, y que dos tercios no se ven afectados por lo que la tercera parte sí lo es). 

Cuatro

Significa exactitud, simetríatotalidad cósmica, acción universal de Dios. También lo terrenal, o lo universal, o la creación, porque se aplica a los cuatro puntos cardinales y a los cuatro Vivientes que se encuentran con Dios al inicio de la visión, y que algunos identifican con los cuatro evangelistas. 

"...cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás...
los cuatro animales tenían cada uno seis alas...
...Después de esto vi cuatro ángeles en pie 
en los cuatro ángulos de la tierra, 
que retenían los cuatro vientos de la tierra...
"Suelta sobre el río Éufrates a los cuatro ángeles que están encadenados.
Y fueron soltados los cuatro ángeles que estaban dispuestos 
para la hora, el día, el mes y el año, 
a fin de exterminar a la tercera parte de los hombres."
...y saldrá a seducir a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra"
(Apocalipsis 4,6-8; 7,1; 9,14-15; 20,8)

Los cuatro Vivientes presentan figura de seres creados por Dios que han llegado a Su presencia (con ojos por delante y por detrás). 

Para algunos, el león representa a los apóstoles (misioneros), el toro, a los mártires, el que tiene rostro de hombre, a los doctores de la Iglesia y el de semejanza al águila, a los místicos. 

Sin embargo, con base en el simbolismo de toda la Creación, los cuatro vivientes que están con Dios podrían representar más bien, la Creación, la vida que emana de Dios, el dominio que tiene Dios sobre ella y la relación que ésta tiene con su Creador. 

Cada uno de los cuatro vivientes simboliza la propia calidad fundamental de Dios: el león, la realeza; el toro, la fuerza; el águila, la velocidad y la altura; el de rostro de hombre, la imagen y semejanza del hombre con Dios.

Seis

Denota imperfección, algo incompleto, pues le falta uno para llegar a la cifra perfecta (7). Es el número del hombre pues fue creado en el sexto día. 

La interpretación más antigua sobre este número es conocida con el nombre de “gematría”, arte antiguo con el que, a través del análisis numérico de un texto o una simple palabra, se intenta deducir leyes y correspondencias. A cada letra corresponde un valor numérico establecido; por ejemplo la A tiene como valor 1 y la Z vale 900. 

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Al aplicar la gematría al número de la Bestia 666 se intenta descubrir un nombre cuya suma de letras – judías, griegas o latinas – corresponda a ese número. 

Con esta técnica, a lo largo de la historia, se han intentado “calcular” nombres y se ha intentado identificar a la bestia con personajes históricos como Nerón, Domiciano, Stalin, Hitler, el pontífice de turno, Martín Lutero, etc..

Actualmente la interpretación más aceptada es la que interpreta el número 6 con un nombre defectivo, “una imperfección clamorosa” y, por lo tanto, este simbolismo (666) es una manera de manifestar que la bestia no sólo que es imperfecta sino que es vulnerable.

"El que tenga inteligencia, 
que calcule la cifra de la bestia, 
una cifra de hombre. 
Su cifra es 666." 
(Apocalipsis 13,18)

Por otro lado, también, cada uno de los cuatro Vivientes que están junto al trono de Dios tienen seis alas porque, primero, son terrenales y no, criaturas celestiales, y segundo, porque son vulnerables.

"Los cuatro animales tenían cada uno seis alas"
(Apocalipsis 4,8)

Siete

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El número más presente a lo largo de todo el corpus del libro (y en muchos libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento), el preferido del autor. 

Siete, en hebreo, sheba, simboliza la totalidad, la plenitud. La plenitud y totalidad (7) = el número de Dios (3) + el número de la Creación (4). 



