¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.
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lunes, 5 de septiembre de 2022

EL BUEN SACERDOTE, AL SERVICIO DE LA VERDAD


El cardenal Robert Sarah, en su último libro titulado "Al servicio de la verdad", que (como los anteriores) está inspirado en su propia experiencia, nos cuenta su vivencia de la fe como sacerdote, desde la entrega total a Cristo y a su Iglesia. 

Para el cardenal africano, el buen sacerdote es alguien cuya vida brilla como el sol porque es el representante de Cristo. Es la imagen de la mujer vestida de sol de Apocalipsis 12: la Iglesia no es el sol, es la luna que refleja los rayos del sol que es Cristo, y por tanto, sus sacerdotes deben reflejarlo también.
 
El buen sacerdote comprende la importancia del sacrificio personal y la renuncia como seguimiento de Cristo, que es, en definitiva, lo que significa amar: sacrificar tiempo, recursos y energías por los demás y renunciar a la propia comodidad. 

El buen sacerdote es aquel que cuando no está hablando con Dios, está hablando de Dios. Habla siempre la Verdad a sus "hijos espirituales", aunque duela o no sea "políticamente correcta". Exactamente lo mismo que hizo Cristo: hablar sin medias tintas, sin tapujos. Sin miedo a la verdad.

El buen sacerdote no se deja instrumentalizar como una marioneta por el pensamiento dominante ni por lo "políticamente correcto"; cuida la liturgia y no la inventa ni la transforma a su capricho ni al de los demás, porque sabe que su misión es reproducir la liturgia que se actualiza en el mismo Cielo. 

El buen sacerdote es celoso. Sarah dice que “el celo es interés": interés verdadero por las personas. Celo por las almasEntusiasmo por la salvación de los hombres en cuerpo y alma. No se pertenece jamás a sí mismo sino al Señor. 

El buen sacerdote no es remolón ni perezoso, no malgasta el tiempo ni lo dedica al ocio ("padre del vicio"). Sabe que la pereza es un mal hábito que evita la actividad sin la que no se pueden lograr objetivos. Por eso, está siempre pendiente del cumplimiento de su misión.

El buen sacerdote no cede su pensamiento a las redes sociales ni se convierte en esclavo de internet, o en autómata del móvil, porque sabe que cuanto más se "navega", más se ahoga uno y cuanto más se "alimenta" de contenidos digitales, menos se metabolizan. Sabe que la sociedad es el más fiel reflejo de internet que consume "pasivamente" y actúa movida por sensaciones y sentimientos, que no piensa por cuenta propia, ni desde la verdad ni desde la razón. Y que es imprudente...
Sarah coincide con Francisco en ver en el clericalismo una de las mayores amenazas para la vida de la Iglesia hoy, un clericalismo que él llama "pragmatismo empresarial", un activismo que no está iluminado por la Palabra de Dios ni por la oración ni por el celo por las almas, y que se presenta como bondad cuando es, como mucho, eficacia mundana.

Lo que daña hoy a la Iglesia son los malos sacerdotes, lobos en piel de cordero”, que “dicen servir al rebaño cuando realmente se sirven de él para sus propios fines”.  Buscan, sobre todo, ser atractivos, "estar en la onda", pero están en un camino equivocado porque la Iglesia no trabaja para sí, no trabaja para aumentar los propios números ni el propio poder, sino para el hombre y para Cristo.

El cardenal nos deja claro lo que es un buen sacerdote, y análogamente, lo que significa ser un buen cristiano: alguien que brilla en un mundo de oscuridad, que se sacrifica por los demás, que habla con Dios y de Dios siempre, que no se deja manipular por el pensamiento dominante, que es celoso y comprometido por el Reino de Dios y que está iluminado por la oración y la Palabra. 

El buen sacerdote, el buen cristiano... es el que está siempre al servicio de la Verdad, al servicio de Cristo, al servicio del reino de Dios.

martes, 21 de agosto de 2018

MALOS PASTORES QUE DISPERSAN OVEJAS

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"¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! 
¿No es el rebaño al que deben apacentar los pastores?
"Y ahora andan dispersas, por falta de pastor, 
presa de todas las fieras del campo; 
andan dispersas mis ovejas; 
errantes por todos los montes, por todos los collados; 
dispersas mis ovejas por todo el país, 
sin que las busque nadie ni las cuide." 
Yo mismo buscaré a mis ovejas y las reuniré
"Buscaré la oveja perdida y haré volver a la descarriada; 
vendaré a la herida, 
fortaleceré a la flaca, 
cuidaré de la gorda y robusta; 
las apacentaré como es justo." 
(Ezequiel 34, 2-16)

La Palabra de Dios nos da una imagen perfecta del Buen Pastor que es nuestro Señor Jesucristo en boca del apóstol Juan: "Él mismo apacienta a sus ovejas con amor, fidelidad, justicia y misericordia. Le conocen las ovejas, oyen su voz y las ovejas lo siguen; no hacen caso a los extraños porque no conocen su voz" (Juan 10, 1-6).

"Conocer", en lenguaje bíblico, es mucho más profundo que en nuestra lengua vernácula. Es el conocimiento del amor, de la intimidad, de la familiaridad, de la entrega total por el amado (Juan 10, 10-15).

Estas palabras nos evocan el bello Salmo 23: "El Señor es mi Pastor, nada me falta. Me hace recostar en verdes pastos y me lleva a frescas aguas. Recrea mi alma, me guía por senderos seguros por el amor de su nombre. Aunque camine por cañadas tenebrosas, no temo mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado son mis consuelos". ¡Qué delicia y qué seguridad ser apacentados por un Pastor así!

En cuanto al cuidado del rebaño, el profeta Ezequiel, a lo largo de todo el capítulo 34, alza su voz contra los malos pastores y recrimina las extraviadas conductas de los responsables del rebaño, (o sea, los falsos guías del pueblo, los falsos sacerdotes) que ejercen negligentemente sus responsabilidades, que se apacientan solamente a sí mismos, lo cual lleva a que Dios decida ocuparse personalmente de su rebaño. 

Imagen relacionadaSer pastor implica una gran responsabilidad. Debe buscar los mejores pastos, evitar los peligros, los caminos difíciles, los animales salvajes y hasta a los bandoleros. A veces, incluso debe dormir a la intemperie. Debe cuidar y curar a las ovejas, acostumbradas a rutinas y seguridades. El pastor pone y llama por su nombre a cada oveja. Debe estar muy atento a amar con todo su corazón a aquellas ovejas que el Dueño del rebaño le ha confiado. Debe mostrar una delicadeza exquisita a la hora de tomar opciones, de decidir caminos.

