¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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sábado, 10 de marzo de 2018

8-M: UNA REVOLUCIÓN DE ORGULLO Y ODIO

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"El preludio de la ruina es el orgullo;
el preludio de la caída, el espíritu altanero."
(Pro 16,18)

El 8 de Marzo, las fuerzas del mal se desataron sobre la tierra y en especial, sobre España, nación católica donde las haya. 

Sutilmente "disfrazadas" de protesta reivindicativa por la igualdad de la mujer, estas fuerzas malignas, con el Diablo al frente, "echaron un órdago" a Dios.

Una vez más, estamos ante otra rebelión global y dominante, extremista y salvaje, radical y revolucionaria, comunista y anárquica, ideológica e intolerante.

Nos enfrentamos a otra oleada revolucionaria que busca denodadamente el igualitarismo y el liberalismo
total...con un sólo lema: "Cambiarlo todo", con un sólo enemigo: Dios.

Dios, el Enemigo

El 8 de Marzo, los jefes no eran el enemigo. Ni siquiera, los hombres. Era Dios. Y como representante suyo en la tierra, la Iglesia Católica.

La iglesia del Espíritu Santo (Serrano, 125) amaneció con pintadas a favor del aborto y con ofensas a la fe católica. Las cerraduras de las puertas cubiertas de silicona.

La Ermita de San Isidro (Getafe) y la parroquia de Santa Mónica (Rivas Vaciamadrid) fueron también víctimas de los ataques anti-católicos y de la intolerancia feminista.

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Ante la catedral del Buen Pastor en San Sebastián, un grupo de unas 25 mujeres enardecidas se desnudaron de cintura para arriba, con obscenas pintadas en su piel protestando contra la Iglesia católica.

En las calles, todo tipo de gritos, insultos, blasfemias y ultrajes hacia Dios y su Iglesia..."Iglesia=Muerte", "Vamos a quemar la Conferencia Episcopal, etc. 

¿Qué razones les impulsan a atacar a la Iglesia católica? ¿Por qué sólo la atacan a ella? 

Lo cierto es que sólo arremetieron contra Dios y los Templos católicos. Ni una sola palabra contra Alá o Buda, ni un solo insulto contra el Corán o la Torá. Ni una sola concentración, ni una sola protesta en una sinagoga, en una mezquita...

Orgullo y Odio, la Revolución

El 8 de Marzo , la huelga no era una reivindicación. Ni siquiera era una exigencia. Era la rebelión del Orgullo y del Odio. Era otra metamorfosis de la "Revolución" que tan acostumbrada nos tiene a las mutaciones.

La
mismísima Rebelión de Satanás contra Dios, con las mismas estrategias de siempre para tratar de quebrantar la voluntad de Dios; las mismas mentiras para confundir al mundo; las mismas inquinas para atacar la fe; las mismas reivindicaciones para dividir a los hombres; las mismas consignas para tratar de igualarse a Dios.

Una Rebelión obsesionada en aplastar y derogar toda autoridad: la de los padres, la de los profesores, la de los jefes, la de los sacerdotes, la de los gobernantes,...ávida por destruir al hombre, y, en un sentido más amplio, a Dios.

Ideología revolucionaria, la nueva religión

El 8 de Marzo, las mujeres no eran las autoras ni las partícipes de la protesta. Ni siquiera, las feministas.

El 8 de Marzo, la reivindicación no era por la igualdad. Ni siquiera era una demanda. Era el intento de dominio y sometimiento de la mayoría por una minoría.

Eran demonios que poseían cuerpos femenino, irrespetuosamente desnudos, de cuyas bocas brotaban gritos y blasfemias irrepetibles, cuyos ojos ensangrentados y enrojecidos de ira, parecían salirse de sus órbitas...todo ello, claros signos de posesión demoníaca.
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La Revolución se retuerce y produce una nueva metamorfosis. Los antiguos revolucionarios marxistas-comunistas, adormecidos por los años de relativa paz y prosperidad, despiertan y se re-convierten en los defensores más acérrimos de los derechos humanos, de los derechos del hombre (en este caso, de la mujer). 

El feminismo es sólo la punta del gran iceberg revolucionario, es una pequeña parte de esta nueva religión secular, originada tras la 3ª Revolución: el comunismo. Esta ideología revolucionaria quiere cambiarlo todo: los padres ya no son padres, las madres ya no son madres. Los hombres ya no son hombres ni las mujeres mujeres. Dios no es Dios ni el ser humano es humano. 

