¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

sábado, 24 de marzo de 2018

OVEJAS SIN PASTOR

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"Y al ver a la gente, se compadecía de ella, 
porque estaban cansados y decaídos como ovejas sin pastor" 

(Mateo 9,36)

Lo que hoy escribo no va destinado a nadie en concreto y a todos en general. Bien sabe Dios que me duele confesar todo el mal que existe dentro de la Iglesia, pero es una realidad que escuchan nuestros oídos de los Santos Padres, que recoge nuestra mirada sosegada de la Palabra, y que muchos sentimos y lloramos, en no pocas parroquias de España. 

No puedo, ni debo callar...y mucho menos, mentir. Y lo hago por amor a mi Dios, a mi Iglesia, depositaria de la fe de Jesucristo, y a mis sacerdotes.

Hay, por desgracia, en la Iglesia católica, algunos curas y obispos que no riegan la viña con celo apostólico y misericordia pastoral, que abandonan a su suerte al rebaño, tratando de ocultar miserias, disimular vergüenzas y disfrazar desgracias de la imparable "auto-demolición" del Cuerpo Místico de Cristo.

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¡Tenemos que ponernos las pilas para no caer en cómplices silencios, en colaboradores disimulos! ¡Es urgente que abramos puertas y ventanas al Espíritu Santo para que salga el "humo de Satanás"! ¡Qué poco audaces somos los hijos de la luz! ¡Qué poco astutos somos los católicos! ¡Qué pocos valientes somos los cristianos!

Creo que el problema de nuestros errores, nuestras incoherencias y nuestros "aggiornamientos" comenzarán a ver la luz al final del túnel cuando haya curas y obispos que dediquen más tiempo a la oración (que los hay) y no tanto al activismo; cuando haya curas y obispos apasionados por el Pueblo de Dios (que los hay), que den cabida a los laicos en los asuntos eclesiales; cuando haya curas y obispos sin miedo a proclamar la verdad, aunque duela (que los hay); cuando haya curas y obispos que comprendan que todos formamos parte del pueblo de Dios (que los hay); cuando haya curas y obispos que entiendan que son pastores del rebaño del Señor y administradores de Su viña (que los hay) y no sus propietarios.

Resultado de imagen de OVEJAS SIN PASTOR¡Qué dolor, Señor mío, padecer a una teorizante y orgullosa jerarquía tan alejada del Pueblo! ¡Qué desazón, encontrar pastores tan despreocupados de sus rebaños desorientados! ¡Qué tristeza, constatar cómo algunos malos administradores se apropian de la Viña! ¡Qué pena, percibir cómo algunos pastores devoran ferozmente a las ovejas a su cuidado! 

A pesar de sus intenciones, de sus deseos, de sus esfuerzos… muchos no han descubierto todavía el poder de la "comunicación ascendente", la oración, o que quizás, teman lo que puedan oír de Dios.

Algunos curas y obispos siguen con su arrogante esquema de dóciles ovejitas, su altivo plan de sumisos borreguitos ¿Por qué cercenan el impulso y el compromiso de los laicos? ¿Por qué nos tratan como a materia "lanosa" que hay que esquilar? ¿Por qué nos tratan como a simple ganado prescindible?¿Por qué no caen en la cuenta de que el Espíritu también habita en el Pueblo?

No soy más que el asno que lleva a cuestas a Jesús hacia Jerusalén, la toalla que seca los pies de mi Señor, la oveja perdida a quien el Buen Pastor fue a buscar. No soy más que un torpe sembrador, un pequeño esclavo de María y un pobre servidor de Dios a quien han asaltado más preocupaciones de las que podía imaginar cuando estaba en el "lado oscuro". 

He tenido que buscar respuestas en el Santísimo, más a menudo de lo que mi pereza me impedía ir a Él, más a menudo de lo que encuentro a un cura que ofrezca escucha y guía, más a menudo de lo que veo la luz de Cristo en algunas parroquias... para tomar distancia de algunos venenos que emponzoñan mi Iglesia Católica, mi Casa de Oración.

Sólo quien ama, corrige. Sólo quien ama, trata de poner a la luz nuestros errores, para salir de las tinieblas y solucionarlos. Sólo quien ama, busca la santidad del prójimo, guiando, corrigiendo y acompañando.

He tenido que empeñarme en "buscar el verdadero rostro de Dios", cogerme de la mano amorosa de María y amar a Cristo con un ardor que me abrasa toda el alma. ¡Qué maravilla si, además, me sintiese acogido, apoyado, motivado, acompañado...por mis pastores!... en lugar de zancadilleado, frenado, atacad
o y puesto en el disparadero por sus teorías mundanas aperturistas, que embalsaman la fe, congelan la esperanza y entierran la caridad.

Soy consciente de que llego a pocos... a los que quiera Dios; de que mi siembra es pobre
y escasa... la que desee el Señor; de que mi voz no llega demasiado lejos... hasta donde pretenda Dios. Pero no puedo callar. Mi corazón arde, lleno de agradecimiento y de amor por las cosas buenas de Dios, a la par que de tristeza y preocupación, por las cosas malas de los hombres. Y tengo que gritarlo.

