¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

sábado, 18 de enero de 2020

ATEÍSMO LÍQUIDO: ¿SOY CRISTIANO O APARENTO SERLO?


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“En la existencia de un cristiano, no puede haber dos vidas paralelas: 
por una parte la denominada vida espiritual, con sus valores y exigencias; 
y por otra, la denominada vida secular, esto es, 
la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, 
del compromiso político y de la cultura. 
El sarmiento, arraigado en la vid que es Cristo, 
da fruto en cada sector de la acción y de la existencia” 
(San Juan Pablo II, Christifideles, nº 59)


Sigo leyendo y releyendo el último gran libro del cardenal Sarah, "Se hace tarde y anochece". En él, el purpurado señala cómo, en nuestro tiempo, algunos cristianos han sucumbido a la tentación del "ateísmo líquido":  
"Si lo atacas, si te enzarzas en una lucha física, en un cuerpo a cuerpo con él, te quedarás adherido a sus sutiles compromisos (···). Te arrastra a su propio terreno.
Si lo sigues, te verás obligado a emplear sus armas: la mentira y el compromiso. Fomenta alrededor de él la división, el resentimiento, la acritud y la mentalidad de partido. ¡Fíjate en la situación de la Iglesia! No hay más que discordia, hostilidad y sospecha por todas partes.
Cada uno de nosotros puede tomar esta determinación: la mentira del ateísmo no volverá a fluir dentro de mí. No quiero renunciar más a la luz de la fe, no quiero seguir permitiendo que convivan en mí la luz y las tinieblas por comodidad, por apatía o por conformismo."

No se trata de un ateísmo como antaño, militante y beligerante, sino más bien, camuflado, sutil y mucho más peligroso. 

Podríamos decir que se trata de una especie de "nueva espiritualidad laica" que, enarbolando la bandera de la libertad y la igualdad, fluye por las aguas turbulentas de la ambigüedad, la indefinición, la confusión, el equívoco, la duda. 

Un ateísmo líquido que elimina todo amor sincero y gratuito para transformarlo en odio, crítica y protesta, que niega la verdad para contagiarnos con el veneno de la sospecha y la desconfianza hacia el otro, y que ha impregnado de dudas todo nuestro criterio cristiano. 

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Un ateísmo fluido que nos impide mirar a Aquel a quien hemos crucificado o incluso que desecha la Cruz. Y que, como hizo con Judas, nos hace correr hacia el suicidio.

Un ateísmo líquido que crece y se desarrolla en la apariencia y el postureo, la conveniencia y la banalidad, provocando el olvido y la negación de los fundamentos de la fe.

Un ateísmo fluido que mezcla la sana doctrina con ideologías paganas, incitándonos a vivir un "cristianismo burgués" y cómodo, haciéndonos creer que es eficaz, aunque sea a corto plazo ("Carpe diem"). 

Un ateísmo líquido que aplaude hipótesis y especulaciones que socavan nuestras creencias, que acoge ideas y conceptos que carecen de denominación de origen, que intoxica la Verdad al solaparse con nuestros valores cristianos.

Un ateísmo 
fluido sin Dios que se camufla hábilmente dentro de nuestros problemas y decepciones para ofrecernos una filosofía de vida que niega el sufrimiento y el esfuerzo hacia el objetivo, y que nos sumerge en la propia tristeza y soledad, antes que aceptar la dependencia del amor del otro.

Un ateísmo líquido que admite, junto con la fe, modos de vivir o de pensar radicalmente paganos y mundanos, y que, sin negar del todo a Dios en la teoría, vive en la práctica, como si no existiera, como si no importara, como si no fuera relevante. 

Características

Algunas de sus características son su gran poder destructivo, que comienza desde dentro y emerge al exterior; su ideario relativista que oscurece nuestra conciencia y paganiza nuestra vida; su connivencia con la ignorancia y la mentira que nos hace caminar en tinieblas; su apego a la comodidad y al conformismo que nos convierte en tibios y mediocres; su ansía de reconocimiento e hipocresía que nos inducen a vivir una doble vida; una "líquida" relación con Dios, de una parte; y de otra, distinta y opuesta, una relación de adhesión total con el mundo relativista.

Efectos

Algunos de sus efectos son el letargo de la fe, la anestesia de la voluntad, la merma de la capacidad de amar, la ausencia de compromiso con Dios y con el prójimo, la falta de reconocimiento del error y la negación del pecado. 

Consecuencias 

Algunas de sus consecuencias son la visión de un Dios anciano que hemos recluido en una residencia y que nos olvidamos de visitar, la creencia de una fe arcaica y obsoleta que tratamos de recluir en la intimidad, el apego a los bienes materiales que, aunque no nos sacian, nos impide sentir hambre de Dios.

