¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

domingo, 19 de julio de 2015

SER-HACER-TENER





A menudo, cometemos el gran “error” de invertir el paradigma “ser, hacer, tener”. Pensamos que primero hay que tener (capacidad, formación, dinero...), para luego hacer (una actividad, un trabajo, una misión...) que finalmente nos llevará a ser (rico, feliz, capaz…). En realidad es mucho más simple.

Dios, que tiene un plan para nosotros, nos quiere activos, diligentes y productivos. Nos llama a SER su pueblo y, por consiguiente, también a servirle y a darle gloria. Esto nos lleva a reflexionar y meditar sobre el “SER” más que sobre el “HACER”.

Para “SER” hijos suyos no es necesario cumplir ningún requisito especial, no tenemos que “HACER” nada por nosotros mismos. Es por su Gracia, que Dios nos ofrece y nos reconoce siempre nuestra dignidad filial.

No se trata tanto de “tener” ni de “hacer”, sino de “ser”. Muchos pueden pensar que no tienen capacidad o tiempo, que no tienen formación o preparación, que no pueden hacer gran cosa; el hecho es que pierden la visión del ser por la del tener o por del hacer.

La clave está en que cada uno “somos” porque Dios nos capacita con un don, con un regalo, con un talento (Mateo 24, 14-15) y nos llama a utilizarlo.

Estamos llamados al “ser”, a ser dignos de su amor y de su misericordia, a ser a su imagen y semejanza, a ser como Él: amor.

Para nosotros es un honor y un orgullo “ser” hijos de Dios, “ser la sal y la luz del mundo” (Mateo 5, 13-14) pero no debemos "ser" buscando reconocimiento ni halago por lo que “hacemos” o por lo que “tenemos”; somos, hacemos y tenemos para gloria de Dios. (1 Corintios 10:31).

Dios se enorgullece de lo que “somos” más que de lo que “hacemos” o de lo que “tenemos”. Para el Señor, nadie “es” menos. Todos “somos” sus hijos preferidos.

Cuando hacemos algo por nuestra familia, por nuestros hijos, por nuestros padres, por nuestros amigos, por los demás… no lo hacemos buscando una recompensa. Lo hacemos por AMOR.

De la misma manera, cuando “somos hijos de Dios”, cuando llegamos a experimentar el gozo y la alegría de “ser” su familia, trabajamos por y para Dios. No necesitamos la afirmación ni el reconocimiento de nadie más.

Y es tal el entusiasmo, que nos “hacemos” y nos “llenamos de su Ser” y el corazón se nos escapa del pecho porque “le tenemos”.

Enfocando nuestra mente, alma y corazón en el “SER”, llegaremos al “HACER” y al “TENER”.

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