¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 19 de junio de 2017

EL SERVICIO, CÓMO Y A QUIÉN

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"Quien hace lo que quiere, no hace lo que debe"

La cultura occidental, enfocada en el individualismo y la libertad del hombre, difunde fundamentalmente el valor del respeto hacia la dignidad de la persona en el trabajo, favoreciendo su libre desarrollo y su autonomía, en detrimento de otros valores imprescindibles en el servicio, como la obediencia, la humildad o la disciplina.

Cuando sirvo a otros,  mi libertad individual, que lucha contra cualquier atisbo de normativa, orden o dependencia, corre el peligro de transformarse en relativismo (todo vale), y éste, en soberbia (porque yo lo valgo) y ésta, en rebelión al Creador (Dios no vale).

Es entonces cuando caigo en una forma de idolatría y rebeldía, que no sólo no aumenta mi libertad sino que me esclaviza y me conduce a un "no vivir", es decir, a la muerte.

¿Qué implica servir? 

Para servir son necesarias tres actitudes o facultades: obediencia, humildad y disciplina

Resultado de imagen de humildadEn el mundo actual, la obediencia “no se lleva”, “no es símbolo de libertad”, y la sustituimos por rebeldía; la humildad es "para los débiles" y la sustituimos por orgullo; la disciplina no tiene “buena prensa”, es “políticamente incorrecta” y la interiorizamos como falta de tolerancia, flexibilidad y complacencia. 

¿Qué es la obediencia? Del latín ob audire, el que escucha: “capacidad que conduce de la escucha atenta a la acción, mediante la subordinación de la voluntad a una autoridad, a una instrucción, al cumplimiento de una demanda o la abstención de una prohibición”.

¿Qué es la humildad? Del latín hŭmĭlĭtas, "conocimiento de las propias limitaciones y debilidades", "capacidad de restar importancia a los propios logros y virtudes y de reconocer los defectos y errores".

¿Qué es la disciplina? Del latín discere, "aprender": “capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un fin”, mediante un determinado código de conducta u orden.

¿Hacia dónde voy?

Mi servicio a Dios y al prójimo requiere la presencia de esas tres capacidades (obediencia, humildad y disciplina) y que, a su vez, junto a la fe y la oración, me conducen a:

- Una escucha atenta y diligente a quienes tienen conocimiento, experiencia, método o sabiduría. 

- Una acción aprendida e interiorizada con anterioridad, mediante la formación.

- Un  orden para ser capaz de lograr los objetivos deseados.

- Una armonía, porque todo en la creación guarda su lugar, su espacio y su proporción.

-Un respeto, porque requiere que acate un consenso y unas directrices pactadas.

- Un límite, porque un límite es una frontera que separa, pero que a la vez, une.

-Una coordinación y sincronización, porque aseguran la suma de todos nuestros esfuerzos complementarios y así, conseguir nuestro objetivo común.

- Una eficiencia, porque produce mayores resultados con menores esfuerzos.

- Una sumisión incondicional para cumplir la voluntad de la autoridad, que es, en definitiva, Dios.

-Una determinación y proyección de objetivos para saber por qué, para qué y a quién sirvo.

¿Qué busco?

De la misma forma que a los primeros discípulos que, inseguros y dudosos, siguieron a Cristo, el Señor me pregunta: “¿Qué buscas?” (Juan 1, 38) y me interpela:

Resultado de imagen de sombra de cristo¿Qué busca mi corazón? 
¿En qué cosas me afano? 
¿Me busco a mi mismo o busco al Señor? 
¿Sigo mis deseos o los de mi Creador? 
¿Persigo mi gloria o la de Dios? 
¿Obedezco a mis propias intenciones o a las ideas perfectas de Dios?
¿Cuál es mi anhelo? 
¿A quién busco?

“Tu rostro buscaré, Señor” (Salmo 26, 8): ésta es mi respuesta, pues he comprendido la infinita grandeza de Dios y la soberanía de su voluntad; pero también es la respuesta de toda criatura humana en busca de verdad y felicidad. 

Hoy en día, muchas personas ven negativamente toda forma de dependencia; pero es propio e innato de todo ser vivo, depender de Otro y, en la medida en que es un ser en relación, también depende de los otros.

