¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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viernes, 9 de julio de 2021

¡ESTÁN SONANDO LAS TROMPETAS!

"Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. 
Convertíos y creed en el Evangelio"
(Marcos 1,15)

Quienes me conocen bien, saben de mi gran pasión por la lectura espiritual en general, por la de la Palabra de Dios en especial, y por la del Apocalipisis de San Juan en particular . Quizás por ello, suelen llamarme "apocalítico".

Sin embargo, como escribíamos en otro artículo (El cristiano apocalíptico), ser "apocalíptico" no significa ser ni trágico ni catastrofista. Tampoco implica ser dramático ni mucho menos pesimista. En realidad, todos los cristianos somos (o deberíamos ser) apocalípticos.

A propósito de ello, el pasado mes de noviembre escribíamos un artículo (La caída del Imperio) en el que reflexionábamos sobre las similitudes de los signos y señales existentes entre la caída del Imperio romano y la caída de la gran Babilonia mencionada en los capítulos 17 al 19 de Apocalipsis.

Sin duda, para el apóstol San Juan, Roma representaba a la gran Babilonia y prefiguraba al "Imperio de la iniquidad" del fin de los tiempos. La mayoría de los profetas mayores del Antiguo Testamento (Jeremías, Isaías, Ezequiel y Daniel), junto con San Juan, profeta del Nuevo Testamento, nos exhortan a discernir los signos de los tiempos"Bienaventurado el que lea y escuche esta profecía" y "el que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu le dice".

Los cristianos no deberíamos estar sordos ni ciegos ante las evidencias y los signos que se producen en nuestro mundo actual (crisis moral, política, social, ecológica, económica, financiera y, ahora, también sanitaria) y que nos conducen inexorablemente a la deducción y comprensión de que nos hallamos en el fin de los tiempos, de los que habla San Juan en el Apocalipsis. 

Por ello, es imperativo escuchar lo que el Espíritu Santo habla a la Iglesia a través de su Palabra y, también a través de  la Virgen María, en sus múltiples apariciones (La Salette, Lourdes, Fátima, Medugorje...): ¡Convertíos, orad y creed en el Evangelio! 

¡Están sonando las trompetas... el tiempo de Dios, ha llegado...El sonido de las trompetas del libro de Apocalipsis manifiestan el "Kairós" del evangelio de san Marcos 1,15, es decir, la inminente intervención de Dios, que clama ante la devastación provocada por el Mal en la creación...

¡Están sonando las trompetas!...y lo están haciendo hoy, aquí y ahora. Sólo hay que ver, oír y discernir los signos de nuestro tiempo: el enfriamiento de la fe, odio y persecución de los cristianos (1ª trompeta/2º jinete rojo/1ª y 3ª copa), la perversión y corrupción social, política, religiosa, económica y ecológica (2ª y 3ª trompetas/4º jinete amarillo pálido/2ª copa), la oscuridad ante la falta de esperanza por causa de la mentira (4ª trompeta/3º jinete negro/4ª copa), la inmoralidad sexual y el pecado contra el Espíritu (5ª trompeta/1º"ay"/5ª copa), los falsos profetas, la apostasía y la idolatría con las ideologías totalitarias del mundo (6ª trompeta/2º"ay"/6ª copa) y la nueva evangelización ante el enfriamiento del amor del mundo (antes de la 7ª trompeta/7ª copa).

En Apocalipsis 10,6, el ángel del Señor (el Espíritu Santo), jura "por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo y cuanto contiene, la tierra y cuanto contiene, el mar y cuanto contiene: ¡se ha terminado el tiempo!"
 
Es la última y definitiva llamada de Dios a la purificación y a la conversión del mundo. Tras su sonido, el Señor desvelará todo su plan secreto de salvación. Con el Juicio final, dirá "¡Basta! "... "Todo está cumplido" (Juan 19,30).

Pero no se trata de que los cristianos alberguemos temor por los acontecimientos que suceden ni por los que han de suceder. Tampoco significa que debamos combatir físicamente a los seguidores del Enemigo.

Lo que Dios nos quiere decir con el sonido de las trompetas y con el derramamiento de las copas, es que nuestra liberación está cerca. El Apocalipsis no es un libro de tragedia sino de esperanza y de perseverancia.

Por eso, los cristianos tenemos que combatir el combate espiritual con las armas espirituales, la perseverancia en la fe y la constancia en la oración, para alcanzar nuestra liberación y conseguir la corona de la vida. El mismo combate que combatió San Pablo y el resto de los apóstoles. La misma corona que ostentan sus santas cabezas.