¡La Verdad me hace libre!
Hay una fuerza interior dentro de mí que me impulsa y me eleva a servir a Dios y a su Iglesia. Por eso escribo en libertad, seguro que cometiendo errores, quizás sin ninguna autoridad moral, pero siempre anhelando y buscando el aire fresco del Espíritu.
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Algunas personas me piden que siga escribiendo, que no deje de hacerlo nunca. Lo seguiré haciendo, aunque no me lo pidan, aunque no me lea nadie. Y es porque tengo la extraña sensación de estar convencido de que no es mío lo que escribo, aunque lleve mi firma. Soy sólo una herramienta que utiliza la Mano que me dirige, un lápiz que escribe lo que el Espíritu le suscita. Sin pretensión, sin arrogancia, sin orgullo...

¡Quién me lo iba a decir a mí! Yo, que no era capaz de levan
tar un dedo en defensa de la Iglesia; yo, que no era, ni mucho menos, propenso a expresar y confesar mi propia intimidad devocional ni tampoco desnudar mi alma; yo, que no estaba dispuesto a comprometerme con nadie ni a abrir caminos entre la maraña.
¡Quién me lo iba a decir a mí! Yo que he regresado a la casa del Padre para ver como mis "hermanos mayores" me censuran, me señalan y tratan de silenciarme...para ver cómo los malos administradores de la viña están echando a perder la cosecha deliberadamente...para ver cómo los malos servidores matan a Hijo del Amo...

Nada nuevo escribo. Todo está
 dicho: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!" (Mateo 23,37; Lucas 13,34). ¡Qué duro, cuando te llegan las pedradas por ser aprendiz de Cristo! ¡Qué cruel, cuando te llueven las críticas injustas y los juicios despiadados! ¡Qué dolor cuando todo eso ocurre en tu propia casa!

Imagen relacionadaSin embargo, me siguen animando las palabras de Hechos 18, 9: "No tengas miedo, habla y no calles, porque yo estoy contigo".

Me siguen dando fuerzas las palabras de Mateo 10, 26-27: "No les tengáis miedo, porque no hay nada tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber. Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas."

Me siguen estimulando las palabras de Mateo 5, 11-12: "Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros".

Me siguen alentando las palabras de Juan 15, 18-20
"Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya. Pero como no sois del mundo, pues yo os elegí y os saqué del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad que os he dicho: 'El criado no es más que su amo'. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra."

Me siguen motivando cuando nos critican, nos juzgan, nos insultan o nos persiguen, porque significa que estamos en el buen Camino, que tenemos la Verdad de nuestro lado y que caminamos hacia la Vida. Por eso, desde mi libertad:

"Elijo ser odiado por los hombres de aquí abajoy ser amado por el Dios de allí arriba.
Elijo ser perseguido por los hombre de aquí abajo y ser protegido por el Dios de allí arriba.
Elijo ser criticado por los hombres de aquí abajo y ser santo ante el Dios de allí arriba.


Elijo sublevarme ante los hombres de aquí abajo y arrodillarme ante el Dios de allí arriba.
Elijo hablar ante los hombres de aquí abajo y callar ante el Dios de allí arriba,.
 Elijo morir ante los hombres de aquí abajo y vivir ante el Dios de allí arriba.
Elijo a Dios."

martes, 20 de marzo de 2018

EL CABALLO DE TROYA ROJO

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"Porque se han infiltrado entre vosotros algunos hombres, 
destinados desde antiguo a caer en la condenación, 
gente malvada que han convertido en libertinaje 
la gracia de nuestro Dios
 y niegan a nuestro único dueño y Señor, Jesucristo." 
(Judas 1,4)

Reconozco que éste quizás haya sido el articulo que más me ha costado publicar. Una vez puesto ante el Santísimo, espero que el Espíritu de Dios me guíe para expresar Su voluntad y no la mía. 

Creo que el mayor éxito alcanzado por el Enemigo durante el siglo XX ha sido el desconcertante y trágico silencio del Concilio Vaticano II acerca de la III Revolución: el comunismo. Un Concilio que pretendió ser pastoral y no dogmático. Y es que dogmático, realmente no fue, aunque tampoco podríamos decir que fuera muy pastoral. Me explicaré con una historia:

Imagen relacionada"Un rebaño de ovejas desconcertadas buscaba alimento en pastos áridos donde abundaban las garrapatas, las abejas y las aves de rapiña. Al mismo tiempo, el rebaño sufría continuos ataques de manadas de lobos voraces, muchos de ellos con piel de cordero, que devoraban sin piedad a las ovejas, menguando el corral. Mientras eso ocurría, sus pastores se limitaban a regar el campo, a alejar enjambres, a quitar garrapatas y ahuyentar a los halcones. Por desgracia para el rebaño, no luchaban contra los lobos...quizás por desconocimiento, quizás por miedo o quizás por pereza."

Esta era (y es) la escena de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. ¿Podemos considerar su actividad propia de buenos y fieles pastores? ¿Podemos considerar este "trabajo" como pastoral? ¿Actuaron como verdaderos pastores quienes se ocuparon de espantar a los adversarios menores y dejaron (por su silencio) camino libre a un enemigo mayor y más peligroso? 



Con tácticas de "aggiornamiento", los pastores de la Iglesia trataron de abordar la lucha contra enemigos menores, mientras su complicidad silenciosa ante el Enemigo mayor, dejó a sus lobos en total libertad e impunidad para devorar al rebaño. 


