¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 8 de abril de 2017

"ACERCAR A LOS ALEJADOS"


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"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. 
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." 
(Mateo 28, 19-20)


El mandato de Jesús es claro: acercar a todas las personas a su Iglesia. Y por supuesto, todo sacerdote desea una parroquia creciente y próspera, y con gran número de feligreses. 

Pero este deseo debiera ser, no tanto porque la asistencia a misa sea una medida significativa de crecimiento, sino porque su aumento sea una prueba de que se está alcanzando a las personas, de que nuestra Iglesia está "en salida". 

Como miembro de esa Iglesia que todos queremos, hoy me gustaría reflexionar sobre ello, haciendo una analogía entre Iglesia y Mercado.

Mi formación universitaria y mi experiencia profesional se han desarrollado en el ámbito comercial y del marketing. Como estudiante de Publicidad y como director comercial de varias empresas, mis objetivos en el Mercado han sido y son la fidelización de los clientes habituales, la adquisición de nuevos clientes, el incremento de ventas, la formación y dirección del equipo de ventas, el crecimiento económico de la empresa, etc.

Y creo que en la iglesia, la dinámica es muy parecida. A decir vedad, es la misma.

Llegar a los "sin iglesia"

Podemos fidelizar a nuestros asistentes actuales ofreciéndoles actividades para el servicio, la formación y el discipulado, etc. Todo ello les ayudará a crecer y a madurar espiritualmente. Pero sólo con esto, el Reino de Dios no crece. Una Iglesia de puertas cerradas no cumple la función para la que Cristo la fundó .

Resultado de imagen de iglesias de puertas abiertasO también, podemos alcanzar a nuevas personas: los alejados, los "sin iglesia". Ese es el verdadero objetivo de la Iglesia en general, y de nuestra parroquia, en particular. Cristo instituyó la Iglesia para ir en busca de los que no pertenecen a ella, y lo hizo dando un mandamiento muy claro: "Id y haced discípulos" (Mateo 28, 19-20). No dice: "Quedaos y haced discípulos entre los vuestros".

En Hechos 1,8 nos dice cómo: "recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros para que seáis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra".

La Misión de la Iglesia sólo es posible a través del poder del Espíritu Santo. Nosotros debemos ser testigos de Cristo, cumpliendo nuestra misión en nuestra ciudad (Jerusalén), en nuestra comunidad autónoma o estado y en nuestros países (Judea y Samaria), y en cualquier otro lugar donde Dios nos envíe (hasta los confines de la tierra).

Ir en busca de los que no están en la Iglesia no quiere decir que lo hagamos en cualquier sitio o de cualquier manera. "Pescar en otras peceras", es decir, atraer a personas de otras parroquias, no es un crecimiento sano y próspero porque si la gente deja otra iglesia para asistir a nuestra iglesia, el Reino no aumenta.

Dicho esto, el crecimiento de la Iglesia requiere llegar a los "sin iglesia", a los que nunca la han tenido o a los que se han alejado de ella. 

Aquí está la gran noticia: Hay mucha más gente sin iglesia en nuestros barrios que asientos vacíos en nuestras iglesias. De hecho, probablemente haya más gente sin iglesia en nuestro barrio que asientos vacíos en todas las iglesias de nuestra ciudad. 

Volviendo al ámbito comercial y de los negocios, este hecho significaría una gran noticia: un montón de clientes potenciales, un "amplio target", es decir, un entorno rico en objetivos, un escenario idóneo para el crecimiento. 

Tan solo, necesitamos alcanzarlos. Si aprendemos a llegar de forma consciente e intencional a los "sin iglesia", nuestras parroquias no pararán de crecer.

Comprender a los "sin iglesia"

Para entender cómo llegar a los sin iglesia, volvamos de nuevo al ámbito empresarial. En el mercado, cuando una empresa desea llegar a un mercado potencial específico, realiza estudios de mercado, investiga las necesidades y preferencias del mercado. 

