¿QUIÉN ES JESÚS?

La vida de Jesús siempre ha suscitado preguntas a lo largo de los últimos dos mil años.

¿Cómo pudo un carpintero que fue ejecutado por los romanos convertirse en el hombre más famoso de la historia?
¿Fue Jesús alguien verdaderamente real?
¿Cómo puede Dios ser un hombre al mismo tiempo?
¿De qué manera podría esto tener algún sentido para mi vida?

Estas son algunas preguntas, pero aquí tienes un espacio para formular las tuyas.

lunes, 5 de abril de 2021

SANTIAGO (EL MAYOR)...Y CIERRA ESPAÑA

"Fue más adelante y vio a otros dos hermanos:
Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano,
en la barca con su padre Zebedeo,
remendando las redes; y los llamó.
Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre,
y lo siguieron."
(Mateo 4, 21-22)

Santiago o Jacobo, proviene del griego antiguo, Ἰάκωβος Ya'akov, Boanerges ("Hijo del Trueno", nombre que les puso Jesús a su hermano Juan y a él, y que narra Marcos 3,17). Apóstol, hijo de Zebedeo y Salomé, de oficio pescador, vive en Betsaida, Capernaúm y Jerusalén, y predica en Jerusalén y Judea, y en España.

Miembro del Círculo Interno o "círculo de dilectos" de Jesús, formado por los que recibieron gracias especiales, entre ellas, estar con Él en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración, en el huerto de Getsemaní, ser testigo de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el mar de Tiberíades. 
Según el libro de los Hechos de los Apóstoles, Santiago recibió el Espíritu Santo en Pentecostés como uno de los máximos referentes de la primera comunidad cristiana, junto con Simón Pedro y a Juan. 

Hombre de extraordinaria fe, coraje y misericordia, su nombre aparece siempre junto al de su hermano Juan (Marcos 1,19-20; Mateo 4,21; Lucas 5,1-11) y es el primero de los doce en convertirse en mártir entre el 41-44 d. C., decapitado por Herodes Agripa en Jerusalén (Hechos 12,2).

Tras Pentecostés  en el año 33 d. C.), Santiago cruza el mar Mediterráneo hacia España. Comienza su predicación en Tarraco y en el valle del Ebro, siguiendo la vía romana, "Via Finisterre", que recorre la Cordillera Cantábrica y que termina en las columnas de Hércules, actual La Coruña. 

Nombra a siete discípulos, los "varones apostólicos", que continúan su tarea evangelizadora una vez que él regresa a Jerusalén. En el año 40 d.C., éstos siete varones apostólicos se encuentran en Caesaraugusta (Zaragoza) cuando la Virgen María se aparece en un pilar, en la actual basílica del Pilar. 

El descubrimiento de la tumba del Apóstol supuso la cristianización de la antigua "Vía del Finisterre", ruta que tradicionalmente seguían muchos pueblos celtas hasta el "fin del mundo" para celebrar matrimonios y otras fiestas. Este camino precristiano se convierte así en el Camino de Santiago o Ruta jacobea, y Compostela en el tercer núcleo de peregrinación medieval, tras Roma y Jerusalén.

En el año 1122, el papa Calixto II instituyó y proclamó que en adelante tuvieran la consideración y privilegios de Año Santo Jacobeo todos los años en los que la fiesta litúrgica de Santiago, el 25 de julio, coincidiera con el día domingo.

Muerte: Fue decapitado por Herodes Agripa I, entre los años 41 y 44 d.C.  (Hechos 12,1,2).

Festividad:  25 de julio.


Patrono: de España y de la Caballería del Ejército español.


Patrón: Veterinariosequitadorescurtidorespeleteros.
Orden religiosa: Cross Santiago.svg Orden de Santiago

Símbolo apostólico: tres caparazones de crustáceo, en señal de su peregrinación por el mar.

domingo, 4 de abril de 2021

¡JESUCRISTO HA RESUCITADO! ¡ALEGRAOS!

 
"Si Cristo no ha resucitado, 
vana es nuestra predicación 
y vana también vuestra fe (...) 
si Cristo no ha resucitado, 
vuestra fe no tiene sentido" 
(1 Corintios 15,14-17)

¡Jesucristo ha resucitado! es el grito gozoso del cristiano, es el anuncio central de nuestra fe, el culmen y la confirmación de la historia de la salvación del hombre, la victoria sobre la muerte y el pecado. Hoy, ningún católico puede estar triste, porque el Señor nos ha abierto las puertas del cielo de par en par. ¡Es verdad, ha resucitado! ¡Aleluya!

Sin embargo, no fue fácil para los discípulos creer en la resurrección del Señor. A pesar de que Jesús les había anunciado varias veces que, después de su muerte, resucitaría (Marcos 8,31; 9,31; 10,34), ellos no eran conscientes de sus palabras, no creían "del todo", y como consecuencia de esa "incertidumbre", se encontraban tristes, desanimados y desesperanzados.

El mismo Juan, el discípulo amado y testigo presencial de todos los acontecimientos importantes de la vida pública del Maestro, no creía plenamente en la resurrección de Jesús. Tuvo que "ver" para "creer" como él mismo cuenta en su Evangelio:  "Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó" (Juan 20,3-8).
La evidencia del sepulcro vacío es la certeza incuestionable de la resurrección del Salvador. Un cristiano no puede quedarse en la Cruz de Cristo, símbolo del amor eterno, ni tampoco en la seguridad del grupo de "amigos" en Jerusalén. Es necesario "entrar en el misterio" e "inclinarse" para "ver y creer", como dice el propio evangelista. Es necesario "arrodillarse" para contemplar el glorioso y victorioso desenlace, y así, comprender y creer. 