JHR

miércoles, 25 de noviembre de 2020

LA CAÍDA DEL IMPERIO: ROMA Y BABILONIA LA GRANDE

"Cayó, cayó la gran Babilonia. 
Y se ha convertido en morada de demonios, 
en guarida de todo espíritu inmundo, 
en guarida de todo pájaro inmundo y abominable; 
porque del vino del furor de su prostitución 
han bebido todas las naciones, 
los reyes de la tierra fornicaron con ella, 
y los mercaderes de la tierra se enriquecieron 
con el poder de su opulencia" 
(Apocalipsis 18, 2-3)

La exégesis del Apocalipsis nos ayuda a revelar y desenmascar al Enemigo de Dios, al "Imperio", al poder perverso del mal, representado por san Juan con los símbolos de las bestias y la mujer sentada sobre la bestia escarlata (Apocalipsis 17), llamada “Babilonia la Grande”, y también, los motivos de su irremediable caída

Babilonia la Grande, nombre que aparece 6 veces en el Apocalipsis, es la "Roma Imperial" y el "Imperio de iniquidad"; es la "Bestia" y el "Falso Profeta"; es la "Jerusalén infiel" y la "Babilonia apóstata"; es el "Nuevo Orden Mundial" y la "trinidad satánica".

Este artículo pretende reflexionar sobre los evidentes paralelismos entre las causas que motivaron la caída del Imperio Romano y las causas de la inminente caída de Babilonia la grande (Apocalipsis 17-19), profetizada también en los libros de Jeremías, Isaías, Ezequiel y Daniel, y enumeradas como señales del fin de los tiempos en Mateo 24.

San Juan, en su revelación apocalíptica, nos exhorta: "Bienaventurado el que lea y escuche esta profecía" y "el que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu le dice". Por eso, leyendo esta revelación y escuchando al Espíritu Santo, iremos descubriendo claramente estos signos en nuestra sociedad del siglo XXI.

Las 7 trompetas

El sonido de las cuatro primeras trompetas de Apocalipsis 8 manifiestan la devastación provocada por la manipulación imperialista sobre la creación : 
La 1ª trompeta manifiesta el enfriamiento de la fe (granizo) y la persecución a los cristianos (fuego), simbolizado por el 2º jinete rojo (sangre, guerra y odio), que rememora los tiempos de las persecuciones de los césares romanos, Nerón y Domiciano. 

La 2ª y 3ª trompetas muestran la devastación absoluta por la corrupción del mundo a todos los niveles: social, político, religioso, económico y ecológico, simbolizada por el 4º jinete amarillo pálido (corrupción y muerte), que rememora la séptima plaga de Egipto, por el que un tercio de la tierra, del mar y del cielo han sido asolados, lo que, sin embargo, indica que todavía hay espacio para la regeneración. 

La 4ª trompeta anuncia la oscuridad del Imperio, síntoma de su decadencia y preludio de su inminente caída, simbolizada por el 3º jinete negro (la mentira, la herejía y el error), que rememora la decadencia de Roma. El dios sol, símbolo imperial de Roma ("Roma es la luz"), se oscurece junto con la luna y las estrellas, símbolos de sus reinos aliados: es una burda y demoníaca parodia del oscurecimiento del verdadero sol (Dios), la verdadera luna (la Virgen, la Iglesia) y de las verdaderas estrellas (los ángeles, los hombres) causada por el Dragón (Satanás).

La 5ª trompeta relata el 1º"ay" visto por el águila (Iglesia): la invasión espiritual de toda suerte de inmoralidad sexual, a través de múltiples tentaciones seductoras (langostas). Las langostas salen del "pozo del abismo" (infierno) por la irrupción de una "estrella caída del cielo a la tierra", en clara alusión a Satanás, a quien Dios le ha dado "la llave del abismo", el poder de descargar todas las fuerzas diabólicas sobre el hombre y la tierra. Un abismo del que sube humo que oscurece el sol y el aire, es decir, la mentira y la tentación (inicio de todo pecado), envueltas en una especie de halo de fascinación y atracción, y que evita discernir el bien y el mal (apreciar la luz del sol, de Dios) y surge la duda (de que exista Dios). 

La 6ª trompeta narra el 2º"ayaugurado por el águila (Iglesia): la invasión ingente de idolatría proveniente de culturas, ideologías y espiritualidades "extranjeras". "Inmigrantes" que vienen de fuera y no pertenecen al Imperio: son los "bárbaros". "Desheredados" del Imperio llenos de ira, envidia y deseos de venganza destructiva.  Es un ejército de caballería (ágil y rápido) cuyo poder está en su número (son muchos), en sus colas como serpientes con cabezas (ideologías y espiritualidades) y en sus bocas (odio y rencor) y trae tres plagas a las que nadie sobrevivirá: fuego (violencia y crueldad), humo (engaños y mentiras) y azufre (prodigios y hechicerías). Recuerdan la destrucción de Sodoma y Gomorra que, como la del Imperio, tiene fijada una fecha concreta y una hora exacta, es decir, es inevitable.

Por otro lado, y antes de la 7ª trompeta (de la que no hablaremos en este post), la visión del ángel que tiene en su mano un librito (la Palabra de Dios) y que ruge como un león (la voz de Dios) es una llamada a la Nueva Evangelización, a anunciar y proclamar el kerygma a los marginados, a los deshechados, a los explotados por el Imperio. 

