¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

jueves, 19 de abril de 2018

¿COMO INSPIRAR A OTROS?

Y así os exhortábamos, os animábamos 
y os alentábamos a llevar una vida digna de Dios, 
que os llama a su reino y a su gloria." 
( 1 Tesalonicenses 2, 12)

Nuestro difícil camino de fe, lleno de problemas, repleto de tropiezos y de continuas caídas requiere de inspiración y motivación continuas.

El apóstol San Pablo es el mayor ejemplo inspirador para todos nosotros los cristianos, después de Jesucristo, claro. Desde el inicio de su apostolado y, concretamente con su primera carta a los Tesalonicenses (posiblemente, el primer escrito del Nuevo Testamento, entre los años 50 y 52), San Pablo nos da a conocer su liderazgo y su servicio a Dios y a los demás.

Y lo hace de forma sencilla y auténtica: a través de su gran preocupación pastoral por las primeras comunidades, a través de su amor entrañable y paternal por sus discípulos, a través de su agradecimiento a Dios y de su total confianza en Nuestro Señor, a través de su estilo particular de vivir y anunciar el Evangelio, a través de su forma creativa de guiar y pastorear, a través de su sabiduría teológica y a través de su prolija actividad escrita.

Una cosa tengo clara: que no sólo los sacerdotes tienen la misión de inspirar (que también, por supuesto) al pueblo de Dios. De hecho, no todos los sacerdotes nos inspiran igual, de la misma forma que no todos inspiramos a otros de la misma manera, ni todos los demás nos inspiran a nosotros igual.

¿Por qué? Porque Dios nos ha regalado carismas, talentos, dones y habilidades que debemos poner a Su servicio. Cada uno, según lo recibido. Pero todos debemos hacerlo...como nos dice Jesús en la parábola de los talentos (Mateo 25, 14-30).

Poner a trabajar nuestros talentos y nuestros carismas para inspirar a otros, requiere otras habilidades, como la capacidad de conectar, apreciar y motivar a otras personas. Sin estas habilidades, inspirar a otros será difícil. Pero aún más importante es ofrecérselos a Dios, que es quien nos los ha regalado. Sin ésta, será imposible.

El propósito principal de la inspiración es mover a las personas hacia la visión y la misión de la comunidad parroquial, y que que en última instancia, se trata de alentar y motivar hacia la conversión (metanoia), el crecimiento espiritual y el cambio de vida de los demás.

San Pablo, paradigma inspirador

El liderazgo paulino es un gran ejemplo inspirador con las siguientes características:

C
omunicación
Con sus cartas y epístolas siempre mantuvo contacto con sus discípulos y una eficaz comunicación con las comunidades cristianas que iba estableciendo. 

Capacitación
Ejerció su liderazgo en comunidad, rodeándose de colaboradores (Timoteo, Tito, etc.) a los que fue capacitando, para que asumieran su propio liderazgo. No trabajó de forma individual y aislada sino a través de un compañerismo fraternal que inspiró, motivó y suscitó el afecto de todos cuantos le escuchaban.

Comunión
Su eficacia y liderazgo apostólicos fueron producto de su íntima comunión y relación con Dios, sabiendo que la Iglesia no le pertenecía a él, sino a Dios.

Beneficio
Su interés evangelizador no estaba basado en cifras o números sino en el beneficio espiritual de todos aquellos a quienes evangelizaba y lo hacía rezando e intercediendo por todos ellos.

Madurez
Su preocupación principal era llevar a la madurez cristiana a cada uno de sus hermanos, por eso luchaba para que cada uno de sus discípulos desarrollara una fe activa, un amor entrañable y una esperanza perseverante.

Gracia
El Espíritu Santo siempre fue su guía y el protagonista de su Evangelización. Por la Gracia de Dios, los frutos de su apostolado fueron abundantes.

Servicio
Siguiendo los pasos de Cristo, su vida transcurrió no para ser servido sino para servir a los demás y a la Iglesia.

Perseverancia
Durante su apostolado sufrió grandes dificultades, enfermedades y persecuciones pero nunca se desanimó sino que lo hizo siempre con el gozo del Espíritu Santo. 

Discipulado
Su gran preocupación fue llevar a todos hacia la madurez espiritual, con el objetivo de que, a su vez, fueran modelo para otros. Trató de formar cristianos genuinos, auténticos discípulos de Cristo.

Sinceridad 
Nunca se inspiró en la mentira ni en el engaño, ni en intereses propios, ni en el fraude ni buscó agradar con adulación.

Humildad
Nunca trató de imponer su autoridad como apóstol de Cristo y siempre dejó a cada uno tomar sus propias decisiones. No sólo quería comunicarles el Evangelio sino la propia vida, evitando incluso convertirse en una carga.