Es preciso dedicar tiempo y esfuerzo a organizar grupos de testeo, probar productos, desarrollar el etiquetado y empaquetado, determinar escalas de precio y luego realizar pruebas con un público más amplio. Es un proceso largo y sistemático, pero los resultados proporcionan un futuro negocio con un producto que impulsa las decisiones de compra para el mercado previsto.

Una vez más, los principios del mercado son trasladables al ministerio de la Iglesia. Para llegar a los sin iglesia, debemos conocer y comprender a los sin iglesia. Debemos saber sus necesidades, sus preferencias, su mentalidad.

Para ello, debemos:

Conocer nuestro "mercado objetivo". 

Si decimos que estamos preocupados por los alejados de nuestra comunidad parroquial, pero no tenemos relaciones personales o amistades con nadie alejado de la fe, no tenemos autoridad moral para decir a otros que inviertan en nosotros. Debemos llegar a conocerlos personalmente, conocer sus vidas, sus preocupaciones, sus inquietudes, sus estados, etc.

Comprender sus problemas. 

En la mayoría de los casos, las personas "sin iglesia" sufren los mismos problemas que las personas "con iglesia": problemas en el matrimonio, en la educación de los hijos, en el trabajo, en la falta de propósito, en la pérdida de esperanza, etc. 
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Sin embargo, la manera en que las personas sin iglesia procesan estos temas es diferente a la nuestra y, por lo tanto, requieren un enfoque diferente. Debemos investigar sus problemas y cómo procesan las soluciones. Aunque podamos estar de acuerdo en que Jesús es en última instancia su necesidad, ellos no reconocerán esta verdad por sí mismos ni de forma instantánea.

Mirar nuestra iglesia desde su perspectiva.

La mayoría de las personas sin iglesia no están en esa situación porque no hayan estado en la iglesia antes. La mayoría de las personas sin iglesia se han marchado o han sido desalojadas por malas experiencias. La gente no se marcha de la Iglesia por que no crean en Dios (motivos credenciales) sino porque no creen en ciertos aspectos de la iglesia (motivos vivenciales). Si realmente queremos saber lo que sus personas sin iglesia piensan de ella, necesitamos preguntarles directamente. Hay un axioma en el que creo profundamente: "nadie escuchará nada sobre la Iglesia sin antes decir lo que ellos piensan de ella". Para que nuestra Iglesia crezca, debemos buscar ese "feed-back" necesario, esa interacción entre oferta y demanda que existe igualmente en el mundo comercial.

Prestar atención a sus necesidades. 

A menudo, nuestras necesidades tanto materiales como espirituales dentro de la parroquia pueden estar cubiertas. Nuestra parroquia es un "entorno feliz" pero lo que debemos querer saber es lo que el mundo sin iglesia que nos rodea, está experimentando, lo que necesita. Por supuesto, hay límites (no seamos "ingenuos"), pero sabemos que sumergirnos en nuestros círculos cristianos de fe nos aísla de la sociedad que estamos tratando de alcanzar. No podemos estar aislados del mundo y llegar al mundo.

Analizar sus características demográficas, socio-económicas y de estilo de vida. 

Todas las personas sin iglesia no son iguales. Eso es como decir que todos los cristianos son iguales. Los "alejados" no deben ser estereotipados o agrupados en grandes categorías. Cuanto más se pueda entender la composición de nuestro objetivo de personas "sin iglesia", mejor seremos capaces de diseñar actuaciones, y acercarles nuestra iglesia hasta donde ellos están. De esta forma, nuestra parroquia estará posicionada para crecer. La programación de actividades, misas y servicios de nuestra parroquia deben reflejar y amoldarse a esas características. 

Deberíamos tomar en cuenta dónde está la gente sin iglesia cada domingo. Cuando la gente "de iglesia" está en la parroquia, ¿dónde están las personas sin iglesia? Si no lo sabemos, será muy difícil llegar a ellos. 

