¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

miércoles, 20 de enero de 2021

LA TENTACIÓN DE "QUERER SOBRESALIR"

"Y lo mismo que sobresalís en todo 
—en fe, en la palabra, 
en conocimiento, en empeño 
y en el amor que os hemos comunicado—, 
sobresalid también en esta obra de caridad. 
No os lo digo como un mandato, 
sino que deseo comprobar, 
mediante el interés por los demás, 
la sinceridad de vuestro amor. 
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, 
el cual, siendo rico, 
se hizo pobre por vosotros 
para enriqueceros con su pobreza... 
Porque, si hay buena voluntad, 
se le agradece lo que uno tiene, 
no lo que no tiene. "
 (2 Co 8, 7-12)

Ocurre que, en ocasiones, cuando hablamos en entornos cristianos, sobre todo masculinos, laicos o sacerdotes podemos sentirnos tentados a convertirnos en el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Y, más que señalar y conducir hacia el amor del Padre, queremos dar un golpe de efecto, reclamar nuestros derechos, demostrar nuestros talentos, hacer ver a los demás lo "buenos y sabios" que somos, y lo "bien y correcto" que hacemos las cosas. 

Es entonces cuando queremos deslumbrar en lugar de alumbrar, cuando queremos sobresalir por encima de nuestros hermanos, en lugar de salir a abrazarles. Es entonces cuando, para "hacernos notar", nos "deshacemos" del Protagonista de nuestra historia que es Dios, denigramos a los demás actores que son nuestros hermanos y nos colocarnos en el centro de la escena. Es entonces cuando creemos y decimos¡yo soy infinitamente mejor que todos
Pero debemos tener cuidado y estar vigilantes porque esto es exactamente lo que hizo Satanás cuando se rebeló a Dios. Lucifer (del latín, que significa lucero, luz, ángel de luz, portador de luz) se sentía superior al resto de los ángeles (de hecho, lo era), a todos los hombres, a quienes despreció, e incluso a Dios, a quien se rebeló. 

Su sentencia "non serviam" desveló lo que su corazón albergaba: orgullo, vanidad, soberbia, altanería, arrogancia, engreimiento...Como el hermano mayor, se alejó de todos porque se sentía superior a sus sirvientes (de hecho, lo era), a su hermano menor, a quien despreció y juzgó, y sobre todo, al Padre, a quien increpó y rechazó.

Justo lo contrario que hizo Jesucristo, quien aceptó "servir" al Padre y al hombre (el "hermano menor") con humildad, modestia, docilidad y amor, iluminando al mundo, dando ejemplo y atrayendo a todos. Pero además, al regresar a la casa del Padre, el Señor nos dejó al Espíritu Santo para guiarnos e iluminarnos en la verdad y para dar testimonio de Jesús, no para que habláramos de nosotros, no para "sobresalir" (Jn 15,26-27).

Decía Santo Tomás de Aquino que hay dos tipos de comunicación: la locutio, un monólogo personal y autorreferencial que no interesa en absoluto a quienes escuchan porque se sienten lejanos, excluidos o incluso despreciados; y la illuminatio, un discurso integrador y empático que ilustra la mente, ilumina el alma y atrae el corazón de quienes escuchan.

En el primer caso, habitualmente, el auditorio "deja de escuchar" mientras que en el segundo, la atención de los oyentes va "in crescendo". El primero, sin un ápice de empatía ni de caridad, pretende imponer, con cierto desprecio implícito, "su yo" para vencer a "su ellos", es decir, "derrotar para ganar", alejándose de sus oyentes, mientras que el segundo, derrota "su yo" para ganar "su ellos", acercándose a sus interlocutores. 

La "illuminatio" es el mayor ejemplo y llamada para el cristiano: Cristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza... siendo Dios, se hizo hombre para divinizarnos. 
Cuando proclamo mi fe a mis hermanos o a otras personas, es preciso que entienda que se trata, no tanto de "brillar" ante ellos ni de "deslumbrarlos", como de iluminar 
el sendero y de alumbrar la oscuridad, para que todos puedan descubrir al verdadero protagonista, a la verdadera Luz: Jesucristo, que ilumina la Iglesia y el mundo.

Decía el cardenal Ratzinger que es preciso desechar ese paradigma “masculino" que adoptamos en nuestro modo de vivir y de hablar, que nos conduce sólo a dar importancia a las capacidades propias, a la acciones individuales, a la eficacia o el éxito particulares, para asumir un paradigma “femenino", que nos conduzca a la escucha, a la espera, a la paciencia y a la calma. Implícitamente, nos está dirigiendo a la Virgen María, nuestro segundo ejemplo más glorioso y brillante de "illuminatio" en el servicio a Dios y a los hombres, después de su Hijo. Ella dio "a luz" a la "Luz".