Inspirando a otros

¿Cómo podemos nosotros inspirar a otros? Además del ejemplo del Apóstol, podemos inspirar y guiar a otros hacia Dios a través de:
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Las relaciones“A nadie le importa lo que sabemos, hasta que saben lo mucho que nos importa”. Se trata más bien de no darnos importancia a nosotros, sino a los demás: cuidar de ellos, preocuparse por ellos y, sobre todo, amarles.

Las acciones : "Si eres bueno en algo, no necesitas decírselo a los demás. Lo verán". Si de verdad queremos inspirar a otros, dejemos que nuestras obras y acciones hablen por sí mismas.  "Alumbrándoles" que no "deslumbrándoles", con nuestra personalidad.

Las estrategiasTodo el mundo quiere hacer las cosas, pero lo que a menudo ahoga el propósito es el proceso; lo que evita la visión es, con frecuencia, la misión. Establezcamos una estrategia para visualizar la meta y así poder avanzar, crecer y progresar en la fe con ellos. Demos una dirección a la gente, un espacio de tiempo y la autoridad y la libertad para actuar. Propongamos metas pequeñas y sencillas, para después ir a por las grandes.

Las potencias: Escuchar es fundamental para maximizar el potencial y minimizar el esfuerzo. Escuchando a los demás identificaremos lo mejor de cada uno para, inmediatamente, ponerlo a funcionar.

Tres sugerencias básicas

Buscar siempre la presencia y el poder del Espíritu Santo para mantener nuestra llama interior viva y ardiente de pasión.

Mantener clara nuestra vocación de servicio a Dios y al prójimo en nuestra mente y corazón.

Desarrollar la disciplina y perseverancia necesarias para continuar con ese entusiasmo interior que contagia a los demás.



ORACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,

Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia Santificación.

Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.

Dame acierto al empezar
dirección al progresar
y perfección al acabar.
Amén.

(Cardenal Verdier)


lunes, 9 de abril de 2018

LA ANUNCIACIÓN: UN "SÍ" ÚNICO


"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea,
llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
Y entrando, le dijo: 'Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.'
Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
El ángel le dijo: 'No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
El será grande y será llamado Hijo del Altísimo,
y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.'
María respondió al ángel: '¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?'
El ángel le respondió: 'El Espíritu Santo vendrá sobre ti 

y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; 
por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez,
y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
porque ninguna cosa es imposible para Dios.'
Dijo María: 'He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.'
Y el ángel dejándola se fue."
(Lucas 1, 26-38)

Hoy celebramos la solemnidad de la Anunciación de Señor, que la Iglesia nos regala habitualmente el 25 de marzo, exactamente nueve meses antes del 25 de diciembre, fecha de otra gran noticia, la Encarnación de Jesucristo. Sin embargo, este año, al coincidir con el Domingo de Ramos, se ha pospuesto hasta hoy.

Y quiero detenerme en ella para darle la gran importancia que tiene. Y es que, desgraciadamente a menudo, nuestros corazones están tan endurecidos por la innumerable cantidad de malas noticias que a diario escuchamos, que cuando recibimos una buena, la mejor, apenas le damos importancia.

La visita del Arcángel San Gabriel a María y el anuncio de la venida de Jesucristo es uno de los relatos más importantes, apasionantes y formativos para todos nosotros, los cristianos. En este relato, no sólo hay un anuncio trascendental que cambia la historia de la humanidad sino también una explicación de cómo actúa el Cielo. 

Resultado de imagen de holy spirit overshadowed maryHasta la anunciación del arcángel Gabriel, María de Nazaret era una mujer israelita absolutamente desconocida. Nadie sabía nada de María. Una mujer judía como tantas, ánonima y oculta a los ojos de los hombres, pero no a los ojos de Dios. Nadie, ni siquiera ella, sabía la misión que Dios tenía preparada para ella y para la humanidad. 

Su vida trasciende la historia por el libre y amoroso cumplimiento de la misión que le fue asignada desde la eternidad y que Ella conoció a través del arcángel.

Aquel fue un momento solemne para la historia de la humanidad: se cierra el tiempo del pecado para abrirse el tiempo de la Gracia; se pasa del tiempo de la paciencia de Dios al de la misericordia, de la desobediencia de Eva a la obediencia de María.

La creación entera depende del sí de una joven israelita. Es un momento de gran alegría en los cielos y en la tierra, porque llega al mundo el gran amor de Dios. En el alma de María, Dios habita de un modo pleno, gozoso, amoroso. Ella es la hija que siempre ha correspondido al amor de Dios Padre. 

La visita del arcángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo Testamento: Sara, madre de Isaac (Génesis 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Samuel 1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas, les fue anunciado el nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de Dios.

Sin embargo, el mas importante es el anuncio a María, quien se sorprende, aunque no pierde la serenidad, reflexionando el significado de estas palabras. Respeto y sorpresa: “¿Es de Dios lo que oigo?
"Al sexto mes..."

El relato de la Anunciación empieza con la expresión "Al sexto mes...", en referencia al sexto mes de gestación de Isabel, la prima de María, cuya necesidad concreta (una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer hijo, con un parto de riesgo) es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella lo menciona al comienzo (Lucas 1,26) y al final de la visita del Arcángel (Lucas 1,36-39). 

