¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 21 de agosto de 2018

MALOS PASTORES QUE DISPERSAN OVEJAS

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"¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! 
¿No es el rebaño al que deben apacentar los pastores?
"Y ahora andan dispersas, por falta de pastor, 
presa de todas las fieras del campo; 
andan dispersas mis ovejas; 
errantes por todos los montes, por todos los collados; 
dispersas mis ovejas por todo el país, 
sin que las busque nadie ni las cuide." 
Yo mismo buscaré a mis ovejas y las reuniré
"Buscaré la oveja perdida y haré volver a la descarriada; 
vendaré a la herida, 
fortaleceré a la flaca, 
cuidaré de la gorda y robusta; 
las apacentaré como es justo." 
(Ezequiel 34, 2-16)

La Palabra de Dios nos da una imagen perfecta del Buen Pastor que es nuestro Señor Jesucristo en boca del apóstol Juan: "Él mismo apacienta a sus ovejas con amor, fidelidad, justicia y misericordia. Le conocen las ovejas, oyen su voz y las ovejas lo siguen; no hacen caso a los extraños porque no conocen su voz" (Juan 10, 1-6).

"Conocer", en lenguaje bíblico, es mucho más profundo que en nuestra lengua vernácula. Es el conocimiento del amor, de la intimidad, de la familiaridad, de la entrega total por el amado (Juan 10, 10-15).

Estas palabras nos evocan el bello Salmo 23: "El Señor es mi Pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, me guía por senderos seguros por el amor de su nombre. Aunque camine por cañadas tenebrosas, no temo mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado son mis consuelos". ¡Qué delicia y qué seguridad ser apacentados por un Pastor así!

En cuanto al cuidado del rebaño, el profeta Ezequiel, a lo largo de todo el capítulo 34, alza su voz contra los malos pastores y recrimina las extraviadas conductas de los responsables del rebaño, (o sea, los falsos guías del pueblo, los falsos sacerdotes) que ejercen negligentemente sus responsabilidades, que se apacientan solamente a sí mismos, lo cual lleva a que Dios decida ocuparse personalmente de su rebaño. 

Imagen relacionadaSer pastor implica una gran responsabilidad. Debe buscar los mejores pastos, evitar los peligros, los caminos difíciles, los animales salvajes y hasta a los bandoleros. A veces, incluso debe dormir a la intemperie. Debe cuidar y curar a las ovejas, acostumbradas a rutinas y seguridades. El pastor pone y llama por su nombre a cada oveja. Debe estar muy atento a amar con todo su corazón a aquellas ovejas que el Dueño del rebaño le ha confiado. Debe mostrar una delicadeza exquisita a la hora de tomar opciones, de decidir caminos.

Por eso, las ovejas reconocen la voz de su pastor, su silbido; se sienten seguras, protegidas y cuidadas"pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa" (Juan 10, 12).

¿Qué tipos de ovejas existen?

El profeta Ezequiel nos presenta 8 clases de ovejas mal cuidadas y dispersas por culpa de los malos pastores en los versículos 1-20:
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La oveja débil. 
Es una oveja anémica porque está mal apacentada. Los pastores explotadores, en lugar de ocuparse de alimentar a las ovejas, se apacientan a ellos mismos, preocupándose por su bienestar espiritual y no por el de las ovejas.

La oveja enferma. Es una oveja de salud deteriorada por causa de un pastor negligente que no le provee el alimento a tiempo, que no la da bebida, y que tampoco le cura las heridas.
La oveja coja. Es una oveja con una pierna rota por causa del pastor, que se la rompe para que se mantenga a su lado, a merced de su voluntad.
La oveja descarriada. Es una oveja se encuentra fuera del camino porque el pastor no la dirige. Se encuentra en peligro y a merced de cualquier depredador (lobos).
La oveja perdida. Es una oveja olvidada. El mal pastor está interesado solamente en él. Su pérdida no le quita ni el sueño ni el apetito.
La oveja engordada. Es otra oveja descuidada por el pastor. Las ovejas son de respiración corta y si están obesas, eso puede causarle daños al corazón y a su presión arterial.
La oveja fuerte.Es una oveja robusta, una oveja con mal humor, o con tendencias de producir disputas en el redil, y que el pastor no controla. Tiende a dispersar a las demás.
La oveja flaca. Es una oveja mal nutrida por un pastor negligente, que no procura que las otras ovejas le permitan comer también.

¿Qué hacen los malos pastores?

