¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 2 de julio de 2019

LETANÍAS: INVOCACIONES A MARÍA (2)

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Este segundo artículo sobre las letanías del Rosario se integra en una serie de meditaciones cuyo objetivo es profundizar en el conocimiento de nuestra Bendita Madre, la Santísima Virgen María.

Hoy contemplaremos las 3 invocaciones a María: Su santidad, su nombre, su grandeza y privilegio
s.


Santa María


Sólo Dios es Santo (Salmo 22,3; Apocalipsis 15,4) y comunica sus grandes atributos por la economía de la gracia, en diferente medida, a sus criaturas racionales. Ante todo, el de la Santidad, por ser el más necesario y al que todos estamos llamados (Mateo 5, 48).

Cuando Dios pensó y quiso preparar una madr
e humana para su Hijo, la hizo Inmaculada en su Concepción ... la hizo Santa aún antes de que hubiera nacido, antes de que pudiera pensar, hablar, obrar ... la preservó del pecado original y de toda mancha 

Por esto, María difiere de todos los santos. ¡Toda Pura, toda Santa es María!

“Santa” es el resumen de la experiencia de aquella a quien todas las generacione
s llaman bienaventurada, de aquella en quien el Todopoderoso realizó grandes cosas (Lucas 1, 48). 

Imagen relacionada"Santa" es el reconocimiento de la obra admirable de Dios en esta pequeña mujer inmaculada, pero al mismo tiempo, también el reconocimiento de la obra admirable de María: su fe, esperanza y caridad

"María" es nombre de ayuda, aliento y consuelo cuando la invocamos con fe, con devoción y con amor.

"María" e
alimento dulce y suave que conforta, es medicina que alivia los dolores y las penas, "es miel en la boca, melodía en los oídos, alegría en el corazón".

"Santa
María" es curación de nuestras miserias, consuelo de nuestras aflicciones, dominio de las pasiones violentas, garantía de luz, de gracia, de perdón y de felicidad eterna.

Por eso, los cristianos honramos el santo nombre de María, reparamos las ofensas que se hacen a Ella y la invocamos por todas nuestras necesidades.


Ruega por nosotros


En las Letanías, le decimos a María: "Ruega por nosotros" y no "ten Piedad de nosotros" ,como lo hacemos al dirigirnos a la Trinidad, porque sólo Dios es fuente Infinita de toda gracia y misericordia.

María y los santos son ca
uces a través de los cuales Dios se complace en hacernos llegar su gracia y su misericordia. Y aunque las súplicas de los santos son eficaces para nosotros y poderosas ante Dios, son mucho más poderosas y eficaces las súplicas de nuestra Madre María Santísima.

Rogándole a Ella su intercesi
ón, estamos seguros de que, como es la más excelsa, la más santa de las criaturas y la más grata a Dios, es la que más  "influencia" tiene delante de Dios, aparte de ser la que más nos ama y la que más desea favorecernos.


Santa Madre de Dios


Después de haber invocado a María con su nombre, la invocamos con la más excelsa de sus dignidades, principio y fundamente de todas las demás, la sublime y singular dignidad de "Madre de Dios".

Siendo Nuestro Señor de naturaleza divina y humana, Dios y hombre al mismo tiempo, tomó toda su humanidad, toda su genética, de María. 

Si bien es cierto María no es divina, es Virgen Bendita, Limpia y Pura, libre de toda mancha, la Inmaculada llena de gracia. 

Resultado de imagen de santa madre de diosSólo así María pudo llevar en su seno durante nueve meses al hijo de Dios, por eso es la "Madre de Dios” o “Theotokos” (la que dio a luz a Dios), título que se atribuyó oficialmente a María en el siglo V, durante el concilio de Éfeso, del año 431.

L
a Divina Maternidad de María es Dogma y Artículo fundamental de nuestra fe. 

En la base de nuestra fe tenemos dos inefables misterios: el Misterio de la Santísima Trinidad y el Misterio de la Encarnación del Verbo.

