¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

viernes, 10 de julio de 2015

EVANGELIZAR ES…


“Anunciamos Tu Muerte, 
Proclamamos Tu Resurrección. 
¡Ven, Señor Jesús!”


Evangelizar en mucho más que compartir tiempo y experiencias con personas en torno a una cena. Es mucho más que defender a la Iglesia y al cristianismo. Es mucho más que tratar de convertir a no creyentes…

Tampoco es hablar de una doctrina que hay que aprender de memoria o del contenido de una sabiduría para meditar. 

Del griego koiné εὐαγγέλιον (euangelos, εὔ = "bueno, buena", ἀγγέλλω = noticia, mensaje) se utiliza para resumir la expresión “anunciar una buena noticia”: alguien “evangelizado” es alguien que ha sido “puesto al corriente”. 

La Evangelización comenzó con Jesús mismo, y al igual que Él fue enviado por el Padre, Él envía a sus discípulos y a toda la Iglesia, comprometiéndonos en esa misión: la edificación del Reino de Dios. 

Es el anuncio de la resurrección de Cristo, es proclamar el amor de Dios por nosotros y llevar a las personas a un encuentro personal con Cristo.

Evangelizar es, ante todo, dar testimonio de una transformación en el interior mismo del ser humano: por la resurrección de Cristo nuestra propia resurrección ya ha comenzado. 

Jesús ha vuelto a dar valor y dignidad a cada uno y somos aceptados plenamente asumidos por él tal como somos, como hijos suyos. 



Por ello, todos los cristianos estamos llamados a evangelizar. Pero proclamar buenas noticias no tiene que ser una carga o una obligación. 

¿Pongo mala cara cuando tengo que contar algo maravilloso? ¿Creo que es un compromiso hablar de amor? ¿Me creo incapaz de hacerlo?

Nosotros allanamos el camino e indicamos la dirección poniendo nuestro servicio, nuestro ejemplo, nuestro testimonio y nuestra oración pero es el Espíritu Santo quien realmente se encarga de todo. 

No estamos solos, pidámosle a Dios su intervención. Nosotros sembramos y Dios cosecha. No es mérito nuestro.





"...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, 
que vendrá sobre vosotros, 
y seréis mis testigos en Jerusalén, 
en toda Judea y Samaria, 
y hasta los confines de la tierra". 

(Hechos 1,8)



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