¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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miércoles, 2 de noviembre de 2016

SUBAMOS A NUESTRA PARROQUIA AL SIGUIENTE NIVEL

Resultado de imagen de desarrollo

Todos buscamos una fórmula secreta para subir a nuestra parroquia al siguiente nivel, ya sea espiritualmente, numéricamente, personalmente, o todo lo anterior. 

Si bien el trabajo duro es imprescindible, se me ocurren algunas ideas fáciles de implementar en nuestra parroquia y que nos ayudarán a subir al siguiente nivel de desarrollo parroquial.

1. Orar continuamente

Independientemente de lo grande o pequeño que sea nuestro servicio o tarea, debemos orar diariamente para encontrar la guía de Dios. Las oraciones concretas, específicas y directas pueden parecernos duras o intimidatorias, pero el Dios al que servimos es concreto, específico y directo. Siempre nos responde.

2. Obedecer a Dios

Una vez que Dios nos responde, debemos obedecer. No tengamos miedo a ensayar esa nueva canción para el coro; no dudemos en lanzar ese servicio de atender a los que sufren y que nos saca de nuestra zona de confort; no demoremos el esfuerzo por ser más acogedores con las personas que nos visitan; no temamos establecer nuevos grupos de discipulado o titubeemos al renovar nuestros métodos evangelizadores.

3. Confiar en Dios

Incluso si algo no va tan bien como esperamos, Dios premiará nuestros esfuerzos. La gente de la parroquia necesita ver líderes que no tienen miedo a fallar o a equivocarse. Nuestra confianza en Dios siempre dará fruto, aunque no sea de la manera que nosotros esperemos.

4. Ser valientes

¿Queremos llegar a más personas? Probemos cosas nuevas. Si queremos resultados distintos, debemos probar cosas distintas. Hagámoslo aunque fallemos; Intentémoslo aunque nos cueste. Mostremos a todos que no tenemos miedo. 

5. Abandonarse al Espíritu Santo

Dejarse llevar, abandonarse al Señor y a Su Espíritu son las claves para llevar a nuestra parroquia al siguiente nivel de desarrollo. No se puede controlar cada área de la parroquia (es extremadamente difícil, si no imposible). Sólo Dios puede.

Debemos escuchar y responder en la dirección que sopla el Espíritu Santo tan ciega y desinteresadamente como nos sea posible. Surfear las olas espirituales que Dios nos envía.

6. Delegar

Formar líderes y delegar en otras personas la autonomía para tomar decisiones, y apoyarlas, independientemente de que sean "exitosas", creará personas capacitadas que confiarán en nuestros sacerdotes como líderes de la parroquia y los respetarán. Guíarlos, no controlarlos; formar discípulos, no seguidores; desarrollar personas en lugar de dirigirlas, y luego dejarlos ir y verlos volar.

Nos sorprenderemos al ver cómo esto llevará no sólo a las personas, sino también a nuestra parroquia al siguiente nivel de desarrollo. Dejemos el control al Espíritu Santo y no a nuestra propia voluntad.

7. Comprometernos 

Las únicas maneras de que cualquier plan de desarrollo de la parroquia sea exitoso son el seguimiento persistente y el compromiso. 

Necesitamos comprometernos realmente y comprometer a otros a vivir con estos principios y a desarrollarlos dentro de la parroquia. Las personas apreciarán y respetarán nuestro deseo de crecer y nuestra responsabilidad por hacer desarrollar la parroquia, y estarán siempre a nuestro lado cuando las cosas se pongan difíciles. Porque, sin duda, habrá momentos difíciles. 

Confiar en el líder de adoración para que elija las canciones apropiadas para una determinada homilía puede resultar en algo inesperado. 

Creer en el líder de acogida para que elija nuevas técnicas de saludo y recibimiento de las personas puede acabar con el temor de alguien a venir a misa.

Delegar en el líder de evangelización para optar por nuevos métodos y programas puede dar un fruto mayor del que imaginamos.

Facultar al líder de discipulado para optar por nuevas maneras y formas de dirigir las catequesis pueden involucrar más aún a los asistentes.

Resultado de imagen de no temasNo dejemos que estas cosas nos asusten. Dios dice: "No temas, estoy contigo". 