"... de parte de los siete espíritus que están delante de su trono...
...al volverme, vi siete candelabros de oro... 
...en su mano derecha tenía siete estrellas...
... El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas...
...siete lámparas de fuego ardían delante del trono...
...un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos...
...un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, 
los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra...
...Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios;
y se les dieron siete trompetas...
...y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces...
... y por el terremoto murieron en número de siete mil hombres...
...he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, 
y en sus cabezas siete diademas...
...Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: 
Id y derramad sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios...
...una bestia escarlata... que tenía siete cabezas y diez cuernos...
... las siete cabezas son siete montes, 
sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes... 
La bestia... es de entre los siete, y va a la perdición..."
(Apocalipsis 1,4, 12, 16; 3,1; 4,5; 5,1 y 6; 8,2; 10,3; 11,13; 12,3; 16,1; 17,3, 9-11;)

Los septenarios:
-Los 7 espíritus de Dios representan la perfección de la divinidad (dones).
-Los 7 candeleros de oro representan la perfección de la luz y la verdad dadas por Cristo.
-Las 7 estrellas representan  la perfección en el gobierno y la supervisión.
-Las 7 lámparas representan  la perfección en la iluminación del Espíritu (dones).
-Los 7 sellos representan  la perfección de seguridad y autoridad.
-Los 7 cuernos representan  la perfección del poder divino.
-Los 7 ojos representan  la perfección del discernimiento.
-Las 7 trompetas representan la perfección de jurisdicción.
-Los 7 truenos representan  la perfección del juicio.
-Las 7 plagas representan la perfección de la ira divina.
-Las 7 copas representan  la perfección de la destrucción.

Diez

Significa también totalidad o un conjunto completo de algo.

"El diablo va a encarcelar a algunos de vosotros; 
es para poneros a prueba; sufriréis una prueba de diez días...
"un dragón color de fuego, con siete cabezas y diez cuernos;
sobre sus cabezas, siete diademas...
...vi surgir del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas; 
sobre sus cuernos tenía diez diademas...
..."Los diez cuernos que has visto son diez reyes...
...los diez cuernos que has visto y la bestia odiarán a la prostituta"
(Apocalipsis 2,10; 13,3; 13,1; 17,12 y 16)

Doce

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Aparece veinte veces en el Apocalipsis e indica también plenitud, totalidad, estructura completa constituida por Dios.

Para los judíos, representa a las doce tribus de Israel, y por extensión, a la Iglesia de Jerusalén, el pueblo de Dios(Antiguo Testamento).

Para los cristianos,  representa a los doce apóstoles (las doce estrellas en su cabeza) y por extensión, a la Iglesia (la mujer vestida de sol), el nuevo pueblo de Dios (Nuevo Testamento).


"Una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies 
y una corona de doce estrellas en la cabeza...
...tenía un muro grande y alto con doce puertas; 
sobre las puertas, doce ángeles 
y nombres escritos, los de las doce tribus de Israel...
...el muro de la ciudad tenía doce fundamentos, 
y sobre ellos doce nombres, 
los de los doce apóstoles del cordero...
...las doce puertas son doce perlas...
...hay árboles de la vida, que dan doce frutos al año, una vez al mes."
(Apocalipsis 12,1; 21,12, 14 y 21-22; 22,2)


Las 12 estrellas representan a los apóstoles.
Los 12 ángeles representan a la jerarquía del Cielo.
Las 12 tribus representan a Israel como nación.
Los 12 fundamentos representan la fe.
Los 12 apóstoles representan a la Iglesia de Cristo.
Las 12 puertas, representan la libertad para entrar.
Las doce perlas representan la gloria de la ciudad.
Los 12 Frutos representan la bondadosa provisión del Cielo.

Otros números directamente referidos al doce son el veinticuatro (24 = 12 x 2) es dos veces doce y significa la plenitud de autoridad y representación, es decir, la suma de las doce tribus de Israel más los doce apóstoles de Cristo, simboliza la plenitud de la revelación de Dios en la historia y, por lo tanto, el Antiguo y el Nuevo Testamento juntos están significados por el número veinticuatro

"...había veinticuatro tronos, 
sobre los que estaban sentados veinticuatro ancianos, 
los veinticuatro ancianos se arrodillan delante del que está sentado en el trono...
...los veinticuatro ancianos se pusieron de rodillas delante del cordero...
...y los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios...
...Midió la ciudad con la medida: 
doce mil estadios (dos mil doscientos veinte kilómetros): 
su largura, su anchura y su altura son iguales."
(Apocalipsis 4,4 y 10; 5,8; 11,16; 19,4, 21,16)

Los veinticuatro tronos representan el lugar de poder y de juicio.
Los veinticuatro ancianos son los representantes de la luz y la gracia.