Como cristiano, busco a Dios vivo y verdadero, Principio y Fin de todas las cosas; el Dios que no he forjado yo a mi imagen y semejanza (o a mi conveniencia), sino el que me ha hecho a imagen y semejanza suya; el Dios que manifiesta su voluntad y me indica los senderos para alcanzarla; el Creador de quien depende mi existencia

La voluntad de Dios es amiga, perfecta, benévola; quiere mi felicidad y mi realización, y desea mi libre respuesta de amor a su amor, para convertirme en un privilegiado instrumento de su infinita misericordia.

¿Quién es mi ejemplo?

Imagen relacionadaComo cristiano, mi guía y mi ejemplo es Cristo, “a quien el Padre ama y en quien se complace” (Mateo 3, 17; 17, 5). 

Jesucristo me ha liberado por su obediencia: en Él todo es escucha y acogida del Padre (Juan 8, 28-29); toda su vida en la tierra es expresión de obediencia y disciplina al Padre, hasta el punto de no hacer nada por sí mismo (Juan 8, 28), sino hacer en todo momento lo que le agrada al Padre. 

Por su obediencia radical hasta la muerte, soy constituido justo” (Romanos 5, 19). El rostro y el nombre de Cristo Jesús es Obediencia, Humildad y Oración.

De la misma manera, estoy llamado a seguir al Cristo obediente en mi vida cristiana como evangelizador, como instrumento de Dios o como servidor de los demás y así, obedezco y escucho como obedece y escucha el Hijo al Padre.

¿Sirvo o me sirvo?

Sirviendo sin obediencia, humildad y disciplina:

- trabajo el doble y rindo la mitad
- me disperso
- exteriorizo mi desconcierto, mi caos y provoco desunión
- extravío el rumbo y mis esfuerzos no se complementan con el resto del equipo
- incumplo los objetivos y la voluntad del Señor.
- quebranto la unidad
- instigo los roces con los integrantes del grupo
- disparo las quejas y lamentos por cuestiones menores
- rompo acuerdos y normas, busco ventajas propias
- hago perder el sentido de los esfuerzos conjuntos.

Contra el espíritu de discordia y división, la disciplina, la humildad y la obediencia brillan como signos verdaderos del rostro de Cristo, de la fraternidad nacida del Espíritu, de la libertad interior de quien confía de Dios, a pesar de los límites y fragilidades humanas. 

Sirviendo con obediencia, humildad y disciplina:

- me convenzo de que mis ideas y soluciones no son siempre las mejores
- soy consciente de que no puedo hacer mi voluntad, sino la Suya
- sé que no siempre tengo la razón y que no son los otros quienes deben cambiar
- no pienso sólo en mis cosas sino que me intereso por las necesidades de los demás
- Cristo resucitado se hace presente en mí
- sigo su modelo de amor
- cumplo la voluntad del Padre
- me pongo al servicio del Reino 
- me uno fraternalmente a la familia de Dios en la tierra.

¿Por qué sirvo?

A priori, pudiera parecer que servir es duro, pues requiere tiempo, obediencia y humildad. Tres facetas que escasean en nuestra sociedad. Pero el servicio no depende de uno mismo y está sustentado en lo siguiente:

- Dios me ha llamado a servir. Y si Dios me ha llamado, Él me guiará (Efesios 2,7). Sé que Él no me dejará ni me abandonará, sin importar lo que deba afrontar (Hebreos 13, 5).

El Espíritu de Dios habita en mí. Un milagro, en realidad, que a menudo doy por sentado, o sencillamente, ni me planteo. Cuando Dios mismo reside en mí (Romanos 8, 9), mi obra se hace factible. Para Dios no hay nada imposible.

- La Palabra de Dios es poderosa. De hecho, expulsa a Satanás (Mateo 4, 1-11), y no queda sin resultado (Isaías 55,11). Cuando vivo su Palabra, lo que Dios me dice cada día, no debo preocuparme por mi tarea.

- Dios cumplirá Su plan. Dios tiene un plan establecido (Salmos 33,11) para mi y para la eternidad. Pero para que el Plan de Dios se cumpla en mi vida, le debo fidelidad porque Él es fiel (1 Samuel 15). Así, puedo servir en la confianza de que Él siempre cumple.

- No estoy solo. Cristo camina siempre a mi lado y además, me envió al Espíritu Santo para guiarme, ayudarme y mostrarme el camino. Además, hay otros muchos cristianos como yo que mantienen mi llama de la fe y del servicio encendida, con su apoyo y con su amor.

- Formarme y aprender. Dios me conforma a la imagen de Su Hijo (Romanos 8,29). Eso significa que siempre estoy aprendiendo a seguirlo, a ser como Él y a servirle. Mientras soy aprendiz (puedo errar sin una culpa excesiva), el servicio es más fácil.