Es triste decirlo, pero la evidencia de los hechos señala que por el espíritu surgido del Concilio Vaticano II se introdujo en la Iglesia el “humo de Satanás”, que cegó y asfixió al pueblo de Dios con sus nocivos gases. El Cuerpo Místico de Cristo entró en un terrible proceso de auto-destrucción que, sin duda, ha supuesto una de las mayores calamidades de la Historia de la Iglesia.


Hablan los santos padres 

Resultado de imagen de pablo viEl Papa Pablo VI en la Alocución ‘Resistite fortes in fide’, del 29-VI-1972, afirmaba tener la sensación de que "por alguna fisura ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios, pues existe duda, incertidumbre, inquietud, insatisfacción y confrontación. No se confía en la Iglesia; se confía en el primer profeta profano [extraño a la Iglesia] que nos venga a hablar sobre la fórmula de la verdadera vida. Y no nos damos cuenta de que ya la poseemos y somos maestros de ella. Entró la duda en nuestras conciencias, y entró por ventanas que debían estar abiertas a la luz. (...) También en la Iglesia reina este estado de incertidumbre. Se creía que, después del Concilio, vendría un día soleado para la Historia de la Iglesia. Vino, por el contrario, un día lleno de nubes, de tempestad, de oscuridad, de indagación, de incertidumbre. Predicamos el ecumenismo, y nos apartamos siempre más los unos de los otros. Procuramos cavar abismos en vez de llenarlos. ¿Cómo sucedió esto? Por la intervención de un poder adverso. Su nombre es el diablo”

Algunos años antes, el mismo Pontífice, en la Alocución a los alumnos del Seminario Lombardo, el 7-XII-1968, afirmó que:

“La Iglesia atraviesa hoy un momento de inquietud. Algunos practican la autocrítica, se diría que hasta la auto-demolición. Es como una perturbación interior, aguda y compleja, que nadie habría esperado después del Concilio. Se pensaba en un florecimiento, en una expansión serena de conceptos madurados en la gran asamblea conciliar. Hay aún este aspecto en la Iglesia, el del florecimiento. Pero la Iglesia es golpeada también por quienes de Ella forman parte”. 

Resultado de imagen de juan pablo iiEl Papa Juan Pablo II señaló también con pesar el panorama sombrío de la Iglesia: 

“Es necesario admitir de manera realista y con profunda y sentida sensibilidad que los cristianos hoy, en gran parte, se sienten perdidos, confundidos, perplejos y hasta desilusionados: fueron divulgadas pródigamente ideas que contrastan con la Verdad revelada y desde siempre enseñada; fueron difundidas verdaderas y propias herejías, en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones y rebeliones; se alteró incluso la Liturgia; sumergidos en el ‘relativismo’ intelectual y moral y por consiguiente en el permisivismo, los cristianos son tentados por el ateísmo, por el agnosticismo, por el iluminismo vagamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y sin moral objetiva” . 

Resultado de imagen de benedicto xviDe forma parecida se pronunció, posteriormente, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe y que se convertiría después en Papa: 

“Los resultados que se siguieron al Concilio parecen cruelmente opuestos a las expectativas de todos (...) Los Papas y los padres conciliares esperaban una nueva unidad católica y en vez de eso se fue al encuentro de una disensión que —para usar las palabras de Pablo VI— pareció pasar de la auto-crítica a la auto-demolición. Se esperaba un nuevo entusiasmo y en lugar de él se acabó con demasiada frecuencia en el fastidio y en el desánimo. Se esperaba un salto hacia adelante y en vez de eso nos encontramos ante un proceso de decadencia progresiva (...) Y concluye: “Se afirma con letras claras que una real reforma de la Iglesia presupone un inequívoco abandono de las vías erradas que llevaron a consecuencias indiscutiblemente negativas” . 

La demolición de la Iglesia y sus causas

Es evidente que la Historia nos muestra innumerables ataques que la Iglesia ha sufrido en sus veinte siglos de existencia, tanto los que surgieron fuera de Ella, y que desde fuera intentaron destruirla, como los que germinaron dentro de Ella, y que una vez extirpados, de fuera hacia dentro, intentaron destruirla con ferocidad. 

Sin embargo, ¿cuándo vio la Historia una tentativa de auto-demolición de la Iglesia, no motivada por un adversario y de repercusión mundial? ¿Cuáles fueron las causas de este declive?

Imagen relacionadaLa Ostpolitik vaticana (política aperturista hacia los países ex-comunistas), la terrible infiltración del comunismo y de la masonería en los ámbitos católicos son efectos de todas estas calamidades que constituyen tantos éxitos de la ofensiva psicológica de la III Revolución contra la Iglesia. 

Hasta 1959, la Iglesia era la gran fuerza espiritual contra la expansión mundial del dragón rojo comunista. A partir de entonces y especialmente, desde 1976, numerosos sacerdotes, incluso obispos, se convirtieron en cómplices por omisión o en colaboradores y propulsores de la III Revolución. 

El progresismo, el liberalismo y el igualitarismo propios de la Revolución fueron transformando el otrora verde bosque de la Iglesia Católica, en leña fácilmente incendiable por el comunismo revolucionario. 

Entonces ¿ cuál ha sido la causa de este terrible "colapso"?

