¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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lunes, 4 de septiembre de 2017

¿TE SIENTES PERSEGUIDO?

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"Por mi causa os odiarán todos los pueblos". 
(Mateo 24,9)

En otros artículos ya hemos hablado sobre la persecución a los cristianos en general pero hoy quiero centrarme en otra forma de persecución más sutil y silenciosa. Es la persecución de los cristianos en Occidente, en Europa, en España.

Me desconciertan aunque no me sorprenden (porque está escrito), las distintas posiciones de nuestra sociedad occidental ante las distintas religiones en el mundo. Lo que sí me sorprende es escuchar a cristianos decir que, ante la persecución, no debemos hacer nada, salvo rezar. 

Claro que debemos rezar. Siempre. Pero también hemos de estar alerta según hemos estado leyendo en los Evangelios de los días pasados: Velad y estar alerta... y actuar!!!

Y es que el mundo (en el que vivimos como si nada nos afectara directamente) por un lado, persigue la fe del amor (cristianismo) mientras que por otro, es condescendiente con la fe del odio (islamismo) o con la fe del yo (budismo). ¡Qué curioso! ¡Sólo los cristianos son perseguidos!

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Mientras se justifican navidades sin belenes, aulas sin crucifijos, multas por hacer sonar las campanas, ofensas y profanaciones de capillas, ataques a los sentimientos cristianos… se alienta la hermandad con los musulmanes, apertura de mezquitas, felicitaciones por Ramadán, apoyo económico y acogida a familias musulmanas, etc. a la par que se promueve el yoga, la autorrealización y las espiritualidades orientales centradas en el individuo... 

La persecución religiosa no surge de la nada sino que nace, crece y se desarrolla de forma continuada y por niveles hasta que, en un momento dado, ocurren hechos terribles en los que los perseguidores se sienten justificados a obrar de cualquier manera. 

Es la "enemistad entre el linaje de la serpiente y el de la mujer" (Génesis 3, 15). Dos estirpes: la de Satanás y el mundo, y la de la Virgen y el Reino. O eres perseguido o perseguirás. No hay cabida a la tibieza. 

Esta persecución o enemistad está maquinada por el Enemigo de Dios y consta de cinco niveles ideados por la sociología y la teoría política, y que se aprecian muy comúnmente en nuestro entorno y que deberíamos ser capaces de identificar:

Estereotipación 

Estereotipar significa repetir continuamente, tomar una cualidad observada en una parte determinada del grupo y generalizarla para describir al grupo entero. 

Esto implica la simplificación y estandarización de una idea del grupo en el que se basa en la observación de solo una parte del grupo

Imagen relacionadaPor eso, desde los años 60, 70 y 80, los católicos empezamos a ser caricaturizados como enemigos de la ciencia, hipócritas, santurrones y pasados de moda…

Los católicos hemos sido acusados de odiar la sexualidad y denunciados  como una institución sexista, llena de clérigos sexualmente reprimidos, homosexuales y pedófilos.

Imagen relacionadaHemos sido etiquetados como una organización autoritaria, estancada en el pasado y con muchas reglas restrictivas.

Este estereotipo trata de definirnos a los cristianos como gente triste, enfadada, aburrida, antigua y muy reprimidaPara ellos, somos un grupo ridículo, atrapado en la superstición y en el pasado e incapaces de ver más allá de la fe.

Aunque no todos encajamos con el estereotipo, estas son básicamente las quejas y afirmaciones que preparan el ambiente general para pasar al segundo nivel.

Difamación 

Como el estereotipo ha ido creciendo, los cristianos no encajamos con la nueva revolución cultural ni con la sociedad actual.

Imagen relacionadaPor ello, hemos sido descritos como gente de mente cerrada, dañinos para la dignidad humana y la libertad, intolerantes, odiosos, racistas, homófobos, reaccionarios… lo cual significa gente mala.

La historia de la Iglesia se describe de manera torticera como una letanía de cosas malas y represivas: las cruzadas, la inquisición, el odio hacia la ciencia, etc. 