Hoy, dos mil años después, los cristianos seguimos albergando dudas e incertidumbres en nuestros corazones. Como seres sensibles, no terminamos de creernos la resurrección. Necesitamos ver y tocar y, por eso, no terminamos de alegrarnos gozosamente "del todo". Nos anuncian que Jesucristo ha resucitado y nosotros lo repetimos, pero realmente ¿nos inclinamos, vemos y creemos? 

Como siempre, el Resucitado se anticipa utilizando su divina pedagogía, a través de encuentros, apariciones y pruebas de su resurrección, para recobrar la debilitada fe de los discípulos (y también la nuestra): 

Jesús se aparece a María Magdalena (Mateo 28,1-10; Juan 20, 11-17), a Pedro y al resto de los discípulos (Juan 20, 19-23; 21,1-14; Lucas 24,30 y 43), a Pablo (1 Corintios 15,8) y a Juan (Apocalipsis 1,12-20); se deja tocar por Tomás (Juan 20,27), camina con los dos de Emaús e incluso nos reprende a todos nosotros por nuestra incredulidad, por no reconocerle: "¡Qué necios y qué torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" (Lucas 24,13-26). 
 
¿Acaso no se nos ha aparecido en multitud de circunstancias y de momentos a lo largo de nuestras vidas? ¿Acaso no se ha dejado tocar y abrazar por nosotros cuando la duda o el sufrimiento han aparecido en nuestras almas? ¿Acaso no le hemos escuchado reprendernos en la profundidad de nuestras conciencias?

Pero la resurrección de Jesucristo no es un simple "revivir" ni un "volver a la vida" como la de Lázaro, cuyo cuerpo fue restituido por el Señor a la vida ordinaria para volver a morir. Tampoco es una "reencarnación" a un cuerpo distinto ni una "resurrección espiritual del alma". 

Cristo resucitó con su mismo cuerpo (con las llagas de la pasión) aunque glorioso, el sepulcro quedó vacío y se apareció a muchos de sus discípulos en una situación distinta y con unas consecuencias diferentes.
Es una situación distinta porque Jesús "atraviesa" puertas cerradas (Juan 20,19 y 26) y penetra "corazones de piedra", pero sobre todo, porque no es reconocible a primera vista: no son ni María Magdalena, ni Pedro, ni Tomás, ni el resto de los apóstoles, ni los dos de Emaús, ni tú ni yo quienes reconocemos a Cristo. Es Cristo quien nos concede la gracia de reconocerle.

La resurrección no es una consecuencia para el propio Jesús sino que repercute en nosotros: Jesús destruye la sentencia de nuestra condena, recompone la amistad entre Dios y los hombres, y nos abre el acceso al cielo, la fuente de la vida divina.

Nos arrastra en su triunfo a todos los hombres para transformarnos a su imagen y semejanza, tal y como era el plan original de Dios Padre; nos libera de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias: la muerte física y espiritual; nos devuelve nuestra libertad y dignidad como hijos de Dios; nos da luz y fortaleza, no para librarnos del sufrimiento terrenal, sino para sobrellevarlo y ofrecerlo a la voluntad del Padre, como hizo Él.
Pero además, nos brinda la oportunidad de tener un "encuentro" con Él haciéndose presente en nuestras vidas; nos reúne en torno a Él, en la Eucaristía, y nos promete que "estará siempre con nosotros hasta el fin del mundo" (Mateo 28,20).

Restituye nuestra fe e inflama nuestro entusiasmo para que, inclinándonos, crucemos el umbral desde un acontecimiento impensable hacia un hecho absolutamente incuestionable; nos abre el camino del resentimiento al agradecimiento, de la duda a la fe, de la mente al corazón, de la vida mundana a la vida eucarística.

Es entonces cuando, reconociéndole, nuestro corazón arde y nos impele a anunciar infatigablemente la Buena Noticia:



¡¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!!

MATEO, EL PUBLICANO QUE SIGUE A CRISTO

"Jesús vio a un hombre llamado Mateo,
que estaba sentado a la mesa 
de recaudación de impuestos,
y le dijo: 'Sígueme'.
Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa,
acudieron muchos publicanos y pecadores
y se sentaron a comer con él y sus discípulos"
(Mateo 9, 9)

Mateo (del arameo Mattai, "don de Yaveh", “regalo de Dios”), o Leví (nombre dado por Jesús), hijo de Alfeo y hermano de Santiago el Menor, vive en Capernaúm y muere como mártir en Etiopía. 

Es el único apóstol que no tiene por oficio el de pescador sino que es un publicano, es decir, un trabajador público al servicio del Imperio romano que cobra impuestos al pueblo de Israel. Los recaudadores de impuestos, considerados usureros y asimilados a las prostitutas, a los gentiles y a los pecadores (Mateo 18,17; Mateo 21,31-33; Mateo 9,10; Marcos 2,15, 16; Lucas 5,30) son odiados por los judíos puesto que Dios es el único a quien se debe pagar tributos u ofrendas y, por tanto, pagar impuestos a los hombres es infringir los derechos de Dios. 

Mateo es que es el autor del primer Evangelio y el primero que narra las enseñanzas de Jesús. Su Evangelio comienza con la narración de la genealogía humana de Jesús: "Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham" (Mateo 1, 1).
Así narra Mateo su propia vocación: "No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores" (Mateo 9, 13). Aparece también en los otros dos sinópticos, pero nombrado como Leví. Marcos especifica: "Leví, hijo de Alfeo" (Marcos 2, 14) y Lucas, por su parte, subraya que la comida era "un gran banquete" que Leví ofreció a Jesús... en su casa" (Lucas 5, 27-28). 

