¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 22 de julio de 2019

MARTA Y MARÍA: CUESTIÓN DE PRIORIDADES

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"Camino adelante, llegó Jesús a una aldea; 
y una mujer, de nombre Marta, lo recibió en su casa. 
Marta tenía una hermana llamada María, 
la cual, sentada a los pies del Señor, 
escuchaba sus palabras. 
Marta, que andaba afanosa en los muchos quehaceres, 
se paró y dijo: 
"Señor, ¿te parece bien que mi hermana me deje sola con las faenas? 
Dile que me ayude". 
El Señor le contestó: 
"Marta, Marta, tú te preocupas y te apuras por muchas cosas, 
y sólo es necesaria una. 
María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará".
(Lucas 10, 38-40)

Ayer, escuchábamos el conocido pasaje del Evangelio de San Lucas, que nos narra la visita de Jesús a Betania, a casa de Marta y María, hermanas de Lázaro. Los tres hermanos fueron muy amigos del Señor.

María se sienta a los pies de Jesús para escucharlo, porque “no quiere perderse ninguna de sus palabras” mientras Marta “los quehaceres la afanan”. María "vivía" para Jesús y Marta se "desvivía" por Jesús.

Jesús, alabando el comportamiento de María, nos dice a cada uno de nosotros que no nos dejemos abrumar por nuestros quehaceres, que no nos afanemos por las cosas que tenemos que hacer. Cristo no dice: "no lo hagas" sino "no te agobies".  
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Y para no agobiarnos, nos dice: "Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré." (Mateo 11, 28). 

El Señor nos invita a escucharle, ante todo, para hacer "silencio", para encontrar paz y serenidad. Porque sólo así, podremos hacer las cosas cotidianas con eficacia.

Cuando el Señor viene a visitarnos a nuestra casa, es decir, a nuestra vida, ninguna ocupación o preocupación puede ni debe mantenernos alejados de Él. Nada debe distraernos ni nada debe llenar nuestro corazón de queja o resentimiento. 

Cuando dejamos que el rencor y la envidia anide en nuestro corazón, no somos capaces de escuchar atentamente a Cristo. Incluso, tampoco de reconocerle, como les ocurrió a los dos de Emaús. Y es que, a veces, los árboles no nos dejan ver el bosque. 

Sin embargo, nuestro Señor no pretende condenar la actitud de servicio de Marta, sino la ansiedad con la que la vive. En ocasiones, esa ansiedad y preocupación desmesuradas por los detalles, nos hacen caer en un insano "activismo" que nos impide escuchar a Dios, incluso aunque estemos trabajando para Él.

Marta no era sospechosa de negligencia. Ella fue quien recibió a Jesús, ella fue su anfitriona, quien se ocupó de su bienestar, quien hizo sentir a Cristo "como en casa". A Marta la encontramos en varios pasajes del Evangelio, siempre "trabajando", siempre "sirviendo" (Lucas 10, 38-40; Juan 11, 1-45; 12,2).

Marta era una mujer de gran fe y amaba tanto como su hermana a Jesús. Debió ser una mujer "de armas tomar", clara y directa. 
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Marta dio siempre el primer paso y puso los medios a su alcance para que el encuentro con Jesús pudiera producirse. Su actitud era y es necesaria en todo cristiano. Asimismo, tenía tal confianza e intimidad con el Señor como para hablarle con toda franqueza. 

Lo hizo en este pasaje y cuando su hermano Lázaro murió, algún tiempo después (Juan 11, 21-24) .

Y Jesús no se enfada, porque conoce el corazón de Marta, porque sabe que la actitud de Marta es noble y sincera, y humanamente, comprensible y hasta, justificable. Lo que Jesús corrige con mucho cariño y dulzura, es la agitación, la ansiedad y la preocupación de Marta. Corrige su "falta de enfoque". 

No tenía paz. Estaba inquieta y turbada. Jesús parece decirla: "Marta, estás dividida y ansiosa interiormente, con la mente en un sitio y el corazón en otro. Estás agitada y desconcertada porque quieres hacer muchas cosas, que no se pueden hacer todas a la vez"

Jesús la hace ver que Él está allí, que no debe preocuparse, y le dice que su hermana María ha hecho la elección adecuada: la escucha de la palabra de Dios que trae la paz. Nos invita a elegir nuestras prioridades.

Es paradójica la semejanza con otra una respuesta de Jesús, cuando parece reprender a su Madre, la Virgen María, en las bodas de Caná. En ambas escenas, nuestro Señor, que comparte y anima la virtud del servicio a los demás, nos enseña que, en nuestro corazón, no debe haber espacio para la preocupación. Sólo espacio para Él. Él es nuestra prioridad.