Imagen relacionadaNada importa que la Iglesia haya fundado universidades y hospitales, que haya habido grandes científicos que fueron sacerdotes, que la Iglesia haya sido mecenas y promotora del arte y que haya predicado un evangelio que ha traído orden y civilización a la dividida y bárbara época que siguió al imperio romano. 

Los perseguidores no han oído jamás nada de esto. Y si lo han hecho, darán crédito o justificación a cualquier otra causa, menos a la Iglesia y a la fe.

Como grupo grande y heterogéneo, en la Iglesia, desde luego, hay católicos individuales que pueden manifestar características negativas, pero estereotipar, cruelmente e indiscriminadamente, a todos por unos pocos es injusto. 

El efecto que produce este segundo nivel es una indignación personal y general contra los creyentes que genera actitudes anticristianas y que permite su discriminación hoy en día.


Marginación

Habiendo establecido la falsa premisa de que la Iglesia y la fe son malas e, incluso, dañinas para la dignidad humana y la libertad, los perseguidores proceden al siguiente nivel, que es relevar a la Iglesia de los roles comunitarios, confinándola a los márgenes de la sociedad.

Resultado de imagen de marginarPara esta cultura secularizada, la religión es algo que debe desaparecer. Desde luego, debe ser despojada de su carácter general para ser marginada al ámbito de lo particular. Nos dejan tener nuestras creencias, nuestras celebraciones, pero siempre dentro de las cuatro paredes del templo. La fe debe desaparecer de las plazas públicas o guardada en un cajón.

En este nivel, se vuelve más inaceptable e intolerable mencionar a Dios, rezar en público y cualquier cosa que lleve la fe cristiana a los asuntos públicos. Los belenes deben desaparecer de las calles, los crucifijos de los colegios y de los organismos públicos, las procesiones son limitadas en el tiempo y el espacio, las cabalgatas de Reyes se convierten en un carnaval publicitario, las fiestas religiosas salen de los calendarios laborales, las capillas ultrajadas, etc.

Resultado de imagen de criminalizar a la iglesiaNi se te ocurra mencionar a Jesús o exteriorizar tu fe públicamente en procesiones porque serás vilipendiado, serás el centro de burlas, críticas y juicios injustos.

En público puedes hablar de la cantante Madonna, pero de la Madonna (la Virgen María), puedes llevar una bandera arco iris pero no una cruz o un estandarte de la Virgen, puedes hacer apología de tu condición sexual pero no de tu fe.

A los lobbies LGTB se les da la bienvenida en todos los ámbitos, se les permite exhibirse en sus carrozas, colocar banderas en sus balcones y repartir condones de colores en las escuelas de secundaria, pero en la vida pública no pueden existir Biblias, ni crucifijos ni signos cristianos. Su tolerancia. Ya sabes…

Criminalización 

Y llegados a este punto, nos adentramos en el cuarto nivel. Los cristianos, cada vez más, acudimos al juzgado muchas veces a luchar por nuestro derecho amparado por la ley a vivir nuestra fe abiertamente. 
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Proliferan cada vez más los litigios dirigidos contra la Iglesia, contra sacerdotes o contra creyentes por cualquier motivo.

Se obliga a los hospitales católicos y clínicas provida a informar sobre temas referentes al aborto; a las farmacias a proporcionar "anticoncepción de emergencia"; a los profesores de secundaria a informar a los alumnos sobre la ideología de género como verdad absoluta. 

En definitiva, el estado pretende regular la organización, estructura y temario de los colegios católicos. Pretende decirnos cómo debemos ser y en qué pensar. Pretende desbancar a los padres de la educación moral de sus hijos.

Imagen relacionadaAlgunos de estos intentos de criminalizar la fe han sido rechazados con éxito en los tribunales, pero el número y la frecuencia de las demandas, el tiempo y el costo que se requiere para luchar contra ellos, suponen una carga enorme. 

Está claro que los intentos de criminalizar el comportamiento cristiano están creciendo en este "nuevo orden mundial" y son signo de una constante erosión de la libertad religiosa. 

Y así, entramos en el quinto y último nivel.

