La 2ª carta a los Tesalonicenses ocupa el décimo cuarto lugar de los libros del Nuevo Testamento y el noveno del corpus paulino.
Se trata de la 2ª de las "cartas iniciales" o "cartas menores", más breve que la 1ª, con finalidad eminentemente teológica y pastoral, y con un colorido escatológico-apocalíptico.
Autoría, lugar y fecha de composición
La Tradición cristiana (san Ireneo, san Ignacio de Antioquía, san Justino y san Policarpo) reconoce unánimemente la autoría de Pablo, quien escribe desde Corinto hacia principios del año 51 d.C. tres o cuatro meses después de la 1ª carta, como acredita la presencia de Silas y de Timoteo.
El motivo de la epístola es corregir los malentendidos de los tesalonicenses, que creían que la parusía era inminente o incluso que había ocurrido ya: el apóstol remarca que antes del regreso glorioso de Cristo, habrían de producirse "unas señales" (2 Tes 2,1-14), por lo que les anima a mantenerse vigilantes y firmes en la fe (2 Tes 3,6-7; 14-15).
Sin embargo, muchos biblistas creen que la carta podría haber sido escrita por un discípulo suyo entre los años 80-110 d.C. por las diferencias en:
- el tono: menos íntimo, afectivo y personal
- el contenido teológico: la no inminencia de la 2ª venida de Cristo)
- la cristología: más acentuada en esta carta que en la 1ª
- el vocabulario: con muchas palabras diferentes
- la estructura: posible interpolación de varias cartas
- el estilo: utiliza muchas repeticiones, nada habituales en Pablo
- el saludo: parece un intento de recalcar la autoridad apostólica del escrito
- los destinatarios: parecen ser más universales que locales
Contenido
Pablo quiere aclara a la comunidad de Tesalónica varias cuestiones que no parecen haberse entendido o que han sido tergiversadas por "falsos profetas":
- Juicio final: utilizando elementos del género apocalíptico (cf. Is 2,10-21; 66,4-16) les recuerda (y lo seguirá haciendo en todas sus cartas) que habrá un juicio futuro, justo y universal de Dios en el que, a su tiempo, cada uno recibirá lo que merece por sus obras (2 Tes 1,4-12; cf. 1 Cor 3,13-16; 2 Cor 5,10; Gal 6,7-9; Rom 2,5-16; 14, 10-12; Col 3,24-25; 2 Tim 4,1).
- Parusía: reitera que la venida del Señor es cierta pero imprevisible. No dice nada respecto a cuándo tendrá lugar la parusía pero, en todo caso, no hay que considerarla como inminente.
- Signos y señales: insiste en que, antes de que llegue la parusía, tendrán que ocurrir ciertos signos o señales: la apostasía y el misterio de la iniquidad (cf. 2,1-12). Por eso, corrige la decisión de ciertos miembros de la comunidad de dejar de trabajar por la más que inminente llegada del Señor, exhortándoles a seguir trabajando, a estar vigilantes y a discernir los "signos de los tiempos" (cf. 3, 6-15).
- Misterio de iniquidad: recurre a los textos bíblicos y al género apocalíptico para explicar el plan maligno de Satanás:
- su acción anti-Dios en el Antiguo Testamento (cf. Gen 3,4-5; Is 14,13-15; Ez 28,2-10; Dan 7, 19-27; Sal 2,1-5; Sab 2,10-24)
- su acción anti-Cristo, ahora, en la Nueva Alianza.
- Anticristo: emplea rasgos personales (hombre, hijo...) para expresar conceptos colectivos, recurso habitual del género apocalíptico (cf. Dan 7,1-28; Ap 6,1-8). No dice que el "obstáculo" actúa contra el Anticristo, sino que impide que se revele; el plan antidivino de Satanás para frustrar la obra de Cristo está actuando ya (v.7) a través de esos "muchos anticristos" de los que habla también Juan (1 Jn 2,18).
- Apostasía: la describe como la manifestación del Anticristo, que ya se ha realizado, se realiza y seguirá realizándose, aunque éste no se haya revelado personalmente. Apostasía y Anticristo forman parte del mismo acontecimiento. La apocalíptica judía describe escatológicamente la "apostasía" en:
- 1 Mac 2,15-16: la expresión "dolores de parto mesiánico," señala los tiempos difíciles que precederán a la venida del Mesías
- Mt 24,11-122 y Lc 18,8: Jesucristo predice que al final de los tiempos surgirán "falsos profetas" que engañarán a muchos
- Ap 13,7-8: Juan ve una "bestia" que luchará con los fieles y los vencerá
- 2 Tes 2,1-12: Pablo la denomina como "signo" precursor de la parusía
- "Obstáculo" o "quien lo retiene": existen varias hipótesis propuestas acerca de a qué se refiere Pablo:
- el imperio romano y su representante el emperador, en cuanto al orden civil o principio de autoridad que representa: Pablo acude a las autoridades civiles para defenderse de sus enemigos (cf. Hch 25,11-12) y los considera como representantes de Dios en orden a la represión del mal (cf. Rom 13,1-7).
- los apóstoles, que extienden por el mundo la buena nueva de Cristo, por las semejanzas con:
- Ap 11,3-10; 13,7-8, bajo el símbolo de los "dos testigos," se alude quizás a Pedro y a Pablo, que serán vencidos y muertos por "la bestia" una vez que hayan acabado de proclamar su testimonio
- Mt 24,14-24, en el que Jesús anuncia que el Evangelio "será predicado en todo el mundo, y entonces vendrá el fin," precisamente cuando surgirán "falsos profetas" que inducirán a error a muchos.
- el arcángel Miguel con su ejército celestial, idea habitual en la literatura apocalíptica en la que es presentado como el gran defensor del pueblo de Israel (cf. Dan 10,13.21; 12,1; Judas 1,9), y, para los cristianos, de la Iglesia (cf. Ap 12,7-9).
La tradición de la Iglesia describe escatológicamente al Anticristo como una persona concreta, sumamente perversa y fascinadora, que aparecerá al final de los tiempos y provocará la gran "apostasía" (1 Jn 2,18-22: 4,3).
Estructura
La carta consta de dos partes, precedidas de un saludo y seguidas de una despedida:
- Introducción (1,1-12): saludo inicial y acción de gracias
- Sección pastoral (2,1-17): la Parusía o 2ª venida de Jesucristo y sus signos
- Sección exhortativa/moral (3,1-15): instrucciones a los que no quieren trabajar
- Conclusión (3,16-18): saludos y bendición final
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