¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 17 de agosto de 2019

EL CRECIMIENTO EFICAZ DE LA IGLESIA PRIMITIVA


El libro de los Hechos de los Apóstoles nos enseña el modelo de expansión milagrosa y crecimiento eficaz de la Iglesia que empieza a raíz de Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo. 

Al principio, la Iglesia contaba con, al menos, 120 creyentes, que oraban constantemente. "Todos ellos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus hermanos. Un día de aquellos, en que se habían reunido unos ciento veinte" (Hechos 1, 14-15).

Tras Pentecostés, las conversiones se producían continuamente y los cristianos aumentaban exponencialmente, llegando a 3.000 bautizados."Y los que acogieron su palabra se bautizaron; y aquel día se agregaron unas tres mil personas."
(Hechos 2, 41).

El número de cristianos había crecido hasta los 5.000. "Muchos de los que oyeron el discurso creyeron; y el número de los hombres llegó a unos cinco mil." (Hechos 4, 4). Si contamos a las mujeres y a los niños, la iglesia tenía al menos 15.000 personas.
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Los cristianos seguían creciendo en numero y se producían muchos milagros. "Y el número de hombres y mujeres que creían en el Señor aumentaba cada vez más. De las aldeas próximas a Jerusalén acudía también mucha gente llevando enfermos y poseídos por espíritus inmundos, y todos eran curados." (Hechos 5, 14-16). "La palabra de Dios crecía, el número de los fieles aumentaba considerablemente en Jerusalén, e incluso muchos sacerdotes abrazaban la fe." (Hechos 6, 7).

La Iglesia crecía y, a la vez, era perseguida. La persecución hizo que los cristianos se dispersaran por todo el mundo conocido, produciendo así la expansión de la fe cristiana.

Uno de los mas fervientes perseguidores de los cristianos fue Saulo, quien, camino de Damasco, se convirtió milagrosamente. Y así, nació en la Iglesia la gran figura del Apóstol de los Gentiles, San Pablo, que llevó el mensaje de Cristo hasta los confines de la tierra.

Con la predicación de San Pablo, la Iglesia de Cristo crecía y se multiplicaba, pasando de los judíos a los gentiles. "Mientras tanto la palabra del Señor crecía y se multiplicaba." (Hechos 12, 24). "La palabra del Señor se difundía por todo el país." (Hechos 13, 49). 
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Con los viajes evangelizadores de San Pablo, se fundaban muchas iglesias y se instituían presbíteros. "Instituyeron presbíteros en cada Iglesia" (Hechos 14, 23). "Muchos judíos abrazaron la fe, así como gran número de paganos, mujeres distinguidas y hombres." (Hechos 17, 12).

Hechos 21,20 nos relata que la Iglesia contaba con decenas de miles de cristianos. Podríamos estar hablando probablemente  de 50.000 a 100.000 cristianos.

En sólo 25 años, la Iglesia de Cristo creció y creció de forma milagrosa. ¿Por qué? ¿Cuál fue la razón de este crecimiento?

La clave del crecimiento 

En Hechos 5, 42 nos da la clave de este crecimiento: "Todos los días pasaban tiempo en el templo y en una casa tras otra. Nunca dejaron de enseñar y decir las buenas noticias de que Jesús es el Mesías". 
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Se reunían en grupos  grandes en el templo para el culto y proclamar la Palabra, y en grupos pequeños en casas para hacer comunidad y formarse. 

Este modelo bíblico tan eficaz todavía funciona hoy pero apenas lo utilizamos. Si queremos que nuestras parroquias crezcan, tenemos que reunirnos en grupos pequeños para afianzar la comunidad, y en grupos grandes, para alabar a Dios. Y sobre todo, "nunca dejar de enseñar".

¿Qué hicieron estos primeros grupos pequeños? ¿Cuáles fueron los pilares sobre los que se construyó y creció la Iglesia de Cristo?

Discipulado

Los apóstoles ponían en práctica el mandato de Cristo "Haced discípulos". Enseñaban en el templo el domingo, y la gente estudiaba sus enseñanzas con mayor profundidad en sus hogares. 

No dejaban de enseñar y de anunciar la Buena Nueva ni un solo día. Al hacerlo, todos crecían y maduraban espiritualmenteAquí está la cuestión: anunciamos a Jesús pero no enseñamos acerca de Él. Y sin alimento, no se puede madurar.

La formación es nuestra asignatura pendiente. Y lo es porque la damos por hecho, y mucha gente desconoce aspectos doctrinales básicos.  La fe que no se enseña ni se comparte, se pierde.

