¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 10 de marzo de 2018

8-M: UNA REVOLUCIÓN DE ORGULLO Y ODIO

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"El preludio de la ruina es el orgullo;
el preludio de la caída, el espíritu altanero."
(Pro 16,18)

El 8 de Marzo, las fuerzas del mal se desataron sobre la tierra y en especial, sobre España, nación católica donde las haya. 

Sutilmente "disfrazadas" de protesta reivindicativa por la igualdad de la mujer, estas fuerzas malignas, con el Diablo al frente, "echaron un órdago" a Dios.

Una vez más, estamos ante otra rebelión global y dominante, extremista y salvaje, radical y revolucionaria, comunista y anárquica, ideológica e intolerante.

Nos enfrentamos a otra oleada revolucionaria que busca denodadamente el igualitarismo y el liberalismo
total...con un sólo lema: "Cambiarlo todo", con un sólo enemigo: Dios.

Dios, el Enemigo

El 8 de Marzo, los jefes no eran el enemigo. Ni siquiera, los hombres. Era Dios. Y como representante suyo en la tierra, la Iglesia Católica.

La iglesia del Espíritu Santo (Serrano, 125) amaneció con pintadas a favor del aborto y con ofensas a la fe católica. Las cerraduras de las puertas cubiertas de silicona.

La Ermita de San Isidro (Getafe) y la parroquia de Santa Mónica (Rivas Vaciamadrid) fueron también víctimas de los ataques anti-católicos y de la intolerancia feminista.

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Ante la catedral del Buen Pastor en San Sebastián, un grupo de unas 25 mujeres enardecidas se desnudaron de cintura para arriba, con obscenas pintadas en su piel protestando contra la Iglesia católica.

En las calles, todo tipo de gritos, insultos, blasfemias y ultrajes hacia Dios y su Iglesia..."Iglesia=Muerte", "Vamos a quemar la Conferencia Episcopal, etc. 

¿Qué razones les impulsan a atacar a la Iglesia católica? ¿Por qué sólo la atacan a ella? 

Lo cierto es que sólo arremetieron contra Dios y los Templos católicos. Ni una sola palabra contra Alá o Buda, ni un solo insulto contra el Corán o la Torá. Ni una sola concentración, ni una sola protesta en una sinagoga, en una mezquita...

Orgullo y Odio, la Revolución

El 8 de Marzo , la huelga no era una reivindicación. Ni siquiera era una exigencia. Era la rebelión del Orgullo y del Odio. Era otra metamorfosis de la "Revolución" que tan acostumbrada nos tiene a las mutaciones.

La
mismísima Rebelión de Satanás contra Dios, con las mismas estrategias de siempre para tratar de quebrantar la voluntad de Dios; las mismas mentiras para confundir al mundo; las mismas inquinas para atacar la fe; las mismas reivindicaciones para dividir a los hombres; las mismas consignas para tratar de igualarse a Dios.

Una Rebelión obsesionada en aplastar y derogar toda autoridad: la de los padres, la de los profesores, la de los jefes, la de los sacerdotes, la de los gobernantes,...ávida por destruir al hombre, y, en un sentido más amplio, a Dios.

Ideología revolucionaria, la nueva religión

El 8 de Marzo, las mujeres no eran las autoras ni las partícipes de la protesta. Ni siquiera, las feministas.

El 8 de Marzo, la reivindicación no era por la igualdad. Ni siquiera era una demanda. Era el intento de dominio y sometimiento de la mayoría por una minoría.

Eran demonios que poseían cuerpos femenino, irrespetuosamente desnudos, de cuyas bocas brotaban gritos y blasfemias irrepetibles, cuyos ojos ensangrentados y enrojecidos de ira, parecían salirse de sus órbitas...todo ello, claros signos de posesión demoníaca.
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La Revolución se retuerce y produce una nueva metamorfosis. Los antiguos revolucionarios marxistas-comunistas, adormecidos por los años de relativa paz y prosperidad, despiertan y se re-convierten en los defensores más acérrimos de los derechos humanos, de los derechos del hombre (en este caso, de la mujer). 

