¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 5 de octubre de 2016

"MAS ALLÁ DE MIS MIEDOS": EL SÍ DE UN CRISTIANO


"Mas allá, de mis miedos, mas allá de mi inseguridad, 
Quiero darte mi respuesta 
Aquí estoy para hacer tu voluntad 
Para que mi amor sea decirte si, hasta el final"


Algunas personas, por naturaleza, tienden a estar tristes porque para ellas, la alegría es un desafío permanente. Cuando sufren, no son capaces de encontrar las alegrías específicas que Dios tiene para cada circunstancia ni tampoco que nuestro enemigo nos odia y trata de robarnos hasta la última gota de alegría que puede.

Pero hay cristianos que viven con un pie en ambos mundos mientras buscan la felicidad. Tienen un ojo en el cielo y en la tierra. Dicen estar con Cristo para hallar la plenitud, pero por otro lado, siguen tratando de encontrar la seguridad, la satisfacción, el placer o el cumplimiento de este mundo. Y no son felices. No pueden serlo

La única manera de obtener la felicidad, es decir, la plenitud, es dar un completo "Sí" a Dios. Lo que significa decir "No" al mundo.

Hoy, comparto mi alegría: a mis 50 años, me confirmo en la fe de Cristo. Doy mi "Sí", hasta el final. Digo "no" al mundo. No es mérito mío, sino de Dios. Es mi Padre quien me brinda la oportunidad de servirle y de hacer su voluntad.

Nuestro Sí

Es importante para todos los cristianos estar convencido de que Dios es bueno. Y lo que es más, sólo Dios es bueno.

Si no estamos absolutamente convencidos de que sólo Dios es bueno, no seremos capaces de decir "No" a otros dioses que prometen alegría, pero que ofrecen tristeza. Ni siquiera debemos imaginar que hay un poco de bueno lejos de Dios y de su voluntad. Ni una pizca.

Los Salmos nos conducen hacia esta gran verdad:


"Guárdame, oh Dios, pues me refugio en ti. Yo le he dicho: "Tú eres mi Señor, no hay dicha para mí fuera de ti.". (Salmo 16, 2)

"¿A quién tengo en los cielos sino a ti? y fuera de ti nada más quiero en la tierra." (Salmo 73, 25)

"¡A ti clamo, Señor, a ti te digo: "Tú eres mi esperanza, mi parte en la tierra de los que viven!." (Salmo 142, 6)

En el Nuevo Testamento, Santiago escribe:

"Hermanos muy queridos, no se equivoquen:son las cosas buenas y los dones perfectos los que proceden de lo alto y descienden del Padre que es luz; allí no retornan las noches ni pasan las sombras." (Santiago 1, 16-17)

Cada granito de bien en este mundo viene de Dios. Nada puede ser bueno a menos que venga de Dios. La fe es un don gratuito de Dios. Un cristiano alegre cree esta verdad y edifica su vida sobre ella y agradece a Dios este regalo.

Dios es bueno. Sólo Dios es bueno. Y todo lo bueno viene de Dios. Y lo mejor de todo, Dios se nos da a sí mismo. Y Él es nuestra alegría, el deleite indeciblemente y el gozo glorioso de nuestro corazón: "Me enseñarás la senda de la vida, gozos y plenitud en tu presencia, delicias para siempre a tu derecha". (Salmo 16,11)

Nuestro No

Satanás nos tienta a pensar que podemos encontrar algo bueno y satisfactorio fuera de Dios. 

Pero debemos decir un fuerte y rotundo "no" a todo lo que promete el bien sin Dios. Este gran "No" está en el corazón de la fe cristiana.

La esencia del mal siempre busca fuera de Dios y de su voluntad. 

Así es como fue engañada nuestra madre Eva: "A la mujer le gustó ese árbol que atraía la vista y que era tan excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le dio también a su marido que andaba con ella, quien también lo comió.". (Génesis 3, 6)

Tropezamos de la misma manera que lo hizo Eva. Cuando buscamos en nuestra vida, parece que tratemos de conseguir algo bueno fuera de Dios y de sus caminos. Anhelamos el placer, el dinero, la seguridad, la fama, la satisfacción, la justicia, la comodidad, etc, pero tratamos de conseguirlo sin Dios.

Y esto es idolatría. Buscamos siempre fuera de Dios, idolatramos cosas (dioses) para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Estos dioses prometen alegría, pero que nos llevan a la miseria. Corremos tras otros dioses para encontrar la alegría, pero no la encontramos.