Es una nueva Inquisición dirigida por nuevos sacerdotes que imponen lo que está bien o mal..

Un mundo dividido

Primero fue el matrimonio; luego, la familia; ahora el sociedad. El mundo es ahora una entidad disgregada y dividida, donde unos pocos gritan, unos muchos callan y, el resto, se esconden.
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Es la desintegración de cualquier valor o principio supremos; es la destrucción de cualquier autoridad, divina o humana; es la división de cualquier unión, individual o social.

Ninguna autoridad es soberana ni puede dictar lo que cada uno es o decide ser. Cada uno elige lo que quiere o se impone a la fuerza. 

El verdadero y último propósito de esta Revolución no es otro que el nihilismo anárquico, basado en su ideología total, universal y totalitaria, forjada, adaptada y metamorfoseada a lo largo de las sucesivas revoluciones.

La Revolución busca, de forma intencionada e impuesta, la aniquilación de los individuos, de las familias, de los pueblos, de los países; la disgregación de las sociedades occidentales; la destrucción de todas las identidades, individuales, familiares, religiosas y nacionales.

En definitiva, la muerte del ser humano.

viernes, 18 de agosto de 2017

EL ODIO EN NOMBRE DE DIOS: CONVERTIRSE O MORIR

El terrorismo yihadista ha vuelto a golpear el corazón de Europa. El odio en nombre de Alá y la violencia justificada por el Corán han dejado Barcelona con trece muertos y un centenar de heridos. Se trata de un "suma y sigue".

Y qué poco hemos tardado en empezar con los lazos y crespones negros, con los minutos de silencio, con las flores y velas, con las oraciones por las víctimas y los asesinos, con los actos de condena y repulsa. 

Como si, con el simple "buenismo" de siempre, instaurado en Occidente, se fuera a solucionar esta guerra declarada a todos. Todas las buenas intenciones son bienvenidas pero no es suficiente, porque si todo lo que vamos a hacer es poner en nuestras redes sociales un lazo negro o decir que "no podrán con la democracia", el mal triunfa.

IslamSymbol.PNGEl Islam, desde sus inicios, ha basado su expansión en la conquista violenta en contra de la comprensión de una religión de paz y de un Dios de amor.

La Yihad (sexto pilar del Islam), esto es, la sumisión a Alá, el sometimiento de los "infieles", la muerte a los "enemigos"... es el integrismo radical que pervierte la religión y desprecia sistemáticamente la vida humana, sembrando la tierra de maldad y de muertos.

Es la anti-democracia de un extremismo maléfico, es el anti-amor de una visión distorsionada de Dios, que pone al mundo en la tesitura de "convertirse" o morir. Así la define el Corán: 



"Entonces, cuando los meses sagrados hayan pasado, matad a los idólatras dondequiera que los encontréis, y llevadlos (cautivos), y asediadlos, y preparar para ellos toda emboscada. Pero si se arrepienten y establecen adoración y se humillan, dejadlos libres. ¡Mirad! Alá perdona, es misericordioso." 
(Sura 9:5).

Di a los infieles que si cesan de enfrentarse se les perdonará lo pasado, 
pero si reinciden, combatid contra ellos hasta que dejen de induciros a apostatar 
y se rinda todo el culto a Alá 
(Sura 8:38-39)​

Combatid contra quienes, habiendo recibido la escritura [es decir, los judíos y los cristianos] no creen en Alá ni en el último día, ni prohíben lo que Alá y su enviado han prohibido, ni practican la religión verdadera. 
Luchad hasta que, humillados, paguen el tributo.
(Sura 9:29).

Imagen relacionadaPor desgracia, existe en Occidente una total indolencia que o no es consciente o no quiere darse cuenta de lo que ocurre: el objetivo último del yihadismo es islamizar el mundo. Eso, o la muerte...

Erróneamente se piensa que el propósito de estos actos malvados, sin escrúpulos y sin sentido es desestabilizar la libertad y la democracia pero en realidad, lo que ansían es la destrucción de todo lo que no sea musulmán, lo que anhelan es la instauración de un califato que gobierne el mundo

No se trata de una cuestión política ni social, es una cuestión religiosa: su profeta les insta a luchar contra el infiel e incluso matarlo. 

El yihadismo no desaparecerá jamás si no se les ofrece una opción igual de interesante o aún mejor. Desprogramarlos de su ideología patógena adquirida, desradicalizar a los captados o impedir que se sumen a ella es una labor de largo alcance que implica a todos.