El profeta Ezequiel acusa el mal actuar de los pastores. La primera parte habla de lo que buscan y la segunda lo que descuidan.
"Vosotros os tomáis la leche y os vestís con la lana; matáis las ovejas cebadas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis fortalecido a las débiles ni habéis curado a las enfermas; no habéis vendado a las heridas, no habéis hecho volver a las descarriadas ni buscado a las perdidas, sino que las habéis conducido con crueldad y violencia." (Ezequiel 34, 3-5). 

Lo que buscan los malos pastores:

Beben su leche 
Los pastores que se beben la leche de las ovejas se aprovechan del fruto de éstas. Es cierto que los pastores deben satisfacer sus necesidades pero nunca a consta de la debilidad de las ovejas.  Los malos pastores buscan su comodidad y su beneficio.

Visten su lana
Vestirse con su lana significa que sólo buscan honor y alabanza. La lana simboliza también el Espíritu Santo de los cristianos. Y los malos pastores se aprovechan de éste para ellos y se lo roban a las ovejas. Los malos pastores buscan su propio prestigio y descuidan el de las ovejas. Pero sobre todo, descuidan el honor del dueño del rebaño.

Lo que descuidan los malos pastores:

Matan a las ovejas cebadas 
Las ovejas cebadas, sanas y fuertes son las que se nutren del buen alimento (la Verdad) y usan bien de los pastos (los dones del Señor). A los malos pastores no les basta con no preocuparse de las enfermas, débiles, descarriadas y perdidas. Matan también a estas ovejas fuertes y robustas, dándoles mal ejemplo, negándoles el buen alimento o adulterándolo. ¡Cuántas veces, aún sin darse cuenta, algunos cristianos son causa, por su mal ejemplo, de la muerte de ovejas buenas! 
No fortalecen a las débiles 
Las débiles son las ovejas cuya espiritualidad necesita guía. Son aquellas que necesitan, especialmente, cuidado pastoral. Los malos pastores no las fortalecen ni confortan sus corazones. Las mantienen débiles frente a las tentaciones, no las previenen de los peligros sino que las engañan con falsas esperanzas o falsas doctrinas.

No curan a las enfermas 
Están enfermas y sin fuerzas para obrar pero los malos pastores no curan sus heridas, no les proporcionan la medicina que necesitan de Dios para sanar. Quizás las confiesen pero jamás las corrigen, ni las exhortan a salir de su enfermedad. Tampoco las enseñan la Verdad sino que las mantienen continuamente en la mentira, en la ofensa, en el agravio, en la pena del pecado.

No vendan a las heridas 
Prometen y aseguran misericordia pero no las consuelan, no las calman, no las tranquilizan ni las alientan y jamás las animan. 
No quieren utilizar vendas para cortar la hemorragia ni para protegerlas de las infecciones que puedan producirse en la lesión. No "entablillan" las fracturas ni las protegen con escayola para corregir deformidades.

No buscan a las descarriadas y extraviadas 
Las ovejas descarriadas y extraviadas están a merced del lobo. Todo a su alrededor se convierte en peligro. Los malos pastores, por comodidad, no salen a buscar a las ovejas en peligro. No se preocupan por ellas en absoluto porque ellos están al calor de la hoguera, en su zona de confort. No se arriesgan un "ápice" ni "mueven "un dedo" por ellas.

¿Qué hace el Buen Pastor?

El buen pastor me alimenta, me fortalece, me cura, me venda y me busca, dejando al resto del rebaño. sale a mi encuentro y me salva del lobo.

Pero también yo tengo que esforzarme por ser una oveja buena de este buen Pastor. Debo dejarme, pues, apacentar y conquistar por Él, siendo dócil en el cumplimiento amoroso de su voluntad.

Si yo no me rindo, Él no descansará hasta encontrarme para llevarme sobre sus hombros, con la alegría de haber hallado a su oveja perdida.

Imagen relacionadaMi Padre misericordioso está allí, buscándome en el horizonte (como en la parábola del hijo pródigo) y esperando mi vuelta después de haberme descarriado. Vuelvo, pues, y cuando todavía estoy lejos, corre y se abalanza sobre mi cuello, y me estrecha con su abrazo afable, ahora que estoy arrepentido…  Y si alguno de los que se creen inquebrantables me acusa de algo por envidia, el buen Pastor me defenderá diciendo: ¡Había que celebrarlo y alegrarse, porque este hijo mío estaba muerto y ha resucitado; estaba perdido y ha sido encontrado.! 

Por desgracia, hoy también, encontramos a algunos sacerdotes que se aman a si mismos y se han olvidado del rebaño. Usan los recursos del pueblo para su conveniencia y nada más...viven de apariencia y están cegados. Ven ( o no) su error pero no se ocupan de las ovejas. Y con su error, extravían y matan a las ovejas.