Proporcionemos pautas para el crecimiento y establezcamos espacios para la crítica constructiva. Permitamos que otros desarrollen sus dones y habilidades de liderazgo. Veamos estos momentos difíciles como oportunidades para todos crezcamos y nos desarrollemos.

Cuando hagamos todo esto, en plena faena, es seguro que habrá momentos de debilidad, desesperación o fracaso. Pero como todo en la vida, no dejemos que estos pequeños contratiempos nos desanimen y eviten nuestra proposición de intentarlo.

Se necesita mucha valentía y coraje para salir y hacer lo que el Señor hizo y nos llama a hacer: hacer todo nuevo. 

Se necesita práctica para aprender a dejarse llevar por Dios y a delegar en otros. 

Se necesita fortaleza para hacer nuevas cosas cuando los acontecimientos se vuelven en nuestra contra. 

Pero no nos arrepintamos de hacer ninguna de estas cosas. Sin duda, nos llevarán a todos nosotros y a nuestra parroquia al siguiente nivel. Y estaremos más cerca de Dios y de su voluntad.





lunes, 5 de septiembre de 2016

LOS 6 NIVELES DE COMPROMISO EN LA IGLESIA


Si la gente de una parroquia crece y madura espiritualmente, entonces la parroquia crecerá. 

Algunos piensan que las actividades y servicios de la parroquia deben ir encaminados hacia los que asisten regularmente a misa, pero eso supondría pensar que todos tienen el mismo nivel de madurez espiritual. Otros creen que se deberían establecer en base a las necesidades de los comprometidos, pero eso dejaría de lado el carácter misionero de la parroquia. Algunos opinan que todas las actividades deben ir encaminadas hacia los alejados, pero eso impediría el desarrollo, madurez y discipulado de los miembros de la parroquia.

El punto clave para discernir acerca del establecimiento de los distintos servicios y actividades de cada parroquia es que se necesita establecer un proceso de discipulado, porque en los bancos de cada parroquia, en cada misa, se sienta gente de distinto nivel de madurez y búsqueda espirituales.


Rick Warren, en su libro, "Una Iglesia con propósito" (cuya lectura recomiendo a todos los católicos) describe los 6 círculos concéntricos sobre los cuales se desarrolla toda la vida de la parroquia, en relación al público objetivo de cada iglesia.


Cuando los sacerdotes preparan sus homilías, cuando se planifica el alcance que se pretende o cuando se establecen todas las actividades y servicios que cada parroquia ofrecerá, es fundamental pensar en los diversos niveles de madurez espiritual que existen. 

Este pastor protestante, fundador de una de las mayores y más influyentes iglesias de Estados Unidos diferencia al menos seis:


La Comunidad (Community)

La comunidad está formada por todas las personas potencialmente susceptibles de asomarse por la parroquia. Viven o trabajan cerca de de ella y son conscientes de su existencia. E incluso se dejan caer de vez en cuando. Pero, en su mayor parte, son personas alejadas, que no tienen iglesia ni fe, todavía.

La Multitud (Crowd)

La multitud se compone de todas las personas que asisten alguna vez a misa los domingos. Se consideran a sí mismos como parte de la parroquia, pero en realidad no están involucrados más allá de asistir los domingos a una misa determinada.

La Congregación (Congregation)

La congregación incluye todos los asistentes y que se ha convertido en miembros de la parroquia. Se trata de personas que asisten habitualmente, aportan contribuciones económicas a la parroquia con regularidad y apoyan la visión parroquial.

Los Comprometidos (Committed)

Son los miembros de la parroquia que tienen una cierta madurez espiritual, que crecen en una relación estrecha con Jesús y establecen hábitos y disciplinas de discipulado. Están dedicados de todo corazón a Dios y su lealtad a Él está totalmente fuera de duda.

El Núcleo (Core)

Entre los miembros comprometidos, son las personas que se involucran totalmente y que sirven a otros a través de los distintos ministerios, servicios o actividades de la parroquia. Son el núcleo, la masa crítica que ofrece su tiempo, sus talentos y su lealtad a su parroquia.