La Encarnación supone la Trinidad. El Hijo que se ha encar
nado, supone el Padre del cual ha sido engendrado, y si se ha encarnado por obra del Espíritu Santo, confirma la existencia de esta tercera Persona de la Santísima Trinidad y no se puede imaginar la Encarnación sin una Madre que proporcione la naturaleza humana al Verbo. He aquí cómo la divina Maternidad de María entra en el fundamento y en el nexo esencial de las supremas verdades de nuestra religión.

Y así como los principales artículos de la fe revelada (la Redención, la Gracia, la Iglesia, los Sacramentos, la vida eterna, etc.) son consecuencias del Misterio de la Encarnación, así estas importantes verdades tienen una íntima e indiscutible relación con el Dogma de la Divina Maternidad de María.

Santa Madre
de Dios porque Ella es madre de la naturaleza humana de Cristo; pero esta naturaleza humana está en Cristo indisolublemente, personalmente, hipostáticamente, unida a la naturaleza divina en unidad de Persona, y ésta es divina. María es por lo tanto, Madre de esta Persona divina, Jesucristo, Dios y hombre verdadero


Santa Virgen de la vírgenes


Con
 "Santa Virgen de la vírgenes" afirmamos que la virginidad de María no es común ... es única ... perfecta ... sublime y que añadió a su Pureza Virginal, un sello de consagración y de perpetuidad.

Ma
ría ha sido antes del parto, en el parto y después del parto, siempre Virgen Purísima.

La virgini
dad de María manifiesta la iniciativa absoluta de Dios en la Encarnación. Jesús no tiene como Padre más que a Dios y para poder llevar en su seno al Hijo de Dios, María debía ser virgen. 
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La Virgen era verdaderamente casta, pura; pura en el corazón, casta en el cuerpo. Fue la primera muchacha hebrea en adoptar el voto de virginidad perpetua, ciertamente bajo la inspiración de Dios. 

Desde los primeros años del cristianismo, María fue llamada “La Virgen” porque de manera única y singular vivió totalmente para Dios en apertura constante a su plan salvífico. 

Desde María, la virginidad ya no fue maldición ni soledad para una mujer perteneciente al pueblo judío sino la señal divina (Isaías 7, 14) y la prueba efectiva de que Cristo es el Hijo de Dios, el Mesías, que ha venido para salvar a los hombres.

Los dos estados
, virginidad y maternidad, son en sí santos. La Virginidad es un estado muy generoso y noble. La Maternidad es un claro reflejo de la adorable fecundidad del Padre Eterno, del cual, como nos asegura el Apóstol San Pablo (Efesios 4, 14-15) deriva toda paternidad en el cielo y en la tierra, imita a la omnipotencia creadora y tiene el mérito de poblar el cielo.

María unió en
 sí estos dos títulos sublimes, ser Madre y Virgen fecunda. Por estas razones la Iglesia llama a María Virgen de las vírgenes.

lunes, 1 de julio de 2019

LAS LETANÍAS A LA VIRGEN (1)

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Letanía (del griego litanéia) significa súplica, ruego, oración, procesión. Desde los inicios de la Iglesia, las letanías fueron utilizadas para indicar las súplicas rezadas en conjunto por los fieles, particularmente durante las procesiones.

La "letanía lauretana" tiene su origen en el santuario de Loreto (Italia) y se compone de una serie de invocaciones a Nuestra Señora María la Santísima Virgen, con las que honramos su persona e rogamos su poderosa intercesión.