Por eso, las ovejas reconocen la voz de su pastor, su silbido; se sienten seguras, protegidas y cuidadas"pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa" (Juan 10, 12).

¿Qué tipos de ovejas existen?

El profeta Ezequiel nos presenta 8 clases de ovejas mal cuidadas y dispersas por culpa de los malos pastores en los versículos 1-20:
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La oveja débil. 
Es una oveja anémica porque está mal apacentada. Los pastores explotadores, en lugar de ocuparse de alimentar a las ovejas, se apacientan a ellos mismos, preocupándose por su bienestar espiritual y no por el de las ovejas.

La oveja enferma. Es una oveja de salud deteriorada por causa de un pastor negligente que no le provee el alimento a tiempo, que no la da bebida, y que tampoco le cura las heridas.
La oveja coja. Es una oveja con una pierna rota por causa del pastor, que se la rompe para que se mantenga a su lado, a merced de su voluntad.
La oveja descarriada. Es una oveja se encuentra fuera del camino porque el pastor no la dirige. Se encuentra en peligro y a merced de cualquier depredador (lobos).
La oveja perdida. Es una oveja olvidada. El mal pastor está interesado solamente en él. Su pérdida no le quita ni el sueño ni el apetito.
La oveja engordada. Es otra oveja descuidada por el pastor. Las ovejas son de respiración corta y si están obesas, eso puede causarle daños al corazón y a su presión arterial.
La oveja fuerte.Es una oveja robusta, una oveja con mal humor, o con tendencias de producir disputas en el redil, y que el pastor no controla. Tiende a dispersar a las demás.
La oveja flaca. Es una oveja mal nutrida por un pastor negligente, que no procura que las otras ovejas le permitan comer también.

¿Qué hacen los malos pastores?

El profeta Ezequiel acusa el mal actuar de los pastores. La primera parte habla de lo que buscan y la segunda lo que descuidan.
"Vosotros os tomáis la leche y os vestís con la lana; matáis las ovejas cebadas, pero no apacentáis el rebaño. No habéis fortalecido a las débiles ni habéis curado a las enfermas; no habéis vendado a las heridas, no habéis hecho volver a las descarriadas ni buscado a las perdidas, sino que las habéis conducido con crueldad y violencia." (Ezequiel 34, 3-5). 

Lo que buscan los malos pastores:

Beben su leche 
Los pastores que se beben la leche de las ovejas se aprovechan del fruto de éstas. Es cierto que los pastores deben satisfacer sus necesidades pero nunca a consta de la debilidad de las ovejas.  Los malos pastores buscan su comodidad y su beneficio.

Visten su lana
Vestirse con su lana significa que sólo buscan honor y alabanza. La lana simboliza también el Espíritu Santo de los cristianos. Y los malos pastores se aprovechan de éste para ellos y se lo roban a las ovejas. Los malos pastores buscan su propio prestigio y descuidan el de las ovejas. Pero sobre todo, descuidan el honor del dueño del rebaño.

Lo que descuidan los malos pastores:

Matan a las ovejas cebadas 
Las ovejas cebadas, sanas y fuertes son las que se nutren del buen alimento (la Verdad) y usan bien de los pastos (los dones del Señor). A los malos pastores no les basta con no preocuparse de las enfermas, débiles, descarriadas y perdidas. Matan también a estas ovejas fuertes y robustas, dándoles mal ejemplo, negándoles el buen alimento o adulterándolo. ¡Cuántas veces, aún sin darse cuenta, algunos cristianos son causa, por su mal ejemplo, de la muerte de ovejas buenas! 
No fortalecen a las débiles 
Las débiles son las ovejas cuya espiritualidad necesita guía. Son aquellas que necesitan, especialmente, cuidado pastoral. Los malos pastores no las fortalecen ni confortan sus corazones. Las mantienen débiles frente a las tentaciones, no las previenen de los peligros sino que las engañan con falsas esperanzas o falsas doctrinas.

No curan a las enfermas 
Están enfermas y sin fuerzas para obrar pero los malos pastores no curan sus heridas, no les proporcionan la medicina que necesitan de Dios para sanar. Quizás las confiesen pero jamás las corrigen, ni las exhortan a salir de su enfermedad. Tampoco las enseñan la Verdad sino que las mantienen continuamente en la mentira, en la ofensa, en el agravio, en la pena del pecado.

No vendan a las heridas 
Prometen y aseguran misericordia pero no las consuelan, no las calman, no las tranquilizan ni las alientan y jamás las animan. 
No quieren utilizar vendas para cortar la hemorragia ni para protegerlas de las infecciones que puedan producirse en la lesión. No "entablillan" las fracturas ni las protegen con escayola para corregir deformidades.

No buscan a las descarriadas y extraviadas 
Las ovejas descarriadas y extraviadas están a merced del lobo. Todo a su alrededor se convierte en peligro. Los malos pastores, por comodidad, no salen a buscar a las ovejas en peligro. No se preocupan por ellas en absoluto porque ellos están al calor de la hoguera, en su zona de confort. No se arriesgan un "ápice" ni "mueven "un dedo" por ellas.

¿Qué hace el Buen Pastor?

El buen pastor me alimenta, me fortalece, me cura, me venda y me busca, dejando al resto del rebaño. sale a mi encuentro y me salva del lobo.

Pero también yo tengo que esforzarme por ser una oveja buena de este buen Pastor. Debo dejarme, pues, apacentar y conquistar por Él, siendo dócil en el cumplimiento amoroso de su voluntad.

Si yo no me rindo, Él no descansará hasta encontrarme para llevarme sobre sus hombros, con la alegría de haber hallado a su oveja perdida.

Imagen relacionadaMi Padre misericordioso está allí, buscándome en el horizonte (como en la parábola del hijo pródigo) y esperando mi vuelta después de haberme descarriado. Vuelvo, pues, y cuando todavía estoy lejos, corre y se abalanza sobre mi cuello, y me estrecha con su abrazo afable, ahora que estoy arrepentido…  Y si alguno de los que se creen inquebrantables me acusa de algo por envidia, el buen Pastor me defenderá diciendo: ¡Había que celebrarlo y alegrarse, porque este hijo mío estaba muerto y ha resucitado; estaba perdido y ha sido encontrado.! 

