Jesucristo murió en
la cruz para redimir a la humanidad, para salvarnos de nuestros pecados a causa
de su amor por nosotros.
Pero antes de morir
y según consta en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, Jesucristo
pronunció siete frases en la cruz. El de Mateo y el
de Marcos, mencionan solamente una, la cuarta. El de Lucas relata
tres, la primera, segunda y séptima. El de Juan recoge las tres
restantes, la tercera, quinta y sexta.
1- PERDÓN
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen."
Lucas
23,34
La humanidad
entera, representada por los personajes allí presentes, se ensaña contra Jesús.
“Me dejareis sólo”, había dicho Jesús
a sus discípulos. Y ahora está solo, entre el Cielo y la tierra.Se le negó
incluso el consuelo de morir con un poco de dignidad.
Jesús no sólo
perdona, sino que pide el perdón de su
Padre para los que lo han entregado a la muerte.
Jesús mira hacia abajo, desde la cruz y ora
por los culpables de darle muerte, los soldados romanos que cruelmente, le han azotado, torturado escupido, golpeado,
maltratado y que le han clavado en la cruz.
También por los que le han condenado a muerte, (Caifás y los sumos sacerdotes del Sanedrín),
castigado a subir con su propia cruz, luego
desnudado en público, tendido sobre la cruz, clavado a través de sus huesos de manos y
pies.
Jesús también está pensando
en sus apóstoles y compañeros que le han
traicionado
y abandonado, reza por Judas que lo ha vendido, por
Pedro que lo ha negado tres veces, por la multitud voluble, que sólo unos
días antes le alabaron, en su entrada a Jerusalén, y luego días más tarde prefirieron
optar por Él frente a Barrabás, para ser crucificado, gritando su crucifixión.
También por los que se reían y mofaban
de Él.
Y no sólo pide el perdón para ellos, sino también para todos nosotros, para
la humanidad entera, para todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y crucifixión.
Pero Jesús no reacciona con ira. En el apogeo de
su sufrimiento físico, su amor prevalece
y le pide a su Padre que perdone, pero es por su mismo sacrificio en la Cruz
que la humanidad es capaz de ser perdonada!
Hasta sus últimas
horas en la tierra, Jesús predica el
perdón. Él enseña el perdón en la oración del Señor: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden" (Mateo 6,12).
Cuando se le preguntó por Pedro, ¿cuántas
veces deberíamos perdonar a alguien, Jesús responde setenta veces siete (Mateo
18, 21-22).
En la Última Cena,
Jesús explica su crucifixión a sus apóstoles cuando les dice a beber de la
copa: "Bebed todos de ella todos,
porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el
perdón de los pecados "(Mateo 26, 27-28).
Él perdona al
paralítico de Cafarnaúm (Marcos 2,5), y la adúltera sorprendida en el acto ya
punto de ser lapidada (Juan 8, 1-11).
E incluso después
de su resurrección, su primer acto es comisionar a sus discípulos a perdonar: "Recibid el Espíritu Santo a quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados si los retengáis, les quedan
retenidos." (Juan 20, 22-23).
2- SALVACIÓN
"En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el
paraíso."
Lucas
23,43
Ahora no se trata
sólo de los líderes religiosos o los soldados que se burlan de Jesús, sino de
uno de los criminales que habla en favor de Jesús, explicando que ellos dos
están recibiendo su justo castigo, mientras que "este hombre no ha hecho nada malo." Luego, dirigiéndose
a Jesús, le dice: "Jesús, acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino" (Lucas 23,42).
La fe maravillosa de este pecador arrepentido hace que Jesús, haciendo caso omiso de su propio sufrimiento, le responda con amor y misericordia con su
segunda palabra, que es otra vez sobre el perdón, esta vez dirigido a un
pecador.
Del mismo modo que
la primera palabra, esta expresión bíblica se encuentra sólo en el Evangelio de
Lucas. Jesús muestra su divinidad
abriendo el cielo por un pecador arrepentido - tal generosidad de un hombre
que sólo pidió ser recordado!
Pero el verdadero
regalo que Jesús le hacía a aquel hombre, no era solamente el Paraíso. Jesús le ofreció el regalo de sí mismo.