Fue completada por algunas ordenes religiosas para honrar la protección de Nuestra Señora y por algunos Papas: 

-Auxilio de los cristianos, incluida por Pío V por la intercesión de la Virgen en la Batalla de Lepanto, en 1587 y aprobada por el papa Sixto V.
-Madre Inmaculada, incluida tras la definición dogmática de 1854, por Pío IX.
-Reina concebida sin pecado original, incluida por Pío IX en 1854, tras la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
-Reina del Santo Rosario, incluida por León XIII en recuerdo de la Virgen del Rosario en 1883 y por la consagración del mes de Octubre al Santo Rosario.
-Madre del Buen Consejo, incluida por León XIII en homenaje al santuario de Genazzano en 1903.
-Reina de la Paz, incluida por Benedicto XV durante la I Guerra Mundial.
-Reina Asunta al cielo, incluida por Pío XII en 1951 al definir el dogma de la Asunción.
-Madre de la Iglesia, incluida por Pablo VI en 1965 a la conclusión del Concilio Vaticano II.
-Madre de la Misericordia, incluida por Juan Pablo II.
-Reina de la Familia, incluida en 1995 por Juan Pablo II.

La Letanía es una oración corta y sencilla, rica en santos pensamientos y en afectos sobrenaturales para:

- Dar gloria a Dios que tanto ensalzó a su Madre Santísima.
- Dar gracias a Ella y por Ella. 
- Alabarla y admirarla.
- Reconocer y meditar sus virtudes.
- Imitar su ejemplo.
- Pedir a Dios y a Ella, gracia y protección.

Estructura de la letanía 

Invocaciones a Jesucristo 
Las invocaciones iniciales se dirigen a Nuestro Señor Jesucristo, fuente de toda Gracia:

- Cristo, ten piedad
- Señor, ten piedad
- Cristo, óyenos
- Cristo, escúchanos
- Señor, ten piedad

Invocaciones a la Trinidad
Se dirigen a la Santísima Trinidad, nuestro fin supremo:

- Dios Padre celestial, ten piedad de nosotros
- Dios Hijo Redentor del mundo, ten piedad de nosotros
- Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros
- Trinidad Santa, un solo Dios, ten piedad de nosotros

Invocaciones a María
Se dirigen a la Virgen María, nuestra intercesora y pueden dividirse en seis grupos:

  • 3 invocaciones: Su nombre, su santidad, grandeza, y privilegios 
- Santa María
- Santa Madre de Dios 
- Santa Virgen de las vírgenes 
  • 13 atributos como Madre 

- Madre de Cristo
- Madre de la Divina Gracia
- Madre purísima
- Madre castísima
- Madre intacta (sin mancha)
- Madre incorrupta 
- Madre inmaculada 
- Madre amable 
- Madre admirable 
- Madre del buen consejo
- Madre del Creador 
- Madre del Salvador 
- Madre de la Iglesia 
  • 6 atributos como Virgen
- Virgen prudentísima 
- Virgen digna de veneración
- Virgen digna de alabanza 
- Virgen poderosa 
- Virgen clemente 
- Virgen fiel 
  • 13 figuras simbólicas 
- Espejo de justicia
- Trono de la sabiduría 
 - Causa de nuestra alegría 
- Vaso espiritual 
- Vaso honorable
- Vaso de insigne devoción 
- Rosa mística 
- Torre de David 
- Torre de marfil 
- Casa de oro 
- Arca de la Alianza 
- Puerta del cielo 
- Estrella de la mañana 
  • 4 atributos de su misericordia (Iglesia Militante) 
- Salud de los enfermos 
- Refugio de los pecadores 
- Consuelo de los afligidos 
- Auxilio de los cristianos 
  • 13 atributos como Reina (Iglesia Triunfante) 
- Reina de los ángeles
- Reina de los patriarcas
- Reina de los profetas
- Reina de los apóstoles
- Reina de los mártires
- Reina de los confesores
- Reina de las vírgenes
- Reina de todos los santos
- Reina concebida sin mancha ni pecado original
- Reina asunta al cielo
- Reina del Santísimo Rosario
- Reina de la familia
- Reina de la paz

Las Letanías de la Virgen concluyen como han comenzado: invocando a Dios que es la fuente de toda gracia, principio y último fin de todas las cosas:

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Perdónanos, Señor
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Escúchanos, Señor
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Ten misericordia de nosotros

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. 
No desoigas nuestras súplicas en las necesidades que te presentamos.
Antes bien, líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Concédenos, Señor, a nosotros tus siervos, gozar siempre de salud de alma y cuerpo
y por la gloriosa intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María
seamos libres de las tristezas de esta vida y gozar de las alegrías eternas.
Por Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.



