¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
Mostrando entradas con la etiqueta indiferencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta indiferencia. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de junio de 2021

FRENTE AL DESCARTE, ENCUENTRO Y ACOGIDA


"Amarás al Señor, tu Dios, 
con todo tu corazón y con toda tu alma 
con toda tu fuerza y con toda tu mente. 
Y a tu prójimo como a ti mismo"
(Lucas 10,27)

La parábola del Buen Samaritano (Lucas 10,30-37) interpela a un mundo que ha dejado de ser solidario y justo. Jericó representa a una sociedad hostil que ha dejado de ser "civilizada", el sacerdote y el levita personifican a una comunidad que se ha deshumanizado y desnaturalizado, toda vez que ha dejado de contemplar los valores innatos a la dignidad humana para hacerlo en términos utilitaristas, económicos o productivos.  

La cultura del "tener", del materialismo o del consumismo es, en realidad, la cultura del hedonismo y del placer, que oculta bajo una falsa apariencia de "bienestar", un amor narcisista, endiosado y ególatra. El mismo orgullo de Satanás, quien se vanagloria de atacar los dos principales mandamientos de Dios, amar a Dios y amar al prójimo, para amarse a sí mismo y destruir al hombre.
Dice el papa Francisco que "la globalización nos ha hecho más cercanos pero no más hermanos" porque ha dado paso a "la cultura del descarte", que consiste en categorizar a los seres humanos por su poder adquisitivo, por su fragilidad y vulnerabilidad, por su color de piel, por su condición social, religiosa o económica o, simplemente, por sus creencias o ideas, de tal modo que quienes no cumplen los requisitos estandarizados del Nuevo Orden Mundial son, sistemáticamente, descartados y situados en el ámbito de la marginalidad.
La cultura de la indiferencia, del desprecio y de la muerte arremete fundamentalmente contra los más frágiles y vulnerables, que son descartados porque no aportan, porque no producen, porque no consumen.

Y así, los no nacidos (seres humanos inocentes) son descartados con leyes del aborto, los ancianos (testigos de la memoria colectiva y de la tradición), desechados con leyes de la eutanasia, las familias (pilares de la sociedad) destruidas con leyes del divorcio, y los pobres (los predilectos de Jesús) marginados con injustas leyes exclusivas. 

Frente a la cultura del descarte, el papa Francisco nos exhorta a practicar "la cultura del encuentro y la acogida". Nos llama a ser una Iglesia samaritana que acoja y abrace sin esperar reconocimientos ni gratitudes; que sea cercana y que no se desentienda de nadieque sea prójima y que no pase de largo; que se acogedora y dedique tiempo y espacio e incluso, dinero con los "descartados".
¿Quién es mi prójimo?
Los judíos seguían el mandamiento levítico de amar al prójimo entendido como "próximo", es decir, como pariente o persona cercana en su comunidad. 

Amar a nuestros seres queridos, a nuestros familiares y a nuestros amigos es fácil, pero Jesús va más allá cuando nos dice: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos" (Mateo 5,44-45). Para ser hijos de Dios debemos amar y rezar por nuestros enemigos. Y eso, sí que cuesta...

Además nos dice: "No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15,13), refiriéndose con  el termino "amigos" a todos los hombres. Es el amor el que nos da ojos para ver, corazón para sentir, y manos para servir.

Los cristianos debemos dar la vida por todos..."Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mateo 5,46-48). Para ser perfectos en el amor como Dios debemos amar a todos. Y eso sí que merece la pena...

Así pues, "prójimo" no es aquel que me es más cercano por razones de parentesco, nacionalidad, cultura o religión, sino aquel a quien me acerco en su necesidad, a quien me aproximo en su sufrimiento, a quien me uno en su dificultad.
Amar al prójimo requiere "pararme", no por curiosidad sino por disponibilidad. Supone superar mis prejuicios, acoger y ayudar a quienes me necesitan. Implica sentir su misma hambre y su mismo dolor, asumir su situación compasivamente, es decir, "padecer-con" ellos. 