Por desgracia, hoy también, encontramos a algunos sacerdotes que se aman a si mismos y se han olvidado del rebaño. Usan los recursos del pueblo para su conveniencia y nada más...viven de apariencia y están cegados. Ven ( o no) su error pero no se ocupan de las ovejas. Y con su error, extravían y matan a las ovejas.

Es entonce
s cuando Dios actúa directamente y nos conduce a buscar fieles pastores que le sirvan a Él y a su rebaño. Buenos pastores que siempre tendrán tiempo para escucharnos, cuidarnos y curarnos cuando les busquemos y necesitemos ayuda. Es así como Dios nos cuida, nos reúne y nos ofrece un buen pastor que da su vida por sus ovejas.

La motivación (visión) de un buen pastor es ver vidas restauradas, sanadas y ver el cumplimiento del propósito de Dios en sus vidas. 

La finalidad (misión) de un buen pastor es llevar almas a Dios, guiarlas y enseñarlas a vivir en santidad, obediencia y fidelidad a Dios. 

jueves, 19 de julio de 2018

DISTINGUIR DENTRO DEL REBAÑO

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"Porque sois torpes para comprender. 
Pues debiendo ser ya maestros por razón del tiempo, 
todavía tenéis necesidad de que se os enseñe (...),
 y habéis llegado a tener necesidad de leche, no de alimento sólido. 
Ahora bien, aquel que se alimenta de leche 
no puede gustar la doctrina de la justicia, porque es niño todavía. 
El alimento sólido es para los perfectos, 
que por razón de la costumbre tienen el sentido moral desarrollado 
para distinguir entre el bien y el mal."
(Hebreos 5,11-14)


La Palabra de Dios emplea, a menudo, las metáforas en las parábolas del pastor y del rebaño para describir las relaciones que unen a Dios con su pueblo.

Jesucristo es el Buen Pastor, que guía a su rebaño y lo conduce “hacia fuentes de aguas vivas” y que protege al rebaño acosado por los lobos de fuera y por los de dentro, disfrazados de ovejas.

Él es la puerta de las ovejas, el único Pastor digno de confianza, el... “Buen Pastor” y hace distinción entre los pastores: el que es dueño de sus ovejas y da la vida por ellas (Juan 10,15), y el asalariado, que jamás pone en peligro su vida y huye cuando ve al lobo.

El Buen Pastor (Cristo) ha creado un redil en un verde prado (el Reino de Dios) para que su rebaño (el pueblo de Dios) pueda no sólo "hacer" sino "ser". Sin embargo, el rebaño dista mucho de ser homogéneo: existen ovejas, cabras, lobos y perros guardianes. Debemos saber diferenciar cada grupo dentro de la Iglesia pues "no es oro todo lo que reluce".

Ovejas

Las ovejas representan a los católicos fieles.

El pastor conoce a sus ov
ejas y ellas le conocen: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10,14). El pastor "huele a oveja" porque está en medio de ellas, cuidándolas.

Resultado de imagen de ovejasLas ovejas son humildes; al oír la voz del pastor, le siguen: "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Juan 10,27).

Las ovejas son débiles y lo reconocen: "y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano" (Juan 10,28).

Las ovejas tienen un “manto” de lana que les cubre el cuerpo pero es un manto sensible, algo que puede perder si las trasquilan. El manto es la presencia invisible de Dios en nosotros.

Las ovejas tienen una apariencia fuerte, pero trasquiladas, son flacas y feas. Es cuando se ve su verdadera naturaleza pecaminosa.

Las ovejas necesitan defensa permanente porque el enemigo, con frecuencia, las ataca. 

Las ovejas necesitan protección porque no tienen conciencia de los peligros del camino. Por ello, el pastor que debe estar siempre vigilando: "… aunque anden en valle sombra de muerte, no temeré mal alguno” (Salmo 23).

Las ovejas necesitan cuidados y curas: las enfermedades son una alta causa de mortalidad, por lo que el pastor debe sanarlas y prevenir que los parásitos o infecciones no les afecten.


Cabras

Las cabras simbolizan a los católicos tibios y pendencieros.

El pastor separa las ovejas de las cabras: "Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda" (Mateo 25, 33).

Imagen relacionadaLas cabras son parientes lejanos de las ovejas, tienen algo en común: son herbívoras rumiantes, o sea, comen lo mismo. Y en el Reino de Dios es así de la misma manera, todos escuchan la misma palabra… nos alimentamos de la misma Palabra.

Las cabras tienen cuernos, son peleadoras, son discutidoras y pueden herirse entre sí. 

Las cabras carecen de fosa lagrimal, símbolo de insensibilidadcuriosas e inquisitivas, y aunque comen lo mismo que las ovejas y son parecidas, se comportan de manera muy diferente. Parecen más inteligentes, pero solo tienen hábitos distintos de comportamiento biológico-natural que las caracterizan y les permiten mejor supervivencia, en el medio silvestre. 

Las cabras son más independientes que las ovejas, que usualmente tienen mayor acercamiento con el humano. Y en este sentido, las personas a menudo consideran tontas a las ovejas por su fuerte instinto gregario (mentalidad de grupo), ya que una oveja separada del resto de su manada se vuelve agitada y nerviosa. Eeste fuerte instinto gregario o de grupo, su mejor defensa contra los depredadores.


Lobos

El lobo es un animal usado para simbolizar al maligno, es decir, al Diabloque viene a robar, matar y destruir (Juan 10,10). Aunque hay otros lobos que le siguen y obedecen, que pueden ser laicos o sacerdotes.
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El lobo nunca actúa directamente, sino que usa a las ovejas (personas): “Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos” (Lucas 10,3; Mateo 10,16); “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20,29).

El lobo es un animal nocturno, actúa de noche, o sea, encubiertamente. Sabe que las ovejas están dormidas o no son capaces de ver en la oscuridad. Actúa siempre por detrás, por eso las personas más nocivas no son las de mal carácter (cabras), porque son así y sabemos cómo son… sino los que actúan encubiertamente, los que murmuran, los que tienen doble cara, doble personalidad, es decir los lobos; esos pueden ser muy peligrosos."Cuidaos de los falsos profetas. Vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces"(Mateo 7,15); "Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7,16). 

El lobo es rapaz, o sea destructivo, no tiene compasión. Dejará siempre un rastro de angustia, dolor y quebranto de corazón dondequiera que vaya.

El lobo es carnívoro, es insaciable, nunca dice que no, donde puede, devora, y devora sin parar!! Y en las parroquias es donde tienen presas disponibles, "carnaza" para darse un "festín".