Además, Cristo nos enseña que la corrección es necesaria y que no tiene por qué ser algo violento. En este caso, Su sabia corrección nos anima a combinar el corazón de María (la contemplación) y las manos de Marta (la acción).

Jesús nos enseña a enfocarnos, no tanto en todas las cosas que necesitamos o que debemos hacer, sino en Él. 

Nos lo dice también en la parábola del sembrador: "Lo sembrado entre zarzas es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y la seducción de la riqueza ahogan la palabra y queda sin fruto" (Mateo 13, 22).

Por tanto, ¿cuál es mi prioridad?

domingo, 21 de julio de 2019

LA ANTI-CREACIÓN: HEREJÍA DE NUESTRO TIEMPO

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"Nosotros sabemos que somos de Dios, 
y que todo el mundo está en poder del maligno" 
 (1 Juan 5 , 19)

El historiador sueco, Per Faxneld, publicó su tesis doctoral bajo el título Feminismo Satánico (Sorgenfrei y Molin, Estocolmo 2014), en la que sostiene que las personas defensoras del feminismo, de la homosexualidad, la transexualidad y de la ideología de género, así como del socialismo, comunismo y anarquismo, citan explícitamente a Satanás como el padre de sus ideas.

Faxneld distingue entre dos tipos de satanismo:
  • en sentido estrictola adoración a Satanás y la realización de ritos demoníacos por personas que creen en su existencia y que se alían con él.
  • en sentido más amplio: la exaltación y promoción de Satanás por personas que no creen en su existencia pero lo utilizan como símbolo de la aversión y el odio hacia el cristianismo, la Iglesia Católica y el orden social natural.
Imagen relacionadaNos encontramos ante los últimos coletazos del plan satánico para derrocar a Dios. Hoy hablaremos de la "Anticreación".

La Anti-creación es la herejía de nuestro tiempo, una herejía global, pragmática y social que quiere aniquilar la voluntad creadora de Dios"Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó. Dios los bendijo y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, poblad la tierra y sometedla" (Génesis 1, 27-28).

El Diablo no puede procrear. Pero el hombre sí. El hombre y la mujer cooperan con Dios en la tarea creadora y el Diablo envidia este don que Dios regaló al ser humano. Por eso, quiere construir una anti-creación para oponerse a la creación de Dios.

El objetivo fundamental del Diablo es destruir al hombre, matar a la criatura de Dios, y así "matar a Dios". La mejor manera de conseguirlo es eliminar cualquier oportunidad de procrear, de reproducirse. Y si hay reproducción, la combate con el aborto. Aquí es donde entra la ideología de género que busca destruir la sexualidad humana natural, y por lo tanto también el matrimonio y la familia. 

huellas dactilares de cada sexoEl Diablo siempre ha tratado de usurpar el orden y el diseño del Creador de tal forma, que siempre presenta su revolución y su rebelión a Dios como algo atractivo a la vista, (igual que se lo presentó a Adán y Eva), como algo que halaga los oídos, como algo deseable y bueno. 

La primera consecuencia del pecado original fue la ruptura del matrimonio, la división entre Adán y Eva, echándose las culpas mutuamente ante Dios. 

Siembra la duda y la división para distraernos y seducirnos, para crear una "propia verdad", negando las verdades de Dios, para crear un ídolo y así ya no depender de Dios. Y nos abre de par en par "la puerta al infierno" llevando al ser humano al caos.

Así, el demonio borra la diferencia varón-mujer, destruye hogares, destruye vidas en el seno materno, impone nuevas formas de sexualidad y trata de destruir al hombreDios da vida y Satanás la destruye. 

La estrategia de la mentira de Satanás pretende construir una alternativa más atractiva a la creación de Dios, una inversión del diseño de Dios para el hombre, la mujer, el género, la sexualidad, el matrimonio, la familia, los hijos, los no nacidos.  

La "Anti-creación", herejía presentada como alternativa invertida al diseño de Dios, está basada, fundamentalmente, en cinco estrategias:

Feminismo radical

Imagen relacionadaEl feminismo radical del siglo XIX defiende que Satanás ofreció a Eva ya en el Edénla oportunidad de liberarse del control patriarcal de Dios y Adán


Satanás se convierte así e el juez que da la oportunidad a cada mujer de elegir libremente su sexualidad, su maternidad o su identidad de género. 