Por eso, cada día me pregunto ¿Soy cristiano o aparento serlo? ¿Vivo como un cristiano o fluyo en el paganismo? Y si lo soy, ¿por qué lo soy? ¿lo hago por tradición, por cumplimento o por coherencia?

Un cristiano que se mundaniza en lugar de divinizarse, un sacerdote que hace seguidores en lugar de discípulos de Cristo, un católico que lleva una doble vida en lugar de una plena, un obispo que abusa de su posición en lugar de apacentar al rebaño, una oveja que en realidad es una cabra, un pastor que en realidad es un depredador... 

Todos ellos, insertados dentro de la Iglesia, viven un ateísmo fluido que les dificulta atisbar la esperanza cristiana, que les impide ser coherentes con la fe cristiana, y que les veta la posibilidad de amar y ser amados. 

¡No puedo llamarme cristiano y vivir como pagano! ¡No puedo predicar amor y mostrar odio! ¡No puedo proclamar a Cristo y exponer mis propias ideas sobre la Verdad! ¡No puedo estar sólo pendiente de lo temporal y olvidarme de lo eterno! ¡No puedo prestar atención a lo visible y obviar lo invisible! ¡¡¡¡No puedo!!!! 

Dice Benedicto XVI, que el cristianismo surge “por atracción”, que la fe cristiana se propaga por contagioEntonces ¿qué atracción puedo producir si mis actos no son coherentes con mi fe? ¿cómo voy a contagiar algo que no tengo? ¿hay evidencias reales en mi vida que indican que soy cristiano? ¿Vivo y comparto mi fe con otros o la escondo? 

La Congregación para la Doctrina de la Fe nos enseña que las verdades de la fe constituyen una unidad inseparable. Entonces ¿cómo puedo elegir del Evangelio lo que me interesa y desechar lo que no me gusta o lo que me incomoda? ¿cómo puedo decir una cosa y hacer la contraria? ¿cómo puedo compaginar la enseñanza de la Iglesia con la del mundo?

Ser cristiano implica, radicalmente, seguir a Cristo. Y eso sólo sucede a través de la gracia, por la que Jesús sale a mi encuentro y me muestra el gran amor que me tiene, y a través de la fe, por la que creo un conjunto de verdades que la Iglesia me enseña y que me muestran la coherencia de Dios, quien no puede ni engañarse ni engañarme. 

Cristo es verdad, coherencia, autenticidad. Y ser cristiano implica procurar ser como Él. 

Si sólo creo lo que me apetece, lo que quiero entender o lo que me interesa, soy un ateo fluido, con una fe tibia y una voluntad deformada que no sigo a Cristo. 

Resultado de imagen de ateismo fluidoSi "practico a ratos" una devoción, en realidad, soy un ateo líquido que busca excusas circunstanciales que no resisten el paso del tiempo, que aspira obtener éxitos limitados y comodidades efímeras, pero, a la larga, inútiles.

Si vivo una doble vida, soy un ateo fluido que hablo para lograr aplausos, que escucho lo que quiero oír y elijo sólo aquello que me es fácil de asimilar y llevar, que no carga con su cruz.

Si deambulo agotado, tiranizado y sin paz, soy un ateo líquido que camina desorientado y confuso por la senda de la ambigüedad y la apostasía, que vive la vida cristiana como una gran mentira, aunque disfrazo de verdad

Pero Verdad, sólo hay una. Y es Cristo, quien a su vez, la depositó en manos de Pedro. Por tanto, es la Iglesia la depositaria de las verdades de fe ¿Qué clase de Dios sería si, después de revelarse al hombre por amor, hubiera dejado a la subjetividad o a la conveniencia, el camino que conduce a la felicidad y la vida plenas? 

Si mi identidad cristiana es ser como Cristo, ¿cómo puedo pretender aparentar ser cristiano sólo en ocasiones, en determinadas actividades o según las circunstancias? ¿cómo puedo acudir a los sacramentos y después "colgar" mi filiación católica a la puerta de mi colegio electoral, de mi club, de mi empresa, de mi entorno social o de mi propio hogar familiar.

No digo que mi voluntad sea infalible ni que mi fe me impida caer, porque soy débil y frágil, porque tengo limitaciones y errores, y tantas cosas más. Pero, es en esos momentos, cuando Dios me abre sus brazos misericordiosos en el maravilloso sacramento de la Penitencia para ser realmente yo, ante Él, y me vuelve a enseñar coherencia en el Santísimo sacramento del Altar, donde no hay mentira ni engaño. 