El aparente fin del comunismo en Europa tras la caída del muro de Berlín y la irrupción de la "Perestroika", no fueron sino hábiles y sutiles estrategias de metamorfosis revolucionaria,  que tentaron a muchos pastores del pueblo de Dios a "relajarse" y a "aggiornarse" de forma trágica y peligrosa.

De esa forma, se dio cumplimiento a los mensajes sobre la apostasía en la Iglesia de Nuestra Señora en la Salette, el 19 de septiembre de 1846"Dios va a entregaros a su enemigo. Roma perderá la fe y será la sede del anticristo".

En innumerables ocasiones, la Sagrada Escritura ya nos había revelado una clara advertencia sobre este terrible peligro y una contundente condena a su malvada naturaleza: en Judas 1, 4 (infiltrados); en Apocalipsis, capítulos 17 y 18 (Babilonia la Grande); en Mateo 13,24-25 (parábola del trigo y la cizaña); en  Mateo 7,15-16 (lobos con piel de oveja); en Romanos 16,17-18 y 2 Corintios 11,13-15 (falsos apóstoles); en 2 Pedro 2, 1-3 (falsos maestros)...
La historia del Caballo de Troya descrita en la Odisea de Homero refleja fielmente como el Enemigo se ha infiltrado en la Iglesia Católica con un poder de destrucción inimaginable. 

Desde hace décadas, hemos visto una aparente retirada del comunismo y nos hemos relajado, pensándonos vencedores de un enemigo que nos dejó un regalo que aceptamos de buen grado, como hicieron los troyanos. 

Desde entonces, cuántas veces hemos escuchado expresiones internas como “La Iglesia debe cambiar, debe modernizarse, debe adaptarse al mundo o desaparecerá”. Sin duda, esas palabras vienen de la boca de impostores camuflados que buscan minar la fe e incluso destruirla.


La doctora Dodd y su "Escuela de Tinieblas"

Maria Assunta Isabella Visono, más conocida como Bella Dodd (1.904-1.969) fue una italiana de familia católica que, siendo pequeña, emigró a Estados Unidos. En su adolescencia, abrazó el agnosticismo y pocos años después, el ateísmo comunista. 

A finales de los años 20, impartió clases en el Hunter College, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Nueva York, y llegó a dirigir el sindicato de docentes del estado de Nueva York.

Durante las décadas de 1.930 y 1.940, participó activamente del Partido Comunista norteamericano, llegando a integrar la Comisión Nacional del mismo. 

En 1.949 fue expulsada del nombrado partido, cuando denunció que éste perseguía fines distintos de los proclamados y que traicionaba la causa de los trabajadores estadounidenses. 

Profundamente decepcionada, entre 1.951 y 1.952 retornó a la religión católica, con la guía del célebre sacerdote Fulton J. Sheen. 
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En 1.954, se publicó "School of Darkness", un libro en el que denuciaba al comunismo, básicamente, como un instrumento destinado al control tiránico y totalitario de los hombres. Tras más de dos décadas de militancia en el partido comunista, Dodd afirmó que la conspiración comunista es sólo una rama de una conspiración mucho mayor.

Una estrategia subversiva
Entre las muchas revelaciones de Dodd, destaca su detallada descripción de las sofisticadas maniobras de infiltración subversiva que el partido comunista americano llevó a cabo en el ámbito católico. Varias fueron las instituciones que sufrieron esta estrategia de "caballo de Troya": oficinas gubernamentales, sindicatos, escuelas, iglesias, medios de comunicación, etc. ¿Nos suena esto hoy día?

Ataque a la familia
Según Dodd, entre las prioridades del movimiento revolucionario comunista norteamericano estaba la ruptura de la estructura tradicional de la familia, con el único objetivo de su destrucción. 

A tal fin, promovió el feminismo, presentándolo como un movimiento pacifista, y  la inserción de las mujeres en el exigente mercado laboral estadounidense. Todo ello, con la deliberada intención de restarles a las norteamericanas tiempo en el hogar y así, mermar la dedicación a sus respectivas familias.

Complot contra la Iglesia Católica
Otra estrategia revolucionaria que Dodd denunció insistentemente fue la infiltración en la Iglesia Católica, ofreciendo numerosos datos al respecto, por los que, a lo largo de los años ’30, entre 1.100 y 1.200 miembros del partido comunista ingresaron en distintos seminarios católicos y llegaron a ordenarse sacerdotes. 

Para la década de 1.950, varios de estos impostores ya ocupaban cargos importantes dentro del clero e incluso al menos, cuatro cardenales en el Vaticano, trabajaban para los comunistas revolucionarios.  Todo ello, en cumplimiento de un minucioso plan estratégico de envergadura mundial, cuyo nombre fue "Mano extendida". Su objetivo era la demolición de la Iglesia desde adentro, corroborado por algunos archivos desclasificados del Partido Comunista soviético.

Según ella, este "Caballo de Troya Rojo" fue tan exitoso que provocó cambios drásticos en la Iglesia Católica, al punto de dejarla irreconocible. Y así, consecuente o coincidentemente, en la primera mitad de la década siguiente, el Concilio Vaticano II cambió sustancialmente varios aspectos de la vida eclesial. 