Los terroristas han convertido en "leiv motif" las consecuencias de sus acciones. A mayor xenofobia, mayor justificación de su acción violenta; a mayor islamofobia, más deber sagrado de atacar y matar a los infieles. Hemos entrado en el bucle, diseñado por ellos, del que es difícil salir si no somos capaces de romper esa inercia.

En la 1 carta de Pedro 3, 8-9, 11-12 se nos dice: "Finalmente, vivid todos unidos en armonía. Sed compasivos, fraternales, misericordiosos, humildes, no devolváis mal por mal ni injuria, por injuria sino todo lo contrario bendecid siempre pues para esto habéis sido llamados para ser herederos de la bendición... Apártese del mal y haga el bien busque la paz y corra en pos de ella. Pues el Señor mira por los que practican la justicia y tiene los oídos atentos a sus súplicas; pero el Señor se enfrenta con los criminales".

El apóstol San Pablo en su carta a los Romanos 12, 17-21 nos exhorta: "No devolváis a n
adie mal por mal. Procurad hacer el bien ante todos los hombres. En cuanto de vosotros depende, haced todo lo posible para vivir en paz con todo el mundo. Queridos míos, no os toméis la justicia por vuestra mano; dejad que sea Dios el que castigue, como dice la Escritura: Yo haré justicia, yo daré a cada cual su merecido. También dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; que si haces esto, harás que se sonroje. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien." 

El tratamiento del terrorismo yihadista por parte de los políticos y los medios de comunicación es, con frecuencia, torpe, ignorante y simplista. Demasiadas etiquetas, falsos "buenismos", eslóganes políticamente correctos y de "postureo" que se disipan con el paso de los días. Es difícil leer, ver o escuchar informaciones sobre el Islam que traten de explicar y hacer razonar, en vez de impresionar, emocionar o adoctrinar. Los medios sensacionalistas, los militantes y los inconscientes, se convierten en propagandistas de los yihadistas, porque amplifican sus acciones y sus propósitos, porque les sonríen, porque les defienden en aras de una errónea hermandad.

Me hago eco de las palabras de Arturo Pérez-Reverte en las que nos anima a tomar conciencia del problema al que nos enfrentamos: 

"Es una guerra, y estamos metidos en ella. Es la tercera guerra mundial, y no nos damos cuenta. Es la Guerra Santa, la Yihad. Y la estamos perdiendo por nuestra estupidez. Sonriendo al enemigo. 

A Occidente, a Europa, le costó siglos de sufrimiento alcanzar la libertad de la que hoy goza. Poder ser adúltera sin que te lapiden, o blasfemar sin que te quemen o que te cuelguen de una grúa. Gozamos las ventajas de esa lucha, ganada tras muchos combates contra nuestros propios fanatismos, en la que demasiada gente buena perdió la vida: combates que Occidente libró cuando era joven y aún tenía fe. Pero ahora los jóvenes son otros: el niño de la pancarta, el cortador de cabezas, el fanático dispuesto a llevarse por delante a treinta infieles e ir al Paraíso. 

En términos históricos, ellos son los nuevos bárbaros. Europa, donde nació la libertad, es vieja, demagoga y cobarde; mientras que el Islam radical es joven, valiente, y tiene hambre, desesperación... Trabajan con su dios en una mano y el terror en la otra, para su propia clientela. Creer que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa estupidez. Es un suicidio... qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos. Porque el frente de combate no está sólo allí, al otro lado del televisor, sino también aquí. En el corazón mismo de Occidente."

¡Ay Occidente! ¡Qué futuro te espera!
Descansen en paz las víctimas. Recemos por ellas, por los asesinos y para que nuestra cultura recupere la identidad cristiana perdida y reaccione. 

¡Señor, escucha nuestro clamor y nuestra súplica! ¡Sé tu quién hagas justicia!

martes, 17 de enero de 2017

DIOS HA MUERTO Y NOSOTROS LE HEMOS MATADO

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"Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros le hemos matado.
¿Como podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído
se ha desangrado bajo nuestros cuchillos:
¿quién limpiará esta sangre de nosotros?
¿Que agua nos limpiará?
¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar?
¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros?
¿Debemos aparecer dignos de ella?"
(Nietzsche, La gaya ciencia, sección 125)

"Dios ha muerto" es la frase con la que Nietzsche auguró la crisis de la moralidad de los siglos XX y XXI, y la imposibilidad de conservar cualquier sistema de valores, en ausencia de un orden divino. 