El lobo es siempre lobo. No importa lo bueno, dulce y agradable que parezca. No importa si parece manso o tiene piel de oveja. No importa si es laico, sacerdote u obispo. Puede tener muchos dones y atractivos pero, el lobo es siempre lobo. 
Un rebaño no puede ser pastoreado si hay lobos dentro de él porque:

-la voz del lobo y de las ovejas son incompatibles El lobo aúlla elevando su hocico al cielo (se enmascara de espiritualidad, de bondad y habla alto), la oveja "bala" y dirige su cabeza hacia el suelo como símbolo de sumisión (acata y obedece).
-la mirada de ambos, también: la mirada del lobo es penetrante y desafiante. Si una oveja le mira a los ojos, seguro que la ataca.
-la dieta de ambos es también distinta: el lobo es carnívoro mientras que la oveja es herbívora, por lo que al final, el lobo devorará a las ovejas. Sí o sí.
Por desgracia, en toda parroquia siempre hay algún lobo, y muchas veces, más de uno porque suelen vivir en manada siempre peleando entre sí, pero sólo el "lobo Alfa" es el que manda y procura luchar por tener la máxima autoridad. El resto de los lobos, le siguen y obedecen.
El lobo siempre está "hambriento" y "codicia" las ovejas.  Se adapta bien a su entorno, pareciendo no ser peligroso a sus potenciales víctimas y haciendo amistades entre las inocentes ovejas.

Para distinguirlo en el rebaño existen claros signos: cuando surgen las críticas, las murmuraciones, las opiniones, las divisiones, el descontento, el desánimo o la falta de compromiso. El lobo tiene un gran poder para destruir y dividir una parroquia.

Aprovechando toda esta "oscuridad" de problemas, los lobos aparecen como las víctimas propiciatorias y en ella, saben ocultarse y actuar; callan y se esconden para no ser descubiertos; buscan un lugar elevado, una roca grande, para desde ese anonimato, observar a sus presas y convertirse en juez de lo bueno y lo malo.

El resto de la manada, sean lobos o lobeznos, suelen "gruñir" para demostrar su desaprobación sobre lo que no le gusta, sobre “los errores en la iglesia”, y sobre lo que debería cambiar. Suelen "merodear" alrededor de las ovejas más débiles del rebaño o las más jóvenes del grupo, y haciéndoles caer en engaños y falsas doctrinas, las "hieren", "derraman sangre", escandalizan y producen mucho dolor.

Los lobos odian el agua. El agua simboliza la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. El lobo rechaza ambos y tiene serios problemas para “nadar en aguas profundas”, por eso es la mejor forma de refugiarse de él.

Perros guardianes

Una de las mayores defensas que tiene un pastor es un perro guardián. Por supuesto, el perro guardián,  debe tener mucho coraje y valentía para defender al rebaño (Iglesia) del lobo sin miedo, con decisión y dispuesto a defender el territorio (Fe católica) con pasión. 

Resultado de imagen de perros guardianes rebañoAma y obedece a Dios, a su pastor y a la Iglesia en general. Firme en la verdad y correcto en el trato. A veces, es suficiente con enseñar los dientes o ladrar para silenciar y ahuyentar al lobo. 

No busca popularidad sino que cumple con su misión: defender al rebaño y al redil. Sabe que “los lobos” no vienen a integrarse, sino a adueñarse del rebaño para devorarlo.

El “perro guardián” es un católico comprometido, puede ser un diácono, un vicario parroquial, un consagrado o un laico.

¿Cómo impedir que los lobos entren en el rebaño?

Como nos advierte el apóstol Pablo, impedirlo... es imposible: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño” (Hechos 20, 29-30).

No dice: "tal vez, ni probablemente", sino: "Yo sé que entrarán". Entrarán e intentarán adueñarse del rebaño. Van a las parroquias y "devoran" a: 

-las ovejas de otros rediles, recién convertidos y todavía sin demasiada experiencia, formación y fe.

-los corderos, jóvenes que desean una parroquia “divertida”.

-las cabras, cuya ilusión siempre fue convertirse en lobos. Buscan una "iglesia a su medida" y quieren cambiar incluso la doctrina, aparentando ser muy espirituales. Para ellas, los lobos son algo así como los "purificadores" del rebaño y del redil.

-las ovejas que no quieren madurar y prefieren ser corderos, como los describe el apóstol en Hebreos 5,11-14. 


Aprender a distinguir a quienes están dentro del rebaño es vital para su supervivencia.

lunes, 19 de diciembre de 2016

LA IGLESIA NO ES UNA FRANQUICIA DE COMIDA RÁPIDA


A lo largo de estos últimos años, me he dado cuenta de que muchas parroquias tienen un verdadero problema: han perdido las "estrellas michelín" adquiridas por ser un excelente restaurante y se han convertido en una franquicia de comida rápida, donde lo único que cuenta es la entrada principal y la caja.

El problema de las parroquias no se enfoca tanto en la puerta principal como en la trasera. Recibimos con calidez, simpatía y una sonrisa en la cara a quienes se acercan a la parroquia. Les ofrecemos un menú seductor y a buen precio: métodos evangelizadores atractivos, homilías cautivadoras, magnífico ambiente de caridad y fraternidad, actividades adecuadas a cada edad, madurez o nivel de compromiso, acogida en una significativa comunidad y posterior inclusión en sus maravillosos grupos pequeños...nuestras parroquias son una "gran primera cita", un "amor a primera vista", un "flechazo".

Imagen relacionadaPero luego, una vez que han elegido menú y lo han pagado, les decimos que se coloquen a un lado, pasamos a atender al siguiente cliente, hacemos que se sirvan ellos mismos la bebida, se acomoden ellos mismos en las mesas y que, finalmente recojan sus bandejas y tiren los desperdicios en las papeleras. 

Desafortunadamente, una Iglesia ideada como franquicia de comida rápida no tiene como objetivo prioritario construir una relación real, a largo plazo, significativa. Con el tiempo, muchas personas de nuestras comunidades se desencantan y comienzan a sentirse invisibles, y después de languidecer durante unos meses, incapaces de encontrar conexiones enriquecedoras, finalmente se van alejando poco a poco de la fanfarria, del bombo y platillo, de la atención y el cuidado artificiales que su llegada inicial produjo. 