Es entonce
s cuando Dios actúa directamente y nos conduce a buscar fieles pastores que le sirvan a Él y a su rebaño. Buenos pastores que siempre tendrán tiempo para escucharnos, cuidarnos y curarnos cuando les busquemos y necesitemos ayuda. Es así como Dios nos cuida, nos reúne y nos ofrece un buen pastor que da su vida por sus ovejas.

La motivación (visión) de un buen pastor es ver vidas restauradas, sanadas y ver el cumplimiento del propósito de Dios en sus vidas. 

La finalidad (misión) de un buen pastor es llevar almas a Dios, guiarlas y enseñarlas a vivir en santidad, obediencia y fidelidad a Dios. 

sábado, 24 de marzo de 2018

OVEJAS SIN PASTOR

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"Y al ver a la gente, se compadecía de ella, 
porque estaban cansados y decaídos como ovejas sin pastor" 

(Mateo 9,36)

Lo que hoy escribo no va destinado a nadie en concreto y a todos en general. Bien sabe Dios que me duele confesar todo el mal que existe dentro de la Iglesia, pero es una realidad que escuchan nuestros oídos de los Santos Padres, que recoge nuestra mirada sosegada de la Palabra, y que muchos sentimos y lloramos, en no pocas parroquias de España. 

No puedo, ni debo callar...y mucho menos, mentir. Y lo hago por amor a mi Dios, a mi Iglesia, depositaria de la fe de Jesucristo, y a mis sacerdotes.

Hay, por desgracia, en la Iglesia católica, algunos curas y obispos que no riegan la viña con celo apostólico y misericordia pastoral, que abandonan a su suerte al rebaño, tratando de ocultar miserias, disimular vergüenzas y disfrazar desgracias de la imparable "auto-demolición" del Cuerpo Místico de Cristo.

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¡Tenemos que ponernos las pilas para no caer en cómplices silencios, en colaboradores disimulos! ¡Es urgente que abramos puertas y ventanas al Espíritu Santo para que salga el "humo de Satanás"! ¡Qué poco audaces somos los hijos de la luz! ¡Qué poco astutos somos los católicos! ¡Qué pocos valientes somos los cristianos!

Creo que el problema de nuestros errores, nuestras incoherencias y nuestros "aggiornamientos" comenzarán a ver la luz al final del túnel cuando haya curas y obispos que dediquen más tiempo a la oración (que los hay) y no tanto al activismo; cuando haya curas y obispos apasionados por el Pueblo de Dios (que los hay), que den cabida a los laicos en los asuntos eclesiales; cuando haya curas y obispos sin miedo a proclamar la verdad, aunque duela (que los hay); cuando haya curas y obispos que comprendan que todos formamos parte del pueblo de Dios (que los hay); cuando haya curas y obispos que entiendan que son pastores del rebaño del Señor y administradores de Su viña (que los hay) y no sus propietarios.

Resultado de imagen de OVEJAS SIN PASTOR¡Qué dolor, Señor mío, padecer a una teorizante y orgullosa jerarquía tan alejada del Pueblo! ¡Qué desazón, encontrar pastores tan despreocupados de sus rebaños desorientados! ¡Qué tristeza, constatar cómo algunos malos administradores se apropian de la Viña! ¡Qué pena, percibir cómo algunos pastores devoran ferozmente a las ovejas a su cuidado! 

A pesar de sus intenciones, de sus deseos, de sus esfuerzos… muchos no han descubierto todavía el poder de la "comunicación ascendente", la oración, o que quizás, teman lo que puedan oír de Dios.

Algunos curas y obispos siguen con su arrogante esquema de dóciles ovejitas, su altivo plan de sumisos borreguitos ¿Por qué cercenan el impulso y el compromiso de los laicos? ¿Por qué nos tratan como a materia "lanosa" que hay que esquilar? ¿Por qué nos tratan como a simple ganado prescindible?¿Por qué no caen en la cuenta de que el Espíritu también habita en el Pueblo?

No soy más que el asno que lleva a cuestas a Jesús hacia Jerusalén, la toalla que seca los pies de mi Señor, la oveja perdida a quien el Buen Pastor fue a buscar. No soy más que un torpe sembrador, un pequeño esclavo de María y un pobre servidor de Dios a quien han asaltado más preocupaciones de las que podía imaginar cuando estaba en el "lado oscuro". 

He tenido que buscar respuestas en el Santísimo, más a menudo de lo que mi pereza me impedía ir a Él, más a menudo de lo que encuentro a un cura que ofrezca escucha y guía, más a menudo de lo que veo la luz de Cristo en algunas parroquias... para tomar distancia de algunos venenos que emponzoñan mi Iglesia Católica, mi Casa de Oración.