El plan de Dios ya había empezado a realizarse cuando Su heraldo visitó a María. El hecho de que Dios nos anuncie algo no significa que comience necesariamente con nosotros. Dios siempre prepara el camino.

"Virgen desposada" 
María y José tenían sus planes: casarse y formar una típica familia judía. De igual manera, Dios tiene siempre tiene un plan para cada uno de nosotros. Y a veces, no sólo no coincide con el nuestro sino que incluso, lo trastoca.

“¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” 

El ángel le dice estas palabras, que son similares a las que se le dijo a Moisés (Éxodo 3,12), a Jeremías (Jeremías 1,8), a Gedeón (Jueces 6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. 

Aunque en un principio, podría (podríamos) pensar ¡qué faena! ¡con lo que yo tenía pensado!...Dios nos dice: Alégrate porque Yo estoy contigo, nada te falta. Y es precisamente importante esta conexión existente entre la Gracia de Dios y Su presencia. sólo mediante la Gracia, Dios actúa y se hace presente.

¡El Señor está contigo! es a la vez una afirmación y una profecía. La tierna mirada de Dios ya se había posado sobre María. 

"Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo" 

María se queda extrañada y perpleja ante este saludo, y trata de comprender su significado. Es realista. Quiere entender...Desde el punto de vista humano y ante la majestuosa presencia divina, discierne que cuando el favor de Dios está sobre nosotros, puede ser que nos enfrentemos a una situación inquietante. 

María tiene conciencia de la misión a la que está siendo llamada y ante la grandeza del anuncio, mira su condición y lo analiza a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente hablando, no es posible: “¡Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”

María escucha, piensa, y pone una objeción no de resistencia, sino de no entender como Dios le puede pedir dos cosas que son incompatibles para el ser humano: la virginidad y la maternidad. ¡Era tan clara la llamada a ser virgen!

“¡No temas, María!”

Como en la visita del ángel a Zacarías (y como vemos en otras apariciones de la Escritura), el ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: ”¡No temas!” El "no temas" es la introducción que usa la Escritura para las vocaciones divinas, es como decir: escucha con atención, lo que vas a oír es Palabra de Dios

Luego, el heraldo de Dios recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a nacer y por tanto, que debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y en Él se realizará y cumplirá el Reino de Dios. Esta es la explicación del ángel para que María no tenga miedo.

Y luego la gran sorpresa: por especial gracia de Dios concebirá, dará a luz, pondrá por nombre al futuro rey de Israel, al Hijo de David que tendrá un reino eterno. El momento tan esperado en Israel de la venida de un salvador ha llegado. ¡La virgen profetizada por Isaías es Ella! Comienza, si María acepta, el tiempo tan esperado de la gran misericordia de Dios.

"¿Cómo será esto?" 

María dice "¿cómo será esto?", es decir, en su pregunta, implícitamente lo acepta pero quiere entender. Hay muchísima diferencia entre preguntarle a Dios "cómo" y preguntarle "por qué"

El "cómo" implica la aceptación mientras que el "por qué" expresa siempre un cierto rechazo o inconveniente.

"El Espíritu Santo vendrá sobre ti...porque ninguna cosa es imposible para Dios." 

Dios responde a la pregunta de "¿cómo?", haciéndolo fácil: enviando su Espíritu.

Nada es imposible para Dios!!!El ángel explica que el Espíritu Santo consigue realizar cosas que parecen imposibles a los ojos humanos: nacer de una Virgen, o concebir un hijo en una edad avanzada. Por esto, el Santo que va a nacer de María será llamado Hijo de Dios. 

El milagro se repite hoy. Cuando los hombres acogemos a Jesús en nuestros corazones, algo nuevo  y sorprendente acontece por el poder del Espíritu Santo:Dios mismo vive en nosotros. Ya no somos nosotros sino Cristo que vive en nosotros.

“¡He aquí la esclava del Señor! Hágase en mí según su Palabra”

El tiempo se detiene. María reconoce la voluntad de Dios para Ella: su colaboración libre en una empresa divina. 

Resultado de imagen de dia de la virgen mariaPercibe que su maternidad va ser de una calidad especial; ser la madre del Rey de Reyes, del Salvador, pero sobre todo ser madre del Hijo del Altísimo, ser madre de Dios; porque la maternidad hace referencia a la persona, y Ella introducirá al Hijo sempiterno en la vida de los hombres. 
María tuvo que ser plenamente consciente de lo que estaba pasando y de lo que se le pedía: no será un elemento pasivo en la gran tarea de la redención. Y, desde una inteligencia preclara, sin la tiniebla del pecado, ve con claridad meridiana la grandeza de lo que se le pide. Aunque tendrá conocimiento más claro en la profecía de Simeón. Pero ve, sobre todo, el gran derroche de Amor en el mundo. 