El ángel jura que ¡se ha terminado el tiempo! Se trata de la última y definitiva oportunidad que la Gracia utiliza como instrumento combatir la idolatría global del Imperio y para la conversión de los "nuevos bárbaros", de los "extranjeros desheredados del Imperio"Es imprescindible que luchar contra la mentalidad y la lógica imperial, no con sus mismas armas (las del Dragón) sino con la fuerza del Evangelio.

Las crisis políticas, económicas, sociales y morales periódicas, y los cambios sanitarios, ecológicos y climáticos cíclicos, tanto del siglo pasado como del actual, son las consecuencias, sin parangón en la historia, de la injusticia, perversidad, inmoralidad y corrupción en la que está sumido el sistema imperial y que arrastra a todos, como cola de Dragón.

El poder perverso del Imperio del mal ha llevado al mundo actual a un colapso económico en el que el materialismo, con una falsa promesa de bienestar, convierte al hombre en consumidor y mercancía; a una corrupta y decandente anarquía política en la que el hombre-dios camina en tinieblas y en una oscuridad globalizadora. Por su propio orgullo, Babilonia se dirige hacia la destrucción de todo lo creado y hacia su colapso inminente. Exactamente lo mismo que ocurrió en la decadencia y caída del Imperio Romano:
 
Decadencia moral, política y social

Según el británico Edward Gibbon (1737–1794, en su obra"Historia de la decadencia y caída del Imperio romano"), la Roma imperial cayó debido a factores exógenos, principalmente a las invasiones bárbaras, aunque, incialmente, entró en decadencia debido, fundamentalmente, a factores endógenos:
 
-el abandono progresivo de sus cultos paganos en favor de la fe cristiana
-la supresión de sus libertades en favor de la tiranía de los césares
-la degeneración del ejército romano en favor de su ingerencia en el poder
-la pérdida de las virtudes cívicas en favor de la corrupción materialista, sexual y moral
-el desinterés por los asuntos públicos en favor de la autocomplacencia de los asuntos privados

Dice el propio Gibbon que "los romanos se habían ido volviendo progresivamente 'afeminados', poco deseosos de continuar llevando la vida tan dura y 'viril' de sus antepasados"

Economía estancada, altos impuestos, desempleo e inflación

El Imperio romano se encontraba constantemente amenazado por la bancarrota, en parte debido al alto costo que demandaba su mantenimiento, y en parte también, a su economía estancada, los elevados impuestos y una inflación desorbitada.

La mayoría de los habitantes de Roma apenas pudieron disfrutar de la increíble prosperidad del Imperio y de la Pax romana. Por ejemplo, la cantidad de oro enviada a Oriente en pago por bienes de lujo, llevó a una escasez que impidió la producción de monedas. Como resultado, la moneda romana se devaluó tanto, que hubo que implantar el sistema de trueque.

La mano de obra esclava y barata fue otra de las grandes causas que provocaron la caída del Imperio Romano. Los plebeyos de Roma, al no poder competir contra los esclavos, quedaron desempleados y pasaron a depender de las dádivas del Estado. 

Además se puso en práctica una política de comercio sin restricciones (una especie de globalización) que empeoró aún más la situación de los plebeyos, pues se vieron imposibilitados de competir con el comercio extranjero.

Alta inmigración

Las migraciones desde las zonas rurales a la gran urbe imperial fueron continuas, y así, Roma llegó a tener un millón de habitantes (ninguna ciudad del mundo igualaría esa cifra hasta el Londres del siglo XIX). Estas migraciones consiguieron que la cultura imperial asumiera como propias otras culturas y religiones ajenas... 

Al igual que Roma abjuró de sus antiguos dioses, de sus juegos de gladiadores, de la esclavitud, y se transmutó en Cristiandad, hoy, la "Babilonia apóstata", la "Jerusalén infiel" el "Imperio" que gobierna y dirige el mundo reniega de Cristo y se convierte a nuevos credos: a la fe en el “género”, culto al liberalismo sexual, al veganismo, al feminismo, al ecologismo, a las espiritualidades orientales, al materialismo, etc.

Cambio climático

El período entre el año 150 y el 450 d.C. fue de una enorme inestabilidad climática y culminó en una Edad de Hielo. La energía procedente del sol descendió a mínimos, en parte debido a las erupciones de volcanes, cuyas emisiones crearon una capa que dificultaba la llegada de la luz a la tierra...

Al igual que el Imperio romano cayó en frías tinieblas, la gran Babilonia global de hoy, se ha llenado de humo (apostasía) y de hielo (frialdad en la fe).

Enfermedades y plagas

Roma, ciudad imperial y maravilla de la ingeniería civil, sin embargo, estaba infestada de ratas, moscas e insectos de todo tipo. Esta insalubre fauna urbana, unida a la mala costumbre de los ciudadanos romanos que casi nunca se lavaban las manos, provocó enfermedades letales que fueron la principal causa de mortandad en el Imperio romano”. La "gran ciudad" se convirtió en un hogar moral y sanitariamente corrompido...¿nos suena?