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"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles." 
(Hechos 2, 42)

"No dejaban un día de enseñar, en el templo y en las casas, 
y de anunciar la buena noticia de que Jesús es el mesías." 
(Hechos 5,42)

Comunidad

Eran constantes. Perseveraban. Hacían comunidad. Vivían en fraternidad y unidad. Compartían todo.

Comían juntos y desarrollaban relaciones entre sí. Alababan a Dios y eran bendecidos con su gracia.

¡Cuántas veces nuestra inconstancia y falta de compromiso hace que nos rindamos! ¡Cuántas veces miramos hacia otro lado ante las necesidades de nuestros hermanos! ¡Cuántas veces "consumimos" una fe particular y privada! ¡Cuántas veces chismorreamos y juzgamos a los demás creando división!
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"Eran constantes en la unión fraterna (...).
Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común. 
Vendían las posesiones y haciendas, 
y las distribuían entre todos, 
según la necesidad de cada uno". 
(Hechos 2, 42 y 45)

"Partían el pan en las casas, 
comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 
El Señor añadía cada día al grupo 
a todos los que entraban por el camino de la salvación." 
(Hechos 2, 46 y 47)

Adoración

Estos primeros grupos pequeños de cristianos participaban en la comunión y adoraban juntos en el templo. Iban todos los días. Vivían la Eucaristía.

Los Apóstoles perseveraban en  la oración, en el culto y la proclamación de la Palabra.

¡Cuántas veces nos olvidamos de rezar! ¡Cuántas veces acudimos a misa pero estamos "ausentes", pensando en nuestras cosas!
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"Todos los días acudían juntos al templo
(Hechos 2, 47)

"Nosotros perseveraremos en la oración y en el ministerio de la palabra" 
(Hechos 6, 4)

Servicio

Se ayudaban los unos a otros por caridad. Vendían sus posesiones para ayudar a los que lo necesitaban. Se apoyaban mutuamente.

Todo lo tenían en común. No había mendigos ni indigentes. Repartían todo a quienes tenían necesidades.

¡Cuántas veces vamos cada uno a lo nuestro! ¡Cuántas veces acaparamos "nuestras cosas" y no las compartimos! ¡Cuánto nos cuesta repartir nuestros dones y nuestros recursos con los demás!
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"Vendieron propiedades y posesiones para dar a cualquiera que lo necesitara" 
(Hechos 2,45)

"Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, 
y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, 
sino que tenían en común todas las cosas(...) 
No había entre ellos indigentes, 
porque todos los que poseían haciendas o casas las vendían, 
llevaban el precio de lo vendido, lo ponían a los pies de los apóstoles
 y se repartía a cada uno según sus necesidades." 
(Hechos 4, 32, 34 y 35)

Evangelización

Anunciaban la Palabra de Dios y evangelizaban. No podían callar lo que habían visto y oído.

Los Apóstoles no se quedaban quietos. Iban y evangelizaban por todas las aldeas. Era, en efecto, una "Iglesia en salida".

Si las personas se convertían a la fe en Cristo diariamente, ¡eso significa que la Iglesia veía al menos 365 conversiones al año! Dios bendecía estos grupos haciendo crecer el número de creyentes todos los días.

¡Cuántas veces pensamos que eso de evangelizar es labor de curas! ¡Cuántas veces creemos que eso no va con nosotros! ¡Cuántas veces preferimos la propia comodidad frente al sacrificio por otros!
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"Nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído (...) 
y anunciaban con absoluta libertad la palabra de Dios." 
(Hechos 4, 20 y 31)

"El Señor añadía a su número todos los días a los que se salvaban". 
(Hechos 2, 47)

¿Por qué fue eficaz?

La Iglesia Primitiva fue eficaz porque:

la fundó Jesucristo.
- estaba llena del Espíritu Santo. 
- era un estilo de vida de amor y alegría.
- estaba unida y utilizaba los dones de todos.
vivían la Eucaristía y rezaban a diario.
se formaban y testificaban con su vida.
todos eran apóstoles misioneros.
compartían todo y se ayudaban mutuamente.
- creaban comunidad en grupos.

Estos pequeños grupos que describe el libro de Hechos constituyeron un microcosmos dentro de la Iglesia. Células evangelizadoras que multiplicaron la gracia de Dios, desde lo pequeño a lo grande, desde el interior al exterior, haciendo crecer y fructificar a la Iglesia.

