¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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jueves, 3 de agosto de 2023

MEDITANDO EN CHANCLAS (4): ¿DE DÓNDE SACA TODO ESO?

En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad 
y se puso a enseñar en su sinagoga.
La gente decía admirada.
«De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? 
¿No es el hijo del carpintero? 
¿No es su madre María, 
y sus hermanos Santiago, José Simón y Judas? 
¿No viven aquí todas sus hermanas? 
Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe
(Mt 13,54-58)

Jesús visita su pueblo natal, Nazaret, y se pone a enseñar en la sinagoga. Podríamos decir que es "su presentación oficial" ante sus paisanos. Pero la gente que le oye, lejos de sentir orgullo y admiración por alguien de los suyos, se extrañan y se escandalizan de sus enseñanzas y de sus milagros, pues conocen su origen humano pero no creen en su origen divino, por eso no comprenden de dónde le viene esa sabiduría y tampoco conciben que uno de los suyos sea tan distinto a ellos. 

Recelan, desconfían y envidian. Se muestran reticentes y escépticos a los milagros y signos que han oído de Jesús en Galilea y le rechazan. Piensan: "¡Imposible, el Mesías no puede ser éste, el hijo del carpintero!" No son capaces de creer la unión de la sabiduría divina, por una parte y al mismo tiempo, en la misma persona, la procedencia humana. Su pensamiento escéptico les sugiere: o lo divino o lo humano, pero no ambos.

Jesús fue siempre incomprendido y despreciado (Is 50,6; Mt 27,27-31.39-44; Heb 12,2) por muchos, pero sobre todo, por los suyos: "Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron" (Jn 1,11)

Sin embargo, Jesús no trata de explicarse ni de dar razones. Tan sólo recurre a un dicho sobre lo mal que es visto un profeta en su tierra (Jn 4,44; Lc 4,24; Mt 13,57; Mc 6,4). Esa desconfianza de sus paisanos le impide hacer milagros en su propio pueblo. Sin fe, no puede obrar signos.

Esta situación, por desgracia, sigue ocurriendo en nuestros días: ¡Cuántas veces me siento incomprendido por mis amigos, por mis hermanos de fe o incluso por mis hijos o mis padres!

Incluso a mi me ocurre...¡Cuánto me cuesta reconocer la valía del prójimo, sobre todo si le conozco de toda la vida! ¡Qué difícil me resulta admitir todo lo bueno de los demás, y más aún cuando el hacerlo puede dejar en evidencia mi propia ignorancia! ¡Qué rápido aparecen en mí la envidia y el menosprecio, los prejuicios y los chismorreos! 

Pero también me sucede con Dios. ¡Qué difícil me resulta confiar en Jesús y creer que realmente está vivo! ¡Cuánto me cuesta acoger su palabra y seguirlo! ¡Qué rápido me saca de mis casillas, de mi zona de confort! ¡Qué fácil me resulta "acostumbrarme" a una fe cómoda y a mi medida que me impide maravillarme continuamente de los milagros que hace Dios! ¡Qué fácil me resulta cerrar mis ojos y mis oídos para no ver ni escuchar lo que debo hacer! 
Dios me invita siempre a la conversión...no una vez... sino constantemente, a ir encontrando su presencia que sale a mi encuentro, a través de todas las situaciones de mi vida y de todas las personas que me cruzo por el camino. Pero ¡qué incómodo y molesto me resulta reconocer los milagros en otros! ¡Yo que lo sé todo de ellos! ¡Yo que conozco los defectos de los demás!

Pero ¡cuidado! Con esta actitud, muestro una profunda hostilidad contra Dios porque no dispongo mi corazón con la docilidad y disposición que el Señor me pide para acoger su voluntad. Y desde luego así, me cierro a la gracia. Con un corazón endurecido por los prejuicios y recelos es imposible que pueda ver los milagros que Dios puede obrar en mi vida.

