¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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viernes, 6 de abril de 2018

¿VOCACIONES? ¿QUÉ VOCACIONES?


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"Antes de formarte en el vientre de tu madre te conocí; 
antes que salieras del seno te consagré; 
como profeta de las gentes te constituí. 
Yo dije: '¡Ah, Señor Dios, mira que yo no sé hablar; soy joven!'. 
Pero el Señor me respondió: 'No digas: ¡soy joven!, 
porque adonde yo te envíe, irás; 
y todo lo que yo te ordene, dirás. 
No tengas miedo de ellos, 
porque yo estoy contigo para protegerte', dice el Señor"." 
(Jeremías 1, 5-8)

La Iglesia nos anima a reflexionar y a orar constantemente por la falta de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa en España.

Sin embargo, no parece que sea por falta de oración: muchos rezan continuamente para suscitar vocaciones, pero la pregunta que se plantea es ¿existen comunidades suficientes que susciten vocaciones?¿existen jóvenes comprometidos con Dios y con la Iglesia? ¿existen jóvenes que responden a la llamada de Dios? 

Resultado de imagen de olmeda de la cuestaAlgunos, justifican esta escasez de vocaciones por el descenso demográfico

Es cierto que España envejece a ritmo acelerado: en la actualidad, la media de edad de los españoles se sitúa en los 43,5 años. 

Nuestra población envejece, lo mismo que nuestra Iglesia. Sin embargo, no creo que el descenso de los jóvenes sea una razón vital para la ausencia de vocaciones. 

El núcleo del problema es de mayor y de más profundo calado. Vuelvo al tema de la Revolución (aunque parezca cansino). La Revolución ataca y ejerce su dominio siempre en tres fases: primero en las tendencias; luego, en las ideas; y finalmente, en los hechos.

Podemos negar la Revolución o combatirla. Podemos mirar hacia otro lado o "coger el toro por los cuernos". Podemos seguir lamentándonos de la falta de vocaciones o estudiar las causas para revertir la situación. Podemos seguir hablando del "tema" o acometerlo definitivamente. Y lo debemos hacer "desde dentro" y con "auto-crítica".


"No puedo amar lo que no conozco"

Yo creo que la pregunta correcta que debemos hacernos no es tanto ¿cuánto? sino ¿cómo? No es cuestión de cuántos jóvenes hay en España que puedan llegar a tener una vocación de vida sacerdotal o consagrada. Se trata de cómo los jóvenes pueden llegar a ella. 

Resultado de imagen de religion en los colegios¿Cómo puedo amar algo que no sé ni que existe? ¿Cómo puedo apreciar algo que no conozco? ¿Cómo puedo querer algo si no me enseñan a hacerlo?

Y es que en la mayoría de las casas españolas ya no se enseña a rezar, a santiguarse. Ya no se enseñan los mandamientos, ni el Padrenuestro, ni los temas trascendentales que conciernen a nuestra vida. En los colegios, tampoco.


Nuestros niños no conocen a Dios porque sus padres no les llevan a misa. Tan sólo el día de su "primera y última" comunión. No les explican que ese día no consiste sólo en una fiesta donde estrenar un bonito traje; no les enseñan que no se trata de recibir sólo regalos. No les muestran a Dios.

Nuestros jóvenes españoles no conocen a Cristo porque no van a la Iglesia. Se niegan a ir con sus padres. Apenas pisan una parroquia, ni siquiera para casarse. Piensan que ir a misa o ser católico "está pasado de moda". Para la mayoría, ser "católico", "cura" o "monja" no es trending topic. Ni siquiera pasa sus cabezas. Y los hechos lo atestiguan.

"No me interesa"

Los jóvenes españoles (y occidentales) no están interesados en Dios. Y lo no lo están por varias razones, tanto externas como internas: 

- porque la Iglesia está continuamente denostada, maltratada e insultada desde todos los ámbitos de la sociedad. Así, ¿qué joven va a tener vocación por algo "políticamente incorrecto" o "mal visto" en la sociedad?

Resultado de imagen- porque este mundo "descristianizado" les incita a no comprometerse con nada ni con nadie. "Lo que hoy ya no te sirve, se tira y se reemplaza por otra cosa, por otra persona". Así, ¿qué joven se va a plantear dedicar su vida a servir a Dios y al prójimo?

- porque muchos jóvenes piensan que ir a misa es "cosa de viejos" y que lo que "allí" se dice es aburrido y "no va con ellos". Así, ¿qué  joven va a sentirse "como en casa"?

- porque muchos sacerdotes se han "acomodado" a un público plácido, que no les pide mucho esfuerzo ni tiempo y se han "distanciado" del Pueblo hablando un "idioma" ininteligible para los jóvenes, quienes no han sido enseñados ni discipulados. Incluso se esconden tras un "cleriman" o ni eso. Así ¿qué joven se va a sentir a gusto escuchando un idioma que no entiende porque jamás lo ha escuchado o poniéndose un uniforme que no entiende?