El Comisionado (Commissioned)

El gran propósito del establecimiento de la vida parroquial en torno a los círculos concéntricos es el paso de las personas desde la comunidad hasta el núcleo para enviarlos de vuelta otra vez para llegar a más personas de la comunidad. Cuando las personas se comprometen con Dios y con el servicio a otros, debemos prepararlos para ser enviados en misión. El Comisionado son los miembros comprometidos que se encargan de preparar y enviar a otros a la misión.

Estos 6 círculos o niveles de compromiso afectan a toda la planificación de la parroquia; desde el calendario, la estructura, pasando por las actividades, los métodos a aplicar y los pequeños grupos hasta la preparación de las homilías o establecimiento de las adoraciones debe tener la intención de crear vías y establecer espacios para que las personas crezcan a partir de un nivel de compromiso y pasen al siguiente.

Cada semana, en su mega-iglesia de Saddleback, California, Rick Warren dirige y atiende a más de 20.000 personas. 

Lleva tres décadas discipulando a las personas a través de su programa CLASE. Este programa se estructura en cuatro fases que se centran en cómo pasar de un círculo concéntrico o nivel de compromiso a otro:
  1. Clase 101. Enseña a la gente sobre el significado, compromiso y consecuencias de ser miembro de su iglesia.
  2. Clase 201, Enseña a la gente acerca de los hábitos necesarios para el crecimiento y madurez espirituales. 
  3. Clase 301, Equipa a la gente para el ministerio y el servicio. 
  4. Clase 401, Habla de cómo la gente puede ir a cambiar el mundo, compartiendo su historia de fe y participando en las misiones.
Rick Warren estructura su iglesia en torno a los 6 niveles repartidos en 9 campus y a través de más de 250 servicios y actividades distintas por edad, compromiso, estado civil, situación económica, etc.

El objetivo de la iglesia no es el crecimiento, sino su salud. Y una iglesia saludable encuentra la manera de mover a las personas desde donde están hacia donde Dios quiere que estén, a lo largo de su camino espiritual. Y cada semana, nuestra parroquia recibe a personas de todos los niveles. 

Creo firmemente que antes de planificar y establecer las actividades de nuestra parroquia, debemos comprender dónde está cada persona, para poder ofrecerle un proceso de acercamiento a Dios y un crecimiento en la fe mediante un discipulado equilibrado.



domingo, 28 de agosto de 2016

SOLUCIONES PARA UNA PARROQUIA EN DECLIVE





No existen soluciones mágicas para revertir la situación de una iglesia en declive. Cada parroquia tiene características únicas porque tiene diferentes personas. Hay diferentes razones que causan deterioro. 

Podría ser cualquier cosa, desde la falta de liderazgo, pasando por ser demasiado relativistas o simplemente por la composición demográfica del vecindario. Es complicado pretender copiar lo que otros hacen en otras parroquias, porque las causas son muy diversas.

Sería ser muy arrogante e incluso perjudicial pretender tener todas las respuestas para todas las parroquias. Aquí, sólo se exponen algunas sugerencias:

Confiar

Lo primero de todo es abandonarnos a la voluntad de Dios. Él tiene el control y nosotros, bajo su dirección, podemos actuar porque Dios nos ha dado dones y talentos para que seamos creativos y así, darle gloria.

Evaluar

¿Qué hacemos mal? ¿Cuál es la causa? ¿Viene gente nueva a la parroquia? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿Es un problema de gente o de pastoral? o simplemente, ¿nuestra parroquia crece? O mejor dicho, ¿está sana? 

Si nada ha cambiado en los programas que ofrece la parroquia en los últimos años, ya tenemos la respuesta. Pero, mejor hagamos preguntas. A los de dentro y a los de afueraEs absolutamente necesario. 

No se puede hacer frente a los problemas si no los conocemos. Pidamos una perspectiva externa. Evaluemos nuestra parroquia, incluso si tememos las respuestas.

Asumir

Los problemas son reales. No pretendamos creer que no lo son. La causa o culpa no es importante. Dejemos de negarlos. Demasiadas iglesias evitan los problemas, ya que son difíciles o impopulares de solucionar. 