En el himno de Laudes, "Præclara Qua", rezamos: "Oh Mateo, ¡qué riquezas tan grandes te prepara el Señor, que te llamó cuando estabas (...) apegado a las monedas!  A impulsos de tu amor ardiente te apresuras a recibir al Maestro (...)".

Tras su llamada, nada sabemos de Mateo por la Escritura, tan sólo vuelve a aparecer en las listas de los Doce: el octavo en la enumeración de los Hechos de los Apóstoles y en la del mismo Mateo (que cuando se nombra a sí mismo, aclara: "Mateo, el publicano"), y el séptimo en la lista de Marcos y en la de Lucas.

San Mateo
Predica la Palabra de Dios entre los partos y los persas, pero sobre todo, en Etiopía: allí vence a dos magos que se hacen adorar como dioses y a los dragones que los acompañan, y después resucita a la hija del rey Egipo (o Hegesipo). Por oponerse al matrimonio del rey Hirciaco con su sobrina Ifigenia, conversa cristiana por la predicación del Apóstol, sufre el martirio. 

Sacado de la visión de "los cuatro seres vivientes" de Apocalipsis 4 y de Ezequiel 1, la Tradición representa a Mateo como el del "rostro humano" y por ello, un hombre alado (o ángel) es el símbolo de su Evangelio. Habitualmente se representa a Mateo escribiendo acompañado por una figura de un hombre alado. 
Símbolo apostólico: tres bolsas de dinero.

Fiesta: 21 de Septiembre.

Patronode los banqueros, financieros, cambistas, inspectores de Hacienda, etc.

Muerte: a espada cuando oraba después de misa, al pie del altar. 

Atributos: una espada, una alabarda o un hacha. También es representado con un libro o un rollo. 

miércoles, 31 de marzo de 2021

JUDAS TADEO, EL DE LAS CAUSAS IMPOSIBLES

 

Hoy, miércoles santo, un grupo de cristianos de la parroquia Beata Maria Ana Mogas, acompañados por nuestro párroco D. Andrés, hemos visitado la parroquia de Santa Cruz en la calle Atocha de Madrid, donde se venera la imagen de San Judas Tadeo, apóstol y patrono de las causas difíciles, desesperadas o imposibles.

Allí le hemos puesto nuestras intenciones a los pies del apóstol, hemos participado en la Eucaristía (una de las seis que se celebran cada miércoles como agradecimiento por su intercesión) y después, hemos intercambiado algunas impresiones con su párroco, D. José Antonio.

La devoción popular a San Judas Tadeo comenzó hace más de treinta años como una reunión el último miércoles de cada mes para pedirle al santo, sobre todo, su intercesión para encontrar trabajo y para tener hijos quienes no pueden ser padres. 

La gran afluencia de personas que acudían a pedir la intercesión de San Judas (habitualmente, entre 7.000 y 15.000 personas cada miércoles) llegó a ser tan numerosa debido a los testimonios de milagros que fue necesario ampliar el rezo al santo a todos los miércoles del año y ubicar una talla más pequeña para que pudiera ser visitada (y tocada).
      
Judas Tadeo, del hebreo, יהודה, Yehuda, que significa alabanzas sean dadas a Dios. "Tadeo", es un término arameo que significa "valiente", "magnánimo", "hombre de pecho robusto". También es llamado "Lebbeo", que significa "hombre de corazón tierno". 

San Jerónimo le llama “Trinomios” que significa “hombre con tres nombres”. En Marcos 3,18 es llamado Tadeo. En Mateo 10,3 es llamado Lebeo. En Lucas 6,16 y Hechos 1,13 es llamado Judas el hermano de Santiago. También llamado Judas el Zelote o "hermano" (primo) del Señor, de Santiago, de José y de Simón (Marcos 6, 13; Mateo 13, 55). 

Hijo de Cleofás (Alfeo) y de María y hermano de Santiago el Menor, vivió en Galilea y predicó en Asiria y Persia, donde murió como mártir. Ocupa el último lugar en la enumeración de los Doce que figura en Hechos 1, 13.
Es considerado como uno de los apóstoles más judaizantes dentro del grupo de "los Doce". Según el Evangelio de Juan, fue testigo privilegiado de la Última Cena, durante la cual tuvo una participación activa explícita al preguntarle a Jesús “¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?” (Juan 14,22), y más tarde, de Pentecostés.

Predicó el Evangelio en Mesopotamia, en Edesa, cerca del Río Éufrates, donde sanó a varios y muchos creyeron. Luego marchó con Simón a Persia, donde ambos sufrieron juntos el martirio.

A menudo, se le representa portando una imagen de Jesús, a veces con forma de medallón, en el pecho, con una llama de fuego sobre su cabeza, significando su presencia en Pentecostés, y un rollo en representación de la carta apostólica que lleva su nombre, en la que se presenta a sí mismo como "servidor de Jesucristo" y "hermano de Santiago" (el Menor). 

Muerte: asesinado en el monte Ararat a manos de sacerdotes paganos que le aplastaron la cabeza con una maza para después, decapitarlo. 

Festividad: 28 de octubre.

Patrono: Armenia.

Patrón: de las causas difíciles.

Símbolos apostólicos: una maza o un hacha, un medallón con la imagen de Jesús, una llama de fuego sobre su cabeza y un rollo en la mano.

