¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas pero queremos que nos cuentes las tuyas.

miércoles, 26 de octubre de 2016

ORANDO CON LOS SALMOS. SALMO 27: EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACIÓN

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“El Señor es mi luz y mi salvación.”
(Salmo 27)

En el ultimo retiro de Emaús, Dios me dijo, de forma contundente (como siempre), que me contentara con lo que tengo, porque Él no me dejará ni me abandonará (Hebreos 13, 5-6).

Hoy, abro el portátil y leo el correo. Y, de nuevo, vuelve a hablarme: “Aunque tu padre y tu madre te hayan abandonado, Yo te he recogido” (Salmo 27, 10). Asombroso!!! Un hecho que, particularmente, hago mío. Es una herida sin cicatrizar que arrastro desde pequeño: el "sentirme" abandonado y poco querido por mis padres. 

¿Casualidad o Providencia? Nada es casualidad. Dios no para de sorprenderme. Él, en su Plan perfecto, obra día a día, minuto a minuto en mi vida. No puedo más que darle gracias, porque Él nunca me desampara. 

Siempre ha estado y está a mi lado para ayudarme a levantarme si caigo, para iluminar mi senda cuando la oscuridad se cierne sobre mí, o simplemente, para llevarme en sus brazos. Aunque me ha costado darme cuenta casi 50 años.

A sus pies, reconozco mi debilidad, mi fragilidad y mi torpeza, y quizás por interés (debido al carácter egoísta del ser humano) busco su rostro, sí…quizás, por interés... pero con humildad, sintiéndome muy pequeño ante Su majestuosidad, y con la absoluta certeza que me ofrece mi fe cristiana, que solo no puedo, que sin Él nada puedo, nada hay.

Por eso hoy, Dios me interpela a analizar, o más bien, a orar el Salmo 27, tan conocido y tan profundamente espiritual y que podemos dividirlo en dos partes principales:
  1. Versículos 1 al 6. Dios nos da aliento, estímulo y confianza.
  2. Versículos 7-14. Dios nos ofrece la oración como ayuda y sustento. 
Este salmo contiene un mensaje para todos los corazones que necesitan profundizar en la fe y alcanzar la madurez espiritual. Es una oración del rey David que comienza con una afirmación maravillosa que enfatiza la relación entre Dios y el hombre,que nos introduce a una meditación sobre el fundamento para la oración y los sacramentos.

Versículos 1-6

(1) Guía, Salvación y Fortaleza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién podré temer? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿ante quién puedo temblar?"

  • "El Señor es mi luz", es el que me dirige y me guía a la luz de Su Palabra. Más adelante, en el Salmo 119,105 nos dice: "Tu palabra es una luz para mis pies, y una antorcha para mi camino". 
  • "El Señor es mi salvación", lo cual nos habla del amor de Dios, porque fue Su amor el que pensó una salvación para nosotros, por medio de Jesucristo. Juan 3,16: " Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo único, para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna." 
  • "El Señor es la fortaleza de mi vida". Dios no sólo me da la vida, sino que me da el poder y la fuerza para vivirla en este mundo. 
  • "¿Ante quién puedo temblar?" Cuando uno teme a Dios, ya no hay nada ni nadie a quién temer. El Temor de Dios como don del espíritu, significa, no miedo, sino que todo nuestro ser se alinea para obrar según su voluntad.
(2) Protección: "Cuando me asaltan los criminales para destrozarme, son ellos, mis opresores y enemigos, los que tropiezan y sucumben. 

El Rey David rememora una época pasada de su vida en la que corrió grave peligro. Como un joven pastor de ovejas tuvo que proteger a sus ovejas de un león y un oso. Todos nos encontramos a diario con un león o un oso, que intentan devorarnos. San Pedro, en su primera carta 5,8 también nos habla del león rugiente, el diablo, que anda alrededor buscando a quién devorar.  Pero Dios nos protege haciéndoles sucumbir.

(3) Confianza: "Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no teme; aunque una guerra estalle contra mí, estoy tranquilo."

La confianza de David estaba depositada en Dios, y la nuestra, también debe estarlo. Cada vez que Jesucristo hablaba a sus discípulos tras su resurrección les decía: "No temáis". Con Cristo resucitado, nada debemos temer.

(4) Eucaristía: "Una cosa pido al Señor, sólo eso busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida para gustar la dulzura del Señor y contemplar la belleza de su templo."

Resultado de imagen de adoracion eucaristicaEl Rey David había reducido su vida a pedirle al Señor una sola cosa: vivir la presencia y la comunión con Cristo. El apóstol Pablo hizo lo mismo con su vida. Filipenses 3, 13-14: "Hermanos, yo no creo haberla alcanzado ya; de una cosa me ocupo: olvidando lo que queda atrás, me lanzo en persecución de lo que está delante; corro hacia la meta, hacia la vocación celeste de Dios en Cristo Jesús."

En nuestros días, nos sentimos frustrados una y otra vez por la tensión y presión de la sociedad. 

Necesitamos misericordia, compasión y piedad, por lo que debemos reducir nuestra existencia a aquello que es realmente importante: a vivir eucarísticamente. Accedemos a Dios y a su Gracia en la Eucaristía, donde Cristo se hace presente, y por ello, debemos alegrarnos y dar gracias (eucaristía, del griego εὐχαριστία, eucharistía, "acción de gracias").