Lo más grande que puede poseer un hombre, una mujer, es compartir su existencia
con Jesucristo.
Hemos
sido creados para vivir en comunión con él y por ello, nos ofrece esperanza
para la salvación, ya que si volvemos nuestros
corazones y oraciones a Él, también vamos a estar con Jesús Cristo al final de
nuestras vidas.
3- IGLESIA
"Jesús le dijo a su Madre:" Mujer, ahí tienes a tu
hijo".
Luego dijo al discípulo: "Esta es tu madre."
Juan
19,26-27
Jesús y María están
juntos de nuevo, al comienzo de su ministerio en Cana y ahora al final de su
ministerio público, a los pies de la Cruz.
El Señor se refiere
a su madre como mujer en la fiesta de bodas de Caná (Juan 2, 1-11) y en este
pasaje, recordando a la mujer en Génesis 3,15, la primera profecía mesiánica
del Redentor, y anticipándose a la mujer vestida del sol en Apocalipsis 12.
Dios eligió a María desde siempre para ser Madre de Jesús,
pero también para ser Madre de los hombres.
Jesús crucificado confía
a María una nueva maternidad, crea desde la cruz “una familia nueva”. Forma la Iglesia y le otorga el papel maternal a la madre de Jesús, para que cuide de su nuevo hijo y al
discípulo le enseña a quien debe querer, respetar y obedecer.
Qué dolor debe
llenar el corazón de María, a ver a su Hijo denostado, torturado y crucificado.
El sufrimiento de su hijo la hizo
a Ella Corredentora, compañera en la
redención.
Una vez más, se
cumple en Cristo otra profecía, de Simeón en el Templo: “una espada atraviesa el alma de María” (Lucas 2,35).
Hay cuatro personas
al pie de la cruz: María, su Madre, Juan, el discípulo a quien él amaba, María
de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena. Él dirige su tercera palabra a María y Juan, el único testigo ocular
de los escritores de los Evangelios.
De nuevo, Jesús se
eleva por encima de la ocasión, y sus
preocupaciones son para los que le aman. El buen hijo que Él es, Jesús se
preocupa por el cuidado de su madre.
De hecho, este pasaje ofrece una prueba de que Jesús era el único hijo de
María, porque si él tenía hermanos o hermanas, se habrían preocupado por ella.
Pero Jesús mira a Juan y le pide cuidar de ella.
También queda
demostrado que San José estaba ausente; probablemente, habría muerto antes de
la crucifixión, o de lo contrario habría sido el encargado de cuidar de María y
también estaría allí.
4- SOLEDAD
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Mateo
27,46 y Marcos 15,34
Esta fue la única
expresión de Jesús en los Evangelios de Mateo y Marcos. Ambos indican que fue en la novena hora, después de tres horas
de oscuridad, cuando Jesús clamó esta cuarta palabra. La novena hora eran las
tres en Judea.
Sorprende el tono angustiado de esta expresión, en
contraste con las tres primeras palabras de Jesús. Este grito sale desde el corazón doloroso y humano de Jesús,
que debió sentirse abandonado por su
Padre y por el Espíritu Santo, amén de sus compañeros terrenales, los discípulos.
Para subrayar su absoluta
soledad, Marcos incluso dice que sus seres queridos estaban allí "mirando desde lejos,"
no cercanos a él. Jesús se siente separado de su Padre, ahora está solo y tiene que enfrentarse a la
muerte por sí mismo.
Esto es
exactamente lo que nos sucede a todos nosotros cuando llega el momento de
nuestra muerte, que debemos afrontarla solos! Jesús vive por completo la
experiencia humana, al igual que nosotros, y al hacerlo, nos libera de la
esclavitud del pecado.
Su cuarta palabra
es tal y como empieza el Salmo 22: su grito en la cruz recuerda el grito de
Israel, y de todas las personas inocentes que sufren. En el Salmo 22, capítulos16-19,
David hace una profecía sorprendente de la crucifixión del Mesías en un momento
en que no se conocía la existencia de la crucifixión: "Está seco mi paladar como una teja y mi
lengua pegada a mi garganta; tú me sumes en el polvo de la muerte. Perros
innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis
manos y mis pies. Puedo contar todos
mis huesos; ellos me observan y me miran, repártense entre sí mis vestiduras y
se sortean mi túnica".