 - porque muchos jóvenes no se sienten acogidos por personas que no les escuchan, que no les respetan, que no les valoran o que ni siquiera les miran. Así, ¿qué joven va a integrarse en una comunidad parroquial donde no es "necesario", donde no es "querido"? 

- porque muchos jóvenes ven un futuro poco prometedor y ni siquiera se plantean que les deparará el día de mañana. Así, ¿qué joven va a plantearse vocación alguna si ni se plantea el futuro corto plazo?

- porque muchos jóvenes carecen de "ideales", de "valores", de "principios" que les guíen en sus vidas. Así, ¿qué joven va a luchar por nada ni por nadie?

Nuestros hijos no quieren saber mucho de Dios porque este mundo les invita al grito del "carpe diem" a vivir una vida egoísta, hedonista y relativista, donde "lo primero soy yo y el resto, es relativo". Les animan a vivir el "hoy y ahora" sin preocuparse más allá (ni del más allá). Les motivan a "buscarse la vida" por el camino del individualismo egoísta (muchos son hijos únicos) y a no ser solidarios con nadie (no formar parte de nada).

La clara evidencia es que si nuestra juventud no asiste a la Iglesia, nuest
ra población católica envejece. Y si nuestra "población activa" escasea, envejece y muere, es casi imposible que florezcan vocaciones.

¿Qué podemos hacer?

No tengo en mi mano todas las soluciones, pero podríamos empezar rezando más, acogiendo más, haciéndoles más atractivo todo lo que Dios nos inspira con su Espíritu, preguntando más a los jóvenes, escuchándoles más, amándoles más...

Imagen relacionadaNuestros jóvenes son el futuro de la sociedad y por tanto, de la Iglesia. Si les relegamos,  ignoramos o no velamos por sus necesidades, no sólo no habrá vocaciones en la Iglesia a corto/medio plazo sino que no habrá jóvenes en la Iglesia.

Es indispensable construir comunidades que lleven a los jóvenes (y a los menos jóvenes) hacia Cristo. Sólo así se suscitarán vocaciones. De todo tipo. 

Comunidades "propias", donde la pasión (como en el fútbol) nos inspire a decir "este es mi equipo", este es mi "jugador". Donde cada joven (y menos joven) diga "esta es mi "parroquia", "es lo más..."

Y para ello, hay muchas cosas que cambiar. Empezando por nosotros mismos.

jueves, 4 de enero de 2018

¿CORRE PELIGRO EMAÚS?

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Pudiera parecer, al leer el título de este artículo, que sobrevuela en mí un cierto estado de desánimo. Pudiera parecer que refleja un estado de un cierto desaliento o incluso derrotismo. No es así.

Desde mi intensa experiencia de amar y de servir a Dios a través de los retiros de Emaús, hoy quiero reflexionar, a la luz del discernimiento de la Eucaristía y la oración, sobre los serios peligros que corre Emaús.

El interés que ha despertado en los últimos tiempos en España es considerable. Todo el mundo habla de Emaús, aunque no se pueda contar nada. Todo el mundo pregunta: ¿Has hecho Emaús?, aunque no se sepa exactamente lo que ello significa. Todo el mundo invita a caminar en Emaús, aunque no se medite quien lo necesita de verdad.

A pesar de la gran acogida y el interés suscitado entre quienes hemos caminado y servido en Emaús, este fecundo método
 evangelizador es visto por mucha gente (incluso desde la misma Iglesia Católica) con cierta sospecha y desconfianza, o cuando menos, es examinado con un escrupulosa lupa. Algunos son sumamente escépticos, críticos y duros al catalogarlo como una nueva moda espiritual para ricos.

Sin embargo, la participación en Emaús, responde a dos facetas, una interna y otra externa. Por un lado, a una íntima búsqueda espiritual y de encuentro con Dios, y por otro, a un compromiso real dentro de la Iglesia y del mundo de hoy. 

Tanto sacerdotes como laicos creen, asumen y promueven estos retiros de conversión en sus parroquias, valorándolos como una alternativa espiritual fértil y provechosa que ha dado sentido a la vida de muchas personas, quizás un tanto alejadas de la Iglesia o quizás sin ningún tipo de orientación espiritual. 

Partiendo del reconocimiento de que la Iglesia es rica en dones y carismas, y de que Dios tiene un plan para cada uno de ellos, el Espíritu Santo se hace valer de cualquier propuesta para ofrecer amor, felicidad y realización a todo aquel que se acerque con fe a sus caminos. Emáus es una de ellas, un método más. Y nada más... y nada menos. 