DICHOSOS Y ELEGIDOS POR DIOS



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"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. 
Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra. 
Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados. 
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 
Dichosos los perseguidos por ser justos, porque de ellos es el reino de Dios. 
Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros 
toda suerte de calumnias por causa mía."
(Mateo 5, 4-11)

Dios nos ha creado a todos los hombres y nos llama a ser santos, a ser sus hijos adoptivos; a servirle y amarle; y en última instancia, a estar con Él en el cielo, adorándole, por toda la eternidad. 

Pero además de esta llamada universal, nos llama a cada uno de nosotros de forma particular. Dios nos elige: "No me elegisteis vosotros a mí, sino yo a vosotros" (Juan 15, 16). Y siempre lo hace sin quebrantar nuestra libertad, que es la única condición que Dios mismo se ha auto impuesto. No quiere y no puede obligarnos a amarle.

La conocida frase de San Agustín "Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos" nos exhorta a vencer al miedo y a responderle siempre, a dejar de lado nuestros temores, nuestras excusas y pretextos con los que pretendemos escapar de la responsabilidad.

Dios nos ha dado dones y talentos para que los ejerzamos cada uno de nosotros, si aceptamos su llamada. Entre ellos, la fe. Y para conocer estos dones y talentos, Dios nos ha dado el discernimiento a través de la oración.

La fe es siempre un don de Dios, quien por medio de Su Espíritu, suscita las gracias, condiciones y los medios necesarios para llamar a sus elegidos. 

Resultado de imagen de frases gracias dios"Sin fe, es imposible agradar a Dios; porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe y que recompensará a aquellos que lo buscan." (Hebreos 11, 6).

"
Os aseguro que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: Vete de aquí allá, y se trasladaría; nada os sería imposible"  (Mateo 17, 20).

Dios, a través de su Palabra, nos muestra que elige siempre a personas con fe: Abel, Henoc, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, Esaú, José, Moisés, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, Amós, la Virgen María, los apóstoles, los mártires, etc. (Hebreos 11).

El discernimiento es un proceso de búsqueda activa e individual con el objetivo de conocer la voluntad de Dios en nuestra vida. Discernir es preguntar y después, escuchar. A esta comunicación entre Dios y nosotros la llamamos oración.

Resultado de imagen de oracion"Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, que prefieren rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea todo el mundo. Os aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está presente en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Al rezar, no os convirtáis en charlatanes como los paganos, que se imaginan que serán escuchados por su mucha palabrería. No hagáis como ellos, porque vuestro Padre conoce las necesidades que tenéis antes de que vosotros le pidáis." (Mateo 6, 5-8)

Dios nos llama constantemente. Pero quizás, somos nosotros, quienes no siempre escuchamos. A nosotros nos corresponde escuchar y, en nuestra libertad, responder a su llamada. 

Escucharle no es siempre fácil. El mundo es muy ruidoso y convulso.

Responder a su llamada supone siempre un desafío. 

Seguirle nos compromete, exige valentía y abandono a su voluntad, incluye renuncias, dificultades, persecuciones e incluso el martirio y la muerte.

Sin embargo, ser elegidos por Dios implica de nuestra parte cumplir algunas premisas que Jesús nos enseñó en el Sermón de la Montaña. Son las Bienaventuranzas.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica: "Las Bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las dificultades; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos." (CIC 1716-1717).


"Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios"

Los "pobres" no son los que no poseen cosas materiales, sino aquellos que no tienen puesto su corazón en ellas, que no las anhelan, que dan la espalda a la codicia y la avaricia.

Son aquellos que se desprenden de lo superficial, que se privan de ellos mismos para darse a los demás, que ponen su corazón en Dios, que le aman y que sólo le necesitan a Él.

"Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra"

En este mundo violento donde prima el poder, la prisa, la maldad y la "ley del más fuerte", no es fácil ser manso. 

"Manso" no significa blando, indiferente, apático o pusilánime, sino más bien, humilde, afable, bondadoso, tranquilo y paciente. La mansedumbre es una virtud que implica firmeza de carácter y fortaleza, que no severidad.

"Dichosos los afligidos, porque ellos serán consolados"

Los que "lloran" son aquellos que ofrecen a Dios sus sufrimientos, sus pérdidas, sus dolores y sus heridas, con paciencia y confianza plena.

Aquellos que sonríen en la adversidad, que resisten el dolor y el duelo, o sencillamente, soportan las miserias cotidianas.

Aquellos que no se entristecen porque comprenden, porque aceptan, porque se abandonan al Padre que sabe y que decide.


"Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados"

Aquellos que tienen hambre de santidad y sed de justicia, de ser unos sólo con Él, que desean conformar sus pensamientos con los Suyos, que identificar su voluntad con la Suya.

Aquellos que están unidos a Cristo, que están resueltos a parecerse a Él en todas sus obras y actos, que tienen un hambre que sólo se saciará definitivamente con la unión eterna a Dios en el cielo.


"Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" 

La misericordia es un acto de justicia para con nosotros mismos. Sólo se destruye el mal cuando se perdona. Perdonar es un poder divino.

"Misericordiosos" son lo que perdonan, los que no llevan cuenta del mal, los que aman y rezan por sus enemigos. Son el reflejo del amor misericordioso de Dios

"Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"

"Los limpios de corazón" son aquellos que actúan siempre como cristianos, en todo momento, en toda circunstancia. Aquellos, cuyas actitudes y decisiones los “caracterizan” como cristianos.

Aquellos que son fieles a su palabra, que son íntegros a sus convicciones y que no se doblegan al "espíritu del mundo", que no se dejan arrastrar por el mundo.

Aquellos que no tienen doblez, que son auténticos, sinceros y honestos, que no engañan ni mienten.

"Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios"

Una vez liberados de las pasiones humanas con las anteriores bienaventuranzas, de lo material y del orgullo, ofrecido el sufrimiento y desechada la mediocridad, con un corazón 
limpio y sin doblez, entonces la paz de Cristo puede desarrollarse ya en nosotros e irradiarse a nuestro alrededor.

Probablemente, nuestra paz no encontrará reciprocidad en el mundo, pero como dice San Pablo: "A ser posible, y cuanto de vosotros depende, tened paz con todos (Romanos 12,18), de nosotros depende...afrontar todo con valentía, a intentarlo todo, a atrevernos a todo, incluso aún a riesgo de fracasar...para
 ser llamados hijos de Dios.

Los cristianos debemos buscar siempre la paz y trabajar por ella, evitando la confrontación, la división, la lucha. Incluso, amando a nuestros enemigos.

"Dichosos los perseguidos por la justicia, porque de ellos es el reino de Dios"

Dios nos pide valentía, decisión y compromiso para buscar la justicia y el reino de Dios.

Pero no sólo a buscarla, sino a defender los derechos de Dios y de los demás, a luchar y oponernos al mal, incluso a estar dispuestos a sufrir y ser perseguidos por ello.

"Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía"

Como seguidores de Cristo, seremos injuriados, calumniados y perseguidos. "El criado no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra." (Juan 15, 20; Mateo 10,20; Marcos 13,13).

Pero Je
sús no nos ha dejado solos. Nos ha enviado al Paráclito, al Espíritu Santo, para que, como los apóstoles, proclamemos sin miedo todo aquello de lo que hemos sido testigos: "Cuando venga el defensor, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí." (Juan 15, 26).

Después de Pentecostés, vanas fueron las amenazas a Pedro y a Pablo y a los demás
apóstoles para que callasen porque "nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído" (Hechos 4, 20).

En conclusión, las Bienaventuranzas son el "ABC" del católico, el verdadero "carnet" del cristiano. Son las propias cualidades de Dios. Son las respuestas a una vida feliz.