Sólo quien ama, corrige. Sólo quien ama, trata de poner a la luz nuestros errores, para salir de las tinieblas y solucionarlos. Sólo quien ama, busca la santidad del prójimo, guiando, corrigiendo y acompañando.

He tenido que empeñarme en "buscar el verdadero rostro de Dios", cogerme de la mano amorosa de María y amar a Cristo con un ardor que me abrasa toda el alma. ¡Qué maravilla si, además, me sintiese acogido, apoyado, motivado, acompañado...por mis pastores!... en lugar de zancadilleado, frenado, atacad
o y puesto en el disparadero por sus teorías mundanas aperturistas, que embalsaman la fe, congelan la esperanza y entierran la caridad.

Soy consciente de que llego a pocos... a los que quiera Dios; de que mi siembra es pobre
y escasa... la que desee el Señor; de que mi voz no llega demasiado lejos... hasta donde pretenda Dios. Pero no puedo callar. Mi corazón arde, lleno de agradecimiento y de amor por las cosas buenas de Dios, a la par que de tristeza y preocupación, por las cosas malas de los hombres. Y tengo que gritarlo.

¡La Verdad me hace libre!
Hay una fuerza interior dentro de mí que me impulsa y me eleva a servir a Dios y a su Iglesia. Por eso escribo en libertad, seguro que cometiendo errores, quizás sin ninguna autoridad moral, pero siempre anhelando y buscando el aire fresco del Espíritu.
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Algunas personas me piden que siga escribiendo, que no deje de hacerlo nunca. Lo seguiré haciendo, aunque no me lo pidan, aunque no me lea nadie. Y es porque tengo la extraña sensación de estar convencido de que no es mío lo que escribo, aunque lleve mi firma. Soy sólo una herramienta que utiliza la Mano que me dirige, un lápiz que escribe lo que el Espíritu le suscita. Sin pretensión, sin arrogancia, sin orgullo...

¡Quién me lo iba a decir a mí! Yo, que no era capaz de levan
tar un dedo en defensa de la Iglesia; yo, que no era, ni mucho menos, propenso a expresar y confesar mi propia intimidad devocional ni tampoco desnudar mi alma; yo, que no estaba dispuesto a comprometerme con nadie ni a abrir caminos entre la maraña.
¡Quién me lo iba a decir a mí! Yo que he regresado a la casa del Padre para ver como mis "hermanos mayores" me censuran, me señalan y tratan de silenciarme...para ver cómo los malos administradores de la viña están echando a perder la cosecha deliberadamente...para ver cómo los malos servidores matan a Hijo del Amo...

Nada nuevo escribo. Todo está
 dicho: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!" (Mateo 23,37; Lucas 13,34). ¡Qué duro, cuando te llegan las pedradas por ser aprendiz de Cristo! ¡Qué cruel, cuando te llueven las críticas injustas y los juicios despiadados! ¡Qué dolor cuando todo eso ocurre en tu propia casa!

Imagen relacionadaSin embargo, me siguen animando las palabras de Hechos 18, 9: "No tengas miedo, habla y no calles, porque yo estoy contigo".

Me siguen dando fuerzas las palabras de Mateo 10, 26-27: "No les tengáis miedo, porque no hay nada tan oculto que no se llegue a descubrir, y nada tan secreto que no se llegue a saber. Lo que os digo en la oscuridad decidlo a plena luz, y lo que oís al oído predicadlo sobre las terrazas."

Me siguen estimulando las palabras de Mateo 5, 11-12: "Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos. Pues también persiguieron a los profetas antes que a vosotros".

Me siguen alentando las palabras de Juan 15, 18-20
"Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo os amaría como cosa suya. Pero como no sois del mundo, pues yo os elegí y os saqué del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad que os he dicho: 'El criado no es más que su amo'. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra."

Me siguen motivando cuando nos critican, nos juzgan, nos insultan o nos persiguen, porque significa que estamos en el buen Camino, que tenemos la Verdad de nuestro lado y que caminamos hacia la Vida. Por eso, desde mi libertad:

"Elijo ser odiado por los hombres de aquí abajoy ser amado por el Dios de allí arriba.
Elijo ser perseguido por los hombre de aquí abajo y ser protegido por el Dios de allí arriba.
Elijo ser criticado por los hombres de aquí abajo y ser santo ante el Dios de allí arriba.