La infiltración llegó clandestinamente a varias organizaciones eclesiales: la Holy Name Society, la revista católica Wisdom, etc, e incluso se concentró en la Compañía de Jesús, provocando que la orden de los jesuitas fuera astutamente manipulada como vía privilegiada para infiltrarse en el mundo católico.


Engendradas por esta estratégica y maligna intrusión, no tardaron en surgir brotes comunistas en el seno de la misma Iglesia: los sacerdotes obreros en Francia, las comunidades de base, la llamada teología de la liberación, la teología indigenista y muchos otros movimientos, que disfrazados de justicia social y modernismo, pretendían únicamente horizontalizar la fe, hacerla inmanente y no trascendente, sacar a Dios de la vida de la Iglesia y reventarla así desde dentro, para poder adueñarse de la mente del pueblo.

Y así hoy, las creencias, prácticas y principios morales católicos tradicionales no son sólo cuestionados, sino denunciados y despreciados por muchos de aquellos que deberían proteger y profesar la doctrina de la Iglesia.

Todo esto y mucho más que ignoramos o que sería interminable contar aqui, resalta y pone de manifiesto que la Iglesia de Jesucristo ha estado expuesta desde sus inicios a la conspiración de las fuerzas demoníacas y a sus instrumentos humanos, y como prueba de ello, nos muestra lo inadvertidos que estaban los apóstoles ante la traición urdida por Judas.

Preparando la Revolución cultural y social

La elección de la familia y de la Iglesia Católica como blancos preferentes de la estrategia subversiva comunista preparaba el asalto a la cultura y a la sociedad antes que a la conquista del poder del Estado. Es decir, el comunismo daba mayor importancia a la revolución cultural en las sociedades occidentales que a la revolución (estrictamente) política, pregonada y programada por el marxismo.

Así, producto de esta tergiversación cultural y social, la Fe dejó de estar orientada a DIOS para focalizarse en el hombre; la Esperanza dejó de estar depositada en la Divina Providencia para reposar en el mito positivista del progreso; y la Caridad dejó de estar fundada en el Amor para adaptarse a la mecánica perversa de la lucha de clases. Todo ello, trajo irremediablemente, la pérdida del sentido de lo sobrenatural en el seno mismo de la Iglesia.

Los infiltrados comunistas inoculados dentro de las instituciones educativas, judiciales, sindicales, los movimientos sociales, las iglesias, etc., han operado de acuerdo con todas estos patrones estratégicos. De esta manera, han contribuido decididamente en la gestación y/o el desarrollo de muchos de los sustanciales cambios culturales e institucionales experimentados por las sociedades occidentales, sobre todo, a partir de la década de 1.960. 

Imagen relacionadaEn el caso que nos ocupa, la penetración comunista dentro de la Iglesia Católica, propició e impulsó un proceso de inmanentización desnaturalizantecuyos orígenes se remontan a la época de la Revolución Francesa (1.789) y cuyas nefastas consecuencias, constituyen una preocupante sintomatología de vaciamiento espiritual que ya no puede ser ocultada: deterioro de la conexión con Dios y las realidades divinas; merma de la profundidad de las vivencias espirituales; distorsión de la doctrina; empobrecimiento y tergiversación de la Liturgia; relajamiento de la disciplina y el rigor; alteración del orden interno de la institución; vivencia de una fe íntima y personal; enfriamiento de la misión evangélica y apostólica; etc. 

Ciertamente, el "Caballo de Troya Rojo" ha jugado un papel mucho más importante que lo que se suele creer, en la modificación de la cosmovisión, los valores y el modo de vida de nuestra sociedad occidental actual. Y nos hemos "dejado devorar" por el lobo revolucionario.

Por todo ello, resulta indispensable y urgente conocer, denunciar y poner a la luz todas las maniobras tenebrosas de la Revolución, así como sus consecuencias inmediatas y mediatas, que derivan en un plan mucho más amplio: la destrucción del ser humano. 

Recemos, pues, constante e incesantemente por nuestra Iglesia, por el Santo Padre, los obispos y todos los pastores que cuidan del pueblo de Dios, para que Dios y su Espíritu impidan que las fuerzas de puertas del infierno prevalezcan. 

Pidamos la intercesión de nuestra Señora la Virgen María, y oremos para que su inmaculado corazón triunfe y pise la cabeza de la serpiente.


jueves, 15 de marzo de 2018

MARÍA, VIRGEN Y MADRE DOLOROSA

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"y a ti una espada te atravesará el corazón".
(Lucas 2, 35)

¡Cuánto admiramos a María, la Santísima Virgen!...Por haber sufrido como sufrió, por haber amado como amó, por haberse humillado como se humilló, por haber sido como fue. ¡Qué Madre más maravillosa tenemos! 

El pecado entró en el mundo por Eva, instalándose en el hombre el dolor y convirtiéndose en compañero inseparable de nuestro peregrinar por esta vida terrena. Tarde o temprano aparece en nuestro camino y entra en nuestra vida sin pedirnos permiso. 

La vida de la Santísima Virgen estuvo profundamente marcada por el dolor. Dios siempre permite el sufrimiento para probar y acrecentar nuestra fe. Y también lo hizo con su criatura más perfecta, María. Y la probó como a pocos. María padeció mucho. Pero fue capaz de hacerlo con humildad, entereza y amor. Ella es para nosotros un maravilloso ejemplo también ante el dolor. Sí, Ella es la Virgen dolorosa.