Jesús nos llama a cultivarlas, porque así seremos discípulos suyos y porque así obtendremos recompensa: la felicidad.

sábado, 29 de junio de 2019

MAJESTAD, NOS CONSTA...

Felipe VI no acudirá al centenario de la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús que hizo Alfonso XIII
"El mundo entero recordará al Señor y al Señor volverá; 
lo adorarán, postrados ante él, todas las familias de los pueblos. 
Pues sólo del Señor es el imperio, él es el Señor de las naciones. 
Los nobles de la tierra le rendirán honores, 
ante él se inclinarán los moribundos y dejarán de ser."  
(Salmo 22, 28-30)

Hace un siglo, el 30 de Mayo de 1919, el rey Alfonso XIII leyó la oración de Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, en el Cerro de los Ángeles (Madrid), con el Santísimo Sacramento expuesto:
"España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante este trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la península. Todas las razas que la habitan, todas las regiones que la integran, han constituido en la sucesión de los siglos y a través de comunes azares y mutuas lealtades esta gran patria española, fuerte y constante en el amor a la Religión y en su adhesión a la Monarquía.
Sintiendo la tradición católica de la realeza española y continuando gozosos la historia de su fe y de su devoción a Vuestra Divina Persona, confesamos que Vos vinisteis a la tierra a establecer el reino de Dios en la paz de las almas, redimidas por Vuestra Sangre y en la dicha de los pueblos que se rijan por vuestra santa Ley; reconocemos que tenéis por blasón de Vuestra Divinidad conceder participación de Vuestro Poder a los Príncipes de la tierra y que de Vos reciben eficacia y sanción todas las leyes justas, en cuyo cumplimiento estriba el imperio del orden y de la paz.
Vos sois el camino seguro que conduce a la posesión de la vida eterna: luz inextinguible que alumbra los entendimientos para que conozcan la verdad y principio propulsor de toda vida y de todo legítimo progreso social, afianzándose en Vos y en el poderío y suavidad de vuestra gracia, todas las virtudes y heroísmos que elevan y hermosean el alma. 
Venga, pues, a nosotros tu Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias.
Gracias, Señor, por habernos librado misericordiosamente de la común desgracia de la guerra, que tantos pueblos ha desangrado; continuad con nosotros la obra de vuestra amorosa providencia. Desde estas alturas que para Vos hemos escogido, como símbolo del deseo que nos anima de que presidáis todas nuestras empresas, bendecid a los pobres, a los obreros, a los proletarios todos para que en la pacifica armonía de todas las clases sociales, encuentren justicia y caridad que haga más suave su vida, mas llevadero su trabajo.
Bendecid al Ejército y a la Marina, brazos armados de la Patria, para que en la lealtad de su disciplina y en el valor de sus armas sean siempre salvaguardia de la Nación y defensa del Derecho. Bendecidnos a todos los que aquí reunidos en la cordialidad de unos mismos santos amores de la Religión y de la Patria, queremos consagraros nuestra vida, pidiéndoos como premio de ella el morir en la seguridad de Vuestro Amor y en el regalado seno de Vuestro Corazón Adorable. Así sea."
Cincuenta años después, el 30 de Junio de 1969, el jefe del Estado, Francisco Franco, renovó esta ConsagraciÓn con la presencia de los, entonces, principes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía.

Mañana, 30 de junio de 2019, en el Centenario de la Consagracion de España al Sagrado Corazon de Jesús, más de 12.000 españoles asistirán a la conmemoración de su renovación "solos". Esta vez, sin rey de España, sin jefe del Estado, sin Gobierno de España.

El rey de España, Felipe VI, nuestro rey, a quien corresponde, como jefe de Estado, renovar la Consagración, ni estará ni se le espera. 

Aunque ha sido invitado (no formalmente porque ha rehusado), no ha querido hacer lo mismo que su bisabuelo hace 100 años.