Así que elige hoy a quién vas a servir. No se puede servir a dos amos: "Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero". (Mateo 6, 24)

Mira a Dios y haz su voluntad y obtendrás muchos regalos en tu vida. Espera en Dios, y no corras detrás de otros dioses. Dios es el camino a la alegría. Dios es el camino a la vida plena.

Os dejo con una de mis canciones favoritas, "En mi Getsemaní":



martes, 4 de octubre de 2016

¿DEBE UN CRISTIANO TOMARSE LA JUSTICIA POR SU CUENTA?



"No devolver a nadie mal por mal...
no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos,
 antes bien, vence al mal con el bien"
(Romanos 12, 17-21)

La cuestión no es si un cristiano puede o debe usar la fuerza en legítima defensa, en la defensa de su familia, de sus amigos o de sus hermanos en la fe. 

La cuestión es que adopte su enfoque, su conducta y su actitud desde el corazón de la vida cristiana: la Palabra de Dios.

A través San Pablo

Cristo nos llama a sus seguidores a no vengarnos, a no dejar lugar a la ira y devolver bien por mal

Nuestro Creador nos revela el valor supremo de su Hijo y su salvación, en la gracia especial de un pueblo cristiano que se confía a su cuidado, aunque sufra injustamente. 

"No devolver a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos los hombres: en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres;no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos, dejad lugar a la Cólera, pues dice la Escritura: Mía es la venganza: yo daré el pago merecido, dice el Señor. Antes al contrario: si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien". (Romanos 12, 17-21)
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Nos enseña a soportar como Él la persecución sin resistencia armada, sino más bien con el sufrimiento gozoso, la oración y la palabra de Dios.

"Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que hablen tu palabra con toda confianza, mientras extiendes tu mano para curaciones, señales y prodigios mediante el nombre de tu Jesús santo siervo. Y cuando había orado, el lugar en el que estaban reunidos fue sacudido, y todos fueron llenos del Espíritu Santo y continuó a hablar la palabra de Dios con confianza". (Hechos 4, 27-31)

A los apóstoles, los golpearon y les intimaron para que no hablasen en el nombre de Jesús, les encarcelaron y luego, los pusieron en libertad. Entonces salieron gozosos de haber sido arrestados por ser dignos de padecer por el nombre de Jesús. (Hechos 5, 40-41)


A través de San Pedro

Nos advierte que los cristianos nos encontraremos a menudo en situaciones en las que deberemos esperar y aceptar el maltrato injusto sin represalia.

Antes de devolver mal por mal, con nuestras objeciones y réplicas, debemos hacer un esfuerzo, en consideración a Dios, por tolerar, por escuchar, por devolver bien por mal

"Porque bella cosa es tolerar penas, por consideración a Dios, cuando se sufre injustamente." (1 Pedro 2,19)

"No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar la bendición."(1 Pedro 3,9)

Debemos contestar desde nuestros corazones, a través de la oración, si nos preguntan por nuestra fepero debemos hacerlo con dulzura y respeto

"Al contrario, dad culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. Pero hacedlo con dulzura y respeto. Mantened una buena conciencia, para que aquello mismo que os echen en cara, sirva de confusión a quienes critiquen vuestra buena conducta en Cristo." (1 Pedro 3, 15-16)
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"Es mejor sufrir por hacer el bien, si tal es la voluntad de Dios, que haciendo el mal." (1 Pedro 3,17).

"Alegraos en la medida en que participáis en los padecimientos de Cristo, que es posible que también sea alegría y júbilo, cuando se manifieste su gloria."(1 Pedro 4,13)

Si sufrimos persecución o mofa, no debemos avergonzarnos sino alegrarnos por participar con Cristo en la cruz. Y todo para dar gloria a Dios por ser cristianos y encomendarnos a Él.

"Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño, sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria." (1 Pedro 4,12-13)

"Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados...Si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios en este nombre...Que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien." (1 Pedro 4,14-19)

El objetivo que Pedro trata de exhortarnos a los cristianos como "extranjeros y peregrinos" en esta tierra, no es que pongamos nuestra esperanza en nuestra propia justicia, sino que sepamos sufrir como Cristo y mostremos que nuestro tesoro está en el cielo, no en la defensa propia.

A través de San Lucas 
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Nos asegura que seremos perseguidos y que tendremos hostilidad y violencia por causa de su nombre, pero todo su consejo se basa en cómo manejar la situación a través del sufrimiento y del testimonio, no con la defensa armada.


"Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. (Lucas 21, 12-19)

A través de San Mateo

Nos asegura que su rebaño está entre lobos y dice que seamos prudentes y sencillos.
"Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento.Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará." (Mateo 10, 16-22).