Alinear

¿Dónde puede la iglesia encontrar la unidad? ¿Qué vamos a hacer para emocionar a todos? Esto es, la visión: encontrar y centrar la atención en Jesucristo.  Él es el vínculo que nos une.

Dios no bendecirá una parroquia en desunión. Todas tienen problemas, causas o métodos en los que cada uno puede involucrarse y apoyar. Trabajando juntos se fomenta el entusiasmo, el servicio y la unidad.

Abordar 

Plantemos cara a las principales cuestiones obvias, a los problemas reales aunque sea duro, difícil o duela. 

Si la iglesia ha olvidado su identidad, su DNI, su esencia; si se aferra a la rigurosidad en la norma, a la complejidad en las homilías y del lenguaje elevado; si ha caído en la tentación del activismo,  del relativismo, del "todo vale por los números" si los problemas involucran a personas, si se trata de complacer a la gente, en lugar de corregir...debemos hacerles frente ya mismo aunque sea delicado.

Planificar

En algún momento, independientemente de los problemas que existan, hay que llegar a una estrategia sobre qué hacer. Tiene que ser por escrito. Se necesita una hoja de ruta de hacia dónde ir en los próximos años. Se necesita un plan

Podemos comenzar con una visión global y aportar ideas de cómo llevarla a cabo. Poner algunas metas mensurables que nos indiquen cómo progresamos, cosas que vamos a hacer la próxima semana, el mes próximo o durante el año. 

El control se establece a través de una estrategia orientada a la acción, que construirá el compromiso a medida que las personas tengan algo en lo que ilusionarse, en lo que aportar.

Reiniciar

Poner nuestras energías y recursos donde más importa. Esto a menudo implica resetear los fundamentos de lo que se necesita para alcanzar nuestra visión. 

Si nuestra parroquia alberga un corazón misionero, por ejemplo, amplificar nuestros esfuerzos en la misión. Si el discipulado es la base de la comunidad parroquial, impulsarlo. Si es una parroquia joven, hacer de las homilías un momento inspirador para ellos, etc.

O puede significar dejar de hacer las cosas que no están funcionando. Debemos dosificar las energías y los recursos. Analicemos lo que está funcionando y volquemos muchas de nuestras energías energía sobre ese servicio fructífero. Es necesario obtener victorias rápidas para sentir, de nuevo, una sensación de crecimiento.

Celebrar

Dios, con su gracia, producirá frutos y crecimiento. Puede que no sean inmediatos, pero cuando ocurran, celebrémoslo. A lo grande. 

Mostremos a la gente que Dios actúa y se mueve entre vosotros. 

Ahora bien, no se puede celebrar todo. Si todo es maravilloso o increíble, entonces lo maravilloso y sorprendente se vuelve rutinario. 

Debemos celebrar frutos legítimos, no avances mediocres. Recordemos: Dios es perfecto y busca la excelencia.

Esos son algunas sugerencias. Pero existen muchas otras. Ahí es donde se necesita la colaboración de todos para ser y reconstruir la Iglesia. 

Estemos dispuestos a pedir ayuda y levantemos la bandera blanca, no como una derrota sino como intención de dialogar honestamente. 

"La mies es mucha y pocos los obreros". Todos somos necesarios! Estamos perdiendo demasiadas cosechas por no sembrar y por no regenerar el terreno correctamente. El trabajo es duro. La recompensa, grande. Oremos continuamente, sin cesar y, confiemos en que nuestro trabajo no será en vano.

martes, 12 de julio de 2016

DESARROLLANDO UNA CULTURA DE LÍDERAZGO


Hoy día, ante la escasez de vocaciones religiosas y la irrupción de los laicos en las tareas pastorales y evangelizadoras de una parroquia, la búsqueda constante de nuevos líderes para el desarrollo y crecimiento naturales de cualquier iglesia u organización es un hecho primordial. 

El crecimiento del Reino de Dios depende en gran medida del número de líderes que el sacerdote o párroco reclute. 

Pero no se pueden reclutar líderes, al menos no de manera efectiva, sin desarrollar una cultura de reproducción natural de líderes. Una cultura de liderazgo siempre reproduce líderes.