y el ciento cuarenta y cuatro (144 = 12 x 12), el número de los salvados, es decir, el pueblo de Dios en su totalidad (doce por doce) guiado en el tiempo (1000), por la plenitud de la acción salvífica de Cristo:
"Y oí el número de los sellados de todas las tribus de Israel: 
ciento cuarenta y cuatro mil: 
de la tribu de Judá, doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; 
de la tribu de Gad, doce mil; de la tribu de Aser, doce mil;
de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; 
de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; 
de la tribu de Isacar, doce mil; de la tribu de Zabulón, doce mil; 
de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil."
(Apocalipsis 7,4-8)

Mil

Indica la totalidad divina y la plenitud de la acción de Dios. Este número, además, no representa un período de exactamente mil años, sino la idea general de un gran número, de mucho tiempo

"Sujetó al dragón, la antigua serpiente, 
o sea, el Diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; 
lo arrojó al abismo, echó la llave y puso un sello encima, 
para que no extravíe a las naciones antes que se cumplan los mil años. 
Después tiene que ser desatado por un poco de tiempo. 
Vi unos tronos y se sentaron sobre ellos, y se les dio el poder de juzgar; 
vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la palabra de Dios, 
los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen 
y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. 
Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. 
Los demás muertos no volvieron a la vida hasta pasados los mil años. 
Esta es la primera resurrección. 
Bienaventurado y santo quien tiene parte en la primera resurrección; 
sobre ellos no tiene poder la muerte segunda, 
sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años. 
Y cuando se cumplan los mil años, Satanás será soltado de la prisión.
(Apocalipsis 20,2-7).

viernes, 20 de marzo de 2020

APOCALIPSIS 1: LAS REVELACIONES DE SAN JUAN

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"Revelación de Jesucristo, 
que Dios le ha dado para mostrar a sus servidores 
lo que va a suceder en seguida" 
(Apocalipsis 1, 1)

Desde que comenzó este confinamiento obligado por la pandemia que sufrimos, he aprovechado parte del tiempo para leer y escribir. Y me decidí a sumergirme en el libro profético y simbólico de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan, que raras veces leemos, que tan poco conocemos, y que tanto tiene que decirnos. 

Quizás es un libro que, habitualmente, ponemos en "cuarentena", por considerarlo uno de los libros más difíciles, controvertidos y enigmáticos de la Biblia, dada la gran variedad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, sucesos y símbolos que narra. 

Pondremos un ejemplo para introducirnos en él. Imaginemos que San Juan viniera a nuestros días y se propusiera conducir un coche. Ante un semáforo en rojo, intentaría entender qué es. Podría hacer conjeturas sobre el semáforo, su posición, su forma, etc., pero si no conoce el simbolismo del color rojo, amarillo y verde, no podrá interpretar su significado. Por el contrario, podría sufrir un accidente, una catástrofe. Esto es lo que nos ocurre a la mayoría de nosotros con el Apocalipsis. 

Por eso, tenemos que aprender a leer el libro interpretando los símbolos, no de una manera literal. San Juan nos escribe a través de símbolos para llegar al corazón de cada uno de nosotros.   Por ello, es preciso leerlo con el corazón y no con la mente. Meditarlo y guardarlo en él, como hacía la Virgen María.

Significado

Apocalipsis significa RevelaciónDesvelamiento de aquello que está escondido. Podríamos decir que este último libro de la Escritura es el "Evangelio de los Evangelios"

La diferencia entre este libro y los Evangelios es que, en éstos se muestra a Cristo hasta su muerte y resurrección, es decir, el cielo es contemplado desde la tierra, y en el Apocalipsis, es Cristo resucitado quien nos mira y nos habla, es decir, la tierra es contemplada desde el cielo. 

El gran mensaje del Apocalipsis, que vincula Antiguo y Nuevo Testamento, es que, Cristo resucitado es el centro de la historia

Jesucristo resucitado nos invita a aprender a leer nuestra vida a través de la luz del Apocalipsis y así, llevarnos al cambio, a la conversión interior. El Señor nos llama a acercarnos a él, a comprender todo lo que puede comprenderse, pero siempre desde el corazón, donde se edifica el Reino de los Cielos.
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Es, por tanto, un libro no solamente coherente, sino muy significante y de absoluta validez para todas las épocas y, especialmente para nosotros hoy día

Escrito por San
 Juan a finales del siglo I (entre el 76 y 90 d.C.) en el contexto de las dificultades que afrontan las siete Iglesias cristianas de Asia, el vidente se dirige a ellas. Conociendo que el siete, en la Biblia, es un símbolo de plenitud, el Apocalipsis se dirige a la plenitud de la Iglesia, a la Iglesia de todas las épocas.

