¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta signos del apocalipsis. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta signos del apocalipsis. Mostrar todas las entradas

domingo, 16 de octubre de 2022

ENTENDER LA APOCALÍPTICA

"Revelación de Jesucristo,
que Dios le encargó mostrar a sus siervos
acerca de lo que tiene que suceder pronto.
La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan,
el cual fue testigo de la palabra de Dios
y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio"
(Ap 1,1-2)

Con frecuencia, tendemos a confundir conceptos como escatología, profecía y apocalíptica, y a mezclarlos como un mismo modo de entender los oráculos y las visiones de los autores bíblicos. Se suele atribuir a la apocalíptica profecías sobre calamidades, desastres y cataclismos referidos a tiempos futuros que nos impiden comprender e interpretarla de forma correcta la Sagrada Escritura.

La escatología (del griego ἔσχᾰτος =éschatos: último, y λόγος=logos: "estudio") es el estudio de las "realidades últimas",​ es decir, la muerte, la parusía o segunda venida de Cristo, el Anticristo, el Juicio final, la resurrección de los muertos y la vida eterna.

La profecía (del latín prophetīa, y este del griego προφητεία, o también φαινος= aparición) es la transmisión de la voluntad divina a los hombres a través de "videntes" (ro'eh), "visionarios (hozeh) o portavoces (nabí, profetés). La profecía va de la boca de Dios al corazón del hombre. Recibida, aceptada y acogida por el profeta, éste la expresa, la proclama y la transmite, primero de forma oral y luego, por escrito.

La apocalíptica (del griego apokálypsis =revelación y apokalyptein =quitar el velo, desvelar, retirar el velo, descubrir, desnudar) no predice sucesos futuros desconocidos sino más bien da a conocer aquello que a los ojos humanos resulta desconocido e impenetrable, no tanto porque se refiera a un futuro inaccesible, sino más bien porque pertenece a la profundidad, al misterio mismo de la creación querida por Dios y de la historia guiada por él.  Tampoco debe ser interpretada de forma literal.

Origen
La apocalíptica es un género de literatura teológica (bíblica y apócrifa) cuyo origen se remonta al ambiente histórico-espiritual del judaísmo tardío de la diáspora alrededor del s. II a.C., resultado de la combinación de la sabiduría bíblica y de la evolución de la profecía utilizada por algunos autores veterotestamentarios (Isaías 24-27; 33; 34-35; Ezequiel 2:8-3;3:38-39; Zacarías 12-14; Joel 2; Daniel 1-12) y apócrifos (Henoc; IV Esdras; II Baruc), y que alcanza su máxima expansión durante el período intertestamentario hasta su culmen con el Apocalipsis de San Juan, el último libro de la Sagrada Escritura.

Teología
La apocalíptica nace con una teología propia y siempre en un entorno hostil o de persecución hacia la fe y hacia el pueblo de Dios, que corre el riesgo de desaparecer, pero que espera con  confianza absoluta en el poder de Dios, y en su intervención directa y definitiva en la historia universal. No anhela una mejoría de la historia sino que ésta llegue a su fin: un mundo nuevo que traiga la salvación definitiva por parte de Dios.

En la apocalíptica, la verdad "sellada o escondida" es revelada a los hombres por la mediación de seres pertenecientes al mundo divino que la "abren" al mundo terreno y que muestran que la realidad va más allá de lo visible. La apocalíptica habla del pasado y del presente en futuro ante la inminente llegada del "día del Señor" anunciada a lo largo del profetismo veterotestamentario.

La apocalíptica no es tanto historia del pasado como revelación que acredita y testimonia cosas inmediatamente futuras, o mejor dicho, ya emergentes en el presente: el suceso futuro y el pasado están estrechamente vinculados entre sí pero no de forma cronológica o espaciotemporal sino teológica, espiritual, mística.