Para desarrollar esta cultura en nuestra parroquia debemos:

Tener una visión multiplicadora

Es difícil (diría que imposible) convencer de algo a alguien, si uno mismo no cree en ello. Por tanto, debemos creer firmemente que, para tener líderes que multipliquen, nuestra visión multiplicadora debe ser una prioridad absoluta.

Tener un carácter multiplicador

Un líder debe imprimir un carácter multiplicador a su grupo de líderes mediante  el apoyo, la delegación y la motivación constantes, para que éstos a su vez consigan el efecto rebote en otros. 

Dotar a la parroquia de una identidad propia multiplicadora marcará las diferencias entre una comunidad sana o una enferma, entre una iglesia en crecimiento o en estancamiento.

Tener una actitud multiplicadora

Cada líder laico de la parroquia debe estar dispuesto a ser relevado por otros líderes. 

La multiplicación y el relevo deben ser una parte importante de la estrategia general. Por ello, debe existir un proceso efectivo de reclutamiento y relevo continuo de líderes antes de que realmente se necesiten.

Invertir en formación y crecimiento personal

No se puede tener nuevos líderes, sí antes el sacerdote no ha formado a los primeros líderes o éstos han desaparecido.

La formación de líderes es otra prioridad del párroco.

Los líderes no deben tener miedo a ser relevados y ni recelar que nuevos líderes puedan dirigir mejor que ellos. 

Cuando los líderes permiten a las personas brillar bajo su dirección, su capacidad de liderazgo aumenta y se desarrolla un crecimiento personal impresionante.

Compartir responsabilidades 

La forma más fácil de aprender algo es haciéndolo, y dejando hacer. Cuánto más libertad de maniobra se dé a las personas, más motivadas estarán a comprometerse y participar. Debemos concederles incluso, el derecho a equivocarse.

Identificar el potencial

Es importante, en una cultura de liderazgo estar siempre en búsqueda de personas que algún día puedan ser grandes líderes. Un buen líder busca lo bueno en las personas. ¿Qué tienen, que atraen a la gente?

Crear un entorno propicio 

Los líderes no desarrollan bien bajo una dictadura. Si la gente se siente controlada continuamente o tiene miedo a una respuesta o a equivocarse, es menos propensa a actuar y a dar una respuesta. 

Los verdaderos líderes desaparecerán rápidamente en un entorno excesivamente controlador o de supervisión continua.

Reclutar sin esperar

El método "inscribirse" rara vez funciona bien. Un líder de calidad casi siempre es reclutado personalmente por el sacerdote. Jesús reclutó a sus discípulos, con sus caracteres y peculiaridades, aún a riesgo de ser entregado por ellos. La selección en la parroquia debe hacerse de igual forma: “Ven y sígueme”.

Transformar vidas

Algunas personas experimentan una mayor transformación en sus vidas cuando lideran a otros o cuando tienen algún tipo de responsabilidad en la parroquia. Nutrir líderes potenciales, haciéndoles partícipes en el desarrollo de su madurez espiritual, hará que alcancen ésta, dirigiendo a otros.

jueves, 30 de junio de 2016

¿POR QUÉ A VECES NO VEMOS FRUTOS?


A veces, me inundan sentimientos de frustración al tratar de entender la razón por la que, a pesar de todos los esfuerzos, de toda la pasión con la que nos dedicamos en todo lo que hacemos, de todo el compromiso que ponemos, de toda la carne que ponemos en el asador, no vemos frutos.

Seguramente, nuestra visión esté clara en relación a lo hacemos en la parroquia y para Quién lo hacemos. Posiblemente, las actividades que realizamos son edificantes y los métodos que utilizamos, correctos. Ciertamente, oramos, adoramos y glorificamos a Dios. Nuestra pasión por Cristo, por anunciar el Evangelio y por llegar a los demás está fuera de toda duda. Incluso, hasta vivimos a la luz de Su Palabra.

Sin embargo, ¿porque no vemos frutos ni crecimiento inmediatos? ¿Qué pasa?

Lo primero que me viene a la mente es que la respuesta es porque estamos haciendo algo mal o en contra de la voluntad de Dios y por ello no nos bendice con resultados. 