(5) Santísimo: "Él me dará cobijo el día de la desgracia, me esconderá en lo oculto de su tienda, me subirá a lo alto de la roca".


¿Cuál era ese lugar reservado, secreto, en el tabernáculo? El Santísimo. Nadie podía entrar en ese lugar excepto el sumo sacerdote. Allí estaba el arca revestida de oro y sobre ella, en la parte superior, había una tapa elaborada, que Dios designó como el propiciatorio para que la sangre fuera rociada sobre él. Hoy día, por el sacrificio de Cristo, tenemos un propiciatorio al cual podemos ir: el Santísimo. Y allí es donde está ÉL. allí es donde nos esconde. ¡Qué lugar tan seguro!.

(6) Adoración y Alabanza: "así mi cabeza dominará a los enemigos que me cercan, en su tienda podré ofrecer sacrificios entre aclamaciones, cantando y ensalzando al Señor."


Cuando contemplamos este hermoso cuadro y reconocemos lo que Él ha hecho por nosotros, surgirán canciones y alabanzas en nuestro corazón. Es en la Adoración Eucarística donde le aclamamos, le bendecimos y le glorificamos.

Versículos 7-14

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(7) Confesión: "Escucha, Señor, mi grito suplicante, ten compasión de mí, respóndeme

En este lugar secreto hay compasión, hay misericordia. Y Dios ha preparado este lugar reservado para nosotros hoy, donde podemos recibir la misericordia de Dios, a través del sacramento de la reconciliación.

(8) Oración: "De ti mi corazón me ha dicho: "Busca su rostro"; es tu rostro, Señor, lo que yo busco".

El Rey David puso esa invitación en boca del Señor, según le dictaba su corazón. Y eso es lo que David hizo, buscarle mediante la oración. Cuando Dios le dijo a David: "te amo", él le respondió,"yo también te amo, Señor". Cuando Dios le dijo: "quiero tener una relación íntima contigo", él respondió: "yo también quiero tener esa relación, Señor".

Dios tiene un anhelo por cada uno de nosotros. ¿Le responderemos? ¿Expresaremos nuestro amor por Él? ¿Nos comunicaremos con Él? ¿Tendremos una relación íntima con Él?

(9) Misericordia: "no me ocultes tu rostro, no rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio, no me abandones, no me dejes, oh Dios, salvador mío."

Cuando el Rey David pecó, experimentó lo que significaba que Dios escondiera Su rostro de él. Perdió su relación estrecha con El. Perdió su alegría. Fue entonces cuando oró en el Salmo 51: "Señor, ten piedad."

(10) Acogida: "Mi padre y mi madre me han abandonado, y el Señor me ha recogido."

David sabía que aún si existiera la posibilidad de que lo abandonaran sus padres, el Señor lo recogería. 

Dios siempre está dispuesto a extender su brazos y recogernos. Jamás nos abandonaría aunque todo el mundo nos diera la espalda.

(11) Palabra de Dios: "Enséñame, Señor, tus sendas y guíame por el camino recto, pues me están acechando."

El Rey David quería dar un buen testimonio, causar una buena impresión, ante el enemigo, porque sabía que le criticarían. Y quiso que Dios le guiara y le ayudara a no avergonzarle por lo que él hiciera.

Hoy, nosotros tenemos la Palabra de Dios para aprender las sendas del Señor y conocer cuál es el camino, Quién es el Camino.

(12) Apoyo y Paz: "no me entregues al capricho de mis perseguidores, pues se han alzado contra mí testigos falsos que respiran violencia."

El Rey David, acosado y rodeado de enemigos que buscaban su destrucción, le pide a Dios amparo, apoyo y paz ante ellos. Y su oración sería respondida, como lo será la nuestra, si nos sentimos acosados de tal forma que parezca que no tenemos apoyo de nadie. En el momento oportuno, Dios intervendrá.

(13) Fe: "Yo estoy seguro que he de ver los bienes del Señor en el mundo de los vivos."

El Rey David tenía una fe firme en la bondad y misericordia de Dios. Hoy, incluso en el mundo actual, nuestra fe nos hace ver la bondad de Dios a nuestro alrededor: en la creación, en las personas... Una certeza que podemos ver en la tierra, aquí mismo.

(14) Esperanza: "Espera en el Señor, ten ánimo, sé fuerte, espera en el Señor."

Hoy día, muchos cristianos en ocasiones nos sentimos débiles, desanimados, desesperanzados, descorazonados, o incluso tibios. ¿Y cómo puede uno curarse de ese estado? Pues, pidiéndole a Dios que nos de valor, fortaleza, y esperanza en sus promesas. Esperar en el Señor. ¿Y qué es lo que Él hará? Él fortalecerá nuestro corazón. Él es en realidad el mejor cardiólogo que existe.





Gracias, Señor, 
por las oscuridades que Tú transformas en luces,
por las noches que Tú vuelves en amaneceres,
por las luchas que Tú tornas en victorias,
por los anhelos que Tú haces realidades,
por los dones que Tú conviertes en bendiciones,
por la misericordia que Tú reviertes en perdón,
por el amor que Tú tornas en refugio 
por todo lo que me das,
Gracias, Padre Celestial.




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