El interés del autor apocalíptico no se dirige al cosmos (foco de búsqueda en el mundo griego antiguo), sino a la historia en su globalidad, captada como un todo unitario. El apocalíptico sabe hacia dónde va la historia, cuál es su cumplimiento porque lee e interpreta el pasado en relación del futuro que viene ya determinado, desde la creación hasta el día de Yahvé, por el plan salvífico de Dios.
La apocalíptica se orienta de forma radical hacia la historia: los hechos y procesos cósmicos le interesan solo por lo que significan en orden a juzgar el curso de la historia. La revelación apocalíptica no se focaliza en el espacio celeste, sino en el tiempo de la historia terrena ofreciendo una visión total y global de ésta, pero no en la historia de un solo pueblo, sino en la de todos los pueblos, en la ‘de toda la humanidad', la apocalíptica piensa en términos de historia universal.


La apocalíptica afirma constantemente la realidad de dos "eones": el eón presente, el de los dolores, el mal, la injusticia, la impiedad, el pecado, al que le seguirá, mediante una ruptura victoriosa, el eón futuro, el de la alegría, la vida para siempre, la felicidad, el mundo de la comunión con Dios.

Presenta una lucha cósmica que marca la historia y que no es combatida por los hombres, sino que se da entre Cristo y Satanás, en la que Dios vence (ya ha vencido) y somete para siempre a la potencia satánica creando un mundo nuevo para los justos.  

El hombre no puede hacer nada en esta lucha. Tan sólo soportar, perseverar y esperar el fin de la tribulación y del mal. Pero no se trata de una actitud pasiva, porque la espera, los sufrimientos y el martirio del creyente constituyen una fuerza histórica que mueve el corazón misericordioso de Dios y le empuja a acelerar el final por amor a los elegidos.

Similitudes y diferencias con la profecía
A diferencia de la profecía que se recibe mediante oráculos y se expresa mediante la palabra, la apocalíptica lo hace a través de visiones extáticas, sueños, arrebatamientos y traslados a otros lugares. 

Son frecuentes las apariciones de seres celestiales, mediadores de la revelación y mensajeros de la voluntad de Dios: los ángeles.

También es característico el uso predominante de los símbolos como medios para expresar lo inexpresable y como portadores de una gran polivalencia de significados y de interpretaciones. Y dentro de la simbología cobran especial relevancia las cifras, los colores, los animales, los fenómenos cósmicos, las imágenes...
Aunque en la apocalíptica, la escatología prevalece sobre la predicación y el futuro predomina sobre el presente, profecía y apocalíptica son dos revelaciones que se entrecruzan. Toda profecía se halla reco­rrida transversalmente por la apocalíptica y toda apocalíptica hunde sus raíces en el interior de la profecía. 

La apocalíptica no es, por tanto, un lugar donde encontrar previsiones catastróficas del futuro. Como la profecía, nos habla de Dios, pero mientras que ésta nos cuenta la relación de Dios con un momento preciso de la historia, con los personajes, con un pueblo concreto, la apocalíptica muestra la relación de Dios con la creación en su totalidad y con la historia universal.

viernes, 9 de julio de 2021

¡ESTÁN SONANDO LAS TROMPETAS!

"Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. 
Convertíos y creed en el Evangelio"
(Marcos 1,15)

Quienes me conocen bien, saben de mi gran pasión por la lectura espiritual en general, por la de la Palabra de Dios en especial, y por la del Apocalipisis de San Juan en particular . Quizás por ello, suelen llamarme "apocalítico".

Sin embargo, como escribíamos en otro artículo (El cristiano apocalíptico), ser "apocalíptico" no significa ser ni trágico ni catastrofista. Tampoco implica ser dramático ni mucho menos pesimista. En realidad, todos los cristianos somos (o deberíamos ser) apocalípticos.

A propósito de ello, el pasado mes de noviembre escribíamos un artículo (La caída del Imperio) en el que reflexionábamos sobre las similitudes de los signos y señales existentes entre la caída del Imperio romano y la caída de la gran Babilonia mencionada en los capítulos 17 al 19 de Apocalipsis.