Pero, ¿el crecimiento numérico tiene que ser siempre un signo de bendición de Dios? ¿Los resultados demuestran que una parroquia es bendecida? ¿Somos nosotros los que debemos cuantificar números y resultados?

Aunque los números no son malos (de hecho, son buenos) y los resultados agradan a Dios, tenemos que discernir con cuidado la forma en que nos planteamos el crecimiento de nuestra parroquia, y lo que significa obtener fruto como iglesia. 

Las condiciones de "suelo"

Quizás estamos haciendo todas las cosas "correctas" y tenemos la actitud correcta, y sin embargo, no ocurre nada, no vemos frutos claros.

En Lucas 8, 4-15, Jesús nos habla con una parábola, la del sembrador, que es Dios y la semilla, que es la palabra de Dios. 

Jesús, como siempre, es muy claro y rotundo: La Palabra de Dios tiene un efecto distinto en los corazones de las personas que la oyen. 

Algunos acogen la fe más o menos, pero rebota en sus corazones endurecidos (semillas en el camino). 

Otros la reciben con alegría, pero esta alegría es efímera porque al no tener raíces, creen por algún tiempo, y pronto se alejan (semillas en la roca). 

Otros tienen una actitud indiferente, porque son ahogados por las preocupaciones y los placeres de la vida, y su fruto no madura (semillas entre espinos). 

Y algunos la reciben, la retienen en un corazón bueno y recto, y dan buenos y abundantes frutos (semillas en la buena tierra).

Aquí está el punto: Nosotros no tenemos el control sobre las condiciones del suelo. Nosotros no tenemos el poder de elegir dónde cae la semilla. Nosotros sólo ayudamos a Dios a sembrarla. Nosotros sólo debemos confiar en nuestro Creador, pues Él es quien cosecha.

La misericordia de Dios

Quizás nuestra parroquia ha experimentado un crecimiento explosivo y espectacular en los dos últimos años y posiblemente, nos ha puesto en una situación de alta actividad y presión, incómoda o agotadora.

Sin embargo, la falta de crecimiento o de frutos evidentes pueden ser síntoma inequívoco de la misericordia de Dios sobre nosotros. 

Quizás hemos experimentado un repunte importante en la asistencia a misa, pero no tanto en cuanto al servicio o al compromiso. 

Quizás el espacio sea insuficiente o no esté en la óptimas condiciones. 

Quizás nos hemos involucrado en demasiadas actividades y servicios que conllevan enormes implicaciones organizativas y distintos niveles de compromiso. 

O quizás nuestra parroquia no está llamada a ser una iglesia de un gran tamaño y complejidad. Puede ser que la misericordia de Dios esté actuando sobre todos nosotros para que no se produzca un insólito crecimiento.

El plan de Dios

En última instancia, todo crecimiento y fruto es el resultado directo de la voluntad soberana de Dios. Él determina los tiempos y los espacios, y nos llama a cumplir nuestro servicio con confianza en Él. Dios es perfecto y su Plan para nosotros, también.

Eso significa que Él también es soberano para determinar el tamaño de nuestra parroquia. 

Si el Señor quiere que su iglesia crezca en número, que así sea. 

Pero puede ser que le demos mayor gloria si nuestra parroquia llega a una determinada situación, a unos ciertos resultados o a un determinado tamaño.

El hecho es que, si la asistencia en nuestra parroquia es como es, si el compromiso es el que es, si el fruto es el que es, si las instalaciones son las que son, nosotros tan sólo debemos confiar en Dios y en su plan. 

Debemos estar atentos a discernir cómo y por dónde sopla el Espíritu Santo y desplegar nuestras velas para ser llevados por Él. Las grandes iglesias no tienen por qué ser la norma y de hecho, no son lo habitual.

Así que ¿por qué preocuparse? Está bien ser pequeños. Está bien ser como somos. Está bien ser lo que somos. 

Y termino con unas palabras de nuestro querido vicario episcopal, D. Ángel Camino sobre las tres "pes": "somos pocos, pequeños y pecadores, y Dios nos quiere así".











martes, 28 de junio de 2016

ACTITUDES DE LIDERAZGO QUE MULTIPLICAN




Para que una parroquia tenga un impacto creciente en la comunidad, sus líderes tienen que aprender cómo sus equipos pueden multiplicar. No se trata de sumar sino de multiplicar.