Mi respuesta a la pregunta de este artículo surge del hecho de que mi fe no procede de lo que sé o veo, ni de lo que me apetece o agrada, ni de lo que me cuentan o me dicen, ni de lo que razono o siento. Nace de mi relación con Dios.

Resultado de imagen de ateosMi respuesta brota de que la esperanza depositada en las promesas de Cristo es un combate constante al que me enfrento con armas espirituales: la oracióndonde me comunica Su voluntadlos Sacramentosdonde fluye Su amor infinito, la Sagrada Escritura, donde emana su luz radiante la Iglesia, donde recibo Su verdad depositada.
Mi respuesta tampoco se dirige a entablar batalla contra todo y todos, sino hacia la determinación de mantenerme firme y confiadamente fiel a Jesucristo, asirme a su mano mano amiga, seguir el camino luminoso que me marca, para llegar a ser un cristiano autentico y, finalmente, estar en su presencia por toda la eternidad.

Mi respuesta es "Dios o nada".

martes, 7 de enero de 2020

LA PRUEBA DEL AMOR

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"Hermanos míos, tened como suprema alegría 
las diversas pruebas a que podéis ser sometidos, 
sabiendo que la fe probada produce la constancia.
Dichoso el hombre que soporta la prueba;
porque si la ha superado, 
recibirá la corona de la vida 
que Dios ha prometido a los que le aman." 
(Santiago 1, 2-3 y 12)

Desde el principio, todas las criaturas de Dios somos probados en el amor. Los ángeles tuvieron que pasar la prueba. Nuestros primeros padres, Adán y Eva, también. 

La Sagrada Escritura está llena de ejemplos de pruebas: Noé, Abraham, Job, José, Moisés, David. El mismo Jesucristo se enfrentó a la mayor prueba de amor: "Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 13).

Desde la rebelión en el mundo angélico, luego trasladada a la tierra, nos encontramos inmersos en una batalla espiritual, queramos o no. Todos debemos enfrentarnos a la prueba y hacer una elección. O Dios o el Enemigo. O el Amor o el Odio. O, como dice el cardenal Sarah, Dios o nada.

Dios nos ha dado y nos da permanentemente pruebas de su amor. “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito” (Juan 3, 16). "Mirad cómo se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. En esto consiste el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados." (1 Juan 4, 8-10).

El Señor viene siempre a nuestras vidas y reconforta nuestros corazones, cura nuestras heridas, nos repara, nos da fortaleza y aliento en nuestras caídas, para continuar caminando hacia Él. 

Dios nos regala un Amor gratuito, incondicional y sin límite, que no exige ni quebranta nuestra voluntad

Sin embargo, el amor, para ser completo, requiere reciprocidad. Por eso, nuestro amor a Dios depende sólo de nuestra libertad, una decisión de fe que demostramos ante la prueba.

Propósito de la prueba


Toda prueba tiene un propósito. Sólo si somos sometidos a la prueba, la calidad de nuestro amor y de nuestra fe a Dios se pone de manifiesto. 

Imagen relacionadaPorque el verdadero amor no se basa en sentimientos sino en una decisión de amar libre e incondicionalmente. El amor no se cuenta, se ofrece. No se explica, se da.

La prueba saca a relucir nuestra verdadera esencia, lo que hay en nuestro corazón: nos da la oportunidad de elegir entre amor u odio, agradecimiento o resentimiento, ganancia o pérdida, plenitud o vacío, vida o muerte.

A través de la prueba, el amor y la fe del cristiano se refuerzan y aumentan gracias y por medio de Jesucristo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4,13)

"Amar a Dios es guardar sus mandatos" (1 Juan 5, 3). Es la fe en el amor que Dios nos tiene (también expresado en los mandamientos) la que nos salva. La fe hace posible aquello que humanamente es imposible.

Recompensa de la prueba


Pero, además, la prueba tiene una recompensa. Sin prueba no hay progreso. La recompensa de la prueba es transformarnos a la imagen de Jesucristo (Romanos 8, 29). 

Resultado de imagen de regalo de diosEsta es nuestra meta, nuestra santificación, y por eso, toda prueba está diseñada para alcanzar la perfección en el amor. 

Cuando experimentamos su amor incondicional, su cuidado, su perdón, su poder sanador, entonces, ese Amor Verdadero comienza a germinar en nuestro corazón y surge en nosotros el deseo de amar a Dios y a los demás de la misma forma.

Cuando dejamos que el amor de Dios inunde todo nuestro ser, comenzamos a transformarnos y a asemejarnos a Él, a reflejar Su amor en nuestra vida y en nuestras relaciones con los demás. No podemos dar lo que no tenemos. 