Sin fe verdadera, ensombrecida por el escepticismo, no soy capaz de reconocer a Cristo en mi vida, en mi hermano, en mi entorno cercano...no soy capaz de dejarme sorprender por Dios porque mi deseo es controlar lo que Dios puede hacer y creer sólo lo que me interesa creer.

Por eso, como los discípulos, te digo: "¡Creo Señor, pero aumenta mi fe! (Mc 9,24: Lc 17,5).



JHR

jueves, 27 de mayo de 2021

NECESITAMOS FORMACIÓN

"¿Hasta cuándo, ignorantes, amaréis la ignorancia,
y vosotros, insolentes, recaeréis en la insolencia,
y vosotros, necios, rechazaréis el saber?
Prestad atención a mis razones,
derramaré mi espíritu sobre vosotros,
quiero comunicaros mis palabras"
(Proverbios 1,22-23)
Hace algún tiempo, en un retiro de Emaús, me regalaron una pulserita verde que siempre llevo en mi muñeca y en la que está escrita una inscripción de San Alberto Hurtado que dice: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?" 

Reconozco que esta pregunta me ha sacado de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad anteriores. Sin duda, ha sido una gran ayuda colocarme en el lugar de Cristo para saber cómo obrar en cada momento, sobre todo, cuando le sirvo, en el ámbito de la evangelización

Pero ¿Cómo responder a la pregunta si no conozco a fondo a Cristo? ¿Cómo discernir lo que Jesús haría en mi lugar si no tengo una relación lo suficientemente estrecha como para saberlo? ¿Cómo salir de mi ignorancia, de mi insolencia y de mi necedad?

La fe cristiana es el encuentro y la relación íntima con Jesucristo. Una vez que nos hemos encontrado con Él y le hemos reconocido, necesitamos establecer una profunda e íntima relación con Él, seguir dejándonos amar y rociar por el Espíritu Santo, escuchar y alimentarnos de lo que nos dice a través de su Palabra, de la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, entablar un diálogo personal con Él en la oración, para finalmente, servirle y amarle.  

Porque lo que Jesús haría en mi lugar sería, sin duda, amar y servir. Pero para amar y servir tengo que conocer. Y no se puede servir y amar lo que no se conoce. Por tanto, necesito profundizar en el conocimiento de Cristo, es decir, necesito formación. Todos la necesitamos, y la necesitamos ya.
Formarme no significa convertirme en teólogo o en un erudito en cristianismo, sino conocer cuánto me ha amado Dios en Jesús, saber cómo puedo agradarle siempre más y ofenderle menos, conocer su voluntad y saber qué tiene pensado para mí. 

Como discípulo del Maestro, mi misión es estar constantemente aprendiendo de Él, entender su plan para mí, conocer la vocación a la que me llama, para así, ser sal de la tierra y luz del mundo.

Sin conocer la Verdad, sin ser fiel a la doctrina de la Iglesia, a quien Cristo ha encomendado la misión de evangelizar, no sólo no puedo saber lo que Jesús haría en cada circunstancia de mi vida, tampoco puedo ser un apóstol eficaz.
"El arte del apostolado es arriesgado. La solicitud por acercarse a los hermanos no debe traducirse en una disminución de la verdad.... Sólo el que es totalmente fiel a la doctrina de Cristo puede ser eficazmente apóstol. Y sólo el que vive con plenitud la vocación cristiana puede estar inmunizado de los errores con los que se pone en contacto(Pablo VI).
Pero no necesito dejar de evangelizar hasta alcanzar una formación completa, un conocimiento total de Cristo. Si esperara a eso, nunca haría nada. Puedo ser discípulo junto a otros discípulos, aprender mientras enseño a otros, compartir mientras comparto con otros, formarme mientras formo a otros...como hacían los apóstoles. 
"El imperativo de actuar hoy y con urgencia procede de las necesidades que son verdaderamente inmensas para quien sabe darse cuenta... He aquí la hora de los laicos. Es preciso empezar a trabajar hoy mismo, porque tal es la ley de la conciencia cristiana. Cuando se ha oído enunciar un deber no se dice: 'lo haré mañana'. Se debe actuar inmediatamente"  (Pablo VI).
En el mundo actual, el Enemigo ha cambiado el terreno original de la batalla espiritual. La Serpiente antigua ha modificado sus tácticas y sus estrategias llevándolas al plano ideológico, cultural y educacional, donde consigue mejores resultados que en el físico. 
Hoy, Satanás no busca una lucha frontal de sangre y destrucción como antaño, sino una guerra incruenta de confusión y corrupción; no quiere matar con actos sino envenenar con ideas; no quiere mártires sino apóstatas; no quiere víctimas sino desertores. 