- Puedo hablar con mi Creador. A través de la oración, no sólo puedo hablarle a Él, sino que puedo confiar en que Él me oye cuando mi corazones está roto. Cuando tengo una conversación continua con Dios, todo parece menos complicado.

- Dios usa los momentos difíciles para hacerme como Él quiere que sea. El servicio puede ser duro, pero Dios trabaja siempre para Su gloria y mi bien. Mantener esa verdad en mi mente me hará soportar el estrés del servicio y éste se convertirá en una declaración de fe.




sábado, 17 de junio de 2017

"ID Y PROCLAMAD LA BUENA NUEVA A TODA LA CREACIÓN"

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"Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación." 
(Marcos 16, 15)

Dios me habla. Continuamente. A través de las personas, de las circunstancias y por su puesto, a través de Su Palabra.

Me da "zascas" y "collejas" pero también me da ánimos y esperanza. Pero sobre todo, me da amor, mientras me acompaña. siento su amor, sus brazos. Sé que no estoy solo. Estoy completamente seguro.

Me gustaría reflexionar y compartir una serie de pasajes de la Biblia, a través de los que me habla. A mí...a todos...

Resultado de imagen de id por todo el mundo y haced discipulosHoy, concretamente, quiero detenerme en Marcos 16, 15: 

"Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación." 

El capitulo 16 del Evangelio de Marcos narra algunas de las apariciones de Jesús: a la Magdalena (vs. 9-11), a los dos discípulos que iban por el campo (vs. 12-13), a los once apóstoles (vs. 14-18) y la del pasaje de hoy que describe la ascensión de Jesús al cielo (vs. 19-20).

Jesús se me aparece para reprenderme por no haber creído en las personas que lo habían visto resucitado. Me insiste en mi resistencia en creer en el testimonio de quienes han experimentado la resurrección de Jesús para enseñarme: 
  • que la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él.
  • que el sí de uno se convierte en el sí de muchos.
  • que no debo desanimarme cuando la duda surge en mi corazón.
  • que para Dios no hay nada imposible. 
Después de recriminarme mi falta de fe, Jesús me confiere la misión y me enseña los signos que me definen como bautizado y cristiano:

expulsarás demonios: Lucho contra el poder del mal que mata la vida. Mi vida es infinitamente mejor después de haber entrado en la familia de Dios y de tenerle siempre presente. Y ahora, trato de hacer lo mismo con los demás y luchar contra el mal que mata sus vidas.

- hablarás lenguas nuevas: Trato de comunicarme con los demás con un lenguaje nuevo: el lenguaje del amor, a diferencia del lenguaje del odio y el egoísmo que utilizaba antes y que son tan habituales en nuestra sociedad de hoy.

- serás inmunes al veneno: hay muchas cosas que envenenan la vida: la envidia, la crítica, los chismes, las murmuraciones, la vanidad, el orgullo, el egoísmo, etc. y que causan estragos en las relaciones humanas. Este punto es uno de los que más me cuesta, porque me dejo envenenar muchas veces por todo eso. Tengo que trabajar más en esto.

- curarás a los enfermos: Dios me transforma hacia el amor y el servicio a los demás. Me intereso, acojo y cuido a las personas excluidas y marginadas, a los enfermos y los que sufren. Al amarles de verdad, les sano de sus heridas, revelando así el amor del Padre.

Jesús ha resucitado y sigue vivo en medio de nosotros y a través de nosotros quiere revelar el amor de Dios a la humanidad.
Como testigo de la Resurrección tengo que ser reflejo de amor y de vida; tengo que luchar contra el odio y el mal; tengo que creer que otro mundo es posible; tengo que ser una prueba viva de la esperanza y del amor divino que salva al mundo.

Resultado de imagen de resurrecciónJesús, con su Resurrección, hace todo nuevo, me transforma y me da esperanza. Por eso, antes de volver al Padre, se despide, pero me da la misión de seguir sus pasos; de ser sembrador de luz, de justicia, de paz y de amor; predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles, de la Iglesia, del pueblo de Dios. La de todos los bautizados. La mía...

Las palabras de Jesús unen el cielo y la tierra. Con su Ascensión al Padre, asciendo con Él, al amor de Dios. Vivo el gozo de su presencia y de la unidad con Él. Desde el cielo, trabaja conmigo y me acompaña en la tarea de proclamar la Buena Nueva.