El Apocalipsis es, ante todo, un diálogo de Jesucristo resucitado, que nos tiende la mano, a todos los miembros de su Iglesia de todos los tiempos, de forma comunitaria, pero también de forma individual. Jesucristodesde el cielo, nos está hablando a cada uno de nosotros.

San Juan, "arrebatado en espíritu", escribe este libro para combatir la verdadera muerte del cristiano, la muerte espiritual, que el mal suscita, de forma sutil y gradual, en su corazón

Cristo, a través de su discípulo amado,  a través de sus cartas a la Iglesia, nos muestra todos los acontecimientos a los que su cuerpo místico se va a enfrentar en la lucha espiritual que se mantiene entre la serpiente y la Mujer, entre su linaje y su descendencia.

Estructura

Desde un punto de vista cristocéntrico, la estructura del libro podría dividirse en:

-Prólogo. Capítulo 1Presentación y saludo.

-Jesucristo resucitado es presentado. Capítulo 1. Descripción de Jesucristo resucitado.

-Jesucristo habla a la Iglesia. Capítulos 2 y 3. Las siete cartas o instrucciones de Jesús a la Iglesia.

-Jesucristo abre el libro. Capítulos 4 y 5Apertura de los siete sellos.

-Jesucristo desarrolla el Plan de Dios. Capítulos 6-22. Desarrollo del Plan de Dios.

Una guía espiritual

El Apocalipsis es una guía espiritual que nos enseña las estrategias para combatir el mal, resistiendo a su influencia. Se trata, no de una lucha activa por las armas (como pensaban los discípulos), sino de una resistencia interior: la perseverancia. El Apocalipsis es el manual de la perseverancia cristiana. 

Todos lo
s escritos apocalípticos cristianos, desde Isaías hasta Juan, describen una misma situación: el mundo como escenario de la lucha entre las fuerzas del bien y del mal, entre la Iglesia, encabezada por Cristo resucitado y presente, y la descendencia de la serpiente, encabezada por Satanás

Y que nos dirigen hacia una lucha espiritual orante y perseverante del pueblo de Dios contra una fuerza mundana y anti-divina, es decir, el Anticristo.

Un manual hacia la felicidad

Apocalipsis no significa tanto “catástrofes”, “plagas”, "bestias" y “suplicios”. A lo que se refiere San Juan es, sobre todo, a la catástrofe espiritual interior, la que sucede en nuestro corazón

Cristo nos llama a una verdadera llamada a la conversión para desechar la esclavitud del Imperio del mal (del mundo, de la Bestia, del Dragón...), descartar la confianza en nuestras propias fuerzas y engendrar la fe en Jesucristo en nuestro corazón, y provocar el nacimiento del reino de los cielos en él.

San Juan nos revela que algo importante está a punto de suceder. Y va a suceder en nosotros: un gran cambio. El gran cambio (catástrofe) que nos propone San Juan es acoger e instaurar en nuestro corazón el reino de los Cielos, la Nueva Jerusalén.

El Apocalipsis es el manual pa
ra encontrar la felicidad, a través de la santidadEs el camino que nos conduce a la santidad, a entrar en la ciudad celeste, la Nueva Jerusalén, el Reino de los Cielos, conocer al nuevo Rey y dejarnos desposar por Él. 

El libro contiene 7 Bienaventuranzas, es decir, pautas para ser feliz. Comienza con una, al principio (Apocalipsis 1,3) y otra al final (Ap. 22,7):

1ª: Bienaventurado (dichoso/feliz/santo) el que lee y escucha (quien interioriza lo que Cristo dice) las palabras de esta profecía y observa su contenido, porque el tiempo está cerca (porque si lo hacemos, el reino de los cielos se instaura inmediatamente en nuestros corazones.

Por eso va a acontecer pronto, por eso el tiempo está cerca. En el momento en que “leamos y escuchemos con el corazón”, en el momento en el que le “abramos la puerta a Cristo”.

2ª: Bienaventurado (dichoso/feliz/santo) el que guarda la palabra de la profecía de este libro.

Un modelo perfecto de perseverancia

San Juan no utiliza casualmente la frase “Leer, escuchar y guardar”Lo hace refriendo a la "Mujer vestida de sol", a la Virgen María, como nuestro modelo perfecto de perseverancia.