JUAN, EL DISCÍPULO AMADO

"Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María,
la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala.
Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería,
dijo a la Madre: 'Mujer, ahí tienes a tu hijo'.
Después dijo al discípulo: 'Ahí tienes a tu madre'.
Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa"
(Juan 19, 25-27)

Juan en hebreo, יוחנן Yohanan ("el Señor es misericordioso"), apodado Boanerges "Hijo del Trueno"hijo de Zebedeo y Salomé, hermano de Santiago el Mayor, discípulo de Juan el Bautista y primo de Jesús, es "el discípulo amado" autor del Cuarto Evangelio, de tres Cartas Apostólicas y del Apocalipsis.

Pescador de oficio, vive en Betsaida, Capernaúm y Jerusalén. Es miembro del Círculo Interno participa con Pedro y Santiago de los episodios más significativos de la vida de Jesús. 
Está con María "junto a la cruz" (Juan. 19, 25-27), y es testigo junto a Pedro del sepulcro vacío: "vio y creyó" (Juan 20, 8). 

Está con Jesús en todas las ocasiones especiales: en la Última Cena con su cabeza recostada en el pecho del Señor (por ello es llamado en griego "Epistehios": el que está sobre el pecho), en la resurrección de la hija de Jairo, en la transfiguración de Jesús, y en el huerto de Getsemaní. También es testigo privilegiado de las apariciones de Jesús resucitado y de la pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades.

Está con Pedro: los Hechos de los Apóstoles le nombran siempre muy cercano al apóstol en varias ocasiones en las que ambos aparecen asociados (especialmente su visita al sepulcro vacío de Juan 20, 1-10). Le acompaña tanto en la predicación inicial en el Templo de Jerusalén (donde, apresados, llegaron a comparecer ante el Gran Sanedrín por causa de Jesús), como en su viaje de predicación a Samaria. 
Pablo lo menciona como una de las "columnas de la Iglesia" (Gálatas 2, 9). Es llamado "el Teólogo" por la profundidad de su Evangelio, diferente en muchos aspectos de los sinópticos.

Vive primero en Antioquía y luego en Éfeso. San Ireneo, hacia el año 75 d. C. escribe: "Juan, el discípulo del Señor, el mismo que descansó sobre su pecho, publicó también el evangelio cuando se encontraba en Éfeso"

Predica en las siete iglesias de Asia Menor. Luego viaja a Roma, donde por orden del emperador Domiciano, ya cerca de los noventa años de edad, es arrojado en aceite hirviendo cerca de la Puerta Latina. Sale indemne del suplicio y es desterrado a la isla de Patmos, donde escribe el Apocalipsis. Fallece a finales del siglo I, de muerte natural.

Hombre de acción, de temperamento explosivo y corazón intolerante. De familia prominente, su padre contrataba sirvientes en su negocio pesquero (Marcos 1,20)
Muerte: Natural.

Festividad: 27 de diciembre.

Patrono: Turquía.

Patrón: libreros, escritores, editores, encuadernadores y teólogos.

Símbolo apostólico: un cáliz con una serpiente, un libro, un águila, una esmeralda. 

lunes, 29 de marzo de 2021

PEDRO, PIEDRA DE LA IGLESIA

"Jesús les preguntó: 'Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?'.
Pedro contestó: 'Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo'. 
Jesús le replicó: 'Dichoso eres, Simón, 
porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, 
sino mi Padre que está en los Cielos. 
 Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, 
y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; 
los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. 
(Mateo 16, 15-18)

Simón Pedro, hijo de Jonás y hermano Andrés, casado y pescador de oficio (1 Corintios 9,5), es el miembro más destacado de los doce amigos íntimos de Jesús. Nace en Betsaida y se establece en Capernaúm, donde vive con su suegra

Galileo de rasgos rudos, barba corta y tupida, y pelo ensortijado. Pescador de carácter recio y brusco, a la vez que sencillo generoso. Su temperamento impulsivo e impetuoso le ocasiona algunas reprimendas del Maestro y, aunque tiene momentos de debilidad, es siempre leal e íntegro, lo que le hace ganarse una especial predilección por parte de Jesús. 
Conocido por tres nombres: en el idioma común (griego) fue Simón, πέτρος, Petra (Marcos 1,16; Juan 1,40, 41), mientras que el idioma familiar (hebreo) fue Cefas, ܟ݁ܺܐܦ݂ܳܐ, Keepa (1 Corintios 1, 12; 3,22; 9,5 y Gálatas 2,9). Cuando la Biblia se traduce al latín, su nombre queda definido como PedroPetrus. Los tres nombres significan "roca"o "piedra". 

Líder y portavoz de los apóstoles durante los quince años posteriores a la muerte de Jesúses también conocido como el "Príncipe de los apóstoleso "Pescador de hombres", en razón de la misión que le confía el propio Jesucristo. Es el primero que confiesa a Jesús declarándolo Hijo del Dios VivoEs quien pregunta al Maestro el significado de la parábola en Mateo 15,15, sobre cuánto debemos perdonar o cuál es la recompensa para todos aquellos que siguen a Jesús. 

Pedro es testigo de la Transfiguración en el monte Tabor, del lavatorio de los pies durante la Última Cena, de la resurrección de la hija de Jairo, de la agonía del Señor en Getsemaní, de la desaparición del cuerpo de Jesús del sepulcro en Su Resurrección y de la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés. 

Es el primero a quien se le aparece Jesús resucitado y también está presente en Su Ascensión a los cielos. Niega al Señor tres veces y es a quien Cristo le pregunta tres veces si le ama, entregándole las llaves del Reino. 

Es el primer apóstol que realiza un milagro público: la curación de un hombre a las puertas del templo de Jerusalén (Hechos 3,1-10) y en otra ocasión, la resurección de una mujer (Hechos 9,36-43).