Jesús dijo a [Pedro], "Vuelve tu espada a su lugar. Para todos los que toman la espada perecerán por la espada"(Mateo 26,52).

Resultado de imagen de esperanza en el cieloEl apóstol nos dice que los cristianos se regocijan en la persecución porque tenemos puesta nuestra esperanza en el cielo en lugar de en la tierra, intentando defendernos.

Esta es la raíz de poner la otra mejilla y amar al enemigo.

"Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra (Mateo 5, 38-39)

"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos."
 (Mateo 5, 44-45).

"Bienaventurados seréis cuando os insulten y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi cuenta. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros". (Mateo 5, 11-12)

A través de San Juan

Nos prepara el escenario para una vida de peregrinación en esta tierra en la que damos testimonio de que este mundo no es nuestro hogar, y no es nuestro reino, renunciemos a la imposición de nuestra causa cristiana con la espada.

"Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de este mundo" (Juan 18,36).


Entonces, ¿debemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta?

NO, absolutamente NO.

La Palabra nos dice que Dios suplirá todo lo que nos falte conforme a la gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4,19) y que Dios permite el uso de la espada por parte del Estado en la defensa de la justicia (1 Pedro 2,13-17; Romanos 13, 1-4). 

Dios se dirige a las personas a las que la Biblia llama "los refugiados y exiliados" en la tierra, a saber, los cristianos y nos dice claramente que nuestras armas no son materiales, sino espirituales (2 Corintios 10, 4).





lunes, 3 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 23: EL SEÑOR ES MI PASTOR



"El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar, 
me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma; 
me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre;
aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, 
porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.

Me preparas una mesa ante mis enemigos, 
perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar.
Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; 
habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

Salmo 23

El Salmo 23 es conocido como el Salmo del Buen Pastores uno de los más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto por la tradición judía como por la cristiana. En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en distintas fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos, matrimonios, funerales, etc). 

Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.

El Salmo desarrolla dos imágenes o partes distintas: 
  1. El pastor que cuida de sus ovejas (vs. 1-4). Está escrita en tercera persona del singular (el Señor es mi Pastor, me hace reposar, me conduce, repara, me guía, hace honor)
  2. El señor de la casa que acoge a un huésped (vs. 5-6). Está escrita en segunda persona del singular (tú me preparas, perfumas, tu amor y tu bondad me acompañan). El último versículo está en primera persona del singular (yo habitaré). 

El verso central (Tú estás conmigo) es el punto de unión entre las dos partes, ya que pertenece al primer bloque, pero está en segunda persona, como el segundo. 

Los símbolos que desarrolla son universales: el camino, el agua, la oscuridad de la noche, el banquete, los perfumes... y pueden interpelar por igual a los hombres de antiguas culturas rurales como a los de las modernas civilizaciones urbanas. 

Analicemos, ahora, cada una de las frases del salmo.

El Señor es mi Pastor 

El primer verso ya nos dice que hay que leer todo el poema como una imagen para hablar de la relación entre el orante y Dios. El título de "pastor" para nombrar a los reyes y guías del pueblo es habitual en el Oriente antiguo, así como en Grecia y en otros pueblos. La Biblia lo utiliza varias veces para hablar de Dios, tanto en los libros históricos como en los proféticos, en los poéticos y en los sapienciales (Génesis 49, 24; Isaías 40, 11; Salmo 80, 2; Eclesiástico 18, 13; etc.). 

Dios mismo, en el capítulo 34 del profeta Ezequiel, se compara a sí mismo con un Pastor que quiere cuidar, proteger y alimentar a sus fieles

Como los jefes del Pueblo han sido malos pastores, porque han utilizado a las ovejas en su propio provecho, Dios se ocupará personalmente de cada una, cubriendo todas sus necesidades: "Vosotros os bebéis su leche, os vestís con su lana, matáis las ovejas gordas, pero no apacentáis el rebaño, ni robustecéis a las flacas, ni vendáis a las heridas, ni buscáis las perdidas... Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré... Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada, vendaré a la herida, robusteceré a la flaca, cuidaré a la gorda. Las apacentaré como se debe"

Son imágenes tiernas, que nos hablan de un amor personal de Dios por su rebaño, que no nos trata a todos por igual, sino que sale a nuestro encuentro, respondiendo a las necesidades y esperanzas concretas de cada uno.

En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas. No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. Hoy los beduinos siguen haciendo lo mismo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. 

El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza y tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida.