Persecución abierta

Si la actual corriente de pensamiento relativista continua, ninguno estamos libres de ser acosados y perseguidos pero especialment,e los líderes religiosos no están muy lejos de sufrir multas o ser encarcelados. De hecho en algunos países, sacerdotes católicos han sido arrestados y acusados de crímenes de odio, por predicar la doctrina católica en temas como la homosexualidad.

Imagen relacionadaLa persecución crece y se intensifica. Y mientras nosotros, amparados en una mal entendida caridad, transformada en un "buenismo" que nos lleva a la relativización de los ataques. Y ésta, nos conduce (a aquellos que no nos amoldemos al pensamiento único) irremediablemente al martirio.

¿Es exagerado lo que digo? ¿Es alarmista? ¿Es tremendista? Bueno, los niveles del 1 al 4 están bien asentados. Cualquiera puede comprobarlos en cualquier localidad de España. Quizás desearíamos que no pasara nada, pero está ocurriendo. Tú decides, mirar para otro lado o prepararte.

Para aquellos que piensan que Dios no permitirá que eso ocurra, quiero recordarles que los cristianos han sido, son y serán victimas de la persecución y del martirio. Ni siquiera Jesús estuvo exento de ello. 

Él ya nos avisó: “Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros” (Juan 15, 18-25). 

El Señor permite que algunos sufran y sean mártires por amor a Dios. Nos pide resistir ante la persecución. Ninguno de nosotros la buscamos, pero la persecución vendrá inexorablemente. Es profecía que tiene que cumplirse. Posiblemente, está aquí ya. 

"Os echarán mano, os perseguirán, os llevarán a las sinagogas y a las cárceles y os harán comparecer ante los reyes y los gobernadores por causa mía. Esto os servirá para dar testimonio." (Lucas 21, 12-13).

¿Te sientes perseguido? Entonces, dichoso tú...


"Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros". (Mateo 5, 10-12).




sábado, 22 de julio de 2017

¿RECONOZCO LA LLAMADA DE DIOS?

"Me he aparecido a ti 
para hacerte ministro y testigo 
de lo que has visto de mí 
y de lo que te voy a mostrar." 
(Hechos 26,16).

Escuchar y seguir la llamada de Dios ha sido una de las cosas más maravillosas que me han ocurrido en mi vida. 

Después de mucho tiempo de recibir muchas llamadas que siempre rechacé, comencé a tener algunas nociones de que iba por un camino que no había sido elegido por mí. Pero fue en un retiro de Emaús cuando descolgué el teléfono, cuando escuché, cuando supe, que Dios me llamaba para servirle. Y eso es lo que hice.

Pero ¿Cómo estar seguro de haber sido llamado por Dios?

Lo primero que quiero decir es que todos somos llamados por Dios. Todos recibimos su llamada. El apóstol Pablo escribe, animando a todos: "Os pido que caminéis de una manera digna de la vocación que habéis recibido." (Efesios 4, 1). Todos somos llamados a una vocación. Podemos huir de ella, pero no podemos escondernos de ella.

La conversación entre Pablo y Jesús, relatada en el libro de los Hechos, es bastante útil para conocer si hemos sido llamados por Dios. Pablo comparte su testimonio con el rey Agripa: Es una frase sencilla en la que podemos ver seis aspectos de cómo Dios nos llama a cada uno de nosotros:

1. Encuentro personal: "me he aparecido a ti.."

El principio de todo es que Jesús se nos aparece. A veces, de repente y de forma evidente (como a Pablo en el camino de Damasco), y otras, más sutilmente (como a los dos de Emaús). 
Sea de una forma u otra, cuando Jesús se nos aparece, comienza nuestra relación con él.

Para conocer el plan de Dios para mi vida es necesario encontrarme con Jesús. Si no descuelgo y acepto la llamada, no puedo escucharle. El plan de Dios pasa siempre por Jesucristo.

Para la reflexión:  ¿Me he encontrado con Jesús y le he respondido?