Y lo hicieron a través de los cinco propósitos de la Iglesia: Adoración, Comunidad, Discipulado, Servicio y Evangelización. 

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La Iglesia actual debe fijarse en la primitiva. Sólo si tenemos a Cristo como centro y nos llenamos de Espíritu Santo, pueden ocurrir milagros. 

Sólo si aplicamos los cinco propósitos de la Iglesia de forma natural, el crecimiento será automático y exponencial. Sólo si existe amor y alegría entre nosotros, los demás querrán tener lo que nosotros tenemos y unirse a nosotros. 

¿Ponemos esos propósitos en marcha en nuestras parroquias? ¿Imitamos el modelo de la Iglesia primitiva para que crezca nuestra Iglesia? ¿Seguimos nosotros hoy escribiendo el libro de los Hechos de los Apóstoles?

sábado, 8 de abril de 2017

"ACERCAR A LOS ALEJADOS"


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"Id, pues, y haced discípulos míos en todos los pueblos, 
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 
y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. 
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo." 
(Mateo 28, 19-20)


El mandato de Jesús es claro: acercar a todas las personas a su Iglesia. Y por supuesto, todo sacerdote desea una parroquia creciente y próspera, y con gran número de feligreses. 

Pero este deseo debiera ser, no tanto porque la asistencia a misa sea una medida significativa de crecimiento, sino porque su aumento sea una prueba de que se está alcanzando a las personas, de que nuestra Iglesia está "en salida". 

Como miembro de esa Iglesia que todos queremos, hoy me gustaría reflexionar sobre ello, haciendo una analogía entre Iglesia y Mercado.

Mi formación universitaria y mi experiencia profesional se han desarrollado en el ámbito comercial y del marketing. Como estudiante de Publicidad y como director comercial de varias empresas, mis objetivos en el Mercado han sido y son la fidelización de los clientes habituales, la adquisición de nuevos clientes, el incremento de ventas, la formación y dirección del equipo de ventas, el crecimiento económico de la empresa, etc.

Y creo que en la iglesia, la dinámica es muy parecida. A decir vedad, es la misma.

Llegar a los "sin iglesia"

Podemos fidelizar a nuestros asistentes actuales ofreciéndoles actividades para el servicio, la formación y el discipulado, etc. Todo ello les ayudará a crecer y a madurar espiritualmente. Pero sólo con esto, el Reino de Dios no crece. Una Iglesia de puertas cerradas no cumple la función para la que Cristo la fundó .

Resultado de imagen de iglesias de puertas abiertasO también, podemos alcanzar a nuevas personas: los alejados, los "sin iglesia". Ese es el verdadero objetivo de la Iglesia en general, y de nuestra parroquia, en particular. Cristo instituyó la Iglesia para ir en busca de los que no pertenecen a ella, y lo hizo dando un mandamiento muy claro: "Id y haced discípulos" (Mateo 28, 19-20). No dice: "Quedaos y haced discípulos entre los vuestros".

En Hechos 1,8 nos dice cómo: "recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros para que seáis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines de la tierra".

La Misión de la Iglesia sólo es posible a través del poder del Espíritu Santo. Nosotros debemos ser testigos de Cristo, cumpliendo nuestra misión en nuestra ciudad (Jerusalén), en nuestra comunidad autónoma o estado y en nuestros países (Judea y Samaria), y en cualquier otro lugar donde Dios nos envíe (hasta los confines de la tierra).

Ir en busca de los que no están en la Iglesia no quiere decir que lo hagamos en cualquier sitio o de cualquier manera. "Pescar en otras peceras", es decir, atraer a personas de otras parroquias, no es un crecimiento sano y próspero porque si la gente deja otra iglesia para asistir a nuestra iglesia, el Reino no aumenta.

Dicho esto, el crecimiento de la Iglesia requiere llegar a los "sin iglesia", a los que nunca la han tenido o a los que se han alejado de ella. 

Aquí está la gran noticia: Hay mucha más gente sin iglesia en nuestros barrios que asientos vacíos en nuestras iglesias. De hecho, probablemente haya más gente sin iglesia en nuestro barrio que asientos vacíos en todas las iglesias de nuestra ciudad. 

Volviendo al ámbito comercial y de los negocios, este hecho significaría una gran noticia: un montón de clientes potenciales, un "amplio target", es decir, un entorno rico en objetivos, un escenario idóneo para el crecimiento. 