Nada me falta

Tanto en Israel como en todo el Medio Oriente escasean el agua y los pastos. Pasar hambre y sed es una experiencia ordinaria cuando se atraviesan los amplios desiertos. Quien ve los rebaños de los beduinos se extraña de lo extremadamente flacos que están los animales. 

En este contexto se comprende lo grande que es poder hablar de abundancia, afirmar que no se carece de nada. Ciertamente, como escribió Santa Teresa de Jesús, "Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

En prados de hierba fresca me hace reposar


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Conseguir hierba en el desierto es ya suficiente para sobrevivir, pero si, además, la hierba es fresca, el hallazgo se convierte en una fiesta. 

Después de un camino árido y polvoriento, la sola vista de un prado invita al descanso

Las ovejas pueden reposar después de haber comido, en las horas en que el excesivo calor no permite desplazarse: "Dime dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas sestear al mediodía" (Cantar de los Cantares 1, 7).

Me conduce junto a fuentes tranquilas

El agua no sólo quita la sed, también limpia del polvo del camino y refresca. El mismo sonido de la fuente relaja y hace olvidar las fatigas

Pero las fuentes son los lugares más peligrosos para los rebaños. Tanto los lobos como los salteadores saben que allí terminan acudiendo a beber y se esconden esperando a sus presas. El salmo subraya que las fuentes a las que nos conduce nuestro pastor son "tranquilas", seguras. 

La Sagrada Escritura usa muchas veces el símbolo de la sed para hablar del deseo de Dios y del agua para hablar del don del Espíritu Santo. "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios..." (Salmo 42, 2-3). "Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi Espíritu..." (Ezequiel 36, 25).

Y repara mis fuerzas

Después del cansancio del camino, el alimento, la bebida y el descanso nos hacen tomar fuerzas para poder seguir caminando. Literalmente dice: "repara mi aliento", mi alma, entendido como mi vigor y mi vida también. En algunas ocasiones nos sentimos agotados y nos parece que ya no podemos más. 

Es el momento de escuchar las palabras del Salmo 27: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fuerza y mi energía, ¿quién me hará temblar? Aunque los malvados se levanten contra mí... Él me recogerá en su tienda... Aunque mi padre y mi madre me abandonen, Él me acogerá".

Me guía por el camino justo

La experiencia de caminar acompaña a todo hombre. Nos desplazamos de un sitio a otro y toda nuestra vida es un camino. A veces equivocamos la senda, porque, como nos recuerda Antonio Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"

El pastor adapta su paso a la necesidad de las ovejas, va en busca de un lugar bueno para ellas. Para los hombres, decir esto es confesar que el Señor nos guía por el camino justo, el único bueno, aunque no lo entendamos inmediatamente. 


Él nos lleva al mejor lugar, que nosotros solos no podríamos encontrar: las fuentes tranquilas, el agua que produce paz y calma la sed más profunda del que la bebe: "Te guiaré por el camino de la sabiduría, te conduciré por sendas justas" (Proverbios 4, 11). "Peregrino soy en esta tierra, no me ocultes tus mandatos... Enséñame, Señor, tu camino para que lo siga". (Salmo 119, 19. 33).

Haciendo honor a su Nombre

El pastor que cumple bien su trabajo, que cuida de su rebaño, lo alimenta, lo proteje y lo guía por los caminos acertados, hace honor a su nombre. "El asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye; y el lobo hace presa de ellas. Se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y cada una de ellas es importante para mí" (Juan 10, 12).

Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré

El pastor nos da tanta seguridad, que hasta podríamos atravesar con él el valle tenebroso. La oscuridad del valle da miedo por los peligros que puede esconder, porque no se ve el camino, por la semejanza entre las tinieblas y la muerte. Este salmo, para decir "tinieblas", utiliza una palabra rara, que no se usa casi nunca: "salmawet" y que podríamos traducir por "oscuro como la muerte". En hebreo, "mawet" significa "muerte". 

La muerte es evocada para el lector por la oscuridad del valle y por la palabra con la que se habla de esta oscuridad. De hecho, la Biblia griega traduce "Aún si camino por el valle de la muerte, no temo, porque Tú me acompañas". Una imagen de gran fuerza para recordarnos nuestra condición de mortales en un contexto de gran dulzura (grandezas de la poesía).

Porque Tú estás conmigo
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Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso. La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que "Tú estás conmigo"

Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante. "Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra" (Salmo 73, 25). "Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?" (Salmo 118, 6).