Por tanto, para el feminismo radical, el Diablo es el libertador de las mujeres, el máximo exponente de la inversión y del derrocamiento de una creación "patriarcal".


Revolución sexual

En su intento de invertir el plan de Dios, Satanás intenta separar sexualidad y reproducción y para ello, les presenta al hombre y a la mujer un plan más agradable a sus ojos: la revolución sexual.

La revolución sexual tiene su origen en la segunda mitad del siglo XX y su propósito es cambiar la moral sexual, el comportamiento sexual humano y las relaciones sexualesigualdad entre los sexos, el feminismo, los métodos anticonceptivos, el aborto, la reivindicación plena del cuerpo humano y su desnudez, de la sexualidad como parte integral de la condición humana individual y social, cuestionando el papel tradicional de la mujer y, por tanto del hombre, y de la institución por excelencia, el matrimonio.

Resultado de imagen de ANTICREACIONLa revolución sexual ha propiciado la generalización de todo tipo de relaciones sexuales y la aceptación general de las relaciones sexuales prematrimoniales, el reconocimiento y normalización de la homosexualidad y otras formas de sexualidad, un aumento de las parejas de hecho (uniones sin matrimonio), el retraso en la edad de contraer matrimonio, la aparición de hijos fuera del matrimoniouniones civiles y matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la aparición de nuevos tipos de familias (familias monoparentales y familias homoparentales)​.

"El Diablo pretende destruir la imagen de la voluntad de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra. No se trata de una reivindicación social ni de una lucha política ni de un proyecto legislativo sino la pretensión destructiva al plan de Dios" (Cardenal Bergoglio, 22 de junio de 2010, Carta a las Hermanas Carmelitas de Buenos Aires).

Aborto

Resultado de imagen de contra del abortoEl aborto hoy es considerado un "derecho". Esto significa llamar bueno a lo malo; llamar luz a la oscuridad. 

Significa que el ser humana prefiere "ser su propio Dios", decidir quien vive y quien muere.

Violar lo sagrado de la vida humana es un acto sacrílego contra la santidad de Dios. 

Al legitimar la muerte de los humanos, Satanás ha sentado los cimientos de su "anti-creación": sacar de la creación la imagen de Dios.

Unión homosexual

Con la equiparación de la unión homosexual con el matrimonio, Satanás pretende negar completamente la concepción de Dios con respecto al matrimonio

La estructura del matrimonio pensado por Dios es la unión legítima de un hombre y una mujer, fuente de nuevas vidas y está basada en la complementariedad de los sexos: feminidad y masculinidad. 

Resultado de imagen de union homosexualSólo así el hombre escapa de su soledad original: “No es bueno que el hombre esté solo”.

La unión entre un hombre y una mujer, que se convierten en una sola carne, es cooperación humana en el acto creador de Dios: cada ser humano es creado por Dios y engendrado por sus padres; engendrado por sus padres y creada por Dios.

Con las uniones homosexuales, Satanás trata de impedir esa cooperación del hombre en la creación de Dios.

Ideología de género

Satanás utiliza la ideología de género, que se extiende sin resistencia y se implanta en nuestro mundo, sirviéndose de todos los resortes políticos, legales, sociales, educativos, culturales, para afirmar que la sexualidad es una configuración personal, una elección de la propia voluntad.

Resultado de imagen de ideologia de generoDe esa forma, el Enemigo rechaza la complementariedad de hombre y mujer, evita la pro-creación y convierte al ser humano en su propio "dios": "se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal" (Génesis 3, 5)

Su origen lo encontramos en las ideologías revolucionarias que irrumpieron durante el siglo XIX (saturadas de romanticismo), tales como el feminismo y el homosexualismo, y que cultivaron con frenética dedicación un satanismo simbólico y más que simbólico. 

La anti-creación terminará cayendo como el resto de estrategias impulsadas por el Enemigo, porque no es natural, porque no es de Dios. 

El Diablo sabe que ha perdido ya, que ha sido derrotado, aunque antes, tratará de hacer el máximo daño posible.

jueves, 18 de julio de 2019

¿POR QUÉ Y CÓMO CONTÁRSELO A OTROS?


¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; 
¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; 
¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? 
y ¿cómo anunciarán si no los envían?
(Rom 10,14-15)

Algunos de los que me conocen, saben que en el pasado, Dios y yo no nos llevábamos ni bien ni mal, sino todo lo contrario, y que mi relación con la Iglesia, era algo que iba más allá de una actitud beligerante.