Elijo sublevarme ante los hombres de aquí abajo y arrodillarme ante el Dios de allí arriba.
Elijo hablar ante los hombres de aquí abajo y callar ante el Dios de allí arriba,.
 Elijo morir ante los hombres de aquí abajo y vivir ante el Dios de allí arriba.
Elijo a Dios."

viernes, 10 de marzo de 2017

LOS SACERDOTES SON...

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"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño 
del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes 
para apacentar la Iglesia de Dios, 
que ha adquirido con su propia sangre...
 se introducirán entre vosotros lobos crueles, 
que no perdonarán al rebaño;
 y que de entre vosotros mismos surgirán hombres 
que enseñarán doctrinas perversas 
con el fin de arrastrar a los discípulos en pos de sí. 
Por lo cual, estad alerta..."
(Hechos 20,28-31)

La Palabra de Dios nos enseña claramente el papel de los sacerdotes como pastores de su Iglesia: deben cuidar de ellos mismos y también de su rebaño; deben guardar, apacentar y estar alerta de los lobos, que se tratarán de introducirse en la comunidad.

Los sacerdotes son: 

Llamados por Dios

Los sacerdotes no son voluntarios ni son contratados: son llamados por Dios. Llamados a un trabajo arduo para toda la vida, lleno de sacrificio y a merced de múltiples demandas y expectativas.

"Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Mateo 9,38).

"Pero levántate y ponte en pie; que me he aparecido a ti para hacerte ministro y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a mostrar. "(Hechos 26,16).

"Mientras celebraban el culto del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: "Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado" (Hechos 13, 2).

Supervisores que vigilan

"Cuidad de vosotros y de todo el rebaño del que el Espíritu Santo os ha constituido como guardianes." (Hechos 20,28). 

La palabra griega utilizada en el libro de los Hechos para "guardianes" es episkopos (Epi = sobre; Skopos = ver. Es el equivalente de "supervisores" (Supra = más, Visión = ver).

"El asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, viendo venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, porque es un asalariado y no le importan las ovejas." (Juan 10, 12-13).

Los pastores de la Iglesia son supervisores, no trabajadores asalariados. Deben vigilar, ver más allá y no huir, o mirar para otro lado como si no le importaran sus feligreses. Tienen que salir en su defensa ante los lobos.

Responsables ante Dios 

"Obedeced a vuestros jefes y sedles sumisos, porque ellos cuidan de vuestras vidas, de las cuales deberán dar cuenta, para que lo hagan con alegría y no con lágrimas, lo que no os beneficiaría nada."(Hebreos 13,17).

Este versículo del libro de Hechos es un tanto duro, tanto para los feligreses como para los sacerdotes. A los primeros, les insta a someterse a sus líderes, mientras que advierte a los segundos que rendirán cuenta ante Dios. 

Esta es una de las razones por las que los sacerdotes son llamados a ser supervisores por Dios. Nadie en su sano juicio se ofrecería voluntario para tal rendición de cuentas.

Dejemos que el sacerdote sea consciente de ello y ore diariamente por su rebaño y que busque cumplir la voluntad de Dios. Es su responsabilidad

Servidores generosos

Los sacerdotes guían al pueblo de Dios sirviendo, no siendo servidos ni tampoco actuando como dictadores.

Jesús dijo: "¿quién es más grande, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pues bien, yo estoy en medio de vosotros como el que sirve." (Lucas 22,27).

En el versículo 26 dice: "
Entre vosotros no ha de ser así, sino que el mayor entre vosotros será como el más joven, y el que mande como el que sirve."

"Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad; no como dictadores, sino como modelos para el rebaño."(1 Pedro 5, 2-3).

De la misma manera que la Escritura enseña que una esposa debe someterse a su esposo, pero él mismo debe servirla y "darse por ella" (Efesios 5, 22-29) en lugar de dominarla, nos enseña que los presbíteros son supervisores de la comunidad, y ésta debe someterse a ellos, pero ellos mismos deben servir al pueblo, no como si fueran sus amos.

El esposo o el sacerdote que juega el papel de "jefe" ("¡Dios me puso a cargo!") está pecando seriamente y está maltratando a aquellos a quienes debe servir.

Pablo dijo: "Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo, el Señor; nosotros somos vuestros siervos por amor de Jesús."(2 Corintios 4, 5). El sacerdote no es enviado a proclamar su filosofía, sus opiniones o sus teorías. Él debe proclamar a Jesús. Es enviado para servir al pueblo del Señor, pero es "por el amor de Jesús". Eso significa que el sacerdote no recibe órdenes del pueblo de Dios sobre cómo servirle sino que recibe órdenes del Señor sobre cómo servir al pueblo de Dios.