Por ello, Majestad, nos consta que:

No tiene permiso del Gobierno de España (ni quizás el de la reina), que es quien autoriza todos sus actos, pero le ha venido "como anillo al dedo" para no enfurecer a la "bestia roja y atea" (cualquiera de las dos).

Resultado de imagen de consagracion de españa al sagrado corazonNo tiene tiempo ni agenda, porque está de viaje, preocupándose por contemporizar en "un" país que sea menos católico y más politicamente correcto. ¡Qué diferencia entre dos reyes!

No tiene fe ni compromiso con Dios, y por tanto, no reconoce la concesión del poder divino a los "Principes de la tierra", porque decide quitar el crucifijo el día de su coronación para no encomendarse a quien le permite coronarse, y por tanto, no puede usted reinar por la gracia de Dios.

No tiene sino una actitud aséptica y relativista con la que intenta impedir que Jesús reine en los corazones muchos españoles, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de la Ciencia y de las Letras, en nuestras leyes e instituciones patrias.

No tiene otra pretensión temerosa (igual que muchos como usted) que convertir esta conmemoracion en una "Consagracion políticamente incorrecta y oculta", a la que ningún cargo público quiere asistir, a la que ningún medio quiere hacer referencia, a la que a ninguna autoridad parece importar... 

No tiene la gallardía de reconocer que la Casa Real, el Gobierno y muchas autoridades civiles, militares e incluso religiosas, prefieren ladearse, desde el centro geográfico de España, hacia la ultraizquierda política, para no salir en una foto junto a Dios.

No tiene la valentía de reconocer que para usted y para muchos, es más "tolerante" hablar de feminismo que de la Virgen María, que es más "correcto" hacerse la foto con el "orgullo" que con Jesucristo, que es "preferible" asistir a una fiesta de minorías que todos los medios cubren con especial interés, que a una de mayorías de la que nadie habla...

Pero, Majestad, su pretensión de instaurar una Monarquia laica, un Reino sin Dios, un país sin fe, le llevará indefectiblemente a su perdición, ante los hombres y, mucho más importante, ante el "Rey de reyes".

Majestad, los que mañana acudiremos al Cerro de los Ángeles, rezaremos por usted. Pero, Majestad, ¡que Dios le pille confesado!

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viernes, 21 de junio de 2019

GLOBOS QUE SE DESINFLAN...

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“El hombre puede sobrevivir 
alrededor de cuarenta días sin comida, 
alrededor de tres días sin agua, 
alrededor de ocho minutos sin aire… 
pero solo por un segundo sin esperanza.”
(Hal Lindsey)

Cuando llenamos un globo con helio y lo cerramos con un nudo, éste se eleva al cielo. Si no lo atamos con un cordón, se nos escapa y asciende...pero no por méritos propios del plástico colorido, sino por el gas alojado dentro, que al ser menos pesado que el oxigeno, le "eleva".

Sin embargo, si desatamos el nudo, el globo se desinfla debido a la diferencia de presión atmosférica entre el interior y el exterior. Basta un insignificante alfiler para hacer explotar el globo. Basta soltar el cordón para perderle.

Con la fe pasa lo mismo. Cuando tenemos una experiencia íntima con Dios que combina poder y ternura, cuando nuestra alma se llena de su Espíritu que inflama nuestro corazón, cuando la anudamos a Jesucristo que nos une al Padre o cuando la atamos al cordón de la Virgen María que nos mantiene unidos a la Gracia, nuestra esperanza quiere, desea y anhela elevarse al cielo. 
Resultado de imagen de globo que se desinfla
Sin embargo, pocas veces tomamos conciencia de que nuestro globo es delicado y que cualquier elemento punzante puede hacerle un agujero. 

Cualquier herida, dolor o sufrimiento, cualquier circunstancia adversa, cualquier tentación puede llevarnos a que nuestra debilidad se agujeree y dejemos escapar a Dios.