Supone comprometerme y preocuparme por quien sufre, por quien tiene necesidades, por quien está indefenso o herido. Porque no puedo ser espectador silencioso o desentendido ni inhibirme por temor a mancharme las manos, por recelo a entretenerme y ofrecer mi tiempo, por suspicacia a pararme y ofrecer mi ayuda. 

Pero además, no puedo despreocuparme de mi prójimo porque eso significará que me estoy desentendiendo del propio Jesús: "Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mateo 25,35-36).

Frente a la cultura del descarte, como cristiano debo vivir una cultura de la compasión, del compromiso y de la comunión: sentir con y por los que sufren, servir por amor a los necesitados y edificar una comunidad amorosa con mis prójimos y con Dios.

Y ahora...
..."Anda y haz tú lo mismo"
(Mateo 10,37)

miércoles, 3 de febrero de 2021

¿ACASO SOY YO EL GUARDÍAN DE MI HERMANO?

"Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: 
Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, 
ni te desanimes por su reprensión; 
porque el Señor reprende a los que ama 
y castiga a sus hijos preferidos. 
Soportáis la prueba para vuestra corrección, 
porque Dios os trata como a hijos, 
pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? 
Si os eximen de la corrección, que es patrimonio de todos, 
es que sois bastardos y no hijos (...)
Dios nos educa para nuestro bien, 
para que participemos de su santidad. 
Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, 
sino que duele; 
pero luego produce fruto apacible de justicia 
a los ejercitados en ella.
Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, 
y que ninguna raíz amarga rebrote y haga daño, 
contaminando a muchos."
(Hebreos 12,5-8 y 10-11)

¿Por qué nos cuesta tanto corregir y ser corregidos? ¿Estamos negando la existencia del pecado y sus cosecuencias? ¿Justificamos el error y el mal? ¿Adoptamos una actitud indolente e indiferente hacia nuestros hermanos? ¿Hemos olvidado lo que Dios Padre nos dice acerca de nuestros hermanos?

Desgraciadamente vivimos en un mundo que oculta, justifica e incluso niega el pecado y las consecuencias que se derivan de él. Y si no hay pecado, nadie hace mal y, por tanto, no es necesaria corrección alguna. Lo vemos en nuestra vida cotidiana: los padres no corrigen a sus hijos, los profesores no reprenden a sus alumnos, los amigos no advierten a sus compañeros, los cristianos no enmiendan a sus hermanos...

Por ello, sin una noción de pecado, el mal campa a sus anchas y el insensato queda esclavizado, a la espera de su muerte: "Su propia maldad atrapa al malvado, queda preso en los lazos de su pecado; morirá por no dejarse corregir, tanta insensatez lo perderá" (Proverbios 5, 22-23). Quien no sabe que está equivocado, camina en oscuridad hacia su perdición.

Es cierto que toda corrección es difícil, molesta y desagradable para quien la ejerce, y más aún, para quien la recibe. Sin embargo, es misión del cristiano hacer ver el error a quien se equivoca. Corregir no es juzgar a nuestro hermano, no es criticarle ni condenarle. Corregir es ayudarle, es amarle. Quien ama, corrige; quien no ama, muestra indiferencia. 

Dios nos ha creado para vivir en comunión, Cristo nos ha liberado del pecado y el Espíritu Santo nos ha insertado, por el bautismo, en la familia de Dios. Por tanto, no podemos desentendernos de nuestros hermanos ni caer en la actitud cainita y homicida de "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?" (Génesis 4,9). Sí, todos somos guardianes de nuestros hermanos.

La corrección fraterna es un acto de caridad con el que el cristiano advierte a su prójimo del error, le ilumina y le ayuda a retomar el camino hacia la santidad: "Animaos, por el contrario, los unos a los otros, cada día, mientras dure este hoy, para que ninguno de vosotros se endurezca, engañado por el pecado" (Hebreos 3, 13).