De hecho, uno de los mayores obstáculos para el crecimiento de las parroquias es que los líderes no forman, delegan y recompensan a sus equipos.

Un líder de una parroquia que crece necesita potenciar a otros y aprender de lo que hacen bien, en lugar de buscar métodos, herramientas, tácticas o habilidades. Estas son las actitudes clave:

VAMOS A HACER ESTO JUNTOS

Ningún líder trabaja solo. Un líder ha de entender que todo lo que hace, no importa cuán grande o pequeño, hay que hacerlo con la ayuda de otros. Un gran líder trabaja junto a otros porque sabe que es la mejor manera de crecer es comenzar a pasarles la responsabilidad a ellos, es decir, delegar. 

¿CUÁL ES VUESTRO SUEÑO?

Un líder sabe lo que impulsa y motiva a su equipo y conjuga las oportunidades con las pasiones de la gente. Conectar lo que la parroquia está haciendo con lo que alimenta las personas impulsa el compromiso profundo de los demás. Esto requiere que el líder conozca bien a su equipo. 

OS ESTOY MUY AGRADECIDO

Los líderes están profundamente agradecidos a su equipo y se lo hacen saber. Entienden que la gente tiene un montón de opciones y que, aún así, eligen servir junto a ellos. Estructuran su tiempo, recursos y esfuerzos en torno a las personas y los recompensan porque saben que las personas se sienten atraídas por los líderes agradecidos como parte del plan de Dios. No están ensimismados por la actividad parroquial, sino que agradecen a las personas que eligen servir.

¡DIOS OS LLAMA!

Alguien dijo: "Si quieres construir un barco, no reúnas a las personas para recoger la madera ni les asignes tareas y trabajos, sino enseñarles a ver la inmensidad del mar." La gente sigue a las personas con visión y se motivan para moverse en la dirección correcta. La gente quiere ver su propia vida como parte de una historia más amplia, y una visión clara ayuda a que esto suceda. Además, uno no puede estar entrenado para todos los escenarios posibles, pero una visión clara, ayuda a otros líderes a decidir "sobre la marcha". Una visión clara es como la Estrella del Norte para los marineros... se convierte en un punto de referencia que guía su dirección.

SOIS PARTE DE UNA GRAN HISTORIA

Los líderes piden grandes esfuerzos cuando forman sus equipos. Con demasiada frecuencia, se da opción a la gente de servir de la manera que puedan pero no pedimos a “lo grande. Pensamos que les estamos haciendo un favor porque no queremos que sea una carga para ellos. Lo cierto es que las personas esperan contribuir de manera significativa, sólo hay que pedírselo. No temamos pedirles que sirvan “a lo grande”.

ESTO ES LO QUE QUEREMOS

Los líderes permiten a otros centrarse en los resultados de la actividad cuando comunican lo que se pretende a sus equipos. En lugar de definir cada paso, de cómo necesita que se haga algo, es preciso definir claramente lo que queremos y que la gente averigüe el mejor camino para conseguirlo. Algunos líderes agobian a las personas de sus equipos con detalladas instrucciones “paso a paso” sobre lo que hay que hacer, porque están convencidos de que son los únicos que pueden hacer lo que hay que hacer. Hay que dejar de lado cómo se hacen las cosas y en su lugar, definir la meta que está buscando. Si sólo damos una lista de tareas, lo harán sin motivación y, finalmente, abandonarán para hacer otras actividades donde puedan desarrollar mejor sus capacidades.

¿CÓMO LO HACÉIS?¿EN SERIO?

Los líderes se preocupan por la gente y desean saber de verdad cómo hacen las cosas. Hacen preguntas acerca de lo que está pasando, se interesan y escuchan. No ven a las personas como "unidades de producción" que sirven, sino como los individuos a los que Dios está llamando que sean. Un líder debe centrarse en las personas y en su cuidado. Nuestros equipos no son servidores que construyen nuestros imperios, sino hijos de Dios con los que tenemos el honor de servir juntos.






Rich Birch

Coach and consultant on pastoral productivity and communications.