Conoce a Pablo, apóstol de los gentiles, cuando éste visita Jerusalén durante quince días (Gálatas 1,17-18)En el 42-44 d.C. es encarcelado por el rey Herodes Agripa I y liberado milagrosamente por un ángel. Huye de Jerusalén para marcharse a "otro lugar" (Hechos 12,1-18), donde continúa su apostolado por Siria, Asia Menor y Grecia. En Antioquía funda una Iglesia de la que es Obispo (Juan 21, 15-19).

En el año 50-51 d.C. asiste, junto con Pablo y Santiago, al Concilio de Jerusalén (Hechos 15, 1-11) y más tarde, se traslada a Roma para continuar su apostolado y establecer la futura sede del Papado. Allí, en la capital imperial, mientras Lucas recoge los viajes apostólicos de Pablo, que luego sería el libro de los Hechos de los Apóstoles, Marcos recoge la predicación de Pedro, que luego sería el Evangelio de San Marcos.

Es, a todos los efectos, el Primer Papa de la Iglesia Católica y Apostólica (Mateo 1, 18-19) y se le representa con una cruz a modo de báculo pastoral, tradición que explica Santo Tomás de Aquino: "el Romano Pontífice no usa báculo, porque Pedro lo envió para resucitar a uno de sus discípulos, que después fue consagrado obispo de Tréveris. Y también para manifestar que no tiene una potestad restringida, lo cual significa la curvatura del báculo" (Suma Teológica, Parte III, cuestión XL, artículo VII, respuesta a la objeción 8ª). 
A menudo, la iconografía representa a Pedro (con las llaves) junto a Pablo (con espada), con quien tiene varias controversias y con quien, a su vez, comparte la fiesta del 29 de junio, cuyo origen es el tralado de los restos de ambos apóstoles a un mismo lugar de culto, en la Vía Appia, hacia el año 254, antes de que cada apóstol tenga su propio templo (primero, Pablo en la Vía Ostiense y luego, Pedro en la Colina Vaticana). 
Ambos mueren mártires en Roma prácticamente a la vez, hacia el año 67 d. C., en tiempos del emperador Nerón. Mientras que Pablo es decapitado, Pedro es condenado al suplicio de la cruz, pero considerándose indigno de ser crucificado como su Maestro, pide ser martirizado cabeza abajo. 
Su tumba se encuentra debajo del Altar de la Confesión, en la Basílica de San Pedro, erigida en el siglo IV por el emperador Constantino.

Escribe las dos epístolas del Nuevo Testamento que llevan su nombre en las que existe una gran similitud de modos, expresiones y enseñanzas con las cartas de San Pablo: concisas y elevadas, enérgicas y vehementes, densas en sentencias y dulces a la vez:

-La 1 Pedro está escrita en griego (hacia el 64 d. C.) y es una exhortación dirigida a los judíos del Ponto, de Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. En ella habla sobre la vocación y dignidad del cristiano, sobre la obediencia y respeto debidos a las autoridades, sobre el amor entre hermanos y hacia los enemigos; sobre la pureza y santidad del cristiano en general, y del pastor en particular. Aunque Pedro dice escribirla desde Babilonia, se refiere (como Juan en el Apocalipsis), a Roma. 

-La 2 Pedro, escrita unos meses después (o quizás uno o dos años más tarde), es continuación de la primera y dirigida a los mismos destinatarios, aunque aporta mayor impetuosidad, belleza literaria y riqueza en metáforas. Recuerda los principios generales de la doctrina recibida, exhorta a la práctica de las virtudes, condena a los falsos maestros y acusa a los que buscan desacreditar el Evangelio de Cristo.

Es el apóstol más citado en el Nuevo Testamento, tanto en los Evangelios como en las cartas de San Pablo y en los Hechos de los Apóstoles.

Patronazgo: Patrono de los pescadores, de constructores y fabricantes de ladrillos, porteros, fabricantes de llaves y relojeros. Patriarca de la Iglesia Católica.

Santuario: Basílica de San Pedro, Ciudad del Vativano.

Símbolos apostólicos: Triple tiara con las llaves cruzadas (dorada, representando el cielo y plata, representando la tierra) que conforma el escudo papal. También con una Cruz invertida y llaves cruzadas, o con un Gallo y llaves cruzadas:
  

sábado, 27 de marzo de 2021

¿PARA QUÉ LEER LA BIBLIA?

"Toda Escritura es inspirada por Dios 
y además útil para enseñar, 
para argüir, para corregir, para educar en la justicia, 
a fin de que el hombre de Dios sea perfecto 
y esté preparado para toda obra buena" 
(2 Tim 3,16-17)

Dice el apóstol San Pablo que la Palabra de Dios es útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar...¿para qué? Para que seamos perfectos y obremos el bien.

Dice el profeta Isaías que no temamos, porque Dios está con nosotros para fortalecernos, auxiliarnos y sostenernos (Is 41, 10). 

¡Qué alivio! No estamos solos. Dios está con nosotros. ¿Dónde? En su Palabra. ¿Cómo? Con su Espíritu. Así pues, la Sagrada Escritura nos ha sido legada con el propósito de escuchar lo que Dios nos quiere decir a cada uno de nosotros de forma individual, y a la Iglesia, de forma comunitaria.