Por tanto, si me considero cristiano, debo ser luz del mundo (Mt 5,13-16), reflejando la luz de Dios, como la luna refleja la del sol, como María refleja la de Jesús. Debo alumbrar a mis hermanos con la misma docilidad y humildad de Jesús, iluminar a mi prójimo con la misma delicadeza y gracia del Espíritu Santo, escuchar con la misma fe y ternura de María, y obrar con la misma misericordia y caridad de Dios Padre.
Para nosotros, los católicos, la caridad lo es "todo": la vida no depende de mis talentos ni de mis habilidades sino del amor con que los emplee. El amor es la luz que el mundo necesita. Sin amor, nada vale, de nada sirve (1 Co 13,1-13). El amor es el "qué" (contenido), el "cómo" (método) y el "por qué" (estilo) de nuestra fe cristiana.

El amor de Cristo convierte mi hablar en positivo, relevante y atractivo. La gracia del Espíritu proporciona a mis palabras empatía, credibilidad y amabilidad hacia los demás. La fe de la Virgen infunde en mi corazón la capacidad y la fortaleza necesarias para meditar y actuar de forma paciente, integradora y abierta. 

Dice San Pablo, en el capítulo 14 de su primera carta a los Corintios, que pidamos en oración discernimiento, gracia y eficacia al hablar; que nos esforcemos por conseguir el amor y por anhelar los dones espirituales, pues no hablamos para hombres, sino para Dios; que no se trata de edificarse a uno mismo sino a la Iglesia de Cristo, procurando sobresalir para la edificación de la comunidad, no para nuestra vanidad, pues si no hablamos con el espíritu y el amor de Dios, es como si habláramos al aire.

"Entonces, ¿qué, hermanos? 
Cuando os reunís, 
uno tiene un salmo, 
otro tiene una enseñanza, 
otro tiene una revelación, 
otro tiene don de lenguas, 
otro tiene una interpretación: 
hágase todo para edificación" 
(1 Co 14, 26)

JHR

sábado, 16 de enero de 2021

¿TE HE DICHO ALGUNA VEZ QUE TE QUIERO?

"Salió de nuevo a la orilla del mar; 
toda la gente acudía a él y les enseñaba. 
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, 
sentado al mostrador de los impuestos, 
y le dijo: 'Sígueme'. 
Se levantó y lo siguió"
 (Marcos 2, 13-14)

Meditando hoy el conocido pasaje del evangelio de San Marcos, cuando Jesús le dice a Mateo "Sígueme", me ha hecho recordar el momento, hace algo más de cinco años, en el que escuché "la pregunta". 

Fue en un retiro cuando Cristo, que "paseaba por la orilla de mi mar", me miró con ternura y me preguntó: ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?...Fue su forma de decirme: "Sígueme".

Desde que escuché esa pregunta retórica, ya nada fue igual, ya no fui el mismo. No podía serlo. Me levanté y lo seguí. Tampoco podía explicarlo. Algo cambió mihasta entonces, duro y áspero corazón. Su llamada retumbó en mi interior como un eco interminable que aún perdura. 

Fue esa peculiaridad para atraerme, esa sutileza para afirmar preguntando "¿te he dicho alguna vez que te quiero?", esa delicadeza para preguntar afirmando "Sígueme", la que puso "patas arriba" toda mi forma de pensar y actuar, ampliando mi perspectiva y cambiando completamente mi mirada egoísta y ensimismada en mis intereses, para dirigirla hacia Dios y hacia los demás. 

Fue esa voz endulzada de gracia interrogativa, que jamás quebranta la libertad, la que me invitó a descubrir cómo, en realidad, me lo había dicho continuamente a lo largo de toda mi vida, pero yo no me había dado cuenta. Ese día no fue el día que Dios pasó por mi vida. Él ya estaba en ella, pero yo no lo veía. Fue el día en que yo pasé por el amor de Dios.

Fue esa mirada cautivadora, auténtico "flechazo de amor", la que me mostró como Dios-Amor va siempre por delante ("me primerea", como dice el Papa Francisco), abriendo el camino, liderando, dando ejemplo, invitándome a hacer lo mismo que Él: a servir, a amar.
Como hizo Mateo, dejé atrás mi "oficio de recaudador", mi profesión de "usar" y "abusar" de otros, mi propósito de "recibir" y "sacar provecho" de los demás, para "actualizar y resetear" mi vida, para dejar de vivirla de una forma egoísta e interesada y entregarla a los intereses del Reino, a la voluntad de Dios.

Así es Cristo

Amor auténtico y desinteresado que da la vida por sus amigos (Juan 15,13). 

Amor pleno y profundo que trasciende todo conocimiento, que enardece el corazón, cuando lo ocupa, cuando lo llena y lo habita (Efesios 3,17-19)

Amor eterno e infinito (Salmo 135,1) que no deja indiferente a nadie y que mueve a invitarle a "casa", como hizo Mateo o como hicieron los dos de Emaús. 