Una vez escuché a alguien decir: "Las personas se acercan a la Iglesia por Dios y se quedan por los amigos". Y es que pronto se dan cuenta y comprueban que su ausencia es apenas percibida o digna de preocupación. Simplemente son reemplazados al siguiente domingo, en las puertas principales de la parroquia, por rostros frescos y nuevos, por corazones listos para ser conquistados.

Nadie se fija en las puertas traseras de nuestras iglesias, por las que miles de personas salen cada semana, heridas, desilusionadas y sintiéndose desatendidas, para no volver jamás.

Una vez que forman parte de estas comunidades, muchas personas experimentan una clara falta de sustancia y profundidad, y no por las eucaristías dominicales, que parecen estar diseñadas específicamente para atraer el corazón del recién llegado y fabricar el primer momento de conversión, sino por una real deficiencia en el cuidado pastoral.


Cuidado pastoral 

La palabra pastor proviene del griego poimen que significa "el que da de comer". La Biblia utiliza a menudo este término para referirse a Jesús como el buen pastor, pastor de ovejas (Juan 10) y raah a Dios como nuestro pastor (Salmo 23).

La llamada especial de Dios a un sacerdote para servir en su Iglesia como pastor (cuidado pastoral) implica varias responsabilidades basadas, fundamentalmente en los sacramentos: 

El cuidado pastoral primero significa MISERICORDIA. Misericordia quiere decir amor, pero significa más que amor, y esta es la segun­da definición: el AMOR QUE ESCUCHA. Muchas veces creemos escuchar, pero en realidad solo estamos oyendo. Las ovejas son animales indefensos y necesitan protección, son bue­nas seguidoras, siguen la voz del pastor, y tienen tendencia a apartarse, a descarriarse, por lo que necesitan atención. 

Imagen relacionadaEn  Juan 10, 3-4, el apóstol nos define visualmente el cuidado pastoral: "El pastor les abre la puerta y las ovejas escuchan su voz; llama por su nombre a cada una de sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas sus ovejas, empieza a caminar delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz".

En Isaías 40,11 el profeta nos da otra idea sobre el cuidado pastoral: "Como un pastor apacienta su rebaño, en su brazo recoge a los corderos, en su seno los lleva y conduce al reposo a las paridas”.

En el Salmo 23, David nos dice que el buen pastor:
  1.  tiene interés en cada oveja en forma individual (Bautismo): "el Señor es MI pastor", que bajo el cuidado del pastor, a las ovejas "nada les falta" (Salmo 23)El buen pastor llama a las ovejas por su nombre (Juan 10, 3), y también que conoce a cada una de sus ovejas (Juan 10,27) y busca a aquella que está perdida (Lucas 15,4). 
  2. da descanso y provisión diaria (Eucaristía): "en verdes praderas me hace reposar, me conduce hacia las aguas del remanso". El buen pastor nos conoce, y conoce nuestras limitaciones. El sabe cuándo es tiempo de descansar y cuándo es tiempo de andar. Las "verdes praderas" son nuestra comida y "aguas del remanso", nuestra bebida 
  3. escucha, estimula y reconcilia (Reconciliación): En momentos de cansancio, duda o abatimiento: "conforta mi alma”.
  4. guía, dirección, formación y disciplina: me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre". Cada oveja se deja guiar por voluntad propia, no a la fuerza. En Juan 10,3-4, vemos que el buen pastor saca a las ovejas y va delante, no está detrás, sino a la cabeza, guiándolas con su voz y su silbido.
  5. da seguridad y protección"no tengo miedo a nada, porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.". La vara servía para defenderse de los lobos y también para sostenerse en caso de caída. El cayado se usaba para sacar del hoyo a las ovejas.
  6. da compañía personal y amistad. El espíritu del buen pastor no es de superioridad, sino de cuidado fraternal.
La deficiencia en el cuidado pastoral de algunas parroquias se manifiesta principalmente en la forma en que las personas son atendidas en las crisis, en los momentos de oscuridad o de problemas. Pronto descubren que todo lo que inicialmente resplandecía, poco a poco pierde su brillo.

En algún lugar del camino, demasiadas parroquias compran la falsa idea de que su único trabajo es "llevar a la gente a Jesús" y que Él se encargará del resto; Que una vez que una persona contesta a la llamada del Señor, ya no son responsabilidad de los sacerdotes, sino de Dios. 

Pero Dios nos dice en Juan 10, 9: "Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento". Jesús es la puerta y la Iglesia, el corral. La labor de cuidar al rebaño es de los sacerdotes. El cuidado pastoral, la dirección espiritual y la formación en la fe no pueden delegarse en otra oveja.

Mientras los unos apenas han empezado a dar sus primeros pasos en la fe, su alimento es aún líquido y apenas son capaces de articular palabra alguna, los otros ya se han puesto manos a la obra en el urgente trabajo de atraer y recibir a otros en la puerta principal.

Con poca o ninguna consideración por lo poco claro que tienen aún su nueva situación en la fe o por la turbulenta tormenta de emociones y preguntas que sus corazones y mentes atesoran, o las necesidades más profundas que ellos y sus familias puedean tener, son conducidos rápidamente a "ponerse en misión por Jesús !" (es decir, a evangelizar). 

Se espera de ellos que se desenvuelvan por sí mismos y evangelicen con urgencia, incluso si su personalidad, condición emocional, etapa de vida o simplemente su estado espiritual suponen una barrera infranqueable. Es un desprecio sutil, pero desprecio al fin y al cabo, a sus necesidades espirituales, físicas, emocionales o materiales.

No fue así como la Iglesia fue diseñada por Jesucristo. No es así como los pastores son llamados a pastorear. No es así como se genera crecimiento y madurez espirituales.

Los sacerdotes de una parroquia son responsables de su gente, no sólo para organizar y realizar una transacción espiritual mágica y momentánea con ellos, sino para asegurarse de que estén completamente integrados en la comunidad, y de que todas sus necesidades espirituales, físicas y emocionales son atendidas a lo largo del camino. El papel del pastor es pastorear a la gente en su comunidad, conocerla y asegurarse de que las ovejas le conocen.

La Iglesia no es una franquicia de comida rápida, que promete salvación y luego se limita a anotar el pedido en el mostrador y a cobrar. La Iglesia de Cristo es un grupo de expresiones del cuidado, el amor y la misericordia de Dios, en la que se conoce, entiende y pretende crear una comunidad auténtica, profunda y sostenible que escuche, acoge, cuide, alimente y proteja  en las difíciles circunstancias de la vida real.