Para muchos de nosotros, cristianos comprometidos, Emaús es una propuesta convincente y fructífera, que valora al ser humano de forma integral, y permite que éste descubra el plan que Dios tiene para su vida.

Emaús no es, ni mucho menos, "exclusivo", ni "de ricos" ni "oscuro", ni "sectario". Por el contrario, genera el reconocimiento de que todos somos hijos de un mismo Padre que nos ama, a Quien amamos, servimos. Un Padre cabeza y vínculo de un amor Ágape que compartimos también entre nosotros, como hermanos que somos.

Resultado de imagen de retiros de emausLo cierto es que, a favor o en contra, cada día toma más fuerza en España; en cada lugar se "habla de Emaús"; día tras día crece el número de personas que están dispuestas a vivirlo como una alternativa real de la cual Dios se vale para mostrarnos el camino de la salvación y de la felicidad plena, en una sociedad que necesita hombres y mujeres realizados, íntegros interiormente y comprometidos exteriormente, y con capacidad de dar y recibir amor en un país que exige a gritos reconciliación, perdón, tolerancia y solidaridad.

Emaús cumple (o debería cumplir) un solo objetivo: como actividad de laicos para laicos, es una oportunidad de tener un encuentro íntimo, personal y seductor con Cristo, como ningún otro ofrece. 

Es un cantera donde se desmenuza la piedra, una mina donde se profundiza en el tesoro más precioso, un manantial donde fluyen aguas vivas, un método de apostolado donde las personas tienen la posibilidad de tomar la decisión de comprometerse con Dios, con sus comunidades parroquiales y con la sociedad en general.

Es cierto que para muchos "hacer Emaús" se limita al hallazgo de un "grupo estufa" en el que afianzar y ampliar su círculo de relaciones sociales, como si se tratara de alguna moda o un estilo espiritual, distinto a cualquier otro, que "se lleva", que es "trending topic". 

Es evidente que hay una gran mayoría de personas que viven ese fin de semana como algo "bonito" en sus vidas sin más, sin dar un paso adelante, lo que me trae a la memoria el pasaje evangélico del encuentro entre Jesús y el joven rico, quien con una desmedida ansiedad por seguirlo, no es capaz de hacerlo al anteponer su amor a las cosas y riquezas de este mundo, alejándose triste y cabizbajo, ante el difícil reto del Maestro que le exhorta a dejarlo todo y seguirlo.

Pero si Emaús se queda en una "anécdota" de un fin de semana, si se asume como una experiencia que empieza y acaba, eludiendo dar el siguiente paso hacia un compromiso con el Señor y con los demás, hacia la propia formación y desarrollo personal, hacia la madurez en la fe, hacia el servicio en las parroquias y en la evangelización de este mundo, sí que corre el riesgo de convertirse en una "moda pasajera".

Resultado de imagen de retiros de emausSi sacerdotes y obispos no se toman en serio el potencial evangelizador de los laicos, lo descuidan, recelan de él o esperan a ver qué pasa, sin ofrecer una correcta dirección pastoral posterior, surgirán conflictos: aparecerán los "egos" y las envidias, las luchas de poder, los malos-entendidos y los desaciertos, los "lobbys y los clubes sociales", las búsquedas para adueñarse de las mejores posiciones, etc., tal y como ha ocurrido en algunos movimientos como la Renovación Carismática, Cursillos de Cristiandad, etc. 

En lugar de criticar Emaús, una actividad que "produce frutos", deberíamos dedicar tiempo a la oración y, sobre todo, a dar gloria a Dios por las gracias que el Espíritu Santo derrama en cada retiro, y que nos ofrece diversos carismas, talentos y modos de servir a Dios, al prójimo y a la Iglesia.

Quiero dejar muy claro, tanto para los que lo apoyamos como para quienes lo censuran y enjuician, que Emaús no es una panacea, no es una "solución mágica" que te vaya a solucionar la vida, ni que te vaya a hacer ser mejor. Es el propio compromiso con Dios y con Su amor lo que realmente te cambia la vida, y no con un activismo populista.

Emaús corre el peligro de perder su esencia si lo convertimos en una "experiencia de montaña rusa", en un "subidón espiritual", en lugar de un servicio a Dios, de un espacio de entrega desinteresada y abnegada.

Emaús corre el peligro de perder la gracia y el favor divinos, si nos apropiamos de la Gloria de Dios, si dejamos de ser "la voz que grita en el desierto" y nos "apropiamos de la profecía".

Emaús corre el peligro de olvidar su propósito, si vivimos sólo por y para el retiro, sin dar lugar a una intención verdadera de crecimiento espiritual personal y de compromiso con la Iglesia de Cristo.