Hacia el siglo III, una gran pandemia, la llamada 'peste antonina' (por el nombre del emperador del momento), asoló el Imperio durante quince años. 
Algunos estudiosos creen que fue probablemente el virus de la viruela o del sarampión, que provocaba fiebre, diarrea, vómitos, inflamación de la faringe, erupciones en la piel, gangrena, pérdida de vista y oído, etc.). 

Otros, sin embargo, se decantan por la aparición de dos enfermedades distintas: una gripe que atacaba las vías respiratorias, febril y muy contagiosa, del estilo de la llamada pandemia española de 1918, o la Covid de 2020, y que fue la más devastadora y una fiebre hemorrágica viral, que se caracteriza por un aumento súbito de la fiebre, cefaleas, mialgias generalizadas, dolores de espalda, conjuntivitis y postración severa, seguidos por diversos síntomas hemorrágicos, patologías similares a los filovirus, cuyo representante más conocido para nosotros hoy es el ébola, cuya tasa de mortalidad es muy alta: entre el 50 y el 70%.

Fuera lo fuere, la pandemia acabó con alrededor del 20% de la población total del Imperio, cobrándose la vida de más de cinco millones de personas. Sirva como ejemplo que 5.000 personas morían cada día sólo en la Roma imperial entre el año 251 y el 270, y que en Alejandría, la población descendió en más de un 60%. Las consecuencias políticas, económicas y sociales fueron devastadoras.

La ira de Dios

Desde el discernimiento que nos muestra el Espíritu de que hoy nos encontramos ante el toque de las trompetas de los "siete arcángeles de la presencia" (llamados "la mano de Dios") de Apocalipsis 8 y 9, el sonido de éstas nos anuncia solemnente la llegada de Dios y su intervención en la historia, que para algunos es salvación, y para otros, juicio.

La oscuras situaciones y circunstancias que vive hoy "la Gran Babilonia" no han de verse como castigos de Dios, sino como consecuencias de los actos de la libre voluntad del hombre, que Dios "permite" para que se convierta, experimentando los efectos propios del mal. 

Los cristianos, que no dudamos del amor de Dios a los hombres, puesto que lo ha demostrado Él mismo con su sacrificio en la cruz, ni de su justicia de "dar a cada uno lo que le corresponde", sabemos distinguir entre lo que Dios "permite" y lo que Dios "quiere", y así, la "ira de Dios" se revela contra la impiedad e injusticia del hombre, quien se abandona a las consecuencias de su pecado.

La perversidad imperial actual (como la romana) deja en evidencia su diabólico plan antidivino: sus clamorosos errores ideológicos, políticos y morales; su violencia, maldad y envilecimiento debido a la pérdida de valores; su corrupción, inmoralidad y perversión en todos los niveles; su idolatría o connivencia con otras culturas, ideologías o espiritualidades; su afán persecutorio hacia la Iglesia y de su deseo de crucificar a Cristo; los sucesos que escapan a su control y poder como las condiciones climáticas, las enfermedades crónicas, etc. 

Esta situación de "toque de trompetas" va inexorablemente "in crescendo": cuanto más libre ha dejado Dios al Imperio para ejercer su poder impío sobre el mundo y sobre el hombre, tanto más se han desatado las potencias infernales y más graves son los desastres para la humanidad.

La ira de Dios es, fundamentalmente, terapéutica. El sufrimiento provocado por el pecado induce al hombre a la conversión y a buscar el camino de la salvación. Dios no se queda indiferente ante el mal ni ante el sufrimiento de sus criaturas. 
En su infinito amor, permite el sufrimiento a modo de purificación, tanto del hombre como de la naturaleza. La tierra se ha convertido en un lugar inhóspito que el hombre, por su impiedad, está destruyendo de la misma forma crítica con la que destruye su alma.

La ira de Dios no es una venganza por su honor herido sino una acción solidaria hacia el necesitado, hacia el que sufre. Es una reprobación del mal pero no hay en ella ni rencor ni odio. Es una intervención contra un "Imperio" antidivino, contra una "Babilonia" antihumana, a quien Dios pondrá fin. Si no lo hiciera, significaría el triunfo del Imperio. Y el Cordero de Dios ya ha vencido al mal.

Las desgracias y los desastres, las plagas y las enfermedades que el mundo sufre son símbolos de la decadencia del Imperio y de su inevitable e inminente caída. Por tanto, los cristianos estamos llamados a la firmeza en la fe, a la resistencia pasiva contra el mal, a la continua perseverancia de la oración y la plegaria, al desenmascaramiento del mal

Nosotros, miramos y clamamos al cielo, que nos exorta a un nuevo éxodo ("salir de ella, pueblo mío"), a no ser cómplices de su pecado sino un oasis de humanidad en el desierto del Imperio, a construir la Nueva Jerusalén a pequeña escala. Todo ello ante el inminente colapso y desolación de la "gran prostituta" que nadie llorará. 