Tan solo, necesitamos alcanzarlos. Si aprendemos a llegar de forma consciente e intencional a los "sin iglesia", nuestras parroquias no pararán de crecer.

Comprender a los "sin iglesia"

Para entender cómo llegar a los sin iglesia, volvamos de nuevo al ámbito empresarial. En el mercado, cuando una empresa desea llegar a un mercado potencial específico, realiza estudios de mercado, investiga las necesidades y preferencias del mercado. 

Es preciso dedicar tiempo y esfuerzo a organizar grupos de testeo, probar productos, desarrollar el etiquetado y empaquetado, determinar escalas de precio y luego realizar pruebas con un público más amplio. Es un proceso largo y sistemático, pero los resultados proporcionan un futuro negocio con un producto que impulsa las decisiones de compra para el mercado previsto.

Una vez más, los principios del mercado son trasladables al ministerio de la Iglesia. Para llegar a los sin iglesia, debemos conocer y comprender a los sin iglesia. Debemos saber sus necesidades, sus preferencias, su mentalidad.

Para ello, debemos:

Conocer nuestro "mercado objetivo". 

Si decimos que estamos preocupados por los alejados de nuestra comunidad parroquial, pero no tenemos relaciones personales o amistades con nadie alejado de la fe, no tenemos autoridad moral para decir a otros que inviertan en nosotros. Debemos llegar a conocerlos personalmente, conocer sus vidas, sus preocupaciones, sus inquietudes, sus estados, etc.

Comprender sus problemas. 

En la mayoría de los casos, las personas "sin iglesia" sufren los mismos problemas que las personas "con iglesia": problemas en el matrimonio, en la educación de los hijos, en el trabajo, en la falta de propósito, en la pérdida de esperanza, etc. 
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Sin embargo, la manera en que las personas sin iglesia procesan estos temas es diferente a la nuestra y, por lo tanto, requieren un enfoque diferente. Debemos investigar sus problemas y cómo procesan las soluciones. Aunque podamos estar de acuerdo en que Jesús es en última instancia su necesidad, ellos no reconocerán esta verdad por sí mismos ni de forma instantánea.

Mirar nuestra iglesia desde su perspectiva.

La mayoría de las personas sin iglesia no están en esa situación porque no hayan estado en la iglesia antes. La mayoría de las personas sin iglesia se han marchado o han sido desalojadas por malas experiencias. La gente no se marcha de la Iglesia por que no crean en Dios (motivos credenciales) sino porque no creen en ciertos aspectos de la iglesia (motivos vivenciales). Si realmente queremos saber lo que sus personas sin iglesia piensan de ella, necesitamos preguntarles directamente. Hay un axioma en el que creo profundamente: "nadie escuchará nada sobre la Iglesia sin antes decir lo que ellos piensan de ella". Para que nuestra Iglesia crezca, debemos buscar ese "feed-back" necesario, esa interacción entre oferta y demanda que existe igualmente en el mundo comercial.

Prestar atención a sus necesidades. 

A menudo, nuestras necesidades tanto materiales como espirituales dentro de la parroquia pueden estar cubiertas. Nuestra parroquia es un "entorno feliz" pero lo que debemos querer saber es lo que el mundo sin iglesia que nos rodea, está experimentando, lo que necesita. Por supuesto, hay límites (no seamos "ingenuos"), pero sabemos que sumergirnos en nuestros círculos cristianos de fe nos aísla de la sociedad que estamos tratando de alcanzar. No podemos estar aislados del mundo y llegar al mundo.

Analizar sus características demográficas, socio-económicas y de estilo de vida. 

Todas las personas sin iglesia no son iguales. Eso es como decir que todos los cristianos son iguales. Los "alejados" no deben ser estereotipados o agrupados en grandes categorías. Cuanto más se pueda entender la composición de nuestro objetivo de personas "sin iglesia", mejor seremos capaces de diseñar actuaciones, y acercarles nuestra iglesia hasta donde ellos están. De esta forma, nuestra parroquia estará posicionada para crecer. La programación de actividades, misas y servicios de nuestra parroquia deben reflejar y amoldarse a esas características. 

Deberíamos tomar en cuenta dónde está la gente sin iglesia cada domingo. Cuando la gente "de iglesia" está en la parroquia, ¿dónde están las personas sin iglesia? Si no lo sabemos, será muy difícil llegar a ellos. 