Ningún mérito es propio ni nuestro. Todos son de Jesucristo. Y cuando interiorizas esta Verdad, Ella misma te hace libre. Entonces, sigues a Cristo y haces tuya la pregunta:

 ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?

jueves, 14 de enero de 2021

COMO LADRÓN EN LA NOCHE

"En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, 
ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, 
sino solo el Padre" 
(Mateo 24,36; Marcos 13,32)

Los cristianos aguardamos con esperanza y alegría la Parusía, la segunda venida de Cristo, pero lo que ninguno sabemos es cuándo sucederá. Ni los hombres, ni los ángeles, ni siquiera el Hijo, el propio Jesucristo. Sólo Dios Padre lo sabe.

No sabemos si la veremos o moriremos antes. Lo que sí sabemos es que la venida del Hijo del hombre será como en los días previos al diluvio, como en los tiempos de Noé (Mateo 24,37): anunciada con mucha antelación pero tristemente ignorada por muchos. 

No conocemos ni el día ni la hora pero sí tenemos la capacidad de interpretar las señales previas a Su venida que el propio Jesús nos anticipó y que quedaron escritas en los evangelios sinópticos (Mateo 24,5-51; Marcos 13,5-27; Lucas 21,8-28):

-el comienzo de los dolores: Cristo nos dice que no nos alarmemos, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. Apostasía: muchos se llamarán "cristianos", otros se autoproclamarán "mesías" y surgirán "falsos profetas" que engañarán a muchos. Calamidades: guerras y noticias de guerras, hambre, epidemias, pestes, terremotos. Persecución y martirio por su causa. Maldad: escándalos, odios, traiciones, aumento de la maldad y enfriamiento del amor. Se producirá una gran Evangelización por todo el mundo...y entonces vendrá el fin.

-el fin: Jesús nos exhorta a huid y a orar cuando veamos "la abominación de la desolación" (profetizada en Daniel 9, 27; 11, 31; 12,11), es decir, la aparición blasfema del Anticristo. Porque habrá una Gran Tribulación como jamás ha sucedido desde el principio del mundo hasta hoy, ni la volverá a haber. Después de esta angustia habrá Signos en el cieloel sol se oscurecerá, la luna perderá su resplandor, las estrellas caerán del cielo y los astros se tambalearán.

-la venida del Hijo del hombre: Dice el Señor que su venida será como un relámpago que se verá en toda la tierra. Y todo el mundo verá venir al Hijo del hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Enviará a sus ángeles con un gran toque de trompeta para reunir a sus elegidos.
Sin embargo, los católicos no la esperamos con temor ni angustia, sino todo lo contrario, con impaciencia y gozo, como quien espera la llegada de su Amado. Y mientras esperamos la parusía, debemos estar muy atentos para reconocer ya su presencia en cada instante de nuestra vida, y preparados para ir a su presencia en el momento de nuestra muerte, es decir, en el encuentro definitivo con Dios.

Para estas tres "esperas", Jesucristo nos reitera y nos apremia para que estemos en vela (Mateo 24,42-44), que estemos despiertos, que estemos vigilantes, que estemos preparados... porque si no... "sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar" (1 Tesalonicenses 5,3); "Si no vigilas, vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (Apocalipsis 3,3); los que velan de noche serán bienaventurados porque le verán (Lucas 12,38; Apocalipsis 16,15).

San Pablo en 1 Corintios 15,52 dice que vendrá sin aviso previo, es decir, de repente: "... en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la última trompeta", o como dice Mateo 24,44 "a la hora que menos pensemos", o como dice Marcos 13,35 "...no sabéis si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer".

La Escritura nos advierte que vendrá como ladrón en la noche: en "aquella noche" (Lucas 17,34); una voz anuncia la llegada del esposo de las vírgenes con las lámparas "a medianoche" (Mateo 25,6); el dueño de la casa no sabe a qué hora de la noche viene el ladrón (Mateo 24,43); como el hombre que se fue de viaje... el "Día del Señor llegará como ladrón en la noche" (2 Pedro 3,10; 1 Tesalonicenses 5,2).
La expresión "Día del Señor" es una forma de representar el factor "tiempo" en el que Cristo se manifestará, bien sea en el momento de nuestra muerte o en el de su gloriosa venida a la tierra. 

"Como ladrón" es una manera de decir que vendrá en secreto, de una forma desprevenida o inesperada para quien no esté atento, como un intruso al que no se espera, en referencia a quienes no creen y no esperan al Señor, o para quienes creyendo, no perseveren hasta el fin, es decir, hasta la muerte física. 

"En la noche" es un modo de expresar oscuridad y tinieblas (1 Tesalonicenses 5,4), en referencia a un estado de pecado generalizado en el mundo, o también, al momento de la propia muerte. 