Y el cielo, sin duda, no tardará en intervenir en favor de los justos.

domingo, 14 de junio de 2020

APOCALIPSIS 16-18: LAS COPAS DE LA IRA DE DIOS Y LA CAÍDA DE BABILONIA LA GRANDE

  
"Yo, Jesús, he enviado a mi ángel
para testificar estas cosas acerca de las Iglesias. 
Yo soy la raíz y la descendencia de David, 
la estrella radiante de la mañana.
El Espíritu y la esposa dicen: 'Ven'. 
El que escuche, diga: 'Ven'. 
El que tenga sed, que venga; 
y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida. 
(Apocalipsis 22, 16-17)

Seguimos caminando hacia el desenlace final de la visión de San Juan, que no es otro que un mensaje de esperanza: unos nuevos cielos y una nueva tierra para los que son fieles a Dios, aquellos que no se han sometido al poder y a la influencia de las Bestias y el Dragón, es decir, los seguidores del Cordero.

San Juan, al describir a los compañeros del Cordero, nos muestra la identidad del cristiano apocalíptico, es decir, del cristiano desde la Resurrección de Cristo hasta su segunda venida

Tras los dos primeros signos (la mujer vestida del sol y el Dragón y las bestias), el capítulo 15 comienza con la aparición del tercer signo: Vi en el cielo otro signo, grande y maravilloso: Siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se consuma la ira de Dios, son los siete ángeles con las siete copas, con las que Dios va a purificar el mundo y a hacer caer a Babilonia la grande. 
Ahora regresamos al capítulo 4 con los veinticuatro ancianos y los cuatro vivientes en el mar transparente: Vi una especie de mar de vidrio, pureza absoluta, mezclado con fuegoira de Dios (justicia).
-Los vencedores de la bestia, de su imagen y del número de su nombre estaban de pie sobre el mar cristalino; tenían en la mano las cítaras de Dios y cantan el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, oraciones con las que alaban a Dios, porque han sido liberados de la esclavitud del mundo y del pecado, están alegres porque han sido salvados, cantan (rezan) porque la oración es el arma más eficaz contra el mal y que, además, nos da luz y esperanza para entender el plan de Dios. Es un poderoso medio para que los hombres se conviertan y vuelvan sus corazones a Dios, aunque sea en el último momento, porque Dios no es insensible a nuestras oraciones ni a nuestras súplicas.

Después de esto miré y se abrió el santuario de la Tienda del Testimonio, se abre la morada de Dios (seguimos en la liturgia celeste) y salieron del santuario los siete ángeles que llevaban las siete plagas, los mismos que tenían las siete trompetas en el capítulo 8, y que van a ejecutar la sentencia de purificación del mundo, vestidos de lino puro resplandeciente y ceñidos alrededor del pecho con cinturones de oro, reyes y sacerdotes. 
Uno de los cuatro vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos, son las mismas copas de oro llenas de incienso, las plegarias de los justos del capítulo ocho que ahora respondidas.
Y el santuario se llenó de humo procedente de la gloria de Dios y de su poder; y nadie podía entrar en el santuario hasta que se consumaran las siete plagas de los siete ángeles. Ahora comienza el juicio a los adoradores blasfemos de la Bestia que no pueden convertirse hasta que finalice el juicio.

El ira de Dios no es una venganza de Dios (como el temor de Dios no es miedo a Dios) sino una nueva oportunidad de la misericordia divina para la conversión. Las copas de la ira de Dios son las consecuencias de la libertad que Dios otorga al hombre y que, a pesar de haber puesto todos los medios posibles para que se conviertan, han seguido adorando a la Bestia y blasfemando contra Dios. Pero no son capaces de coger la mano que Dios les tiende como veremos al seguir leyendo...

Las siete copas

En el capítulo 16 comienza el juicio de DiosOí una voz potente que salía del santuario, la voz de Dios mismo y decía a los siete ángeles: Id a derramar sobre la tierra las siete copas de la ira de Dios, impartir la justicia de Dios. Cada ángel, cuando es su turno, "sale" (de la misericordia de Dios) para derramar la justicia de Dios. 

Observamos la reiteración de septenarios: siete trompetas, siete ángeles, siete copas. Sin embargo existe una diferencia entre las 7 trompetas y las 7 copas: las trompetas afectaban a una tercera parte de la tierra mientras que las copas afectan a la totalidad.

Las siete copas son una referencia a las 10 plagas de Egipto: el granizo, las tinieblas, las aguas convertidas en sangre, las úlceras, la llegada de las hordas más allá del Éufrates... y una constatación de cómo, a pesar de oportunidades que les da Dios para que recapaciten, los "egipcios" (los que no son el pueblo de Dios) no ceden en su orgullo, no se arrepienten de su actitud ni se convierten a Dios.

Las cuatro primeras copas son llamadas de atención de Dios sobre las consecuencias del pecado, y que Dios permite para nuestra purificación. Muchas conversiones son consecuencia de esta purificación. Sin embargo, muchos seguirán negando a Dios y blasfemando contra Él.
 