Por eso, para poder dar amor verdadero necesitamos recibirlo primero. Y para recibirlo, debemos elegir querer recibirlo. Porque Dios ya nos la ha dado primero.

Es entonces cuando nos transformamos en amor y conseguimos la meta para la que hemos sido creados: estar junto al amor de Dios y amarle por toda la eternidad.

"El amor es paciente, es servicial; 
el amor no tiene envidia, no es presumido ni orgulloso; 
no es grosero ni egoísta, no se irrita, no toma en cuenta el mal; 
el amor no se alegra de la injusticia; se alegra de la verdad. 
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. 
El amor nunca falla" 
(1 Corintios 13, 4-8)

sábado, 28 de diciembre de 2019

¿CÓMO EVANGELIZAR?

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"La evangelización es una cooperación en la obra Dios, 
fundamentada en la oración 
y dependiente de nuestra voluntad para comprometernos con Dios 
y de nuestra capacidad para estar cerca de Él." 
(Cardenal Robert Sarah)

Evangelizar es una cooperación en la obra salvífica de Dios. Es una misión y una función propia de los cristianos, por la cual compartimos nuestra fe y damos testimonio de la presencia de Dios en nuestras vidas. 

Evangelizar es anunciar a Jesús pero, además, es vivir y obrar como Él. Es hacer nuestra la Palabra de Dios. 

El papa Francisco dice que evangelizar es estar en salidapartir de una situación, no de una teoría” y demostrar cercanía a la gente, para “observar qué es lo que sucede”.

Sin embargo, en ocasiones, nos preguntamos cuáles son las claves de la evangelización, cómo llegar a otros, cómo evangelizar. 

La mejor manera para saber cómo evangelizar es mirar a Jesús. Cristo es a la vez el mensaje y el mensajero. Jesús evangeliza uno a uno y a las muchedumbres:

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A veces, haciéndose el encontradizo y escuchando, mientras camina hacia Emaús. 

Otras veces, con una sola mirada, mientras Pedro le niega. 

Otras veces predicando, mientras proclama las Bienaventuranzas.

Otras, sanando y curando a enfermos, mientras perdona sus pecados. 

Otras, incluso, durmiendo, mientras la barca con los apóstoles parece zozobrar en la tempestad.


Un evangelizador es un mendigo indicándole a otro mendigo donde conseguir pan. 

Entonces, ¿cómo puedo yo decirle a otro donde encontrar alimento? ¿cómo  puedo evangelizar? He aquí algunas sugerencias:

Con amor

La evangelización no es activismo, ni marketing, ni proselitismo, ni hablar intelectualmente sobre temas espirituales.
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Evangelizar es amar sinceramente a las personas. 

Es un mandamiento directo de Jesús: "Amaos unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos" (Juan 15, 12-13).

Sin embargo, no podemos hablar del Amor sin estar enamorados. Un evangelizador ama, ante todo, a Dios.

Es porque amamos a Dios y a los demás, que somos discípulos de Cristo, que queremos comunicar y compartir con los demás el Amor más grande. 

"En esto reconocerán todos que sois mis discípulos, 
en que os amáis unos a otros" 
(Juan 13, 35).

Con fe

La evangelización no trata de sentimientos, sensaciones o experiencias conmovedoras. Tampoco de compartir valores o principios. 
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La evangelización está sustentada por la gracia. Es el Espíritu santo quien nos otorga el don de la fe y nos lleva a caminar incluso cuando no sentimos ni vemos nada. 

El apostolado nace del encuentro con Jesucristo, que incendia nuestro corazón, que no puede guardar para sí la noticia de que Está vivo, y que necesita comunicarla imperiosamente.

"Sin la fe es imposible agradar a Dios; 
porque aquel que se acerca a Dios debe creer que existe 
y que recompensará a aquellos que lo buscan." 
(Hebreos 11, 6)


Con oración


Vivimos en un mundo agitado, ruidoso y convulso. Necesitamos silencio. 

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Un silencio de dos enamorados, de miradas cómplices, de paz y recogimiento. Un silencio orante.

Sólo es posible evangelizar mediante la oración. Sólo en oración estamos cerca de nuestro Señor y sólo así conocemos cuál es la voluntad de Dios. 

Sólo en comunicación con Dios, hallaremos respuestas a las necesidades evangelizadoras que nos surjan.


"En toda oración y plegaria presentad al Señor 
vuestras necesidades con acción de gracias. 
Y la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, 
guardará vuestros corazones 
y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." 
(Filipenses 4, 6-7)

Con visión 

La visión es el objetivo hacia dónde vamos, el propósito que queremos alcanzar.