Evaluemos nuestra comunidad en su totalidad, pero miremos a cada persona una por una, porque no son un proyecto a conseguir, son personas a quienes Dios ama y quiere junto a Él.


miércoles, 21 de diciembre de 2016

CUIDADO CON LOS GRUPOS ESTUFA

Cuando un grupo sólo comparte experiencias entre sus miembros…,
Cuando un grupo se centra sólo en sí mismo…,
Cuando un grupo no sirve a los demás…,
entonces se convierte en un grupo estufa, 
que sólo consume y consume, pero eso no es Iglesia

¿A quién no le gusta reunirse en una divertida cena con amigos y compartir nuestras vivencias? ¿Nos es un signo de amor mantener profundas conversaciones sobre verdades espirituales con las personas más cercanas a nosotros?

Sin duda, reunirse, conversar y compartir con amigos momentos maravillosos de fe son actividades recomendables, pero no construyen iglesia por sí solos.

Entonces ¿en qué consiste"construir comunidad?

Podemos afirmar que existen varios estilos de hacer iglesia. Hay aspectos positivos y negativos en cada modelo, pero algunos no están impulsados ​​por el deseo de ser parte de una comunidad cristiana auténtica. En ocasiones, simplemente pretenden esgrimir una excusa para reclamar que sus reuniones sean construir iglesia.

Existen algunos aspectos por las que estas reuniones de amigos no alcanzan el significado auténtico de lo que constituye formar Iglesia:

Sólo captamos una parte de la Iglesia

A veces, una reunión de amigos reduce todo lo que significa ser Iglesia a compartir y experimentar la fe en grupo  y formar comunidad.
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Estos son aspectos vitales de lo que significa ser una verdadera comunidad cristiana, pero se requieren otras actitudes: entre otras, es necesario ejercer liderazgo, apostolado y discipulado, y recibir sacramentos, guía y dirección espiritual de un sacerdote.

La Iglesia es un todo del que forman parte distintas personas, con distintas personalidades, carismas y talentos.

Nos conducen al egocentrismo

Cuando alguien desea romper con ser parte activa de una parroquia y en su lugar, lo sustituye por reunirse con amigos, la pregunta a considerar no es si podemos, sino si debemos.

Si nos sentimos llamados a crear un grupo de cristianos que haga que otros se encuentren con Cristo, entonces tal vez Dios utilice nuestro grupo para ello.

Pero aquí es donde necesitamos orar con el corazón y discernir desde la fe cristiana. Porque si, por otro lado, nos mueven sólo nuestras preferencias personales, nuestros deseos de ser distintos al resto de la comunidad parroquial, nuestra intención de consumir aquello que nos reporte un "subidón espiritual", o una fe "montaña rusa", debemos volver a involucrarnos en un parroquia tan pronto como sea posible.

Nos llevan al consumo de una fe particular

La historia está repleta de advertencias peligrosas de lo que sucede a aquellos que abandonan y minimizan la necesidad de reunirse como parte de una comunidad parroquial. Caemos entonces en una "fe a la medida", en una religión particular y eso no es el deseo de Dios.

La fe sólo se vive en comunidad. No es posible hacer la guerra por nuestra cuenta. No podemos ser "francotiradores de la fe" sino "soldados de Cristo", dentro de su Cuerpo Místico.
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Una reunión de amigos puede ser, en ocasiones peligrosa y servir como germen para ser tentados por el Enemigo, formando grupos que buscan sólo su propio consumo particular y alejarnos de la voluntad de Dios. 

Sin embargo, cuando sirves junto a personas diferentes a ti en la parroquia, con diferentes formas de ser y actuar, cuando tienes la guía y dirección espiritual de los sacerdotes, y acudes a los sacramentos, sin duda,  el camino de la fe se ilumina y nos acercamos a Dios. 

Impiden nuestro crecimiento espiritual

Todos necesitamos que otras personas también formen la Iglesia. Necesitamos a otras personas que no son como nosotros para ser la iglesia, para ser más como Cristo. Y el proceso de crecimiento y madurez espirituales se produce al pertenecer a una comunidad parroquial.