La corrección fraterna es un instrumento de crecimiento necesario para alcanzar la madurez espiritual, y un mandato de Dios, quien como buen Padre misericordioso, lo ha establecido por y para nuestro bien, por y para nuestra salvación: "Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano" (Mateo 18,15).
Pero la Serpiente, que es muy sibilina, ha seducido la mente del hombre para que vea el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal como algo apetecible e inocuo, provocando un pensamiento negacionista del pecado y una mentalidad indiferente e insensible ante las consecuencias de comer de él. 

El Enemigo, que es un mentiroso, después de tentar y hacer sucumbir la voluntad del hombre para atraparle en el pecado, le vuelve a engañar negando sus consecuencias y haciéndole creer que no pasa nada. Es más, le suscita la falaz idea de que la corrección es una falta de misericordia hacia los demás y por tanto, no debe realizarse.

Aunque, en principio, la falta de corrección no supone implícitamente una expresión directa de odio, sí supone un pecado de omisión, además de una falta de caridad de quien no la ejerce, y un impedimento, a quien no es corregido, para alcanzar la gracia y la santidad: "Peor eres tú callando que él faltando" (San Agustín, Sermón 82, 7).

La falta de corrección, como dice San José María Escrivá, "esconde una comodidad cómplice del mal y una falta de responsabilidad a quienes huyen del dolor de corregir, con la excusa de evitar el sufrimiento a otros. Se ahorran quizá disgustos en esta vida..., pero ponen en juego la felicidad eterna —suya y de los otros— por sus omisiones, que son verdaderos pecados" .

Los cristianos debemos huir de esa visión claramente errónea, excesivamente humana y poco sobrenatural, que nos lleva a pensar que es improcedente o inoportuno ejercer la corrección a un hermano por temor a dañarle, por sentir que nuestro propio pecado nos impide corregir otros o por creer que no es posible la mejora en el corregido.
Los cristianos necesitamos actualizar continuamente nuestra necesidad de estar en gracia y de alcanzar la santidad, para nosotros y para los demás. Si seguimos el ejemplo de Cristo, debemos renovar constantemente nuestra obligación de mostrar humildad, compasión y amor ante los fallos del prójimo, así como de aceptar de buen grado la propia corrección con el ejercicio de esas mismas virtudes, unidas a un sincero agradecimiento.

En realidad, si mostramos indiferencia o rechazo a la corrección, no sólo estaremos desentendiéndonos y despreocupándonos de nuestro prójimo sino que además, estaremos negando la misericordia de Dios, rechazando el amor..., es decir, estaremos pecando contra el Espíritu, algo que no tiene perdón (Mateo 12, 31-32).

Por tanto, a la pregunta clara y directa que nos hace el Señor: "¿Dónde está tu hermano?"...¿Responderé con indiferencia e indolencia? 
O diré: "Aquí está mi hermano, a quien me has mandado guardar" 

JHR


miércoles, 6 de mayo de 2020

APOCALIPSIS 8-11: LAS SIETE TROMPETAS

"Y cuando abrió el séptimo sello 
se hizo en el cielo silencio 
como de media hora. 
Y vi a los siete ángeles 
que están de pie delante de Dios;
 y les dieron siete trompetas."
(Apocalipsis 8,1-2)

Veíamos en el artículo anterior que cuando el Cordero abre el 7º sello, se produce un silencio "como de media hora", srefiere a la mitad de un tiempo, es decir, que hay dos partes

La primera parte es un tiempo para ponderar lo que va a pasar: aparecen los septenarios de las trompetas y de las copas. Dios retrasa el tiempo para iniciar el Juicio Final para darnos la oportunidad de convertirnos y que nos salvemos el mayor número de personas. La segunda parte es la venida del nuevo mundo, tras la Ira de Dios.

El Shofar

Para entender el significado de las trompetas, tenemos que recurrir, de nuevo, al "código judío".

La trompeta o "shofar" era el instrumento ceremonial, fabricado con el cuerno de un animal puro y limpio o "kosher", de carnero, cabra o similar pero nunca de vaca, novillo o toro, y que se utilizaba en el Templo de Jerusalén y en las sinagogas judías para iniciar la lectura de los textos sagrados (Torá y Tanaj). 