En ningún momento me siento solo porque Él esta en comunión conmigo. Ve que estoy desanimado, que me siento huérfano, desamparado y me envía su Espíritu. Él cuenta conmigo, confía en mi madurez y mi apoyo incondicional, porque soy parte de su pueblo elegido.

Estoy llamado de un modo u otro, a ser "otro Cristo"; a dar a conocer y repartir el amor de Dios por el mundo. Dios tiene cosas que hacer en el mundo, que sólo pueden hacerse a través de cada persona. En mis oraciones le pido a Dios que me ayude a usar los dones y talentos que me ha dado, para su servicio y su gloria.

Es verdad que en mi vida he abandonado a Cristo muchas veces; le he dejado solo; le he visto morir por mi y he dudado de que haya resucitado y de que está vivo. Jesús me da un "toque" para que espabile, para decirme: "Estoy contigo".
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Luego, me llama a predicar su mensaje de amor con un corazón en ascuas, con un ardor apasionado que me impele a contar a los demás la verdad que he encontrado. 

Hoy es un día de conversión. Todos los días lo son. No esperaré más, debo convertirme en otro apóstol resucitado; pido esa fe y ese amor que me convierta también en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.

¿Cuál es mi campo de servicio?
  1. El primer campo de servicio y de apostolado es mi propio hogar, con mis hijos y familiares. Aquí es donde tengo que ser, especialmente, testigo de Jesús e imprgnar ese buen aroma a Cristo.
  2. El segundo es el trabajo, ahí donde realizo mis actividades diarias, sea en la oficina, en el campo, en la carretera... ahí donde esté, daré testimonio de que Jesús ha resucitado, que está esperándonos con las manos abiertas para darnos la felicidad eterna.
  3. Finalmente, los ámbitos más cercanos de evangelización y apostolado que me permitan llevar a más personas, a más almas a Dios: amigos, conocidos, compañeros, vecinos, etc. ¿Cuántas personas de mi entorno no conocen a Jesús y no hay nadie que se lo muestre? Ahí estaré yo, como apóstol, ayudando a los demás a que descubran, encuentren, conozcan y se enamoren del Señor.
La vocación al apostolado es para todo los cristianos. No puedo quedarme con las manos cruzadas cuando tantos y tantos enemigos de Dios andan por ahí, confundiendo a los demás.


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Todos los cristianos estamos llamados por vocación a la evangelización, al apostolado. 

Todos recibimos el mandato divino de ir y predicar el Evangelio a toda criatura. Pero el apostolado ha de ser inspirado por la oración, pues nadie podemos dar lo que no tenemos. Lo que llevamos a los demás es al mismo Jesucristo a través de la acción del Espíritu Santo. 

Y, ¿cómo llevarlo, cómo hablar de Él, como invitar a los demás a que lo conozcan si yo no lo conozco? ¿cómo pretender hacer todo por mis méritos sin la ayuda del Espíritu Santo? Al Señor se le conoce en la oración, en el trato cercano y familiar. Al Espíritu Santo se le conoce al pedir su efusión. 

Teme al que habla mucho de Dios pero no habla con Dios. 
Recela del que todo lo intenta por sus propias capacidades y méritos.

Hoy, más que nunca, debo comprometerme generosamente a servir a Dios y a los demás. No puedo quedarme sentado, esperando, mientras el mal crece en el mundo. No puedo dejar a los sacerdotes y catequistas toda la tarea de evangelización. No. Nos corresponde a todos como cristianos colaborar con la evangelización.





viernes, 16 de junio de 2017

"¡AY, PROGRES CRISTIANOS!"



¡Ay de aquellos que dictan leyes de iniquidad! 
¡Ay de los que publican decretos de opresión; 
que niegan la justicia a los débiles 
y quitan su derecho a los pobres de mi pueblo; 
que hacen de las viudas su presa y de los huérfanos su botín!
(Isaías 10, 1-2)


Hoy, ser “progre” es lo estándar, es lo normal, es lo que todos hacen. También en la Iglesia. 

Al "progre cristiano" no le importan ni la moral ni la doctrina ni el prójimo, sino el “sé tú mismo” y “siéntete bien”. Lo que se valora es el sentimiento, la experiencia individual, en lugar de un compromiso formal con una comunidad y con Dios. Se puede “creer sin pertenecer”, y eso, es tan fácil, que muchos sucumben a esa tentación."¡Ay, progres cristianos!"