Repasando los padecimientos de la vida de María,  apreciamos detrás de cada sufrimiento, el amor que le permitió vivirlos de la manera que lo hizo:

1. La profecía de Simeón (Lucas 2,22-35)

Simeón no le profetizó a María alegrías y consuelos por ser la Madre de Dios, sino todo lo contrario: "...y a ti una espada te atravesará el corazón". (Lucas 2, 34-35). 

Resultado de imagen de y a ti una espada te atravesará el corazón"A pesar de ello, María asumió la seriedad de esa profecía pero, al contrario que nosotros, que nos asalta la preocupación cuando se nos pronostica algo terrible, una enfermedad, o la muerte cercana... La Virgen Dolorosa lo aceptó con toda su gran humildad, aunque ello no significa que no sufriera.

En su inmaculado corazón no hubo lugar para la desconfianza, el desasosiego o la desesperación; en lo profundo de su alma seguía reinando la paz y la confianza en Dios; en su interior seguía resonando con fuerza y seguridad el fiat, lleno de amor, que pronunció en la Anunciación.

Cristo también nos aseguró que nos perseguirían por causa suya; que seríamos objeto de odio por ser sus discípulos; que nos llevarían ante los tribunales; que nos insultarían y despreciarían; que nos darían muerte (Mateo 10,22). Pero no nos dejó solos. Jesús, en la cruz, nos regaló a su Madre: "Hijo, ahí tienes a tu Madre" (Juan 19,26) para que acudiéramos y nos amparáramos en Ella, y en su ejemplo. 

El verdadero cristiano, el buen hijo de María, no se atemoriza ni se desanima ante la cruz. Demuestra su amor acogiendo la voluntad de Dios con decisión y entereza, con amor. Junto a María, con María, como María.

2. La matanza de Herodes y la huida a Egipto (Mateo 2,13-15)

Cuántos sufrimientos y privaciones experimentaron María y José tuvieron que huir al exilio repentinamente de noche, para salvar a su querido Hijo de la matanza decretada por Herodes

Imagen relacionadaMaría debió sufrir mucho al enterarse de la barbarie perpetrada por el rey Herodes. Seguramente, María conocería a muchos de esos pequeños y a sus madres... ¿Cómo no iba a sufrir también por ellos? ¿Qué corazón de Madre no sufriría ante esa monstruosidad? ¿Cómo no le iba a doler a María el asesinato de esos niños inocentes e indefensos? 

María debió sentirse un tanto culpable por lo ocurrido. Y eso agudizaría el dolor en su corazón, donde meditaba todo, y con seguridad, rezaría por ellos y por sus desconsoladas madres. Se uniría al sufrimiento, que no le era ajeno, de los primeros mártires de Cristo.

También nuestro corazón cristiano debe mostrarse sensible al sufrimiento ajeno. Compadecerse, acompañar, consolar y sobre todo, rezar. Un cristiano siempre debe ofrecer compañía, consuelo y, sobre todo, oración para interceder por los que sufren.

3. El Niño perdido en el Templo (Lucas 2,41 -50)

¡Cómo sufre una madre cuando pierde a un hijo! Sufre y se angustia ante la incertidumbre. ¿Dónde estará? ¿cómo estará? ¿le habrá pasado algo? ¿estará en peligro? ¿le habrá atropellado un coche? ¿lo habrán secuestrado? ¿estará llorado desconsolado porque no nos encuentra? ¿y si lo ha atrapado algún pariente de Herodes que lo buscaba para matarlo?

Llena de preocupación y desasosiego, regresó con José a Jerusalén y durante tres largos días buscaron a Jesús. María, la más sensible de la madres, la más responsable, la más cuidadosa... Y resulta que no encuentra a su Hijo. Es motivo más que suficiente para angustiarse terriblemente. Además, su niño no era un hijo cualquiera. A María se le ha extraviado el Mesías. Se le ha perdido Dios... 

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¡Qué tres días y tres noches de angustiosa incertidumbre, de verdadero sufrimiento! ¿Dormiría María esos días? Seguro que no. Desde luego que no. ¿Cómo va a dormir una madre que tiene perdido a su hijo? Lo que sí que hizo fue rezar, y mucho. Y confiar en Dios. Y ofrecer su sufrimiento con amor porque era Dios quien permitía esa situación.

Y cuando le encuentran en el templo tan tranquilo, tan "pancho", Jesús les dice: “¿porqué me buscabais...?” ¡Vaya tela para una madre angustiada! Seguro que sintieron un gran alivio pero, a la vez, la reacción lógica de una madre: “Hijo, mío. ¿Por qué nos has hecho esto?” Sin embargo, según narra el evangelista: “ellos no comprendieron la respuesta que les dio”

Y María, en vez de enfadarse con Jesús, no dijo nada. Meditó y guardó todo en su corazón y lo llevó a la oración. En la intimidad de su alma comenzaba a comprender que su Hijo no iba a poder estar siempre con Ella...que su misión requeriría la inevitable separación...más sufrimiento para su corazón de madre. 