Tu vara y tu cayado me dan seguridad

Palestina es una tierra cálida. Los viajes con el ganado se hacen temprano, antes de que caliente el sol, o al atardecer, cuando se oculta. Las ovejas no tienen miedo de extraviarse en la oscuridad, porque se siguen unas a otras y, a lo largo del camino, oyen el sonido de la vara del pastor que camina con ellas

El cayado, arma con la que defender a las ovejas de las alimañas, es al mismo tiempo el signo tierno de la presencia del pastor junto al rebaño, que toca con su punta los lomos de la que se desvía para reconducirla al redil y, con el ruido que hace al apoyarlo en el suelo, guía su caminar

Con el sonido del bastón de Dios en nuestras vidas, no tenemos miedo ni de la muerte. La imagen hace también referencia al bastón de mando, al cetro de Dios, con el que gobierna todas las cosas para el bien de su pueblo. El salmo siguiente, el 24, habla del Señor "Rey de la gloria", y comienza así: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y todos sus habitantes"

El mismo David era rey y pastor. La referencia al cayado de pastor y al bastón de mando es riquísima de evocaciones: Dios salvador, liberador, guía del pueblo, en relación con la salida de Egipto y la Monarquía.

La sensación de seguridad y de protección prosigue con la segunda imagen del salmo: la del señor que acoge un huésped en su casa.

Me preparas un banquete frente a mis enemigos

La palabra usada en hebreo significa "desenrollar", con el sentido de extender unas pieles de cabra a la puerta de la tienda, para colocar sobre ellas la comida. Podemos reconstruir la escena: un hombre huye de sus enemigos por el desierto. Casi imposible salvarse. Improvisadamente, encuentra un beduino que lo acoge en su tienda. La ley de la hospitalidad era sagrada para los semitas. Cuando alguien es acogido, invitado a comer, se convierte en intocable. Los enemigos no se pueden acercar a él. "El Señor hace justicia al huérfano, a la viuda y ama al emigrante suministrándole pan y vestido. Amad vosotros también al emigrante, ya que emigrantes fuisteis..." (Deuteronomio 10, 18-19). 

Abraham recibió la promesa definitiva cuando acogió en su casa a unos peregrinos que resultaron ser enviados de Dios (Génesis 18). "No olvidéis la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, a ángeles" (Hebreos 13, 2). Lot prefiere entregar a sus dos hijas antes que a unos desconocidos acogidos en su casa (Génesis 19).

Perfumas con ungüento mi cabeza

El ungir a un huésped era la mayor manifestación de veneración que se podía tener con él. El aceite enriquecido de esencias perfumadas da frescor, suaviza la piel. Es éste un gesto de extremo afecto y consideración para el que llega cansado por el calor del desierto y las penalidades de la huida. "¡Qué hermoso es que los hermanos vivan unidos! Es como ungüento perfumado derramado en la cabeza." (Salmo 133 1-2). Una mujer de Betania tendrá este gesto con Jesús y él lo agradecerá a pesar de la incomprensión de los discípulos, llegando a afirmar que esa mujer sería recordada en todos los lugares donde se predique el Evangelio (Mateo 26, 6ss).

Y mi copa rebosa

La copa que rebosa es, igualmente, signo de la generosidad con que el huésped es acogido. No recibe sólo lo necesario. Hay algo de superfluo, de añadido, de generosidad total, en los actos de Dios. Recordemos, por ejemplo, la narración de la creación. Dios no hace sólo lo necesario, sino que, además, entrega al hombre ríos con agua abundante, con oro fino, con piedras preciosas y perfumes (Génesis 2, 10). Lo mismo sucede cuando los israelitas salen de Egipto. Dios no sólo les da la libertad. Les enriquece también con los bienes y el oro de los egipcios (Éxodo 12, 36).

Tu amor y tu bondad me acompañan

Ésta es la imagen más extraña para los occidentales. Es como si el beduino que me ha acogido en su tienda y me ha defendido de mis enemigos, me pusiera ahora dos guardaespaldas que me acompañen de regreso a mi casa. Aquí, los dos acompañantes son una personificación del Amor y la Bondad de Dios, última referencia del salmo. Aunque a nosotros pueda resultarnos rara la personificación de cualidades divinas, en la Biblia es bastante común: "La Salvación está cerca de los que le honran y la Justicia habitará en nuestra tierra. El Amor y la Fidelidad se encuentran, la Justicia y la Paz se besan... La Justicia marchará delante de él y la Rectitud seguirá sus pasos" (Salmo 85, 10).