Emaús corre el peligro de caer en “el síndrome Judas”, es decir, de la misma forma que Jesús mismo eligió a Judas sabiendo que lo traicionaría, también aquí habrá esos personajes que “bebiendo de la misma copa del maestro”, estarán dispuestos a darles la espalda.

Emaús corre el peligro de abandonar su identidad si buscamos "deslumbrar", en lugar de "alumbrar", si ansiamos el "medalleo", el aplauso y el reconocimiento propios, en lugar de profundizar y madurar en la fe.

Emaús corre el peligro de perder su luz, si invitamos a personas a diestro y siniestro, de nuestro entorno familiar o cercano, sin ni siquiera meditarlo ni orarlo, si "hacemos caminar" a personas obligadas por su mujer, su amiga o cuñada, sin tener el pleno convencimiento de lo que Dios desea, y hacerles sentirse forzados a recluirse en un “encierro espiritual” sin estar dispuestos a abrir su corazón y dejarse transformar.

Emaús corre el peligro de perder su significado de servicio si contemplamos la idea de ser servidos por los demás, en lugar de poner en práctica las tres máximas del servicio: oración, obediencia y humildad.

Emaús corre el peligro de convertirse en activismo descabezado y sin sentido, si tenemos la aspiración de ocupar posiciones dentro del "escalafón jerárquico" de la Iglesia o si albergamos la intención de ganarnos la simpatía de nuestro párroco o la admiración de nuestros hermanos.

Emaús corre el peligro de caer en el olvido, si destruimos su objetivo de evangelización y servicio, si nos limitarnos a reunirnos como si se tratara de un club social donde vivir nuestra fe  "a gusto"entre amigos/hermanos.

Emaús corre el peligro de desaparecer, si sus lideres se aferran a un  poder "absolutista y egoísta" con el que gobernar a otros, si sus veteranos asumen una actitud de superioridad farisea sobre el resto, o si cualquiera de nosotros nos convertimos en "católicos light", de un día a la semana o de dos retiros al año. 

Imagen relacionadaTener una experiencia de Dios no es sólo "sentir" algo bonito, no es "llenarse" para satisfacción propia. Es dejarse seducir por el Amor con mayúsculas, es darse, es comprometerse, es madurar en la fe, crecer en la esperanza y servir en la caridad, es prepararse para ser un mejor y más fiel servidor de Dios... 

La Fe no se basa en sentimientos sino en el encuentro con Cristo Resucitado, en el deseo ferviente de retornar a Dios y vivir de acuerdo a Su Voluntad...de buscar la santidad a la que todos estamos llamados. 

Si hablamos de transformar nuestros corazones (y los de otros) de piedra por otros de carne, de cambiar nuestra tibieza (y la de otros) por el fuego abrasador de Jesús, no podemos hacerlo a base de "sensaciones inmanentes" ni de "experiencias efímeras" ni de "sentimientos" interiores.

El peligro real de Emaús es que tanto laicos como sacerdotes decidamos o permitamos que se pierda el enfoque y el principal objetivo del retiro: que pensemos que el camino de Emaús es el que cada uno decidimos llevar.

El único Camino es Jesucristo

¡Gloria a Dios!




jueves, 27 de julio de 2017

VOLVER A LA IGLESIA PRIMITIVA

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Hemos escrito en otras ocasiones que cuando surgen las dificultades, las dudas y las incertidumbres en la fe, debemos volver al origen. Esto es lo que tenemos que cuando nos planteamos los objetivos (misión) de nuestra parroquia: echar la mirada atrás a las primeras comunidades cristianas de la Iglesia primitiva (visión).

El Nuevo Testamento, en el libro de los Hechos de los apóstoles, nos da una idea de cómo los primeros cristianos comenzaron a proclamar el Evangelio, lo que hacían y nos muestra numerosos rasgos esenciales de la Iglesia de Cristo que debemos imitar:

Llenarse de Espíritu Santo

"Se les aparecieron como lenguas de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse." (Hechos 2, 3-4 ).

Resultado de imagen de pentecostesLos cristianos no sólo hablamos de Dios; le experimentamos. Esto es lo que hace que la iglesia sea diferente de cualquier otra organización en el planeta: que tenemos el Espíritu Santo. Zara no tiene el Espíritu Santo. Nuestro gobierno no tiene el Espíritu Santo. Las ONGs no tienen al Espíritu Santo. Ninguna otra organización tiene el poder de Dios en ella. Dios prometió su Espíritu para ayudar a su Iglesia. La Iglesia tiene y se llena del poder de Dios.

Cuando se refiere a "hablar en lenguas extrañas" quiere decir hablar en el idioma de quienes nos escuchan. La gente realmente escuchaba a los primeros cristianos hablar en sus propios idiomas, ya fuese en farsi, en swahili, en griego o lo que fuera. 