2. Propósito personal:  "... para hacerte..."

Dios nos ha creado a cada uno con un propósito particular; ha puesto en nuestros corazones una necesidad interior, una misión para servirle. Nos ha dado un papel protagonista a cada uno en su plan divino de salvación. Dios quiere que seamos santos como Él y se ha asegurado en ofrecernos todos los medios para conseguirlo. 

Cuando un soldado se alista en el ejército, se le da un rango y una función. 

Cuando Jesús se nos aparece, no sólo lo hace para salvarnos, sino para salvar al mundo a través de nosotros.
Quizás algunos de nosotros hallamos visto en nuestro corazón una "llamada perdida" que todavía no hemos respondido. Y, posiblemente, en ausencia de información de primera mano, hacemos suposiciones sobre lo que nos quería decir o hacemos conjeturas sobre lo que deberíamos hacer. 
Pero es todo más sencillo: Descuelga y responde. Apartemos un rato diario de nuestra agenda y pongámonos frente al Santísimo, o en "lo escondido", para orar y escuchar de Dios, y Él mismo nos lo dirá. 

A mí me ocurrió (y me sigue ocurriendo) así. Y es que tenía muchas "llamadas perdidas" suyas que no había atendido.

Para la reflexión: ¿Sé cuál es la función que me ha asignado?

3. Servicio: "...ministro..."

Un ministro es alguien que ejerce un ministerio, un servicio, una función. Jesús quiere que seamos sus ministros, sus servidores, sus instrumentos. Incluso hasta ser esclavos suyos.

Desgraciadamente, no todos los cristianos colocan a Jesús como el Señor de sus vidas, porque posiblemente piensan que es su Salvador, pero no su Señor. La Iglesia se ha convertido en un lugar de privilegio, en un club privado donde sólo hay "señores" que reciben pero no hay "servidores" que den.

Dios nos llama, ¿aceptaremos o rechazaremos la llamada?

¿Has entregado y consagrado, en calidad de esclavo, tu cuerpo y tu alma, tus bienes interiores y exteriores, tus buenas acciones pasadas, presentes y futuras, tu familia y todo lo que tienes, sin reservas ni excepciones a Jesús? 

Sólo después de consagrarnos a Él (a través de María), recibimos la función que nos encomienda: esclavos de su amor y misericordia.

Para la reflexión: ¿Sirvo a Jesús?

4. Testimonio: "... y testigo..."

Un testigo es el que da testimonio. Dios también nos llama a ser testigos suyos, a dar testimonio de su mensaje de amor, de nuestra experiencia de Jesús, de su plan para toda la humanidad.

¿Hemos asumido el papel de un testigo? ¿Nos molesta el hecho de que tantos en el mundo están luchando por encontrar esperanza? ¿Estamos buscando maneras de dar audazmente un relato de lo que Dios está haciendo en nuestras vidas?

Para la reflexión: ¿Doy testimonio de Jesús?

5. Observación: "... de lo que has visto de mí..."

Sólo podemos testimoniar lo que hemos visto de Jesús. Si no le hemos visto, ¿qué vamos a compartir con otros?

Es posible que algunos, para no testimoniar a Jesús, se esconden detrás de la excusa de que "mi fe es de ámbito personal", cuando la realidad es que no han visto a Dios como para tener un impacto tal que es imposible ponerle excusas; o bien, se limitan a interiorizar una fe superficial o de cumplimiento, heredada de sus padres y entorno. 

Yo también he pensado que la fe era algo íntimo que cada uno debía vivir para sí. Pero ahora sé que es porque no me había encontrado con Cristo cara a cara, porque para compartir a Jesús con otros, primero debemos verlo. Debemos experimentarlo. Y después no puedes callártelo.

Para la reflexión: ¿Comparto a Jesús con otros?

6. Crecimiento: "y de lo que te voy a mostrar"

Una vez que le has conocido y mantienes una relación personal con Cristo, tu testimonio de fe cambia porque Jesús se revela progresivamente, a lo largo de tu vida y a través de las personas a quienes sirves y amas. Maduras y creces espiritualmente con Él.

Nuestro caminar con Jesús es un viaje diario y continuo. No se trata de una llamada que comienza y después, se cuelga.