El feminismo es sólo la punta del gran iceberg revolucionario, es una pequeña parte de esta nueva religión secular, originada tras la 3ª Revolución: el comunismo. Esta ideología revolucionaria quiere cambiarlo todo: los padres ya no son padres, las madres ya no son madres. Los hombres ya no son hombres ni las mujeres mujeres. Dios no es Dios ni el ser humano es humano. 

Es una nueva Inquisición dirigida por nuevos sacerdotes que imponen lo que está bien o mal..

Un mundo dividido

Primero fue el matrimonio; luego, la familia; ahora el sociedad. El mundo es ahora una entidad disgregada y dividida, donde unos pocos gritan, unos muchos callan y, el resto, se esconden.
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Es la desintegración de cualquier valor o principio supremos; es la destrucción de cualquier autoridad, divina o humana; es la división de cualquier unión, individual o social.

Ninguna autoridad es soberana ni puede dictar lo que cada uno es o decide ser. Cada uno elige lo que quiere o se impone a la fuerza. 

El verdadero y último propósito de esta Revolución no es otro que el nihilismo anárquico, basado en su ideología total, universal y totalitaria, forjada, adaptada y metamorfoseada a lo largo de las sucesivas revoluciones.

La Revolución busca, de forma intencionada e impuesta, la aniquilación de los individuos, de las familias, de los pueblos, de los países; la disgregación de las sociedades occidentales; la destrucción de todas las identidades, individuales, familiares, religiosas y nacionales.

En definitiva, la muerte del ser humano.

martes, 17 de enero de 2017

DIOS HA MUERTO Y NOSOTROS LE HEMOS MATADO

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"Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros le hemos matado.
¿Como podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído
se ha desangrado bajo nuestros cuchillos:
¿quién limpiará esta sangre de nosotros?
¿Que agua nos limpiará?
¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar?
¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros?
¿Debemos aparecer dignos de ella?"
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)

"Dios ha muerto" es la frase con la que Nietzsche auguró la crisis de la moralidad de los siglos XX y XXI, y la imposibilidad de conservar cualquier sistema de valores, en ausencia de un orden divino. 

La muerte de Dios se refiere no sólo al rechazo de la creencia en Dios, sino también al rechazo de los valores absolutos y universales

De esta manera, la pérdida de una base absoluta de moralidad conducirá, primero, al nihilismo (la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco) y más tarde al relativismo (los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que sólo poseen una validez subjetiva y relativa). ¿Nos suena familiar?

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos?
Se levantan los reyes de la tierra, 
los príncipes conspiran contra el Señor y su mesías:
"¡Rompamos sus cadenas, sacudamos su yugo!".
(Salmo 2, 1-3)

En los tres primeros versículos del Salmo 2, el rey David habla de las naciones que se levantan contra Dios, que conspiran contra Dios, que ven Su voluntad como "cadenas y yugo" que los esclaviza, que ven Su Palabra anticuada. El rey David incluso menciona que estos líderes de todas las naciones hacen proyectos (leyes) vanos, en oposición directa a los caminos de Dios. ¿Nos suena familiar?

A pesar de que muchos de estos líderes actuales vienen de herencias cristianas y viven en países tradicionalmente cristianos, afirman que Dios es irrelevante en el mundo de hoy. 

En 1966, la revista americana Time mostraba en su portada: "¿Dios está muerto?"Los lectores criticaron duramente a la revista por insinuar la muerte de Dios en una nación con fuertes raíces cristianas. 
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Sin embargo, el incremento de la hostilidad hacia Dios y hacia los cristianos que se han producido en los últimos años, donde la cultura popular ha pasado de objetar a Dios, para odiarle profundamente, deja en insignificante aquella portada. 

Nunca ha habido en la historia un cambio de mentalidad cultural tan rápido como el que se ha producido en los últimos 5 ó 10 años.

Fuego cruzado en el mundo

Como resultado de este cambio tan notable, los cristianos estamos atrapados en un fuego cruzado.

Lo que no hace mucho solía ser la excepción, cristianos calumniados por creer en Dios y vivir su fe, hoy es la norma. Lo que solía ser la excepción, personas maldiciendo y profanando el nombre de Dios y de su Iglesia, hoy es la regla.