El sonido de la trompeta anuncia la presencia y la intervención de Dios en la historia del hombre.

En el silencio "como de media hora" del séptimo sello, se les entregan siete trompetas (shofar) a los siete ángeles que están delante de Dios, es decir, a los arcángeles que están en su presencia y a quienes Dios siempre les encarga la misión de anunciar solemnemente Su intervención en la historia del hombre.

El Incienso

Durante el lapso entre la entrega de las trompetas (Ap. 8,2) y el comienzo de su toque (Ap. 8,6), otro ángel ofrece incienso sobre el altar de oro (Ap. 8, 3-5), es decir, ofrece  los méritos de Cristo y nuevas oraciones y alabanzas a Dios, y se unen a las plegarias de los santos del cielo para presentárselas todas en una a Dios. Es la comunión de los santos.

El ángel llena el incensario de fuego del altar y lo arroja a la tierra y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto, Dios se manifiesta.

La Misericordia de Dios quiere esperar un poco más para que la humanidad se arrepienta y se convierta, pero Su Justicia exige Su intervención.

Los siete ángeles, sucesivamente, comienzan a tocar las trompetas...

Las siete trompetas

Capítulos 8-11

Las primeras cuatro trompetas (igual que los primeros cuatro sellos) forman un solo bloque, pero junto con las siguientes, rememoran las plagas de Egipto del libro del Éxodo y narran las consecuencias del Imperio del Imperio del mal en nuestras vidas: maldad y caos.



El 1º ángel toca la 1ª trompeta (destrucción de la vida vegetal de la tierra) y cae granizo, que simbolizaría la frialdad ante la Buena Nueva, el Evangelio, y fuego mezclado con sangre, que representaría que, por la crucifixión de Jesucristo, la tercera parte de la tierra (=paganos y gentiles)de los árboles (=familias y tribus) y toda la hierba verde (=judíos fieles) se abrasó, es decir, que sólo unos pocos se convirtieron y se purificaron.

El 2º ángel toca la 2ª trompeta (destrucción de la vida animal del mar) y una inmensa montaña de brasas cae sobre el mar (=pueblo de Dios, Iglesia), refiriéndose a la persecución de los cristianos. La tercera parte del mar se convirtió en sangre, la tercera parte de los seres que viven en el mar murió y la tercera parte de las naves fue destruida, refiriéndose a los mártires.

El 3º ángel toca la 3ª trompeta (destrucción de la vida animal de ríos y lagos) y una estrella o meteorito, Satanás, cae sobre las aguas de los ríos y manantiales contaminándolos (aguas dulces=órdenes monásticas), la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y mucha gente murió por las aguas, se refiere a la lucha contra las verdades de la fe a través de las herejías, simbolizado con el ajenjo, amargor que produce en la Iglesia. 

El 4º ángel toca la 4ª trompeta (destrucción de una parte de los astros) y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas (autoridades políticas, económicas y religiosas) quedaron heridas de muerte y se oscurecieron, se refiere a que quienes iluminan a los hombres, pecarán,  y el día perdió una tercera parte de su esplendor, el mundo se llena de oscuridad y tinieblas por la gran apostasía, que hace abandonar a muchos la fe.

Recordemos que en la época de la escritura del Apocalipsis, la capital del "Imperio" era Roma, la ciudad de la luz, que se viene abajo y el Imperio "cae" motivado por el caos de la irrupción de los pueblos bárbaros.

De la misma forma que todos nosotros estábamos representados en las siete Iglesias de los capítulos 2 y 3, también lo estamos en las siete trompetas de los capítulos 8 al 11.

Son las consecuencias en nuestras almas cuando adoramos a la Bestia, el mundo se viene abajo y nuestras almas se oscurecen por el pecado. 

Cuando todo es caos y tinieblas, cuando no distinguimos el bien del mal, es cuando más actúa Satanás. Por eso, siempre antes de atacar, el demonio "prepara el terreno".

Es el inicio de la quinta trompeta: "Comienza el primer 'ay' ".