A veces en nuestra vida nos sucede algo parecido: De repente, Cristo desaparece. Le perdemos. Y entonces quizás, nos invade la angustia y el desasosiego. Sí, a veces Dios nos prueba. ¿Qué hacer entonces? Lo mismo que María. Buscarlo sin descanso. Sufrir con paciencia y confianza. Orar. Actuar nuestra fe y amor. Esperar la hora de Dios. Él no falla, volverá a aparecer. Y entonces, volver a mirarlo y a amarlo de nuevo.


5. María se encuentra con Jesús camino al Calvario (IV Estación del Via Crucis)

¡Qué momento tan duro para una madre! ¡Qué silencioso cruce de miradas! ¡Qué intensísimo dolor y amor mutuos! ¡Cuántas veces rememoro esta escena (en la película "La Pasión de Cristo") y no puedo contener las lágrimas! 

Imagen relacionada¡Que fortaleza la de María! ¡Qué templanza! ¡Qué locura de amor la suya! Sabía lo duro que sería seguir de cerca a su amado Hijo camino del calvario (eso hubiera quebrado el ánimo a muchas madres). 

Pero decide hacerlo. Su amor y su fe eran más fuertes que su terrible dolor ante el ignominioso final de Jesús en la tierra. 

Plenamente consciente de que había llegado el momento en el que la espada de dolor le atravesaría su corazón, no se esconde ni se queda en casa, sino que contempla la pasión y muerte de su propio Hijo, de cerca y en pie. María se sintió crucificar con Jesús.

Nuestra vida también es un viacrucis en el que no debemos sufrir sin sentido o con resignación sino buscar esa mirada amorosa y confortante de María, nuestra Madre. 

Ahí estará Ella acompañándonos y dispuesta a consolarnos y a compartir nuestros padecimientos. Mirémosla. “La suave Madre  nos consuela, transforma nuestra tristeza en alegría y nos fortalece para llevar cruces aún más pesadas y amargas”(Luis M. Grignion de Montfort).

6. Jesús muere en la Cruz (Juan 19,17-39)

Terrible episodio. Una madre que ve morir a su Hijo..¡y de qué manera!...cruel e injustamente clavado en la Cruz. ¡Ninguna madre debería ver morir a sus hijos!

María permaneció al pie de la cruz y oyó a su Hijo prometerle el cielo a un ladrón y perdonar a Sus enemigos. Sus últimas palabras dirigidas a Ella fueron: "Madre, he ahí a tu hijo." Y a nosotros nos dijo en Juan: "Hijo, he ahí a tu Madre."

Imagen relacionadaNo podemos imaginar, ni remotamente, el terrible dolor para su corazón de Madre contemplar, en silencio, la pasión y muerte de su Hijo. Ella, que sabía perfectamente quién era Él, humanamente habría querido arrancar a su Hijo de la manos de sus verdugos...habría preferido ocupar el lugar de su amado Jesús... 

Pero calló, sufrió y obedeció. Esa era la voluntad de Dios. Y con el corazón atravesado, sangrante y desgarrado por esa lanza, de pie ante la cruz, María repitió una vez más, sin palabras, la más pura de las obediencias: “hágase tu voluntad”.

La cima del amor y la del dolor son la misma. Es ahí mismo, donde María brilla y resplandece más que cualquier estrella en el cielo ¡Qué insignificantes son nuestras curces frente a la suya! ¡Qué pequeño es nuestro amor ante el suyo!

7. María recibe el Cuerpo de Jesús (Marcos 15, 42-46)

¡Qué escena tan terriblemente conmovedora! Ahora Su Hijo no estaba perdido. Jesús estaba muerto... en los brazos de su Madre que llora su muerte. El Hijo del Altísimo, el Salvador de Israel, Él que era la Vida... está muerto.

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¡Vaya prueba de fe para María! Su Hijo, el destinatario de todas esas promesas, yace inerte en su regazo. ¡Cualquiera hubiéramos perdido la fe y la esperanza! ¡Cualquiera nos hubiéramos venido abajo! 

Sin embargo, la fe de María no se extinguió. Todo lo contrario. Siguió encendida y luminosa, sosteniendo en sus brazos todo el peso de un Dios vivo y todo el peso de un Dios muerto. 

¡Qué ejemplo de fe! ¡Qué ejemplo de esperanza! ¡Qué ejemplo de amor!

Pidamosle a María Santísima que aumente nuestra fe. Pidamosle que nos regale esa Gracia de amor y esperanza tan elevadas. Pidamosle a nuestra Madre Celestial que nos libre de todo mal. Ella sabe de sufrimiento. Ella sabe de sacrificio y de renuncia. Ella sabe de Amor.

Ni la fe, ni la confianza, ni el amor de María se vinieron abajo ante esa nueva manifestación incomprensible de la voluntad de Dios. Creyendo, confiando y amando, Ella supo esperar la mayor alegría de su vida: recuperar a su Jesús para siempre tras la resurrección.

Aprendamos de María a llenar el vacío de la soledad y del sufrimiento con lo único que puede llenarlo: el amor, la fe y la esperanza de la vida futura.



sábado, 10 de marzo de 2018

8-M: UNA REVOLUCIÓN DE ORGULLO Y ODIO

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"El preludio de la ruina es el orgullo;
el preludio de la caída, el espíritu altanero."
(Pro 16,18)

El 8 de Marzo, las fuerzas del mal se desataron sobre la tierra y en especial, sobre España, nación católica donde las haya. 