El mundo espera su respuesta. La espera Adán y Eva desde el seol, la esperan los patriarcas, los ángeles, el cielo está en suspenso ante la respuesta de María. Los segundos se hacen eternos. De pronto, surge de su boca el sí con acentos de entrega y fe consciente y amorosa: “¡He aquí la esclava del Señor! Hágase en mí según su Palabra”.

La respuesta del ángel aclara todo para María, y ella se entrega. Aunque María fue elegida por Dios, Ella responde con un corazón dispuesto y usa para si el título de Esclava, sirvienta del Señor. 

Esta expresión "esclava del Señor" viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos: "Aquí está mi siervo a quien protejo; mi elegido, en quien mi alma se complace. He puesto en él mi espíritu" (Isaías 42,1-9)"Tú eres mi siervo, Israel, en quien me glorificaré." (Isaías 49,3-6).

El "sí" de María es el reflejo perfecto del "sí" de Cristo: He aquí que vengo -pues de mí está escrito en el rollo del libro- a hacer, oh Dios, tu voluntad  (Salmo 39; Hebreos 10,7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre y gracias al encuentro de estos dos "síes", Dios se hace hombre.

En este gran "sí" se asienta la voluntad de Dios, quien permite decidir a su criatura más hermosa y privilegiada, la Virgen María. Tras este vital "sí", se cimientan el resto de los "síes" de la humanidad: los de los discípulos, los apóstoles, los santos y todo el resto de los hombres que han cumplido y cumplimos la voluntad de Dios, como rezamos en el Padrenuestro: "Hágase tu voluntad".
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El "sí" de María comprende y abarca la totalidad de la fe, la esperanza y la caridad que Dios nos muestra y nos ofrece a través de Ella. María dice "sí" por plena confianza, esperanza y amor, más que por conocimiento o sabiduría.

El "sí" de María la convierte en la primera discípula de Cristo en ese mismo momento, discípula de la Palabra, del Verbo: "Hágase en mi según tu palabra". Y su "sí" es hasta el final, hasta la misma muerte de su Hijo.

Desde ese "sí", Dios creció en el seno de María. De la misma forma, también puede crecer hoy en nuestros corazones, si por la fe, creemos, si por la esperanza, confiamos y si por el amor, damos sentido a toda nuestra existencia.

Hoy, Dios también nos anuncia y nos pide a cada uno de nosotros que le acojamos, que pongamos a disposición nuestro corazón y nuestro cuerpo, toda nuestra existencia, para que Él pueda habitar en el mundo...

¿Le daremos nuestro sí o nuestro no?
¿Somos de "sí" o de "no"? 
¿Le miramos a Él o miramos hacia otro sitio?
¿Permitimos que habite en nosotros o le negamos y abandonamos?




viernes, 6 de abril de 2018

¿VOCACIONES? ¿QUÉ VOCACIONES?


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"Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; 
antes que salieras del seno te consagré; 
como profeta de las gentes te constituí. 
Yo dije: '¡Ah, Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven!'. 
Pero el Señor me respondió: 'No digas: ¡soy joven!, 
porque adonde yo te envíe, irás; 
y todo lo que yo te ordene, dirás. 
No tengas miedo de ellos, 
porque yo estoy contigo para protegerte', dice el Señor"." 
(Jeremías 1, 5-8)

La Iglesia nos anima a reflexionar y a orar constantemente por la falta de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa en España.

Sin embargo, no parece que sea por falta de oración: muchos rezan continuamente para suscitar vocaciones, pero la pregunta que se plantea es ¿existen comunidades suficientes que susciten vocaciones?¿existen jóvenes comprometidos con Dios y con la Iglesia? ¿existen jóvenes que responden a la llamada de Dios? 

Resultado de imagen de olmeda de la cuestaAlgunos, justifican esta escasez de vocaciones por el descenso demográfico

Es cierto que España envejece a ritmo acelerado: en la actualidad, la media de edad de los españoles se sitúa en los 43,5 años. 

Nuestra población envejece, lo mismo que nuestra Iglesia. Sin embargo, no creo que el descenso de los jóvenes sea una razón vital para la ausencia de vocaciones. 

El núcleo del problema es de mayor y de más profundo calado. Vuelvo al tema de la Revolución (aunque parezca cansino). La Revolución ataca y ejerce su dominio siempre en tres fases: primero en las tendencias; luego, en las ideas; y finalmente, en los hechos.

Podemos negar la Revolución o combatirla. Podemos mirar hacia otro lado o "coger el toro por los cuernos". Podemos seguir lamentándonos de la falta de vocaciones o estudiar las causas para revertir la situación. Podemos seguir hablando del "tema" o acometerlo definitivamente. Y lo debemos hacer "desde dentro" y con "auto-crítica".


"No puedo amar lo que no conozco"

Yo creo que la pregunta correcta que debemos hacernos no es tanto ¿cuánto? sino ¿cómo? No es cuestión de cuántos jóvenes hay en España que puedan llegar a tener una vocación de vida sacerdotal o consagrada. Se trata de cómo los jóvenes pueden llegar a ella. 