Algunos, hoy me comparan con Pablo, el “apóstol de los gentiles”, antes, perseguidor y azotador de cristianos y, después, un "loco evangelizador".

Y, la verdad, es que me siento muy identificado con Pablo por mi pasado anti-clerical, por mi forma de conversión, por mi pasión misionera y sobre todo, porque estoy convencido de haber sido llamado por Dios como él, para convertirme en un instrumento para su Plan, una vez curada mi ceguera. 

Y desde luego, lo tengo claro: no es ningún mérito mío. 

Un loco apasionado

Para los que no me conocen, soy un cristiano comprometido y un loco apasionado…Y lo soy por compartir con todos el gran privilegio que Dios me ha concedido: haber encontrado el amor verdadero… y no una, sino dos veces!!!!

La primera vez, fue
hace 34 años, cuando conocí a Mariajo, mi mujer, a quien quiero con locura. Desde que la conocí, su amor me cautivó, me removió por dentro, apenas podía respirar y quería estar con ella a todas horas.
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Fui conociéndola poco a poco y cada vez he ido queriéndola más. Era tan grande lo que sentía (y siento), el amor de ella hacia mí y de mí hacia ella, que no me lo podía guardar para mí, tenía la necesidad de contárselo a los demás.

Hoy, puedo deciros que la qui
ero y que confío plenamente en ella. Porque además, Jesús está en medio de nosotros.

La segunda vez, ha sido hace no mucho… cuando conocí a Cristo resucitado, mi Dios, mi Señor, mi Amigo, a quien quiero con locura.

Es cierto que aunque en el pasado le conocía de oídas y creía en Él, no ha sido hasta que he experimentado su amor, que le he dejado entrar a vivir en mi corazón.

Ahora más que creer en Él desde un punto de vista racional, le experimento, siento su amor y le quiero. Y quiero estar con Él a todas horas.

Y me ha pasado lo que ocurre cuando encuentras el amor puro y verdadero: que no puedo parar de hablar con Él y de Él. Y eso es por amor.

El Espíritu Santo me ha zarandeado por dentro, y en ocasiones, he notado su fuerza renovadora y poderosa. Soy consciente de que el amor de Cristo hacia mí, me moldea y me cincela, y día a día, poco a poco, me va convirtiendo en una persona nueva…Le quiero y confío plenamente en Él.

Estos dos amores plenos y verdaderos se han unido, sin duda, gracias a la existencia de una comunidad cristiana, la Iglesia, de unos hermanos de fe con los que también comparto ese gran amor por el Señor y a quienes también quiero de forma muy especial. Siempre les hago la misma pregunta ¿os he dicho alguna vez que os quiero?

Por ello, hoy me gustaría compartir con todos vosotros ese maravilloso amor de Dios, y hablaros de ¿Por qué y Cómo contárselo a otros?

Un hombre llamado Jesús

Hace más de dos mil años, un hombre llamado Jesús tenía doce amigos, a quienes llamaba, sus discípulos. 

Hoy hay más de 2.000 millones de personas en todo el mundo que seguimos a Jesús, nos llamamos cristianos y somos sus discípulos.

Lo que empezó como un pequeño grupo de personas en el medio oriente, se ha extendido y se ha convertido en un movimiento global sin precedentes.

Los primeros cristianos tenían una pasión y convicción desmedidas por contarles a otros quién era Jesús y lo que habían vivido con él. Y así, la buena noticia se propagó de unos a otros.

Muchos han dejado su hogar, su familia y su país para viajar a otros lugares del mundo; otros han gastado mucho dinero; otros han arriesgado sus vidas e incluso han muerto por Él. Todos lo han hecho para llevar el maravilloso mensaje de Jesucristo a todos los confines del mundo. Por amor a Él.

Antes de encontrar el amor de Cristo solía enfadarme con lo "pesados" que eran los cristianos, que intentaban hablarme de su fe y trataban de convertirme.

Es que no entendía su obsesión por convertirme: Yo era agnóstico, pero no iba por ahí haciendo agnósticos a los demás. Eso de contar a otros acerca de Jesús era entrometerse y no entendía por qué lo hacían. 

Esto es lo que hoy le ocurre a mucha gente, que no les gusta que se hable de Jesús, no les gusta que haya crucifijos en los colegios o que haya belenes en Navidad. Pretenden que los cristianos vivan su fe en la intimidad, en lo escondido, sin contarla a otros. O peor aún, que ni siquiera la vivan. 

Pero si nadie hablamos de Él ¿cómo podrán llegar a saber y experimentar otros lo impresionante y maravilloso que es Jesús? 