"Como los dolores de la mujer encinta” es una metáfora para explicar que, de la misma manera que una mujer embarazada sabe con certeza que el parto le llegará, y con él, los dolores, aunque no el momento exacto, nosotros sabemos que su venida es segura, ya sea durante nuestra vida o en el momento de nuestra muerte.

"Velad, vigilad, estad alerta" es un aviso para que estemos atentos a los signos de los tiempos, para que perseveremos en la fe, para que estemos en guardia contra las tentaciones y el pecado, para que oremos y para que estemos en gracia (Mateo 26,41). Para que busquemos "la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12,14), ya sea en su venida a la tierra, o en el momento de presentarnos ante Él, el día de nuestra muerte. 

En un mundo que promete una falsa "paz y seguridad", Dios nos advierte para que velemos y estemos vigilantes porque conoce nuestra debilidad ante el poder y la seducción del Enemigo, que domina el mundo en la oscuridad de la mentira y que busca que no veamos a Dios.

Cristo nos alienta diciéndonos que somos "luz del mundo". Una luz que debe brillar ante los hombres, para que vean nuestras buenas obras y demos gloria a Dios (Mateo 5,14 y 16), pues si seguimos a Cristo, "Luz del mundo" (Juan 8,12), Él estará en nosotros y nosotros en Él. No andaremos en tinieblas ni caminaremos a ciegas.

Así pues, nuestra espera tiene una doble vertiente. Por un lado, como cristianos, somos soldados que, atrincherados en la seguridad de la fe, vigilan, perseveran y resisten al Enemigo y, por otro, como Iglesia, santificados por la gracia de los sacramentos, somos la novia que espera impaciente al novio.

martes, 12 de enero de 2021

TIPOS, ANTI TIPOS Y SÍMBOLOS BÍBLICOS

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Existe un pensamiento muy extendido sobre que la Biblia contiene grandes diferencias y contradicciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sin embargo, según la exégesis, el Antiguo Testamento tiene su cumplimiento en el Nuevo, y el Nuevo tiene su desarrollo en el Antiguo.

Ambos son partes complementarias de la Revelación progresiva, y tienen su fundamento en Dios mismo, quien dispuso los elementos del Antiguo Testamento que tipifican y prefiguran las realidades que se manifiestan en el Nuevo Testamento. 

Dios configuró lo que en el Antiguo Testamento era un “tipo” y lo que en el Nuevo Testamento es un “antitipo”. 

“Tipo”Conexión histórica entre determinados hechos, personas o cosas del Antiguo Testamento y hechos, personas o cosas semejantes del Nuevo Testamento. 

“Antitipo”: Hechos, personas o cosas del Nuevo Testamento, que tienen su “tipo” en el Antiguo Testamento.

Un “tipo” del Antiguo Testamento tiene un “antitipo” en el Nuevo Testamento que arroja luz sobre el “tipo”. Si el “antitipo” no es claro, es probable que no corresponda a un “tipo”. El “tipo” y el “antitipo” están determinados por Dios mismo y no por la fantasía humana, por el capricho del intérprete o por la arbitrariedad de interpretación.

La interpretación de un tipo es una analogía formal entre dos personas, objetos o acontecimientos. Esencialmenteprefigura algo en el futuro.

La interpretación de un símbolo señala las cualidades particulares, marcas, aspectos o señales mediante los cuales un objeto, real o ideal, indica e ilustra a otro. Puede representar una cosa, presente, pasada o futura.

Tipos

Identificación e Interpretación

Hay tres características para proceder a la identificación de un tipo que realmente se presenta como tal, de manera expresa, en las Escrituras:
  • Figura profética de una realidad espiritual futura, establecida por inspiración divina. 
  • Figura plenamente manifestada de una realidad espiritual futura tras la venida de Cristo.
  • Su cumplimiento es el antitipo.
Tras identificar el tipo, podemos proceder a su interpretación siguiendo cuatro puntos:
  • Leer todo lo que la Escritura dice sobre el cumplimiento del tipo.
  • Detallar el tipo, señalar semejanzas y diferencias, sin forzar nunca un paralelo, ni caer en la alegorización.
  • Considerar el valor del tipo para los que lo vivieron.
  • Identificar el mensaje principal que nos transmite el tipo.
Clases 