La muerte de Dios se refiere no sólo al rechazo de la creencia en Dios, sino también al rechazo de los valores absolutos y universales

De esta manera, la pérdida de una base absoluta de moralidad conducirá, primero, al nihilismo (la vida carece de significado objetivo, propósito, o valor intrínseco) y más tarde al relativismo (los puntos de vista no tienen verdad ni validez universal, sino que sólo poseen una validez subjetiva y relativa). ¿Nos suena familiar?

¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen proyectos vanos?
Se levantan los reyes de la tierra, 
los príncipes conspiran contra el Señor y su mesías:
"¡Rompamos sus cadenas, sacudamos su yugo!".
(Salmo 2, 1-3)

En los tres primeros versículos del Salmo 2, el rey David habla de las naciones que se levantan contra Dios, que conspiran contra Dios, que ven Su voluntad como "cadenas y yugo" que los esclaviza, que ven Su Palabra anticuada. El rey David incluso menciona que estos líderes de todas las naciones hacen proyectos (leyes) vanos, en oposición directa a los caminos de Dios. ¿Nos suena familiar?

A pesar de que muchos de estos líderes actuales vienen de herencias cristianas y viven en países tradicionalmente cristianos, afirman que Dios es irrelevante en el mundo de hoy. 

En 1966, la revista americana Time mostraba en su portada: "¿Dios está muerto?"Los lectores criticaron duramente a la revista por insinuar la muerte de Dios en una nación con fuertes raíces cristianas. 
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Sin embargo, el incremento de la hostilidad hacia Dios y hacia los cristianos que se han producido en los últimos años, donde la cultura popular ha pasado de objetar a Dios, para odiarle profundamente, deja en insignificante aquella portada. 

Nunca ha habido en la historia un cambio de mentalidad cultural tan rápido como el que se ha producido en los últimos 5 ó 10 años.

Fuego cruzado en el mundo

Como resultado de este cambio tan notable, los cristianos estamos atrapados en un fuego cruzado.

Lo que no hace mucho solía ser la excepción, cristianos calumniados por creer en Dios y vivir su fe, hoy es la norma. Lo que solía ser la excepción, personas maldiciendo y profanando el nombre de Dios y de su Iglesia, hoy es la regla.

En todo el mundo, en Europa Europa y en nuestro país el cristianismo está siendo atacado. De una forma evidente o solapada. La situación es claramente opositora debido a leyes aprobadas con el objetivo de asegurar unos supuestos derechos humanos (libertad de género, de culto, de condición, de unión, de aborto, de eutanasia, etc.) que de hecho, estigmatizan a los cristianos.
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Fuego amigo en la Iglesia

Estamos experimentando un cambio dramático en las sociedades de todo el mundo. La temperatura está aumentando, al igual que los polos de la fe se están derritiendo a marchas forzadas y se recrudecen las zonas de desierto. La temperatura del odio sube unos cuantos grados cada año contra los cristianos en particular.

Como cristianos, sería absurdo esperar la simpatía del mundo secular. Jesús nos dijo: "Seréis odiados por todas las naciones por causa de mi nombre" (Mateo 24, 9). Sin embargo, el fuego ha llegado hasta la misma Iglesia. 
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Es triste comprobar que tenemos una débil fe cristiana. La Iglesia no está trabajando bien, ha perdido su identidad y los seminarios están vacíos. Las parroquias son lo único que se mantiene de pie. Necesitamos una verdadera vida cristiana para luchar contra nuestra sociedad que ha matado a Dios.

De hecho, muchas naciones "post-cristianas" tienen un largo camino por recorrer antes de que su nivel de persecución cristiana pueda compararse a lugares como Corea del Norte, Somalia, Irak o Siria. Aunque rezamos para que el nivel nunca aumente, el riesgo permanece latente.

Los casos de persecución contra los cristianos son recordatorios de que nuestro mundo está cambiando rápidamente más allá de sus raíces cristianas. Y en la última década, la aceleración de la actividad decididamente anticristiana es sorprendente.

Un mundo sin Dios es un infierno

Si los cristianos no nos despertamos para ver lo que está sucediendo, terminaremos acelerando nuestra propia persecución. Un mundo sin Dios es un infierno. El infierno es, en definitiva, eso: no tener a Dios.  Ese no es el deseo de Dios para aquellos que lo seguimos. Él nos ha dado Su Espíritu para llegar a ser santos y alcanzar el cielo. El Espíritu Santo, que vive dentro de nosotros nos puede ayudar a luchar en estos tiempos contra la decadencia moral y religiosa. 