El 5º ángel toca la 5ª trompeta (tortura de una parte de la humanidad) y a la estrella que había caído del cielo a la tierra, se refiere a Lucifer, (Juan no le ve caer sino que ya le ve precipitado en la tierra), se le da la llave del pozo del abismo, el demonio actúa en la tierra con todo su poder maléfico

Al abrirlo, sale una humareda que oscurece todo, que significa mentira, tentaciónconfusión y división, con el que pretende destruir la moral (inmoralidad social, política y económica) y hacer el máximo daño espiritual entre los no creyentes y también, entre el pueblo de Dios, penetrando dentro de la Iglesia (inmoralidad religiosa). 

Y lo hace para no ser descubierto en medio del humo. Una vez inundado el mundo con la mentira, Satanás ataca.

El peligro no es el humo, sino la antesala del daño: Del humo salen langostas (por eso son "hijas del engaño") que infectan toda la tierra, propagación de demonios y fuerzas diabólicascon poder como el de los escorpiones, que envenenan a la humanidad con falsedades y mentiraspara atormentarlos durante cinco meses, el tormento es el pecado, con sus tres fases: engaño y seducción, el propio acto de pecar y, finalmente, sus consecuencias, que son siempre dolorosas. 

-Se les ordenó que no hicieran daño a la hierba, al verde y a los árboles (lo que florece y da fruto, los cristianos), sino solamente a los hombres que no tuvieran la señal de Dios en la frente, es decir, a los no cristianos, pero no para matarlos.

-Los hombres buscarán la muerte, pero no la encontrarán; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos, las consecuencias del pecado: mala conciencia y remordimiento de los que se dejen "picar" y envenenar por el pecado.

Las langostas son una invasión letal cuyo objetivo es la seducción del hombre para su exterminio, es decir, la 2ª muerte. 

Juan describe estas langostas como representación de la inmoralidad sexual, como "todo apariencia". Todo es como...parece como...pero no lo son:

-aspecto como de caballos preparados para la guerra, se mueven con gran decisión y rapidez para destruir la fe.

-coronas que parecen de oro en la cabeza, poder político y religioso que parecen cumplir la voluntad de Dios pero que, sin embargo, propagan el mal.

-sus rostros como rostros de seres humanos, presentan un cierto humanismo como atractivo, pero no son hombres, son demonios.

-sus cabellos son como los de mujer, atraen con seducciónsensualidad y lujuria 

-dientes como de león, matan, trituran y devoran con calumnias y difamaciones

-corazas como de hierro, parecen seguir la verdad del Evangelio pero se obstinan en cambiarla o negarla. 

-el ruido de sus alas como el ruido de carros con muchos caballos que corren al combate, diseminan mucho mal y lo hacen con rapidez y destreza (instituciones de adoctrinamiento y medios de comunicación). 

-colas como aguijones de escorpiones donde reside su poder para dañar a los hombres, producen mal físico y espiritual a los que se mantienen fieles a Dios e intoxican con el veneno de la tibieza a los que se sí se dejan influenciar por ellos.

-durante cinco meses, poder limitado para hacer el mal.

-tienen como rey al Ángel del abismo, Satanás.

-en hebreo su nombre es Abaddón y en griego Apolíon, que en latín se traduce como "Destructor"o"Exterminador". Estos nombres son la personificación de la muerte espiritual (en pecado) que hace referencia al 4º jinete del 4º sello, el caballo amarillento, cuyo nombre es "Muerte", que podría simbolizar también a Satanás.

En el Antiguo Testamento, Abaddón hace referencia al abismo insondable llamado Sheol o lugar de destrucción o reino de los muertos (Salmo 16, 10). 

Sinónimos de Sheol (hebreo) referidos en el Nuevo Testamento son:

-Hades. Término griego que evoca al Tártaro heleno: una mazmorra profunda y sombría de tormento y sufrimiento. (Mateo 11,23; 16,18; Lucas 10,15; 16,23; Hechos 2,27).