1. Personales. Se refieren a las personas: 
  • Adán. Como cabeza y representante de la humanidad, prefigura a Cristo. (Rom 5,14 y 19; 1 Co 15,45).
  • Eva. Prefigura a la Virgen María. También a  la Iglesia. Eva fue creada de Adán para ser su esposa y su complemento. La Iglesia fue creada por Cristo para ser su esposa y su ayuda.
  • Abraham. Por su fe, es un “tipo” de todos los creyentes, y por el sacrificio de su hijo, de Dios mismo. (Gn 15,6; Rom 4,3; Rom 4,20-25).
  • La ofrenda de Isaac, (Gn 22) hizo de él un tipo de la fe que obra, enseñando que "el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe" (Stg 2,24).
  • Agar y Sara. Tipos de la esclavitud bajo la Ley del Antiguo Testamento y la libertad de la Gracia del Nuevo Testamento. (Gal 4,21-31).
  • Melquisedec. Es el “tipo” de Cristo al ser el puente o mediador (sacerdote) entre Dios y los hombres (Hb 7,1-39). Melquisedec significa “Rey de justicia”, y también “Rey de Salem”, esto es, “Rey de paz”. A semejanza del Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre.
  • Moisés. Otro “tipo” de Jesús. Por su fidelidad con la casa de Dios (Hb 3,2-6) y como profeta (Dt 18,15; Hch 3,22).
  • El Sumo sacerdote. “Tipo” de Jesús. quien siendo Dios, se hizo siervo y se desprendió de su realeza para realizar el sacrificio santo y perfecto, sin mancha, y luego regresó a su majestad. (Lv 16,4; Hb 4,14; Fil 2,5-11). 
  • El peto y las doce joyas de la vestidura del sumo sacerdote, representan a las doce tribus de Israel.
  • Enoc. Tipo de Cristo en que, por su vida san­ta y su arrebatamiento al cielo, dio a luz a la vida y a la inmortalidad al mundo antediluviano. 
  • Elías el Tisbita. Tipo de la Ascensión del Señor y también, de Juan el Bautista
  • Josué, Tipo de Cristo como dador de reposo (Hch 4,8-9; Mt 11,28- 29).
  • Jonás, que estuvo tres días y tres noches en el pez, tipo de Cristo, que estuvo tres días en el sepulcro (Mt 12,40).
2. Materiales. Objetos preciados que tienen un significado trascendente:
  • El tabernáculo. Con todos sus utensilios y objetos dedicados al culto (es decir, como un todo) es un “tipo” del cielo, pues si en el cielo todo es santo, en la tierra todo lo que se consagra a Dios también es santo. (Hb 10,12-24). También es tipo de Cristo, el Hijo de Dios encarnado (Jn 1,14) en el cual Dios manifestaría su presencia y su gloria. 
  • El templo de Jerusalén. Por ser exponente de la permanencia de Dios con su pueblo, prefigura a Cristo, Emmanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1, 23).
  • La sangre de los corderos que se sacrificaban en el Templo es un “tipo” de la sangre expiatoria de Cristo. (Hb 9,13-22).
  • El maná. Jesús es el verdadero alimento que viene del cielo. (Jn 6,32-35).
  • El aceite de olivas machacadas, tipo del Espíritu Santo. (Ex 27,20). 
3. Institucionales. Las cosas que se instituyeron por Dios:
  • El sábado o "Sabbath". Es un “tipo” del descanso eterno de los creyentes. (Sal 95,10-11; Hb 4,1-4; Co 2, 17).
  • Los sacrificios de corderos y otros animales, cuya sangre se consagraba como expiación por las almas de los hombres (Lv 17,11) son tipos de Cristo.
  • El Cordero Pascual es tipo de Cristo. (Ex 12, 3-14)
4. Oficios o dignidades. Tareas o misiones específicas.
  • Los profetas del Antiguo Testamento, al ser medios de revelación divina y mensajeros enviados por Dios, son tipo de Cristo
  • Los sacerdotes, y especialmente el sumo sacerdote, en el desempeño de sus deberes sacerdotales, son tipo de Cristo, Aquél quien por su propia sangre entró por una sola vez en el santuario, obteniendo eterna redención (Hb 14,14 y 9,12). 
  • Los reyes David y Salomón son tipos de Cristo. (2 Sa 7,12-14; Hch 1,5). David, ungido rey de Dios pero no reconocido por el pueblo de Israel. Salomón, por su Sabiduría.
5. Cosas u objetos. Fabricados por el hombre a petición de Dios.
  • El Arca de la Alianza, fabricado de madera de acacia y oro, tipifica la deidad y la humanidad de Cristo. También tipifica a la Virgen María. En él se guardaba el maná (pan del cielo, Cristo).
  • El contenido del Arca de la Alianza: la Ley, el Maná, y la vara de Aarón tipificaban a Cristo, teniendo la ley en su corazón, siendo alimento y autoridad para su pueblo. 