El Plan de Dios es para todos. No es sólo para los judíos. Pero no sólo se refiere a idiomas de sus países de origen sino a hablar en el lenguaje que cada persona entiende. ¿Estamos usando otros "lenguajes" para llegar a la gente? 

Utilizar los dones de todos 

"Entonces Pedro, en pie con los once, les dirigió en voz alta estas palabras: "Judíos y habitantes todos de Jerusalén: percataos bien de esto y prestad atención a mis palabras. ...Y haré aparecer señales en el cielo y en la tierra: sangre, fuego y columnas de humo. ...Pero el que invoque el nombre del Señor se salvará" (Hechos 2, 14, 19, 21)

En la iglesia inicial no había espectadores; el 100% de las personas participaban en proclamar el Evangelio de Jesús. Y, aunque igual que entonces, no todos estamos llamados a ser sacerdotes, todos estamos llamados a servir a Dios. Por tanto, debemos esforzarnos para que todos participen en el servicio en nuestra parroquia. La pasividad no es una opción. Si alguien quiere sentarse y ser servidos por los demás, que busquen otro sitio. 

Ofrecer una verdad que transforma

La iglesia primitiva no ofrecía una nueva psicología, ni un moralismo cómodo, ni una espiritualidad agradable. Ofrecía la verdad del Evangelio que tiene el poder de cambiar vidas. Ningún otro mensaje transforma vidas. Cuando la verdad de Dios entra en nosotros, es cuando nos transformamos. 

En Hechos 2, Pedro dio el primer sermón cristiano, citando el libro de Joel del Antiguo Testamento y afirmando que la iglesia primitiva se dedicó a la "enseñanza de los apóstoles".

Crear comunidad

"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones." (Hechos 2, 42). 

En la iglesia del primer siglo, los cristianos se amaban y cuidaban unos a otros. La iglesia no es un negocio, ni una ONG ni un club social. La Iglesia es una familia. Para que nuestras parroquias experimenten el poder del Espíritu Santo como en la Iglesia primitiva, tenemos que convertirnos en la familia que ellos eran.

Vivir la Eucaristía

"Todos los días acudían juntos al templo, partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón" (Hechos 2, 46). 

Cuando la Iglesia primitiva se reunía celebraban la Eucaristía, conmemorando la última cena "con alegría y sencillez de corazón". Debemos entender y enseñar que la Eucaristía es una celebración. Es un festival, no un funeral. Es el banquete de Dios. Cuando la Eucaristía es alegre (y litúrgicamente rigurosa), la gente quiere estar allí porque buscan alegría. ¿Crees que si nuestras iglesias estuvieran llenas de corazones alegres, de palabras alegres y de vidas llenas de esperanza, atraeríamos a los alejados? 

Compartir según la necesidad

"Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían las posesiones y haciendas, y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno."(Hechos 2, 44-45). 
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La Biblia nos enseña a hacer generosos sacrificios por el bien del Evangelio. 

Los cristianos durante el Imperio Romano fueron la gente más generosa del imperio y eran famosos por desprendimiento. 

Literalmente lo compartían todo, "según la necesidad de cada uno". Incluso la vida. Muchos murieron por la fe en el Coliseo romano.

Crecer exponencialmente

"Alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. El Señor añadía cada día al grupo a todos los que entraban por el camino de la salvación." (Hechos 2,47). 

Cuando nuestras iglesias demuestran las primeras seis características de la iglesia primitiva, el crecimiento es automático. La gente veía a los primeros cristianos como extraños, pero les gustaba lo que éstos hacían. Veían el amor que se tenían los unos por los otros, los milagros que ocurrían delante de ellos y la alegría que irradiaban. Querían lo que los cristianos tenían. Y la Iglesia crecía exponencialmente


Creo firmemente que "el cristianismo se  contagia y se propaga  por envidia".




Fuente:

"How to Be a Purpose Driven Church" 
- P. Rick Warren -

viernes, 21 de abril de 2017

II.FRANCISCO: UNA MIRADA EXTROVERTIDA

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El Papa Francisco, para cada una de las seis tentaciones de los agentes pastorales que reflexionábamos en el anterior artículo, propone una alternativa sanadora: el entusiasmo misionero, la alegría evangelizadora, la esperanza, la comunidad, el Evangelio y el ideal del amor fraterno, respectivamente. 

Entusiasmo misionero

El primer antídoto que Francisco ofrece a "la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos" (EG 77) es el de una espiritualidad misionera que facilite la salida de la Iglesia y de todos sus agentes pastorales: "¡No nos dejemos robar el entusiasmo misionero!" (EG 80)

El Papa no es pesimista, sino que nos ofrece su medicina espiritual: "Por todo esto, me permito insistir: ¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!" (EG 83)

Alegría evangelizadora

La alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar (Juan 16,22). "Los males de nuestro mundo —y los de la Iglesia— no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer(EG 84)

"Precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir; así, en el mundo contemporáneo, son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida, a menudo manifestados de forma implícita o negativa. Y en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza"(Benedicto XVI en la Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe el 11 octubre 2012).