Otras personas que están en diferentes etapas de la vida que nosotros, tienen diferentes personalidades que nosotros, vienen de diferentes orígenes que nosotros, no sólo nos acompañan en nuestro camino de fe, sino que nos ayudan a evitar nuestras tendencias individualistas y egocéntricas.

Cuando sólo nos reunimos con amigos y personas afines a nosotros, eliminamos gran parte de la forma en que Dios utiliza a los demás dentro de la Iglesia para que maduremos y crezcamos en la fe.

Es, realidad, una falta de humildad. Con el deseo de estar sólo con personas de nuestra "cuerda", asumimos que sólo ellos pueden enseñarnos y ayudarnos a crecer. Rechazamos las contribuciones que otros pueden aportar (y aportan) para nuestra santificación.

Nos impiden servir correctamente

Cuando nos apartamos de una comunidad parroquial, no es posible desarrollar nuestros dones y talentos espirituales en plenitud ni tampoco involucrarnos en un servicio altruista a los demás.

Existen muchos caminos de crecimiento y servicio que nunca encontraremos si nos recluimos en un "grupo estufa" de amigos afines.
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La Iglesia se reúne para que sirvamos unos a otros, usando los dones que el Espíritu Santo nos concede y que en una comunidad cristiana desarrollamos.

Un "miembro inactivo de la Iglesia", sustituye la comunidad por la reunión con amigos y evita que recibamos las alegrías y bendiciones que Dios tiene reservadas para nosotros.

Puede ocurrir que, a veces, no nos encontremos a gusto dentro de la parroquia. Incluso que nos hieran y lastimen. Seguro! Pero quién permanece en la Iglesia de Cristo se conforma en Cristo. De hecho, Él ha prometido hacerlo.

Es comprensible el deseo de sentirse conectado con Dios a través de otras personas afines a nosotros, pero es por eso que las parroquias tienen pequeños grupos y Dios nos proporciona amigos dentro de ellas.

Jesús ha prometido estar en medio cuando dos o más estemos reunidos en su nombre, pero no ha llamado a eso Su Iglesia. Si te reúnes con un grupo de amigos para hablar sobre la vida y la fe, no te detengas pero tampoco lo confundas con lo que significa la esencia de la Iglesia.

Debemos buscar ser parte del Cuerpo de Cristo, donde todos somos necesarios y donde nadie sobra. Debemos ser la novia de Cristo, es decir, Iglesia, no tratar de reemplazarla.



martes, 29 de noviembre de 2016

LA CONVERSIÓN PASTORAL DE NUESTROS SACERDOTES



A veces tengo la impresión de que algunos sacerdotes piensan que la conversión pastoral misionera a la que llama Dios a toda su Iglesia, no va con ellos, sino que es sólo tarea de los laicos.

Es preciso que la "conversión misionera" comience por los sacerdotes, pues "su ministerio está totalmente al servicio a los laicos: al servicio de su fe, de su esperanza y de su caridad... y para ayudarles a vivir en plenitud su papel específico en la misión de la Iglesia". (Pastores dabo vobis n. 16 y n. 17).

Una conversión misionera de nuestras parroquias requiere que, primero, los sacerdotes sean audazmente misioneros, haciéndose "todo para todos, para salvar de cualquier manera a algunos" (1 Corintios 9,22), sin acomodarse en su papel de líderes ni permanecer en el ámbito “protegido” del círculo de sus más próximos.

Debido a la ausencia de "conversión misionera" de los sacerdotes de algunas parroquias, surgen, inevitablemente, quejas sobre ellos. Incluso, las personas comprometidas con sus parroquias, tienen quejas. Y, siendo honestos, algunas de ellas no son justas porque los sacerdotes no son perfectos, pero otras sí lo son, porque los sacerdotes no cumplen su misión.

Sin embargo, estoy convencido de que no es posible que se produzca una conversión misionera ni que mejore el sacerdocio de nuestros queridos curas si no hay nadie que les diga en qué pueden mejorar. Desde la humildad y la corrección fraterna sin ánimo de crítica, he aquí algunas de las quejas más comunes:

Es controlador

Todas las decisiones son tomadas exclusivamente por el sacerdote. Todos pueden dar su opinión pero la decisión final, la toma él.