Y si hablamos con entusiasmo, ¿de dónde viene esta pasión que tenemos algunos por hablar de Jesús? ¿por qué contarlo?

¿Por qué contarlo?

1. Mandamiento
En Mt 28, 19 Jesús nos da un mandato: “Id y haced discípulos míos”. El verbo “ir” aparece 1.514 veces en la Biblia. En el Nuevo Testamento son 233 veces, en el Evangelio de Mt, 54 veces.
Sin embargo en los últimos tiempos, la Iglesia ha perdido esa identidad, ha dejado de ser una Iglesia en salida, para convertirse en una Iglesia en mantenimiento, que no crece ni da fruto.

Es el Espíritu Santo, que se mueve y actúa donde quiere, quien sopla en una única dirección: nos interpela a ir y a que hagamos discípulos misioneros de la misericordia y de su amor.

2. Amor
Cristo nos dice que vayamos y compartamos la buena noticia, la experiencia, la felicidad y la plenitud de vida que brota del Encuentro con Jesucristo, con todo el mundo.

No sólo es un mandato de Jesús. Es el amor a Jesús y al prójimo lo que nos mueve a contar esta buena noticia a todos, para que ellos también reciban el regalo de la salvación y la vida plena en Cristo.
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No se trata de convertir, de moralizar a la gente sino de querer ser amigos de ellos, presentarles a Jesús y que, si quieren, le conozcan y sean amigos suyos. 

Se trata de bajar a Dios de la cabeza al corazón. Se trata de no racionalizar tanto sino de amar. Y amar sin esperar nada a cambio. Se trata de amar a Dios más que creer en Dios.

Cuando uno ama a una persona, cree en esa persona. Es automático.

Se trata de que conozcan el intensísimo amor que nos ha demostrado y que también hoy, nos demuestra.

¿Quién es capaz de conocer algo maravilloso y no contárselo a las personas que quiere y aprecia?

Si fueras médico y encontraras la cura definitiva para el cáncer ¿no lo compartirías con toda la humanidad? 

3. Salvación
Pero no sólo es un mandato y una buena noticia sino que es la mejor noticia que podemos contar a otros: la salvación. 

Jesús es la cura a todos los males de la humanidad. No hablar de Él a los demás impide que se puedan sanar, que se puedan salvar. Dios transforma la vida de las personas. Sólo hay que estar dispuesto, alinearse y ponerse en misión. El Amor nos obliga a hablar de Jesús.

El mensaje de Dios está plagado de buenas noticias ¿A quién no le gusta contar buenas noticias a todo el mundo?

4. Certeza
Pero aún hay más… es que su amor, que desborda y hace arder nuestro corazón, es una evidencia de que Él está con nosotros, de que es alguien real; más allá de una creencia, es una certeza. 

Mateo 18,20 dice: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Porque, mirad…si fuera falso, no tendría mucha importancia, daría lo mismo hablar o no de Dios. Pero y ¿si fuera verdad? ¿No sería la mejor noticia que pudieras contar jamás? 

Cuando amas a Jesús, reconoces y vives en primera persona lo que el apóstol nos dice en Jn 14,6, que "Él es el Camino, la Verdad y la Vida."

Es, cuando te abandonas a Él, cuando el corazón se te sale del pecho y te impulsa a contárselo a otros con todo tu amor, con todo Su amor.

Entonces ¿qué nos impide hablar a otros sobre Jesús?

Es posible que muchas personas sientan pudor o vergüenza por hablar de Jesús. Otros , quizás piensan que son cosas privadas e íntimas que no se deben contar a otros. Otros, opinan que ya nadie cree y que la fe está pasada de moda.

Pero las buenas noticias nunca pueden callarse. Siempre hay alguien dispuesto a contarlas. Hemos visto el por qué hablar de Jesús y ahora… ¡cómo lo hacemos?

¿Cómo hacerlo?

El mejor lugar desde donde poder hablar a otros del amor de Cristo es desde la Iglesia que Él mismo estableció, como nos dice el evangelio en Mt 16,18: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".

Pero también podemos hablar del amor de Dios en nuestra vida, en nuestro entorno, en nuestro trabajo...allí donde nos encontramos con los demás.