Las puertas principales de las parroquias son muy importantes y deben estar siempre abiertas de par en par, pero si no encontramos las mejores maneras de proporcionar a todo el mundo que accede a través de ellas una verdadera experiencia de relaciones reales, amorosas, íntimas, las puertas traseras seguirán estando también abiertas de par en par y ríos de personas saldrán por ellas tan rápido como entraron.




lunes, 3 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 23: EL SEÑOR ES MI PASTOR



"El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar, 
me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma; 
me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre;
aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, 
porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.

Me preparas una mesa ante mis enemigos, 
perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar.
Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; 
habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

Salmo 23

El Salmo 23 es conocido como el Salmo del Buen Pastores uno de los más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto por la tradición judía como por la cristiana. En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en distintas fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos, matrimonios, funerales, etc). 

Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.

El Salmo desarrolla dos imágenes o partes distintas: 
  1. El pastor que cuida de sus ovejas (vs. 1-4). Está escrita en tercera persona del singular (el Señor es mi Pastor, me hace reposar, me conduce, repara, me guía, hace honor)
  2. El señor de la casa que acoge a un huésped (vs. 5-6). Está escrita en segunda persona del singular (tú me preparas, perfumas, tu amor y tu bondad me acompañan). El último versículo está en primera persona del singular (yo habitaré). 

El verso central (Tú estás conmigo) es el punto de unión entre las dos partes, ya que pertenece al primer bloque, pero está en segunda persona, como el segundo. 

Los símbolos que desarrolla son universales: el camino, el agua, la oscuridad de la noche, el banquete, los perfumes... y pueden interpelar por igual a los hombres de antiguas culturas rurales como a los de las modernas civilizaciones urbanas. 

Analicemos, ahora, cada una de las frases del salmo.

El Señor es mi Pastor 

El primer verso ya nos dice que hay que leer todo el poema como una imagen para hablar de la relación entre el orante y Dios. El título de "pastor" para nombrar a los reyes y guías del pueblo es habitual en el Oriente antiguo, así como en Grecia y en otros pueblos. La Biblia lo utiliza varias veces para hablar de Dios, tanto en los libros históricos como en los proféticos, en los poéticos y en los sapienciales (Génesis 49, 24; Isaías 40, 11; Salmo 80, 2; Eclesiástico 18, 13; etc.). 

Dios mismo, en el capítulo 34 del profeta Ezequiel, se compara a sí mismo con un Pastor que quiere cuidar, proteger y alimentar a sus fieles

Como los jefes del Pueblo han sido malos pastores, porque han utilizado a las ovejas en su propio provecho, Dios se ocupará personalmente de cada una, cubriendo todas sus necesidades: "Vosotros os bebéis su leche, os vestís con su lana, matáis las ovejas gordas, pero no apacentáis el rebaño, ni robustecéis a las flacas, ni vendáis a las heridas, ni buscáis las perdidas... Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré... Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada, vendaré a la herida, robusteceré a la flaca, cuidaré a la gorda. Las apacentaré como se debe"

Son imágenes tiernas, que nos hablan de un amor personal de Dios por su rebaño, que no nos trata a todos por igual, sino que sale a nuestro encuentro, respondiendo a las necesidades y esperanzas concretas de cada uno.

En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas. No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. Hoy los beduinos siguen haciendo lo mismo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. 

El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza y tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida.

Nada me falta

Tanto en Israel como en todo el Medio Oriente escasean el agua y los pastos. Pasar hambre y sed es una experiencia ordinaria cuando se atraviesan los amplios desiertos. Quien ve los rebaños de los beduinos se extraña de lo extremadamente flacos que están los animales. 

En este contexto se comprende lo grande que es poder hablar de abundancia, afirmar que no se carece de nada. Ciertamente, como escribió Santa Teresa de Jesús, "Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

En prados de hierba fresca me hace reposar


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Conseguir hierba en el desierto es ya suficiente para sobrevivir, pero si, además, la hierba es fresca, el hallazgo se convierte en una fiesta. 

Después de un camino árido y polvoriento, la sola vista de un prado invita al descanso

Las ovejas pueden reposar después de haber comido, en las horas en que el excesivo calor no permite desplazarse: "Dime dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas sestear al mediodía" (Cantar de los Cantares 1, 7).

Me conduce junto a fuentes tranquilas

El agua no sólo quita la sed, también limpia del polvo del camino y refresca. El mismo sonido de la fuente relaja y hace olvidar las fatigas

Pero las fuentes son los lugares más peligrosos para los rebaños. Tanto los lobos como los salteadores saben que allí terminan acudiendo a beber y se esconden esperando a sus presas. El salmo subraya que las fuentes a las que nos conduce nuestro pastor son "tranquilas", seguras. 

La Sagrada Escritura usa muchas veces el símbolo de la sed para hablar del deseo de Dios y del agua para hablar del don del Espíritu Santo. "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios..." (Salmo 42, 2-3). "Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi Espíritu..." (Ezequiel 36, 25).

Y repara mis fuerzas

Después del cansancio del camino, el alimento, la bebida y el descanso nos hacen tomar fuerzas para poder seguir caminando. Literalmente dice: "repara mi aliento", mi alma, entendido como mi vigor y mi vida también. En algunas ocasiones nos sentimos agotados y nos parece que ya no podemos más. 

Es el momento de escuchar las palabras del Salmo 27: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fuerza y mi energía, ¿quién me hará temblar? Aunque los malvados se levanten contra mí... Él me recogerá en su tienda... Aunque mi padre y mi madre me abandonen, Él me acogerá".

Me guía por el camino justo

La experiencia de caminar acompaña a todo hombre. Nos desplazamos de un sitio a otro y toda nuestra vida es un camino. A veces equivocamos la senda, porque, como nos recuerda Antonio Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"

El pastor adapta su paso a la necesidad de las ovejas, va en busca de un lugar bueno para ellas. Para los hombres, decir esto es confesar que el Señor nos guía por el camino justo, el único bueno, aunque no lo entendamos inmediatamente. 


Él nos lleva al mejor lugar, que nosotros solos no podríamos encontrar: las fuentes tranquilas, el agua que produce paz y calma la sed más profunda del que la bebe: "Te guiaré por el camino de la sabiduría, te conduciré por sendas justas" (Proverbios 4, 11). "Peregrino soy en esta tierra, no me ocultes tus mandatos... Enséñame, Señor, tu camino para que lo siga". (Salmo 119, 19. 33).