Resultado de imagen de visionCristo tenía muy clara su visión, su propósito en la tierra. Y lo cumplió hasta sus ultimas consecuencias.

También nosotros, debemos tener un objetivo, una visión, un sueño.

La visión exige de nosotros un compromiso y un deber para hacerlo realidad. 


""El hombre proyecta muchos planes, 
pero sólo se realiza el que quiere el Señor." 
(Proverbios 19, 21)

Con pasión 

Un apóstol es fervoroso, se apasiona y se entusiasma por la visión, para ofrecérsela al mundo, que la ha perdido. 
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Un evangelizador necesita reavivar continuamente la gracia del celo apostólico, de la pasión evangelizadora, pidiéndosela a Dios.

La sociedad ha perdido de vista a Dios. Incluso, muchas parroquias también han perdido la visión. En ellas, tan sólo existe la repetición de una tradición, de una rutina, de lo de siempre. Pero no hay pasión evangelizadora.


"Por eso te recomiendo que reavives la gracia de Dios, 
que te fue conferida por la imposición de mis manos." 
(2 Timoteo 1, 6)

Con cercanía

Jesús, durante su vida pública, estuvo tres años acompañando, acogiendo y escuchando. No sólo a sus discípulos sino a todo el que se le acercaba.
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Un evangelizador ha de acoger, acompañar, escuchar... en un mundo individualista y egoísta.

Crear espacios de encuentro con las personas donde se sientan queridos. 

Acompañar a otros con bondad, amabilidad y empatía.


"Es nuestro deber acoger a estos hombres, 
para ser así cooperadores de la verdad." 
(3 Juan 1,8)


Con humildad

La evangelización es una obra de Dios y no depende de nosotros. Somos siervos inútiles. Sin Cristo, nada podemos.
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Evangelizar no es la búsqueda de un reconocimiento público de nuestra fe. Es dejar la soberbia, la vanidad y orgullo a un lado.

Cuando afrontamos nuestro servicio a Dios con humildad, el Espíritu Santo se encarga de transformarnos y de convertirnos. 

Es entonces cuando nuestro humilde ejemplo se convertirá en  la evangelización que Dios desea que realicemos.

"Así también vosotros, 
cuando hayáis hecho lo que se os haya ordenado, decid: 
Somos siervos inútiles; 
hemos hecho lo que debíamos hacer".
(Lucas 17,10)


Con la comunidad

Resultado de imagen de imagen de comunidad cristianaLa evangelización no se realiza de forma individual sino en equipo, en comunidad. 

Jesús formó una comunidad de discípulos. Fundó una Iglesia para proclamar el mensaje hasta los confines de la tierra. 

Es su autenticidad, su fraternidad y su unidad las que transmiten el mensaje, provocando que las personas quieran adherirse a esa comunidad. 

"Todos los creyentes vivían unidos 
y lo tenían todo en común;
Todos los días acudían juntos al templo, 
partían el pan en las casas, 
comían juntos con alegría y sencillez de corazón, 
alabando a Dios y gozando del favor de todo el pueblo. 
El Señor añadía cada día al grupo 
a todos los que entraban por el camino de la salvación." 
(Hechos 2, 44-47)

Con coherencia

Resultado de imagen de coherenciaLa luz de Cristo se irradia al mundo si nuestra vida es ejemplar, si nuestra existencia es coherente. 

Un cristiano "vive lo que dice", como Jesús vivió lo que decía, hasta la muerte. 

Nuestra vida debe ser un lenguaje testimonial, vivencial. 

La evangelización debe ser nuestra propia experiencia de Jesucristo y de cómo Él actúa en nuestra vida.

"No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, 
ni de mí, su prisionero. 
Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio, 
con la ayuda del poder de Dios." 
(2 Timoteo 1,8)


Con talentos 

Imagen relacionadaDios nos regala dones y talentos propios a cada uno para evangelizar. Nadie puede ampararse en decir que "no puede". 

El Espíritu Santo no elige a los capacitados sino que capacita a los elegidos.

Y, a la vez, suscita ese des
eo de comunicar la nueva noticia y nos descubre los carismas propios de cada uno.

"Todo don excelente y todo don perfecto viene de lo alto, 
del Padre de las luces, 
en el que no hay cambio ni sombra de variación." 
(Santiago 1, 17)


Con alegría 

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Dice el Papa Francisco que "La tristeza no es una actitud cristiana. Un cristiano no puede tener cara de pepinillo en vinagre."

Un cristiano es un evangelizador alegre. Proclama la alegría del Evangelio con alegría, como un don de Dios que nos colma y nos da la seguridad de que está con nosotros, aún en las dificultades y las adversidades.