  • El candelabro de oro (Menorah). Con siete brazos que representan a la Iglesia, en las cuales se quemaba el aceite. Su luz es un tipo de Jesús, presente e iluminando a la Iglesia: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 3,19; 8,12; 12,46). 
6. Acontecimientos. Sucesos que sobresalen en el Antiguo Testamento: 
  • El Éxodo y la Ley. Tipo de la liberación del pecado
  • Egipto  son un “tipo” del mundo, del Imperioy los egipcios simbolizan a los que están alejados de Dios. 
  • La esclavitud en Egipto es un “tipo” de la esclavitud del pecado. (Rom 6,17-18; Gal 5,1-6).
  • La serpiente de bronce. Levantada en el bastón de Moisés, es “tipo” de Jesús en la cruz: todo aquel que mira este sacrificio obtiene salvación. (Jn 3,14; Nm 21,4-9).
  • El diluvio. Es “tipo” del bautismo. (1 Pe 3,20-21).
  • El arco iris. Es “tipo” de la alianza de la misericordia y fidelidad de Dios (Gn 9,13‑16; Ez 1,28; Aps 4,3). 
  • La tienda de reunión fuera del campamento. Es “tipo” de la muerte de Cristo. (Ex 33,7-11; Hb 13,10-13).
  • Israel en el Éxodo, en el desierto, es tipo de la vida cristiana (1 Co 10, 1-6). El pueblo idólatra hebreo en el desierto se convierte en “tipo” del mundo y los pocos fieles hebreos se convierten en “tipo” de Su Iglesia
  • “Estar bajo la nube” y pasar por el Mar Rojo representan un modo de bautismo que unía a los israelitas con Moisés, del mismo modo que el cristiano expresa su unión con Cristo en el bautismo. 
  • El alimento espiritual o sobrenatural (el maná) es  Cristo en la Eucaristía
  • El agua de la roca se compara con el vino de la Cena del Señor. (Ex 17,6; Nm 20,8-11; 1 Co 10,1-5).
  • Las fiestas judías. Son tipos de la primera y segunda venida de Jesús,  y de la venida del Espíritu Santo. Las fiestas son: 
    • Pesaj o Pascua. Celebra la liberación de la esclavitud de Egipto. Jesús es el  “antitipo” del cordero pascual, porque a través de Su sangre sobre un madero, el pueblo se libra de la esclavitud del pecado. Pesaj quiere decir, “pasar por alto” en hebreo. Así como el ángel de la muerte pasó por alto las casas hebreas pintadas con la sangre del cordero, Dios pasa por alto nuestro pecado por la sangre de nuestro cordero pascual, Jesús. 
    • Hag HaMatzah o Los Panes sin Levadura. Tipo de la vida piadosa del creyente (1 Co 5, 7-8). Esta fiesta se celebra inmediatamente después de Pesaj o la Pascua. Significa que es necesario sacar la levadura (hongo contaminante) del pecado de nuestra casa, de nuestra familia, de nuestras vidas. 
    • Yom HaBikkurim o Las Primicias. Tipo de la Resurrección. Celebra y reconoce la mano de Dios de bendición y provisión sobre Su pueblo. Se entregaban los primeros frutos y animales de la manada. Jesús es nuestra primicia, el primero de muchos que habían de ser salvos. La primicia tiene como significado que el primero santifica al resto. Se celebra tres días después de la Pascua, el día en que Jesús resucitó… nuestra primicia. 
    • Shavout o Las Semanas. Es identificada como el tiempo de la entrega de la Tora en Sinaí. Es marcada por una lectura solemne de los Diez Mandamientos en la Sinagoga. Tipo de Pentecostés, donde el Señor nos dio Su Espíritu cumpliendo la profecía de que la ley sería escrita en nuestros corazones a través de su Espíritu. 
    • Sukkot o los Tabernáculos. Es un festival de la cosecha, pero las tiendas de cosecha donde los judíos comen durante los siete días de la fiesta también son identificadas como las tiendas donde los israelitas habitaron durante su jornada hacia la Tierra Prometida. Nuestra cosecha y tabernáculo es Jesús
    • Yom Kippur o Día de la Expiación. Tipo de la Cruz. De acuerdo a la tradición, el mundo es juzgado cada Nuevo Año y el decreto de ese juicio es sellado en el Día de la Expiación. Un cuerno de macho cabrío (shofar) es sonado en el Año Nuevo para llamar a la gente al arrepentimiento. El Día de la Expiación, el día más sagrado en el año Judío, es dedicado al ayuno, la oración y la confesión. Su cumplimiento es en el Cordero perfecto que expió, una vez y para siempre, el pecado de sus seguidores. (Hb 9, 19-28; 10,1-14; Lv 5, 16).