Resultado de imagen de religion en los colegios¿Cómo puedo amar algo que no sé ni que existe? ¿Cómo puedo apreciar algo que no conozco? ¿Cómo puedo querer algo si no me enseñan a hacerlo?

Y es que en la mayoría de las casas españolas ya no se enseña a rezar, a santiguarse. Ya no se enseñan los mandamientos, ni el Padrenuestro, ni los temas trascendentales que conciernen a nuestra vida. En los colegios, tampoco.


Nuestros niños no conocen a Dios porque sus padres no les llevan a misa. Tan sólo el día de su "primera y última" comunión. No les explican que ese día no consiste sólo en una fiesta donde estrenar un bonito traje; no les enseñan que no se trata de recibir sólo regalos. No les muestran a Dios.

Nuestros jóvenes españoles no conocen a Cristo porque no van a la Iglesia. Se niegan a ir con sus padres. Apenas pisan una parroquia, ni siquiera para casarse. Piensan que ir a misa o ser católico "está pasado de moda". Para la mayoría, ser "católico", "cura" o "monja" no es trending topic. Ni siquiera pasa sus cabezas. Y los hechos lo atestiguan.

"No me interesa"

Los jóvenes españoles (y occidentales) no están interesados en Dios. Y lo no lo están por varias razones, tanto externas como internas: 

- porque la Iglesia está continuamente denostada, maltratada e insultada desde todos los ámbitos de la sociedad. Así, ¿qué joven va a tener vocación por algo "políticamente incorrecto" o "mal visto" en la sociedad?

Resultado de imagen- porque este mundo "descristianizado" les incita a no comprometerse con nada ni con nadie. "Lo que hoy ya no te sirve, se tira y se reemplaza por otra cosa, por otra persona". Así, ¿qué joven se va a plantear dedicar su vida a servir a Dios y al prójimo?

- porque muchos jóvenes piensan que ir a misa es "cosa de viejos" y que lo que "allí" se dice es aburrido y "no va con ellos". Así, ¿qué  joven va a sentirse "como en casa"?

- porque muchos sacerdotes se han "acomodado" a un público plácido, que no les pide mucho esfuerzo ni tiempo y se han "distanciado" del Pueblo hablando un "idioma" ininteligible para los jóvenes, quienes no han sido enseñados ni discipulados. Incluso se esconden tras un "cleriman" o ni eso. Así ¿qué joven se va a sentir a gusto escuchando un idioma que no entiende porque jamás lo ha escuchado o poniéndose un uniforme que no entiende?

 - porque muchos jóvenes no se sienten acogidos por personas que no les escuchan, que no les respetan, que no les valoran o que ni siquiera les miran. Así, ¿qué joven va a integrarse en una comunidad parroquial donde no es "necesario", donde no es "querido"? 

- porque muchos jóvenes ven un futuro poco prometedor y ni siquiera se plantean que les deparará el día de mañana. Así, ¿qué joven va a plantearse vocación alguna si ni se plantea el futuro corto plazo?

- porque muchos jóvenes carecen de "ideales", de "valores", de "principios" que les guíen en sus vidas. Así, ¿qué joven va a luchar por nada ni por nadie?

Nuestros hijos no quieren saber mucho de Dios porque este mundo les invita al grito del "carpe diem" a vivir una vida egoísta, hedonista y relativista, donde "lo primero soy yo y el resto, es relativo". Les animan a vivir el "hoy y ahora" sin preocuparse más allá (ni del más allá). Les motivan a "buscarse la vida" por el camino del individualismo egoísta (muchos son hijos únicos) y a no ser solidarios con nadie (no formar parte de nada).

La clara evidencia es que si nuestra juventud no asiste a la Iglesia, nuest
ra población católica envejece. Y si nuestra "población activa" escasea, envejece y muere, es casi imposible que florezcan vocaciones.

¿Qué podemos hacer?

No tengo en mi mano todas las soluciones, pero podríamos empezar rezando más, acogiendo más, haciéndoles más atractivo todo lo que Dios nos inspira con su Espíritu, preguntando más a los jóvenes, escuchándoles más, amándoles más...

Imagen relacionadaNuestros jóvenes son el futuro de la sociedad y por tanto, de la Iglesia. Si les relegamos,  ignoramos o no velamos por sus necesidades, no sólo no habrá vocaciones en la Iglesia a corto/medio plazo sino que no habrá jóvenes en la Iglesia.

Es indispensable construir comunidades que lleven a los jóvenes (y a los menos jóvenes) hacia Cristo. Sólo así se suscitarán vocaciones. De todo tipo. 

Comunidades "propias", donde la pasión (como en el fútbol) nos inspire a decir "este es mi equipo", este es mi "jugador". Donde cada joven (y menos joven) diga "esta es mi "parroquia", "es lo más..."