Sin embargo, el empeño de esta sociedad relativista es en vano. Movidos por el Diablo, desean unirse a los judíos del primer siglo y volver a matar a Dios. Una cosa es evidente: ellos mismos creen en la Resurrección de Cristo pues para volver a matarlo tiene que haber resucitado. 

Lo cierto es que Él ha triunfado sobre la muerte y ahora ¡vive! "¿Por qué buscan al vivo entre los muertos? No está aquí, ha resucitado" (Lucas 24,5 ).

La resurrección de Cristo es lo que marca la diferencia para nosotros, los cristianos. "Él no es Dios de muertos, sino de vivos" (Marcos 12,27). "Así también ustedes, considérense como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús" (Romanos 6,11). 

Por tanto, vivamos Su resurrección como la mayor señal de que Dios está vivo en nuestro mundo, de que nosotros somos sus testigos y su fiel reflejo. Así, daremos la mejor respuesta a este mundo corrompido por el deseo del Enemigo de vivir sin Dios.

viernes, 19 de agosto de 2016

SERÉIS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE MI NOMBRE



"Seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará"
Mateo 10, 22


Desde siempre, los cristianos han sufrido feroces persecuciones a lo largo de la historia. 

El propio Jesucristo fue perseguido y asesinado por los judíos. Los cristianos fueron perseguidos y asesinados por los romanos y por otros tantos pueblos.

Sin embargo, durante los dos últimos siglos (con alguna excepción), los cristianos hemos estado extrañamente inmunizados a la persecución

Hemos vivido nuestra fe plácidamente en una sociedad cristianizada, lo que nos ha hecho cómodos. 

Pero desde hace algún tiempo, nuestro entorno y las noticias internacionales nos muestran que esto está cambiando, ha cambiado. Fuera de nuestras fronteras, el cristiano es perseguido, acosado e incluso brutalmente asesinado. Y nosotros, aquí, también somos perseguidos y acosados por una sociedad relativista que ha renegado de Dios y lo ha sustituido por el Hombre.

Los cristianos debemos estar preparados para la persecución porque así está escrito. Pero ¿cómo?

Fe sólida

La fe es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." (Hebreos 11,1). 

Sin embargo, Efesios 2:8-9 nos dice que la fe es un don de Dios, no porque la merezcamos, nos la hayamos ganado, porque seamos dignos de tenerla, ni siquiera por nuestro libre albedrío. la fe no viene de nosotros mismos; viene de Dios. Simplemente nos es dada por Dios, junto con su gracia y misericordia, según su santo plan y propósito.

Todos los cristianos debemos tener claro el don de nuestra fe. Debemos estar seguros de nuestra relación con Dios y recordar que "Dios es el único refugio en medio de la tormenta que se acerca rápidamente." 

Cultivándola a diario en la eucaristía y la oración, nuestra fe y madurez espiritual serán sólidas para poder afrontar las dificultades.

Caminar con Dios

"Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo (Juan 16,33). 

¿Qué hace evidenciar nuestra fe en el día a día? Debemos estar preparados para utilizar las dificultades que surgen diariamente como entrenamiento para la persecución. Si no fortalecemos nuestro yo interior caminando a diario con Dios ahora, cuando vengan los problemas, nos inundará el miedo y cederemos, no tendremos la fortaleza suficiente para defender a Cristo.

Asimilar la Escritura

"Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán" (Juan 15, 20).
 
La lectura de la Escritura, la Palabra de Dios ha de ser nuestro pan de cada día. 

Debemos ingerirla y dejar que nos nutra, asimilándola en nuestras propias vidas. Jesús fue perseguido y por tanto, nosotros como cristianos, también lo seremos.

Pero Dios, a través de su Palabra, nos habla, nos aconseja, nos fortalece. La Biblia es una poderosa defensa para momentos de tribulación.

Orar constantemente

Dios nos llama a "Orad constantemente" (1 Tesalonicenses 5, 17), nos tranquiliza diciendo: "No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias". Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús(Filipenses 4, 6-7).

La oración es un impulso que brota del corazón, una sencilla mirada lanzada al cielo, un grito de reconocimiento y de amor, de petición de ayuda y fortaleza.