Haciendo honor a su Nombre

El pastor que cumple bien su trabajo, que cuida de su rebaño, lo alimenta, lo proteje y lo guía por los caminos acertados, hace honor a su nombre. "El asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye; y el lobo hace presa de ellas. Se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y cada una de ellas es importante para mí" (Juan 10, 12).

Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré

El pastor nos da tanta seguridad, que hasta podríamos atravesar con él el valle tenebroso. La oscuridad del valle da miedo por los peligros que puede esconder, porque no se ve el camino, por la semejanza entre las tinieblas y la muerte. Este salmo, para decir "tinieblas", utiliza una palabra rara, que no se usa casi nunca: "salmawet" y que podríamos traducir por "oscuro como la muerte". En hebreo, "mawet" significa "muerte". 

La muerte es evocada para el lector por la oscuridad del valle y por la palabra con la que se habla de esta oscuridad. De hecho, la Biblia griega traduce "Aún si camino por el valle de la muerte, no temo, porque Tú me acompañas". Una imagen de gran fuerza para recordarnos nuestra condición de mortales en un contexto de gran dulzura (grandezas de la poesía).

Porque Tú estás conmigo
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Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso. La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que "Tú estás conmigo"

Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante. "Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra" (Salmo 73, 25). "Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?" (Salmo 118, 6).

Tu vara y tu cayado me dan seguridad

Palestina es una tierra cálida. Los viajes con el ganado se hacen temprano, antes de que caliente el sol, o al atardecer, cuando se oculta. Las ovejas no tienen miedo de extraviarse en la oscuridad, porque se siguen unas a otras y, a lo largo del camino, oyen el sonido de la vara del pastor que camina con ellas

El cayado, arma con la que defender a las ovejas de las alimañas, es al mismo tiempo el signo tierno de la presencia del pastor junto al rebaño, que toca con su punta los lomos de la que se desvía para reconducirla al redil y, con el ruido que hace al apoyarlo en el suelo, guía su caminar

Con el sonido del bastón de Dios en nuestras vidas, no tenemos miedo ni de la muerte. La imagen hace también referencia al bastón de mando, al cetro de Dios, con el que gobierna todas las cosas para el bien de su pueblo. El salmo siguiente, el 24, habla del Señor "Rey de la gloria", y comienza así: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y todos sus habitantes"

El mismo David era rey y pastor. La referencia al cayado de pastor y al bastón de mando es riquísima de evocaciones: Dios salvador, liberador, guía del pueblo, en relación con la salida de Egipto y la Monarquía.

La sensación de seguridad y de protección prosigue con la segunda imagen del salmo: la del señor que acoge un huésped en su casa.

Me preparas un banquete frente a mis enemigos

La palabra usada en hebreo significa "desenrollar", con el sentido de extender unas pieles de cabra a la puerta de la tienda, para colocar sobre ellas la comida. Podemos reconstruir la escena: un hombre huye de sus enemigos por el desierto. Casi imposible salvarse. Improvisadamente, encuentra un beduino que lo acoge en su tienda. La ley de la hospitalidad era sagrada para los semitas. Cuando alguien es acogido, invitado a comer, se convierte en intocable. Los enemigos no se pueden acercar a él. "El Señor hace justicia al huérfano, a la viuda y ama al emigrante suministrándole pan y vestido. Amad vosotros también al emigrante, ya que emigrantes fuisteis..." (Deuteronomio 10, 18-19). 

Abraham recibió la promesa definitiva cuando acogió en su casa a unos peregrinos que resultaron ser enviados de Dios (Génesis 18). "No olvidéis la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, a ángeles" (Hebreos 13, 2). Lot prefiere entregar a sus dos hijas antes que a unos desconocidos acogidos en su casa (Génesis 19).

Perfumas con ungüento mi cabeza

El ungir a un huésped era la mayor manifestación de veneración que se podía tener con él. El aceite enriquecido de esencias perfumadas da frescor, suaviza la piel. Es éste un gesto de extremo afecto y consideración para el que llega cansado por el calor del desierto y las penalidades de la huida. "¡Qué hermoso es que los hermanos vivan unidos! Es como ungüento perfumado derramado en la cabeza." (Salmo 133 1-2). Una mujer de Betania tendrá este gesto con Jesús y él lo agradecerá a pesar de la incomprensión de los discípulos, llegando a afirmar que esa mujer sería recordada en todos los lugares donde se predique el Evangelio (Mateo 26, 6ss).

Y mi copa rebosa

La copa que rebosa es, igualmente, signo de la generosidad con que el huésped es acogido. No recibe sólo lo necesario. Hay algo de superfluo, de añadido, de generosidad total, en los actos de Dios. Recordemos, por ejemplo, la narración de la creación. Dios no hace sólo lo necesario, sino que, además, entrega al hombre ríos con agua abundante, con oro fino, con piedras preciosas y perfumes (Génesis 2, 10). Lo mismo sucede cuando los israelitas salen de Egipto. Dios no sólo les da la libertad. Les enriquece también con los bienes y el oro de los egipcios (Éxodo 12, 36).

Tu amor y tu bondad me acompañan

Ésta es la imagen más extraña para los occidentales. Es como si el beduino que me ha acogido en su tienda y me ha defendido de mis enemigos, me pusiera ahora dos guardaespaldas que me acompañen de regreso a mi casa. Aquí, los dos acompañantes son una personificación del Amor y la Bondad de Dios, última referencia del salmo. Aunque a nosotros pueda resultarnos rara la personificación de cualidades divinas, en la Biblia es bastante común: "La Salvación está cerca de los que le honran y la Justicia habitará en nuestra tierra. El Amor y la Fidelidad se encuentran, la Justicia y la Paz se besan... La Justicia marchará delante de él y la Rectitud seguirá sus pasos" (Salmo 85, 10).

Todos los días de mi vida

No hablamos de un acompañamiento pasajero, sino de la certeza de una protección continua, como si se respondiera a la petición con que concluye el salmo 28: "Salva a tu pueblo, bendice tu heredad, apaciéntanos y guíanos por siempre".

Las dos partes del salmo comienzan con una situación de descanso y terminan con los protagonistas en actitud de caminarLas ovejas comen, beben y sestean en el oasis. Después emprenden la marcha, guiadas por el pastor. El que huía del desierto encuentra la salvación en la tienda del beduino. Allí sacia su hambre y su sed, se perfuma y, posteriormente, emprende la marcha custodiado por dos escoltas. 