Podríamos decir que hay cinco maneras de contárselo a los demás:

1.  Presencia
Cuando hablamos de presencia hablamos de estar y de ser, hay que estar y hay que ser. 

Hay que estar en el mundo, sin ser de él. Los laicos estamos en el mundo laboral, estamos en la cultura, en el mundo deportivo, en el ocio, estamos en todos los aspectos de la vida. Es difícil que una persona alejada se acerque a la Iglesia porque sí. Entonces, yo digo...acerquemos la Iglesia a la gente, presentémosles a Jesús. 
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Son nuestras palabras las que tienen que contar la buena noticia, pero sobre todo, lo que más tiene que contar la buena noticia es nuestro testimonio de vida, nuestro estilo de vivir. ¿Cómo vivimos? ¿Cómo trabajamos? ¿Cómo amamos? ¿Cómo nos divertimos?

Estamos cansados de palabras y queremos hechos, queremos encontrar ejemplos de gente que vive como piensa. La gente seduce a los demás por su comportamiento no por sus palabras. La mejor forma de contar es actuar con el ejemplo.

El Evangelio de San Mateo nos recuerda que somos la luz del mundo y que debemos brillar: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 14).  “Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro padre que esta en los cielos”. (Mateo 5, 16).

La luz ha de brillar en la oscuridad. Para gloria de Dios. 

2.  Persuasión
Dice Pablo en Corintios "tratemos de persuadir a todos".

Hay una gran diferencia entre persuasión y presión. Yo soy el primero que salgo corriendo cuando me intentan presionar, cuando me dicen "tienes que..."

Cuando yo era joven, la presión que encontré hacia las practicas religiosas fueron muy grandes: "tienes que ir a misa, tienes que rezar, tienes que vivir así, esto es pecado y esto también. "

Nadie me habló del amor de Dios o si me lo dijeron no me lo explicaron bien.

Nadie me dijo que “tengo tu nombre tatuado en las palmas de mi mano”, nadie me hizo ver que si hay unos mandamientos establecidos son para que yo tenga vida y la tenga en abundancia y, que aunque por mi debilidad humana yo no quiera o no pueda seguir esos mandamientos, el Amor de Dios por mi es mas grande que todo mi error o pecado.

Tras mi primera comunión, desaparecí de la Iglesia por un “breve periodo” de casi 40 años, y lo peor no fue dejar la Iglesia, sino lo que eso supuso no ser consciente de que Dios me ama y durante esos años me perdí el banquete de la vida.

3. Anuncio
La proclamación es el anuncio de algo. Cuando tenemos buenas noticias, queremos proclamarlas, queremos contarlas. 

Si un día te encuentras dinero por la calle o te toca la lotería, lo quieres contar. Si apruebas un examen, acabas la carrera o encuentras un trabajo, lo quieres contar. Si te vas a casar, lo quieres contar. Si vas a ser padre, lo quieres contar...

Todos anunciamos cosas, pero cuando las cosas son buenas, tenemos más ganas de contarlo. Dependiendo de lo que anunciemos, nos sentimos de una manera o de otra.

Anunciar buenas noticias nos da mucha alegría. "Tengo una buena noticia" es una frase que solo por el hecho de pronunciarla nos hace felices. 

Seguramente  la bebida que más se bebe y se conoce en el mundo sea la de un refresco de cola y, sin embargo, se sigue anunciando continuamente. 

Si espiritualmente bebemos de una bebida que nos sacia, ¿cómo no la vamos a anunciar?

4.  Poder
La proclamación del Evangelio, el anuncio del Evangelio va normalmente acompañado de la demostración del poder de Dios.

"Saliendo, luego de la sinagoga, fueron a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y  Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y al punto le hablaron de ella. Y acercándose El, la levanto tomándola de la mano. La dejó la fiebre y se puso a servirlos" (Mc 1 , 29).

Dios está en todas partes aunque no siempre se manifiesta. O quizás, no le vemos manifestarse si no es desde los ojos de la fe. Cuando se proclama el Evangelio se palpa el poder de Dios en aquellos que evangelizan. 

No se trata de pensar que si yo evangelizo, me convierto en un superhéroe, en un super apóstol, en un súper cristiano, sino que soy capaz de ver el poder de Dios, cómo actúa en mi, en mi vida y en mis circunstancias.

5.  Oración
La oración es fundamental a la hora de contar a los demás la buena nueva. Tenemos que orar para que los ojos que  no ven se abran. Mucha gente está ciega al Evangelio (2, Cor 4,4). 

Tenemos que orar para que el Espíritu de Dios abra los ojos que no ven, de manera que puedan entender la verdad sobre Jesús. Hay que rezar por todos, para que todos entendamos la verdad sobre Jesús.
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La mayoría de nosotros se da cuenta, cuando aceptamos a Cristo en nuestras vidas, de que ha habido alguien que ha estado orando por nosotros.