Está siempre a la defensiva

Normalmente, evita asumir desafíos. No se puede hablar con él acerca de un problema. Se niega a admitir que puede estar equivocado o que hace algo mal. 

Es rutinario

Disfruta tanto con las rutinas y las estructuras, que nunca intenta cambiar nada. Siempre está en actitud pasiva en lugar de activa.

Es miedoso

Ya sea por complacer a la gente o por falta de fe, teme el riesgo, hasta el punto de paralizar al equipo.

Es perezoso

En una ocasión, escuché esto de un sacerdote:"No hagáis lo que yo hago. Hacer lo que yo os digo, porque yo no voy a hacer nada."

Es impredecible 

Es inconsistente, sale por donde menos imaginas y hace que la gente nunca sepa a qué atenerse.

Es perfeccionista

No importa lo mucho que se avance, en lugar de celebrarlo, siempre está preguntando  ¿Y ahora que más?

Es confuso

Cuando marca el camino o establece la visión, los que tienen que ponerlo en práctica no le entienden. Y se frustran.

Es orgulloso

Se lleva toda la gloria y las medallas. ¡No hay más que decir!.

Es indeciso

Nunca es capaz de tomar una decisión. Y todo el mundo espera. Y espera. Y todo se para.

Está siempre ocupado

A veces está tan ocupado pensando en sus cosas, que los que tratan de seguirlo sienten que no se les escucha.

Es hipócrita

Su vida personal, y la que ven sus más allegados, no coincide con su imagen pública.

Está siempre agotado

Es un problema grave estar siempre anclado en la queja o en el cansancio, pues esa actitud lejos de motivar, desilusiona a los que le escuchan.



En la mayoría de las ocasiones, el sacerdote es totalmente ajeno a todas estas formas negativas. Por eso, desde una mayor distancia y una perspectiva externa, todos debemos ayudarles por el bien de toda la Iglesia de Cristo. 

Resultado de imagen de conversion pastoralEl dinamismo de una parroquia en misión permanente supone un proceso pedagógico con un itinerario pastoral en el que formamos corazones de discípulos misioneros en todos nosotros: bautizados, confirmados, ordenados para el ministerio sacerdotal y consagrados.

Nuestro discipulado misionero exige una conversión pastoral, es decir, la audacia de hacer más evangélica, discipular y participativa, la manera como construimos la Iglesia, según Cristo la fundó. 

La construcción de la Iglesia es tarea de todos pero comienza por aquellos que la lideran y guían. Y todo para la Gloria de Dios. 

La conversión personal de todos debe despertar nuestra capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino de Dios en nuestras vidas. 

Por ello,  obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y laicos, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (Apocalipsis 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta.






miércoles, 2 de noviembre de 2016

SUBAMOS A NUESTRA PARROQUIA AL SIGUIENTE NIVEL

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Todos buscamos una fórmula secreta para subir a nuestra parroquia al siguiente nivel, ya sea espiritualmente, numéricamente, personalmente, o todo lo anterior. 

Si bien el trabajo duro es imprescindible, se me ocurren algunas ideas fáciles de implementar en nuestra parroquia y que nos ayudarán a subir al siguiente nivel de desarrollo parroquial.

1. Orar continuamente

Independientemente de lo grande o pequeño que sea nuestro servicio o tarea, debemos orar diariamente para encontrar la guía de Dios. Las oraciones concretas, específicas y directas pueden parecernos duras o intimidatorias, pero el Dios al que servimos es concreto, específico y directo. Siempre nos responde.

2. Obedecer a Dios

Una vez que Dios nos responde, debemos obedecer. No tengamos miedo a ensayar esa nueva canción para el coro; no dudemos en lanzar ese servicio de atender a los que sufren y que nos saca de nuestra zona de confort; no demoremos el esfuerzo por ser más acogedores con las personas que nos visitan; no temamos establecer nuevos grupos de discipulado o titubeemos al renovar nuestros métodos evangelizadores.