El 1º ángel vierte la 1ª copa y produce una úlcera maligna y perniciosa a los impíos, que ningún remedio puede curar, y por ello, les invade el odio, la rabia y la desesperación. Referencia a la 6ª plaga sobre Egipto (Éxodo 9,8-11), a las maldiciones acarreadas por la desobediencia a Dios (Deuteronomio 28,35) y a la pústula maligna de Job (Job 2,7).

El
2º ángel vierte la 2ª copa y convierte el mar en sangre como de muerto, que significa que la humanidad se corrompe y, como resultado, muere por causa del hambre (lejanía y falta de sed de Dios) y de las epidemias (maldades y perversiones) que surgen por todo el orbe. Referencia a la 1ª plaga sobre Egipto (Éxodo 7, 17-21) y a la advertencia del juicio que viene (Jeremías 14, 1-6). 

El 3º ángel vierte la 3ª copa y convierte los ríos y manantiales en sangre, una continuación de la 2ª copa que simboliza la sangre derramada de los mártires, es decir, la violencia y persecución contra los cristianos (Éxodo 7,21). Similar a la 3ª Trompeta. 

El 4º ángel vierte la 4ª copa sobre el sol y quema a los hombres con su fuego (purificación), que significa que la misericordia divina trata de limpiar a los hombres, pero sin llegar a convertirlos por causa de su orgullo. Dios desea el arrepentimiento de los hombres, pero en vez de eso, ellos blasfeman, incluso con más fuerza, contra su nombre. Referencia a la 7ª plaga sobre Egipto (Éxodo 9,13-35). También alusión a Deuteronomio 32,24; Isaías 24,6; Malaquías 4,1; Lucas 21,25.

Estas primeras cuatro copas son las consecuencia de la marca del Imperio: una plaga repugnante, corrupta y purulenta. Son las consecuencias de las acciones y engaños del Imperio, que se vuelven contra los hombres, y aún a pesar de tanta calamidad, no se convierten de sus maldades ni reconocen la grandeza de Dios, sino que, en el colmo de su iniquidad, le maldicen, le culpan.

E
5º ángel vierte la 5ª copa sobre el trono de la bestia y queda en tinieblas, se produce el caos y la anarquía, y los hombres se muerden la lengua de dolor, cuando el mal llega a su máxima expresión, los malvados se pelean entre sí. No hay límite a su sufrimiento. Esa oscuridad impide que los hombres reconozcan su pecado, siguen con el corazón más endurecido aún y blasfemando a Dios. Similar a la 4ª trompeta, hace referencia a la 9ª plaga sobre Egipto (Éxodo 10, 21,-22), y recuerda muchos pasajes de los libros proféticos, entre ellos a Isaías 60,2 y Joel 2,1-2, y al evangelio de Marcos 13,24. 

Estas blasfemias tras blasfemias indican que los hombres se ha colocado fuera de la salvación de Dios. Por voluntad propia y en base a su libertad, se arrojan a la condenación, al infierno. Es el pecado contra el Espíritu, del cual no existe posibilidad de perdón. No es Dios quien rechaza a los hombres sino éstos a Dios.

E
6º ángel vierte la 6ª copa sobre el Éufrates, secando sus aguas, es decir, se desvanecen las fuerzas del Anticristoel Imperio pierde su poder, y los reyes de oriente (los demonios) le combaten. Ahora, el Dragón utiliza otras estratagemas para su lucha (por ejemplo: el cambio de la lucha de clases por la de géneros). El Diablo utiliza a los hombres para después dejarlos "tirados". Es el odio de Satanás frente al amor de Dios.

En Génesis 2, el Éufrates es llamado "el gran río" (como también fue llamado el Mar Mediterráneo), y a lo largo de toda la Escritura en más de veinticinco ocasiones. Representaba la frontera entre el Oriente y el Occidente, entre los seguidores del Cordero y los adoradores de la Bestia. El Éufrates fue la cuna del hombre y también, será su sepultura.

Entre la 6ª copa y la 7ª copa se produce un intermedio, interludio o paréntesis (siempre lo hay en todos los septenarios antes del 7º suceso): 

La triada diabólica (Dragón, Bestia y Falso Profeta) escupe tres espíritus inmundos,  ideologías o doctrinas demoníacas (liberalismo/igualitarismo, comunismo/progresismo, feminismo/ideología de género), se dirigen a los reyes de la tierra entera con el fin de congregarlos para la batalla del gran Día de Dios todopoderosoque convencen a muchos a ir contra Diosen forma de ranas, en referencia a la 2ª plaga sobre Egipto, y a que salen de las ciénagas putrefactas del pecado.  Podrían simbolizar a los medios de comunicación y de propaganda del Imperio, que "croan" para convocar a los adoradores de la Bestia para luchar contra los seguidores del Cordero. 

El lugar de la gran batalla final entre el Bien y el Mal se llama Armagedón, que significa en hebreo "Monte de Megido", situado aproximadamente a 30 km al sur de Nazaret, en el valle de Esdraelón. Hace referencia a la batalla más trágica de Israel en la que murió Josías (prototipo de rey justo) y que perdió frente a los Asirios. Y también a otras muchas batallas que tuvieron lugar allí: los babilonios con Nabucodonosor, los sirios, los egipcios, los persas, los turcos, los árabes, los cruzados cristianos, Napoleón Bonaparte...es el lugar de la catástrofe de las fuerzas diabólicas.