Yo soy converso por la oración de mi mujer y mi suegra. Creo que si no hubiese sido por la oración de ellas, yo seguiría separado de la Iglesia y consecuentemente, separado de Dios. 

Yo he vuelto a la Iglesia por que mi mujer, mi suegra y, seguramente, alguien más, han estado rezando por mí. Lo tengo súper claro y además han ocurrido ciertas circunstancias que así lo demuestran.

Si eres creyente lo llamarás “milagros” y si eres no creyente lo llamarás “casualidades”.

Sé que las oraciones por los demás llegan a Dios y que Él jamás las desecha. No sabemos cuando, no sabemos cómo y no sabemos por qué o para qué, pero sabemos que Dios nos escucha.

Mi consejo, si me  lo permites, querido lector o lectora es que reces por la conversión de la gente que quieres, o también por la que te odia, y luego deja a Dios actuar.

Dios actúa siempre y la oración de otras personas que me quieren hizo que yo me convirtiese.

Dios nos ama un "montón", no te olvides y reza por los que no lo han descubierto aún.

Padres que rezamos por nuestros hijos, no desfallezcamos, no dejemos de orar por ellos, los tiempos de Dios son los que son, no tengamos prisa, no seamos impacientes, la paciencia todo lo alcanza.  

Si rezamos por  nuestros maridos, por nuestras esposas, si rezamos por nuestros amigos, Dios llegará a ellos. La oración todo lo alcanza. A mi me alcanzó y me dio la felicidad.

Así es como yo he descubierto la felicidad, gracias a que alguien un día me dijo que Dios me amaba un montón. 

¿Y tú se lo vas a contar a alguien?

miércoles, 17 de julio de 2019

AMA A DIOS Y TE SORPRENDERÁS

“Amarás al Señor tu Dios, 
con todo tu corazón, 
con toda tu alma 
y con toda tu mente"
(Mt 22,37)

Al tercer día de la muerte de Jesús, cuando hubo terminado el Sabbath, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé, por iniciativa propia, prepararon especias y aceites para ir a ungir el cuerpo de su Señor. 

Tendrían roto el corazón al pensar que el cuerpo sin vida y destrozado de su Señor, estaba mal preparado y puesto en una tumba fría. Estaban decididas a lavar y ungir el cuerpo de Jesús correctamente. A pesar de su intenso dolor, deseaban darle al Señor un entierro digno de Su grandeza y su profundo amor por Él.

El corazón de estas tres mujeres judías urgía a sus almas a hacer lo correcto, es decir, a amar a su Maestro, incluso después de muerto. Por eso, muy temprano, en la mañana del primer día de la semana, justo después de la salida del sol, el amor a su Señor les impulsó a dirigirse al sepulcro para cumplir con su cometido (Mc 16, 1-2 ). Nadie les dijo que lo hicieran, pero ellas lo hicieron. Por amor. 

Las tres mujeres, con un propósito común en mente, el amor a Dios, iban preguntándose por el camino "¿Quién nos rodará la losa de la puerta del sepulcro?" (Mc 16, 3). Sin embargo, no optaron por aguardar y pensar quien lo haría. No podían esperar. Algo les impulsó a ir al sepulcro: su gran y verdadero amor a Jesús. 

Podrían haber pedido ayuda a los discípulos para retirar la piedra. Pero no lo hicieron. 

Posiblemente y viendo que los discípulos "estaban llenos de tristeza y llorando" (Marcos 16, 10), pensaron: "Dejemos  a los hombres tranquilos y hagamos nuestra tarea como podamos."  

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Podrían haber puesto la excusa de la gran piedra para no ir al sepulcro. Pero no lo hicieron. 

Mientras se acercaban al sepulcro, vieron que la piedra había desaparecido. Al ver al "joven vestido con una túnica blanca", se sobresaltaron y se asustaron (Mc 16, 4-5). 

María Magdalena salió corriendo a contarles a Pedro y a Juan que se habían llevado el cuerpo de su Señor. Era lo único que la preocupaba, su Señor. 

Ellos volvieron con ella a toda prisa al sepulcro y vieron que estaba vacío. Creyeron en la Resurrección de Jesús pero se volvieron a casa. 

María Magdalena, sin embargo, entristecida por la nueva pena de pensar que alguien había robado el cuerpo de su amado Jesús, se quedó afuera, en la puerta del sepulcro, llorando a su Amor. 