3. Confiar en Dios

Incluso si algo no va tan bien como esperamos, Dios premiará nuestros esfuerzos. La gente de la parroquia necesita ver líderes que no tienen miedo a fallar o a equivocarse. Nuestra confianza en Dios siempre dará fruto, aunque no sea de la manera que nosotros esperemos.

4. Ser valientes

¿Queremos llegar a más personas? Probemos cosas nuevas. Si queremos resultados distintos, debemos probar cosas distintas. Hagámoslo aunque fallemos; Intentémoslo aunque nos cueste. Mostremos a todos que no tenemos miedo. 

5. Abandonarse al Espíritu Santo

Dejarse llevar, abandonarse al Señor y a Su Espíritu son las claves para llevar a nuestra parroquia al siguiente nivel de desarrollo. No se puede controlar cada área de la parroquia (es extremadamente difícil, si no imposible). Sólo Dios puede.

Debemos escuchar y responder en la dirección que sopla el Espíritu Santo tan ciega y desinteresadamente como nos sea posible. Surfear las olas espirituales que Dios nos envía.

6. Delegar

Formar líderes y delegar en otras personas la autonomía para tomar decisiones, y apoyarlas, independientemente de que sean "exitosas", creará personas capacitadas que confiarán en nuestros sacerdotes como líderes de la parroquia y los respetarán. Guíarlos, no controlarlos; formar discípulos, no seguidores; desarrollar personas en lugar de dirigirlas, y luego dejarlos ir y verlos volar.

Nos sorprenderemos al ver cómo esto llevará no sólo a las personas, sino también a nuestra parroquia al siguiente nivel de desarrollo. Dejemos el control al Espíritu Santo y no a nuestra propia voluntad.

7. Comprometernos 

Las únicas maneras de que cualquier plan de desarrollo de la parroquia sea exitoso son el seguimiento persistente y el compromiso. 

Necesitamos comprometernos realmente y comprometer a otros a vivir con estos principios y a desarrollarlos dentro de la parroquia. Las personas apreciarán y respetarán nuestro deseo de crecer y nuestra responsabilidad por hacer desarrollar la parroquia, y estarán siempre a nuestro lado cuando las cosas se pongan difíciles. Porque, sin duda, habrá momentos difíciles. 

Confiar en el líder de adoración para que elija las canciones apropiadas para una determinada homilía puede resultar en algo inesperado. 

Creer en el líder de acogida para que elija nuevas técnicas de saludo y recibimiento de las personas puede acabar con el temor de alguien a venir a misa.

Delegar en el líder de evangelización para optar por nuevos métodos y programas puede dar un fruto mayor del que imaginamos.

Facultar al líder de discipulado para optar por nuevas maneras y formas de dirigir las catequesis pueden involucrar más aún a los asistentes.

Resultado de imagen de no temasNo dejemos que estas cosas nos asusten. Dios dice: "No temas, estoy contigo". 

Proporcionemos pautas para el crecimiento y establezcamos espacios para la crítica constructiva. Permitamos que otros desarrollen sus dones y habilidades de liderazgo. Veamos estos momentos difíciles como oportunidades para todos crezcamos y nos desarrollemos.

Cuando hagamos todo esto, en plena faena, es seguro que habrá momentos de debilidad, desesperación o fracaso. Pero como todo en la vida, no dejemos que estos pequeños contratiempos nos desanimen y eviten nuestra proposición de intentarlo.

Se necesita mucha valentía y coraje para salir y hacer lo que el Señor hizo y nos llama a hacer: hacer todo nuevo. 

Se necesita práctica para aprender a dejarse llevar por Dios y a delegar en otros. 

Se necesita fortaleza para hacer nuevas cosas cuando los acontecimientos se vuelven en nuestra contra. 

Pero no nos arrepintamos de hacer ninguna de estas cosas. Sin duda, nos llevarán a todos nosotros y a nuestra parroquia al siguiente nivel. Y estaremos más cerca de Dios y de su voluntad.