LA BESTIA SALVAJE Y LAGO DE FUEGO – Vigilante paras los Testigos ...-Gehena. Término hebreo que evoca al Ge Hinnomo o valle de Hinón, situado entre el Monte Sion y el valle de Cedrón, en Jerusalén, donde se incineraba la basura (Mateo 5,22; 7,13; 10,28; 23,33; Marcos 9,43-45; Lucas 16,23-26: Santiago 3,6).

-Lago de fuego y azufre. Término que hace referencia a un lugar de tormento eterno. (Mateo 18,8; 25,46; Marcos 9,45-46; Lucas 16,24;  2 Tesalonicenses 1:8-9; 2 Pedro 2, 4; Apocalipsis 19,20; 20,10-15; 21,8).

-Abismo o Infierno. Término latín que evoca un lugar inferior, subterráneo o profundo de tortura eterna. (Mateo 5,29; 10,28; 16,18; 23,15; 25,41; Lucas 8,31; 16,23-24; Romanos 2,12; 8,1; 6,23; Apocalipsis 9,1-2 y 11; 17,8; 20,10)

Todos estos términos hacen referencia a la destrucción eterna, sin ninguna posibilidad de resurrección. 

"El primer 'ay' ha pasado; quedan todavía dos más"
(Apocalipsis 9,12)

Es el inicio de la sexta trompeta: "Comienza el segundo 'ay' ".

El 6º ángel toca la 6ª trompeta (destrucción de un tercio de la humanidad) y se ordena soltar los 4 ángeles que estaban a la orilla del Éufrates, la totalidad de las huestes infernales:
-su ejército de caballería constaba de 200 millones, son una invasión de enorme cantidad y que se mueve con rapidez.

-llevan corazas de color de fuego, usarán la violencia.

-de color jacinto (celeste), harán prodigios y milagros aparentes, confundiendo a las personas y disfrazándose de ángeles de luz.

-de color azufre, usarán espiritismos, brujerías y hechicerías

-Los caballos tienen cabeza como de leones, aliados con los ricos, los poderosos, los sabios y los famosos, quienes usarán su autoridad, fuerza y prestigio.

-para que puedan atacar a la tercera parte de los hombres, para intentar destruir a los que se mantienen firmes y fieles. 

-y de sus bocas sale fuego, humo y azufre, atacarán a la Iglesia (fuego), con mentiras y engaños (humo) y espiritismos y hechicerías (azufre). 

-La tercera parte de los hombres fue exterminada, hundirán en la muerte del pecado a algunos, y perderán la gracia

-Las colas de los caballos tienen cabezas parecidas a las serpientes, los ricos y poderosos usarán a gente sencilla del pueblo para hacer pecar a los tibios.

-Los demás hombres que no fueron exterminados por estas plagas no se arrepintieron de las obras de sus manos, ni cesaron de adorar a los demonios y a los ídolos... ni de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su lujuria, ni de sus robos, a pesar de todos los medios que Dios pone a su alcance, la mayoría de las personas desean seguir con sus obras mundanas sin arrepentimiento alguno.

Estas palabras hacen referencia al libro de Zacarías 13,7 donde advierte: "Hiere al pastor y las ovejas se dispersarán, yo volveré mis manos aún contra los más débiles...dos terceras partes perecerán, y quedará la otra tercera parte". La herida del pastor simboliza el humo de Satanás, la Jezabel idólatra, que, infiltrados en la Iglesia, causan confusión y división. 

Ante la "sordera" del hombre y antes de sonar la séptima trompeta, Dios, en su infinita paciencia, envía ayuda a los hombres desde el cielo a través de su Iglesia:
-Otro ángel vigoroso baja del cielo, personifica la ayuda que envía Dios  para contrarrestar el mal de la gran apostasía. Son personas que dan testimonio de su conversión, de la intervención y de la acción de Dios en sus vidas.

-con un arco iris rodeando su cabeza, simbolizan los siete dones del Espíritu Santo, que une la Iglesia triunfante a la Iglesia militante, que aplaca la cólera divina y que viene con el esplendor de Dios y su nueva alianza (ver Apocalipsis 4, 3).

-con cara como el sol, iluminarán con la fe, y piernas como columnas de fuego, aterrarán a los malvados. 