En todo el mundo, en Europa Europa y en nuestro país el cristianismo está siendo atacado. De una forma evidente o solapada. La situación es claramente opositora debido a leyes aprobadas con el objetivo de asegurar unos supuestos derechos humanos (libertad de género, de culto, de condición, de unión, de aborto, de eutanasia, etc.) que de hecho, estigmatizan a los cristianos.
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Fuego amigo en la Iglesia

Estamos experimentando un cambio dramático en las sociedades de todo el mundo. La temperatura está aumentando, al igual que los polos de la fe se están derritiendo a marchas forzadas y se recrudecen las zonas de desierto. La temperatura del odio sube unos cuantos grados cada año contra los cristianos en particular.

Como cristianos, sería absurdo esperar la simpatía del mundo secular. Jesús nos dijo: "Seréis odiados por todas las naciones por causa de mi nombre" (Mateo 24, 9). Sin embargo, el fuego ha llegado hasta la misma Iglesia. 
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Es triste comprobar que tenemos una débil fe cristiana. La Iglesia no está trabajando bien, ha perdido su identidad y los seminarios están vacíos. Las parroquias son lo único que se mantiene de pie. Necesitamos una verdadera vida cristiana para luchar contra nuestra sociedad que ha matado a Dios.

De hecho, muchas naciones "post-cristianas" tienen un largo camino por recorrer antes de que su nivel de persecución cristiana pueda compararse a lugares como Corea del Norte, Somalia, Irak o Siria. Aunque rezamos para que el nivel nunca aumente, el riesgo permanece latente.

Los casos de persecución contra los cristianos son recordatorios de que nuestro mundo está cambiando rápidamente más allá de sus raíces cristianas. Y en la última década, la aceleración de la actividad decididamente anticristiana es sorprendente.

Un mundo sin Dios es un infierno

Si los cristianos no nos despertamos para ver lo que está sucediendo, terminaremos acelerando nuestra propia persecución. Un mundo sin Dios es un infierno. El infierno es, en definitiva, eso: no tener a Dios.  Ese no es el deseo de Dios para aquellos que lo seguimos. Él nos ha dado Su Espíritu para llegar a ser santos y alcanzar el cielo. El Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros nos puede ayudar a luchar en estos tiempos contra la decadencia moral y religiosa. 

Sin embargo, el empeño de esta sociedad relativista es en vano. Movidos por el Diablo, desean unirse a los judíos del primer siglo y volver a matar a Dios. Una cosa es evidente: ellos mismos creen en la Resurrección de Cristo pues para volver a matarlo tiene que haber resucitado. 

Lo cierto es que Él ha triunfado sobre la muerte y ahora ¡vive! "¿Por qué buscan al vivo entre los muertos? No está aquí, ha resucitado" (Lucas 24,5 ).

La resurrección de Cristo es lo que marca la diferencia para nosotros, los cristianos. "Él no es Dios de muertos, sino de vivos" (Marcos 12,27). "Así también ustedes, considérense como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6,11). 

Por tanto, vivamos Su resurrección como la mayor señal de que Dios está vivo en nuestro mundo, de que nosotros somos sus testigos y su fiel reflejo. Así, daremos la mejor respuesta a este mundo corrompido por el deseo del Enemigo de vivir sin Dios.

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA ACEDIA, EL OCTAVO PECADO CAPITAL

"Nada te turbe, nada te espante,
quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante,
sólo Dios basta"
 
La Acedia es la pereza espiritual, es una tristeza por el bien, por el bien de Dios. Es una incapacidad de alegrarse con Dios y en Dios, que nos rodea por todas partes, que brota y abunda sin que la nombremos.

La palabra acedia procede del latín “acidia” y tiene relación con la acritud, la acidez. Pero viene a su vez de la palabra griega άκηδία (akedía) utilizada como la falta de piedad, una ceguera, una falta de consideración, una falta de amor hacia a quien se debería honrar y amar.

De la acedia apenas se habla, raramente se nombra, no aparece en la lista de los pecados capitales, aunque encaja perfectamente dentro del pecado capital de la envidia. Es una envidia, una envidia contra Dios y contra todas las cosas de Dios, contra la obra misma de Dios, contra la creación, contra lo sagrado... Es por lo tanto un fenómeno demoníaco opuesto al Espíritu Santo.