Todos los días de mi vida

No hablamos de un acompañamiento pasajero, sino de la certeza de una protección continua, como si se respondiera a la petición con que concluye el salmo 28: "Salva a tu pueblo, bendice tu heredad, apaciéntanos y guíanos por siempre".

Las dos partes del salmo comienzan con una situación de descanso y terminan con los protagonistas en actitud de caminarLas ovejas comen, beben y sestean en el oasis. Después emprenden la marcha, guiadas por el pastor. El que huía del desierto encuentra la salvación en la tienda del beduino. Allí sacia su hambre y su sed, se perfuma y, posteriormente, emprende la marcha custodiado por dos escoltas. 

Las dos partes del salmo parecen insinuar que nuestra vida es un continuo andar de la mano del Señor. Cuando lo necesitamos, él nos ofrece momentos de descanso para restaurar nuestras fuerzas. Cuando nos hemos recuperado, hay que volver a caminar. Como los discípulos que acompañaron a Jesús en el Tabor: Después de la Transfiguración tuvieron que regresar al valle. El Salmo 122, como los otros llamados "salmos de ascensión a Jerusalén", nos recuerda que siempre somos peregrinos: "¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!".

El libro del Éxodo, que nos narra el camino de Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida, se convierte en imagen de nuestra vida: El Señor nos guía y nos acompaña, nos instruye y nos corrige todas las jornadas de nuestra existencia, hasta el día en que entremos en el descanso definitivo. El salmo 95 insiste en esta idea, invitándonos a aprender de los errores cometidos por los israelitas en su caminar por el desierto, para no repetirlos: "Ojalá escuchéis hoy su voz. No endurezcáis vuestro corazón... como en el desierto, cuando me tentaron vuestros antepasados... Son un pueblo que no conoce mis caminos, por eso juré airado que no entrarían en mi descanso". 

El Antiguo y en Nuevo Testamento son un testimonio continuo de las ansias que arden en nuestros corazones de alcanzar la patria verdadera, la definitiva: "Si Josué les hubiera proporcionado un descanso definitivo, David no hablaría de un posterior día de descanso. Hay, pues, un descanso definitivo reservado al pueblo de Dios... Apresurémonos, pues" (Hebreos 4, 8).

Y habitaré en la casa del Señor por años sin término

Después de hablar de descansos pasajeros y de caminos largos, se evoca el reposo definitivo en la casa del Señor, la entrada en el "Sabat" último y eterno, en la Nueva Jerusalén, tal como canta el Apocalipsis: "Ésta es la Morada de Dios con los hombres. Habitará entre ellos... Enjugará las lágrimas de sus ojos y no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor" (21, 3).

El desierto es el contexto común a las dos imágenes (el pastor y el beduino). El que ora este salmo sabe que nada le falta, aún encontrándose en el desierto. 

Allí, el creyente redescubre las raíces de toda la historia de Israel: Abraham y los demás patriarcas fueron pastores trashumantes por el desierto. Moisés se preparó en el desierto para su misión y volvió al desierto para acompañar al pueblo a la libertad. Allí se manifestó el poder de Dios, que "hirió a los primogénitos de Egipto, sacó a su pueblo como a un rebaño y lo condujo por el desierto. Los llevó con seguridad hasta la tierra sagrada" (Salmo 78, 51). Por lo tanto, después que el Señor liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, lo guió por el desierto, como un pastor conduce a su rebaño. Les ofreció agua que manaba de la roca y alimento abundante (maná y codornices), los defendió de las serpientes que los mordían y de los enemigos que los atacaban, los introdujo en la Tierra Prometida y los acogió como Señor del territorio, ofreciéndoles descanso en su casa. Esta idea queda recogida en muchos textos de la Escritura: "Saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo, los guiaste por el desierto... reanimaste tu heredad extenuada y tu rebaño habitó la tierra que tu bondad les había preparado" (Salmo 68, 8). "Te abriste un sendero por el mar... y guiaste a tu pueblo como a un rebaño" (Salmo 77, 20-21).

Resultado de imagen de desiertoEl desierto significa también, para el pueblo, el lugar de la tentación, la prueba, la murmuración, el pecado, la idolatría y la conversión

El lugar donde se descubre que Dios perdona siempre y continúa a dar vida, alimento, salud, victoria. Que da con generosidad porque perdona con magnanimidad. 

El lugar donde se puede hacer la verdadera experiencia del encuentro personal con Dios: "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón... Ella me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que salió de Egipto... Y te desposaré conmigo en fidelidad" (Oseas 2, 16).