"En todo caso, allí estamos llamados a ser personas-cántaros para dar de beber a los demás. A veces el cántaro se convierte en una pesada cruz, pero fue precisamente en la cruz donde, traspasado, el Señor se nos entregó como fuente de agua viva" (EG 86)

Esperanza 

En fin, frente a "la conciencia de derrota que nos convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre" (EG 85), Francisco anima: "¡No nos dejemos robar la esperanza!" (EG 86)

Comunidad

En este elenco de medicinas para superar las tentaciones que afectan a los agentes pastorales actuales, Francisco hace un alto para describir otro antídoto que ofrece a "la cultura globalizada actual": "Sí a las relaciones nuevas que genera Jesucristo". Se trata de la mística de la comunidad y del encuentro

Hoy más que nunca, a pesar del desarrollo de las redes sociales y demás instrumentos de comunicación, "sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea." Benedicto XVI, Homilía durante la Santa Misa de apertura del Año de la Fe (11 octubre 2012).

Imagen relacionadaEl antídoto que Francisco nos ofrece es una verdadera experiencia de fraternidad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. De este modo, las mayores posibilidades de comunicación se traducirán en más posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos.

La Iglesia necesita ofrecer al mundo espacios buenos, sanadores, liberadores, esperanzadores... "Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia, y la humanidad saldrá perdiendo con cada opción egoísta que hagamos" (EG 87)

Aquí Francisco recuerda sus reflexiones sobre "la revolución de la ternura", a la que el Hijo de Dios nos invita con su encarnación: "La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros" (EG 88)

Evangelio

Por eso, dice Francisco, el Evangelio es siempre un encuentro con el otro"Muchos tratan de escapar de los demás hacia la privacidad cómoda o hacia el reducido círculo de los más íntimos, y renuncian al realismo de la dimensión social del Evangelio. Porque, así como algunos quisieran un Cristo puramente espiritual, sin carne y sin cruz, también se pretenden relaciones interpersonales sólo mediadas por aparatos sofisticados, por pantallas y sistemas que se puedan encender y apagar a voluntad. Mientras tanto, el Evangelio nos invita siempre a correr el riesgo del encuentro con el rostro del otro, con su presencia física que interpela, con su dolor y sus reclamos, con su alegría que contagia en un constante cuerpo a cuerpo"(EG 88)

Ciertamente más que el ateísmo, el desafío que se presenta actualmente a la Iglesia es el de "responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios" (EG 89)

Frente a esta tentación de individualismo espiritual, el Papa Francisco contrapone la religiosidad popular, cuyas formas "son encarnadas, porque han brotado de la encarnación de la fe cristiana en una cultura popular. Por eso mismo incluyen una relación personal, no con energías armonizadoras sino con Dios, Jesucristo, María, un santo. Tienen carne, tienen rostros. Son aptas para alimentar potencialidades relacionales y no tanto fugas individualistas" (EG 90)

La solución que Francisco ofrece y que marca un desafío para la Iglesia es mostrar que la relación personal y comprometida con Dios no pude separarse al mismo tiempo de una relación comprometida con los otros"Hace falta ayudar a reconocer que el único camino consiste en aprender a encontrarse con los demás con la actitud adecuada, que es valorarlos y aceptarlos como compañeros de camino, sin resistencias internas. Mejor todavía, se trata de aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, en su voz, en sus reclamos. También es aprender a sufrir en un abrazo con Jesús crucificado cuando recibimos agresiones injustas o ingratitudes, sin cansarnos jamás de optar por la fraternidad "(EG 91)

A diferencia de lo que piensa nuestra sociedad, en el encuentro con los demás se halla "la verdadera sanación, ya que el modo de relacionarnos con los demás que realmente nos sana en lugar de enfermarnos es una fraternidad mística, contemplativa, que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano…" (EG 92). 

Francisco es categórico en este tema de la comunidad, como lo ha sido en el de la misión: "Los discípulos del Señor son llamados a vivir como comunidad que sea sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5,1316). Son llamados a dar testimonio de una pertenencia evangelizadora de manera siempre nueva. ¡No nos dejemos robar la comunidad!" (EG 92). 