Más grave es, si por imprudencia temeraria, desatamos el nudo, pensando que no necesitamos ninguna atadura, ninguna ayuda, y que el gas alojado en el interior, va a permanecer allí por arte de magia o ciencia infusa.

Lo he visto muchas veces. He visto a muchas personas encontrarse cara a cara con el amor infinito y misericordioso de Dios, transformarse en "hombres nuevos, alegres y agradecidos", y con el paso del tiempo, "desinflarse" por completo.

Y entonces, recuerdo la parábola del sembrador, descrita en l
os evangelios de Mateo 13, 3-9, Marcos 4, 3-9 y Lucas 8, 5-8 y veo los distintos tipos globos existentes. 
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Por desgracia, la debilidad y fragilidad del ser humano hace que, en ocasiones, aparezca la duda, la incertidumbre, la inconstancia o la falta perseverancia. Enseguida, el "hijo de Adán" se rinde ante la mínima ocasión negativa. Porque intenta luchar sólo. Porque intenta hacerlo por sus méritos o por sus fuerzas.

El amor pro
pio, el orgullo, el resentimiento, las pasiones desordenadas, la fascinante atracción del mundo y la acción maligna del Enemigo desinfla por completo nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, cuando nos deshacemos de Cristo. La Gracia se escapa y la gravedad nos arrastra al suelo, alejándonos de Dios.


Necesitamos vigilar nuestra carga de "helio", es decir, necesitamos insuflar continuamente nuestra vida interior con la ayuda de Dios, perseverar siempre en la oración, acudir a los sacramentos, meditar la Palabra  y compartir nuestra fe en comunidad. 

Nuestro globo, la fe, es altamente delicado y vulnerable, y por ello, requiere cuidados y ayuda. No puede ser presionado, tratado con brusquedad o quebrantado para intentar llenarlo. No puede mantenerse inflado sólo.

La Palabra de Dios nos dice:"Nosotros, envueltos como estamos en una gran nube de testigos, debemos liberarnos de todo aquello que es un peso para nosotros y del pecado, que fácilmente nos seduce, y correr con perseverancia en la prueba que se nos propone, fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios." (Hebreos 12, 1-2)

El catecismo de la Iglesia católica nos dice:  “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros” (CIC 166).

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Pidámosle confiadamente a nuestro Señor: "Aumenta nuestra fe", inflama nuestra esperanza e inspira tu amor en nuestro corazón". 

Rogémosle a nuestra Madre, la Virgen María: "Ayúdanos y protégemos con tus manos suaves y delicadas. No permitas que nos desatemos de tu Hijo".

Sólo "anudados" a Nuestro Señor y "sujetados" por Nuestra Señora, lograremos que nuestros "globos" se mantengan llenos por dentro y brillantes por fuera.



Oración de San Clemente

Oh Jesús Redentor, autor y consumador de nuestra fe, 
te suplicamos desde lo profundo de nuestro corazón contrito y humillado 
no permitas que se extinga la hermosa luz de nuestra fe.

Acuérdate de tus antiguas misericordias; 
mira compasivo la viña que tú mismo plantaste con tu diestra, 
que ha sido regada con la sangre de miles y miles de mártires, 
con las lágrimas de generosos penitentes y las fatigas de celosos apóstoles 
y fecunda oración de tantos cristianos fieles.

Nos aflijan las enfermedades, 
nos consuman los disgustos, 
nos afecten los infortunios, 
pero que no nos falte la fe; 
porque ricos con este don precioso, 
soportaremos con gusto todo dolor 
y nada podrá alterar nuestra felicidad. 
Por el contrario, sin la gracia de la fe, 
nuestra desventura no tendría límites.

Oh Jesús, autor y consumador de nuestra fe, 
consérvanos dentro de la nave de Pedro, fieles a su sucesor, 
para que se construya la unidad de la Iglesia,
 se promueva su santidad y se dilate en bien de todos los pueblos. 
Concédenos la paz y la unidad. 
Confórtanos y consérvanos en tu santo servicio, 
para que por Ti y en Ti vivamos siempre. 

Amén.