Hoy, ser "radical" es lo raro, es lo peculiar, es lo que nadie hace. Tampoco en la Iglesia. 

Si ser progre es lo estándar, ser radical es lo especial, lo auténtico. En un mundo promiscuo, el casto es radical. En un mundo glotón, el que ayuna es radical. En un mundo relativista, el que tiene fe firme es radical. En un mundo materialista, el que cree en lo sobrenatural es radical. En un mundo egoísta, el que reza por otros es radical."¡Ay, progres cristianos!"

En general, "los progres cristianos" tratan de defender un modelo de Iglesia o de "espiritualidad" más acorde con los tiempos; más actual y menos "carca"; más fácil y menos onerosa; más cómoda y menos sacrificada; más amoldada al "yo" y menos al "nosotros":

Resultado de imagen de progres catolicos"Los progres cristianos" piensan que a las eucaristías les falta algo. Algo de "marcha", de "movida", de diversión. Lo importante no es lo que dice el Evangelio ni que Cristo se haga presente. Lo que importa es lo que cuenta el "progre sacerdote", que les cautiva con su actitud posmoderna. "¡Ay, progres cristianos!"

Resultado de imagen de gente progre"Los progres cristianos" están convencidos de que hay que ser políticamente correctos con los que atacan a la Iglesia para no ofender a nadie. Los "progres sacerdotes" no corrigen por temor a "perder" seguidores. "¡Ay, progres cristianos!"

Imagen relacionada"Los progres cristianos" opinan que los sacerdotes deberían poder casarse o, al menos, tener la opción de decidir. Consideran que tampoco deben vestir sotana sino de tal forma que se mimeticen con el resto de la "progresía". "¡Ay, progres cristianos!"

Resultado de imagen de gente progre"Los progres cristianos" deciden que la mujer debería poder ser también una "progre sacerdotisa". Tratan de rebatir la voluntad Dios, a quien tildan de "machista", de severo y castigador, aunque no lo digan explícitamente. "¡Ay, progres cristianos!"


"Los progres cristianos" piensan que la Iglesia debe entender y pedir perdón a los gays, a las lesbianas, a los musulmanes... En definitiva, se avergüenzan de ser Iglesia. "¡Ay, progres cristianos!"

"Los progres cristianos" dicen que la Iglesia es retrógrada y anticuada. Creen que deberían permitirse las uniones entre personas del mismo sexo,  que se puede llegar a Dios a través de espiritualidades orientales, como el yoga, el reiki, etc., que se puede vivir la fe en la intimidad. "¡Ay, progres cristianos!"

"Los progres cristianos" ansían una "fe a  la medida", que permita comulgar a los divorciados, que permita las uniones sin matrimonio. Incluso hasta el aborto, en determinados casos. "¡Ay, progres cristianos!".

"Los progres cristianos" hablan de "miembros y miembras", "feligreses y feligresas", de "astronautos y astronautas", utilizando un lenguaje ridíc
ulo y absurdo, en aras de una ansiada "igualdad", que denota su falta de conocimiento y cultura. "¡Ay, progres cristianos!".


Hay "progres cristianos".
¡Ay, progres cristianos!".

jueves, 15 de junio de 2017

ABUSO ESPIRITUAL



"¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas! 
¡Espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho; 
que su brazo se seque del todo, y del todo se oscurezca su ojo!" 
(Zacarías 11, 17) 

"¡Ay de los pastores que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto, 
dice el Señor!" 
(Jeremías, 23, 1)

El apóstol Pablo en 1 Timoteo 3, 2-13 define magistralmente los oficios de la Iglesia de Cristo, así, como sus comportamientos: El obispo es el “supervisor” de la comunidad, el presbítero es el “anciano” de la comunidad y el diácono, el “servidor” de la comunidad. 

Los tres son conferidos para el cuidado del pueblo de Dios, para garantizar la unidad de fe y para promover el amor fraterno en la iglesia/comunidad. Nosotros, los cristianos, el pueblo de Dios, les debemos obediencia, sumisión, respeto y apoyo.

Sin embargo, y por causa de un mal endémico en la Iglesia (el clericalismo), a veces, se traspasa la delgada línea que separa la autoridad del abuso espiritual. La imposición de normas que nada tienen que ver con la voluntad de Dios ni con su Palabra, el establecimiento de posiciones descontextualizadas para hacer valer su liderazgo autoritario y la amenaza a los miembros de la comunidad a ser relegados si contrarían las opiniones de sus sacerdotes son, por desgracia, actitudes bastante comunes en algunas parroquias.