La experiencia del Éxodo es revivida siglos después, al retorno del Exilio. El salmo termina afirmando: "Habitaré en la casa del Señor". Aunque la tradición lee "habitaré", las consonantes hebreas dicen "volveré", el verbo usado para la experiencia que sigue a la deportación: "Los haré volver de las naciones por donde están dispersados" (Zacarías 10, 10. Ver Ezequiel 36, 24). La vuelta de la conversión a la comunión. Camino por el desierto, tentación, pecado, perdón, crisis de fe en el Exilio, retorno a la tierra y conversión del corazón. Todo este camino evoca el salmo a quien lo lee con una mentalidad bíblica, a sus destinatarios.

Como hemos visto, las imágenes del salmo hablan de:
  • Seguridad ante los enemigos y peligros de todo tipo: oscuridad, hambre y sed, muerte.
  • Con una connotación de máxima abundancia. Los dones de Dios son siempre a la medida de Dios.
  • Para aquél que ya se sentía dentro de la muerte. Descubrimos la sobreabundancia del don de Dios cuando ya parecía todo perdido.
El significado último del salmo sólo lo podemos entender a la luz del Nuevo Testamento: Jesús es la persona que confía en Dios y camina por sus sendas, aún en medio de las dificultades, hasta entregarse en la cruz

Por eso, el Padre se apiada de Él y le devuelve a la vida, sentándole a su mesa, introduciéndole en su Casa. Al mismo tiempo, Jesús es "el gran Pastor de las ovejas" (Hebreos 13, 20), "el Supremo Pastor" (1 Pedro 5, 4). "Nosotros éramos como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vuelto a nuestro Pastor y Guardián" (1 Pedro 2, 25). 

Él es el Pontífice de la Nueva Alianza, el Camino que nos lleva al Padre, la Puerta de acceso a la Casa de Dios. Él prepara para nosotros el banquete de su Cuerpo y de su Sangre, verdadero alimento de inmortalidad. Su amor es tan grande, que llega a dar la vida por sus ovejas. Con él podemos atravesar sin miedo el valle de la muerte, porque Él es la Resurrección y la Vida, Luz que brilla en las tinieblas, Roca que se abre en el desierto para calmar la sed, Maná que nos alimenta, verdadero Pastor y Rey, que "nos apacienta y nos conduce a fuentes de aguas vivas" (Apocalipsis 7, 17) y que nos permite habitar en su casa "por años sin término". 

El cristiano que ora con el Salmo 23, está llamado a hacer este camino espiritual, verdadera síntesis del Antiguo y del Nuevo testamento: dejarse guiar por Dios "en medio de la noche" y vivir en intimidad con Él, hasta participar en su banquete.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

TU TESTIMONIO NO TRATA DE TI





Vivimos en la época del narcisismo. Es la era de la auto-realización, la era de una carrera incesante hacia la perfección personal, la era de mostrarse al mundo uno mismo: redes sociales, tele-realidad, selfies… 

La sociedad actual se ha vuelto egocentrista, y con ella, también nuestra Iglesia. La Iglesia se ha vuelto auto-referencial, de mantenimiento y sólo se mira a sí misma, en lugar de hacia el exterior. En lugar de hablar de la existencia de Dios, de la verdad objetiva del Evangelio y la fiabilidad histórica de la Resurrección, muchos sacerdotes han pasado a sustituir las homilías por testimonios personales: lo que denomino "el yoismo"

Esta contextualización no es necesariamente mala. En una era posmoderna, los testimonios son, a menudo, muy poderosos a la hora de alcanzar almas para Dios, de acercarnos a los alejados. Los testimonios pueden ser una forma valiosa para compartir las buenas nuevas de Jesús. Pero en una sociedad en la que incluso los cristianos están sumidos en el individualismo, el hedonismo y la egolatría, nuestros testimonios pueden también sonar fácilmente como una historia de autobombo, de búsqueda de aceptación social. 

Incluso, algunos testimonios personales se reducen a esto: "¡Mira! Dios es grande, porque yo yo yo… ". No se trata de verdaderos “caminos a Damasco”, sino más bien, selfies espiritualmente polarizados, disfrazados de una pobre espiritualidad. 

"Testimonios selfies" 

Una caricatura exagerada de un testimonio auto-promocional podría ser: 

"Mi vida era un desastre. Era un completo caos. Solía ​​hacer esto, lo otro y lo de más allá. No te creerás algunas de las cosas que yo hacía. Ahora, he encontrado el significado de mi vida en la religión. Porque Jesús murió en la cruz para cambiar mi vida. Gracias a Dios ya no soy como antes. Ahora vivo una vida correcta. Me despierto con el propósito todos los días de amar al prójimo. Estoy en una ONG ayudando a los niños de África y eso da sentido a mi vida. No paro de trabajar, de viajar, estoy agotado..." 

Sinceramente, ¿esto es el Evangelio? ¿esto es hablar de Dios? Yo creo que no. Más bien, son experiencias de auto-ayuda narcisista que buscan la auto-promoción y la alabanza de otros y que se pueden encontrar en cualquier librería de unos grandes almacenes. 

No basta con añadir un toque de Dios. No basta con realizar actividades buscando nuestra propia satisfacción (material o espiritual) o nuestra gloria personal. Hace falta algo más. 

Narcisismo y Postmodernismo 

A medida que nuestra sociedad ha centrado el foco más en las vivencias y en los testimonios personales que en la verdad y en la alegría del Evangelio, la iglesia adaptándose al momento, los ha declarado correctos y los ha alentado. 

Pero las historias que a veces se cuentan, a menudo están cada vez menos centradas en Jesús y en su mensaje de amor. Con el fin de evitar el debate, nuestros testimonios habitualmente, se centran menos en la vivencia, experiencia y gloria de Dios y más en nuestras vidas exitosas y dignas de elogio. 

El problema es el cambio sistemático en el énfasis: alejado de Dios y más hacia nosotros mismos. "Dios es grande porque ... yo, yo, yo…" 

No. Dios es grande, porque es Dios. A Él le debemos toda la gloria y alabanza. 

Evangelio "light" 

Este nuevo "evangelio" de vidas aparentemente "transformadas" es un evangelio light con un mensaje descafeinado, fabricado a la medida porque está centrado en el hombre, que no es sino un planeta sin sol y los planetas no brillan por si solos. 

Parece que el mensaje es: "Compartir tu fe es fácil! Sólo debes contar tu historia. No necesitas saber mucho acerca de la Biblia, ni de Dios, ni de la Iglesia. Dios está para transformar vidas. Jesús vino a cambiar vidas". 

Esto es peligroso, y aunque es sólo parcialmente cierto, nos convierte en el centro del Evangelio. Ninguna de las afirmaciones anteriores es necesariamente mala, pero la auto-promoción repetida hasta la saciedad, separados de la gloria de Dios, que sustituye el Evangelio de Dios por una experiencia centrada en el hombre, no es correcta. 

Del verdadero mensaje a la idolatría 

Hemos sido creados para el culto, para adorar a Dios. Si no es a Dios a quien adoramos, adoramos a alguien o algo. O en muchos casos, nos adoramos a nosotros mismos. Damos testimonio al mundo acerca de cómo este o aquel método, retiro, circunstancia nos ha transformado y ha llenado todo nuestro ser. 

Parece que todos tenemos una historia que contar sobre nuestra vida, y nos parece única y especial. Seleccionamos y perfilamos los detalles que nos interesan, cortamos el resto y lo pegamos en nuestro testimonio. Pintamos una novela y conformamos una versión al más puro estilo "muro de Facebook". Exponemos sólo lo que nos hace ser admirados. 

¿Queremos que nuestro testimonio mueva al mundo a imitar a Jesús o a nosotros? ¿Queremos llegar al mundo? Entonces, ¿por qué jugamos su propio juego? ¿Por qué disminuimos el verdadero mensaje del evangelio hacia un evangelio testimonial, particular y luego tratar de vendérselo al mundo? 

Vidas transformadas en apariencia

Muchas religiones, filosofías, espiritualidades e incluso nuevas costumbres sociales cambian nuestras formas de actuar. Pero muchas de nuestras actividades o experiencias personales sólo buscan la propia auto-realización, esa que todos idolatran. 

Si nuestra vida ha cambiado, está bien, pero eso no es todo. 

El fin último de nuestra existencia es la gloria de Dios vivo, la cual nos debe hacer diferenciar claramente entre un testimonio secular de cambio de actitudes o costumbres y un cristiano que testifique realmente de Jesucristo. 

El testimonio mundano se centra en la propia forma y en el modo en que uno llega a cambiar, a pesar de los obstáculos en el camino, pero no en Dios. 

El testimonio cristiano se centra en la persona de Cristo: Una luz que nos hace caer de nuestro caballo, nos ciega y nos llama al arrepentimiento. Una verdad que nos libera de las esclavitudes y ataduras de este mundo. Un camino que nos conduce a ser testigos vivos suyos, a cargar con nuestra cruz y sufrir por su causa. Una vida que nos configura con Él: "Ya no vivo yo en mí. Es Cristo quien vive en mí".