Nuestra Señora escuchaba, meditaba y guardaba la Escritura en su corazón. Conociendo perfectamente el Antiguo Testamento, confrontó éste con su vida, y de ahí encarnó en su seno la Palabra, es decir, al mismo Jesucristo. 

La Virgen encarnó espiritualmente a Jesucristo antes de hacerlo físicamente.

A eso estamos llamados nosotros, a confrontar estas palabras del Apocalipsis con nuestra vida y así, encarnar a Jesucristo en nuestro seno, a instaurar al reino de los cielos en nuestro corazón. Este es el cambio que Jesucristo, haciéndonos entender mejor la simbología por medio de su Madre, nos propone.

El Apocalipsis debemos leerlo y escucharlo, invocando al Espíritu Santo para hacerlo con el espíritu con que fue escrito, agarrarnos a las manos de la Virgen Santísima, que nos invita a seguir su modelo perfecto, y así, nos iluminará el camino para guardarlo en nuestro corazón.

Sólo así, se podrá cumplir la promesa hecha por La Virgen María en Fátima: "Al fin, mi Inmaculado corazón triunfará".

Una visión mística y litúrgica

El Apocalipsis cita o parafrasea frecuentemente al Antiguo Testamento y utiliza muchos símbolos de su lectura. Pero, fundamentalmente, nos habla de la liturgia.

En algunos puntos, pareciera como si la intención del autor fuera que se leyera el libro en comunidad, con un lector que haga las veces de Cristo, otros haciendo las veces de otros personajes, y el resto de la comunidad respondiendo en las partes que les correspondan (alabanzas, doxologías, oraciones, peticiones, etc. Por ejemplo: Ap. 1,1-8Ap. 4-5Ap. 11,15-19Ap. 22,14-21, etc.

De hecho, tomand
o como contexto el "Día del Señor", en que el autor dice haber recibido la visión (Ap. 1,9-10), puede verse una imagen de una liturgia cristiana primitiva en todo el libro. La parte penitencial (la que pide y mueve a conversión) serían las cartas a las Iglesias (Ap. 2-3), mientras que el resto del libro hablaría a la comunidad sobre la necesidad de hacerse actora en la historia, llena, sí, de malos momentos, pero siempre acompañada del Cordero.

Práctic
amente todos los elementos de la celebración del sacramento de la Eucaristía en la Iglesia Católica son tomados de una u otra forma de figuras del Apocalipsis, convirtiendo así al libro en una especie de guía figurada de la liturgia cristiana primitiva.

La liturgia se ve reflejada en muchos símbolos a lo largo
 de los pasajes del libro. Por ejemplo, las oraciones. Al inicio éstas se presentan ante el trono de Dios en copas (Ap. 5,7-8), tal vez inmerecidas, pero purificándolas un ángel con incienso, adquieren su valor y su fuerza verdaderos (Ap. 8,3-5). Y precisamente estas mismas copas son las que posteriormente llevan ahora la furia de Dios (septenario de las copas), una respuesta a las oraciones de los cristianos (los consagrados y los santos que elevaron en un principio sus oraciones).

S
cott Hahnn, escritor, teólogo, biblista y apologista católico converso estadounidense, en su libro "La Cena del Cordero" (Editorial Patmos, 2001), explica la celebración de la Eucaristía a la luz del Apocalipsis, y ofrece claves litúrgicas que iluminan el sentido de este último libro del Nuevo Testamento: Culto dominical (1,10), Sumo sacerdote (1,13), Altar (8, 3-4; 11,1; 14,18), Sacerdotes (4,4; 11,16; 14,3; 19,4), Ornamentos (1,13; 4,4; 6,11; 7,9; 15,6; 19,13-14), Célibes consagrados (14,4), Candeleros (1,12; 2,5), Penitencia (2,3), Incienso (5,8; 8,3-5), Libro (5,11), Hostia (2,17), Cáliz (16,15; 21,9), Señal de la Cruz (7,3; 14,1; 22,4), Gloria (15, 3-4), Aleluya (19,1; 3; 4,6), Levantemos el corazón (11,12), Santo, Santo, Santo (4,8), Amén (19,4; 22,21), Cordero de Dios (5,6), Virgen María (12,1-6 y 13-17), Intercesión de ángeles y santos (5,8; 6,9-10; 8,3-4), Arcángel Miguel (12,7), Antífonas (4,8-11; 5,9-14; 7,10-12; 18,1-8), Lecturas de la Escritura (2; 3; 5; 8, 2-11), Sacerdocio de los fieles (1,6; 20,6), Catolicidad (7,9), Silencio meditativo (8,1), Cena nupcial del Cordero (19,9-17).