Evaluemos nuestra comunidad en su totalidad, pero miremos a cada persona una por una, porque no son un proyecto a conseguir, son personas a quienes Dios ama y quiere junto a Él.


domingo, 23 de agosto de 2015

IGLESIA EN MOVIMIENTO


Movimiento e Iglesia han ido siempre de la mano. Desde los comienzos del cristianismo, la Iglesia ha tenido que moverse para cumplir el mandato de Cristo de evangelizar. Hoy día, debería ocurrir lo mismo!

Los movimientos eclesiales son comunidades de laicos dentro de la Iglesia católica que tienen una determinada forma de llevar a cabo o vivir la fe católica y están dedicadas a la evangelización y actividad misionera. 

Pero hoy no hablamos de movimientos eclesiales sino de actitudes individuales y/o colectivas concretas, dirigidas a todos los cristianos...estén "en movimiento" o "en paro".

¡Renueva tu parroquia!

Muchos cristianos tienen a su parroquia tan sólo como una cita semanal. “Fichan” a la entrada y a la salida como si fuera su trabajo y luego se van a casa, quejándose de “lo muerta que está la iglesia” y no hacen nada! 

La Iglesia estará tan viva y vibrante en tanto en cuanto lo estén sus miembros, porque ¡ellos son la iglesia! El apóstol Pablo dijo: “Todos somos parte del cuerpo de Cristo”, y como tal, se nos pide que hagamos un trabajo específico en el cuerpo. 

Comprométete con tu parroquia; busca la forma en la que tus talentos, tus dones y los de toda la comunidad sirvan para que tu parroquia esté viva y en continuo crecimiento.

¡Sé un discípulo misionero!

Echa un vistazo a la naturaleza: una planta crece y se desarrolla hasta un determinado momento, en el que ya no puede crece más. Entonces, da fruto y se reproduce. 

La parroquia es como una planta: debe crecer, dar fruto abundante y reproducirse mediante el discipulado.

Sirve en tu parroquia, sé voluntario, dale a alguien tu regalo de más valor, tu tiempo. Da a conocer a Jesús a otras personas y serás un autentico discípulo misionero.

Dios no desea que nos pongamos muy cómodos en esta vida. Jesús nos enseñó el camino: dejó su casa, su familia, su zona de confort y salió a contarle al mundo el plan de Dios. No es un camino de rosas, pero nada que valga la pena jamás será fácil.

¡Comparte experiencias con otras parroquias!

Esto no quiere decir que tengas que cambiarte de parroquia ¡No, no necesariamente!, sino simplemente que aprendas como otros cristianos honran a Dios. 

El cristianismo ha sido siempre una fe comunitaria, grupal. La Iglesia no son reductos individuales y autónomos; todas las comunidades deben estar conectadas entre sí. 

Debemos de buscar a Dios juntos, compartiendo conocimientos y experiencias y así podemos ser de mucha utilidad los unos con los otros y ayudarnos durante las dificultades a las que tengamos que enfrentarnos.

Es muy edificante conocer a personas que tienen formas, costumbres y métodos diferentes y que también son nuestros hermanos, aunque sean de otra parroquia. Ver cómo otros trabajan, sirven, oran o adoran puede ayudarte a entenderlos mejor y quizás a valorar la propia manera de adorar de tu parroquia. 

¡Alaba a Jesús con música!

Nada toca nuestro espíritu ni alegra nuestro corazón tanto como la música. 

Esto explica por qué ha sido una parte tan importante en la historia del hombre. 

Jesús quiere gozo en su casa, quiere risas y quiere canciones. No tengamos vergüenza de alabar a Dios con la alegría de la música sea del tipo que sea, clásica o moderna, pop o hasta Hip Hop…


¡Perdona siempre!

Es una de las cosas más difíciles a lo cual somos llamados como cristianos. Cuando nos hieren es muy difícil soltar el dolor causado por las heridas. Queremos justicia, venganza, castigar a quienes nos han herido. 

Pero si no perdonamos, también nos hacemos daño a nosotros mismos. Llenamos nuestro corazón de resentimiento y odio. Cristo nos llama a despojarnos de todo rencor y a perdonar así como hemos sido perdonados. 

Cuando perdonamos lo hacemos también por nosotros mismos.

¡Escucha a Dios!

Dios puede hablarnos en medio de las tormentas y torbellinos de la vida, pero muy a menudo nos habla a través del leve susurro de su voz; el cual muchas veces queda apagado por el ruido del mundo moderno y sus afanes. 

Ora continuamente, escucha, toma tiempo todos los días para estar alerta, en silencio y quizás te sorprendas de lo que escuches.