-con el libro del Evangelio abierto en sus manos, puso un pie en el mar y otro en la tierra, habrá una nueva evangelización a cristianos y no cristianos, es decir, a toda la humanidad. 

-Y gritó con voz potente, como el rugido del león, con autoridad

-Cuando gritó, los siete truenos hicieron oír sus voces, habla el Espíritu Santo

-Cuando hablaron los siete truenos, me dispuse a escribir; pero oí una voz del cielo, que decía: Ten en secreto lo que han dicho los siete truenos, y no lo escribas, el mensaje del Espíritu Santo se mantiene oculto y será revelado en el momento en que vaya a suceder.

El ángel alzó la mano derecha hacia el cielo y juró por aquel que vive por los siglos de los siglos: Se acabó el plazo. 

En este tiempo de urgencia, los cristianos fieles tienen que comerse la palabra, alimentarse espiritualmente de la Sagrada Escritura, de la Palabra de Dios.
Urge transmitir otra vez el mensaje evangélico del amor, aunque le sea amarga en el estómago, que significa que es necesario vivir primero la Palabra y esto acarrea rechazosufrimiento y persecución (ver Salmo 57 y 85), aún así, los cristianos deben amar también a sus enemigos. La amargura viene también al ver que el tiempo se acaba y las personas, haciendo uso de la libertad que Dios no puede quebrantar, le rechazan.

-pero dulce en la boca, que representa el encuentro con Jesucristo resucitado y la alegría de hablar con Él y testimoniarle a otros.

-Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos, es una llamada final a todos nosotros, a evangelizar a todas las personas que están fuera de la Iglesia.

Cuando suene la 7ª trompeta del 7º ángel, Dios desvelará todo su plan secreto de salvación, el misterio de dios que anunció a sus profetas, que significa que llega el Juicio final y, aunque como veremos, se habla de las copas de la Ira de Dios, Él lo que quiere a toda costa es la conversión del hombre. 

"El segundo ay ha pasado; mira que el tercero va a llegar pronto"
(Apocalipsis 11,14)



Bibliografía:

-"El Apocalipsis" (de Adrienne Von Speyr, por Hans Urs Von Balthasar).
-"Para leer el Apocalipsis" (Jean-Pierre Prévost, Editorial Verbo Divino, 1991).
- "La Cena del Cordero" (Scott Hahnn, Editorial Patmos, 2001).
-"El Apocalipsis de San Juan" (Emilio Aliaga Girbés, Editorial Verbo Divino)

viernes, 16 de septiembre de 2016

LA ACEDIA, EL OCTAVO PECADO CAPITAL

"Nada te turbe, nada te espante,
quien a Dios tiene, nada le falta.
Nada te turbe, nada te espante,
sólo Dios basta"
 
La Acedia es la pereza espiritual, es una tristeza por el bien, por el bien de Dios. Es una incapacidad de alegrarse con Dios y en Dios, que nos rodea por todas partes, que brota y abunda sin que la nombremos.

La palabra acedia procede del latín “acidia” y tiene relación con la acritud, la acidez. Pero viene a su vez de la palabra griega άκηδία (akedía) utilizada como la falta de piedad, una ceguera, una falta de consideración, una falta de amor hacia a quien se debería honrar y amar.

De la acedia apenas se habla, raramente se nombra, no aparece en la lista de los pecados capitales, aunque encaja perfectamente dentro del pecado capital de la envidia. Es una envidia, una envidia contra Dios y contra todas las cosas de Dios, contra la obra misma de Dios, contra la creación, contra lo sagrado... Es por lo tanto un fenómeno demoníaco opuesto al Espíritu Santo.

Hoy, la acedia acecha continuamente el alma del individuo, de la sociedad y de la cultura. Es la ceguera ante el bien, la indiferencia ante lo divino, la ingratitud y frialdad ante un Dios de amor.

Se presenta, al principio, como una tentación, que se puede convertir en pecado, pues si se convierte en un hábito, hay una facilidad para actual mal, para pecar por acedia, por entristecerse por las cosas divinas.