 Símbolos

Un símbolo es signo que establece una relación de identidad con una realidad espiritualUn tipo es siempre un símbolo, pero no todo símbolo es un tipo. La diferencia radical entre el tipo y el símbolo es que el primero tiene una confirmación en el Nuevo Testamento, mientras que el otro no. 

Un símbolo puede llegar a tener diferentes interpretaciones, dependiendo del contexto bíblico. 

Ejemplos

-En todos los libros de la Palabra de Dios encontramos numerosos símbolos:
  • El fuego es símbolo de purificación (1 Pe 1, 7); y también de juicio (Is 31,9)
  • El agua es símbolo del lavado moral (Ef 5,26); o de salvación (Jn 4, 14); o también de una vida llena del Espíritu Santo (Jn 7,37-39)
  • La lepra, es vista como un símbolo de los efectos del pecado en el hombre: (Lc 17, 17-19)
  • El fruto es símbolo de las virtudes de un cristiano (Gal 5, 22-23). El mismo Jesús utilizo la palabra fruto para decir que por ellos reconocerían a los falsos profetas (Mt 7, 15-17)
  • El oro representa la divinidad de Cristo. La plata significa redención. El bronce representa autoridad
  • El color azul representa lo que es celestial en naturaleza y origen. El color púrpura significa la realeza de CristoEl color rojo representa la sangre del sacrificio
  • La madera de acacia no se corroe y representaba el cuerpo de Jesús
-En los libros proféticos, encontramos símbolos usados para transmitir el mensaje de Dios:
  • Andar desnudo y descalzo, símbolo de lo que le iba a acontecer a Egipto (Is 20, 2-4)
  • La putrefacción del cinto en el Éufrates, símbolo de la soberbia de Judá (Jr 13,4-9)
  • La boda de Oseas con una fornicadora, símbolo del adulterio idólatra de Israel contra Dios, al adorar a otros dioses (Os 1)
  • La vara de almendro, símbolo del cumplimiento de la palabra de Dios (Jeremías 11)
  • La olla hirviente como símbolo del juicio que Dios traería sobre Jerusalén a través de Babilonia (Ez 24,1-14)
  • La restauración de los huesos secos como símbolo de la restauración de Israel como nación (Ez 37, 1-14)
-En los libros apocalípticos, encontramos literatura llena de símbolos:
  • La estatua del sueño de Nabucodonosor, con cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, y sus piernas de hierro. Cada material es símbolo de los imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Dn 2,36-43).
  • Las cuatro bestias de la visión de Daniel representan también los imperios de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Dn 7,1-8). 
  • El carnero y del macho cabrío son símbolos del Imperio Persa y del Imperio Griego, respectivamente (Dn 8,1-8). 
  • Los siete candelabros, a las siete Iglesias de Asia, es decir, a la Iglesia de todos los tiempos (Ap 1,13).
  • Las dos bestias representan al Imperio del mal y su ideología, es decir, al Anticristo y al falso profeta (Ap 13).
  • El cordero, representa a Jesús (Ap 14, 1).
  • La gran ramera, Babilonia la Grande representa a Roma, al mundo, al Imperio (Ap 17,1-6).
  • La Ciudad santa, la nueva Jerusalén que representa a la Iglesia, al cielo (Ap 21,2). 
  • El dragón representa a Satanás (Ap 12,5-6).
  • La mujer vestida de sol representa a la Virgen María, a la Iglesia (Ap 12, 1).
En conclusión, la Biblia es rica en tipos y símbolos que debemos interpretar siguiendo la leyes de la hermenéutica y así, comprender el mensaje de Dios, es decir, lo que nos quiere revelar en su Palabra.

lunes, 11 de enero de 2021

MIENTRAS ESPERAMOS...

"Descargad en él todo vuestro agobio, 
porque él cuida de vosotros. 
Sed sobrios, velad. 
Vuestro adversario, el diablo, 
como león rugiente, 
ronda buscando a quien devorar. 
Resistidle, firmes en la fe, 
sabiendo que vuestra comunidad fraternal 
en el mundo entero 
está pasando por los mismos sufrimientos. 
Y el Dios de toda gracia que os ha llamado 
a su gloria eterna en Cristo Jesús, 
después de sufrir un poco, 
él mismo os restablecerá, os afianzará, 
os robustecerá y os consolidará. 
Suyo es el poder por los siglos" 
(1 Pe 5,7-11)

Hace tan sólo un año, nada hacía presagiar lo que habría de venir...nadie imaginaba la oscuridad que asolaría la tierra. En marzo llegó una tempestad invisible que ha hecho tambalear los cimientos del mundo, que ha colapsado todas sus estructuras políticas, económicas, sociales y sanitarias, y truncado todas las seguridades y referentes de bienestar prometidas por el hombre. 

Mientras las noticias desoladoras nos hablaban (y siguen haciéndolo) de números espeluznantes de contagios y de muertes, los políticos han impuesto medidas restrictivas y confinamientos que no han sido capaces de evitar la expansión del virus, prueba de que el hombre es incapaz de gobernarse por sí mismo.

A los aplausos de impotencia, les siguieron mensajes de resiliencia y de arengas para vivir una "nueva normalidad" en la que la salud ha pasado a convertirse en una prioridad global, convirtiendo a la ciencia en la gran esperanza de salvación del mundo, prueba de que el hombre sigue jugando a "ser Dios".