Francisco propone la medicina de la "salida misionera" contra la mundanidad espiritual: "Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí, de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!" (EG 97)

Para sanarse de esta "mundanidad asfixiante" hay que tomarle "el gusto al aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios" (EG 97)

La conclusión y la advertencia del Papa no puede ser más dura y más sencilla: "¡No nos dejemos robar el Evangelio!" (EG 97)

Es evidente que el cambio de perspectiva realizado por el Magisterio del Papa Francisco es de 180 grados: Francisco no se queja tanto del pecado del mundo (secularización, laicismo, relativismo moral…), cuanto de la mundanidad interior de la Iglesia y de los agentes pastorales, porque "si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente" (Mateo 5,13). 

Amor fraterno

En un mundo lleno de divisiones y guerras, Francisco hace a todos los cristianos una petición sentida de "un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente"

El mundo está lacerado por las guerras y la violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar […] A los cristianos de todas las comunidades del mundo, quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente. Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis: "En esto reconocerán que sois mis discípulos, en el amor que os tengáis unos a otros" (Juan 13,35). Es lo que con tantos deseos pedía Jesús al Padre: "Que sean uno en nosotros […] para que el mundo crea" (Juan 17,21) (EG 99). 

Francisco se muestra como un padre, que habla con cariño a sus hijos y los anima a quererse y a ayudarse: "¡Atención a la tentación de la envidia! ¡Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto! Pidamos la gracia de alegrarnos con los frutos ajenos, que son de todos" (EG 99)

Es cierto que a veces cuesta perdonar, porque existen dolores y heridas profundas, pero la Iglesia debe dar un testimonio nítido en este tema, porque así lo enseñó y pidió el mismo Señor: "Si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae" (EG 100).

Para concluir con su elenco de luchas contra las tentaciones, Francisco propone cosas concretas para vivir la ley del amor

"Pidamos al Señor que nos haga entender la ley del amor. ¡Qué bueno es tener esta ley! ¡Cuánto bien nos hace amarnos los unos a los otros en contra de todo! […] Todos tenemos simpatías y antipatías, y quizás ahora mismo estamos enojados con alguno. Al menos digamos al Señor: Señor, yo estoy enojado con éste, con aquélla. Yo te pido por él y por ella. Rezar por aquel con el que estamos irritados es un hermoso paso en el amor, y es un acto evangelizador. ¡Hagámoslo hoy!" (EG 101)

En fin, frente a la tentación de la envidia y de las divisiones, Francisco nos invita: "¡No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno!" (EG 101).

lunes, 3 de abril de 2017

UN MODELO DE COMUNIDAD


"Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, 
en la unión fraterna, en partir el pan y en las oraciones. (...)

Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; 
vendían las posesiones y haciendas, 
y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno. 

Todos los días acudían juntos al templo, 
partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 

El Señor añadía cada día al grupo
 a todos los que entraban por el camino de la salvación.

Todos los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, 
y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, 
sino que tenían en común todas las cosas. 

Los apóstoles daban testimonio con toda firmeza
 de la resurrección de Jesús, el Señor.
 Y todos gozaban de gran simpatía." 

(Hechos 2, 42-47; 4, 32-34)

Estamos llamados a ser comunidad pero ¿cómo se crea una relación que trasciende de lo meramente educado y correcto? ¿Cómo crear comunidad?

Lo primero que tenemos que meditar es que jamás las relaciones entre personas pueden establecerse por imposición y por chantaje. Para que exista una relación, ambas partes han de ser libres; deben querer tener trato un encuentro libre y personal, caminar juntos, escuchar y ser escuchados, partir y compartir el pan. Eso es lo que Jesucristo nos enseñó: a vivir eucarísticamente en comunidad.

En una verdadera comunidad existe unidad, que no uniformidad; alegría, que no aburrimiento; libertad, que no presión; compromiso, que no obligación; igualdad, que no superioridad; transparencia, que no hermetismo; generosidad, que no egoísmo; amor, que no envidia. Y sobre todo, el vínculo que crea y solidifica todo lo anterior: Jesucristo en el medio.

Pero, sigamos con las preguntas: ¿Cómo pasamos de ser un grupo de personas desconectadas a ser una verdadera comunidad cristiana?

Yo creo que una verdadera comunidad es el "paritorio de la caridad", es la "incubadora del discipulado" y es la "sala de operaciones de la fe cristiana". La Palabra de Dios atestigua una y otra vez que la fe cristiana no está destinada a ser vivida ni cultivada en soledad.

No hay que inventar nada ni hacer un Master en Teología. Tan sólo hay que abrir dos cosas: la Biblia y  el corazón. Leyendo Hechos 2, 42-47 y Hechos 4, 32-35, y meditando ambos pasajes, obtenemos una visión ejemplarizante en la joven Iglesia de Jerusalén, que podemos aplicar en nuestros días y, así, comprender el maravilloso potencial que tenemos para poder desarrollar una auténtica comunidad cristiana.