Para poder entrar en el combate ideológico de nuestro tiempo, tenemos muchas armas que Dios pone a nuestra disposición:

Necesitamos estar alerta y vigilar a través de la oración para que nuestra fe, esperanza y caridad aumenten. 

Necesitamos leer, estudiar, meditar a través de la formación en la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. 

Necesitamos obtener los dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios a través del Espíritu Santo para que nuestra voluntad se ponga en marcha.

Necesitamos recibir la gracia y la paz a través de los sacramentos para que nuestra perseverancia haga frente a las insidias y maldades con las que el Enemigo quiere hacernos caer.

Necesitamos conocer la Luz y la Verdad de Cristo a través de la Palabra de Dios para que nuestra resistencia haga frente a las mentiras y falsedades con las que Satanás pretende desvirtuar nuestras conciencias.
En definitiva, necesitamos formación y misión, oración y acción, verdad y justicia. Y en todo, amor.
"Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado; el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina viene de Dios o si hablo en mi nombre. Quien habla en su propio nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del que lo ha enviado, ese es veraz y en él no hay injusticia"(Juan 7,16-18).



 

JHR

domingo, 22 de enero de 2017

MEDITANDO CON LOS PROVERBIOS



"...para aprender sabiduría y doctrina, 
disciplina y sensatez, 
justicia y rectitud, 
sagacidad y reflexión...
para entender dichos, palabras sabias y enigmas"
Proverbios 1, 1-6


Proverbios (hebreo מִשְׁלֵי, Mishlei), que significa literalmente "representar", "ser como", es un libro bíblico del Antiguo Testamento y del Tanaj hebreo, que se clasifica entre los Libros Sapienciales del cristianismo, y entre los Ketuvim o "Escritos" del judaísmo. 

Los Proverbios son atribuidos al Rey Salomón (más de 3.000), origen de la sabiduría, así como David es el origen del culto y Moisés, el origen de la legislaciónSalomón, el hombre más sabio de la Antigüedad (1 Reyes 1, 29-33), no sólo escribe un libro de palabras, frases y dichos inteligentes, sino un compendio de enseñanzas teológicas que instruyen al hombre a ser como los sabios y a vivir en consecuencia.

Las enseñanzas del libro llevan al hombre a la felicidad y van desde lo individual a lo social de la vida humana. Se dirige al hombre joven, al maduro, a la mujer, al padre, al príncipe, etc. 

Los temas no son propiamente religiosos sino, más bien, cotidianos y humanos, ya sea en su dimensión individual o colectiva: 
  • la educación (13,24)
  • la familia (12,4; 19,14; 21,9; 31,10–31)
  • el adulterio (6,24; 23,27)
  • la relación entre padres e hijos (10,1; 28,24; 30,17)
  • la relación entre el rey y sus súbditos (14,35; 22,29; 25,6; 16,12)
  • la honradez en los negocios (11,1; 20,10 y 23). 
  • la moral (12,17; 15,21)
  • la urbanidad y la conducta social (23,1–3; 25,17; 27,1). 
Es el libro sapiencial más antiguo y pueden distinguirse cuatro partes:

Capítulos 1-9 

Elogio a la sabiduría

Resultado de imagen de SABIDURIA DE DIOSLa Sabiduría proviene de Dios, creador del universo, y sabio es aquel que habla en Su nombre. Por tanto, el sabio (y nosotros, estamos llamados a serlo) comparte algunos de los atributos divinos.