"Alegraos en el Señor siempre; 
lo repito: alegraos." 
(Filipenses 4,4)

Con perseverancia


Jesús nos dijo que seguirle no sería fácil, que nos insultarían y nos perseguirían por causa de su nombre: "El criado no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; y si han rechazado mi doctrina, también rechazarán la vuestra" (Juan 15, 20).
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Hablar de Cristo no siempre es fácil. Anunciar su amor no es sencillo en un mundo egoísta. 

Un evangelizador es consciente de que no siempre tendrá respuestas satisfactorias. Aún así, debe ser irreprochable an su obrar, constante ante los retos y perseverante en las pruebas.

"Tened como suprema alegría 
las diversas pruebas a que podéis ser sometidos, 
sabiendo que la fe probada produce la constancia. 
Pero que la constancia vaya acompañada de obras perfectas, 
para que seáis perfectos, irreprochables, sin dejar nada que desear." 
(Santiago 1, 2-4)


Con valentía

Resultado de imagen de valentiaLa valentía no surge de la confianza en uno mismo, sino de las mismas palabras de Cristo, que nos invita a no tener miedo, a confiar, a salir al mundo a proclamar la buena nueva.

Jesús nos invita a tener audacia y valentía para ir a periferias, donde se encuentran las personas con problemas. 

Evangelizamos con ánimo y con coraje, porque Dios está de nuestro lado.

"Sé fuerte y ten ánimo. 
No temas ni te asustes, 
porque el Señor, tu Dios, 
estará contigo dondequiera que vayas" 
(Josué 1, 9)

miércoles, 25 de diciembre de 2019

"LOS DOS PAPAS": UNIDAD EN LA DIVERSIDAD

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La película "Los dos Papas", estrenada en Netflix, con Anthony Hopkins en el papel de Benedicto XVI y Jonathan Pryce en el papel del cardenal Jorge Bergoglio, ha suscitado cierta polémica y no menos controversia.

Aunque inspirada en hechos reales, el filme nos muestra una cuestión que no había tenido lugar desde hacía 600 años: dos papas conviviendo en el tiempo. 

La cinta (que ve visto dos veces) no deja de ser una historia de ficción desde una visión particular (y quizás poco católica) con el uso de continuos "flashbacks", sobre la personalidad de estos dos Obispos de Roma, y por tanto, no deberíamos darla como cierta. No es, ni mucho menos, Palabra de Dios.

Mientras escribía este artículo, escuchaba "Bohemian Rapsody", canción de Queen: Is this the real life? Is this just fantasy? Open your eyes, look up to the skies and see... ¿Realidad o fantasía?

Los Dos Papas
Creo que lo que tenemos que hacer es mirar al cielo y, desde los ojos de la fe, descartar un enfrentamiento de facciones en el seno de la Iglesia. Desechar la idea de la existencia de un Papa bueno y un Papa malo. Rechazar la idea de una Iglesia buena y una Iglesia mala. Sólo hay una Iglesia: la Iglesia de Cristo. 

Benedicto y Francisco son dos hombres elegidos por el Espíritu Santo para gobernar la sede romana en unidad, cada uno en un momento determinado. Dos hombres muy distintos pero leales a Dios y su Iglesia. Dos hombres de rasgos culturales muy dispares pero fieles al principio de la fe: "unidad en la diversidad"

Para mi, este es el punto álgido que me lleva a un análisis profundo de la película: cuál es el nexo de unión, quién es el centro de cohesión.

El mundo nos tienta con su obsesión enfermiza por la igualdad a toda costa y en todo nivel. Creo que nuestra sociedad (y nosotros con ella) confunde los términos, hablando de igualdad cuando pretende decir unidad.

Dios nos ha creado diferentes pero complementarios, distintos pero coincidentes, dispares pero armónicos. Para Dios, todos somos iguales en dignidad y valor, aunque diferentes en roles y dones. 

Estamos perfectamente diseñados para complementarnos mutuamente, en el matrimonio, en la Iglesia...para ser "una sola carne" (Génesis 2, 18 y 24). Es en la diversidad donde encajamos todos a la perfección como piezas de un puzzle; es en la diferencia donde encontramos nuestra fortaleza, nuestra ayuda, nuestro apoyo, porque si fueramos todos piezas iguales no se podría crear el "cuadro"

Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, es decir, con muchos matices, con muchas peculiaridades. Es en la diversidad donde encontramos a un Dios que no cabe en una sola persona, que no puede definirse en un solo ser humano. Dios ha creado la diversidad para mostrarse totalmente.