Muchas comunidades cristianas han cedido, paulatinamente, a la tentación de reducir la voluntad divina a la voz de sus sacerdotes y han cerrado filas a cualquier amenaza contra la autoridad de los mismos. A menudo, éstos se han revestido de cierto hálito de superioridad que los hace intocables, y en ocasiones, les conduce al abuso espiritual.

Abuso, según el diccionario es el "uso o aprovechamiento excesivo o indebido de algo o de alguien, en perjuicio propio o ajeno".

Vivimos en un mundo repleto de abusos: de autoridad, de confianza, económicos, escolares, sexuales... y también espirituales.

El abuso espiritual ocurre cuando una persona con autoridad religiosa o espiritual (generalmente un líder carismático,  que posee la capacidad de atraer y fascinar a las personas) hace uso de palabras y actitudes para persuadir a los demás en beneficio propio. 

En ocasiones, incluso llega a ignorar o maltratar a otra persona en nombre de Dios o por algún concepto o ministerio espiritual, utilizando su mayor rango como ventaja, al poner a la víctima en un estado de obediencia incuestionable a la autoridad.



La tiranía espiritual empieza entonces a brotar en el líder y en sus seguidores. A menudo se forma una estructura piramidal de autoridad en la cual, mientras más cerca se encuentran los seguidores de su líder mayor beneplácito posee. 

A menudo se desarrolla un doble cariz en la persona: hacia el superior demuestra una absoluta sumisión y pleitesía, mientras que hacia los inferiores, desarrolla una actitud despótica que atribuye al “espíritu profético” que posee.



La visión de Dios se ve distorsionada por este modo de asumir el liderazgo. Si nuestro líder es un tirano que abusa, controla y dirige (siguiendo su propio interés), los designios del pueblo de Dios, podríamos pensar que Dios también es así. Y Dios no es un tirano ni un dictador: Dios es amor.


Los modelos de liderazgo abusivos terminan convirtiéndose en paradigmas de parroquias clericalizadas, que sobrevaloran la figura del líder carismático y desprecian a aquellos que son ajenos a su imposición.

El modelo bíblico que nos explica San Pablo, lejos de enfatizar la autoridad de la persona, revaloriza a la persona y la inserta en una comunidad de amor, y no en un ejército sumiso a determinadas normas estipuladas por el líder.

También, la comunidad descrita en el libro de los Hechos 2, 42-47 es armónica con la voluntad de Dios y aún teniendo determinadas autoridades, éstas no asumen el control absoluto de la comunidad. Así por ejemplo, frente a la necesidad de nuevas personas en el ministerio de la diaconía (una labor de autoridad), éstas no son impuestas por los apóstoles; al contrario, éstos encomiendan a la misma comunidad la selección de estas personas (liderazgo). 

De igual manera vemos, en el concilio de Jerusalén, que la toma de decisiones de parte de la Iglesia, lejos de ser una responsabilidad exclusiva de los apóstoles, es presentada a la congregación para su conocimiento, oración y decisión.

El mismo modelo democrático del que goza occidente en la actualidad es fruto del cristianismo primitivo. Muy a menudo se piensa en Grecia como la fuente de la democracia, sin embargo, el “pueblo” que gobernaba sólo incluía a los hombres libres de las polis griegas. Por el contrario, en el naciente cristianismo “no había judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, pues todos eran uno en Cristo Jesús”. Todos poseían el Espíritu y por ello todos y todas tenían en la capacidad y la responsabilidad de asumir el bienestar de la comunidad de creyentes como propio. Aún los mismos profetas podían y debían ser juzgados por todos los miembros de la comunidad de fe para determinar si el mensaje transmitido era acorde con el anuncio del evangelio.

No debemos olvidar que es el Espíritu Santo quien guía y sostiene el proceso de crecimiento del cuerpo de Cristo, sin perjuicio de la necesaria existencia de la jerarquía eclesiástica para regirla y coordinar las acciones en aras de la necesidad de todos. Pero ésta no debe asumir su posición como hegemónica, sino de servicio a Dios y a su pueblo.

El abuso espiritual se caracteriza por:

1. Tener una visión distorsionada del respeto. Se olvida que el respeto se gana pero no se exige. El respeto se obtiene con el ejemplo, no con la imposición.