Asomándose "vio a dos ángeles con vestiduras blancas, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús", que la consolaron y la tranquilizaron de su temor al robo del cuerpo. Uno de ellos, dijo: "No está aquí, pues ha resucitado" (Mt 28, 6; Mc 16, 6; Lc 24, 6). Pero, ella no llegaba a entender esas palabras.

María Magdalena, que había permanecido más tiempo que cualquier otro discípulo en la cruz, evidentemente, no tenía en su mente una idea clara de la resurrección. 

Había visto de cerca los efectos devastadores de la flagelación y los amargos golpes que Jesús recibió en el camino del Calvario. 

Había escuchado los insultos que la muchedumbre le dedicaba, tan sólo una semana después de haberle aclamado como Rey, cuando entró en Jerusalén.

Había sido testigo presencial como Su vida fluía de Él. Había escuchado a Cristo encomendar Su espíritu al Padre y expirar.

Había visto como Su cuerpo sin vida fue envuelto en lino sin ceremonias, junto con ungüento preparado apresuradamente y, abandonado en el sepulcro. 

El único pensamiento que llenaba su corazón era el deseo de hacer bien lo que había visto hecho a toda prisa y sin orden. Ir al sepulcro con los primeros rayos de sol era una expresión final de amor a su Maestro, a quien sabía que se lo debía todo.

Estaba decidida a actuar correcta y puntualmente esa mañana y, movida por el amor a su Salvador, fue al sepulcro para quedarse allí, aunque no pudiera cumplir su misión.  

Su amor a Cristo se vio recompensado al recibir como primicia, la gran noticia que le da el ángel: ¡Jesucristo ha resucitado! (Marcos 16, 6).

¡Al hacer lo correcto, con confianza y decisión, al amar a su Señor sin preocuparse de nada más, María Magdalena llegó al lugar correcto, en el momento correcto

Imagen relacionadaAunque huyó del sepulcro alarmada y espantada porque, al principio, no entendió, su profundo amor a Jesús, la impulsó a ir corriendo a contárselo a los discípulos. 

Ella recibió el honor especial de ser la primera persona en ver y conversar con Jesucristo resucitado (Marcos 16, 9). 

Y aunque, al principio, por su amor ciego, no reconoció a Jesús, fue la portadora de la buena noticia del evento más significativo en la historia de la humanidad (Jn 20, 2) y que, años más tarde, San Pablo ratificaría en un casi "dogma de fe": "Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe" (1 Cor 15,17).

Un privilegio que no estuvo reservado a los discípulos. Quizás porque les faltaba ese gran amor y esa confianza de quien ama de verdad. Ella perseveró junto al Señor, y corriendo hacia a Pedro y a Juan,  exclamó: “¡He visto al Señor!” (Jn 20,18).

Imagen relacionadaPor amor verdadero, María Magdalena tuvo un encuentro sorprendente con Jesucristo resucitado, en cuerpo glorioso.

Cuando le reconoció, el dolor de su corazón, al instante, se volvió en alegría inefable (Juan 20,16), sus lágrimas dejaron paso a un semblante de total felicidad. Ella lo abrazó como si no fuera a dejarle ir nunca. 

Entonces, Jesús le dijo: "Suéltame, que aún no he subido al Padre; anda y di a mis hermanos que me voy con mi Padre y vuestro Padre, con mi Dios y vuestro Dios" (Jn 20, 18). Ella fue a contárselo a los discípulos.

De este pasaje, aprendemos una lección: los cristianos estamos llamados a amar a Dios sobre todas las cosas, sobre todas las preocupaciones, sobre todos los problemas. 

Cuando Dios perdona, cura y redime al peor de los pecadores, éste no tiene por más que amar profundamente a su Salvador. 

Dios, en su generosa benevolencia, le prepara para el mayor de los propósitos. María Magdalena es un claro ejemplo de amor, rescatada por la misericordia de Dios. 

Fue liberada por Cristo de una esclavitud de siete demonios y elegida por Él, para ser la primera persona en ver y escuchar a su Señor resucitado.

Nadie puede compartir ese honor o quitárselo. Pero podemos, y debemos, tratar de imitar su profundo amor por Cristo. 

Amar a Dios es hacer lo correcto, día tras día. Sin excusas ni pretextos.

Entonces, si amamos a Dios de corazón, como Él nos ha amado, una agradable sorpresa puede estar esperándonos. 

Porque Jesús se nos acerca en nuestros quehaceres diarios, cuando le tenemos siempre presente en medio de ellos, cuando le amamos sobre todas las cosas, cuando le ponemos en primer lugar.

¡Ama a Dios y Él te sorprenderá!