También, en otro l
ibro suyo "La cuarta copa" (Editorial Patmos, 2018) Hahnn nos desvela el misterio de la última cena y la cruz. Nos muestra la importancia crucial de la Pascua en el plan de salvación diseñado por Dios, donde la cuarta copa de vino, al final de la celebración, proporciona una clave fundamental para entender el misterio.

Continuaremos estos días indagando el Apocalipsis.

Bibliografía:

-"Para leer el Apocalipsis" (Jean-Pierre Prévost, Editorial Verbo Divino, 1991).
- "La Cena del Cordero" (Scott Hahnn, Editorial Patmos, 2001).
- "Las siete cartas del Apocalipsis" (Bea Ozores, entrevista en "Marcando el Norte").

jueves, 19 de marzo de 2020

UN VIRUS CONTAGIOSO Y LETAL QUE SE EXPANDE

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"No hay condenación alguna para los que están unidos a Cristo Jesús. 
Porque la ley del espíritu, que da la vida en Cristo Jesús, 
me ha librado de la ley del pecado y de la muerte...
padecemos con él, para ser también glorificados con él...
Sabemos que toda la creación gime 
y está en dolores de parto hasta el momento presente... 
también nosotros, gemimos dentro de nosotros mismos, 
esperando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo. 
El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza 
e intercede por nosotros con gemidos inenarrables...
Y sabemos que Dios ordena todas las cosas 
para bien de los que le aman." 
(Romanos 8,1-28)

No, no voy a hablar del corona-virus. Toda España y todo el mundo, ya habla de él. Voy a hablar de otro virus, más sutil e imperceptible, una epidemia muy contagiosa, una pandemia mucho más letal: el pecado.

Resultado de imagen de el coronavirusQuizás esta cuarentena cuaresmal tan excepcional, en la que estamos rezando, ayunando y haciendo penitencia "de verdad", sea consecuencia de nuestro pecado. Pero, como dice el apóstol San Pablo en su carta a los Romanos,"los cristianos tenemos nuestra esperanza y confianza en nuestro Salvador y sabemos que todo acontece para bien de los que le amamos."

El pecado es toda acción u omisión voluntaria contra la Voluntad de Dios, una ofensa contra Dios. El Señor no es insensible a nuestro rechazo, a nuestro desprecio, porque nos ama con locura y quiere nuestro bien. 

El pecado, en principio, no es algo que deseemos. Más bien, es algo de lo que nos contagiamos. Nos infecta, a veces, sin saberlo, y poco a poco, va fraguando y creciendo dentro de nosotros mismos, hasta que sale al exterior y se hace evidente. 

Por eso, para no contagiarnos de este virus, debemos saber reconocer sus síntomas.

Síntomas


El pecado presenta una sintomatología muy sencilla de detectar porque evidencia unos patrones fácilmente identificables para un cristiano: dolor de garganta (soberbia), fiebre (orgullo),  dificultad respiratoria (envidia), dolor muscular (pereza), sensación de falta de aire (avaricia ) y tos (egoísmo).

Los síntomas de este virus tan contagioso y letal llevan al hombre a enfrentarse con situaciones amargas, decepcionantes y desoladoras. Incluso con la muerte.

En la crisis en la que hoy se encuentra el mundo, con la pandemia del Covid-19, y en concreto, España, estos síntomas ya han empezado a aparecer. 

Cada día, escuchamos medidas, que siempre se quedan cortas y vemos situaciones sanitarias terribles, que nos enfrentan ante la muerte y la desesperación. Y estoy convencido de que, más pronto que tarde, veremos desgracias económicas, sociales y morales.

Cada día surgen, en la mente del hombre, algunas buenas intenciones para afrontar "humanamente" esta crisis, como tomar medidas preventivas, salir a las ventanas a aplaudir, guardar minutos de silencio, seguir las recomendaciones o confinarse con responsabilidad, pero, desgraciadamente... "los que viven según la carne piensan en las cosas carnales y...no pueden agradar a Dios"(Romanos 8, 5 y 8). Su corazón está oscurecido porque le han dado la espalda a Dios.

