¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.
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martes, 20 de agosto de 2019

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 106: ACUÉRDATE DE MI, SEÑOR.

""Se mezclaron con los paganos y adoptaron sus costumbres; 
adoraron a sus ídolos y cayeron en sus trampas; 
inmolaron a sus hijos y a sus hijas a esos falsos dioses;
así se contaminaron con sus obras 
y se prostituyeron con sus malas acciones.
Él los libró una y otra vez, 
pero ellos se obstinaban en su rebeldía 
y se hundían cada vez más en sus maldades. 
Él reparó en sus tribulaciones y escuchó sus plegarias; 
se acordó de la alianza que había hecho con ellos, 
por su inmenso amor cambió de proceder" 
(Salmo 106, 35-37; 39; 43-45)

El Salmo 105 es un canto a la fidelidad de Dios y el 106 es la triste historia de la constante infidelidad y la falta de memoria de su pueblo.

Señor, como el pueblo de Israel, yo tengo poca memoria. Enseguida se me olvida lo que has hecho por mi. 

Me olvido de cuánto me has hecho por mi en cuanto las cosas me marchan bien. 

Me olvido de cuánto me has amado, de cuánto me has perdonado cuando creo que todo es por mérito mío. 

Me mezclo con los que no creen en ti, me deleito con sus modos, imito sus costumbres y me alejo de ti. 

Adoro sus ídolos, caigo en las cosas del mundo, en el materialismo, en el hedonismo, en el orgullo y te soy infiel. 

Me dejo arrastrar por sus seducciones, me contamino con sus acciones y me prostituyo con sus maldades. 

Resultado de imagen de salmo 106Cuántas veces me has librado una y otra vez de problemas y dificultades, y yo me obstino en mi actitud rebelde, hundiéndome en mi miseria.

Cuántas veces me has escuchado y obrado milagros en mi vida, y yo sigo con mi dura cerviz.

Cuántas veces me olvido de que cada acción tuya es no sólo obra, sino mensaje; no sólo es ayuda, sino promesa; no es sólo guía, sino amor; no es sólo perdón, sino fidelidad. 

Señor, haz que entienda, que recuerde y que le dé a cada uno de tus actos de amor en mi vida el valor que tiene. 

Enséñame a leer en tus intervenciones, el mensaje de tu amor y fidelidad a mi, para que nunca me olvide y nunca dude de que siempre estarás conmigo.

"Bendito seas Señor, desde siempre y por siempre. 
¡Amén! ¡Aleluya!"

lunes, 13 de marzo de 2017

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 37: CONFÍA EN EL SEÑOR



"Guarda silencio y espera en el Señor, que te ayudará"
(Salmo 37)

Este fin de semana se lo he dedicado por completo a Dios. Le he pedido ayuda, guía y consejo en momentos de incertidumbre. El Señor, una vez más, ha sido contundente conmigo. Me ha hablado de forma clara y rotunda. Me ha guiado a través de Su Palabra, que es el instrumento que Él nos regala para hablarnos. 

Incluso me ha cantado su amor a través de la música. Y lo he sentido profundamente en mi corazón. ¡Qué Providencia! Porque también lo ha hecho a través de los Salmos, esos dulces cantos bíblicos, llenos de verdades profundas que penetran suavemente en nuestros corazones. Oraciones de fe que nos ayudan en los momentos de oscuridad y serenan nuestras almas. En concreto, Dios me ha cantado el Salmo 37. 

Muchas veces, a lo largo de mi vida, he caído (y caigo) en la tentación de tratar de impartir mi propia justicia, criticando, juzgando o incluso irritándome cuando me he enfrentado a una situación o a una persona injustas

Mi carácter siempre ha estado muy vinculado a la búsqueda de la justicia y he luchado denodadamente cuando ésta ha faltado o cuando he creído que ha sido así.

Mi error ha sido siempre establecer el foco en los resultados y en la apreciación simplista de que el proceder de los injustos es más gratificante y exitoso que el camino de un cristiano, que está lleno de dificultades y de obstáculos. 

Ahora he tomado conciencia de algo que repito mucho pero que no pongo en práctica en mi vida cristiana: que no debo establecer expectativas ni preocuparme por los resultados, los frutos, o simplemente, a no intentar "salirme con la mía", a no pretender que se cumpla mi voluntad o mis deseos.

Dios nos muestra y nos invita a tener la actitud correcta:

"No te irrites contra los malvados ni tengas envidia de los criminales, pues se secan pronto como el heno, como la hierba verde se marchitan"


En el versículo 1, el salmista nos da dos consejos: no irritarnos y no tener envidia.
  • "Irritar", de la palabra hebrea kjará, que significa: “apesadumbrarse”, “encolerizarse”, “airarse", "enojarse”. 
  • "Envidia", de la palabra hebrea caná que significa: “celos” o “resentimiento", "rencor".
Resultado de imagen de libro de los salmosEn la carta del apóstol Pablo a los Gálatas, capítulo 5, versículos 19-23, Dios nos pide que abandonemos las obras de la carne y busquemos los frutos del Espíritu, y más concretamente para el caso que nos ocupa, que practiquemos la paciencia (v. 22),  La palabra traducida del griego para paciencia, es makrodsumía, que significa “soporte”, “aguante”.

Nosotros como hijos de Dios y seguidores de Cristo, debemos ser pacientes: soportar, aguantar las situaciones a las que nos enfrentamos: no encolerizarnos ni irritarnos por esa aparente impunidad en el proceder de los malvados.

En el versículo 2 comprendemos el resultado final que los malvados sufrirán por no hacer lo que es agradable a ojos de Dios. Su triunfo es efímero y pasajero. No será duradero.

"Confía en el Señor y haz el bien, para habitar en tu tierra y vivir tranquilo; busca en el Señor tus delicias, y él te dará lo que tu corazón desea"

A partir del versículo 3, el salmista nos da una serie de recomendaciones para soportar sin envidia ni ira a los malvados, y para que consigamos las bendiciones que Dios nos tiene preparadas. En los versículos 3 y 4 nos dice:
  • "Confía", traducida de la palabra hebrea batakj que significa “apóyate”, “fíate”, “asegúrate”. Debemos confiar en Dios, tener fe en Él, apoyarnos en su poder.
  • "Haz el bien", es una actitud positiva frente a lo negativo. Haciendo el bien, estaremos serenos y viviremos tranquilos. 
  • "Busca en el Señor tus delicias" . Deleitarse, del hebreo anág, significa “experimentar gran placer y gozar con la presencia de alguien”. Debemos deleitarnos en la presencia del Señor. ¿Cómo? Madurando espiritualmente y en nuestra relación con Dios, porque la única manera de disfrutar con alguien es cuando le conocemos profundamente y queremos ser como Él. 
  • "Él te dará lo que tu corazón desea". Si seguimos el modelo de Jesucristo, Dios nos concede nuestras peticiones, porque hacemos su voluntad. Es lo mismo que ocurre cuando un hijo obedece a su padre: le va bien y disfruta con él. Fuera de Dios no encontraremos bienestar completo ni lo que deseamos. Él es el camino seguro para recibir lo que es mejor para nosotros y lo que anhelamos.

"Confía al Señor toda tu vida y fíate de él, que él sabrá lo que hace: hará que luzca tu justicia como la aurora y que tu derecho resplandezca como el mediodía."

Otra vez, en los versículos 5 y 6 nos repite: confía tu vida a Dios y fíate (batakj) de Él, que sabe lo que hace, en lugar de intentar hacer nuestra propia voluntad.

Resultado de imagen de salmo 37 meditacionAquí, "confía" es la palabra hebrea Galál, que significa “entrega”, "encomienda", "delega". Es decir, debemos entregarle a Dios nuestra forma de vivir, de actuar, a dejarnos ser llevados por el camino que nos marca, porque abandonándonos en Él, somos guiados y obtenemos "luz y esplendor" frente a las tinieblas y la oscuridad del mundo. Por eso, Dios nos llama a ser "luz del mundo", pero siguiendo su plan perfecto.

En la medida que entregamos a Dios a aquello que nos molesta, aflige, irrita o que no se amolde a Jesucristo, Él tomará esa conducta o asunto, actuará en concordancia con su voluntad, y hará justicia.

Filipenses 4, 6-7: "No os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."

"Descansa en el Señor, confía en él, no te irrites contra el que prospera ni contra el hombre que maneja intrigas;"


Otra vez en el versículo 7, el salmista vuelve a recordar que debemos guardar silencio, callar, ser pacientes y esperar en Dios. No irritarnos ni sintiendo celos frente al que, aparentemente, prospera ni contra el que actúa mal. 

"Deja la ira, desiste del enfado, no te acalores, que es peor para ti;"

Podemos traducir este versículo 8 como: “Sosiega tu ira y aparta de ti la furia. No te enciendas o impacientes para hacer lo malo” porque es peor para nosotros, pues la ira nos sumerge en la angustia y el sufrimiento. No debemos pensar en nuestras dificultades o problemas, sino solo en Dios.

"Pues los criminales serán exterminados, mas los que esperan en el Señor heredarán la tierra."

En este versículo 9, Dios nos da respuesta al por qué comportarse como Dios nos dice:

"Esperan en el Señor" es la traducción de la palabra hebrea cavá que significa “aguardar”, “confiar”. Así que, si aguardamos y esperamos en Dios a que dé cumplimiento a todo, a su tiempo, podremos heredar y disfrutar de la tierra y los malvados serán exterminados.

"Un poco nada más, y el criminal no existe; lo buscas en su sitio, y ya no está allí;"


El versículo 10 nos enseña de nuevo a ser pacientes y a poner nuestra confianza en la justicia de Dios. Un poco "nada más" y el criminal dejará de existir. Nos pide aguantar, no por mucho tiempo, y comprobaremos que ya no estará allí. Los hombres nos hemos acostumbrado a la inmediatez, al "aquí y ahora". Sin embargo, el Dios Eterno no va deprisa sino que lo que nos ofrece es para siempre.

Los siguientes versículos, del 11 al 40, establecen las diferencias en la forma de actuar del justo y del injusto. Nos muestran cómo Dios lleva al justo de la mano y no le desampara ni le abandona jamás, sino que le abraza con su gran misericordia, le da fortaleza y refugio ante el malvado. Finalmente, establece la recompensa de cada uno.


En los versículos 27 y 37, Dios nos avisa para que nos apartemos del mal y hagamos el bien, para que huyamos de la soberbia y seamos justos, íntegros y pacíficos.
"La salvación de los justos viene del Señor".

El versículo 39 nos da la esperanza de nuestra fe: Dios es nuestro refugio y de Él viene la salvación, no de nuestros méritos ni de nuestros deseos.

El Salmo 37 nos enseña la actitud correcta del cristiano:
  • Confiar en un Dios Justo. 
  • Deleitarse en el Dios Bueno, 
  • Encomendarse a un Dios Todopoderoso. 
  • Guardar silencio y Esperar en un Dios Padre. 
  • Huir de la ira, la envidia y la impaciencia, imitando a un Dios Amoroso.

miércoles, 26 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 27: EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN

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“El Señor es mi luz y mi salvación.”
(Salmo 27)

En el ultimo retiro de Emaús, Dios me dijo, de forma contundente (como siempre), que me contentara con lo que tengo, porque Él no me dejará ni me abandonará (Hebreos 13, 5-6).

Hoy, abro el portátil y leo el correo. Y, de nuevo, vuelve a hablarme: “Aunque tu padre y tu madre te hayan abandonado, Yo te he recogido” (Salmo 27, 10). Asombroso!!! Un hecho que, particularmente, hago mío. Es una herida sin cicatrizar que arrastro desde pequeño: el "sentirme" abandonado y poco querido por mis padres. 

¿Casualidad o Providencia? Nada es casualidad. Dios no para de sorprenderme. Él, en su Plan perfecto, obra día a día, minuto a minuto en mi vida. No puedo más que darle gracias, porque Él nunca me desampara. 

Siempre ha estado y está a mi lado para ayudarme a levantarme si caigo, para iluminar mi senda cuando la oscuridad se cierne sobre mí, o simplemente, para llevarme en sus brazos. Aunque me ha costado darme cuenta casi 50 años.

A sus pies, reconozco mi debilidad, mi fragilidad y mi torpeza, y quizás por interés (debido al carácter egoísta del ser humano) busco su rostro, sí…quizás, por interés... pero con humildad, sintiéndome muy pequeño ante Su majestuosidad, y con la absoluta certeza que me ofrece mi fe cristiana, que solo no puedo, que sin Él nada puedo, nada hay.

Por eso hoy, Dios me interpela a analizar, o más bien, a orar el Salmo 27, tan conocido y tan profundamente espiritual y que podemos dividirlo en dos partes principales:
  1. Versículos 1 al 6. Dios nos da aliento, estímulo y confianza.
  2. Versículos 7-14. Dios nos ofrece la oración como ayuda y sustento. 
Este salmo contiene un mensaje para todos los corazones que necesitan profundizar en la fe y alcanzar la madurez espiritual. Es una oración del rey David que comienza con una afirmación maravillosa que enfatiza la relación entre Dios y el hombre,que nos introduce a una meditación sobre el fundamento para la oración y los sacramentos.

Versículos 1-6

(1) Guía, Salvación y Fortaleza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?"

  • "El Señor es mi luz", es el que me dirige y me guía a la luz de Su Palabra. Más adelante, en el Salmo 119,105 nos dice: "Tu palabra es una luz para mis pies, y una antorcha para mi camino". 
  • "El Señor es mi salvación", lo cual nos habla del amor de Dios, porque fue Su amor el que pensó una salvación para nosotros, por medio de Jesucristo. Juan 3,16: " Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna." 
  • "El Señor es la fortaleza de mi vida". Dios no sólo me da la vida, sino que me da el poder y la fuerza para vivirla en este mundo. 
  • "¿Ante quién puedo temblar?" Cuando uno teme a Dios, ya no hay nada ni nadie a quién temer. El Temor de Dios como don del espíritu, significa, no miedo, sino que todo nuestro ser se alinea para obrar según su voluntad.
(2) Protección: "Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben. 

El Rey David rememora una época pasada de su vida en la que corrió grave peligro. Como un joven pastor de ovejas tuvo que proteger a sus ovejas de un león y un oso. Todos nos encontramos a diario con un león o un oso, que intentan devorarnos. San Pedro, en su primera carta 5,8 también nos habla del león rugiente, el diablo, que anda alrededor buscando a quién devorar.  Pero Dios nos protege haciéndoles sucumbir.

(3) Confianza: "Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo."

La confianza de David estaba depositada en Dios, y la nuestra, también debe estarlo. Cada vez que Jesucristo hablaba a sus discípulos tras su resurrección les decía: "No temáis". Con Cristo resucitado, nada debemos temer.

(4) Eucaristía: "Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo."

Resultado de imagen de adoracion eucaristicaEl Rey David había reducido su vida a pedirle al Señor una sola cosa: vivir la presencia y la comunión con Cristo. El apóstol Pablo hizo lo mismo con su vida. Filipenses 3, 13-14: "Hermanos, yo no creo haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda atrás, me lanzo en persecución de lo que está delante; corro hacia la meta, hacia la vocación celeste de Dios en Cristo Jesús."

En nuestros días, nos sentimos frustrados una y otra vez por la tensión y presión de la sociedad. 

Necesitamos misericordia, compasión y piedad, por lo que debemos reducir nuestra existencia a aquello que es realmente importante: a vivir eucarísticamente. Accedemos a Dios y a su Gracia en la Eucaristía, donde Cristo se hace presente, y por ello, debemos alegrarnos y dar gracias (eucaristía, del griego εὐχαριστία, eucharistía, "acción de gracias").

(5) Santísimo: "Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca".


¿Cuál era ese lugar reservado, secreto, en el tabernáculo? El Santísimo. Nadie podía entrar en ese lugar excepto el sumo sacerdote. Allí estaba el arca revestida de oro y sobre ella, en la parte superior, había una tapa elaborada, que Dios designó como el propiciatorio para que la sangre fuera rociada sobre él. Hoy día, por el sacrificio de Cristo, tenemos un propiciatorio al cual podemos ir: el Santísimo. Y allí es donde está ÉL. allí es donde nos esconde. ¡Qué lugar tan seguro!.

(6) Adoración y Alabanza: "así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor."


Cuando contemplamos este hermoso cuadro y reconocemos lo que Él ha hecho por nosotros, surgirán canciones y alabanzas en nuestro corazón. Es en la Adoración Eucarística donde le aclamamos, le bendecimos y le glorificamos.

Versículos 7-14

.
(7) Confesión: "Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme

En este lugar secreto hay compasión, hay misericordia. Y Dios ha preparado este lugar reservado para nosotros hoy, donde podemos recibir la misericordia de Dios, a través del sacramento de la reconciliación.

(8) Oración: "De ti mi corazón me ha dicho: "Busca su rostro"; es tu rostro, Señor, lo que yo busco".

El Rey David puso esa invitación en boca del Señor, según le dictaba su corazón. Y eso es lo que David hizo, buscarle mediante la oración. Cuando Dios le dijo a David: "te amo", él le respondió,"yo también te amo, Señor". Cuando Dios le dijo: "quiero tener una relación íntima contigo", él respondió: "yo también quiero tener esa relación, Señor".

Dios tiene un anhelo por cada uno de nosotros. ¿Le responderemos? ¿Expresaremos nuestro amor por Él? ¿Nos comunicaremos con Él? ¿Tendremos una relación íntima con Él?

(9) Misericordia: "no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío."

Cuando el Rey David pecó, experimentó lo que significaba que Dios escondiera Su rostro de él. Perdió su relación estrecha con El. Perdió su alegría. Fue entonces cuando oró en el Salmo 51: "Señor, ten piedad."

(10) Acogida: "Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido."

David sabía que aún si existiera la posibilidad de que lo abandonaran sus padres, el Señor lo recogería. 

Dios siempre está dispuesto a extender su brazos y recogernos. Jamás nos abandonaría aunque todo el mundo nos diera la espalda.

(11) Palabra de Dios: "Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando."

El Rey David quería dar un buen testimonio, causar una buena impresión, ante el enemigo, porque sabía que le criticarían. Y quiso que Dios le guiara y le ayudara a no avergonzarle por lo que él hiciera.

Hoy, nosotros tenemos la Palabra de Dios para aprender las sendas del Señor y conocer cuál es el camino, Quién es el Camino.

(12) Apoyo y Paz: "no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia."

El Rey David, acosado y rodeado de enemigos que buscaban su destrucción, le pide a Dios amparo, apoyo y paz ante ellos. Y su oración sería respondida, como lo será la nuestra, si nos sentimos acosados de tal forma que parezca que no tenemos apoyo de nadie. En el momento oportuno, Dios intervendrá.

(13) Fe: "Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos."

El Rey David tenía una fe firme en la bondad y misericordia de Dios. Hoy, incluso en el mundo actual, nuestra fe nos hace ver la bondad de Dios a nuestro alrededor: en la creación, en las personas... Una certeza que podemos ver en la tierra, aquí mismo.

(14) Esperanza: "Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor."

Hoy día, muchos cristianos en ocasiones nos sentimos débiles, desanimados, desesperanzados, descorazonados, o incluso tibios. ¿Y cómo puede uno curarse de ese estado? Pues, pidiéndole a Dios que nos de valor, fortaleza, y esperanza en sus promesas. Esperar en el Señor. ¿Y qué es lo que Él hará? Él fortalecerá nuestro corazón. Él es en realidad el mejor cardiólogo que existe.





Gracias, Señor, 
por las oscuridades que Tú transformas en luces,
por las noches que Tú vuelves en amaneceres,
por las luchas que Tú tornas en victorias,
por los anhelos que Tú haces realidades,
por los dones que Tú conviertes en bendiciones,
por la misericordia que Tú reviertes en perdón,
por el amor que Tú tornas en refugio 
por todo lo que me das,
Gracias, Padre Celestial.




lunes, 3 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 23: EL SEÑOR ES MI PASTOR



"El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar, 
me conduce hacia las aguas del remanso y conforta mi alma; 
me guía por los senderos de justicia, por amor a su nombre;
aunque vaya por un valle tenebroso, no tengo miedo a nada, 
porque tú estás conmigo, tu voz y tu cayado me sostienen.

Me preparas una mesa ante mis enemigos, 
perfumas con ungüento mi cabeza y me llenas la copa a rebosar.
Lealtad y dicha me acompañan todos los días de mi vida; 
habitaré en la casa del Señor por siempre jamás.

Salmo 23

El Salmo 23 es conocido como el Salmo del Buen Pastores uno de los más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto por la tradición judía como por la cristiana. En la Liturgia cristiana se lee como salmo responsorial en distintas fiestas del Señor y se propone para todo tipo de celebraciones (bautizos, matrimonios, funerales, etc). 

Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.

El Salmo desarrolla dos imágenes o partes distintas: 
  1. El pastor que cuida de sus ovejas (vs. 1-4). Está escrita en tercera persona del singular (el Señor es mi Pastor, me hace reposar, me conduce, repara, me guía, hace honor)
  2. El señor de la casa que acoge a un huésped (vs. 5-6). Está escrita en segunda persona del singular (tú me preparas, perfumas, tu amor y tu bondad me acompañan). El último versículo está en primera persona del singular (yo habitaré). 

El verso central (Tú estás conmigo) es el punto de unión entre las dos partes, ya que pertenece al primer bloque, pero está en segunda persona, como el segundo. 

Los símbolos que desarrolla son universales: el camino, el agua, la oscuridad de la noche, el banquete, los perfumes... y pueden interpelar por igual a los hombres de antiguas culturas rurales como a los de las modernas civilizaciones urbanas. 

Analicemos, ahora, cada una de las frases del salmo.

El Señor es mi Pastor 

El primer verso ya nos dice que hay que leer todo el poema como una imagen para hablar de la relación entre el orante y Dios. El título de "pastor" para nombrar a los reyes y guías del pueblo es habitual en el Oriente antiguo, así como en Grecia y en otros pueblos. La Biblia lo utiliza varias veces para hablar de Dios, tanto en los libros históricos como en los proféticos, en los poéticos y en los sapienciales (Génesis 49, 24; Isaías 40, 11; Salmo 80, 2; Eclesiástico 18, 13; etc.). 

Dios mismo, en el capítulo 34 del profeta Ezequiel, se compara a sí mismo con un Pastor que quiere cuidar, proteger y alimentar a sus fieles

Como los jefes del Pueblo han sido malos pastores, porque han utilizado a las ovejas en su propio provecho, Dios se ocupará personalmente de cada una, cubriendo todas sus necesidades: "Vosotros os bebéis su leche, os vestís con su lana, matáis las ovejas gordas, pero no apacentáis el rebaño, ni robustecéis a las flacas, ni vendáis a las heridas, ni buscáis las perdidas... Yo mismo buscaré a mis ovejas y las apacentaré... Buscaré a la oveja perdida y traeré a la descarriada, vendaré a la herida, robusteceré a la flaca, cuidaré a la gorda. Las apacentaré como se debe"

Son imágenes tiernas, que nos hablan de un amor personal de Dios por su rebaño, que no nos trata a todos por igual, sino que sale a nuestro encuentro, respondiendo a las necesidades y esperanzas concretas de cada uno.

En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas. No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. Hoy los beduinos siguen haciendo lo mismo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. 

El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza y tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida.

Nada me falta

Tanto en Israel como en todo el Medio Oriente escasean el agua y los pastos. Pasar hambre y sed es una experiencia ordinaria cuando se atraviesan los amplios desiertos. Quien ve los rebaños de los beduinos se extraña de lo extremadamente flacos que están los animales. 

En este contexto se comprende lo grande que es poder hablar de abundancia, afirmar que no se carece de nada. Ciertamente, como escribió Santa Teresa de Jesús, "Quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta".

En prados de hierba fresca me hace reposar


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Conseguir hierba en el desierto es ya suficiente para sobrevivir, pero si, además, la hierba es fresca, el hallazgo se convierte en una fiesta. 

Después de un camino árido y polvoriento, la sola vista de un prado invita al descanso

Las ovejas pueden reposar después de haber comido, en las horas en que el excesivo calor no permite desplazarse: "Dime dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas sestear al mediodía" (Cantar de los Cantares 1, 7).

Me conduce junto a fuentes tranquilas

El agua no sólo quita la sed, también limpia del polvo del camino y refresca. El mismo sonido de la fuente relaja y hace olvidar las fatigas

Pero las fuentes son los lugares más peligrosos para los rebaños. Tanto los lobos como los salteadores saben que allí terminan acudiendo a beber y se esconden esperando a sus presas. El salmo subraya que las fuentes a las que nos conduce nuestro pastor son "tranquilas", seguras. 

La Sagrada Escritura usa muchas veces el símbolo de la sed para hablar del deseo de Dios y del agua para hablar del don del Espíritu Santo. "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios..." (Salmo 42, 2-3). "Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas. Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi Espíritu..." (Ezequiel 36, 25).

Y repara mis fuerzas

Después del cansancio del camino, el alimento, la bebida y el descanso nos hacen tomar fuerzas para poder seguir caminando. Literalmente dice: "repara mi aliento", mi alma, entendido como mi vigor y mi vida también. En algunas ocasiones nos sentimos agotados y nos parece que ya no podemos más. 

Es el momento de escuchar las palabras del Salmo 27: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es mi fuerza y mi energía, ¿quién me hará temblar? Aunque los malvados se levanten contra mí... Él me recogerá en su tienda... Aunque mi padre y mi madre me abandonen, Él me acogerá".

Me guía por el camino justo

La experiencia de caminar acompaña a todo hombre. Nos desplazamos de un sitio a otro y toda nuestra vida es un camino. A veces equivocamos la senda, porque, como nos recuerda Antonio Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar"

El pastor adapta su paso a la necesidad de las ovejas, va en busca de un lugar bueno para ellas. Para los hombres, decir esto es confesar que el Señor nos guía por el camino justo, el único bueno, aunque no lo entendamos inmediatamente. 


Él nos lleva al mejor lugar, que nosotros solos no podríamos encontrar: las fuentes tranquilas, el agua que produce paz y calma la sed más profunda del que la bebe: "Te guiaré por el camino de la sabiduría, te conduciré por sendas justas" (Proverbios 4, 11). "Peregrino soy en esta tierra, no me ocultes tus mandatos... Enséñame, Señor, tu camino para que lo siga". (Salmo 119, 19. 33).

Haciendo honor a su Nombre

El pastor que cumple bien su trabajo, que cuida de su rebaño, lo alimenta, lo proteje y lo guía por los caminos acertados, hace honor a su nombre. "El asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye; y el lobo hace presa de ellas. Se porta así porque trabaja únicamente por la paga y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y cada una de ellas es importante para mí" (Juan 10, 12).

Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré

El pastor nos da tanta seguridad, que hasta podríamos atravesar con él el valle tenebroso. La oscuridad del valle da miedo por los peligros que puede esconder, porque no se ve el camino, por la semejanza entre las tinieblas y la muerte. Este salmo, para decir "tinieblas", utiliza una palabra rara, que no se usa casi nunca: "salmawet" y que podríamos traducir por "oscuro como la muerte". En hebreo, "mawet" significa "muerte". 

La muerte es evocada para el lector por la oscuridad del valle y por la palabra con la que se habla de esta oscuridad. De hecho, la Biblia griega traduce "Aún si camino por el valle de la muerte, no temo, porque Tú me acompañas". Una imagen de gran fuerza para recordarnos nuestra condición de mortales en un contexto de gran dulzura (grandezas de la poesía).

Porque Tú estás conmigo
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Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso. La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que "Tú estás conmigo"

Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante. "Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra" (Salmo 73, 25). "Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?" (Salmo 118, 6).

Tu vara y tu cayado me dan seguridad

Palestina es una tierra cálida. Los viajes con el ganado se hacen temprano, antes de que caliente el sol, o al atardecer, cuando se oculta. Las ovejas no tienen miedo de extraviarse en la oscuridad, porque se siguen unas a otras y, a lo largo del camino, oyen el sonido de la vara del pastor que camina con ellas

El cayado, arma con la que defender a las ovejas de las alimañas, es al mismo tiempo el signo tierno de la presencia del pastor junto al rebaño, que toca con su punta los lomos de la que se desvía para reconducirla al redil y, con el ruido que hace al apoyarlo en el suelo, guía su caminar

Con el sonido del bastón de Dios en nuestras vidas, no tenemos miedo ni de la muerte. La imagen hace también referencia al bastón de mando, al cetro de Dios, con el que gobierna todas las cosas para el bien de su pueblo. El salmo siguiente, el 24, habla del Señor "Rey de la gloria", y comienza así: "Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y todos sus habitantes"

El mismo David era rey y pastor. La referencia al cayado de pastor y al bastón de mando es riquísima de evocaciones: Dios salvador, liberador, guía del pueblo, en relación con la salida de Egipto y la Monarquía.

La sensación de seguridad y de protección prosigue con la segunda imagen del salmo: la del señor que acoge un huésped en su casa.

Me preparas un banquete frente a mis enemigos

La palabra usada en hebreo significa "desenrollar", con el sentido de extender unas pieles de cabra a la puerta de la tienda, para colocar sobre ellas la comida. Podemos reconstruir la escena: un hombre huye de sus enemigos por el desierto. Casi imposible salvarse. Improvisadamente, encuentra un beduino que lo acoge en su tienda. La ley de la hospitalidad era sagrada para los semitas. Cuando alguien es acogido, invitado a comer, se convierte en intocable. Los enemigos no se pueden acercar a él. "El Señor hace justicia al huérfano, a la viuda y ama al emigrante suministrándole pan y vestido. Amad vosotros también al emigrante, ya que emigrantes fuisteis..." (Deuteronomio 10, 18-19). 

Abraham recibió la promesa definitiva cuando acogió en su casa a unos peregrinos que resultaron ser enviados de Dios (Génesis 18). "No olvidéis la hospitalidad, pues gracias a ella algunos hospedaron, sin saberlo, a ángeles" (Hebreos 13, 2). Lot prefiere entregar a sus dos hijas antes que a unos desconocidos acogidos en su casa (Génesis 19).

Perfumas con ungüento mi cabeza

El ungir a un huésped era la mayor manifestación de veneración que se podía tener con él. El aceite enriquecido de esencias perfumadas da frescor, suaviza la piel. Es éste un gesto de extremo afecto y consideración para el que llega cansado por el calor del desierto y las penalidades de la huida. "¡Qué hermoso es que los hermanos vivan unidos! Es como ungüento perfumado derramado en la cabeza." (Salmo 133 1-2). Una mujer de Betania tendrá este gesto con Jesús y él lo agradecerá a pesar de la incomprensión de los discípulos, llegando a afirmar que esa mujer sería recordada en todos los lugares donde se predique el Evangelio (Mateo 26, 6ss).

Y mi copa rebosa

La copa que rebosa es, igualmente, signo de la generosidad con que el huésped es acogido. No recibe sólo lo necesario. Hay algo de superfluo, de añadido, de generosidad total, en los actos de Dios. Recordemos, por ejemplo, la narración de la creación. Dios no hace sólo lo necesario, sino que, además, entrega al hombre ríos con agua abundante, con oro fino, con piedras preciosas y perfumes (Génesis 2, 10). Lo mismo sucede cuando los israelitas salen de Egipto. Dios no sólo les da la libertad. Les enriquece también con los bienes y el oro de los egipcios (Éxodo 12, 36).

Tu amor y tu bondad me acompañan

Ésta es la imagen más extraña para los occidentales. Es como si el beduino que me ha acogido en su tienda y me ha defendido de mis enemigos, me pusiera ahora dos guardaespaldas que me acompañen de regreso a mi casa. Aquí, los dos acompañantes son una personificación del Amor y la Bondad de Dios, última referencia del salmo. Aunque a nosotros pueda resultarnos rara la personificación de cualidades divinas, en la Biblia es bastante común: "La Salvación está cerca de los que le honran y la Justicia habitará en nuestra tierra. El Amor y la Fidelidad se encuentran, la Justicia y la Paz se besan... La Justicia marchará delante de él y la Rectitud seguirá sus pasos" (Salmo 85, 10).

Todos los días de mi vida

No hablamos de un acompañamiento pasajero, sino de la certeza de una protección continua, como si se respondiera a la petición con que concluye el salmo 28: "Salva a tu pueblo, bendice tu heredad, apaciéntanos y guíanos por siempre".

Las dos partes del salmo comienzan con una situación de descanso y terminan con los protagonistas en actitud de caminarLas ovejas comen, beben y sestean en el oasis. Después emprenden la marcha, guiadas por el pastor. El que huía del desierto encuentra la salvación en la tienda del beduino. Allí sacia su hambre y su sed, se perfuma y, posteriormente, emprende la marcha custodiado por dos escoltas. 

Las dos partes del salmo parecen insinuar que nuestra vida es un continuo andar de la mano del Señor. Cuando lo necesitamos, él nos ofrece momentos de descanso para restaurar nuestras fuerzas. Cuando nos hemos recuperado, hay que volver a caminar. Como los discípulos que acompañaron a Jesús en el Tabor: Después de la Transfiguración tuvieron que regresar al valle. El Salmo 122, como los otros llamados "salmos de ascensión a Jerusalén", nos recuerda que siempre somos peregrinos: "¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la casa del Señor!".

El libro del Éxodo, que nos narra el camino de Israel por el desierto hacia la Tierra Prometida, se convierte en imagen de nuestra vida: El Señor nos guía y nos acompaña, nos instruye y nos corrige todas las jornadas de nuestra existencia, hasta el día en que entremos en el descanso definitivo. El salmo 95 insiste en esta idea, invitándonos a aprender de los errores cometidos por los israelitas en su caminar por el desierto, para no repetirlos: "Ojalá escuchéis hoy su voz. No endurezcáis vuestro corazón... como en el desierto, cuando me tentaron vuestros antepasados... Son un pueblo que no conoce mis caminos, por eso juré airado que no entrarían en mi descanso". 

El Antiguo y en Nuevo Testamento son un testimonio continuo de las ansias que arden en nuestros corazones de alcanzar la patria verdadera, la definitiva: "Si Josué les hubiera proporcionado un descanso definitivo, David no hablaría de un posterior día de descanso. Hay, pues, un descanso definitivo reservado al pueblo de Dios... Apresurémonos, pues" (Hebreos 4, 8).

Y habitaré en la casa del Señor por años sin término

Después de hablar de descansos pasajeros y de caminos largos, se evoca el reposo definitivo en la casa del Señor, la entrada en el "Sabat" último y eterno, en la Nueva Jerusalén, tal como canta el Apocalipsis: "Ésta es la Morada de Dios con los hombres. Habitará entre ellos... Enjugará las lágrimas de sus ojos y no habrá ya muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor" (21, 3).

El desierto es el contexto común a las dos imágenes (el pastor y el beduino). El que ora este salmo sabe que nada le falta, aún encontrándose en el desierto. 

Allí, el creyente redescubre las raíces de toda la historia de Israel: Abraham y los demás patriarcas fueron pastores trashumantes por el desierto. Moisés se preparó en el desierto para su misión y volvió al desierto para acompañar al pueblo a la libertad. Allí se manifestó el poder de Dios, que "hirió a los primogénitos de Egipto, sacó a su pueblo como a un rebaño y lo condujo por el desierto. Los llevó con seguridad hasta la tierra sagrada" (Salmo 78, 51). Por lo tanto, después que el Señor liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto, lo guió por el desierto, como un pastor conduce a su rebaño. Les ofreció agua que manaba de la roca y alimento abundante (maná y codornices), los defendió de las serpientes que los mordían y de los enemigos que los atacaban, los introdujo en la Tierra Prometida y los acogió como Señor del territorio, ofreciéndoles descanso en su casa. Esta idea queda recogida en muchos textos de la Escritura: "Saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo, los guiaste por el desierto... reanimaste tu heredad extenuada y tu rebaño habitó la tierra que tu bondad les había preparado" (Salmo 68, 8). "Te abriste un sendero por el mar... y guiaste a tu pueblo como a un rebaño" (Salmo 77, 20-21).

Resultado de imagen de desiertoEl desierto significa también, para el pueblo, el lugar de la tentación, la prueba, la murmuración, el pecado, la idolatría y la conversión

El lugar donde se descubre que Dios perdona siempre y continúa a dar vida, alimento, salud, victoria. Que da con generosidad porque perdona con magnanimidad. 

El lugar donde se puede hacer la verdadera experiencia del encuentro personal con Dios: "La llevaré al desierto y le hablaré al corazón... Ella me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que salió de Egipto... Y te desposaré conmigo en fidelidad" (Oseas 2, 16).

La experiencia del Éxodo es revivida siglos después, al retorno del Exilio. El salmo termina afirmando: "Habitaré en la casa del Señor". Aunque la tradición lee "habitaré", las consonantes hebreas dicen "volveré", el verbo usado para la experiencia que sigue a la deportación: "Los haré volver de las naciones por donde están dispersados" (Zacarías 10, 10. Ver Ezequiel 36, 24). La vuelta de la conversión a la comunión. Camino por el desierto, tentación, pecado, perdón, crisis de fe en el Exilio, retorno a la tierra y conversión del corazón. Todo este camino evoca el salmo a quien lo lee con una mentalidad bíblica, a sus destinatarios.

Como hemos visto, las imágenes del salmo hablan de:
  • Seguridad ante los enemigos y peligros de todo tipo: oscuridad, hambre y sed, muerte.
  • Con una connotación de máxima abundancia. Los dones de Dios son siempre a la medida de Dios.
  • Para aquél que ya se sentía dentro de la muerte. Descubrimos la sobreabundancia del don de Dios cuando ya parecía todo perdido.
El significado último del salmo sólo lo podemos entender a la luz del Nuevo Testamento: Jesús es la persona que confía en Dios y camina por sus sendas, aún en medio de las dificultades, hasta entregarse en la cruz

Por eso, el Padre se apiada de Él y le devuelve a la vida, sentándole a su mesa, introduciéndole en su Casa. Al mismo tiempo, Jesús es "el gran Pastor de las ovejas" (Hebreos 13, 20), "el Supremo Pastor" (1 Pedro 5, 4). "Nosotros éramos como ovejas descarriadas, pero ahora hemos vuelto a nuestro Pastor y Guardián" (1 Pedro 2, 25). 

Él es el Pontífice de la Nueva Alianza, el Camino que nos lleva al Padre, la Puerta de acceso a la Casa de Dios. Él prepara para nosotros el banquete de su Cuerpo y de su Sangre, verdadero alimento de inmortalidad. Su amor es tan grande, que llega a dar la vida por sus ovejas. Con él podemos atravesar sin miedo el valle de la muerte, porque Él es la Resurrección y la Vida, Luz que brilla en las tinieblas, Roca que se abre en el desierto para calmar la sed, Maná que nos alimenta, verdadero Pastor y Rey, que "nos apacienta y nos conduce a fuentes de aguas vivas" (Apocalipsis 7, 17) y que nos permite habitar en su casa "por años sin término". 

El cristiano que ora con el Salmo 23, está llamado a hacer este camino espiritual, verdadera síntesis del Antiguo y del Nuevo testamento: dejarse guiar por Dios "en medio de la noche" y vivir en intimidad con Él, hasta participar en su banquete.