2. Exigir fidelidad como prueba de lealtad a Cristo. Todo es: "o a su manera o nada". Si un cristiano se desvía de la autoridad abusiva, es culpable de desviarse de Jesús.

Resultado de imagen de abuso de poder3. Utilizar un lenguaje exclusivo. Su manera de hacer las cosas, de pensar teológicamente, o dirigir la parroquia es la única manera correcta. Todos los demás están equivocados.

4. Erigirse en líder carismático al mando, que comienza bien, pero se desliza hacia la arrogancia, el proteccionismo y el orgullo. Se rodea de un grupo de adeptos y se aísla de las necesidades de los demás. Posee un culto a su personalidad y habla siempre en primera persona del singular.

5. Cultivar una dependencia del líder para la formación espiritual del resto. El discipulado no se plantea, ni se pone en práctica. Sólo el líder es capaz de formar a todos. No delega en nada ni en nadie.

6. Crear una cultura de temor y vergüenza. Si alguien no está de acuerdo con sus ideas, se le recrimina en público. No admiten sus errores, pero a menudo buscan el error en otros y utilizan su conocimiento para sostener a otros en el miedo y la esclavitud. Al ungido de Dios no se le puede ni contradecir ni corregir fraternalmente. Además, se rodean de un círculo de influencia que silencia a los críticos.

7. Exigir servidumbre a sus seguidores, justificando su modo de actuar como resultado del favor de Dios y de la aprobación de su sacerdocio. A diferencia de las instrucciones de Jesús de sentarse en el último asiento, suelen acaparar el primer asiento en los eventos.

Imagen relacionada8. Protegerse de la crítica colocando a la gente alrededor de ellos cuya única lealtad es al líder. Ve a los que plantean cuestiones como enemigos. Aquellos que antes eran amigos / aliados, rápidamente se convierten en enemigos una vez que se plantea algo que difiere de su pensamiento. A veces, estas personas son desterradas, se les dice que se callen o se las obliga a someterse.


9. Mantener una falsa y aparente espiritualidad. Pone las cargas en los seguidores para actuar de cierta manera y tener un estilo de vida aceptable. Siempre habla "espiritualmente" cuando quiere conseguir un objetivo que no es de Dios, sino suyo.

10. Utilizar la exclusividad para la lealtad. Los seguidores cercanos al líder o líderes se sienten como miembros de la institución. Todos los demás están en el exterior, aunque anhelan estar en ese círculo íntimo.


Jesucristo comenzó a sentar las bases de su Iglesia antes incluso de iniciar su magisterio. Eligiendo primero a sus doce, comenzó su liderazgo. No fue un líder que, al conseguir audiencia, decidió abusar de su autoridad y/o éxito. Él tenía claro cuál era su misión, su objetivo y el desarrollo futuro de los acontecimientos, así que aún antes de lanzar su mensaje a las muchedumbres, se ocupó de ir construyendo la estructura que permitiría vertebrar y mantener unida a su Iglesia.



¿No deberían hacer lo mismo los sacerdotes en cada comunidad cristiana? ¿No deberían seguir su ejemplo y convertirse en fieles reflejos de su rostro? ¿No deberían poner en práctica el paradigma de liderazgo que Jesús realizó?

Mi reflexión no intenta ser un ataque gratuito y cruel hacia nuestros benditos sacerdotes, a quienes quiero y respeto. Quizás sólo sea un "balido" de una oveja que teme descarriarse. Nos toca rezar mucho y constantemente por ellos, para que se abandonen a la acción del Espíritu Santo, para que nuestro Señor les muestre el camino, para que sean nuestros guías y nuestra luz en la oscuridad.




martes, 6 de junio de 2017

¿ERES UN LÍDER CONTROLADOR?


"Debo tenerlo todo bajo control"
"He de supervisar hasta el más mínimo detalle"
 "Tengo que estar pendiente de todo o nada funcionará"
"Si no lo hago yo...." 

Aunque ejercer cierto control sobre ciertas situaciones nos ayuda a adaptarnos mejor a las circunstancias, algunas personas llevan esta virtud a tal extremo que terminan convirtiéndola en un problema. Sobre todo, en una organización o en un equipo. 

Esto se debe a que siempre que intentamos controlar algo en exceso, provocamos un efecto paradójico que nos lleva a perder el control de la situación: "el exceso de control genera descontrol".

Los contro
ladores existen en toda organización, incluida la iglesia. Algunos dirían que "especialmente en la iglesia". Y, habitualmente, supervisan todo porque creen que están haciendo lo mejor para la iglesia. 