Así pues, continuamos en este segundo artículo sobre la Palabra de Dios, sumergiéndonos en los 73 libros canónicos establecidos por la Iglesia Católica como inspirados por Dios: 46 corresponden al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo Testamento

Su estructura puede establecerse en función de los períodos históricos, de las alianzas de Dios con los hombres y del contenido de sus libros. Hoy, nos centraremos en el contenido de cada uno de los libros, ofreciendo una pequeña sinopsis que nos motive a profundizar en su lectura de forma individual.

El contenido de los libros bíblicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, se estructuran en cuatro grandes temas: Ley, Historia, Sabiduría y Profecía. Esta clasificación, como norma general, no sigue una linea temporal correlativa sino que se refiere a su disposición y orden en la Biblia Católica.

Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento, también llamado "Antigua Alianza" o "la Ley y los Profetas" es un conjunto de libros inspirados por Dios al pueblo de Israel y de valor permanente, que narran la historia del camino hacia la salvación desde lo orígenes del universo hasta la plenitud del tiempo con la Encarnación de Jesucristo.

El propósito del Antiguo Testamento es preparar la venida de Cristo, el Mesías.
-Ley (5): 
Génesis: Creación del mundo y nacimiento del pueblo de Israel (Abrahán y las 12 tribus).
Éxodo: Huída de Israel de Egipto y su paso por el desierto hacia la Tierra Prometida, las leyes de Dios (10 Mandamientos) y la infidelidad del pueblo judío.
Levítico: Las leyes de observancia religiosa, el culto y el sacerdocio.
Números: El censo de las tribus de Israel, los 40 años de su peregrinaje por el desierto y la constante infidelidad y rebelión a Dios.
Deuteronomio: Nuevas leyes a adoptar en la Tierra Prometida, nueva constitución del pueblo de Israel y el itinerario profético de su historia.

-Historia (14): 
Josué: Comienzo de la conquista de la Tierra Prometida que durará 50 años (1.100-1.50 a.C.).
Jueces: Relato de la conquista de Canaán, las continuas infidelidades del pueblo de Israel y sus caídas en manos de sus enemigos. Cada vez que se arrepienten, Dios les envía un juez para guiarles y salvarles. 
Rut: Historia de una mujer extranjera que se convierte a Dios. Su biznieto David será el rey de Israel, línea genealógica de Jesucristo.
1 Samuel: Comienzo de la monarquia en Israel (1.050 a. C.): la trágica historia de Saúl, 1º rey de Israel y ungido por el profeta Samuel, que desobedece a Dios y lleva a Israel a una larga guerra civil contra David, su sucesor (1.010 a. C.).
2 Samuel: Continúa la historia de David (y sus pecados) y la alianza perpetua de Dios con él. Convierte a Israel en una nación poderosa y a Jerusalén en el centro religioso del mundo.
1 Reyes: Reinado de Salomón (970 a. C.) quien convierte a Israel en un poderoso imperio, construye el templo y cae en la idolatría. Dios envía profetas para corregirles (Elías, 930 a.C.).
2 Reyes: División de Israel en dos reinos, Judá e Israel, alejamiento de Dios. Son conquistados y el templo destruido por los asiriros (930-587 a.C.).
1 Crónicas: Historia de 1 y 2 Samuel: destaca el aspecto religioso del reino de David.
2 Crónicas: Repite algunos acontecimientos de 1 y 2 Reyes: destaca el reino de Judá.
Esdras: Vuelta a Jerusalén de un "resto" del exilio en Babilonia (537-442 a. C.), los preparativos para la reconstrucción del templo y la restauración del culto a Dios.
Nehemías: Reconstrucción de Jerusalén en sus memorias como gobernador (515 a. C.).
Tobías: Relata la vida de un hombre piadoso que cumple, en el exilio, la Ley de Dios (700 a. C.).
Judit: Narra la historia de una mujer heróica que salva a Israel por su confianza en Dios durante la cautividad en Babilonia (587-539 a. C.).
Ester: Cuenta la historia de otra mujer judía heróica que se convierte en reina de Persia y salva a los judíos.
1 Macabeos: Narra la revuelta de los Macabeos (167-134 a. C.) contra el imperio macedonio desde un punto de vista histórico.
2 Macabeos: Relata la misma historia de la revuelta pero desde un punto de vista religioso.

-Sabiduría (7): 
Job: Describe un largo poema y un gran debate sobre por qué Dios permite el mal.
Salmos: La mayor colección de 150 poemas o cantos religisos atribuidos al Rey David.
Proverbios: Colección de dichos sabios y verdades atribuidas al Rey Salomón.
Eclesiastés (Qohélet): Larga meditación sobre la vanidad del mundo.
Cantar de los Cantares: Poema de amor entre la Esposa (Iglesia) y el Esposo (Cristo).
Sabiduría (de Salomón): Alabanza a la sabiduría y a la paciencia de Dios con el hombre.
Eclesiástico (Sirácida): Libro sobre cómo vivir en el mundo una vida recta de fe en Dios.