Hoy, la acedia acecha continuamente el alma del individuo, de la sociedad y de la cultura. Es la ceguera ante el bien, la indiferencia ante lo divino, la ingratitud y frialdad ante un Dios de amor.

Se presenta, al principio, como una tentación, que se puede convertir en pecado, pues si se convierte en un hábito, hay una facilidad para actual mal, para pecar por acedia, por entristecerse por las cosas divinas.

¿Qué dice la Iglesia acerca de la acedia? 

El catecismo de la Iglesia Católica nos presenta a la acedia entre los pecados contra la caridad, contra el amor a Dios:

  • Indiferencia. Mostrada por aquellos que no les importa Dios, los agnósticos que dicen que no saben si Dios existe o no y no les interesa profundizar el tema, se presentan como indiferentes ante el hecho religioso, ante Dios, ante la Iglesia, ante los santos, ante todas las cosas santas, ante los sacramentos, no les dicen nada los sacramentos, son indiferentes. Quien conoce el bien de Dios no puede ser indiferente.
  • Ingratitud. Falta de agradecimiento ante Dios a quien le debemos tantas bendiciones: la creación, la Tierra, la familia, el amor, por todas las cosas que hacen hermosa la vida. Ante el autor del bien, ¿cómo uno puede ser ingrato con Él, que tanto nos ha dado? Es un pecado contra el amor. Quien conoce a Dios no puede ser ingrato porque le reconoce.
  • Tibieza. Incluso amando a Dios, se tiene una fe tibia, fría, sin ganas. Como dice el libro del Apocalipsis “porque no eres frío ni caliente estoy por vomitarte de mi boca”. ¿Quien, ante el abrazo amoroso de Dios, puede permanecer impávido, frío, distante?
  • Acedia. La tristeza por las cosas divinas, por ir a misa, por disfrutar de las cosas de Dios. Aturdidos y a merced de las falsas alegrías del mundo, con tristeza en el alma, con carencia del bien supremo. El alma sin Dios se entristece porque los gozos y alegrías mundanas que no acaban de saciar la sed de Dios y por lo tanto se sumerge en la depresión. La gente se agita buscando la felicidad en los bienes terrenales, el mundo promete que el bienestar produce la felicidad, porque el bienestar es siempre transitorio. Necesitamos un bien que nos haga felices incluso cuando estamos mal, incluso en medio del malestar. Y ese bien sólo viene de Dios.
  • Odio a Dios, ¿cómo es posible llegar a odiar a Dios? Todos estos pecados contra el amor a Dios bloquea en los corazones el acceso de la felicidad, a la dicha, a la bienaventuranza que comienza aquí en la tierra: el amor de Dios. El odio a Dios es una consecuencia última de la acedia porque cuando uno no conoce el bien de Dios, es indiferente, desagradecido o tibio en el amor culmina viendo a Dios como malo, la auténtica visión satánica de que Dios es malo.
Consecuencias

Las consecuencias de la acedia, al atacar la relación con Dios, conlleva consecuencias desastrosas para la vida moral y espiritual, disipando todas las virtudes: la caridad, la esperanza, los bienes eternos, la fortaleza que viene del Señor, se opone a la sabiduría, al sabor del amor divino, y sobre todo se opone a la virtud de la religión que se alegra en el culto, se opone a la devoción, al fervor, al amor de Dios y a su gozo. 

Sus consecuencias se ilustran claramente por sus defectos: el vagabundeo ilícito del espíritu, la pusilanimidad, el desánimo, la torpeza, el rencor, la malicia, la corrupción de la piedad moral.

Origina males en la vida social, en la convivencia , la detracción de los buenos, la murmuración, la descalificación, la burla, el chisme, las críticas y hasta las calumnias.

El papa Francisco nos aconseja orar y reconocer a Dios como nuestro Padre, para combatir al demonio, que utiliza la resignación, la desgana y la acedia como sus principales armas: 

"Dios nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, 
ay de nosotros si no la compartimos, 
ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros. 
No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, 
no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, 
porque somos invitados a participar de su vida, 
somos invitados a introducirnos en su corazón, 
un corazón que reza y vive diciendo: Padre nuestro" 
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