Ha sido un año de incertidumbres y miedos, de desolación y caos, de sufrimientos y ansiedades, de soledades y depresiones, de mascarillas y geles, de "epi's" y de "pcr's", de confinamientos y prohibiciones, de teletrabajos y de videoconferencias, de "colas del hambre" y de "ertes", de números rojos y de pérdidas de libertad, de confianza, de salud, de trabajo, de vidas humanas, prueba de que el hombre es esclavo de su pecado.
Las relaciones humanas y los actos sociales se han convertido en campo abonado para el recelo y la desconfianza: Un simple "¿cómo estás?" esconde en realidad, un ¿eres contagioso?  Una simple "tos" hace sospechar ¿eres "positivo"? Un simple acercamiento produce un efecto centrífugo de distanciamiento y de suspicacia hacia los demás".

Dios, con la Encarnación, se humanizó para "divinizarnos", y sin embargo, el hombre se desnaturaliza, despersonaliza y deshumaniza tratando de "divinizarse"Las mascarillas nos han dejado sin rostro y sin expresión. Los geles desinfectantes, sin huellas y sin olfato. Los chandals y los pijamas, sin "estética" y sin "estilo". Los confinamientos nos han dejado sin libertad y sin relaciones. Las muertes, sin entierros ni despedidas. Las cifras y las estadísticas, sin sensibilidad y sin afectividad...
 
La tempestad ha puesto de relieve la vulnerabilidad de nuestro utópico "estado del bienestar". La fragilidad de las "promesas del mundo" ha quedado al descubierto de improviso, y el hombre, desnudo ante su debilidad, ha sentido miedo y ha buscado refugio...

La incapacidad del hombre de gobernar la "nave", su temor a la zozobra y su falta de "rumbo" en la tormenta, debería recordarnos las palabras de Cristo "¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?" (Mc 4,35-41), para interpelarnos y cuestionarnos si creemos que Jesús duerme plácidamente y despreocupado, mientras parece que nosotros nos hundimos o si hemos dejado dormido lo que nos alimenta, sostiene y fortalece nuestra vida.

La rebelión del hombre de "jugar a ser Dios", de escuchar sólo lo que la razón y la ciencia dicen, debería evocarnos las palabras de la Virgen María "No hay vino...Haced lo que Él os diga" (Jn 2,1-10), para demandarnos e interrogarnos si seguimos el consejo de la Virgen, si hacemos lo que Dios nos dice o si creemos que, porque aún no ha llegado Su hora, Cristo no actuará.

Mientras esperamos "la hora del Señor", necesitamos inmunidad ante el pecado, una "vacuna" efectiva y duradera: el amor, la fe y la esperanza. Y medios o equipos de protección: la oración, la Palabra de Dios y los Sacramentos. 

En un mundo "sin escrúpulos", necesitamos reencontrar una "nueva humanidad", menos egoísta y empeñada en el "yo", y más compasiva y dedicada al "vosotros", que de testimonio del amor desinteresado que mueve a la acción y que no pasa nunca (1 Co 13,4-8). 
Mientras esperamos "la venida del Hijo del hombre", necesitamos discernir y retomar de nuevo el "rumbo" de la fe, que libera del miedo y nos ofrece esperanza. Necesitamos hacer "examen de conciencia" para elegir "hacer lo que Él nos diga". 

En un mundo "sin vino" necesitamos tomar el "agua" del Espíritu en nuestras tinajas para que se transforme en el "buen vino" del Señor, y beberlo. Necesitamos convertirnos y creer en el Evangelio porque "se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios" (Marcos 1,15).  

Mientras esperamos "el Reino de los Cielos", necesitamos despojarnos del viejo hombre egoísta e indiferente, superfluo y ensimismado, para convertirnos en el nuevo hombre desprendido y generoso, capaz de "dar la vida por los demás". 
En un mundo "sin calma", necesitamos ser capaces de descubrir la oportunidad de paz y descanso que Cristo nos ofrece: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré...y encontraréis descanso para vuestras almas" (Mt 11,28-29).

Mientras esperamos "el regreso de Cristo", necesitamos discernir los signos de los tiempos a la luz del Evangelio para encontrar el camino angosto pero seguro hacia la auténtica plenitud. En un mundo en tempestad, necesitamos reflexionar más que nunca cómo se manifiesta nuestro Señor en nuestras vidas en la escucha orante de Dios y en la escucha cotidiana del prójimo. 

Mientras esperamos en la Jerusalén terrestre con nuestros miedos y dudas, como los dos de Emaús al volver junto a los apóstoles, necesitamos ver que Jesucristo se hace presente en medio de nosotros para decirnos: "Paz a vosotros. ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad (...) soy yo en persona. Esto es lo que os dije (...) que era necesario que se cumpliera todo lo escrito" (Lc 24,36-44).

JHR