Y para ello, hay muchas cosas que cambiar. Empezando por nosotros mismos.

domingo, 1 de abril de 2018

¡¡¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!!!

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"Si Cristo no ha resucitado, 
vana es nuestra predicación y vana nuestra fe." 
(1 Corintios 15,14)

El apóstol Pablo resalta la importancia que tiene en la fe la resurrección de Jesucristo: es nuestro fundamento.

Si Jesucristo no ha resucitado, las promesas de Dios son vanas pues estamos abocados a una vida corta de sufrimiento y muerte en esta tierra. Entonces, ¿para qué Dios?

Si Jesucristo no ha resucitado, nuestra esperanza se desvanece y su figura se queda tan sólo en un personaje histórico. Entonces, ¿para qué Cristo?

Si Jesucristo no ha resucitado de los muertos significa que ha sido vencido por la muerte y por el pecado. Significa que su muerte ha sido inútil, estéril, sin sentido. ¿para qué su muerte?

Sólo si Jesucristo ha resucitado, algo verdaderamente nuevo cambia el mundo: Dios se ha manifestado al hombre. Se ha abierto el cielo para la humanidad.

La resurrección de Jesucristo no es una reanimación de un muerto sino que supone la ruptura de las cadenas que nos esclavizan en este mundo. 

La Resurrección es:

- un salto cualitativo, un paso a una nueva vida que no está sujeta a la ley física de la muerte.

- universal o no es nada, dice el apóstol Pablo (1 Corintios 15, 16-20) y por tanto, "los cristianos que han muerto están perdidos".
 

- tan real como la cruz. Sin embargo, si nuestra fe se queda sólo en la cruz, nada nuevo hay. 

- un hecho que supera toda experiencia, puesto que Jesucristo vive desde Dios.

- la entrada a una vida nueva, una transición a una condición definitiva y diferente en la inmensidad de Dios, desde donde Él se nos manifiesta.

La Resurrección nos presenta al:

Dios de la Vida

Nos descubre a un Dios de vivos y no de muertos (Mateo, 22, 32) y abre la puerta de par en par hacia la Vida Plena. 

Todos nosotros participamos de la resurrección de Jesucristo. No es un hecho aislado del Hijo de Dios. Jesús inaugura el camino, nos abre la puerta del cielo y nos da esperanza: “Dios que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder” (1 Corintios 6, 14).

Dios de la Promesa

Es el cumplimiento y la plenitud de todas las promesas dadas por Dios a su pueblo. Nos muestra un Dios fiel, que no defrauda.

Es
 el cumplimiento cierto y seguro de su Alianza, que nos hace degustar las primicias del cielo, construyéndolo, anticipándolo aquí mismo en la tierra, al encontrarnos con el "resucitado", como los dos de Emaús.

Dios de la Justicia


Nos revela a un Dios que hace justicia a las víctimas, subsanando todo el mal, que da la vida a todos los maltratados, oprimidos y esclavizados.

La resurrección restablece la Justicia de Dios que no abandona al débil o al pobre en el camino.

Dios de la Esperanza

Es la esperanza futura de Vida Eterna para todos los que damos nuestro sí a Dios, que ilumina toda nuestra existencia, que nos ayuda a caminar en las tinieblas de este mundo. 

Es el amanecer de un día nuevo sin ocaso, sin noche, sin oscuridad que alcanza a toda la humanidad: una nueva creación, un hombre nuevo.


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¡¡¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!!! 

¡¡¡EN VERDAD, HA RESUCITADO!!!

viernes, 30 de marzo de 2018

COMBATIR EL BUEN COMBATE

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"He combatido el buen combate, 
he concluido mi carrera, 
he conservado la fe; 
sólo me queda recibir la corona merecida, 
que en el último día me dará el Señor, justo juez;
 y no sólo a mí, sino también a todos los que esperan con amor su venida." 
(2 Timoteo 4, 7-8)

Saulo de Tarso, fariseo conocedor de la Ley Mosaica y las escrituras hebreas, difundió la muerte y el terror entre los seguidores de Cristo. Fue un cruel perseguidor de la Iglesia de Cristo.

Pablo, alma inquebrantable y, a la vez, atormentada tras su conversión hasta el final de sus días, es el ejemplo de cómo Dios puede transformar a una persona llena de odio en otra llena de amor. Unió su profunda teología a una auténtica vida de combate evangelizador.

La verdadera transformación ocurre cuando tenemos un encuentro personal con Cristo: es entonces cuando su amor nos abrasa, su misericordia nos sana y su gracia nos colma.

Y esto es lo que le ocurrió a Pablo. Tras su encuentro con el Señor, pasó de perseguidor a evangelizador, de quitar vidas a dar vida, del odio al amor, del rencor al agradecimiento, del resentimiento a la gracia.