Por su egoísmo, el hombre piensa solamente en sí mismo. A muchos, no les importa las necesidades o preocupaciones de los demás.

Por su orgullo, se cree capaz de dominar cualquier situación. A muchos, no les importa hacer daño, si con ello, se muestran poderosos y se creen dueños de sus vidas.

Resultado de imagen de pecadosPor su soberbia, se siente superior y con más derechos que los demás. A muchos, no les importa reivindicar sus derechos en detrimento de los de los demás.

Por su avaricia, se ve impelido a dañar a otros. A muchos, no les importa llevar a una situación dramática a otras personas, si con ello, consiguen alcanzar su dios, el dinero.

Por su envidia, se muestra desconfiado hacia los demás. A muchos, no les importa negar la ayuda a otros, si con ello, alcanzan seguridad y tranquilidad en su zona de confort.

Por su pereza, se niega a ayudar a los demás. A muchos, no les importa lo que les ocurra a los demás, mientras no sea a ellos.

El miedo le atenaza. Miedo a perder lo que cree merecer, miedo a que merme su confort, miedo a que su propia comodidad se vea menoscabada...el ser humano no está hecho para el sufrimiento. No lo soporta, teme... y huye.

El miedo le hace evadirse. Ese miedo a darse a los demás, a procurar el bien del prójimo, a exponer debilidad, a mostrar vulnerabilidad, a manifestar fragilidad... pero...¡si es lo que somos! débiles, vulnerables y frágiles...

Medidas de protección

Las principales medidas de protección para evitar el contagio de este virus letal son:

Resultado de imagen de el coronavirus- Evitar sitios concurridos, donde no exista gracia y haya un riesgo evidente de infección.
- Permanecer a más de mil metros del portador del mal (el Diablo).
- Lavarse las manos a menudo y constantemente, con la oración y los sacramentos.
- Utilizar mascarilla contra la mentira.
- Usar un traje protector contra el mal. 
- Medir la temperatura, de nuestra fe.
- Apostar por el tele-trabajo, es decir, por la vida interior.

Tratamiento

Si hemos sido "infectados", el virus del pecado tiene un sólo tratamiento posible, una sola vacuna: el amor. 
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Un amor que nace al saberse amado por Dios, y que nos conduce a amarle por encima de todo.
Un amor que se sella con la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo, y que nos atrae a seguirlo. 

Un amor que se derrama al procurar el bien de los demás, a dar la vida por otros, y que nos lleva a amarle como a nosotros mismos.

Y no hay amor más grande. Ni mejor tratamiento.


"Dice la Escritura: 
Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, 
somos como ovejas destinadas al matadero. 
Pero en todas estas cosas salimos triunfadores 
por medio de aquel que nos amó. 
Porque estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, 
ni los ángeles, ni los principados, 
ni las cosas presentes ni las futuras, ni las potestades, 
ni la altura ni la profundidad, 
ni otra criatura alguna podrá separarnos 
del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor."
 (Romanos 8, 36-39)

jueves, 12 de marzo de 2020

"NO TEMAS, PORQUE YO ESTOY CONTIGO"

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"No temas, porque yo estoy contigo"
(Isaías 41,10)

Una de las frases que más se repite en la Palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos es: “No temas”. Aparece 366 veces. Una por cada día (incluidos los años bisiestos). 

Dios no quiere que sus hijos tengamos miedo a nada, ni al presente ni al futuro. Nos mira con compasión, sabiendo que somos débiles y vulnerables. Él está siempre con nosotros y nos pr
otege de todos los males, incluso de las epidemias. Pero no voy a hablar del corona virus. Eso se lo dejo a otros.

Quiero centrarme en hablar sobre la confianza. ¿De qué tenemos miedo? ¿De quién desconfiamos? ¿Qué nos atemoriza? ¿Perder nuestra salud, nuestra vida, nuestro bienestar, nuestro dinero, nuestro confort, nuestros seres queridos?

Los Evangelios de Marcos y Mateo asocian el miedo a la falta de fe, a la desconfianza y hasta, a la cobardía. No en vano, Jesús recrimina a los discípulos su miedo porque son hombres de poca fe (Mateo 8,26; 14, 31; 17, 20; Marcos 4, 40; ). Les ll
ama cobardes, porque tienen poca fe. Y a quién le pide auxilio le dice: "No temas, basta que tengas fe." 