Jesucristo no hizo distinción alguna con las personas, ni durante su vida pública ni en la Cruz, vino a salvar a todos, por amor a todos. 

La Sagrada Escritura, en el libro de Apocalipsis 7, 9 nos da una pauta clara sobre la unidad en la diversidad: "Vi aparecer una gran muchedumbre, que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua. Estaban en pie delante del trono de Dios y delante del cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos." Los cristianos somos diversos pero lo que nos une es Cristo. Lo que nos une es el Amor.

La Iglesia es una Madre que abre sus brazos a todos los hombres y pueblos, a todas las culturas y naciones, a todas las lenguas y razas. 

Efesios 4, 4-8 dice: "Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios, padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. Pero cada uno de nosotros hemos recibido un don en la medida en que Cristo nos lo ha querido dar." Cada cristiano tenemos distintos dones que Dios nos ha concedido, pero somos un sólo Espíritu, una sola fe, una sola Iglesia.

Volviendo a la película y sin entrar en valoraciones sobre su visión real o imaginaria de un conflicto eclesial entre conservadores y reformadores progresistas, sobre dos formas polarizadas de ser, de pensar y de actuar... 

Resultado de imagen de pelicula los dos papasLo que, desde los ojos del amor, podemos intuir es una gran relación amistosa y fraterna entre estos dos hombres de Dios. Dos sacerdotes muy humanos. Dos humanos muy sacerdotes.

Sin embargo, no comparto la supuesta enemistad entre ambos ni la imagen que nos muestra de un Francisco tan mundano y relativista, así como la de un Benedicto tan áspero y poco caritativo. Ninguno de los dos es así. El Espíritu Santo jamás se equivoca.

Si nos fijamos bien, podemos ver claramente cómo ambos obispos, que planean dimitir de sus respectivos puestos en la Iglesia, tratan de evitar que el otro renuncie desde un único modo de pensar, decir y actuar: el amor. 

Resultado de imagen de pelicula los dos papasEs el amor de Cristo y a Cristo lo que les une, aunque pudieran tener divergencias sobre gustos, ideas o puntos concretos sobre el gobierno de la Iglesia. No así sobre la fe cristiana. Ahí (la película también lo refleja, si la miramos bien) no hay disparidad. 

Anthony Hopkins como Benedicto XVI y Jonathan Pryce como el papa Francisco en 'The Two Popes'.Es importante que como católicos vayamos más allá de la descripción teatral y cinematográfica de los hechos narrados, de su veracidad o falsedad.

Hemos de contemplar maravillados esa relación tan cercana y respetuosa entre ambos: cómo se hablan, cómo se interpelan, cómo muestran sus aficiones y comparten sus gustos, y finalmente, cómo se confiesan el uno al otro. Es una escena de una ternura y misericordia sobrenaturales.

En conclusión, la película, lejos de crearme una dicotomía, una división o una dualidad en el seno de la Iglesia, lejos de suscitarme intranquilidad, inquietud, desasosiego o perturbación en la Cátedra de San Pedro, me ha emocionado y ha suscitado en mí el compromiso de incluirlos en mis oraciones diarias. 

Desde entonces, rezo por la santidad de ambos, le pido al Señor por Benedicto y por Francisco.

martes, 24 de diciembre de 2019

AUTENTICIDAD CRISTIANA: ¡FUERA MÁSCARAS!

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"Por sus frutos los conoceréis. 
¿Acaso se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos? 
Así también, todo árbol bueno da frutos buenos, 
pero el árbol malo da frutos malos. 
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, 
ni un árbol malo frutos buenos. 
Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego.
Por sus frutos los conoceréis"."
(Mateo 7, 16-20)

¡Qué difícil es ser auténtico hoy día! ¡Qué complicado es ser genuino!

Y la principal razón es que el diablo ha configurado un mundo superficial que intenta atraernos por caminos que los cristianos no debiéramos recorrer. 

Aquellos senderos por los que nos inducen a seguir los "vendedores de humo" de la publicidad y los "influencers" de los social media, y que nos conducen a una obsesión desmedida por la imagen, la apariencia y el "postureo". 

La autenticidad ha perdido valor. Lo único que cuenta es lo que expresamos al exterior. Cómo nos ven los demás, aunque sea "fake".

Los cristianos no somos inmunes a la tentación de ponernos máscaras para aparentar algo que no somos, ni tampoco estamos exentos de caer en la esclavitud del engaño y la hipocresía por el "qué dirán".

Pero debemos tener muy claro que, por mucha buena apariencia que demos a los demás, ante Dios no valen las máscaras.

Jesús nos enseña que "por sus frutos los conoceréis" y nos advierte que "no todo el que me dice Señor, Señor entrará en el reino de los cielos".