Sin duda, para el apóstol San Juan, Roma representaba a la gran Babilonia y prefiguraba al "Imperio de la iniquidad" del fin de los tiempos. La mayoría de los profetas mayores del Antiguo Testamento (Jeremías, Isaías, Ezequiel y Daniel), junto con San Juan, profeta del Nuevo Testamento, nos exhortan a discernir los signos de los tiempos"Bienaventurado el que lea y escuche esta profecía" y "el que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu le dice".

Los cristianos no deberíamos estar sordos ni ciegos ante las evidencias y los signos que se producen en nuestro mundo actual (crisis moral, política, social, ecológica, económica, financiera y, ahora, también sanitaria) y que nos conducen inexorablemente a la deducción y comprensión de que nos hallamos en el fin de los tiempos, de los que habla San Juan en el Apocalipsis. 

Por ello, es imperativo escuchar lo que el Espíritu Santo habla a la Iglesia a través de su Palabra y, también a través de  la Virgen María, en sus múltiples apariciones (La Salette, Lourdes, Fátima, Medugorje...): ¡Convertíos, orad y creed en el Evangelio! 

¡Están sonando las trompetas... el tiempo de Dios, ha llegado...El sonido de las trompetas del libro de Apocalipsis manifiestan el "Kairós" del evangelio de san Marcos 1,15, es decir, la inminente intervención de Dios, que clama ante la devastación provocada por el Mal en la creación...

¡Están sonando las trompetas!...y lo están haciendo hoy, aquí y ahora. Sólo hay que ver, oír y discernir los signos de nuestro tiempo: el enfriamiento de la fe, odio y persecución de los cristianos (1ª trompeta/2º jinete rojo/1ª y 3ª copa), la perversión y corrupción social, política, religiosa, económica y ecológica (2ª y 3ª trompetas/4º jinete amarillo pálido/2ª copa), la oscuridad ante la falta de esperanza por causa de la mentira (4ª trompeta/3º jinete negro/4ª copa), la inmoralidad sexual y el pecado contra el Espíritu (5ª trompeta/1º"ay"/5ª copa), los falsos profetas, la apostasía y la idolatría con las ideologías totalitarias del mundo (6ª trompeta/2º"ay"/6ª copa) y la nueva evangelización ante el enfriamiento del amor del mundo (antes de la 7ª trompeta/7ª copa).

En Apocalipsis 10,6, el ángel del Señor (el Espíritu Santo), jura "por el que vive por los siglos de los siglos, el que creó el cielo y cuanto contiene, la tierra y cuanto contiene, el mar y cuanto contiene: ¡se ha terminado el tiempo!"
 
Es la última y definitiva llamada de Dios a la purificación y a la conversión del mundo. Tras su sonido, el Señor desvelará todo su plan secreto de salvación. Con el Juicio final, dirá "¡Basta! "... "Todo está cumplido" (Juan 19,30).

Pero no se trata de que los cristianos alberguemos temor por los acontecimientos que suceden ni por los que han de suceder. Tampoco significa que debamos combatir físicamente a los seguidores del Enemigo.

Lo que Dios nos quiere decir con el sonido de las trompetas y con el derramamiento de las copas, es que nuestra liberación está cerca. El Apocalipsis no es un libro de tragedia sino de esperanza y de perseverancia.

Por eso, los cristianos tenemos que combatir el combate espiritual con las armas espirituales, la perseverancia en la fe y la constancia en la oración, para alcanzar nuestra liberación y conseguir la corona de la vida. El mismo combate que combatió San Pablo y el resto de los apóstoles. La misma corona que ostentan sus santas cabezas.



JHR

viernes, 27 de marzo de 2020

APOCALIPSIS 11: LOS DOS TESTIGOS Y LOS TRES GRANDES SIGNOS

"Y se me dio una caña en forma de vara, diciendo:
Levántate y mide el santuario de Dios y el altar, 
y a los que están adorando en él."
(Apocalipsis 11,1)

Antes del vertido de las siete copas
que desencadenan el Juicio Final, el capítulo 11 del Apocalipsis inicia la narración con la entrega al vidente de una especie de "vara de medir" para el templo de Dios, es decir, para la Iglesia:

-Mide el santuario y el altar, y los adoradores que hay en élel santuario es el espacio reservado donde no pueden entrar los paganos, es decir, son el pueblo fiel a Dios. El altar es el lugar del sacrificio, es decir, son los sacerdotes de Dios. Los adoradores son los templos vivos, es decir, los consagrados, las órdenes religiosas

Santuario, altar y adoradores componen la Iglesia, entendida como asamblea litúrgica. Medir a ambos significa protegerlosLa Iglesia prevalecerá, aunque la otrora civilización cristiana se hunda en la apostasía y la impiedad. El santo sacrificio de la misa seguirá ofreciéndose, aunque sea en la clandestinidad.

-Pero el atrio exterior del santuario, los "falsos cristianos" que viven como si estuvieran fuera de la Iglesia, que viven una fe a la medida.

-déjalo fuera, no lo midas, porque ha sido entregado a los paganos, aunque ellos se consideran fieles y dentro de la Iglesia, no lo son, y por eso, son abandonados a sus propias fuerzas, convirtiéndose en presas del Anticristo. Se afilian a sus organizaciones e ideologías, reniegan de la fe cristiana y son fácilmente engañados.

-que pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses, causan perjuicio y daño moral a la Iglesia durante a 3 años y medio, es decir, por un tiempo limitado en el que el diálogo entre la Iglesia y el mundo va a ser imposible, fruto de una total radicalización y enfrentamiento. Desaparecerá el atrio del santuario.

Los Dos Testigos

-Haré que mis dos testigos profeticen durante 1260 días, predicarán por 3 años y medio, un tiempo limitado también. Evangelización por poco tiempo.

Estos dos Testigos de Dios han sido erróneamente reconocidos por algunos que interpretan esta visión literalmente, como los apóstoles Pedro y Pablo, y por extensión, con dos papas (quizás con Benedicto y Francisco).

Otros hacen referencia a
 Elías y a Moisés porque aparecen en el Monte Tabor de la Transfiguración (Mateo 17, 1-8), e interpretan que podrían representar un anticipo de la gloria que ha de venir

En Malaquías 4,5 se profetizó que Dios enviaría a Elías antes del día de la purificación. Jesús lo afirma también en Mateo 17, 11. 

Elías junto con Enoc son los dos únicos personajes de la Biblia que fueron al cielo sin morir (con la excepción de la Virgen María). 

Algunos interpretan que estas dos figuras simbólicas podrían representar a las órdenes contemplativas y a los consagrados, y que durante el reinado del Anticristo, con sus oraciones, fortalecerán y protegerán a los de dentro (creyentes), y convertirán a los de fuera del santuario (no creyentes).

-vestidos de sayal (saco), haciendo sacrificio y expiación (oración, penitencia y ayuno).

-son los dos olivos, tomado de Zacarías 4, 11-14, procedentes o representantes del pueblo de Israel (recordemos que los olivos eran un simbolo de la economía del Israel de la época), 

- y los dos candelabros, procedentes o representantes de la Iglesia de Cristo (recordemos que las 7 Iglesias están simbolizadas por 7 candeleros). 

-tienen poder para cerrar el cielo, autoridaden referencia a Elías, en Santiago 5,17-18, ...poder sobre las aguas...y poder para herir a la tierra, en referencia a Moisés, en Éxodo 7-10, cuyo cuerpo fue también preservado por Dios, en Judas 1,9. Ambos personificarían la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento.

-Cuando hayan terminado su testimonio, trabajo meditativo y contemplativo, la Bestia, el Anticristo, les hará la guerra, los vencerá y los matará, anuncia el martirio, la persecución. Se reducirán las órdenes y algunos monasterios se cerrarán.  Se dejan matar sin resistencia porque se saben compañeros del Cordero y de donde salen los 144.000.

-Sus cadáveres serán expuestos, serán ridiculizados y humilladosen la plaza  de la gran ciudad, que se llama espiritualmente Sodomala ciudad de la perversión y Egipto, la ciudad de la esclavitud, ambas representan a las personas que han dado la espalda a Cristo, se han pervertido y son esclavas del pecado.