No
puede haber un momento más terrible en la historia del hombre
como ese. Jesús, que vino a salvarnos es crucificado, y da cuenta del horror de
lo que está sucediendo y lo que ahora está soportando. Está a punto de ser
engullido por el mar embravecido del pecado. El mal triunfa, como admite Jesús:
"ahora reinan las tinieblas, y es su
hora" (Lucas 22,53). Pero es sólo por un momento. La carga de todos los pecados de la humanidad por un momento abruma la
humanidad de nuestro Salvador.
Es en la derrota de
su humanidad donde se completa el plan
divino de su Padre. Es por su muerte que somos redimidos. "Porque hay un solo Dios, y también un
solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se
entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el
tiempo oportuno." (I Timoteo 2, 5-6).
"El
mismo que, sobre el madero, llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que,
muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia; con cuyas heridas
habéis sido curados". (I Pedro 2,24)
5-SUFRIMIENTO
"Tengo sed".
Juan
19,28
La quinta palabra
de Jesús es la única expresión humana de
su sufrimiento físico. Jesús está ahora en estado de shock. Las heridas
infligidas en la flagelación, la corona de espinas, y el clavado en la cruz
están dando resultado, especialmente después de perder sangre en la caminata de
tres horas por la ciudad de Jerusalén hasta el. Los estudios sistemáticos de la
Sábana Santa de Turín, indican que la Pasión de Jesús fue mucho peor que uno
pueda imaginarse.
El sufrimiento de Cristo simboliza también el sufrimiento del ser humano aun en la mayor de
las fes.
Jesús tiene sed en un sentido espiritual. Él tiene
sed de amor. Él tiene sed de amor de su
Padre que lo ha abandonado durante esta hora terrible cuando Él tiene que
cumplir su misión solo, no alejándose de Él, sino privándole de su
socorro.
Y él tiene sed de
amor y de la salvación de su pueblo,
la raza humana. Jesús practicaba lo que predicaba: "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he
amado. Nadie tiene mayor amor que este, dar la vida por sus amigos". Juan
15, 12-13
También evoca la sed espiritual que
Cristo experimentó junto al pozo de la samaritana.
6- CUMPLIMIENTO
"Todo está cumplido"
Juan
19, 30
Se trata de la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento perfecto de la Sagrada Escritura en su persona. Jesús era consciente de que había
cumplido hasta el último detalle su misión redentora y la culminación del
programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del
Padre. Más que una palabra de agonía, es
de victoria, "todo está concluido".
Juan recuerda el
sacrificio del Cordero de la Pascua de Éxodo 12 en este pasaje. El hisopo es
una planta medicinal pequeña que se usó para rociar la sangre del Cordero
Pascual en las puertas de las casas de los judíos (Éxodo 12,22). El Evangelio
de Juan relata que fue el día de la preparación, el día antes de la Pascua real
(Pesaj en hebreo, Pascha en griego y latín), cuando Jesús fue condenado a
muerte (19,14) y se sacrificó en la cruz (19,31).
Juan continúa en los
versículos 33-34: "Pero cuando
llegaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas",
recordando la instrucción en Éxodo 12,46 relativa al Cordero Pascual.
Murió a la hora
novena (tres de la tarde), casi al mismo tiempo que los corderos de la Pascua
fueron sacrificados en el Templo. Cristo
se convirtió en el Cordero Pascual, como señaló Pablo: "Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha
sido inmolado." (I Corintios
5, 7). El Cordero inocente fue sacrificado por nuestros pecados, para que nosotros
pudiéramos ser perdonados. La sexta palabra es el reconocimiento de que el sufrimiento de Jesús ha terminado y se
ha completado su tarea. Jesús es obediente al Padre y le da su amor por la
humanidad al redimirnos con su muerte en la Cruz.