La Sabiduría de Dios expresada en el libro de Proverbios no es "Ley" (debes o no debes) ni "Profecía" (así dice el Señor), es "Visión" del pueblo de Dios, adquirida generación tras generación, centrada en los ámbitos de la vida no regulados por ordenanzas del culto ni por mandamientos expresos del Señor. 

El concepto de Sabiduría expresado en los Libros Sapienciales es un principio esencialmente práctico, fundamentado en la observación, la experiencia y el sentido común, y orientado hacia los múltiples aspectos de la actividad humana. Es la virtud de aplicar inteligencia al conocimiento (1, 6). El conocimiento es la acumulación de hechos en bruto, pero la sabiduría es la habilidad de ver toda la creación como Dios la ve

El temor del Señor es el principio de la sabiduría (1,7 y 9,10) y nos lleva a Cristo, encarnación de la sabiduría de Dios: “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2,3). Si unimos Temor de Dios y Sabiduría, las ventajas son innumerables: virtud, integridad, generosidad, plenitud y paz, y nos protegen de la locura, de la maldad, nos aleja del egoísmo y del orgullo, nos aparta de la ruina y de la vergüenza. 

Capítulos 10-29

Normas prácticas de comportamiento

Los Proverbios son algo más que buenos consejos. Son una invitación de Dios para  que seamos sabios. Con Sabiduría y  con Temor de Dios seremos capaces de llevar a la plenitud nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestra amistad, nuestro trabajo, etc. En definitiva, toda nuestra vida. 

Rechazar a Dios es elegir la necedad en lugar de la sabiduría, y significa que nos separamos de Dios y de sus bendiciones. 

Podemos meditar los Proverbios como:
  • Pro-babilidades"El que camina con integridad camina seguro, pero el que mal anda mal acaba" (10, 9), "Los sabios atesoran la ciencia, pero la boca del insensato es un peligro inminente" (10,14),"En el día de la ira las riquezas de nada sirven, pero la justicia libra de la muerte".
  • Pro-mesas: "Porque por mí tus días se multiplican, y los años de tu vida se aumentan. (9,11); "Ninguna adversidad vendrá sobre el justo"(12,21). 
  • Pro-cesos: "El temor del Señor alarga la vida" (10,27), "Hay caminos que parecen rectos, pero, en fin de cuentas, conducen a la muerte" (16,25).""Enseña al niño el buen camino, y aun cuando sea viejo no se apartará de él" (22,6).

Capítulo 30

Sabiduría de Dios

Proverbios nos muestra la pequeñez de nuestra sabiduría humana frente a la sabiduría de Dios:  "¿Quién subió a los cielos y después bajó? ¿Quién ha encerrado el viento en sus puños? ¿Quién ató las aguas en su manto? ¿Quién estableció todos los límites de la tierra?

La Sabiduría de Dios nos protege: "Toda palabra de Dios es acrisolada; él es un escudo para los que en él se refugian. "

La sabiduría de Dios no necesita de la humana: "No añadas nada a sus palabras para que no te reprenda y te tenga por falsario."


Capítulo 31

La mujer virtuosa

En el último capítulo, versículos 10 al 31, Dios nos pinta el cuadro de la mujer virtuosa: "Una mujer perfecta, ¿quién la encontrará? Vale mucho más que las perlas." Una preciosa oda a la mujer que echa por tierra las falsas insinuaciones de que Dios es machista. 

Y yo me pregunto: ¿Acaso no está hablando también de la Esposa de Cristo, la Iglesia?