-por tres días y medio, por tiempo limitado, sin permitir que los entierren, no habrá gracia, para que la gente de todo el mundo los vea y les sirva de escarmiento, el mismo proceder que hicieron con Jesucristo en la Cruz.

-Los habitantes de la tierra, los impíos, se alegrarán y se felicitarán al verlos muertos, ridiculizados, humillados y limitados, pues su presencia y su intercesión, los cuestionaba y los atormentaba.

-Pasados los tres días y medio, tiempo limitado, el Espíritu Santo los resucitará, los ensalzará, como a Cristo y serán asuntos al cielo, resurgirán, y los que estaban mirándolos se quedaron aterrorizados, se darán cuenta de su error. La muerte de los testigos es la que provoca la caída del Imperio.

-Se produjo un gran terremoto, como cuando murió Jesús, la manifestación de Diosy se derrumbó la décima parte de la ciudad, algunos dejaron de humillarles, y en el cataclismo perecieron siete mil personas, aunque una gran cantidad siguieron pecandomuchos se convertirán pero otros, seguirán sin arrepentirse.

-Los supervivientes, llenos de terror, dieron gloria al Dios del cielo, se estremecerá el reino del Anticristo y algunos se darán cuenta de su error, y se convertirán.

"El segundo "ay" ha pasado, y el tercero viene en seguida.
(Apocalipsis 11,14)


Las seis primeras trompetas anuncian la permisión de Dios de las consecuencias de nuestro pecado para darnos tiempo a arrepentirnos.

Ahora, el 7º ángel hace sonar la 7ª trompeta: el cielo y los 24 ancianos comienzan a alabar y adorar a Dios por lo que va a hacer, que anuncia la instauración definitiva de su Reino de justicia, amor y verdad aquí en la tierra.

-Entonces se abrió el templo de Dios, el que está en el cielo, y se vio el arca de su alianza, que simbolizaría el poder de Dios.

Tomado del libro de los Macabeo
s: El Arca, "perdida" desde la conquista de Jerusalén por los babilonios, y escondida por el profeta Jeremías en una cueva del monte Sinaí, aparecerá cuando Dios intervenga de manera definitiva en favor de su pueblo (2 Macabeos 2,4-8).

Dice San Buenaventur
a que "el Arca, en un sentido alegórico, se refiere a Cristo y a la Iglesia; (...) en un sentido místico, representa a la Virgen gloriosa, Santa María, felicísima Madre de Dios y Señora nuestra" y que debemos considerarla en cuanto a su:
  • construcción: fue construida de material incorruptible, de proporciones precisas, de bella forma y de figura cuadrangular.
  • contenido: guardaba el maná (Eucaristía), la vara de Aarón ( Fe/Confianza)) y las dos tablas de la Ley (Palabra); y por encima, rematándolo, había dos Querubines haciendo sombra al propiciatorio (Sabiduría). 
  • eficacia: guía en el desierto, defensa en el combate, reconcilio de los arrepentidos, derrota de los enemigos.
-honor: grandes y pequeños la honran y reverencian, todos se humillan ante ella y la cantan alabanzas.

Pero antes del establecimiento del Reino de Dios pareciera como si Él mismo hiciera una retrospectiva, una especie de "feeback" desde el principio hasta el fin, a modo de resumen y de conclusión:

-en medio de rayos, voces, truenos, terremotos y fuerte granizada, que significaría, de nuevo, la manifestación de Dios. Está a punto de revelarse un misterio...

Aparecen tres signos: la Mujer vestida de sol, el Dragón y las Bestias, con las que se derraman las siete copas de la ira de Dios.

continuará...


Bibliografía:

-"El Apocalipsis" (de Adrienne Von Speyr, por Hans Urs Von Balthasar).
-"Para leer el Apocalipsis" (Jean-Pierre Prévost, Editorial Verbo Divino, 1991).
- "La Cena del Cordero" (Scott Hahnn, Editorial Patmos, 2001).
-"El Apocalipsis de San Juan" (Emilio Aliaga Girbés, Editorial Verbo Divino)