¿Qué dice la Iglesia acerca de la acedia? 

El catecismo de la Iglesia Católica nos presenta a la acedia entre los pecados contra la caridad, contra el amor a Dios:

  • Indiferencia. Mostrada por aquellos que no les importa Dios, los agnósticos que dicen que no saben si Dios existe o no y no les interesa profundizar el tema, se presentan como indiferentes ante el hecho religioso, ante Dios, ante la Iglesia, ante los santos, ante todas las cosas santas, ante los sacramentos, no les dicen nada los sacramentos, son indiferentes. Quien conoce el bien de Dios no puede ser indiferente.
  • Ingratitud. Falta de agradecimiento ante Dios a quien le debemos tantas bendiciones: la creación, la Tierra, la familia, el amor, por todas las cosas que hacen hermosa la vida. Ante el autor del bien, ¿cómo uno puede ser ingrato con Él, que tanto nos ha dado? Es un pecado contra el amor. Quien conoce a Dios no puede ser ingrato porque le reconoce.
  • Tibieza. Incluso amando a Dios, se tiene una fe tibia, fría, sin ganas. Como dice el libro del Apocalipsis “porque no eres frío ni caliente estoy por vomitarte de mi boca”. ¿Quien, ante el abrazo amoroso de Dios, puede permanecer impávido, frío, distante?
  • Acedia. La tristeza por las cosas divinas, por ir a misa, por disfrutar de las cosas de Dios. Aturdidos y a merced de las falsas alegrías del mundo, con tristeza en el alma, con carencia del bien supremo. El alma sin Dios se entristece porque los gozos y alegrías mundanas que no acaban de saciar la sed de Dios y por lo tanto se sumerge en la depresión. La gente se agita buscando la felicidad en los bienes terrenales, el mundo promete que el bienestar produce la felicidad, porque el bienestar es siempre transitorio. Necesitamos un bien que nos haga felices incluso cuando estamos mal, incluso en medio del malestar. Y ese bien sólo viene de Dios.
  • Odio a Dios, ¿cómo es posible llegar a odiar a Dios? Todos estos pecados contra el amor a Dios bloquea en los corazones el acceso de la felicidad, a la dicha, a la bienaventuranza que comienza aquí en la tierra: el amor de Dios. El odio a Dios es una consecuencia última de la acedia porque cuando uno no conoce el bien de Dios, es indiferente, desagradecido o tibio en el amor culmina viendo a Dios como malo, la auténtica visión satánica de que Dios es malo.
Consecuencias

Las consecuencias de la acedia, al atacar la relación con Dios, conlleva consecuencias desastrosas para la vida moral y espiritual, disipando todas las virtudes: la caridad, la esperanza, los bienes eternos, la fortaleza que viene del Señor, se opone a la sabiduría, al sabor del amor divino, y sobre todo se opone a la virtud de la religión que se alegra en el culto, se opone a la devoción, al fervor, al amor de Dios y a su gozo. 

Sus consecuencias se ilustran claramente por sus defectos: el vagabundeo ilícito del espíritu, la pusilanimidad, el desánimo, la torpeza, el rencor, la malicia, la corrupción de la piedad moral.

Origina males en la vida social, en la convivencia , la detracción de los buenos, la murmuración, la descalificación, la burla, el chisme, las críticas y hasta las calumnias.

El papa Francisco nos aconseja orar y reconocer a Dios como nuestro Padre, para combatir al demonio, que utiliza la resignación, la desgana y la acedia como sus principales armas: 

"Dios nos ha invitado a participar de su vida, de la vida divina, 
ay de nosotros si no la compartimos, 
ay de nosotros si no somos testigos de lo que hemos visto y oído, ay de nosotros. 
No somos ni queremos ser funcionarios de lo divino, 
no somos ni queremos ser nunca empleados de Dios, 
porque somos invitados a participar de su vida, 
somos invitados a introducirnos en su corazón, 
un corazón que reza y vive diciendo: Padre nuestro" 
Resultado de imagen de acedia