Formación/Crecimiento/Madurez

En primer lugar, tiene que haber un deseo y un compromiso para crecer realmente como seguidores de Cristo. La comunidad se origina con un compromiso de progresar en el conocimiento de Dios, y a continuación, la madurez espiritual se desarrolla en comunidad con la aplicación de este conocimiento y su proclamación.

Hechos 2,42 dice: "Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles(compromiso implícito).

Hechos 2,46 dice: "Todos los días acudían juntos al templo" (enseñanza implícita).

Hechos 4,33 dice: "Los apóstoles daban testimonio con toda firmeza  de la resurrección de Jesús" (proclamación implícita).

El deseo de crecer espiritualmente, de formarse, de aprender de Dios debe estar presente en las personas como el punto de partida de la incipiente comunidad cristiana. 

Sin un deseo de conocimiento de Dios que nos lleva a la madurez espiritual, sólo estaremos "pasando el rato". Sin un anuncio de Dios y de su Plan, no habrá ninguna diferencia con cualquier otro grupo de personas que se reúnen. 

Para la reflexión:

¿Cómo describiríamos el deseo que tienen las personas de nuestra parroquia llamadas a ser comunidad y a seguir a Cristo?

¿Existe pasión por conocer más acerca de Dios y su plan para nosotros?

¿Qué podemos hacer para ayudar a crecer este deseo?

Comunión/Fraternidad/Compañerismo

Vivir en comunión no sólo es pasar el rato, vivir la vida, caminar juntos, etc. Si pensamos profundamente en ello, se trata de una mezcla de medios y de fines. Al estar a menudo cerca conseguimos un vínculo de unión y viceversa. La comunión fraternal es el corazón de la comunidad.

Hechos 2,42 dice que los discípulos estaban "en unión fraterna"
Hechos 2,46 dice que los discípulos se reunían "todos los días".

Si nos fijamos en estos pasajes del libro de los Hechos de los Apóstoles, la idea se centra en que la comunión tiene dos aspectos: la proximidad (literalmente estar juntos) y la frecuencia (estar juntos a menudo). La fraternidad no puede suceder a menos que pasemos el rato juntos, que compartamos la vida  y que lo hagamos con frecuencia. 

Para la reflexión:

¿Fomentan la comunión nuestras reuniones y encuentros ?

¿Es suficiente reunirse formalmente los domingos en misa? 

¿O necesitamos encontrar espacios donde reunirnos más informal e íntimamente, fuera de horarios y parroquia?

Responsabilidad/Transparencia/Generosidad

Hechos 2, 44-45 dice: "Todos los creyentes vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían las posesiones y haciendas, y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno."  ¡La transparencia era total! No les preocupaba su imagen ni el "qué dirán". No dudaban en llevar abiertamente sus problemas y necesidades al grupo.


También existía generosidad. Estos cristianos ponían las necesidades de los demás por encima de las suyas y oraban unos por otros. Santiago 5,16 dice: "Confesaos los pecados unos a otros y rezad unos por otros, para que os curéis. La oración fervorosa del justo tiene un gran poder." 

La responsabilidad no puede ser forzada. Más bien, crece y se desarrolla dentro de la comunidad si somos "un solo corazón y una sola alma". Tenemos que formar un ambiente de compañerismo y fraternidad; de confianza y ayuda mutuas. 

Para la reflexión:

¿Nuestro grupo valora la transparencia y la generosidad?

¿Somos responsables con nuestros hermanos?

¿Existe una disponibilidad plena para que los miembros de la comunidad puedan compartir abiertamente sus necesidades espirituales y emocionales "entre hermanos"?

Misericordia

Finalmente, sobre todas estas cosas, en una comunidad verdadera prevalece el estandarte de la misericordia. La tentación cuando tenemos conocimiento y madurez, cuando existe confianza y transparencia, es juzgar a los demás. Por eso, ¡La misericordia debe regir la comunidad! 

Creo que la mejor expresión de la misericordia en una comunidad es la que se expresa en Gálatas 6, 2-3: "Ayudaos unos a otros a llevar las cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. Porque si alguno se imagina ser algo, siendo así que es nada, se engaña a sí mismo." 

Si no hay misericordia, si no hay caridad, si no hay compasión, no puede haber verdadera transparencia, responsabilidad, generosidad ni confianza. Y en última instancia, no puede haber comunión, fraternidad ni compañerismo. 

Para la reflexión:

¿Fomentamos un ambiente de misericordia y perdón en nuestro grupo?

¿Empatizamos con las situaciones de vida de los demás?

¿Miramos con ojos de amor a nuestros hermanos?


El objetivo de una comunidad verdadera no es sólo "hacer" cosas juntos, pasar el rato y madurar. La meta  es "ser" semejantes a Cristo.