Nuestro testimonio de su acción en nuestra vida debe ser continuamente actualizado a medida que nos moldea, regenera, purifica y perfecciona. A medida que continúa mostrándonos nuevos aspectos sobre el plan y la voluntad divina. Él nos lo promete: enseñarnos más de sí mismo y así crecer, mientras caminamos con Él.

Para la reflexión: ¿crezco y experimento más de Jesús?

Todos somos llamados por Dios. No hay excusas para no atender su llamada. Ser cristiano es reconocer a Jesús y compartir lo que nos ha dado, con un mundo necesitado y sediento de Dios.

¿Vas a contestar a Jesús?

sábado, 18 de julio de 2015

ACTOS COTIDIANOS, COSAS PEQUEÑAS



“… son las cosas pequeñas, los actos cotidianos de personas ordinarias 
los que alejan la maldad. 
Los sencillos actos de gentileza y amor”.

(El Hobbit: un viaje inesperado)

Las cosas extraordinarias no radican en actos llamativos, heroicos y deslumbrantes. Es el amor lo que elimina todo egoísmo e iniquidad de nuestros corazones; un amor que renuncia a todo lo que nos ata al mal, un amor que transforma el mundo desde los corazones.

Amar es regalar una sonrisa a tu mujer por la mañana, saludar al vecino del rellano o tender la mano al necesitado; escuchar con paciencia al que todos ignoran o rechazan, al que llora, al que sufre; perdonar a quien nos ofende, consolar al que lo necesita, enseñar al que no sabe.

La clave del amor es vivir lo ordinario de forma extraordinaria, de apreciar las cosas sencillas, celebrar los pequeños momentos, reducir la marcha, frenar el ritmo, respirar profundo y degustar las experiencias que vivimos, “tomar tierra”, saber escuchar y mirar a nuestro entorno.

Es disfrutar de lo corriente, de lo simple; es cambiar la percepción, el modo de ver las cosas y la actitud ante el mundo. Es valorar lo común, lo pequeño en lugar de anhelar lo grandilocuente o lo exótico. 

Y es ahí donde descubrimos a Dios, en la humildad, en la sencillez, en la naturalidad. Es ahí donde podemos establecer una relación personal con Él. 

No consiste tanto en largas horas de oración o contemplación, ni en visiones o revelaciones especiales... no consiste en buscar a un Dios aparatoso, triunfal, espectacular... que nos resuelva los problemas, que nos libre de los malos momentos y que evite nuestros sufrimientos... 

Ese no es el Dios que se manifestó en Jesús, ese no es el Dios que “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos” (Filipenses 2, 7).


Se trata de algo mucho más sencillo: de encontrar a Dios en la vida cotidiana para captar lo que nos quiere decir, para sentir su presencia y su amor. Si desvinculamos a Dios de nuestra vida cotidiana, nos quedamos sin Dios. 

Muchas veces no le encontramos porque no le buscamos donde debemos, donde no podemos encontrarle o también porque le buscamos en solitario, en lugar de sentirle en el grupo, en la comunidad.

Nuestro Padre nos invita a buscarle, descubrirle, hablarle, amarle, siempre y a cualquier hora, en los actos cotidianos, en el bullicio del día a día, en las preocupaciones que nos abruman... en nuestra vida familiar, profesional, social. Nos llama a hacer de esa experiencia cotidiana, el lugar de encuentro y relación con Él. 

Buscar a Dios es dejarle un espacio entre nosotros y nuestra cotidianeidad, descubrirle en esa tierra de nadie y pedirle que la ocupe.

Estamos llamados a vivir nuestra fe con más humanidad y nuestra experiencia humana con más sentido cristiano, al modo del Dios hecho hombre.

“Dios ha elegido lo que el mundo considera necio 
para avergonzar a los sabios, 
y ha tomado lo que es débil en este mundo 
para confundir lo que es fuerte. 
Dios ha elegido lo que es común y despreciado en este mundo, 
lo que es nada, para reducir a la nada lo que es.” 

1 Corintios 1, 27-28: