¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

martes, 11 de agosto de 2015

SER SACERDOTE NO ES TAREA FÁCIL







Ser sacerdote no es, ni mucho menos, una tarea fácil. Se requiere una gran solidez personal, religiosa, mental y psicológica.

La vocación sacerdotal es una de las más difíciles de vivir, pues se coloca entre dos disyuntivas: por un lado, su euforia, que le hace sentir distinto y elegido de Dios; por el otro, su fragilidad, al no contar con soporte externo ni en la familia ni en la sociedad.

Su consagración les obliga a una entrega irrevocable y continua, a un alejamiento y desprendimiento de todo, para entregarse por completo a Dios y a los demás.

Cada vez son menos, más mayores y tienen una excesiva carga laboral. Algunos tienen varias parroquias, lo que significa multiplicar las misas y la administración de los sacramentos. Curas convertidos en meros expendedores de sacramentos a la entera disposición de la feligresía.

También surgen los conflictos de relación interna, entre sacerdotes, derivados del salto generacional entre los jóvenes y los viejos, o de las diferencias profundas entre los conciliares y los postconciliares, los progresistas y los conservadores o los que buscan hacer carrera y los que se entregan a fondo perdido a la gente.

A todo ello hay que añadir la "excesiva presión psicológica a la que los fieles someten a sus curas", que son servidores y líderes a la vez. Una presión de doble cara:

-Por un lado, los fieles que los buscan continuamente como punto de referencia o decisores absolutos en todos y cada uno de los asuntos de la propia conciencia, de la familia o de la parroquia.

-Por el otro, los alejados, indiferentes y contrarios a los sacerdotes, cuya figura hoy día es denostada y ridiculizada a causa de la secularización y el anticlericalismo crecientes y que cuestionan su celo sacerdotal y pastoral. La hostilidad hacia ellos, casi siempre como consecuencia de los casos de abusos sexuales a menores (hasta 2011, 400 casos de sacerdotes frente a 20.000 casos de profesores en Estados Unidos).

Como consecuencia de todo esto, nuestros curas están deprimidos y estresados, es el llamado síndrome del burnout, sacerdotes agotados, desmotivados, desilusionados, cansados, en una palabra "quemados”.

Los síntomas son: nerviosismo, tensiones, saltos de humor o, simplemente, no disponer de tiempo libre alguno, para leer, relajarse, escuchar música, ir al cine o descansar.

El cura católico es un hombre que sufre soledad personal, cada vez más difícil de encajar y soportar, pero también sufre soledad pastoral o ministerial. 

Los curas son amos y jefes de sus parroquias, muchos apenas saben delegar y la corresponsabilidad de los laicos es inexiste o estéril en muchas parroquias. Solos en sus casas y solos en sus iglesias.

Nuestros sacerdotes necesitan ORACIÓN (comunicación continua con Dios) FRATERNIDAD SACERDOTAL (ayuda, refugio y consuelo entre los compañeros), y CORRESPONSABILIDAD LAICA (ayuda, comprensión, compañía, apoyo y participación de los seglares).

Pedimos sacerdotes santos y disponibles, pero también nosotros tenemos que estar dispuestos a ofrecerles acompañamiento personal efectivo y afectivo, participación en las tareas pastorales y mucha, mucha oración.


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