Sutilmente "disfrazadas" de protesta reivindicativa por la igualdad de la mujer, estas fuerzas malignas, con el Diablo al frente, "echaron un órdago" a Dios.

Una vez más, estamos ante otra rebelión global y dominante, extremista y salvaje, radical y revolucionaria, comunista y anárquica, ideológica e intolerante.

Nos enfrentamos a otra oleada revolucionaria que busca denodadamente el igualitarismo y el liberalismo
total...con un sólo lema: "Cambiarlo todo", con un sólo enemigo: Dios.

Dios, el Enemigo

El 8 de Marzo, los jefes no eran el enemigo. Ni siquiera, los hombres. Era Dios. Y como representante suyo en la tierra, la Iglesia Católica.

La iglesia del Espíritu Santo (Serrano, 125) amaneció con pintadas a favor del aborto y con ofensas a la fe católica. Las cerraduras de las puertas cubiertas de silicona.

La Ermita de San Isidro (Getafe) y la parroquia de Santa Mónica (Rivas Vaciamadrid) fueron también víctimas de los ataques anti-católicos y de la intolerancia feminista.

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Ante la catedral del Buen Pastor en San Sebastián, un grupo de unas 25 mujeres enardecidas se desnudaron de cintura para arriba, con obscenas pintadas en su piel protestando contra la Iglesia católica.

En las calles, todo tipo de gritos, insultos, blasfemias y ultrajes hacia Dios y su Iglesia..."Iglesia=Muerte", "Vamos a quemar la Conferencia Episcopal, etc. 

¿Qué razones les impulsan a atacar a la Iglesia católica? ¿Por qué sólo la atacan a ella? 

Lo cierto es que sólo arremetieron contra Dios y los Templos católicos. Ni una sola palabra contra Alá o Buda, ni un solo insulto contra el Corán o la Torá. Ni una sola concentración, ni una sola protesta en una sinagoga, en una mezquita...

Orgullo y Odio, la Revolución

El 8 de Marzo , la huelga no era una reivindicación. Ni siquiera era una exigencia. Era la rebelión del Orgullo y del Odio. Era otra metamorfosis de la "Revolución" que tan acostumbrada nos tiene a las mutaciones.

La
mismísima Rebelión de Satanás contra Dios, con las mismas estrategias de siempre para tratar de quebrantar la voluntad de Dios; las mismas mentiras para confundir al mundo; las mismas inquinas para atacar la fe; las mismas reivindicaciones para dividir a los hombres; las mismas consignas para tratar de igualarse a Dios.

Una Rebelión obsesionada en aplastar y derogar toda autoridad: la de los padres, la de los profesores, la de los jefes, la de los sacerdotes, la de los gobernantes,...ávida por destruir al hombre, y, en un sentido más amplio, a Dios.

Ideología revolucionaria, la nueva religión

El 8 de Marzo, las mujeres no eran las autoras ni las partícipes de la protesta. Ni siquiera, las feministas.

El 8 de Marzo, la reivindicación no era por la igualdad. Ni siquiera era una demanda. Era el intento de dominio y sometimiento de la mayoría por una minoría.

Eran demonios que poseían cuerpos femenino, irrespetuosamente desnudos, de cuyas bocas brotaban gritos y blasfemias irrepetibles, cuyos ojos ensangrentados y enrojecidos de ira, parecían salirse de sus órbitas...todo ello, claros signos de posesión demoníaca.
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La Revolución se retuerce y produce una nueva metamorfosis. Los antiguos revolucionarios marxistas-comunistas, adormecidos por los años de relativa paz y prosperidad, despiertan y se re-convierten en los defensores más acérrimos de los derechos humanos, de los derechos del hombre (en este caso, de la mujer). 

El feminismo es sólo la punta del gran iceberg revolucionario, es una pequeña parte de esta nueva religión secular, originada tras la 3ª Revolución: el comunismo. Esta ideología revolucionaria quiere cambiarlo todo: los padres ya no son padres, las madres ya no son madres. Los hombres ya no son hombres ni las mujeres mujeres. Dios no es Dios ni el ser humano es humano. 

Es una nueva Inquisición dirigida por nuevos sacerdotes que imponen lo que está bien o mal..

Un mundo dividido

Primero fue el matrimonio; luego, la familia; ahora el sociedad. El mundo es ahora una entidad disgregada y dividida, donde unos pocos gritan, unos muchos callan y, el resto, se esconden.
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Es la desintegración de cualquier valor o principio supremos; es la destrucción de cualquier autoridad, divina o humana; es la división de cualquier unión, individual o social.

Ninguna autoridad es soberana ni puede dictar lo que cada uno es o decide ser. Cada uno elige lo que quiere o se impone a la fuerza. 

El verdadero y último propósito de esta Revolución no es otro que el nihilismo anárquico, basado en su ideología total, universal y totalitaria, forjada, adaptada y metamorfoseada a lo largo de las sucesivas revoluciones.

La Revolución busca, de forma intencionada e impuesta, la aniquilación de los individuos, de las familias, de los pueblos, de los países; la disgregación de las sociedades occidentales; la destrucción de todas las identidades, individuales, familiares, religiosas y nacionales.

En definitiva, la muerte del ser humano.