Resultado de imagen de hipocresia catolicoHay quienes se consideran a sí mismos buenos cristianos o tratan de parecerlo a ojos de los demás: son los hipócritas, a quienes tan duramente les reprende el Señor. 

Una cosa es lo que hacen y otra lo que son. Son árboles malos que, tarde o temprano, dan frutos malos. Son sepulcros blancos por fuera pero llenos de inmundicia por dentro.

A los hipócritas les gustaría ser lo que aparentan, pero no hacen nada por ser auténticos. 

Llevan una doble vida: piensan de una forma en privado, y actúan de otra en público. Ocultan sus fallos, maquillan sus actos y disimulan su orgullo ante los demás. Pero a Dios no pueden engañarle.

Deberían pensar muy seriamente en el momento de su muerte...cuando, en su juicio particular, se encuentren cara a cara con Dios y le digan "Señor, Señor", y que Él les diga: "No os conozco". ¡Sería terrible!

La hipocresía no es cristiana. La superficialidad no es cristiana. La mentira no es cristiana. Son tentaciones en las que los cristianos caemos con demasiada frecuencia. 

Resultado de imagen de autenticidadLa autenticidad cristiana consiste en ser honesto y veraz, auténtico y sin doblez, sin hipocresía y sin máscaras. 

Consiste en vivir los pensamientos, palabras y obras con coherencia y según la voluntad de Dios

Consiste, no en " parecer" sino en "ser", no en "hacer" sino en "dejarse hacer", dejarse cautivar por la autenticidad de Jesucristo y obrar como Él, sirviendo y amando a Dios.

Para no caer en la tentación de la hipocresía y ser cristianos auténticos, hay algunos tips que nos pueden ayudar:

Oración 
A través de la oración, descubrimos claramente lo que Dios quiere de nosotros. Cultivamos una conciencia auténtica de lo que quiere de nosotros en cada momento. La oración nos ilumina, nos fortalece y nos transforma, por la gracia, en cristianos auténticos. 

Obediencia
La coherencia de nuestra vida con la voluntad de Dios debe ser siempre lo primero, el valor supremo, por encima de nuestras pasiones o comodidades, de nuestros caprichos o intereses, de las modas o costumbres del mundo. Un cristiano auténtico siempre obedece a Dios antes que a los hombres. 

Buena Conciencia
La docilidad y fidelidad a la voz del Espíritu Santo suscita lo verdadero y auténtico en nuestra conciencia, lugar donde estamos a solas con Dios. Una buena conciencia es siempre capaz de llamar al mal, "mal" y al bien, "bien".

Bondad
Un cristiano auténtico busca ser bueno y no sólo aparentarlo. Actúa siempre cara a Dios, que es "su público" y no sólo de cara a los demás. Huye de la vanidad, del reconocimiento humano, del miedo a lo que los demás puedan pensar o decir de uno mismo. 

Humildad
Caer no nos hace incoherentes ni falsos si reconocemos nuestra debilidad para que Dios nos levante y nos ayude a emprender de nuevo el camino.  Lo fácil para el mundo es justificarse, maquillar la propia imagen ante los demás y ante uno mismo, y excusarse. Sin humildad no podemos ser honestos con nosotros mismos. 

Amor
Un cristiano auténtico ama Dios sobre todas las cosas. Siempre. Sin excusas. Ese amor, don divino por el que primero somos amados por el Señor, nos invita a reflejar Su amor y Su misericordia a otros. Aunque el amor no siempre sea recíproco ni merecido.

Alegría
A pesar de los problemas y dificultades, un cristiano auténtico tiene siempre puesta su atención en lo eterno y no en lo efímero. Y agradece cada día todos los regalos que Dios le concede.

Paz
A pesar de las pruebas y tentaciones, un cristiano auténtico conserva siempre la paz y calma, sabiendo que Dios las permite para consolidar nuestra confianza, aumentar nuestra fe y purificar nuestra alma.

Amabilidad
Un cristiano auténtico siempre muestra un interés verdadero por los demás, acoge y escucha a quienes se acercan a él con heridas y sufrimientos. Y jamás juzga.

Fe
El don de la fe nos conduce a una certeza confiada en las promesas del Señor. Un cristiano auténtico siempre le pide a Dios que aumente su fe. Es lo que cree. Hace lo que cree.


"Examinaos a vosotros mismos a ver si estáis firmes en la fe; 
poneos vosotros mismos a prueba. 
¿No reconocéis que Jesucristo está en vosotros? 
A ver si es que no superáis la prueba" 
(2 Corintios 13, 5)