Las dos partes del salmo parecen insinuar que nuestra vida es un continuo andar de la mano del Señor. Cuando lo necesitamos, él nos ofrece momentos de descanso para restaurar nuestras fuerzas. Cuando nos hemos recuperado, hay que volver a caminar. Como los discípulos que acompañaron a Jesús en el Tabor: Después de la Transfiguración tuvieron que regresar al valle. El Salmo 122, como los otros llamados "salmos de ascensión a Jerusalén", nos recuerda que siempre somos peregrinos: "¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!".

El libro del Éxodo, que nos narra el camino de Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida, se convierte en imagen de nuestra vida: El Señor nos guía y nos acompaña, nos instruye y nos corrige todas las jornadas de nuestra existencia, hasta el día en que entremos en el descanso definitivo. El salmo 95 insiste en esta idea, invitándonos a aprender de los errores cometidos por los israelitas en su caminar por el desierto, para no repetirlos: "Ojalá escuchéis hoy su voz. No endurezcáis vuestro corazón... como en el desierto, cuando me tentaron vuestros antepasados... Son un pueblo que no conoce mis caminos, por eso juré airado que no entrarían en mi descanso". 

El Antiguo y en Nuevo Testamento son un testimonio continuo de las ansias que arden en nuestros corazones de alcanzar la patria verdadera, la definitiva: "Si Josué les hubiera proporcionado un descanso definitivo, David no hablaría de un posterior día de descanso. Hay, pues, un descanso definitivo reservado al pueblo de Dios... Apresurémonos, pues" (Hebreos 4, 8).

Y habitaré en la casa del Señor por años sin término

Después de hablar de descansos pasajeros y de caminos largos, se evoca el reposo definitivo en la casa del Señor, la entrada en el "Sabat" último y eterno, en la Nueva Jerusalén, tal como canta el Apocalipsis: "Ésta es la Morada de Dios con los hombres. Habitará entre ellos... Enjugará las lágrimas de sus ojos y no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor" (21, 3).

El desierto es el contexto común a las dos imágenes (el pastor y el beduino). El que ora este salmo sabe que nada le falta, aún encontrándose en el desierto. 

Allí, el creyente redescubre las raíces de toda la historia de Israel: Abraham y los demás patriarcas fueron pastores trashumantes por el desierto. Moisés se preparó en el desierto para su misión y volvió al desierto para acompañar al pueblo a la libertad. Allí se manifestó el poder de Dios, que "hirió a los primogénitos de Egipto, sacó a su pueblo como a un rebaño y lo condujo por el desierto. Los llevó con seguridad hasta la tierra sagrada" (Salmo 78, 51). Por lo tanto, después que el Señor liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, lo guió por el desierto, como un pastor conduce a su rebaño. Les ofreció agua que manaba de la roca y alimento abundante (maná y codornices), los defendió de las serpientes que los mordían y de los enemigos que los atacaban, los introdujo en la Tierra Prometida y los acogió como Señor del territorio, ofreciéndoles descanso en su casa. Esta idea queda recogida en muchos textos de la Escritura: "Saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo, los guiaste por el desierto... reanimaste tu heredad extenuada y tu rebaño habitó la tierra que tu bondad les había preparado" (Salmo 68, 8). "Te abriste un sendero por el mar... y guiaste a tu pueblo como a un rebaño" (Salmo 77, 20-21).

Resultado de imagen de desiertoEl desierto significa también, para el pueblo, el lugar de la tentación, la prueba, la murmuración, el pecado, la idolatría y la conversión

El lugar donde se descubre que Dios perdona siempre y continúa a dar vida, alimento, salud, victoria. Que da con generosidad porque perdona con magnanimidad. 

El lugar donde se puede hacer la verdadera experiencia del encuentro personal con Dios: "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón... Ella me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que salió de Egipto... Y te desposaré conmigo en fidelidad" (Oseas 2, 16).

La experiencia del Éxodo es revivida siglos después, al retorno del Exilio. El salmo termina afirmando: "Habitaré en la casa del Señor". Aunque la tradición lee "habitaré", las consonantes hebreas dicen "volveré", el verbo usado para la experiencia que sigue a la deportación: "Los haré volver de las naciones por donde están dispersados" (Zacarías 10, 10. Ver Ezequiel 36, 24). La vuelta de la conversión a la comunión. Camino por el desierto, tentación, pecado, perdón, crisis de fe en el Exilio, retorno a la tierra y conversión del corazón. Todo este camino evoca el salmo a quien lo lee con una mentalidad bíblica, a sus destinatarios.

Como hemos visto, las imágenes del salmo hablan de:
  • Seguridad ante los enemigos y peligros de todo tipo: oscuridad, hambre y sed, muerte.
  • Con una connotación de máxima abundancia. Los dones de Dios son siempre a la medida de Dios.
  • Para aquél que ya se sentía dentro de la muerte. Descubrimos la sobreabundancia del don de Dios cuando ya parecía todo perdido.
El significado último del salmo sólo lo podemos entender a la luz del Nuevo Testamento: Jesús es la persona que confía en Dios y camina por sus sendas, aún en medio de las dificultades, hasta entregarse en la cruz

Por eso, el Padre se apiada de Él y le devuelve a la vida, sentándole a su mesa, introduciéndole en su Casa. Al mismo tiempo, Jesús es "el gran Pastor de las ovejas" (Hebreos 13, 20), "el Supremo Pastor" (1 Pedro 5, 4). "Nosotros éramos como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vuelto a nuestro Pastor y Guardián" (1 Pedro 2, 25). 

Él es el Pontífice de la Nueva Alianza, el Camino que nos lleva al Padre, la Puerta de acceso a la Casa de Dios. Él prepara para nosotros el banquete de su Cuerpo y de su Sangre, verdadero alimento de inmortalidad. Su amor es tan grande, que llega a dar la vida por sus ovejas. Con él podemos atravesar sin miedo el valle de la muerte, porque Él es la Resurrección y la Vida, Luz que brilla en las tinieblas, Roca que se abre en el desierto para calmar la sed, Maná que nos alimenta, verdadero Pastor y Rey, que "nos apacienta y nos conduce a fuentes de aguas vivas" (Apocalipsis 7, 17) y que nos permite habitar en su casa "por años sin término". 

El cristiano que ora con el Salmo 23, está llamado a hacer este camino espiritual, verdadera síntesis del Antiguo y del Nuevo testamento: dejarse guiar por Dios "en medio de la noche" y vivir en intimidad con Él, hasta participar en su banquete.