Para esta batalla final, el Señor nos advierte que viene sin avisar, para que estemos alerta y vigilantes, conservemos la gracia y perseveremos en la fe, para que no nos encuentre desprevenidos o dormidos. Por ello, San Juan introduce la 3ª Bienaventuranza del Apocalipsis: "Bienaventurado el que está vigilante".

El 7º ángel vierte la 7ª copa  en el aire se producen relámpagos, voces y truenos, y el mayor terremoto de la historia, simboliza la destrucción de toda maldad, de toda obra humana y la restauración de la creación a su condición original. (Romanos 8, 19-22 y 2 Pedro 3, 13). Recuerda la imagen del Calvario y las últimas palabras de Jesús, cuando derrota, con su muerte, al pecado: "Todo está cumplido" (Juan 19,30). 

La purificación de Dios está concluida. La voz de los justos confirma que su plegaria ha sido escuchada: "líbranos del mal" (del Dragón, de la serpiente). El mundo del Dragón, el Imperio  colapsa por su propio pecado y por sus contradicciones internas e implosiona.

Los compañeros del Cordero y los secuaces de la Bestia han sido presentados como dos ejércitos antagónicos pero no ha habido ningún combate. Los seguidores del Cordero no tienen que utilizar las armas de la Bestia para combatir, porque su combate no es físico sino espiritual, y está amparado y protegido por la misericordia de Dios. 

Los que tienen el sello del Cordero han permanecido en oración en el monte Sion, lo que ha motivado la intervención de Dios. Han escogido vivir como corderos, resistiendo y perseverando, aceptando su propia inmolación como única estratégica para ser salvados por Dios.

Ahora, Dios fija su mirada en Babilonia la grande, para darle de beber de la copa del vino de su ardiente ira, es decir, para castigarla

Cae un gran pedrisco sobre los hombres, en referencia a la 7ª plaga sobre Egipto y similar a la 1ª trompeta, que simboliza la frialdad del hombre ante la Buena Noticia, que maldijeron a Dios, los hombres que siguen culpando a Dios y sin arrepentirse.

Con esta última teofanía, concluye la 7ª plaga, la 7ª trompeta y el 7ª sello queda definitivamente abierto, la presencia definitiva de Dios en el mundo es completa, el sentido de la historia del hombre está definitivamente revelado, la ira de Dios ha terminado, el mundo viejo ha sido purificado y se abre espacio a un mundo completamente nuevo en el que el Mal no tiene ya lugar. Es entonces cuando acontecerá  la 2ª venida de Jesucristo que implantará su Reino eucarístico definitivo en la tierra.

El juicio de Babilonia, la prostituta

El capítulo 17 es una visión tomada de Ezequiel y Daniel que detalla con mayor precisión el versículo 19 del capítulo 16, donde nos hablaba de la división del reino del Anticristo y la caída de todos los gobiernos que le apoyaron.
San Juan narra cómo uno de los ángeles de las siete copas le lleva a ver el juicio de la gran prostituta,arrebatado en espíritu a un desierto, lugar de purificación y penitencia, y a continuación, la describe:

-y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata, una falsa doctrina dentro de la Iglesia pero sin vida interior ni gracia, una ideología surgida del mismo seno de Satanás y apoyada en 2ª bestia de la tierra, de la corrupción religiosa.

-llena de nombres blasfemos, con siete cabezas y diez cuernos, pecados, odio a lo sagrado y ateísmo anticristiano, con los gobiernos como cómplices.

-vestida de púrpura y de escarlata, de piedras preciosas y de perlas,como vestían los sacerdotes judíos de la antigüedad: con pompa y suntuosidad

-su nombre es Babilonia la Grande, Babilonia, porque es confusión espiritual; Grande, porque es soberbia y altivaborracha de la sangre de los mártires,  persigue y mata a los que no están de acuerdo con su ideología. 
-madre, es madre porque tiene hijas, es decir, adeptas y seguidoras, de las prostitutas, de otras ideologías y doctrinas y de las monstruosidades de la tierra, perversiones y corrupciones, porque así como, en la antigua Babilonia, hasta las mujeres más honradas se prostituían, al menos, una vez en la vida, porque creían que de este modo daban culto a Venus Astarté....de manera semejante, se consentirá la corrupción sexual con sus perversiones, inmundicias e impurezas, y la expondrán como ejemplo de "normalidad", para hacerse popular entre la gente.

Y el ángel describe a la bestia: La bestia era, pero ya no es, refiriéndose al Imperio Romano, y más concretamente, a Nerón. Podría referirse sistemas económicos y políticos como el comunismo o el capitalismo.

-sube del abismo, es un engendro del mismo Satanáscamina hacia su ruina, su influencia se acabará. 