El problema somos nosotros, que somos hombres de poca fe. Desconfiamos y recelamos de todo y de todos, hasta de nuestro Dios. Seguramente, porque pensamos que todo depende de nosotros, de lo que hagamos o digamos. Seguramente, porque mientras los problemas no nos afecten personalmente, no hay que preocuparse
."El que encuentre su vida la perderá, y el que la pierda por mí la encontrará" (Mateo 10, 39).

Somos hijos rebeldes por el pecado, que trata de convencernos de que Quien nos ha dado la vida, nada tiene que decirnos o hacer. Hacemos oídos sordos a su i
nvitaciones de amor y sin escucharle, buscamos nuestro propio camino hacia una independencia que nos lleva a una vida alejada de la Gracia. Y cuando nos alejamos de Dios, vienen los problemas y el pánico.

La lectura de hoy del profeta Jeremías es dura: "Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza" (Jeremías 17,5-6).

Nuestra sociedad occidental, y nosotros con ella, camina como el Israel de Moisés: por el desierto, sin esperanza, sin confianza y con temor. Al igual que Moisés sacó a los israelitas de la esclavitud de Egipto, Jesucristo, con su muerte y resurrección, nos liberó de la esclavitud del pecado, nos sacó de nuestro Egipto.

Pero con el paso de los años, nos hemos olvidado. Por nuestro egoísmo, nos hemos vuelto desconfiados y hemos apartado nuestro corazón de Dios. Hemos relegado a Quien tiene el poder sobre todo, y hemos pretendido ponernos en su lugar y "ser como Dios". 

Sin embargo, como decía San Agustín, "somos mendigos de la Gracia". El hombre, sin Dios, camina sin rumbo por la vida "maldito", perdido y vulnerable, como un vagabundo, buscando en la basura del mundo o mendigando ayuda de los hombres.

Mendiguemos la Gracia para que nos ampare en la necesidad. Recemos a Nuestra señora para que nos ampare en la dificultad. Roguemos al Señor para que nos asista y nos escuche en la incertidumbre. "Pidamos y se nos dará. Busquemos y hallaremos. Llamemos y se nos abrirá " (Mateo 7, 7).

Hoy más que nunca, a los cristianos se nos brinda una gran oportunidad para mostrar al mundo el valor de la esperanza y la fe de nuestro Señor. Es en tiempos de epidemias, cuando el cristianismo sobresale por su confianza en Dios, por su coherencia en el actuar, por su prudencia en el hablar.

Durante las grandes pestes y epidemias de siglos pasados, los cristianos siempre mostraron un amor y una lealtad a Dios sin límites, sin escatimar ningún recurso material o humano y pensando sólo en los demás. Sin temer el peligro, se abandonaron en manos de Dios y se hicieron cargo de los enfermos, atendiendo todas sus necesidades y sirviéndolos en Cristo. 

Muchos santos murieron infectados, pero partieron de esta vida serenamente felices, plenamente confiados en que su Señor les recompensará por su amor martirial, a semejanza de Jesucristo, que murió en la Cruz por nosotros: "No hay amor más grande que entregar la vida por otros".

Nuestra fe no es superstición, sino confianza plena. Nuestra oración no es magia, sino relación con nuestro Padre Todopoderoso. La Cruz no es un amuleto, sino la victoria al sufrimiento y la muerte. Dios no es el genio de la lámpara que cumple nuestros deseos, sino quien nos escucha y nos da paz. Y la Resurrección, nuestra recompensa.

El miedo consume la fe, destruye la esperanza y apaga el amor. El miedo socava la confianza y nos aleja de Dios, como le pasó a Judas, a quien el Mal le llenó el corazón de desconfianza y miedo. Soltó la mano del Señor y se agarró a la del Diablo. Dejó la luz y se perdió en las tinieblas.

Siempre vienen a mi pensamiento las palabras de San Pablo: "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?" (Romanos 8, 31). 

¿Prudencia?, por supuesto. ¿Oración?, continuamente. ¿Esperanza?, completa. ¿Amor?, todo. ¿Miedo?...sólo a contagiarnos del pecado. 

"No temas, porque yo estoy contigo"