-Profecía (20): 
Isaías: Contiene las profecías más claras sobre la venida del Mesías. La 1ª parte advierte de desgracias y la 2ª parte promete la redención del pueblo pecador.
Jeremías: Anuncia la destrucción de Judá e invita al arrepentimiento.
Lamentaciones: Libro de poemas (atribuido a Jeremías) que lamentan la destrucción de Jerusalén, utilizado en las ceremonias celebradas sobre las ruinas del templo destruido por los babilonios.
Baruc: Discípulo de Jeremías que profetiza (en Babilonia) la Nueva Alianza (y perpetua) con el pueblo de Israel. Contiene también una serie de sabios consejos. 
Ezequiel: Visiones y descripciones simbólicas (contemporáneo de Jeremías) que anuncian destrucción de Jerusalén por Babilonia (587 a. C.) pero cuyo mensaje es de esperanza.
Daniel: Profecía y extrañas visiones de un alto cargo de la corte de Babilonia durante el exilio.
Oseas: Profecías y vicisitudes de su matrimonio como metáfora de la relación de Dios (que perdona las infidelidades y rescata) con Israel (esposa infiel y vendida como esclava).
Joel: Anuncia el terrible juicio sobre Judá y también que el Espíritu de Dios se derramará sobre el pueblo.
Amós: Severa llamada al arrepentimiento a pesar del esplendor del reino del Norte y profecia sobre la restauración del reino de David.
Abdías: El libro más corto del Antiguo Testamento que anuncia la derrota de Edom, tradicional enemigo de Israel.
Jonás: Narra la historia de un profeta reacio a cumplir la voluntad de Dios, que pretende huir de Él y entiende que no se puede escapar de Dios. 
Miqueas: Juicios contra los corruptos y los explotadores. Predice la venida de un Salvador para Israel que nacerá en Belén.
Nahum: Profetiza la caída de Nínive, capital del imperio asirio.
Habacuc: Juicios contra los malvados y esperanza para los justos.
Sofonías: Anuncia el juicio de Dios contra toda la tierra y también un mensaje de alegría.
Ageo: Narra sus esfuerzos en la reconstrucción del templo de Jerusalén y las críticas al pueblo por llevar una vida lujosa mientras la casa de Dios está en ruinas.
Zacarías: Contemporáneo de Ageo, trabaja también en la reconstrucción del templo. En sus visiones, ve la llegada de un nuevo rey a Sión montado en un borrico.
Malaquías: Advierte sobre la hipócrita forma externa de culto y predice la llegada del mensajero del Señor.

Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento es la "Nueva Alianza" de Dios con los hombres, y al igual que el Pentateuco contenía la Ley antigua, los cuatro Evangelios comprenden la Nueva Ley. Así como a partir del libro de Josué se narraba la historia del pueblo de Dios, los Hechos de los Apóstoles relatan los comienzos de la Iglesia de Cristo a partir de su Ascensión al cielo. 

De la misma forma que los libros sapienciales del Antiguo Testamento enseñaban a vivir como buenos hijos de Israel, las veintiuna cartas de los apóstoles dirigidas a la Iglesia nos enseñan a vivir como verdaderos cristianos. Así como en la antigüedad, Dios envió profetas para advertir y guiar a su pueblo, el Apocalipsis es una profecía sobre la Iglesia y el Cordero, sobre la Esposa y el Esposo que se ha cumplido, se cumple y se cumplirá.

El propósito del Nuevo Testamento es dar cumplimiento (plenitud) a las promesas (alianzas) del Antiguo Testamento en Cristo, Redentor Universal.
-Ley (4):
Mateo: Representado por un hombre, está dirigido a los judíos para decirles que Jesús es el verdadero heredero del reino de David, el Mesías. Y para ello comienza con una elaborada genealogía. Es el evangelista que más "deja" hablar a Jesús: el Sermón de la Montaña ocupa tres capítulos.
Marcos: Representado por un león, está dirigido a los cristianos de Roma para enfatizar a Jesús como el líder de un nuevo Éxodo. Discípulo de Pedro, escribe el Evangelio más breve en el que narra la vida de Jesús de una forma sencilla. Incluye un relato peculiar que no aparece en los demás: un joven con una sábana que seguía a Jesús (posiblemente él mismo). Su palabra favorita es "Enseguida", utilizada 40 veces.
Lucas: Representado por un toro, está dirigido a los cristianos procedentes del paganismo para destacarles la universalidad del ministerio de Cristo. Incluye detalles íntimos de la anunciación, concepción y nacimiento de Jesús, en Belén, la adoración de los pastores y sus enseñanzas en el templo que no aparecen en los demás evangelios, posiblemente, asesorado por la Virgen María (Lc 2,19). Hombre culto, médico y autor de Hechos, Lucas acompañó a Pablo en muchos de sus viajes. Subraya la acción del Espíritu Santo y la oración en el ministerio de Cristo.
Juan: Representado por un águila, está dirigido a los judíos, con muchas alusiones al Antiguo Testamento. "El discípulo amado" recuerda que Jesucristo es el Verbo de Dios Encarnado, y destaca nuestra nueva humanidad en Cristo.
 
-Historia (1):
Hechos de los Apóstoles: Lucas escribió este libro como continuación a su Evangelio. Es la única historia sobre el comienzo de la Iglesia y que escribe asesorado por Pablo y también como testigo ocular (ej: cuando cambia "ellos" por "nosotros" para indicar su presencia).

-Sabiduría (21):
Compuestos por las cartas apostólicas: las cartas paulinas, escritas por Pablo y dirigidas a las iglesias y comunidades que iba fundando; y cartas católicas, escritas por otros apóstoles como Pedro, Juan, Santiago o Judas y dirigidas a la Iglesia universal.