La oración es el termómetro que mide el calor de nuestro corazón, es el metro que mide  la distancia que hay entre Dios y nosotros, es la balanza que calcula con exactitud el peso de mi amor.

Por ello, debe convertirse en nuestra costumbre vital y diaria porque es la fuerza más poderosa en el mundo.

Vivir en Cristo

"Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones" (2 Timoteo 3, 12).

Debemos meditar sobre si realmente vivimos nuestra fe en relación con Cristo y aprender a practicar su presencia. Cristo debe llegar a ser real para nosotros día a día, estar presente minuto a minuto si queremos demostrar ser leales a él, en medio de la persecución.


¿Estoy dispuesto a soportar persecución por causa de Cristo? 

¿Estoy dispuesto a confiar en Cristo hasta el final? 

¿Estoy preparado para ser perseguido?

¿Estoy dispuesto a dar mi vida por Él?



miércoles, 8 de julio de 2015

AMOR FRENTE A ODIO, TOLERANCIA FRENTE A SECTARISMO


En los últimos tiempos, asistimos al resurgir de un odio radical y de una intolerancia desmedida, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, hacia lo religioso y en concreto, hacia la Iglesia católica y los cristianos.

Según cifras oficiales, en el mundo un cristiano es asesinado cada 5 minutos (105.000/año) por “odio a la fe”.

El odio y la intolerancia anti-cristianos surgen de un sectarismo ideológico planteado a propósito, difícil de digerir y quien se considera siempre en posesión de la verdad (pensamiento único) dictando unilateralmente lo que es correcto y lo que no, lo que se puede pensar y lo que no, lo que se debe hacer y lo que no.

Su objetivo parece no ser tanto la no-creencia o la no-relación con Dios, como una feroz y hostil reacción hacia los creyentes. 

Parece ser una ofensa, una afrenta o una osadía hacia su relativismo y subjetivismo, que les atemoriza, les ciega y les obliga a despreciar e insultar a quienes tienen fe.

Desgraciadamente, la intolerancia, el anticlericalismo y el secularismo se encuentran instalados en el odio: odio a lo que no les es propio, a lo que les incomoda o temen, odio a la Iglesia, al que es feliz, al que es creyente, al que va a misa, al que marca la “X” en la casilla de la Iglesia en la declaración de la renta. Odian TODO lo religioso.

El odio es un rasgo característico del sectario y no es más que temor e ignorancia y sobre todo, ausencia de amor, ausencia de Dios. Ahí es donde muchos se justifican en el amparo de una ficticia defensa de principios progresistas o postmodernos.

Reconozco que nunca me gustaron los que odian por sistema, ni los anti…. pero no por una convicción personal (que también) sino porque el ser humano está pensado para ser capaz de argumentar, de razonar, de empatizar o cuando menos, de respetar. Sin embargo, hoy se trata de “o lo mío o nada”.

Para los cristianos, nuestra fe no es un argumento filosófico, ni una cosmología caprichosa y fabricada a medida de cada uno, ni tampoco una alternativa a la ciencia o a la no-fe.

Es más una experiencia, una vivencia, una certeza, una convicción personal, profunda y absoluta. La fe no se alcanza porque un día te levantas y dices que Dios existe; sino que es cuando empiezas a experimentar su amor, que pones tu fe y tu confianza en Él.

Todos sabemos que cuando una mujer tiene la certeza de estar embarazada, está segura; sería surrealista que nos dijera que está un “poco embarazada”. O está embarazada o no lo está.

O cuando alguien se casa, sería absurdo que dijera: “no estoy seguro, a veces, sí y a veces, no”. O está casado o no lo está.

Un cristiano tiene absoluta certeza de Dios; no trata de convencer ni de convertir y, mucho menos, de imponer a otros lo que experimenta, sino de expresar lo que siente, su felicidad, su alegría interior.

Una seguridad que le impulsa a transformar su entorno, a ser mejor persona, a demostrar el amor y la misericordia que experimenta frente a la intolerancia o el sectarismo por los que podría optar, prefiere el libre albedrío a la imposición, prefiere “no juzgar y no ser juzgado, no condenar y no ser condenado”. (Lucas 6, 37).

Nadie puede obligar a amar a nadie, ni a creer o confiar en él, si uno no quiere. Y Dios, mucho menos.

Ahora bien, cuando uno experimenta el amor de Dios, podrán desacreditarte pero nadie podrá convencerte de lo contrario. Y yo, doy fe.