El
día más oscuro de la humanidad se convirtió en el día más brillante para la
humanidad. Y los Evangelios sinópticos, al unísono,
capturaron esta paradoja, narran el
horror del evento, la agonía en el jardín, el abandono por parte de sus
Apóstoles, el juicio ante el Sanedrín, la intensa burla y tortura sobre Jesús,
su sufrimiento en soledad, la oscuridad sobre la tierra, y su muerte,
crudamente retratada tanto por Mateo (27, 47-51) y Marcos (15, 33-38).
Por el contrario,
la pasión de Jesús en el Evangelio de
Juan expresa su realeza y demuestra que es su camino triunfal hacia la gloria.
Juan presenta a Jesús como dirigiendo la acción durante todo el camino. La
frase: "Consumado es" conlleva un sentido de logro.
En Juan,
no hay juicio ante el Sanedrín, sino que Jesús se presentó en el juicio romano
como "He aquí vuestro Rey!"
(Juan 19,14). Jesús no está tropezando o cayendo como en los evangelios
sinópticos, sino que el camino de la cruz se presenta con majestad y dignidad,
porque "Jesús salió llevando su propia
cruz" (Juan 19,17). Y en Juan, la inscripción a la cabeza de la cruz
está deliberadamente escrita "Jesús
de Nazaret, Rey de los Judíos" (Juan 19,19).
Cuando
Jesús murió, "entregó" el Espíritu. Jesús mantuvo el control hasta el final,
y es Él quien entregó su Espíritu. No hay que perderse el doble sentido aquí,
porque esto también puede ser interpretado como que su muerte trajo el Espíritu
Santo.
El
Evangelio de Juan revela gradualmente el Espíritu Santo.
Jesús menciona agua viva en Juan 4, 10-11 cuando se encuentra con la mujer
samaritana en el pozo, y durante la Fiesta de los Tabernáculos se refiere a
agua viva como el Espíritu Santo en 7, 37-39. En la Última Cena, Cristo anuncia
que pedirá al Padre que envíe "otro Paráclito para estar con ustedes
siempre, el Espíritu de verdad" (14, 16-17).
La palabra Paráclito
también se traduce como Consolador, Abogado, Intercesor o Consejero. "Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el
Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo
os he dicho." (14,26).
El simbolismo del
agua para que el Espíritu Santo se hace más evidente en Juan 19,34: " sino que uno de los soldados le
atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua."
La perforación de su lado cumple la profecía en Zacarías 12,10: " En cuanto a aquél a quien
traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le
llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito.".
La perforación del costado de Jesús
prefigura los sacramentos de la Eucaristía (la sangre) y el bautismo (agua),
así como el comienzo de la Iglesia.
7-OBEDIENCIA
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Lucas
23,46
La
séptima palabra de Jesús se encuentra en el Evangelio
de Lucas, y se dirige al Padre en el
cielo, justo antes de morir.
Jesús recuerda el Salmo 31, 6: " En
tus manos encomiendo mi espíritu, y tú, Señor, Dios fiel, me librarás."
Se interpreta como un
ejemplo de la confianza que debe tener un
cristiano ante la entrada en el mundo espiritual.
Lucas declara la inocencia de Jesús en repetidas ocasiones:
con Pilatos (Lucas 23, 4, 14-15, 22), a través de Dimas (por la leyenda), el
criminal (Lucas 23,41), e inmediatamente después de su muerte con el centurión,
que cuando vio lo que había pasado, alabó a Dios y dijo: "Verdaderamente este hombre era justo"
(Lucas 23,47).
Jesús
fue obediente a su Padre hasta el final, y su última frase antes de su muerte en la
cruz fue una oración a su Padre.
La relación de Jesús con el Padre se
revela en el Evangelio de Juan, porque Él comentó: "El Padre y yo somos uno" (10,30), y de nuevo, en la Última
Cena: ¿No crees que yo estoy en el Padre
y el Padre está en mí? Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta; el
Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. "(14,10). Y Él
puede regresar: " Salí
del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y vuelvo al Padre"
(16,28).
Jesús
cumple su propia misión y la de su Padre en la cruz:
"Porque
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único,
para
que todo el que crea en él no perezca,
sino
que tenga vida eterna”
Juan 3,16
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