-las siete cabezas son siete montañas, son también siete reyes, de los cuales cinco han caído, uno vive y el otro no ha venido aún, pero cuando venga durará poco tiempo. Y la bestia, que era y que ya no es, es el octavo, uno de los siete, que camina hacia su ruina. Los diez cuernos que has visto son diez reyes, que no han recibido el reino, pero que recibirán con la bestia el poder de reyes por una hora, cabezas, montañas, reyes y cuernos son gobiernos, de distinta categoría, sucesivos o simultáneos que conforman la totalidad de los gobiernos del mundo. Son cómplices de la prostituta, se someten a ella, pero también la utilizan.
 
Babilonia representa la opresión, la idolatría, la lujuria, la depravación, la perversión, la corrupción y el pecadoSimboliza la prostitución y el adulterio de la iglesia apóstata con los poderes seculares-políticos-mundanos, y su traición a Dios.

Se identifica a Babilonia con el Imperio Romano, que perseguía a los cristianos y que les exigía idolatrar al César como un dios, y cuya descripción con sus siete montes, reconocen a la ciudad de Roma como símbolo de perversión, idolatría y desenfreno característicos de la sociedad romana de la época. 

Otros, ven la caída de Babilonia la Grande como una analogía de la caída de Jerusalén en el año 70 d. C., e identifican a Babilonia con la Jerusalén judía (que también tiene siete montes), y que contrasta notablemente con la Nueva Jerusalén del final del libro. 

Falsa identificación con la Iglesia Católica

Los protestantes identifican a Babilonia la Grande con la Iglesia Católica de Roma, hecho que no deja de ser una falacia interesada. Su pobre argumentación se basa en una literalidad errónea:

-Una gran ciudad asentada sobre 7 colinas. El Vaticano ni es grande ni está asentado sobre siete colinas, a diferencia de la Roma pagana y la Jerusalén del primer siglo.

-Borracha de la sangre de los santos y profetas. La Iglesia nunca ha matado a santos ni a profetas. Es el mismo Cristo quien identifica a la ciudad de Jerusalén como la que mata a los profetas en Lucas 13,34. En Apocalipsis 11,8 define claramente qué ciudad es: donde el Señor fue crucificado.

-Comete abominaciones y fornica con los reyes de la tierra. Mantener relaciones institucionales con los gobiernos no es exclusivo de la Iglesia Católica. Lo hacen todas las confesiones importantes. El capítulo 16 de habla claramente de Jerusalén como la que comete abominaciones, la que se prostituye, la que derrama la sangre de los santos y la que será destruida por aquellos con los que se ha prostituido.

- Está vestida de púrpura y escarlata. Ya hemos dicho que es un error interpretar los colores literalmente porque, como ya vimos en otro post, los colores en el Apocalipsis tienen un sentido simbólico. Además, el color predominante del clero católico es el blanco y Dios mismo mandó a hacer las vestiduras de los sacerdotes levitas de color púrpura y escarlata. A la Iglesia judía no a la cristiana (Éxodo 28).

El resto del capítulo 17, asegura la victoria de Cristo y su Iglesia fiel. Explica que esta iglesia apóstata con su falsa doctrina, reaparecerá al final de la historia antes de la Parusía, y estará formada por gentes de todo tipo (razas, pueblos, lenguas) y por una amalgama de ideologías, creencias y ritos (Nueva Era, gnosticismo, ideología de género, satanismo, etc.) y que, cuando el Anticristo y sus secuaces se hayan servido de la falsa religión, la destruirán, para que todo la atención del mundo se concentre en ellos. 

La caída de Babilonia

En el capítulo 18 anuncia cómo el resplandor de Dios, representado en uno de los ángeles más poderosos, iluminará a su Iglesia y hará caer a Babilonia, la gran corrupción de los sistemas económico, religioso y político erigidos por Satanás.
Se anuncian los males que caerán sobre ella: plagas, muertes, hambre y fuego. Se lamentarán todos los poderosos de la tierra y entenderán el mal que habían cometido.

El ángel explica cómo se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable y otra voz, conmina al pueblo fiel a salir de ella y no ser cómplice de sus pecados, que han llegado hasta el cielo. Todos los poderes políticos y económicos la abandonan, ya nadie compra sus mercancías ya no creen en ella ni se dejan engañar. La han utilizado para sus fines y ahora "la dejan tirada".

La visión de San Juan nos muestra que la misión del cristiano no es llevar la conversión al mundo amenazándolo con castigos sino profetizar la iniquidad del Imperioser testigos de Cristo hasta las últimas consecuencias, hasta el martirio.

La misión del cristiano es proclamar el Evangelio.




Bibliografía:

-"El Apocalipsis" (de Adrienne Von Speyr, por Hans Urs Von Balthasar).
-"Para leer el Apocalipsis" (Jean-Pierre Prévost, Editorial Verbo Divino, 1991).
- "La Cena del Cordero" (Scott Hahnn, Editorial Patmos, 2001).
-"El Apocalipsis de San Juan" (Emilio Aliaga Girbés, Editorial Verbo Divino)