Dios hace grande lo pequeño

Las actitudes de los que odian y persiguen son el orgullo, la vanidad y la hipocresía. Son personas de corazón impuro, que no quieren entregarse a Dios y cuya única preocupación es ser más que los demás. Su rencor está puesto en los demás y su amor, en ellos mismos. 
Saulo significa "el grande" y Pablo "el pequeño".  Saulo era "grande" a ojos de los hombres. Sin embargo, cuando se hizo "pequeño" a los ojos de Dios, el Señor transformó su corazón de odio en corazón de amor, hizo de lo pequeño algo grande.

Dios obra así: hace grande lo pequeño, enaltece al humilde y fecunda lo estéril. Y es que Dios siente predilección por lo pequeño, lo humilde, lo pobre. Entonces derrama toda su gracia. A Dios creemos darle todo pero en realidad, le damos nuestra pequeñez, para que obre grandezas; le damos nuestra nada para que Él la convierta en Todo. 

Yo lo tengo claro, el propósito de esta vida es tener un encuentro con Cristo, conocerle y tomar una decisión: elegirle o rechazarle. Amar u odiar. 

Si le elegimos, nos hará vivir una vida plena. Viviremos en Cristo, moriremos en Cristo, resucitaremos en Cristo.

La conversión implica un cambio de mentalidad y de pensamiento pero, aún más importante, un cambio de comportamiento, de actitud, de vida.

Misericordia


Todo...absolutamente todo es perdonado por Dios. No existe ningún pecado que no pueda ser perdonado por Dios. 

Él jamás nos dice: "culpa", "vergüenza","venganza", "justicia", vete y muere. Dios sólo te dice: "Te amo, te quiero, ven a mi y vive". Dios nos ama antes de nuestro pecado, durante nuestro pecado y después de nuestro pecado. Dios tiene un corazón de misericordia inagotable, un corazón de amor infinito.

El hombre, cuando sufre, se conforma con llenar sus manos con un poco agua, que tarde o temprano, resbala por sus dedos hasta que desaparece mientras que Dios nos ofrece un océano infinito de inagotable misericordia.

Amor


Una maldad terrible reina en este mundo. Este mundo no sabe nada del amor. La oscuridad se propaga por todos lados. Nosotros tenemos el imperioso mandato de Cristo de llevar la luz, el amor y la paz a este mundo en tinieblas. 
Pero no podemos devolver mal por mal (Romanos 12, 17-19). La única manera de vencer al mal es hacer el bien. El amor es el único camino: un amor que sufre, un amor que escucha y sirve a los demás, que no es orgulloso ni se jacta, que espera y que no envidia, que no busca su interés, que no se irrita, que se regocija en la verdad, que no lleva cuenta del mal, que todo lo excusa, que todo lo cree, que todo lo soporta (1 Corintios 13, 4-7).

Ese amor, ese camino no es otro que Cristo. Sufrió, escuchó y sirvió a los demás. Jamás se jactó o vanaglorió sino que siempre esperó y confió en el Padre. No buscó nunca su interés ni su voluntad sino la del Padre. Se regocijó siempre en la verdad y nunca llevó cuenta del mal. Todo lo perdonó, todo lo excusó, todo lo creyó y todo lo soportó.

Nuestra vida no comienza con odio. De niños no tenemos odio, somos inocentes como palomas. Cuando crecemos mentimos, creamos división, controversia y odiamos.

Gracia

Dios se complace en transformar a hombres llenos de pasión, ira y odio extremo en hombres llenos de sabiduría, amor y paz extremos. Y todo es por su Gracia. Cuando el pecado sobreabunda, la Gracia sobreabunda.
Nadie está fuera del alcance de la Gracia de Dios. No importa quien seas o lo que hagas, no importa donde has estado o con quien. Lo importante es reconocerse pecador y que sin la Gracia de Dios nada somos, nada podemos hacer.

No importa lo que estemos pasando, no importa lo que estemos sufriendo. Debemos mantener la esperanza y la confianza en nuestro Señor. Llegado el momento, por la Gracia, reunirás las fuerzas necesarias para hacer lo correcto.

La persecución pone a prueba la fe. Cada uno debe decidir por si mismo. No podemos reparar la falta de fe de otros pero con nuestra fe podemos guiarles.

En resumen, debemos nacer a una nueva vida regida por el amor, la gracia y la misericordia. Una nueva vida donde no hay lugar para el odio, el mal o la desesperanza. Una vida en unión con Dios y con el prójimo.


jueves, 29 de marzo de 2018

AMOR FRENTE A TRAICIÓN

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"Judas, ¿con un beso entregas al hijo del hombre?"
(Lucas 22, 48)

Comenzamos la Semana Santa escuchando los Evangelios de Mateo, que enfatizan las infidelidades de los discípulos: la traición de Judas, la huida de todos en Getsemaní y, posteriormente, la negación de Pedro.