Cartas Paulinas
Romanos: Dirigida a la Iglesia de Roma. Escrita desde Corinto (56 d. C.), su tema principal es que "todo hombre es pecador, pero a través de la fe en Cristo, el hombre puede ser justificado a los ojos de Dios y recibir la salvación y la vida eterna".
1 Corintios: Dirigida a la Iglesia de Corinto. Escrita desde Éfeso (54 d. C.) con instrucciones específicas debido a la difícil situación de esa comunidad (divisiones internas, corrupción, idolatría, incestos, pleitos, inmoralidad, cultos indignos, etc.) y como respuesta a distintos temas (matrimonio y celibato, consumo de animales impuros, dones del Espíritu Santo, amor al prójimo, resurrección de los muertos, etc.) así como una petición de colecta para la Iglesia de Jerusalén.
2 Corintios: Dirigida a la Iglesia de Corinto tras dos visitas anteriores. Escrita también desde Éfeso (57 d. C.) y entregada por Tito, se trata de una carta apologética acerca del ministerio y la autoridad de Pablo, así como un llamamiento a la solidaridad ante la falta de generosidad corintia.
Gálatas: Dirigida a la Iglesia de Galacia. Escrita desde Corinto (55-60 d. C.), es una defensa de Cristo y de la justificación por la fe frente a la secta judaizante (falsos maestros) que se había mezclado con la cristiana para hacerles volver a la ley mosaica, así como la vindicación del apostolado de Pablo.
Efesios: Dirigida a la Iglesia de Éfeso. Escrita desde Roma durante su primer encarcelamiento (62 d. C.) se trata de una carta doctrinal, pastoral y exhortativa de la Iglesia como Cuerpo de Cristo y de la salvación ofrecida a los pecadores
Filipenses: Dirigida a la Iglesia de Filipos. Escrita desde Éfeso (54-55 d. C.) o desde Roma (63 d. C.) como agradecimiento a su amor y solidaridad con el apóstol.
Colosenses: Dirigida a la Iglesia de Colosas. Escrita desde Roma (57-62 d. C.), es una doctrina moral sobre la conducta para su aplicación en todas las áreas de la vida cristiana y de como Cristo suple todas las necesidades. También es una apologética contra las herejías gnósticas y filosofías griegas surgidas en esa comunidad. 
1 Tesalonicenses: Dirigida a la Iglesia de Tesalónica. La primera carta escrita por Pablo desde Antioquía de Siria (50-51 d. C.) es una exhortación a poner en práctica las exigencias del Evangelio, así como instrucciones sobre la muerte y la actitud de espera para el regreso del Señor.
2 Tesalonicenses: Dirigida a la Iglesia de Tesalónica. Escrita poco tiempo después de la primera, posee un gran paralelismo con ella, pero desarrolla más ampliamente el regreso del Señor.
1 Timoteo: Dirigida a su discípulo Timoteo. Escrita posiblemente desde Macedonia después de su primera encarcelación en Roma (61 d. C.) y junto a su 2ª carta y la de Tito son llamadas "cartas pastorales" en las que advierte de las falsas doctrinas y la apostasía, instruye sobre la oración, los requisitos de los obispos y diáconos y los deberes como ministro de Cristo, la piedad y el servicio a los demás.
2 Timoteo: Dirigida a su discípulo Timoteo. Escrita durante el mandato de Nerón y su encarcelamiento en Roma (65-67 d. C.), Pablo escribe a su discípulo una especie de testamento ante la proximidad de su muerte: exhortación a no avergonzarse del evangelio y a estar dispuesto a morir como "un buen soldado de Cristo".
Tito: Dirigida a su discípulo Tito. Escrita desde Nicópolis-Macedonia (66 d. C.) para animar a su discípulo, que dirigía la Iglesia de Creta, y para instruirle en las cualidades de un buen líder cristiano, sobre la pureza de intención y sobre la manera de vivir de acuerdo con la fe de Cristo.
Filemón: Petición en favor de Onésimo, esclavo de Filemón. Escrita desde Roma, es la carta más breve y personal de Pablo en la que pide que perdone a su esclavo que se había fugado y cuya pena era castigada con la muerte, y que le acoja ahora como hermano en la fe.
Hebreos: De autor desconocido, algunos piensan que puede ser un discípulo de Pablo. Escrita desde/o dirigida a Italia (60-70 d. C)., muestra cómo el Antiguo Testamento se cumple en la persona de Jesucristo. Habla del nuevo pacto, del sacrificio de Cristo una vez y por todas y cómo debe ser la vida del cristiano.

Cartas Católicas:
Santiago: Escrita antes del 50 d. C. y dirigida a los judíos esparcidos por varias regiones, es una carta pastoral sobre la esencia del Evangelio desde un punto de vista práctico: exhorta a "poner en práctica la Palabra y no sólo a escucharla". 
1 Pedro: Escrita desde Roma (65-68 d.C.) y dirigida a los creyentes dispersados y perseguidos, exhortándoles a mantenerse firmes en la fe en medio del mundo hostil.
2 Pedro: Escrita también desde Roma al final de su vida (65-68 d. C.) y dirigida a los cristianos para advertirles de los falsos profetas y para que recuerden la Palabra de Dios y su promesa del regreso de Jesucristo.
1-3 Juan: Escritas posiblemente desde la isla de Patmos (85-90 d. C.) y dirigidas a los cristianos de Asia Menor, son una advertencia sobre el peligro de los falsos maestros y los gnósticos. Hablan del deber cristiano  de la caridad.
Judas: Escrita desde Palestina es una advertencia contra las herejías y las falsas doctrinas y muy similar a la 2 de Pedro.

-Profecía (1):
Apocalipsis: Escrita por Juan desde la isla de Patmos (90-100 d. C.) y dirigida a los cristianos de Asia Menor, es un manual de resistencia y de esperanza cristiana. El protagonista es Jesucristo, Rey y Señor de la historia.
Todos nosotros, Iglesia de Cristo y a quien se dirige la Sagrada Escritura, estamos llamados a experimentar el gozo de comprobar como el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos a través de su Palabra inspirada. 

Dios nos llama ¿le escuchamos?




JHR


Fuente: "Comprender las Escrituras" (Scott Han, La Didajé, Midwet Theological Forum)