Pero no todo controlador utiliza el control desde un punto de vista de poder y autoridad. Por supuesto, algunos lo hacen, pero muchos simplemente creen (ingenuamente) que si no supervisan, las cosas no funcionaran.

El exceso de control es contraproducente para la salud del grupo, parroquia u organización. La hiere y la hace enfermar. Y se trata de que la Iglesia esté sana.

Pero, incluso controlar y supervisar en exceso dentro de una parroquia viola algunos principios bíblicos importantes, y más aún, niega e imposibilita la acción del Espíritu Santo. 
El Cuerpo místico no está compuesto de uno, sino de muchos, que trabajan juntos para construir la Iglesia de Cristo "Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, forman un cuerpo, así también Cristo." (1 Corintios 12, 12-27).

En términos de salud en una parroquia, hay algunas consecuencias producidas por el exceso de control:

Los comprometidos se marchan

No puedes mantener un equipo que de resultados cuando los controlas siempre, cuando los examinas continuamente; al menos no por mucho tiempo. Las personas de tu equipo necesitan espacio para respirar, explorar y asumir riesgos. Controlar el liderazgo otorgado a otros ahoga la creatividad. Un verdadero líder pronto buscará un lugar donde puedan crecer.
Los seguidores se quedan

Esta es la otra cara de la moneda. Puedes mantener a los que te siguen porque permanecerán por lealtad, o por un sentido de responsabilidad, o simplemente porque no se dan cuenta de que existe otro tipo de liderazgo. Su miedo de aventurarse por su cuenta los mantiene bajo tu estricto control.

La parroquia se estanca

El verdadero perjuicio de controlar es que siempre limita cualquier actuación de la parroquia a las fortalezas, los deseos y las habilidades del líder controlador. Una persona - un líder - sola, no puede controlar todo, ni a todas las personas ni todas las tareas. Es una razón por la que las iglesias se estancan y el crecimiento se detiene.

Un buen líder tiene que disciplinarse para no controlar. El liderazgo controlador, simplemente, no funciona. Evalúate tu mismo y déjate evaluar por otros.

Aquí hay algunas señales de advertencia que nos dirán si un líder control en exceso:

Rechazas las ideas de tu equipo

¿Las rechazas porque son diferentes a las tuyas? ¿Te piden disculpas antes de acercarse a ti para oponerte una nueva idea? ¿Parecen tímidos, temerosos, incluso reacios a compartir contigo un pensamiento?

Te crees superior 

Cuando un líder está en una posición de control, debido a su confianza en sí mismo, a una cierta posición de superioridad, a menudo cree que todo el mundo aprueba todo lo que están haciendo. Un líder controlador realmente nunca puede saber cómo se sienten las personas ante esas situaciones. Asume que todos aprueban su liderazgo.

Siempre tienes razón

Porque eres...genial ¿verdad? Si nunca cuestionas tu propio juicio, si nunca piensas que necesitas obtener opiniones de otros sobre tus ideas, eres un líder controlador.

Controlas la información

¿Te gusta mantener a los demás con menos información de la que tu tienes? ¿Te gusta estar en la posición de poder que otorga tener información privilegiada?. Si controlas la información, casi siempre controlas lo que se hace con la información. Eres un líder controlador.

Eres parte de cada decisión

¿Crees que debes tomar todas las decisiones que tu parroquia requiere? Se honesto. Un líder controlador no puede soportar cuando no le dejan tomar parte de una decisión -especialmente si demuestra ser buena-; tampoco si las personas empiezan a obtener crédito o éxito por algo en el que él no ha tenido participación. 

Nunca sueltas las riendas

¿Temes que otros estén desarrollando un proyecto? ¿Te pone nervioso? ¿Sientes la necesidad de dar continuamente un paso atrás y revisar las cosas? No estoy sugiriendo que un líder delegue y desaparezca. Eso tampoco es un buen liderazgo. Pero si nunca puedes dejar que alguien sea verdaderamente el líder principal de una determinada tarea, eres un controlador.

Eres la autoridad final 

En cada decisión. Piensa por sólo un minuto sobre las decisiones tomadas en la parroquia en el último año, o incluso en el último mes. ¿Tuviste que intervenir en todas ellas? ¿Se tomaron decisiones significativas de las que no formaste parte? Se honesto.

¿Alguna vez has trabajado para un líder controlador? ¿Eres uno de ellos? ¿Cómo respondería tu equipo a estas preguntas sobre ti?