A pesar de que los discípulos dejan solo a Jesús en los momentos críticos, su amor y su amistad, trascienden el abandono de éstos. La ref
lexión que surge de estos hechos nos interpelan también a nosotros, hoy día. De igual manera que los discípulos, podemos abandonar a Jesús, pero Jesús nunca nos abandona a nosotros. Su amor es mucho mayor que nuestra infidelidad. 


Jesús sabe que va a ser traicionado a pesar de que Judas está maquinando en secreto; Jesús sabe que va a ser negado por Pedro a pesar de que le dice que morirá por Él; Jesús sabe que va a ser abandonado por sus discípulos a pesar que están con Él en el Huerto. Jesús lo sabe todo. 

Imagen relacionadaAún así, Cristo comparte sus últimos mensajes en confianza con todos ellos; cena y confraterniza en intimidad con sus amigos. Para los judíos compartir mesa, participar del pan y del vino eran las máximas expresiones de amistad, de intimidad y de confianza. 

A pesar de ser traicionado por sus amigos, por personas muy íntimas, ¡la increíble gratuidad del amor de Jesús supera la deslealtad, la negación y la huida de sus discípulos. Su amor no depende de lo que los demás hacemos por Él. Aunque cometamos el pecado más grande, sigue considerándonos amigos suyos. 


Resultado de imagen de los discipulos en getsemaniJesús, sabiendo perfectamente lo que Pedro y los demás discípulos iban a hacer, se fue con ellos a Getsemaní. Sabiendo perfectamente lo que Judas había hecho, y lo que venía a hacer, le dijo: "Amigo, ¡a lo que vienes!" No era palabras dichas con ironía, sino con sinceridad y honestidad. Judas era su amigo y Jesús lo amaba. 

¡Qué triste la reacción humana! ¡Qué descorazonadora la actitud del hombre! Después de haber vivido, comido y caminado junto a Jesús durante tres años, Judas terminará entregando a su Maestro y amigo, Pedro terminará negándole y todos, terminarán abandonándole. 

El mismo amor que Jesús sentía por Judas, por Pedro y por el resto de sus discípulos que le fueron infieles, es el que siente por cada uno de nosotros, quienes, lamentablemente, lo negamos, lo traicionamos y abandonamos a diario, quizás con más frecuencia que lo hicieron Judas y el resto.

Cerca y lejos de Jesús a la vez

Los discípulos fueron unos privilegiados: caminaron tres años junto a Jesús, fueron testigos de milagros asombrosos, e incluso predicaron junto a Él. Sin embargo, Judas nunca valoró ni amó a Cristo. En realidad, no estaba realmente interesado en lo que enseñaba. Tenía puesto su corazón en las cosas terrenales, como muestra su traición y sus robos (Juan 12,6). 
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Seguramente Judas fue desilusionándose a medida que conocía más a Jesús, e incluso enfadándose y pensando que había desperdiciado tiempo siguiéndolo. Por eso, cuando se dio cuenta de que Jesús no le serviría para sus propios fines, lo traicionó, mostrando que nunca fue un verdadero discípulo (Juan 26,14-16).

Jesús habló en muchas ocasiones, refiriéndose a "los Judas" (Mateo 6,19-24 y 7,21-23), e incluso advirtió sobre lo que supondría la traición (Mateo 26,24). Sabía que en su Iglesia siempre habría Judas que estarían físicamente cerca de Él pero que sus corazones estarían muy lejos. Aún así lo permitió. Los amó.

Y yo, ¿estoy a la vez cerca y lejos de Jesús? ¿le traiciono? ¿le abandono en los momentos críticos?

Sólo Jesús llena nuestras vidas

Muchos siglos antes de la venida de Cristo, Dios le habló al profeta Jeremías: "Doble iniquidad ha cometido mi pueblo: me han abandonado a mí, la fuente de agua viva para excavarse aljibes, aljibes agrietados, que no retienen agua" (Jeremías 2,13).

Judas representa esta doble iniquidad de la que habla el profeta. Él creyó que era mejor tener un puñado de monedas que tener a Cristo. Luego vio el error que cometió, pero en vez de arrepentirse, decidió quitarse su propia vida.


Imagen relacionadaLa esencia de nuestro pecado original, de nuestra rebelión es, aún estando cerca de Dios, abandonarle por temor o por egoísmo, por tratar de llenar nuestras vidas con cosas materiales que jamás podrán llenarlas.

De nada nos sirve tener cosas materiales ni nada de este mundo si no tenemos a Cristo: "Pues los que quieren enriquecerse caen en la tentación y en la trampa de deseos insensatos y funestos que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males. Algunos, arrastrados por ese amor al dinero, se han apartado de la fe y están atormentados por muchos remordimientos" (1 Timoteo 6,9-10).

Y yo, ¿dejo que Jesús llene mi vida? o ¿trato de llenarla con cosas materiales? ¿estoy cerca de Cristo en misa o pensando en mis cosas?

Judas! ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 
Pedro! ¿con un "no" abandonas al Hijo de Dios?
Cristiano! ¿con un "no tengo tiempo" traicionas al mismísimo Dios?